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TEORÍA DE LA OPORTUNIDAD DIFERENCIAL:

Esta teoría es propuesta por Cloward y Ohlin, pero primero debemos entender el concepto de oportunidad
diferencial “No siempre que una persona determinada experimente una presión anómica (persona que
presenta una conducta que no se ajusta a las normas sociales establecidas) acudirá irremisiblemente a
utilizar medios ilícitos, ya que según establecen estos autores, esos medios ilícitos no son igualmente
accesibles para todos”. Estos autores consideran que las actividades delictivas de un sujeto no dependen de
su sexo, de la edad, de la estructura familiar, etc., sino que depende del ambiente social en el que se mueve
este, en cómo se organiza su barrio. Si el barrio proporciona la oportunidad de conseguir el éxito monetario
a través de oportunidades ilícitas cometerá dichos actos, si no dispone de esas oportunidades no lo hará.
Se va a distinguir tres tipos de subculturas, según la organización de su barrio:

a. La Subcultura Criminal
Nace en aquellos slums (barrios) donde existe criminalidad adulta consolidada y estratificada según la
edad y con estrechos vínculos con la organización convencional de su entorno. Este tipo de subcultura
cumple tres funciones básicas para el joven de clase baja que sufre esta frustración:

a. Función de aprendizaje, estos jóvenes aprenden de los delincuentes adultos las normas y los
valores que rigen en el mundo criminal y las técnicas necesarias para llevarlas a cabo;
b. Crea un marco de oportunidades diferenciales ofreciendo vías delictivas y desviadas para
conseguir con éxito aquellos objetivos de éxito económico que pretenden;
c. Mecanismo de control del comportamiento del joven destinado a limitar el empleo de medios
ilegales, es decir, se le enseña al menor a no ir más lejos de lo necesario, porque eso puede
poner en peligro el propio beneficio, como por ejemplo que no emplee violencia desmedida.

b. La Subcultura Conflictiva
Va unida al slum desorganizados (no existen valores y normas consolidadas), donde la movilidad social
y geográfica es muy elevada y existe una alta tasa de precariedad en todos los componentes de la vida
social (áreas deprimidas). El menor, entonces, no puede acceder a los valores ilícitos, ni tampoco a los
convencionales. Esto da lugar a una delincuencia individualizada, poco remunerativa y sin cobertura.

c. La subcultura abstencionista o “evasiva”


Agrupa a jóvenes que no han conseguido el éxito codiciado ni siquiera a través de procedimientos
ilícitos. El integrante de la subcultura “abstencionista” se refugia en la droga, el alcohol, etc., para
permanecer insensible e indiferente al mundo convencional del que se evade. Pueden obtener
eventualmente medios ilícitos para conseguir lo que quieren, pero aun así no lo lleva a cabo por razones
individuales o sociales.

TEORÍA DE LAS VENTANAS ROTAS:


También conocida en inglés como Broken Windows y es propuesta por Kelling y Skogan. Explica el “círculo
vicioso” que existe con la presencia de un control social débil, que da lugar a actividades delictivas.
Existencia de zonas donde hay basura, suciedad, ventanas rotas, grafiti, prostitución, venta y consumo de
drogas.

- Desorganización social
- Aumento de la ansiedad entre la población
- Menos actividad «normal» en la calle
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- Menos vigilancia y control informal
- Más oportunidad para delinquir.
Esta teoría dice que no hay que intervenir una vez que se haya delinquido, sino mucho antes, en un estadio
lo más temprano posible para prevenir dichas conductas.
En 1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el Prof. Phillip Zimbardo realizó un experimento de
psicología social. Dejó dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y
hasta color. Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en
Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos idénticos abandonados, dos barrios con
poblaciones muy diferentes y un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la
gente en cada sitio.

Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser bandalizado en pocas horas. Perdió las llantas, el
motor, los espejos, el radio, etc. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no lo destruyeron. En cambio,
el auto abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto. Es común atribuir a la pobreza las causas del delito.
Atribución en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras, (de derecha y de izquierda).
Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí, cuando el auto abandonado en el Bronx ya estaba
deshecho y el de Palo Alto llevaba una semana impecable, los investigadores rompieron un vidrio del
automóvil de Palo Alto. El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx, y el robo, la
violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del barrio pobre. ¿Por qué el vidrio
roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente seguro es capaz de disparar todo un proceso
delictivo? No se trata de pobreza. Evidentemente es algo que tiene que ver con la psicología humana y con
las relaciones sociales. Un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés,
de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de
reglas, como que vale todo. Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la
escalada de actos cada vez peores se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.

