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La intervención

social hoy:
tensiones y
posibilidades
PID_00249383

Débora Ávila Cantos


Nizaiá Cassián Yde
Sergio García García
Marta Pérez Pérez

Tiempo mínimo de dedicación recomendado: 3 horas


CC-BY-NC-ND • PID_00249383 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

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Índice

Introducción............................................................................................... 5

Objetivos....................................................................................................... 6

1. La intervención social hoy: perspectivas críticas...................... 7


1.1. De la gubernamentalidad liberal a la neoliberal ......................... 7
1.2. Organizar el campo social a la manera del mercado .................. 9
1.2.1. Producción y sujeción de «empresarios de sí
mismos» ......................................................................... 10
1.2.2. Producción de desigualdad y diferencias que
compiten ........................................................................ 12
1.3. Vigilar, controlar y sujetar la disfuncionalidad: calculando
riesgos .......................................................................................... 14
1.4. La intervención social en la vigilancia y sujeción del riesgo ...... 15
1.4.1. Monitoreo ...................................................................... 15
1.4.2. Gestión del riesgo para el manejo de la sociedad
como mercado ............................................................... 16
1.4.3. Gestión del riesgo para el mantenimiento de la paz
social .............................................................................. 16
1.5. Zonas de abandono ..................................................................... 18
1.6. Redirigimiento de las críticas y capitalización de la diferencia ... 19

2. Tensiones que atraviesa la intervención social.......................... 25


2.1. Tensiones derivadas de la mercantilización de la
intervención social ...................................................................... 25
2.2. Tensiones derivadas de las funciones de control, contención
y sujeción en la intervención social ........................................... 26
2.3. Tensiones derivadas de la precariedad y la necesidad de
flexibilidad ................................................................................... 27
2.4. Tensiones derivadas del arbitraje en la concesión de recursos .... 27
2.5. Tensiones derivadas de la profesionalización de la
intervención social ...................................................................... 28
2.6. Prácticas críticas y espacios de transformación en la
intervención social ...................................................................... 28

Bibliografía................................................................................................. 33
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 5 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

Introducción

Este último módulo pretende cerrar un recorrido por la intervención social


que partió de su conceptualización y genealogía, se adentró en las perspecti-
vas tradicionales y encontró una salida en la apertura a la participación. Es
precisamente este afloramiento de perspectivas alternativas en la intervención
social, el punto de partida que nos permite pensar de forma crítica lo que�ha
acontecido�en�la�disciplina�en�las�últimas�tres�décadas.

Como veréis, el análisis que trazaremos en este módulo da cuenta de cierto


efecto de «captura» que ha tenido lugar en épocas recientes respecto a algunos
elementos de la potencia crítica aportada por las perspectivas participativas.
Nuestro objetivo al plantear tal análisis no pretende tanto poner en cuestión
estas herramientas de intervención como recordar que todo conocimiento y
toda perspectiva, en el marco de la intervención, lejos de aportar marcos uni-
versales y absolutos a la manera de recetas, debe en cambio ser analizada en
el campo de fuerzas y tensiones que la vinculan a un contexto sociohistórico
y económico político específico. En ese sentido, pretende volver a llamar la
atención sobre una de las dimensiones que consideramos fundamental en to-
da práctica de intervención social. Esto es, la necesidad de un ejercicio cons-
tante, crítico y autorreflexivo que nos permita analizar, para cada contexto y
cada situación, qué posibilitan –y/o qué deshabilitan (limitan, modulan, con-
trolan)– determinadas formas de acción social, qué papel juegan y cómo se
ven atravesadas determinadas formas de intervención social en el marco de
una serie de tensiones y desigualdades socioeconómicas específicas, así como
cuáles son los efectos de nuestras prácticas y marcos teóricos.

Para ello, en este módulo proponemos analizar el papel y el funcionamiento


de la intervención social en la actualidad en nuestros contextos más próximos,
partiendo de la hipótesis de que la intervención se inserta hoy, no sin resis-
tencias, en una forma de gobierno neoliberal que gestiona diversos campos
sociales bajo una lógica económica, interviniendo sobre ellos para sincroni-
zarlos con el mercado. Como efecto de esta lógica de gestión del campo social
y de las funciones que dentro de ella pueda jugar la intervención social, un
propósito central del módulo es poner de relieve las múltiples tensiones que
atraviesan este marco de la intervención, al tiempo que son germen de campos
de posibilidad para la transformación social.
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 6 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

Objetivos

1. Realizar una breve introducción a las lógicas de gobierno de la cuestión


social en el neoliberalismo actual.

2. Analizar, en consonancia, las formas y funciones que cobra la intervención


social en el contexto de la sociedad neoliberal.

3. Explicitar las tensiones resultantes de las lógicas contradictorias de la in-


tervención social en dicho contexto y explorar las posibilidades que, desde
la intervención social, se han dado y se dan para la transformación social.
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 7 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

1. La intervención social hoy: perspectivas críticas

Como hemos visto en módulos anteriores, de las críticas a las perspectivas tra- Lectura complementaria
dicionales de la intervención social surgieron varias formas de construir proce-
L. Wacquant (2010). Castigar
sos emancipadores de grupos que buscaban reconocimiento social y derechos a los pobres: el gobierno neoli-
a través del fortalecimiento de la solidaridad y del cruce de saberes. En este beral de la inseguridad social.
Madrid: Gedisa.
apartado pretendemos problematizar que al mismo tiempo, la política social
neoliberal actual parte precisamente de estas críticas, pero no para negarlas,
sino para reconducirlas hacia un ideal�de�sociedad�basado�en�la�competen-
cia. Mientras esta gestión social sigue desplegando discursos y prácticas que
disciplinan y criminalizan a los pobres, lo específico de la gubernamentalidad
neoliberal sobre la cuestión social es este redirigimiento de las críticas que se
hicieron al modelo liberal y al Estado de bienestar, encaminándose hacia ac-
tuaciones funcionales al mercado (Wacquant, 2010). Veamos primeramente
cómo se da ese pasaje de la gubernamentalidad liberal a la gubernamentali-
dad neoliberal, para después entrar de lleno a explorar qué forma toma la in-
tervención social en esta última, y las tensiones que produce en el seno del
trabajo social.

1.1. De la gubernamentalidad liberal a la neoliberal

Si recordamos lo introducido en el módulo 1, ya en los albores de las políticas Lecturas


sociales del Estado del bienestar o welfare se estaba gestando una nueva trans- complementarias

formación de la racionalidad de gobierno, que poco a poco abandonaría los Para saber más sobre el sur-
principios que habían caracterizado el liberalismo del siglo XIX y principios del gimiento de esta guberna-
mentalidad a finales del siglo
XX, para consolidarse en lo que hoy conocemos como neoliberalismo, siendo XVIII, que se extendió duran-
te los siglos XIX y XX, consul-
este último la forma de gobierno que tomó primacía en la década de 1970.
tar:
M. Foucault (2007). El naci-
La racionalidad�de�gobierno�(o�gubernamentalidad)�liberal tiene como ob- miento de la biopolítica. Bue-
nos Aires: Fondo de Cultura
jetivo el progreso de la sociedad en su conjunto. Pero para lograr ese bienestar Económica.
general, parte de la necesidad de conocer las relaciones entre la población a M. Foucault (2008). Seguri-
dad, Territorio, Población. Ma-
gobernar, el territorio y la riqueza (por definición escasa), para con ello poder drid: Akal.
reducir la imprevisibilidad de esas relaciones: no se trata de modificar o condi-
cionar estas relaciones desde el gobierno, sino de tornarlas seguras para poder
obtener el máximo beneficio de ellas (Foucault, 2008). Al igual que sucede en
el mercado, estas relaciones deben autorregularse, de forma que el gobierno
intervendrá lo menos posible sobre ellas, y solo en los casos en los que sea
necesario garantizar ese marco seguro.

Para este análisis vuelve a sernos útil Michel Foucault y su ejemplo del precio
del grano: en el liberalismo, el Estado ha de conocer el mecanismo del precio
que establece el mercado por sí mismo, y respetarlo. Solo así el precio no se
descontrolará y se podrá mantener la hambruna (en tanto un problema de
la población en relación con el encarecimiento del precio del grano) dentro
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 8 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

de unos límites tolerables. Desde esta racionalidad, el mercado es el que le re-


vela al Estado el límite de su gobierno, dónde ha de actuar para reparar los
males de la población y dónde no (es lo que Foucault denominó la «guber-
namentalización del Estado»). Por eso, la economía política es el saber de la
gubernamentalidad liberal y la estadística su tecnología privilegiada: porque
permiten conocer a la población y sus diversos subconjuntos en relación con
sus problemas biológicos. El mercado, sin embargo, podía producir males en
la sociedad (como el desempleo) que se sumaban a otros males, como las en-
fermedades infecciosas o los problemas de salud pública en las ciudades. Ahí
es donde el Estado se vio obligado a jugar un papel activo, para hacerse cargo
de la reparación de estos males, en lo que conocemos como surgimiento del
Estado de bienestar.

La razón de gobierno liberal es, por tanto, aquella que toma�al�mercado�como Lectura complementaria
lugar�de�producción�de�una�verdad�que�establece�el�límite�de�la�acción
C. Laval; P. Dardot (2013). La
del�Estado. Una forma de gobierno que busca el progreso de toda la sociedad nueva razón del mundo. Ensa-
en su conjunto, confiando en que las propias reglas del mercado penetrarán y yo sobre la sociedad neoliberal.
Barcelona: Gedisa.
regularán la conducta de los grupos sociales para adecuarlos y conducirlos a la
normalidad del conjunto de la población. Pero es un modo de gobierno que,
sin embargo, no acabó del todo con la pluralidad de las formas de conducirse
de los sujetos en las diferentes esferas de su existencia (Laval y Dardot, 2013).
Por ejemplo, se podía mantener adecuada la conducta a la normalidad en el
trabajo, pero no en otros ámbitos (como la sexualidad o la familia).

Por su parte, la gubernamentalidad�neoliberal emerge de la crítica que, desde


muy diversos frentes, se hizo al modo de gobierno de la democracia liberal y
también al Estado social. Las primeras formulaciones de la teoría neoliberal se
remontan a los años treinta del siglo XX, cuando la doctrina liberal estaba más
desacreditada que nunca, por el gran crac de 1929 con la caída del mercado de
valores en Estados Unidos y el declive económico generalizado en los países
industrializados, los conflictos bélicos mundiales, el éxito de la Revolución
Rusa y el auge del movimiento obrero. Sin embargo, habrá que esperar a la
década de 1980 para que el neoliberalismo se decante como forma de gobierno
hegemónica. Solo entonces se pasará de la mera teoría a una lógica de gobierno
dominante que organiza, de facto, segmentos cada vez más amplios de la vida
a escala global.

