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VESTIMENTA DE LA PAISANA ARGENTINA

Erróneamente los llamados nativistas, en la presentación de sus conjuntos o grupos de baile,


llaman al vestuario femenino traje de china, confundiendo los términos y adjudicando, en una
generalización poco feliz el calificativo de china, a todas las mujeres de nuestro campo, siendo que
éste se aplicó originalmente a un tipo femenino bien definido, que deambulaba con los soldados,
etc. de costumbres y profesión, bastante más que dudosas.
Algunos otros grotescos errores son también cometidos con respecto a su vestimenta en las
representaciones artísticas,

De inventarios y otros documentos, en los Archivos de Buenos Aires, Córdoba, La Pampa, y la


región Cuyana. hemos extraído una lista de prendas de uso femenino en la campaña, hacia fines
del Siglo XVIII, a saber: camisas de Bretaña, anchas o angostas, labradas con seda Tancay o seda
negra y otras de roan labradas con hilo de algodón azul, otras de lienzo de algodón, y también de
Bretaña pero con mangas de cambray: polleras de telas diversas y colores vivos (coloradas,
verdes, etc.) y con bordados y galones en su parte inferior; enaguas de lienzo; corpiños o
apretadores de crea; rebozos de bayeta de Castilla, con galones y bordados o sin ellos, en colores
verde, azul y negro; medias de seda y de algodón; zapatos de tela y de cuero fino.

De todo lo hasta aquí dicho y transcripto, creemos que podemos dar muy claramente, una idea del
carácter, vestuario, peinado, etc., de nuestras mujeres de campo, estancieras, paisanas y aun
chinas, en el período que estudiamos, de 1780-1820, con todas las salvedades que sobre
generalización, etc., hemos hecho con respecto de los hombres. En primer lugar, no parecen caber
dudas que las estancieras, mujeres pueblerinas y paisanas, en general, además de los atributos de
belleza característicos de las mujeres, que tanto subrayaron los viajeros, referidos a la tersura de
su piel, a sus grandes ojos, muchas veces oscuros, pero también azules, a sus cabellos negros,
gracia de formas, etc.,

La paisana tenia una simpatía especial, buen trato, dulzura y cortesía, totalmente naturales, que
aumentaban sus encantos y las hacían sobresalir frente a los hombres que resultaban, en
comparación, rudos, secos e introvertidos, o parcos, cuando no taciturnos y groseros, a despecho
de la hospitalidad y sobria cortesía características de nuestros hombres de campo. Diferente
parece ser el caso de las chinas mucho más mimetizadas con los más bárbaros, duros y crudos de
nuestros gauchos, tenían como ellos aspecto desaliñado y sucio, a veces casi varonil, muchas
francamente desagradable.

Sin otro maquillaje que un buen lavado con agua pura y fría, de aljibe o de cachimba, con los
cabellos trenzados en una o dos trenzas, y estas o sueltas a la espalda o al frente, o apretadas en
rodetes, o muy bien peinados, siempre con raya al medio, en un moño, más o menos bajo, no
llevaban otro adorno para alegrar su cabeza, que una o dos peinetas, o, menos frecuentemente, un
peinetón y un par de sencillos zarcillos de plata o de oro en las orejas; a veces alguna cinta de
color para ayudar a sujetar el pelo, y, también a veces, una flor.

Como las mujeres de la ciudad, para ir a la Iglesia, y no sólo a misa sino también para casarse, el
vestido (generalmente pollera y gran rebozo, ambos de bayeta, o aquella de una tela más liviana y
éste de bayeta) era totalmente negro, siendo igualmente negros, las medias y los zapatos.

La ropa habitual, de diario, era una hermosa camisa, generalmente el orgullo de su dueña, de una
tela de algodón fina, engomada y azulada, con bordados y puntillas, cuyo escote era redondo y
fruncido (escote aldeano o bote) y prendido a la espalda con cintitas o botones, a veces con
pasacintas, otras con un volado o fichú de la misma tela, siempre con bordados, muchas veces en
colores contrastados, azul o negro, tal como se siguen haciendo en la región Cuyana; otras con
escote cuadrado, con bordados y botones al frente. Esta camisa a veces tenía mangas, al codo o
largas, en este caso, con puños y puntillas o bordados en las mangas y puños.

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A veces, el busto se retenía, por encima de la camisa, con un apretador o corpiño, de crea, con
cintas y botones. En estos casos, generalmente se ponía, sobre la camisa, una pollera de tela más
gruesa o más fina, según la época del año y la ocasión (de bayeta, de indiana, de seda, de tripe,
de cotonia, etc.), generalmente de un solo color vivo (excepto el negro, prescrito para la Iglesia),
colorado, azul o verde, con uno o más galones (de oro o plata) en el borde, o con bordados en ese
tercio inferior. Esta pollera no sobrepasa tampoco, en su largo, la media pierna, dejando ver, muy
frecuentemente, el borde de la camisa y enaguas. Era bastante ancha y bien fruncida en la cintura,
sin pretina.

Para paquetear las mujeres ya algo maduras, usaban medias, generalmente de algodón, a veces
de seda, habitualmente blancas y los zapatos, sin tacos, con tacos, muy bajos, y troncocónicos o
carretel, eran de seda, satín u otra tela, a veces con bordados o pintados, o de un cuero muy fino
(tafiletes, charol, etc.). Tenían a veces también hebillas o una moña de tela, o aplicaciones de
mostacilla, o alguna piedra de color.