En experimentos posteriores (James Q. Wilson y George Kelling) desarrollaron la 'teoría de las ventanas
rotas', misma que desde un punto de vista criminológico concluye que el delito es mayor en las zonas donde
el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.

No se trata de linchar al delincuente, ni de la prepotencia de la policía, de hecho, respecto de los abusos de


autoridad debe también aplicarse la tolerancia cero. No se trata tampoco de la pena de muerte ni del ojo por
ojo ni siquiera de bajar la edad penal, sino más bien un conjunto de ideas que debidamente aplicadas
deberían resultar en un beneficio para cualquier sociedad. No es tolerancia cero frente a la persona que
comete el delito, sino tolerancia cero frente al delito mismo. Se trata de crear comunidades limpias,
ordenadas, respetuosas de la ley y de los códigos básicos de la convivencia social humana.

TEORÍA DE LA ASOCIACIÓN DIFERENCIAL:


La Teoría de la Asociación Diferencial de Sutherland, parte de una concepción culturalista de la
desorganización social donde comienza a formarse los nuevos valores, aparecen comportamientos desviados
y criminales opuestos y negadores de los otros. Esta teoría trata de explicar con la ayuda diferencial de los
grupos, el proceso por el cual una persona se hace criminal. Una persona se hace criminal cuando aprende
más modelos de favorecer la infracción de la ley, que modelos que la desaprueban.

Sutherland estudio al ladrón profesional y observo que el hurto profesional no era una actividad individual y
aislada, sino que era algo que se aprendía en contacto con otras personas (en relación con otros ladrones que
muestran cómo hacerlo: cuál es la técnica a usar y, al mismo tiempo proporcionan ciertas actitudes que
justifican la criminalidad del acto). Se aprecia, entonces, que lo de "diferencial" significa que (en la mayoría

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de los casos) un individuo se vuelve delincuente al estar más frecuentemente en relación con modelos
criminales que con modelos no criminales (Sutherland, no habla de individuos, sino de modelos, es decir:
ejemplos, palabras, actitudes, valores).
Resumió su teoría de la asociación diferencial en nueve proposiciones:

a. La conducta criminal se aprende.


b. Se aprende en interacción con otras personas, mediante un proceso de comunicación.
c. La parte decisiva de dicho proceso de aprendizaje tiene lugar en el seno de las relaciones más
íntimas del individuo con sus familiares y allegados. La influencia criminógena depende del
grado de intimidad del contacto interpersonal.
d. El aprendizaje del comportamiento criminal incluye el de las técnicas de comisión del delito –
muy simples, a veces, muy sofisticadas, otras-, así como la de la orientación específica de los
correspondientes móviles) impulsos, actitudes y la propia racionalización de la conducta
delictiva.
e. La dirección específica de motivos e impulsos se aprenden de las definiciones más variadas de
los preceptos legales, favorables o desfavorables a éstos.
f. Una persona se convierte en delincuente cuando las definiciones favorables a la violación de la
ley superan a las desfavorables; esto es, cuando por sus contactos diferenciales han aprendido
más modelos criminales que respetuosos del Derecho.
g. Las asociaciones y contactos diferenciales del individuo pueden ser distintos según la frecuencia,
duración, prioridad e intensidad de los mismos.
h. El proceso de aprendizaje del comportamiento criminal a través del contacto o asociación
diferencial del individuo con modelos delictivos y no delictivos implica y conlleva el de todos los
mecanismos inherentes a cualquier proceso de aprendizaje.
i. La conducta delictiva es una expresión de necesidades y valores generales, sin embargo, no
puede explicarse como concreción de los mismos, ya que también la conducta conforme a
Derecho responde a idénticas necesidades y valores.

TEORÍA DEL ETIQUETAMIENTO:


Para Becker citado por García “el fenómeno del etiquetamiento, es una manifestación de relación de poder,
donde se comprende la conducta del desviado y también está constituida por la acción de otros, que son
aquellas personas que elaboran las reglas de cuya violación fue encontrado culpable”, es decir, que el
comportamiento desviado es creado por la sociedad en el sentido, en que grupos sociales ocasionan ese
comportamiento, porque forman reglas, cuya violación constituye un comportamiento desviado. Las normas,
como reglas del comportamiento que son elaboradas por los grupos sociales, se caracterizan por si una
persona viola estas normas grupales es considerada como desviadas desde el punto de vista del grupo.
Los postulados de Becker son los siguientes:

- La gente que la sociedad cataloga como desviada no conforman una categoría homogénea de
personas. Se opone a la afirmación de la Criminología positivista: “quienes transgreden la norma
forman una categoría homogénea, por haber realizado el mismo hecho desviado”.