Dicha gubernamentalidad neoliberal es la razón de gobierno que establece co-


mo principio básico ya no la confianza en la autorregulación de la sociedad
a través de la mano invisible del mercado, sino la producción�activa�de�rela-
ciones�de�competencia como norma y principio regulador del campo social.
Así, a diferencia del liberalismo, el neoliberalismo no toma al mercado como
límite de la acción del Estado, sino que introduce el principio del mercado –
la competencia– en la forma de gobernar y gobernarse de todos los actores,
incluido el Estado y su política social. Y produce una subjetividad concreta,
la del individuo que se conduce de acuerdo con la forma empresa y la compe-
tencia en todas las esferas de su vida (el trabajo, la sexualidad, la familia). En
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 9 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

los apartados que siguen, vamos a tratar con más detalle estas transformacio-
nes, preguntándonos a cada paso cuál es el papel que cumple la intervención
social en la nueva lógica de gobierno neoliberal.

1.2. Organizar el campo social a la manera del mercado

A pesar del lugar común que dice que el neoliberalismo consiste en dejar hacer
al mercado y que por tanto es contrario a las políticas sociales, aquí preten-
demos mostrar cómo esta gubernamentalidad neoliberal, de facto, tiene una
gestión de la cuestión social propia y específica para el gobierno de las pobla-
ciones, basada en hacer�funcionar�el�campo�social�por�y�para�el�mercado,
a la manera del mercado. ¿Cuál sería esa lógica, esa manera de organizar la
sociedad a la manera del mercado? La que es acorde con el principio�de�la
competencia: se concibe la realidad como un medio natural de libertad que
tiende a autorregularse en función de ese principio de la competencia.

Dentro de los modelos que ofrece el mercado, la política�social�neoliberal ve


en la «forma empresa» la mejor manera de organizar la intervención social: se
parte del principio de que si se fomenta en todas las esferas de la sociedad la
rivalidad y la comparación por la vía de la competencia (como funcionan las
empresas), esta actuará como palanca de deseo, como motor para el progreso.
Las desigualdades y las discriminaciones sociales son naturalizadas como fe-
nómenos inevitables de la realidad: no se corrigen, sino que se modulan para
convertirlas en estímulo para competir. La desigualdad, por tanto, no es algo
a eliminar (pues fomenta la competencia), sino a gestionar.

Si toda relación económica, para realizarse, presupone una modelización y


un control de la subjetividad, el neoliberalismo es el modo de gobierno que
más necesita de la producción de subjetividad individual y grupal porque no
funciona con disciplina (sujeto pasivo del fordismo) sino con seducción (pro-
mueve y produce sujetos deseantes). En ese sentido, la competencia y la in-
versión en uno mismo para ascender socialmente se vive y piensa como algo
deseado, no impuesto. Sin embargo, cuando esta seducción no produce los
efectos deseados, la gestión neoliberal recurre también a técnicas de sujeción
(sometimiento).

La subjetivación como construcción del sujeto es un proceso siempre abier-


to, inestable, en marcha: en francés, assujettisesement señala que el sujeto es-
tá ligado a sujeción, sometimiento (estar sujeto a un sitio, a una identidad,
mediante el control y la dependencia), pero también a hacerse sujeto como
proceso activo de autoconciencia y singularización. Es este proceso activo el
que puede exceder a la subjetivación neoliberal de acuerdo a la forma de la
empresa, también en el seno de la intervención social.

Por su capacidad de penetración en el cuerpo de la sociedad, la intervención


social se ha convertido en una herramienta privilegiada de esta gestión, tanto
para producir subjetividad engarzada en la competencia como para sujetar la
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 10 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

disfuncionalidad derivada de la desigualdad social, así como de las subjetivida-


des rebeldes. A continuación analizaremos algunos elementos que nos permi-
ten problematizar esta transformación en el ámbito de la intervención social.

1.2.1. Producción y sujeción de «empresarios de sí mismos»

En aras de trasladar la lógica de la competencia al ámbito de la intervención Lectura complementaria


social, la gestión neoliberal renuncia a programas sociales universalistas y re-
Para profundizar en la idea
distributivos y apuesta por aquellos que demandan la activación y la rivali- del neoliberalismo como go-
dad� de� los� sujetos� ante� la� inseguridad� de� las� ayudas (Lorey, 2016). Si las bierno de lo social que pro-
duce una continua precarie-
críticas al Estado social señalaban como efecto de estos programas la asfixia dad e inseguridad social, pue-
de consultarse:
o normalización de las singularidades, la gestión neoliberal, por su parte, ha
I. Lorey (2016). Estado de in-
construido otro argumento que también es necesario cuestionar sobre los su- seguridad. Gobernar la precarie-
puestos efectos del universalismo: que estos programas redistributivos contri- dad. Madrid: Traficantes de
Sueños.
buyen al adormecimiento del espíritu y del esfuerzo que cada individuo hace
para sobrevivir y disfrutar de cierta movilidad social ascendente. Para evitarlo,
lo propio de esta gestión neoliberal es la activación (dentro de unos límites)
del deseo del individuo en la búsqueda de su propio interés, que redundará en
el interés colectivo de la población. La forma de organización del campo social
se plantea así una reformulación a la manera de unidades empresariales, «em-
presarios�de�sí�mismos». Esto se impone no como una coerción exterior a los
sujetos, sino como deseos-aspiraciones legítimas libremente decididas desde
la autonomía individual que cada uno podemos y debemos alcanzar mediante
la comparación y competencia con otros y con nosotros mismos a lo largo del
tiempo. Desde esta concepción, el imperativo plantea que cada individuo de-
be mejorar su propio capital�humano; el lenguaje utilizado es el del esfuerzo,
el mérito, el arrojo personal y la inversión en uno mismo.

Es fácil observar cómo la intervención social que se desarrolla en la actualidad


opera muchas veces dentro de esta lógica. Por un lado, individualiza los pro-
blemas sociales, obviando todo lo que tienen de colectivo y estructural, para
convertirlos en casos particulares a los que incentivar, mediante programas
de�activación�y�emprendimiento, en la búsqueda del bienestar individual,
evitando así una supuesta «cronificación» en el sistema de prestaciones socia-
les. Aunque los dispositivos disciplinarios propios del Estado de bienestar sub-
sisten, y a veces los trabajadores sociales son transmisores de la adecuación
de los individuos de acuerdo al binomio normalidad/anormalidad dentro del
cuerpo social, cabe tener en cuenta que en la gestión neoliberal se va más allá:
se produce a un sujeto�libre�y�responsable�de�sí�mismo, capaz de invertir en
uno mismo para aumentar su capital humano y competir en mejores condi-
ciones en el mercado de las ayudas sociales. Se trata de las políticas de activa-
ción (búsqueda activa de empleo, renta activa de inserción, envejecimiento
activo) y los programas sobre la base de «itinerarios personales», centrados en
aspectos positivos (talento, resiliencia, innovación).
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 11 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

A la par, esta activación puede desplegar operaciones de sujeción. Esto se debe


a que estas políticas, lejos de concebirse como un derecho�universal, se enun-
cian como dadoras de un derecho�subordinado a la implicación de la subje-
tividad y el comportamiento, y se concretan en programas de inversión en
un proyecto personal concreto. Es decir, pasan a concebirse como un derecho
subordinado a la evaluación (altamente relativa y parcial) que el trabajador
social realiza respecto al nivel de compromiso y esfuerzo que desde su percep-
ción manifiesta la persona que solicita estas ayudas (en tanto «sujetos merece-
dores» o «no merecedores» de la ayuda). Con ello, se opera un cambio de roles
altamente problemático: del trabajador social como un «gestor de derechos» a
un «dador» de los mismos; y respecto a las personas, de su concepción como
«receptoras de derechos» a su delimitación en tanto «adeudatarias».

Es lo que el sociólogo y filósofo Maurizio Lazzarato (2006) denomina sistemas Lectura complementaria
de�deudas, aquellos en los que la sujeción social pasa por la fabricación de la
Sobre el sistema de deudas
memoria de deuda, no al modo de la deuda de la sociedad con el sujeto (como ver:
un derecho social), sino a modo de crédito, con un valor determinable que las M. Lazzarato (2006). Por una
política menor. Acontecimien-
instituciones extienden y que debe pagarse con un esfuerzo, también cuanti- to y política en las sociedades
ficable. Esta cuantificación de la deuda expresa el otro lado de la responsabili- de control. Madrid: Traficantes
de Sueños.
zación: el de la culpa moral, que deviene culpabilización y criminalización de
los pobres (se asume que no poder seguir en el juego es un fracaso personal,
y no un efecto de procesos de injusticia social). A continuación introducimos
sintéticamente un apunte para ejemplificar esta cuestión.

A la hora de afrontar una situación compleja, para una trabajadora del ámbito social,
el abordaje individualizado hace más sencillo y eficaz su manejo, aunque esta indi-
vidualización de hecho puede producir efectos adversos respecto a la mejora de las
condiciones sociales de las personas concernidas. Por ejemplo, puede suceder que una
madre con tres hijos acuda a los servicios sociales a demandar una ayuda económi-
ca al estar en situación de desempleo, carecer de ingresos, haber sido víctima de vio-
lencia de género, estar en riesgo de desahucio y estar preocupada por los problemas
que están teniendo sus hijos en el colegio. La valoración subjetiva que la trabajadora
social realice respecto al esfuerzo y la valentía de la madre puede ser determinante
para que esta mujer consiga –o no– una determinada ayuda. Dentro de este tipo de
intervención social, la acción colectiva no tiene cabida: es más, se puede producir el
efecto contrario, con lo que se ahonda en la desvinculación de los problemas de esta
familia con su entorno social. Y puede contribuir a instalar la idea de que la única
responsabilidad es de la madre, idea apuntalada por la temporalidad y la condicio-
nalidad de las ayudas, por ejemplo si estas se encuentran ligadas a un proyecto de
búsqueda de empleo. Sin embargo, podrían existir otras formas más emancipadoras
de abordar esta cuestión: esta familia (incluso a sugerencia de la trabajadora social)
puede acudir a las reuniones de un grupo antidesahucios de su barrio y abordar allí su
situación no desde la responsabilidad y culpabilidad individual, sino desde la prácti-
ca colectiva sustentada por redes sociales de apoyo mutuo en el territorio. Este grupo
incluso puede intentar establecer procesos de colaboración y transformación de dis-
positivos públicos de intervención social.
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 12 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

1.2.2. Producción de desigualdad y diferencias que compiten

Además de una subjetividad individual a la manera de la empresa, hay otra Lectura complementaria
producción de subjetividad que es grupal: entraña la adscripción del individuo
Para saber más sobre el pasaje
a una etiqueta social. Una categorización que facilita y simplifica la gestión del y la discusión entre comuni-
campo social y permite su organización diferencial en aras de la competencia. tarismo y lo social, ver:
N. Rose (1997). «El gobierno
Así, a la par que se introyecta en los sujetos la carga de «la inversión en uno en las democracias liberales
mismo», la población se gobierna desde la catalogación�de�la�diferencia en ‘avanzadas’: del liberalismo
al neoliberalismo». Julia Va-
campos o categorías cerradas: «mujeres víctimas de violencia machista», «mi- rela (trad.). Archipiélago. Cua-
grantes emprendedores», «jóvenes en situación de riesgo», «parados de larga dernos de Crítica de la Cultura
(núm. 29, págs. 25-40).
duración». Esta catalogación es la base a partir de la cual los profesionales de
la intervención social orientan juicios (a la hora, por ejemplo, de atender a
una usuaria), diseñan dispositivos (que se concretan en recursos, programas y
centros orquestados solo para un segmento de población concreto) y justifican
intervenciones (en tanto que necesidades, riesgos o condiciones grupales que
olvidan las particularidades individuales).