Al de todos los días, un rebozo, o a veces una chalina o ponchillo; en el primer caso de bayeta o de
punto, con o sin bordados y/o galones; las chalinas o ponchitos, de telar, con una o dos franjas y
flecos. Siempre de colores vivos: azul, verde, amarillo.

Todo contribuye a "civilizar" a la mujer en el campo, a aumentar su deseo de lucimiento, de


emulación, de competencia, su natural y femenina coquetería. Antes las mujeres brillaban por la
ausencia, es decir, eran codiciadas por su escasez. Ahora las "gringuitas", con sus herencias
culturales europeas, donde la mujer es la que debe lucir, excitan la competencia de las criollas y,
todo redundará en un mejoramiento en el vestir, en un preocuparse más por la moda, en cambios
más rápidos, aunque casi siempre, todo se haga en un nivel cultural muy rural, muy simple,
generalmente colorido de más, de dudoso gusto y con un algo de ingenua cursilería.

En lo que queda del siglo la pollera femenina se alarga hasta el pie, sin dejar de ser ancha, aunque
esto ocurre, fundamentalmente, para festejos, o para cabalgar, o aún para "dentro de casa". La
mujer que habita el rancho en medio del campo, no la deja bajar del tobillo, para evitar se le
ensucie, se le prendan abrojos, etc. La camisa, arriba, es cubierta por una blusa, generalmente de
tela muy liviana, con adornos en el frente, o pechera (lacitos, tablas, bordados) y mangas largas,
generalmente casi ceñidas al brazo.

Sobre la blusa la chaqueta, con o sin faldeta completa, a veces acuchillada, también solía tener
ciertos adornos en la pechera y hasta jabots, y, muchas veces, en las más acomodadas o para el
paseo, religiosa, que terminaba, en ocasiones, siendo una capita o esclavina. Siempre el chal o
rebozo en invierno, y, para cabalgar, el sombrero de pajilla o de fieltro o la galera. Cada vez se
usan más las medias para paquetear. De algodón y aún de seda.

El calzado con botitas de elástico o con botoncillos al costado y, de entre casa, para el trabajo, o
las menos pudientes, las alpargatas blancas y con bordados en la capellada.

Hacia fines del siglo la falda se angosta considerablemente y, en los vestidos más paquetes se
hace más larga atrás, con un poco de cola. Se le ponen piezas superpuestas y se le da un corte (a
veces con la ayuda de una almohadilla, llamada polizón) que acentuaba el perfil de los glúteos,
buscando un algo "picante", que nuestras buenas criollas tenían muy natural...

Se tiende a afinar la cintura, y hasta la campaña llegan los corsés y otros medios ortopédicos o
supercherías de la moda creados en los centros más sofisticados del mundo occidental.

Empiezan a usarse, cada vez más los vestidos enterizos, sencillos con anchos cinturones de tela y
abrochados en la espalda.

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Hasta en el peinado se notan los nuevos aires y el o los moños, el cabello levantado adelante y
"bombé", van desterrando a las trenzas y pautando los gustos a la moda.

La calidad de las telas, los bordados, cintas, aplicaciones de lentejuelas, canutillos, azabaches,
mostacillas, etc., todo dependerá, como es natural, de la condición económica de la usuaria y de la
ocasión del uso de las prendas.

Con todo, en la campaña propiamente, entre las mujeres de puesteros y peones, peonas,
sirvientas, pulperas, y otras, no tan honestas, como carperas y quitanderas

Las telas predilectas son los percales y las zarazas y, en ocasiones, mezclas de seda estampada
y, hasta panas. Siempre de colores muy vivos: los colorados, celestes fuertes, amarillos; naranjas y
verdes están a la orden con las clásicas excepciones del vestido negro, para la boda o el luto. O el
enteramente blanco para los bailes de "gran ocasión" incluso cuando éstos duraban varios días y
noches, para "bailar los lanceros", o sea en la jornada culminante del mismo para el compromiso y
también, cada vez más, como vestido de boda.

Los pollerones, de montar de la moza, hechos en forma de cartera, con presillas de cuero, para
fijarlos a la montura, se confeccionan de telas encarpadas y de colores más sobrios, como azul
marino, marrón, bordó, verde oscuro.

Siempre seguirán usándose varias enaguas. Y en los percales blancos, el azul, el almidón y el
lustre, con las planchas de hierro calentadas con brasas o en las "cocinas económicas", serán un
lujo especial de nuestras paisanas.

Hasta el "maquillaje" llega a la campaña, y en los bailes la harina empalidece los rostros (bastante
tostaditos naturales); el carmín para labios y mejillas se obtiene mojando algún papel colorado,
como el papel "crepé" que se usa para forrar y hacer las guirnaldas y farolitos con que se adorna la
sala, el alero y el patio, en tales ocasiones. Un poco de hollín dramatiza ojeras, que la salubridad
campesina hace inexistentes y sombrea ojos, que de puro negros y brillantes no lo necesitan.

Desde el siglo XVIII y hasta casi los albores del presente, fueron las auténticas "colonizadoras y
civilizadoras de un medio rural áspero, rudo, primitivo y hasta brutal.

Fuente: http:www.soygaucho.com
http://www.folkloredelnorte.com.ar
http://www.gruposolargentino.com
http://www.elfolklorecuyano.com.ar/VESTIMENTA_DAMA.HTM
INVESTIGACIÓN DE LA ESCUELA DE DANZAS FOLKLORICAS "SEMBLANZAS CUYANAS "

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