- No puede darse como enteramente cierto que esa gente realmente cometió un acto de esa
naturaleza, pues los procesos de señalamiento no son infalibles (seguros, ciertos, verdaderos, firmes)
- El grupo que la sociedad ha clasificado como desviados contiene a todas las personas que han
transgredido una regla.

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- Lo único que este grupo de personas comparten entre sí, es decir, les es común, es la clasificación
que la sociedad les ha dado: “extraños” (outsiders) y la etiqueta correspondiente.

- La desviación es una transgresión que tiene lugar entre el grupo social y la persona que es
catalogada por ese grupo como transgresor.
- Extraños también son los del grupo mayoritario en relación a quien ha sido etiquetado.

Existen técnicas de neutralización para rechazar dichas etiquetas, los que se saltan las normas usan cinco
técnicas de neutralización:

a. «No soy responsable». En este caso, la persona que incumple la norma alega que el responsable
de ese incumplimiento es otra persona o que ha sido un accidente. A menudo, esa persona se ve a
sí misma como víctima en lugar de perpetrador.
b. «No he hecho daño a nadie». Aunque el perpetrador admite que la acción es ilegal, alega que no
hubo víctimas, o que simplemente era un poco de diversión sin importancia.
c. «Se lo merecía». En este caso, el perpetrador se ve a sí mismo como el vengador que rectifica lo
malo que pudiera haber hecho la víctima. Simplemente, lo deja «en tablas».
d. «No tienes derecho a juzgarme». Con esta frase denuncian la hipocresía de sus acusadores, que
habrán hecho lo mismo o algo peor.
e. «Obedezco a un propósito superior». El perpetrador puede haberse limitado a ser fiel a su banda
o a «ayudar a un amigo».

TEORÍA DEL AFRONTAMIENTO:


Dada por Marshall, esta teoría postula que algunos niños no pueden inhibir su respuesta agresiva a la hora de
realizar conductas sexuales por una combinación entre patrones de relación destructivos con sus padres, y
porque tanto la agresión como el comportamiento sexual tienen idénticas influencias biológicas, esto
significa que ambas conductas se procesan por las mismas vías neurológicas, lo que contribuye a su
manifestación conductual simultánea si no se ha producido un aprendizaje diferencial entre ellas.

Ante la influencia biológica poco se puede hacer, especialmente si el entorno ambiental no es el más
adecuado, pero ¿cómo se adquiere un patrón de relación destructivo con los progenitores? Principalmente,
en función del estilo de apego que se tenga con ellos. Si atendemos a la clasificación realizada por
Bartholomew, dentro del que se incluyen el preocupado, el temeroso/evitativo y el despreciativo/evitativo.

En el estilo seguro, para el niño, la figura de apego se percibe como una base de seguridad que le permite
concentrarse en otras tareas, ya que tiene la certeza de que, si fracasa en su intento, estará ahí para ayudarle;
además, ha contribuido en la construcción de su identidad y del sentido de pertenencia que ha desarrollado,
en cuanto a que no se encuentra solo en el mundo, sino que esa persona es su referente, con claros vínculos
emocionales. Si no se establece este tipo de apego entre unos padres y su hijo, el niño aprenderá que esas
figuras no son de referencia, puesto que a veces están y a veces no, a veces le demuestran su afecto y otras,
su desprecio, independientemente de la conducta del niño. Cuando llega a la adolescencia, el niño puede
utilizar el sexo como una forma de afrontamiento ante la ansiedad, las frustraciones y/o el miedo, conducta
que se ve doblemente reforzada: por un lado, por la disminución de ese malestar emocional previo y, por
otro, por el propio placer sexual. Como cualquier conducta humana, y poniéndolo en relación con el tema
que nos ocupa, podemos considerarlo un continuum en el que en el extremo más leve podríamos situar la
masturbación compulsiva y, en el más grave, las agresiones sexuales seriales, de hecho, Marshall y su
equipo han demostrado que los agresores sexuales utilizan el sexo como principal mecanismo de
afrontamiento.

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