El despliegue de estas diferencias, y no su reducción o acomodo al binomio de


la normalidad/anormalidad, es la materia prima de la gestión neoliberal que
entiende la competencia como motor principal del campo social (sin diferen-
cia no hay competencia). Esas diferencias se estandarizan en categorías ma-
nejables, monitorizables y estudiables estadísticamente («inmigrantes», «me-
nores», «personas mayores», «dependientes»), solidificando�las�desigualda-
des a través de la puesta en marcha de infinidad de estrategias, regulaciones,
normativas e iniciativas particulares, en virtud de las cuales se genera un ac-
ceso diferencial a los derechos y la riqueza.

¿Cómo opera esa inclusión�diferencial? A partir de la categoría de pertenencia Lectura complementaria


a un grupo social construido (los inmigrantes, por ejemplo) y según las capa-
Para saber más de cómo esta
cidades del individuo de navegar un enrevesado sistema de protección social, burocratización forma parte
inaccesible en su comprensión para aquellos no habituados a la terminología de procesos de control y re-
presión, ver:
y los cauces burocráticos. Estos cauces burocráticos se han de llevar a cabo, P. Oliver Olmo (coord.)
por ejemplo, en centros de servicios sociales situados en el mismo edificio que (2013). Burorrepresión: sanción
administrativa y control social.
la comisaría de policía, utilizando instancias redactadas en un único idioma Albacete: Bormarzo.
o accediendo a ellos exclusivamente por internet, algo difícil para todas las
personas que no pueden contar con conexión desde casa, con un ordenador
propio o que no se manejan navegando por la red. Este sistema de inclusión
diferencial, al basarse en el azar y la discrecionalidad –y no en la universali-
dad–, deja espacio a la aleatoriedad y la arbitrariedad en los procesos de soli-
citud, evaluación y concesión/denegación de una prestación social. Para ello
podemos plantear nuevamente un ejemplo.
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 13 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

Lectura complementaria
Tal y como explica en su tesis doctoral el antropólogo Daniel Parajuá (2015), en la
consecución de ayudas sociales es fundamental saber navegar por los trámites buro-
cráticos que median la concesión de estas ayudas. Trámites que, lejos de ser fríos y Daniel Parajuá (2015). Estar
con la gente y estar en la insti-
objetivos, pueden estar atravesados por relaciones complejas entre razonamiento y
tución. La construcción de los
sentimiento, entre norma e interpretación cotidiana de esta norma. Por ejemplo, se-
usuarios de los Servicios Socia-
ñala Parajuá, las familias pueden considerar la buena relación que mantienen con los
les en el marco de las políticas
educadores y trabajadores sociales como una parte más de los requisitos que han de
sociales neoliberales. Tesis doc-
cumplir para obtener y mantener la renta mínima de inserción (RMI), la transferencia toral presentada en la Facul-
de renta que se da a personas «en riesgo de exclusión social» que ya son objeto de una tad de Ciencias Políticas y So-
intervención social y que cumplen toda una serie de requisitos burocráticos de ingre- ciología, Departamento de
sos, situación familiar y residencia. Por su parte, los trabajadores pueden interpretar Antropología Social, Univer-
de forma concreta y singular qué partes de la conducta de las familias contribuyen a sidad Complutense de Ma-
mostrar esfuerzo por reducir el riesgo de exclusión o aumentarlo (llevar o no los niños drid.
al colegio todos los días, sean cuales sean las dificultades para poder hacerlo, mejorar
sus relaciones con los servicios sociales, etc.). Estas ayudas implican explícitamente
un compromiso de seguimiento o asistencia a alguna actividad o la realización de
alguna tarea. Finalmente, la segmentación creciente de las ayudas –por ejemplo, para
un grupo definido por edad, género, nivel de ingresos, procedencia, lugar y estado
de la situación de vivienda, estado de salud, situación familiar y situación laboral–
acrecienta el miedo de perder estas ayudas en cuanto se produzca un ligero cambio
en las condiciones que permitieron obtenerlas. Por ejemplo, la renta activa de inser-
ción (RAI) está destinada a personas que llevan mucho tiempo en situación de paro, a
emigrantes retornados, a víctimas de violencia de género y a personas con diversidad
funcional (o discapacidad), como un ingreso que les permita tener un suelo desde el
que retornar al mercado laboral lo antes posible. Cuando se encuentra un trabajo de
pocas horas o poco tiempo, la ayuda se reduce o se para, y no hay garantías claras de
que se pueda volver a recuperar una vez que ese pequeño trabajo se acaba.

Así, en lugar de operar una segmentación social binaria (excluidos/incluidos), Lectura complementaria
la inclusión diferencial propia de la gestión neoliberal de la intervención so-
R. Castel (2004). La inseguri-
cial produce una hiperestratificación�social, un espectro de gradaciones con- dad social: ¿Qué es estar prote-
tinuas de posiciones sociales que se diferencia de la estratificación propia de gido? Buenos Aires: Manan-
tial.
las sociedades de semejantes en que aquí, al tiempo que los estratos proliferan
hasta la individualización (uno para cada individuo), desaparecen las protec-
ciones asignadas a cada uno de ellos (estatuto). Son, en palabras de Robert
Castel (2004), las sociedades de inseguridad�social, en las que las posiciones
sociales son muy inestables: progresiva temporalidad en el empleo, aumento
de casos de irregularidad sobrevenida en el estatus administrativo de personas
migrantes, frecuente posibilidad de perder una ayuda o una prestación si no
se cumple con el proyecto vital que la justifica.

De nuevo, la intervención social no permanece ajena a estos procesos de de-


sigualdad móvil y competencia. Un ejemplo de ello son las ayudas específi-
cas para determinados grupos sociales que dejan fuera a otros y levantan la
rivalidad de aquellos que, conviviendo en el mismo territorio, por ejemplo en
el mismo barrio, han quedado excluidos (y que reafirma esta desigualdad y
competencia a partir de discursos estigmatizantes, «les dan todas las ayudas
a los inmigrantes»). El discurso de la escasez de ayudas, exacerbado en el go-
bierno de la crisis, redunda en la desocialización y la ruptura de vínculos. Con
ello se instaura al sujeto en una precariedad y en una continua experiencia
vital que está hecha de miedo y esperanza: el miedo a caer (recordado por los
que tiene debajo) y la esperanza de ascender (simbolizada por quienes se tiene
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 14 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

arriba). Desde este doble reclamo, la inclusión diferencial deviene rivalidad y


competencia al poner a jugar las diferencias (individuales y grupales), hechas
desigualdad inestable, unas contra otras.

1.3. Vigilar, controlar y sujetar la disfuncionalidad: calculando


riesgos

En términos sociales, las consecuencias de las formas de gubernamentalidad Lectura complementaria


expuestas anteriormente implican unos costes elevados si se piensan en re-
He aquí un trabajo sobre ries-
lación con la estabilidad social. La confianza en la capacidad de autorregula- go, desigualdad y control so-
ción «natural» del campo social, la multiplicación de las desigualdades socia- cial en el gobierno neolibe-
ral:
les, junto con la instauración de la inestabilidad y la competencia como ejes Débora Ávila; Sergio García
gravitatorios de la producción de bienestar y progreso, trasladan al ámbito so- (coord.); Observatorio Metro-
politano de Madrid (2015).
cial todas las ventajas del modelo empresarial, pero también sus riesgos. Así Enclaves de riesgo: gobierno
como los momentos actuales que vivimos han demostrado que las sacudidas neoliberal, desigualdad y con-
trol social. Madrid: Traficantes
económicas pueden cobrar una magnitud nada desdeñable, el ámbito social de Sueños.
también devuelve la amenaza constante de crisis en sus movimientos: los le-
vantamientos y movimientos de resistencias contra el racismo y la exclusión
de les banlieues francesas y de otras periferias urbanas en ciudades europeas
son ejemplos de los efectos de inestabilidad de esta gestión neoliberal de la
desigualdad.

El gobierno de la cuestión social debe ser capaz, entonces, de detectar�y�con-


tener�aquellos�«puntos�de�inestabilidad» que podrían desembocar en fenó-
menos disruptivos y potencialmente peligrosos para el buen funcionamiento
(competitivo, productivo) de la población. En esta labor de localización de la
inestabilidad social, para acotarla, evitar su proliferación y mantenerla dentro
de determinados límites de «tolerabilidad», cobra especial relevancia la noción
de riesgo. ¿Cómo concibe el riesgo la gestión neoliberal de lo social?

Para explicarlo, echamos mano del desplazamiento que señala Robert Castel, Lectura complementaria
de la peligrosidad al riesgo: si bien el peligro lo encarna una situación concreta
Un análisis sobre esta forma
que se supone un ataque o desafío al resto del conjunto social, el riesgo no de prevenir interviniendo so-
necesita de ese poso de concreción para asentarse. La idea de riesgo no remite a bre «datos abstractos o facto-
res que hacen más probable
un sujeto o a un hecho concreto, sino a un conjunto de factores abstractos que la materialización de com-
portamientos deseables», en:
son susceptibles de producir un riesgo. Desde el punto de vista de la guberna-
R. Castel (1986). «De la peli-
mentalidad, este desplazamiento tiene una gran trascendencia: para afrontar grosidad al riesgo». En: VV.
un problema, no es necesaria una actuación directa sobre él, cuando ya ha da- AA. Materiales de Sociología
Crítica (pág. 229). Madrid: La
do la cara en forma de peligro. Por el contrario, se puede prevenir actuando so- Piqueta.
bre aquellos factores que entrañan el riesgo de desencadenar dicho problema.
Sobre la base de esta noción de riesgo y su forma de gobierno, se llevan a cabo
actuaciones concretas no por lo que un individuo efectivamente ha hecho, sino
por lo que en tanto que miembro de un determinado conjunto de población se
piensa que potencialmente puede hacer (por ejemplo, en la previsión por parte
del profesorado, de que un chaval inmigrante va a fracasar en la escuela por el
mero hecho de serlo). Es también una concepción del riesgo que puede activar
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 15 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

procesos de criminalización de determinadas categorías de sujetos resultantes,


lo que condiciona el tipo de intervención social que se realiza, adquiriendo
un carácter marcadamente preventivo-represivo y estigmatizante.

