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Resistencia: sobre la antropología, terminología y vigencia en la actualidad de una

disciplina y concepto.
Contexto: La resistencia aparece en la actualidad como un concepto tanto abordado desde la
academia como en los movimientos sociales post 2000. Dada el contexto actual y la fuerte
asociación de la antropología, y ciencias sociales con postulados de la Escuela de Estudios Culturales
y postestructuralismo. El contexto actual es distinto al de la post guerra en Europa (1950 hasta los
80) de cuando surge ese marco conceptual. Hoy día el contexto sociopolítico en América latina
(emergencia de la derecha populista, extrativismo, ciudadanía despolitizada y emergente, etc.) hace
preguntarnos sobre la vigencia de la noción de resistencia y lo disciplinario, en un contexto de
capitalismo tardío.

La antropología hoy y “su objeto exceden el marco del cual surgió”. La vieja asociación de la
antropología con el estado de la extensión de culturas o cultura indígenas ya no es tal. (Augé, Marc.
Página 23, 2017) y a pesar de esa consciencia persiste la actitud (general) disciplinaria de lamentar
sobre las ruinas de lo perdido (nostálgica) que buscar comprender lo nuevo. Los estudios de género
surgieron en el contexto el estudio del parentesco tradicional en la antropología, y por tanto los
estudios de masculinidades es también aparecen en un marco colateral pero asociado a los cambios
epistémicos de la segunda mitad del siglo XX. Por otro lado, a partir de la historia del concepto1
podemos concluir que al haber cambiado, o estar cambiando el contexto histórico, debemos
considerar y comenzar a pensar que no es posible aplicar la noción de resistencia por varios factores,
entre ellos de la ciudadanía cercenada o alienación, peroe también porque la noción de sujeto ha
cambiado sustancialmente, a la luz de la tecnología e inteligencia artificial. Un punto clave es el
heroísmo que inviste el concepto de resistencia, tanto etimológica como socio-históricamente.
Dado los hitos históricos del mayo del 69 y la revolución cubana, fundamentalmente, la noción de
resistencia está ligado a una práctica y acción determinada. Tiene un componente de género en la
medida que el aguante adquiere un tinte de masculinidad, asociándolo a la fuerza física y mental.
Hay que comprender a qué se resiste (dimensión relacional), o sea ¿la contra-parte? Y dado que las
definiciones son: una dictadura, el capitalismo, el burgués, el padre etc.

Al hacer lectura sobre masculinidades no se puede evitar topar con ciertos aspectos que dificultan
la conceptualización de la misma en la medida que la masculinidad hegemónica no permite abordar
plenamente conceptos como resistencia y estrategias de ubicación del sujeto enunciador en
relación al concepto. Esto tiene que ver con que la teoría o la epistemología suponen que el
enunciador habla desde el locus, sea discursivo, del subordinado o el dominado. Se ha evocado que
se debe hablar desde el oprimido. El esclavo ha sido el sujeto sin voz y se ha replicado las
teorizaciones sobre este sujeto y la contemporaneidad, y lo cual – claramente – ha permeado los
estudios de masculinidades. Sin embargo, el problema no es solo dar voz a dominado sino
comprender el dominador, por cuanto un actor social no termina de actualizar los modos de
opresión - si se quiere – en un contexto determinado, sino que influye en cómo lo hace.

Ahora bien, cuando se habla de masculinidades o específicamente de movimiento de las


masculinidades escasamente o nunca se incluye los homosexuales masculinos como parte de ese
movimiento. Por un lado, es cierto que no ha habido un lazo de solidaridad entre homosexuales y

1
http://www.ugr.es/~pwlac/G25_23Eguzki_Urteaga.html
heterosexuales, basta ver las historias de la constitución del movimiento gay en Chile, en autores
como Juan Pablo Sutherland. Esos sujetos masculinos marginalizados resistieron desde un campo
de resistencia pero también hablan desde adentro, desde la misma masculinidad hegemónica.
¿Cuándo se habla desde ahí, desde que locus se habla? No basta solo el ejercicio de la diferencia,
distanciándose de lo malo (masculinidad tóxica) sino hablar desde un campo en donde la semejanza
es el paradigma. El campo de la ropa masculina (terno) es justamente el campo del uniformidad y
desde ahí se configura las identidades masculinas. El ejercicio de semejanza (en términos lingüístico
pero también prácticos, en contraste con el ejercicio de la diferencia no permite distinguir – a
primera vista – esto pero fuerza a pensar en qué términos está presente las masculinidades el sujeto
común. Las mujeres son pensadas y relevadas en su en la historia como las diferentes al patriarca,
desde la noción heroica pero los varones que hemos, en tanto colectivo, estado en ese lugar desde
ese otro lugar no vivenciado. Alguna hipótesis es que debemos hacerlo desde lo doméstico (la
paternidad), como intercambiar lugar con lo femenino tradicional para vivenciar el lugar de
subordinado/a para empatizar. Mi pregunta es si eso es suficiente. Respuesta: No.

Bueno, sobre al tema del lugar de enunciación y masculinidades creo que es vital aclarar – a la luz
del desarrollo epistemológico y/o la falta de ello – o responder la pregunta: ¿desde donde es posible
enunciarse en tanto varón, sujeto masculino o bio-hombre? Para ciertas masculinidades la
resistencia – entendido en su término coloquial o de diccionario – es coherente y tiene sentido con
el lugar de vivencia, sin embargo, tal como ocurrió con las elecciones que ganó Trump, apelando a
“Agry white men” a los “underdogs” (los de abajo), comenzaron a considerar otro concepto que
posibilite pensar el locus del hombre que no está mirando sino desde adentro.

El sujeto masculino que posee, en algún grado u otro, ciertos privilegios de género y eso dificulta –
creo – comprender (-se o -lo) - la posicionalidad de la noción de resistencia. Ciertamente, siendo el
sujeto atravesada por varios frentes identitarios, puede hacerlo desde clase, etnicidad o generación
pero ¿de qué manera es posible para el sujeto masculino privilegiado (marcadores en la vida
cotidiana) pensarse sino desde otro lugar que no sea la noción de resistencia? Las mujeres,
disidencia se piensan desde la noción de resistencia desde el lugar que ese cuerpo e identidad lo
permite, mientras que el cuerpo (físico), normas y subjetividades de los sujetos masculinos criados
en el modelo patriarcal (paradigma de semejanza) no logran disociarse del padre ni diferenciarse,
en tanto proceso cultural de la figura nociva del padre. Como dice Segato, afirmarse desde una
identificación de otra masculinidad (¿positiva?).

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