1.4. La intervención social en la vigilancia y sujeción del riesgo

La intervención social en la gestión neoliberal tiene como una de sus tareas


cotidianas la aplicación de baremos e indicadores cuantitativos (sobre indivi-
duos, barrios, franjas de población). Esta tarea es funcional al objetivo de la
gestión de riesgos: procurar limitar las diferencias, las desviaciones y antago-
nismos dentro de unos márgenes aceptables (en vez de imponer una ley que
los prohíba), manteniendo una política de tolerancia hacia individuos y prác-
ticas minoritarias, siempre y cuando estas no desborden el orden establecido.
Si esto ocurre y se traspasan estos márgenes, los mecanismos de gestión social
deben ser capaces de orquestar una serie de actuaciones que pongan freno a
la amenaza de contagio; y hacerlo de modo que sea productivo y funcional
en términos económicos. Porque en la gestión neoliberal del ámbito social,
aunque se reproduzcan los recortes en tiempos de crisis, los resortes del Estado
de bienestar no desaparecen: se reconvierten sus funciones, lo cual supone un
mayor peso específico de la intervención social.

Así, la gestión neoliberal pone a la intervención social en el centro, pero asig-


nándole nuevas funciones: detección y acotación de los puntos de inestabili-
dad (monitoreo), activación de los mismos para el manejo de la sociedad co-
mo mercado (actuaciones en el primer umbral de riesgo) y sujeción de aque-
llos estratos sociales que, al vivir en condiciones más duras, pueden resultar
potencialmente más disruptivos (actuaciones en el segundo umbral de riesgo).

1.4.1. Monitoreo

La propia detección de los puntos de inestabilidad es en parte posible gracias


a un constante monitoreo del contexto social a través de dispositivos encar-
gados de extraer información estadística, observatorios, encuestas regionales,
sistemas de antenas, servicios de vigilancia, así como informes, fichas, cues-
tionarios y el despliegue de una miríada de agentes del ámbito social como
parte de los nuevos programas surgidos en los últimos años, cuya actuación se
encuentra íntimamente ligada a la presencia de trabajadores e interventores
sociales en espacios públicos (calles y plazas) e institucionales.

Hay dos elementos de esta práctica de constante monitoreo que participan


de la construcción de subjetividades y de los procesos de sujeción en la inter-
vención social neoliberal. Por un lado, esta documentación sistemática de los
«casos», tarea a la que dedican una creciente parte de su tiempo los trabajado-
res sociales, conlleva la obligación de parte de los solicitantes de la ayuda de
narrar su historia una y otra vez. Es lo que Nikolas Rose (1997) llama el pasaje
del individuo, con su experiencia propia, al «experto de sí mismo».
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 16 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

Por otro lado, esta tarea de documentación está íntimamente ligada con la Lecturas
(auto)evaluación de los profesionales, herramienta que permite la objetiva- complementarias

ción de la competencia y la subjetivación y sujeción en torno a ella. Esta ob- Nikolas Rose (1997) señala el
jetivación y constante traducción cuantitativa de las acciones de la interven- pasaje de las ciencias sociales
a las ciencias de la enumera-
ción social se vincula, como veremos más adelante, en su evaluación en tér- ción como saber experto que
delimita los problemas socia-
minos económicos de productividad, eficacia y rendimiento, y comporta una
les.
progresiva mercantilización de la intervención social que resulta altamente Otro trabajo para consultar
problemática. Como práctica propia de las culturas de auditoría de las lógicas sobre el rol de la estadística
en relación con la construc-
empresariales, el registro continuo de datos no necesariamente se traduce en ción de problemas sociales es
el de:
la resolución de las situaciones: no es la resolución lo que se evalúa, sino el
I. Hacking (1999). The Social
registro detallado de las intervenciones (del número de atenciones, del tipo de Construction of What? Cam-
bridge, MA: Harvard Univer-
derivación que se ha hecho, de las características que catalogan a los usuarios
sity Press.
y los asignan a una categoría social, etc.). Ver también:
C. Laval; P. Dardot (2013). La
nueva razón del mundo. Ensa-
1.4.2. Gestión del riesgo para el manejo de la sociedad como yo sobre la sociedad neoliberal.
mercado Barcelona: Editorial Gedisa.
Marilyn Strathern (ed.)
(2000). Audit Cultures. Anth-
La propia idea de contención del riesgo implica un cambio en la lógica de ropological Studies in accounta-
bility, ethics and the academy.
gestión, en la que se renuncia a promocionar abierta y activamente un movi- Londres: Routledge.
miento ascendente de la población. La regulación en el marco de la interven-
ción social no pasa por la corrección de las situaciones de desigualdad, sino por
paliar aquellas situaciones más extremas que, en caso de extenderse, podrían
alterar el equilibrio social. Así, no debe permitirse un suelo por debajo del cual
exista riesgo de que los individuos no puedan hacerse empresa: es necesario
proporcionar las condiciones mínimas (que no cómodas) para que el sujeto se
responsabilice individualmente y, en caso de caída, se culpabilice.

Los problemas sociales, definidos desde el saber técnico de la enumeración y Lectura complementaria
el cálculo, se abordan con actuaciones particulares y parceladas: los profesio-
Michel Foucault se ocupó de
nales no trabajan con derechos colectivos o problemáticas sociales, sino que esta forma de gestión de la
atienden casos particulares, escindiendo aquello que cada situación particular cuestión social que evita la
caída al abismo, pero siempre
tiene de común con otras situaciones. El ejemplo de las ayudas económicas sin ofrecer un colchón cómo-
do en el que descansar en su
ligadas a las rentas mínimas es esclarecedor: socorren a los que caen fuera del
seminario Nacimiento de la
juego de la competencia solamente hasta el punto de devolverles a este juego biopolítica (2007).
de la competencia por el acceso a determinados recursos, y no como modo
de redistribución de riqueza. Las contraprestaciones por cobrar dichas rentas
mínimas se enfocan, fundamentalmente, a recobrar la capacidad de los indi-
viduos para competir por un empleo, una vivienda, etc., o al menos para in-
fundir la creencia de que se puede salir de la situación.

1.4.3. Gestión del riesgo para el mantenimiento de la paz social

Desde esta lógica de vigilancia y gestión del riesgo, cuando la intensidad de


las disfuncionalidades y la posibilidad de conflicto parece estar más allá de los
límites normales, se despliegan mecanismos de intervención para que el «cur-
so natural» de los acontecimientos no desemboque en situaciones de riesgo
para el conjunto de la sociedad. Las actuaciones encaminadas en este sentido
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 17 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

combinan elementos más puramente represivos y disciplinarios con mecanis-


mos más sofisticados y menos explícitos en términos de su carácter coercitivo,
entre los que se encuentra la intervención social.

La forma de contención de la intervención social es preventiva: se construye a


determinados sujetos como «sujetos�en�riesgo» (que necesitan de protección,
por encontrarse «en riesgo de exclusión»; se simplifica de esta manera que el
riesgo se encuentra «en los sujetos» y no en las situaciones de desigualdad que
de hecho les ponen en riesgo) o «sujetos�de�riesgo» (de los que la sociedad
necesita protegerse: sujetos a cuyas conductas –con frecuencia estigmatizadas–
se atribuye que pueden representar un riesgo para la sociedad), siendo la fron-
tera entre unos y otros de gran movilidad.

Los factores de riesgo se calculan en función de variables estadísticas: se esta-


blece una norma estadística y el riesgo es todo aquello que se desvía de esa
norma. Este cálculo es al mismo tiempo una operación de diferenciación: hay
franjas de población, o barrios, o sujetos en riesgo y de riesgo, aquellos que
muestran más probabilidades de desviación. Se definen factores de peligrosi-
dad y se acotan aquellas franjas de población que resultan más vulnerables o
donde hay más probabilidad de desviación de la norma estadística establecida
con el fin de aislar esa amenaza y actuar, en caso necesario, para evitar que
el mal contagie al resto.

Trabajadores sociales, psicólogos, orientadores, educadores y otros profesiona-


les del ámbito social cumplirán esta función: conocer a la población, darse a
conocer, tejer redes, generar alianzas, tomar el pulso al contexto social y, sobre
todo, ser el primer agente en detectar cualquier acontecimiento o movimiento
de riesgo y ser también, por qué no, el primero en actuar para ponerle freno.
Por ejemplo, barrios enteros son categorizados como de/en riesgo, y son some-
tidos a seguimientos exhaustivos y tratamientos específicos que, sin embargo,
pueden correr en paralelo y entrar en tensión con iniciativas comunitarias de
debate y acción colectiva. Tomemos como caso un ejemplo.

Una asociación de vecinos de un barrio empobrecido se reúne con los responsables


políticos del distrito con el fin de abordar los problemas de convivencia entre distin-
tos grupos étnicos y de edad. De la reunión surge un proyecto de desarrollo comu-
nitario llevado a cabo por una entidad del tercer sector con la participación de la
propia asociación de vecinos. El abordaje comunitario de los problemas del barrio
pone en el centro la recomposición (o construcción) de vínculos sociales entre gru-
pos categorizados que rivalizan entre sí, con el objeto de promover la cooperación
(que no la competencia) en el barrio. Sin embargo, como veremos a continuación,
este proceso se puede tensionar con otro: la categorización del propio barrio, por los
responsables políticos y técnicos y la entidad del tercer sector, como un barrio de/en
riesgo. La intervención comunitaria en el barrio de nuestro ejemplo cuenta con esta
entidad del tercer sector, que es la que recibirá fondos para desarrollarlo en su calidad
de agente experto. Esto puede distorsionar el diagnóstico de la situación y del pro-
ceso, ya que la entidad y sus empleados dependen justamente de esa evaluación en
tanto «riesgo» para justificar su acción y continuar trabajando en el barrio. Además,
puede incidir en el valor que se da a los análisis y las propuestas que vengan desde la
asociación de vecinos, en cuyo seno podrá haber además diversidad de opiniones y
diferentes alienamientos (afinidades o discrepancias) con la entidad del tercer sector.
Por último, el barrio entero puede ser declarado como de/en riesgo, imponiendo una
categoría estigmatizante y securitaria precisamente como punto de partida para la
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 18 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

intervención social y como modo de esquivar las causas estructurales (desigualdades,


pobreza) que afectan al barrio en cuestión.

Como complemento a la intervención preventiva sobre los factores superficia-


les de riesgo (y no sobre las cuestiones estructurales de desigualdad socioeco-
nómica), adicionalmente encontramos que buena parte de las energías y los
recursos dispuestos por los dispositivos de intervención social se centran en la
contención de las problemáticas categorizadas como emergencias sociales (un
desahucio, un incendio de una vivienda, una situación de violencia domésti-
ca, etc.). La emergencia se declara cuando la prevención no ha sido capaz de
evitar el desbordamiento de los riesgos, y puesto que estas situaciones revelan
los problemas de la propia estructura social, ameritan una intervención fuerte,
rápida y eficaz, semejante a la de la policía en funciones reactivas. La propia
emergencia puede abrir la puerta a nuevos riesgos, ya que en ella se suspende el
orden social, por lo que las ayudas económicas de emergencia de los servicios
sociales, las unidades móviles de calle o los protocolos de actuación rápida que
se activan ante dichos fenómenos deben producir como resultado el reencau-
zamiento de la situación hacia espacios de menor visibilidad (en alojamientos
de emergencia, por ejemplo) y la reducción de las tensiones y temores sociales
disparados ante el acontecimiento.

1.5. Zonas de abandono

La intervención social hoy participa, de forma tensionada, ambigua y contra- Lecturas


dictoria, de una gestión neoliberal del campo social que no trata de eliminar complementarias

por completo los puntos de inestabilidad, sino de identificarlos a tiempo y Para saber más sobre el con-
mantenerlos a raya; no tanto para resolver los problemas sociales como para cepto de «zonas de aban-
dono», se puede consultar el
localizarlos, acotarlos, evitar su proliferación y mantenerlos dentro de deter- trabajo del antropólogo Joao
Biehl y el fotógrafo Torben
minados límites de «tolerabilidad». Aquí cabe recordar cómo Robert Castel
Eskerod sobre Vita, en Brasil.
(1997) enuncia la cuestión social del momento histórico que sucede al welfare: J. Biehl; T. Eskerod (2013).
se refiere al umbral de tolerancia de una sociedad con respecto a su número de Vita. Life in a Zone of Social
Abandonment. Berkeley: Uni-
desafiliados, y señala que el efecto de las políticas que emanan de esta cuestión versity of California Press.
social es el de atenuar la presencia de los grupos de invalidados, hasta el punto Se recomienda consultar
también:
de expulsarlos del campo de lo visible. D. Stuckler; S. Basu (2013).
Por qué la austeridad mata. El
coste humano de las políticas
Estos límites de lo tolerable son móviles y a veces, se sitúan tan bajo que crean de recorte. Madrid: Taurus.
zonas�de�abandono en posiciones del espectro social donde individuos, gru-
pos sociales o espacios enteros no cuentan con lo básico para sostener sus vidas
y están desprovistos de relaciones sociales y de protección social. Ejemplos de
estas zonas pueden ser los lugares situados en las periferias de algunas ciudades
de Brasil, donde personas sin red familiar o social, con problemas de salud y/
o de consumo de drogas, ven pasar el tiempo al margen de toda vida social
(Biehl y Eskerod, 2013); o los campos de detención de migrantes en el caso del
Estado español, que no saben cuánto tiempo pasará hasta que puedan salir de
allí. Estas zonas no están exentas de contacto con la intervención social o con
la asistencia y la beneficencia (bancos de alimentos). De hecho, pueden carac-
terizarse por una sucesión de intervenciones que, sin embargo, no afectan ni
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 19 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

consiguen incidir en la situación de abandono. Extendiendo el concepto de


zonas de abandono a los fenómenos sociales, mientras que ciertos aspectos de
los mismos pueden construirse, como hemos visto, en tanto problemas socia-
les, otros pueden permanecer en la oscuridad. Por ejemplo, los investigadores
David Stuckler y Sanjay Basu (2013) han llamado la atención sobre la relación
que existe entre las políticas de recortes y el aumento de suicidios en los países
del sur de Europa desde la declaración de crisis en 2008. Este es un estudio
que, como ellos mismos señalan, ha tenido muchas dificultades para hacerse
visible y ser tenido en cuenta en el diseño de políticas sociales en la Unión
Europea. Con todo, es posible pensar en formas alternativas de intervención
que problematicen y hagan frente a la invisibilización de determinadas pro-
blemáticas sociales, como se plantea en el siguiente ejemplo.

En la confluencia de rivalidad, competencia e inestabilidad de posiciones so-


ciales surge el miedo o, mejor, el «miedo-ambiente», como una sensación sub-
jetiva que recorre todo el espectro social. Como espacio donde compartir co-
lectivamente ese miedo, y como paso para cortocircuitarlo, se puede crear un
grupo de apoyo, por ejemplo, de hombres que ante su situación de desempleo
de larga duración acuden al centro de salud con malestares indeterminados y
le cuentan a su médica que sienten confusión sobre el papel que juegan en
su familia y en su entorno social. Tanto los profesionales como los hombres
que participan en el grupo pueden inventar, con las herramientas de las que
disponen, una intervención social que vaya más allá de lo que hasta ahora
hacían, que se basaba en la relación «médico-prescriptor» con «paciente indi-
vidual en depresión». Y es que en el grupo terapéutico operan al menos dos
tipos de saberes: el de los profesionales (a priori legítimos y, entre ellos, jerar-
quizados) y el de los hombres (a priori saberes subalternos y no reconocidos
en tanto tales). El uso del poder que atesoran los saberes expertos marcará el
tipo de relaciones que se establezcan (de más o menos dependencia, de más
o menos emancipación). Una intervención con efecto emancipador sería ca-
paz de transformar el abandono de cada cual a su suerte (su individualización
y su invisibilización) en potencia colectiva que se hace cargo y visibiliza un
problema común, a la vez que procuraría un reacomodo de las relaciones en
que la heterogeneidad de saberes tenga cabida y sean estos los que guíen los
sentidos y dinámicas del espacio de intervención.

1.6. Redirigimiento de las críticas y capitalización de la


diferencia

Otra de las maneras en las que la razón de gobierno neoliberal ha ido instalán-
dose en la intervención social ha sido a través de un proceso de redirigimien-
to�de�conceptos�y�prácticas que surgieron en el seno de las corrientes críticas
de la intervención social que hemos visto en módulos anteriores. Este proceso
de capitalización de aquello que difería de la norma y que proponía otra forma
de hacer no ha sido, sin embargo, total y completo, pues siempre hay algo que
excede, como hemos ido recordando a lo largo de este módulo. Con todo, cabe
tener en cuenta que algunas nociones, que en un primer momento surgieron
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 20 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

en tanto herramientas críticas, en épocas recientes han sido incorporadas en


las formas de gestión neoliberal del campo social, con efectos altamente pro-
blemáticos sobre los que cabe reflexionar, como veremos a continuación.

1) El concepto y la práctica del empoderamiento se relaciona con la concep- Empoderamiento


ción del poder de Foucault: «El poder no se tiene, se ejerce». Y se puede ejercer
Uno de los primeros usos del
para activar un proceso subjetivo en grupos de minorías y con escaso poder, término se produjo en 1976
que se produce relacionalmente y en cooperación: desde esta lógica, el avan- en la obra de Barbara Solo-
mon, Black Empowerment. So-
ce en el propio poder no implica la disminución del poder de los iguales. El cial Work in Oppressed Commu-
nities, donde se presenta una
proceso de empoderamiento designa una toma de conciencia del propio gru- metodología de trabajo con
comunidades afroamericanas
po, que se cree con la capacidad de organizarse autónomamente y movilizarse marginadas. Caroline Moser
para transformar las relaciones, estructuras e instituciones que perpetúan la vincula la noción de empower-
ment a un análisis de género
subordinación. (ver en Bentancor, 2011). So-
bre la relación entre el «poder
de», el «poder con» y el «po-
El concepto, sin embargo, ha atraído posteriormente usos�ambiguos�y�con- der sobre», ver:
C. Murguialday; K. Pérez de
tradictorios�entre�sí, abandonando en ocasiones su potencialidad transfor- Armiño; M. Eizagirre (2000).
madora y radical e inscribiéndose en los programas socioliberales y neolibera- «Empoderamiento». En: K. Pé-
rez de Armiño (dir.). Diccio-
les de instituciones como Naciones Unidas y el Banco Mundial (Bacque y Bie- nario de Acción Humanitaria y
Cooperación al Desarrollo. Bar-
wener, 2016). Su introducción en los programas de género de la cooperación al celona: Icaria y Hegoa.
desarrollo en Asia, en la década de 1980, ya supuso un primer desvío respecto
del sentido original (empoderamiento como inserción de las mujeres en pues-
tos públicos y empresariales). Esta deriva problemática en los usos del término
puede observarse también en algunas políticas públicas (que han entendido
el empoderamiento de ciertas zonas urbanas como «la atracción de inversio-
nes»), así como en las acciones de ONG y de instituciones internacionales (que
lo han usado como un modo de producir «sujetos económicos racionales»).
En ellas, se resignifican la agencialidad y la capacidad de autonomía a las que
iba ligada la noción de empoderamiento, para reducirlas a la «activación»�del
sujeto�en�el�marco�de�la�competencia. En esta nueva y problemática concep-
ción, se asume que el sujeto es responsable de sus propios éxitos y fracasos,
que dependen de su voluntad para emprender de forma competitiva nuevos
proyectos en pos de su bienestar individual. Esta visión pasa por alto las con-
diciones de posibilidad (vinculadas a cuestiones como posición social, género,
edad o procedencia) que sostienen y hacen posible –o que limitan y hacen
muy difíciles– estos emprendimientos.
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 21 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

Este uso instrumental de la noción de empoderamiento, entendido de forma Lecturas


reduccionista como la activación del sujeto individual, se utiliza hoy en día en complementarias

la intervención social para la inserción del sujeto en las estructuras dominan- Para saber más se puede con-
tes pero sin cuestionarlas («empoderamiento de las mujeres a través del em- sultar, por ejemplo, el análi-
sis que hace Bentancor de los
prendimiento»), para adornar intervenciones directivas y asistenciales («em- discursos del Banco Mundial.
poderar al otro») o para darle un uso individualista y economicista, pasando M. V. Bentancor (2011). «Em-
poderamiento: ¿una alterna-
de la definición de los problemas sociales vinculados a factores de desigual- tiva emancipatoria?». Margen
dad y dominación estructural hacia una definición reduccionista que sitúa las (núm. 61, págs. 1-14).
Ver también:
causas de los problemas sociales en sujetos individuales –«baja autoestima»– y
M. H. Bacque; C. Biewener
actúa a partir del consecuente refuerzo de la «autoconfianza, la decisión pro- (2016). El empoderamiento.
Una acción progresiva que ha
pia, la libertad, las capacidades personales» y el «capital social». Es por ello revolucionado la política y la
que en los usos de esta noción, es fundamental mantener una posición cons- sociedad. Barcelona: Gedisa.

tantemente autorreflexiva y crítica que nos invite a analizar, para cada caso
y en todo momento, si efectivamente las intervenciones realizadas desde este
paradigma contribuyen al fortalecimiento, a la generación de mayores condi-
ciones de igualdad, autonomía y potenciación de las comunidades en las que
se insertan.

2) Las críticas�a�las�instituciones�totales (la prisión, la clínica, el manicomio, Lectura complementaria


pero también políticas y programas sociales) consideradas propias del período
Para saber más sobre el pro-
disciplinario y poco coherentes con la máxima neoliberal de intervenir solo ceso por el cual el trabajo so-
acondicionando el medio para que los sujetos se conduzcan libremente en cial socializa el «programa
institucional», se puede con-
torno a los principios de la competencia, han dado lugar, no a una desinstitu- sultar:
cionalización, sino a una reinstitucionalización en forma de organismos más F. Dubet (2006). El declive de
la institución. Barcelona: Ge-
abiertos y con mayor poder de penetración en la vida cotidiana. Es decir, la disa.
acción de gobierno ya no «encierra» ni «cancela» la inestabilidad social (pues,
recordemos, la desigualdad social funciona como acicate de la competencia),
sino que se sitúa en el centro de la vida social; parte de la monitorización cons-
tante de estas prácticas sociales para obtener una radiografía de la realidad lo
más precisa posible, que permita la contención de elementos disruptivos, allí
donde exista posibilidad de contagio para el conjunto de la sociedad y man-
tenerlos, de esta forma, dentro de límites tolerables y en espacios acotados.

Por ejemplo, los proyectos que proponen desplegar en los barrios «antenas
sociales» (figuras socialmente relevantes en los distritos que puedan ir infor-
mando a la Administración del estado de la convivencia en las calles) son un
intento de adentrarse en la complejidad social para captar con precisión todos
sus movimientos. Pero además, la monitorización es posible gracias a la ex-
tensión de la calle como lugar predilecto de la intervención social (presencia
de trabajadores «de calle» en los barrios) y a los procedimientos cotidianos que
han de seguir los trabajadores sociales mediante el uso de nuevas tecnologías,
que incluyen la documentación sistemática no solo del desarrollo de las acti-
vidades sino de una infinidad de variables vitales de los sujetos implicados (se
exige a los trabajadores hacer informes, rellenar fichas, completar cuestiona-
rios, etc., lo que proporciona a la Administración una radiografía del ámbito
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 22 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

social). Aunque a primera vista estas intervenciones no presentan las formas


más explícitas de vigilancia de las instituciones de encierro, deben entenderse
también en tanto nuevas y sofisticadas formas de control y modulación social.

3) Los cuestionamientos�a�la�burocratización�de�la�intervención�social han


dado lugar a la extensión de multitud de prácticas de innovación�social. En-
tendida como un conjunto de actividades novedosas que tratan de dar res-
puesta a una necesidad social por parte de organizaciones sociales, los proyec-
tos de innovación social se apropian de las nuevas tecnologías y de las prác-
ticas críticas de los movimientos sociales para proporcionar respuestas que el
Estado, y su esclerosis burocrática, es incapaz de dar. O que el mercado, hasta
el momento, no ha visto rentables (desde huertos urbanos a aplicaciones in-
formáticas de apoyo social, pasando por prototipos arquitectónicos para me-
jorar un espacio comunitario). Desde el paradigma de la innovación social, se
busca hacer compatible la idea de emprendimiento con el ámbito social, pero
en ocasiones el resultado se parece demasiado a la traslación de las lógicas de
la empresarialidad a la vida social.

4) El trabajo con comunidades recobra fuerza como respuesta a la ineficiencia


de las intervenciones individualistas y también a los recortes, aunque con una
idea que apela a la�comunidad�como�sustitutiva�de�las�políticas�públicas
y�los�derechos�sociales. Algunos discursos institucionales, como el de la Big
Society en Gran Bretaña o el de la «sociedad participativa» en Holanda, han
puesto de relieve la necesidad de descargar obligaciones del Estado, por ejem-
plo, en el cuidado de las personas mayores, traspasando estas obligaciones so-
bre la familia y en la comunidad con el argumento de que de este modo se
responsabiliza a toda la sociedad y se la activa, en lugar de acomodarse y es-
perar la asistencia del Estado paternalista. Las críticas a esta reformulación –
que plantea a la comunidad como sustituto de la responsabilidad del Estado–
señalan cómo esta estrategia reduce la redistribución de recursos por parte del
Estado de raíz welfarista, y externaliza los costes (por ejemplo, trasladando los
cuidados de niños, mayores, enfermos y dependientes) al cuerpo social (en su
expresión familiar y comunitaria).

The�Big�Society fue una iniciativa política e ideológica puesta en marcha por el Parti-
do Conservador británico, principalmente bajo la figura de David Cameron a princi-
pios de la segunda década del siglo XXI. La idea central de esta propuesta plantea una
integración del libre mercado con una teoría de la solidaridad social basada en la je-
rarquía y el voluntarismo. Sobre la base de un principio que bautizaron como de «de-
volución» del poder desde el centro a los gobiernos locales, estos, apoyados por una
red institucional de carácter estatal que distribuiría fondos y difundiría ideas, alenta-
rían el voluntarismo de la comunidad, organizada en empresas sociales, asociaciones
de beneficencia y cooperativas, para proveer de servicios a su territorio. Por ejemplo,
la propia comunidad podría organizar y poner a funcionar escuelas de primaria gra-
tuitas, recibiendo fondos del Estado pero también de otras fuentes privadas. Aunque
el término big society cayó en desuso, la iniciativa privada comunitaria ya forma parte
de la tradición que modela la intervención social pública en el Reino Unido.
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 23 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

Pero además de esta externalización de costes, en concordancia con la noción Lectura complementaria
de gobernanza (gestión de lo público que elimina el monopolio del Estado
A. Agudo Sanchiz (2009).
y promueve la participación de las empresas y la sociedad civil), algunas in- «Conocimiento, lenguaje,
tervenciones comunitarias promocionadas por instituciones internacionales poder e intermediación. Pers-
pectivas contemporáneas en
como el Banco Mundial y algunas ONG buscan reforzar el papel activo de la la antropología de las políti-
cas públicas». Estudios Socio-
comunidad en la gestión de la asistencia social, otorgando roles de control
lógicos (vol. XXVII, núm. 79).
a ciertos sujetos clave de dicha comunidad en el cobro de prestaciones. Al
mismo tiempo, partiendo de los objetivos del desarrollo comunitario, muchas
intervenciones en comunidades empobrecidas y excluidas de los circuitos de
generación de capital trabajan desde la idea de la inserción acrítica en dichos
circuitos (convirtiendo, por ejemplo, a jóvenes pandilleros en guías turísticos
en barrios de infravivienda, generando un efecto de exotización de la pobreza,
que no cuestiona ni incide en sus causas estructurales).

5) Las críticas�a�las�perspectivas�de�corte�más�tradicional que partían de una


división binaria y normativa (sanos/enfermos, normales/anormales) se han
reformulado de forma también problemática; ha asumido la diversidad social,
pero como valor para insertarse en el mercado. En este marco, las singularida-
des y la diversidad social se despliegan, pero en un proceso de capitalización
de�esa�diversidad que la estandariza y la pone a producir beneficio capitalista:
mediante la especialización del saber para el mercado (proliferación de cursos,
másteres, becas, títulos de expertos en intervención social); mediante su con-
versión en marca (de barrio, por ejemplo); o en nichos de mercado (comercios
étnicos, proyectos de reconversión de comunidades indígenas en productores
de artesanía o guías turísticos etc.). El despliegue de las singularidades tiene,
sin embargo, un límite: que no genere riesgos para el orden social. Además
del control policial, surgen intervenciones sociales complementarias encami-
nadas a desplazar tanto a esas poblaciones singulares como a sus comporta-
mientos a otras zonas de menor visibilidad, a otros barrios u otros espacios
menos expuestos.

Y es que la política social neoliberal tiene, en la reflexividad, una de sus ca-


racterísticas privilegiadas: siempre reinventándose a través de la práctica del
ensayo y el error, es un conjunto de actuaciones múltiples, ambivalentes e
inestables. No tiene un plan general de redistribución, sino que se trata de
una gestión siempre abierta al movimiento «natural» del campo social, flexi-
ble y omnipresente, capaz de penetrar en todos y cada uno de los recovecos
de las poblaciones. De ahí su capacidad para apropiarse y resignificar concep-
tos, prácticas e ideas que surgen en los rincones de la sociedad (incluso en los
rincones subversivos de la sociedad) y hacerlos funcionar, como acabamos de
ver, dentro de su lógica de gobierno. Es importante, por tanto, preguntarse:
¿qué operaciones pone en marcha para mantener esa flexibilidad y cómo le
saca partido?

La externalización�de�la�gestión de los dispositivos, recursos y prestaciones


sociales surge como herramienta en claro auge, en parte fruto de las necesida-
des de flexibilización que la gestión neoliberal impone, y también fruto de la
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 24 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

penetración de las lógicas de mercado en las estructuras del Estado de bienes-


tar. Lo que significa arbitrar mecanismos para reducir�costes, ganar�en�efi-
cacia y asegurar�cierta�rentabilidad y beneficio en las prestaciones concedi-
das. La externalización es la denominación que las propias administraciones
han dado a una forma de gestionar los servicios públicos que comenzó en va-
rios ámbitos (educación, sanidad, servicios sociales) ya en la década de 1990.
El servicio mantiene su titularidad y su financiación pública, pero la gestión
(que incluye decisiones sobre formas de contratación, objetivos, programas)
se encarga a una empresa externa. Este proceso se ha acompasado con el de
la institucionalización y profesionalización de la intervención social y con la
explosión del tercer sector (ONG, consultoras, cooperativas de intervención
social, etc.). Así, la externalización no solo ha tenido como consecuencia el
hecho de flexibilizar al máximo la intervención social; a la vez, ha producido
una red clientelar en torno a las administraciones públicas, que hace a las or-
ganizaciones sociales y empresariales que participan en ella dependientes de
aquellas, a la par que las pone en competencia entre sí.

Esta flexibilidad y la capacidad de adaptación y permuta –ligadas a la capaci-


dad de la lógica neoliberal para sustraer del cuerpo social su potencia y hacerla
funcionar, resignificada, dentro de su propia lógica de gobierno– introducen
en su conjunto un carácter ambivalente en muchas de las situaciones de inter-
vención social. Nociones como empoderamiento, comunidad o innovación
se convierten en un terreno resbaladizo en el que, a veces, cuesta orientarse
en torno a su verdadero sentido. No son, sin embargo, las únicas situaciones
ambiguas en las que debe bregarse la intervención social. Fruto de su inser-
ción en la lógica de gobierno neoliberal, la ambivalencia, en forma de tensio-
nes, atraviesa toda la intervención social, y la condiciona en muchos sentidos.
Veámoslo a continuación.
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 25 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

2. Tensiones que atraviesa la intervención social

Para terminar este módulo, nos replanteamos la pregunta que desde su sur-
gimiento ha rondado, a modo de sospecha, alrededor de la intervención so-
cial: ¿es�la�intervención�social�un�dispositivo�de�control�o�una�herramien-
ta�de�transformación�social? Esta pregunta, que es útil como disparador pa-
ra empezar a plantearse reflexivamente el papel de la intervención, muestra
sus límites cognoscitivos desde el momento en que la planteamos como una
dicotomía. La intervención social es un campo de conflicto complejo, y co-
mo tal, en él se dan tanto tendencias contradictorias como ambivalentes (por
ejemplo, tensiones entre lógicas de transformación social y lógicas de repro-
ducción del orden social establecido, o que de forma ambivalente incorporan
al mismo tiempo ambas lógicas). Esa conflictividad se juega en cada una de las
relaciones que se dan cotidianamente en el campo: entre los profesionales y
los políticos, jefes o empresarios que les dirigen; entre unos profesionales con
otros; entre profesionales y sujetos con los que se interviene; y en el interior
de las subjetividades de los propios profesionales.

Vamos a realizar un repaso por algunas de las tensiones que se deducen del
contexto actual que hemos definido como neoliberal, y su manifestación en
el Estado español, para terminar dando cuenta de las líneas de fuga que desde
la propia intervención social pueden abrir caminos emancipatorios.

2.1. Tensiones derivadas de la mercantilización de la


intervención social

Cualquier acción o actividad de la intervención social se presupone dirigida


a prevenir, paliar o corregir procesos de exclusión social (integrar a los exclui-
dos). Esa es la filosofía que protagoniza la intervención social. Y sin embargo,
es precisamente la existencia de esta exclusión una de las condiciones necesa-
rias para la supervivencia del tercer sector, así como para dar empleo a multi-
tud de profesionales.

La evaluación, como hemos visto, se convierte en una herramienta que trans-


forma la propia intervención que evalúa. Hemos observado cómo la neolibe-
ralización de los servicios sociales supone su organización según el modelo de
la empresa, y esto implica no solo su flexibilización y externalización, sino
también una valoración de las actuaciones realizadas de acuerdo con los crite-
rios de la eficiencia y la eficacia: más por menos. De acuerdo con esos criterios,
la evaluación siempre se realiza en términos cuantitativos supuestamente ob-
jetivos: más atenciones, más proyectos, más intervenciones, siempre al menor
coste posible. Esto provoca que el contenido sea secundario respecto de los
productos visibles. Al mismo tiempo, esta lógica mercantil va en detrimento
de las condiciones laborales de los trabajadores del ámbito social, que se verán
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 26 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

obligados a hacer más por menos salario y con menos recursos e inevitable-
mente de un modo más precipitado e irreflexivo. Por último, son las personas
destinatarias de la intervención quienes, bajo esta lógica, recibirán un trato
instrumental independientemente de sus necesidades y problemas.

Pero si la evaluación juega un papel muy importante en un contexto neoli-


beral, es porque permite objetivar la competencia. La propia aparición y con-
solidación de la compleja red de asociaciones, organizaciones y actores que
hacen del universo de la intervención social el marco de su actividad profe-
sional/laboral trae aparejado el problema de la financiación de la que dicho
sector depende (contratos, subvenciones y ayudas). Al estar obligadas a entrar
en competencia por unos recursos escasos, el resultado será la merma de las
condiciones materiales en las que se realiza el trabajo: al fin y al cabo, dentro
de una lógica de mercado, el presupuesto más bajo es el que tendrá más posi-
bilidades de conseguir la concesión. El resultado son condiciones precarizadas
con volúmenes de trabajo (atenciones, intervenciones) muy elevados, lo cual
revierte en forma de insuficiencia e insatisfacción en las personas usuarias o
destinatarias.

2.2. Tensiones derivadas de las funciones de control, contención


y sujeción en la intervención social

Buena parte de los agentes en el campo de la intervención manifiesta realizar


labores de «cambio social», entendida como la transformación de las causas
que dan lugar a las desigualdades e injusticias sociales. De la tensión en rela-
ción con la función que cumple o debería cumplir la intervención social, se
derivan buena parte de los múltiples dilemas éticos y contradicciones que vi-
ven los trabajadores del ámbito social en el desempeño de su profesión. Una
de las cuestiones más problemáticas es la de la noción de riesgo. Como ya se
ha explicado, la reconversión neoliberal del Estado de bienestar implica una
reasignación de sus funciones que sustituye todo intento de redistribución de
poder y recursos en pro del desarrollo de nuevas prioridades relacionadas con
la prevención, la contención y la sujeción de aquellos puntos de inestabilidad
en la sociedad que podrían desembocar en fenómenos disruptivos y poten-
cialmente peligrosos para el buen funcionamiento (competitivo y productivo)
de la población. De este modo, se cumple la misión de monitorear la realidad
para prevenir riesgos, pero la prevención no consiste, como en los paradigmas
críticos, en acudir a las causas de los problemas, sino en intervenir sobre las si-
tuaciones concretas en las que aparecen sus consecuencias (prevención situa-
cional): se trata de llevar a cabo labores de control. Tanto es así, que esta lógica
policial en la intervención social crea las condiciones para que se produzca el
movimiento inverso: cada vez son más los policías que, dentro de sus funcio-
nes, tienen tareas propias de la intervención social (agentes tutores, agentes
mediadores, consejos participativos comunitarios de seguridad, etc.).
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 27 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

2.3. Tensiones derivadas de la precariedad y la necesidad de


flexibilidad

Frente a las rigideces burocráticas e institucionales, muchos profesionales abo-


gan por la flexibilización de la intervención para adecuarla a las necesidades,
los códigos y los ritmos de los profesionales y, sobre todo, de las poblaciones
con las que trabajan. La flexibilidad se pone en marcha, pero en realidad fun-
ciona bajo otros parámetros: para adaptarse a situaciones y necesidades co-
yunturales marcadas por el fluir natural de los procesos sociales, la gestión
neoliberal debe ser capaz de detectar los elementos de riesgo allá donde se
produzcan y penetrar e intervenir en los ámbitos más micro de la sociedad.
Esta flexibilización no revierte en un acercamiento entre sujetos y objetos de
la intervención, sino que redunda en la exterioridad y la verticalidad: los re-
cursos aparecen y desaparecen en función de necesidades coyunturales y son
demasiados los casos en los que los profesionales llegan y se van antes de poder
enterarse de lo que ocurre, de crear relaciones de confianza o de convertirse
de algún modo en punto de referencia para alguien.

2.4. Tensiones derivadas del arbitraje en la concesión de recursos

En el punto de partida de la intervención social está el imaginario de la bús-


queda de igualdad social. Y sin embargo, en la gestión neoliberal hay muy
pocas prestaciones universales (y las que hay, quedan apenas como reducto
amenazado de extinción). Lo que sustituye a la universalidad son ayudas y
prestaciones�diferenciales en función de situaciones concretas de los sujetos
y de la existencia o no de presupuestos. Ante un determinado cupo de per-
sonas que cumplen con los requisitos necesarios para acceder a determinada
prestación, el personal técnico se ve en la complicada posición de decidir a
quién irá finalmente destinada la ayuda, en la mayoría de los casos sin crite-
rios objetivos a los que agarrarse. La decisión debe moverse en el terreno de
las intuiciones, las percepciones subjetivas, los estereotipos, las complicidades
creadas o los «enchufes» con la persona potencialmente receptora, cuando no
en el terreno de la urgencia mediáticamente construida.

A la vez, la persona solicitante sabe que recibirá algo dependiendo de lo que


exhiba. El trabajador social se convierte así en juez, controlador y vigilante
de la vida del otro, lo que impide la creación de relaciones horizontales entre
unos y otros. Máxime si se tiene en cuenta que las dinámicas de control ins-
tauradas en la intervención social obligan al «otro» a desplegar toda una serie
de estrategias para defender sus intereses, invitándole a construirse un relato
de sí mismo ad hoc para mantenerse conectado a la rueca de las prestaciones
sociales específicas. Podemos ver en ello la reactualización del modelo carita-
tivo-asistencial del primer liberalismo, si bien esta administración de recursos
escasos juega un papel más importante que nunca al generar en el seno de
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 28 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

las poblaciones pobres y excluidas competencia por esos recursos escasos (por
ejemplo, en discursos xenófobos y racistas) e imposibilidad de luchas y alian-
zas solidarias.

2.5. Tensiones derivadas de la profesionalización de la


intervención social

Una de las principales virtudes de los sujetos de la intervención, el saber técni-


co definido como la capacidad de escucha y codificación de un problema so-
cial en forma de acción transformadora que supera los meros juicios morales,
abre un nuevo conflicto. Cuando la definición y la solución de los problemas
que tiene un determinado cuerpo social dependen de un técnico, se produce
una situación de expropiación a la población de la posibilidad de definir sus
propios problemas y ser ella misma la protagonista de sus propias soluciones.
Cuando el campo social se ha convertido en objeto de gobierno, los expertos
y los técnicos, pasan a ser considerados los únicos en condiciones de definir
los problemas de esa abstracción que se llama «lo social» y de realizar sobre ese
objeto las intervenciones precisas que los resuelvan, corrigiendo las desviacio-
nes de su funcionamiento natural.

Los vecinos de los barrios se encuentran inundados por programas que no han
pedido, que muchas veces no entienden (o desconocen) y que desaparecerán
en un lapso de tiempo corto para ser sustituidos por una nueva riada interven-
cionista cuando el contexto cambie. A consecuencia de todo ello, por más que
se «dinamice» a la población, se la invite a «participar» y dar su «opinión», en
la medida en que no tiene posibilidad de decidir los quién, cómo, cuándo, la
gestión y distribución de los recursos económicos, ni, sobre todo, el sentido de
esa «activación» que se le propone, acaba estableciendo una relación de con-
sumo/delegación con los dispositivos, servicios y dinámicas que se le ofrecen.

2.6. Prácticas críticas y espacios de transformación en la


intervención social

Las lógicas reproductivas dominantes en la intervención social han sido mu-


chas veces objeto de subversión y reversión por parte de las poblaciones a las
que se dirigen, de quienes se solidarizan con ellas o por parte de los profesio-
nales que las ejecutan. Las micro-resistencias por parte de los usuarios pue-
den manifestarse de forma más pasiva (por ejemplo, con la no motivación o
falta de participación ante la propuesta de una trabajadora social de acudir
a un grupo de búsqueda activa de empleo), o de forma más activa (desde la
hostilidad hacia la decisión de denegación de una ayuda o en las prácticas de
autoorganización de los afectados por la medicalización de los problemas de
salud mental).

Aprendiendo de estas micro-resistencias y fruto de las tensiones que se han


descrito en los apartados anteriores, algunas iniciativas de intervención han
buscado construir nuevas prácticas liberadoras. Las más básicas consisten en
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 29 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

la construcción de alianzas y complicidades en la relación con las poblaciones


destinatarias a pesar o por debajo del radar de control de la institución o de
los jefes que dirigen la intervención. Este «trabajo� negativo» construye un
vínculo y una alianza entre ambos lados de la frontera profesional y, en oca-
siones, desestabiliza las posiciones de partida. El concepto de trabajador nega-
tivo fue desarrollado por René Lourau, sociólogo del movimiento del análisis
institucional, el cual implica hacer gestos simbólicos dentro de instituciones
tradicionales para exponer o subvertir sus «verdaderas» funciones de control
social. Tal y como los definió la antropóloga Nancy Scheper-Hughes, se trata
de psicólogos, médicos, profesores, abogados, trabajadores sociales o gerentes

«que se alían con los que no tienen poder para maquinar en contra de los intereses de las
Lectura complementaria
instituciones burguesas. Me refiero, por ejemplo, a las enfermeras o psiquiatras del hos-
pital que se colocan al lado de sus pacientes rebeldes o ‘no complacientes’, a los profeso-
res de escuelas primarias que se alinean con sus estudiantes ‘hiperactivos’, a carceleros N. Scheper-Hughes (1997).
que hacen lo propio con sus pequeños delincuentes, a los gerentes de almacén con sus La muerte sin llanto: violencia
consumidores protestones, a los trabajadores sociales con sus “estafadores” del Estado de y vida cotidiana en Brasil. Bue-
bienestar y así sucesivamente. Una vez conocí a la enfermera psiquiátrica que a partir de nos Aires: Ariel.
sus atentas lecturas de Franco Basaglia asumía el papel de la trabajadora negativa en su
sala. Ella ‘perdía’ o se deshacía de las dosis masivas de tranquilizantes que varios de sus
pacientes ‘esquizofrénicos’ se veían normalmente obligados a tragar» (Shepper-Hughes,
1997, pág. 517).

Otros modos de desafío a las lógicas de gobierno dominantes consisten en la


reapropiación, por parte de las poblaciones destinatarias de la intervención,
de las decisiones y las metodologías en el marco de estos procesos. Más allá
de las técnicas participativas (que de por sí no siempre son garantía de una
participación real), aludimos a las prácticas de investigación militante y de in-
tervención social no profesional para hacer aflorar saberes subalternos o para
dinamizar políticamente los propios entornos de vida. Nos referimos a ejem-
plos como las iniciativas�de�apoyo�mutuo�de�las�comunidades�de�afectados
en salud mental, como la Xarxa GAM, un red de personas que, en el marco de
la superación de las separaciones entre experto y paciente, comparten crítica-
mente sus experiencias con la psiquiatría y tienen como objeto construir una
forma política de cuidarse en colectivo. También en este campo, Radio Nikosia
es una intervención autogestionada por parte de quienes generalmente son
objeto de intervención: las personas que han sido diagnosticadas con proble-
mas de salud mental. Su base es la producción de programas de radio creados y
gestionados por la propia comunidad como medio de expresión, intervención
y visibilización social, que a la vez explora otras vías como el arte, la poesía
y la literatura para narrar y dar voz a la locura desde la experiencia y voz en
primera persona. Su objetivo es romper el estigma asociado a este tipo de diag-
nósticos, al tiempo que construye un espacio de socialización y de activación
del individuo en lo colectivo.

Con respecto a la intervención en espacios urbanos, cabe tener en cuenta ini-


ciativas en torno a los modos de investigar y actuar sobre el propio barrio a
partir de la definición�propia�de�los�problemas�sociales que se viven como
más acuciantes, a la par que se crean los lenguajes y los códigos más adecuados
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 30 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

para expresarlos y poner esta reflexión colectiva al servicio de la transforma-


ción social. Tal es la experiencia en el madrileño barrio de Carabanchel, de la
red de investigación Carabancheleando.

Algunas experiencias de autoorganización de comunidades de personas


afectadas

Hay algunas experiencias de autoorganización de comunidades de personas afectadas


que promueven la generación de saberes y formas de investigación e intervención
propios, que en algunos casos se combinan con relaciones horizontales con profe-
sionales, y en otros casos funcionan a partir de la generación de espacios de auto-
gestión. Por ejemplo: la red de grupos de soporte mutuo de personas psiquiatrizadas
Xarxa GAM (https://xarxagam.org); el colectivo activo de personas con la experiencia
de trastorno de salud mental ActivaMent (http://www.activament.org); Radio Niko-
sia, comunidad de acción política y participación social para, desde y con personas
con diagnóstico de salud mental a través de herramientas comunicativas (https://
radionikosia.org). Otro ejemplo es Carabancheleando, una plataforma de investiga-
ción y acción colectiva formada por personas y colectivos del barrio madrileño de
Carabanchel (https://carabancheleando.net). Por su parte, Hearing Voices es un mo-
vimiento conformado por personas «escuchadoras de voces», familiares y profesio-
nales que busca ir más allá de la patologización y medicalización de lo que, tradicio-
nalmente, se ha definido como «alucinaciones auditivas»; a partir del congreso del
mismo nombre se han formado diversos colectivos como Flipas GAM Activismo y
grupos de apoyo mutuo en salud mental (https://www.hearing-voices.org, https://
entrevoces.org/es_ES).

Por último, una fórmula mixta entre las dos anteriores es aquella que, gracias
a una correlación de fuerzas favorable dentro de la institución (como conse-
cuencia de un proceso de politización entre los profesionales y de un cambio
de gobierno, más abierto a escuchar sus propuestas), opta por producir desde
dentro de la institución misma un trabajo esta vez «positivo» en el que se in-
tentan disolver las fronteras entre sujeto/objeto de la intervención y se intenta
producir un espacio transversal y común que distribuya las posibilidades de
decisión e incidencia.

Una experiencia sugerente para ilustrar lo dicho se halla en una serie de trans-
formaciones en el ámbito de las instituciones psiquiátricas en el contexto ita-
liano de la segunda mitad del siglo XX. En la Italia de la década de 1960, el
psiquiatra Franco Basaglia comenzó a organizar un movimiento que tenía en-
tre sus objetivos el cierre de los manicomios y que se acabó fusionando con el
movimiento de Psiquiatría Democrática. Un antecedente de este movimien-
to es la práctica de la clínica La Borde (Francia) donde, a partir de un profun-
do desbaratamiento del funcionamiento y los roles tradicionales de la insti-
tución, los enfermos participaban de manera activa en la organización de la
vida del establecimiento. En 1962, bajo gobiernos de centro-izquierda, se ani-
mó en Italia el impulso para transformar los asilos en hospitales psiquiátricos
donde poder curar y no solo encerrar a los enfermos mentales. A su vez, se
introdujeron cambios en la formación del personal y técnicas psicoterapéuti-
cas, lo que llevó a probar nuevos métodos de socialización y psicoterapia de
grupo. El empuje por parte de los profesionales, pero también por parte de
asociaciones de afectados y familiares en la denuncia contra la violencia en las
instituciones, culminó en 1968 con la ocupación por parte de estudiantes de
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 31 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

la casa de locos de Colorno en la que eran voluntarios. Entre las propuestas de


su asamblea estaba la apertura de puertas de la institución, eliminar las verjas,
la gestión asamblearia con la participación de los internos o la obtención de
permisos de salida y el consumo de cigarrillos.

Franco Basaglia fue nombrado director del manicomio de Gorizia, al norte


de Italia en 1961 para pasar, a finales de 1969, a ser director de los servicios
psiquiátricos en Parma y, en 1971, llegar a Trieste, donde junto con muchos
compañeros profesionales consiguió cerrar el manicomio de San Giovanni en
1977 e impulsó la aprobación, en 1978, de la Ley 180 italiana que abolía el
manicomio y eliminaba el peligro como razón para el internamiento. Este es
quizás el mejor ejemplo de una corriente que busca desde dentro del mundo
profesional y de las instituciones la transformación de la atención hacia mo-
delos que buscan desalojar poder de la figura experta para redistribuirlo entre
los «usuarios» e «intervenidos».

Como hemos visto en los ejemplos anteriores, estos movimientos y posicio-


nes alternativas permiten dar luz a otras interpretaciones posibles de los fenó-
menos sociales; en los casos expuestos, cambiar el foco de las personas con
carencias a las carencias del entorno en el que las personas se desenvuelven,
posibilitando formas de intervención que puedan incidir en el contexto social
donde emergen ciertas cuestiones como problemáticas. Esto da pie, a su vez,
a preguntarse sobre las maneras en las que se están entendiendo, desde con-
textos concretos de intervención social, los problemas a los que es necesario
referirse y, en consecuencia, las maneras de abordarlos.

El desarrollo de estas discusiones ha mantenido abierta la pregunta acerca de


los efectos de control que pueden tener las actuaciones llevadas a cabo desde la
intervención social, señalando la necesidad de promover actuaciones encami-
nadas a cuestionar el orden existente y reflexiones y acciones para su transfor-
mación. A la vez, estas discusiones permiten cerrar aquí con uno de los objeti-
vos transversales a los contenidos desarrollados a lo largo de estos materiales,
que consiste en situar en el centro la necesidad de un ejercicio constantemente
crítico, ético y reflexivo en torno a las prácticas y herramientas analíticas que
sustentan el marco de la intervención social.
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 33 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades

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