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social hoy:
tensiones y
posibilidades
PID_00249383
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CC-BY-NC-ND • PID_00249383 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades
Índice
Introducción............................................................................................... 5
Objetivos....................................................................................................... 6
Bibliografía................................................................................................. 33
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 5 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades
Introducción
Objetivos
Como hemos visto en módulos anteriores, de las críticas a las perspectivas tra- Lectura complementaria
dicionales de la intervención social surgieron varias formas de construir proce-
L. Wacquant (2010). Castigar
sos emancipadores de grupos que buscaban reconocimiento social y derechos a los pobres: el gobierno neoli-
a través del fortalecimiento de la solidaridad y del cruce de saberes. En este beral de la inseguridad social.
Madrid: Gedisa.
apartado pretendemos problematizar que al mismo tiempo, la política social
neoliberal actual parte precisamente de estas críticas, pero no para negarlas,
sino para reconducirlas hacia un ideal�de�sociedad�basado�en�la�competen-
cia. Mientras esta gestión social sigue desplegando discursos y prácticas que
disciplinan y criminalizan a los pobres, lo específico de la gubernamentalidad
neoliberal sobre la cuestión social es este redirigimiento de las críticas que se
hicieron al modelo liberal y al Estado de bienestar, encaminándose hacia ac-
tuaciones funcionales al mercado (Wacquant, 2010). Veamos primeramente
cómo se da ese pasaje de la gubernamentalidad liberal a la gubernamentali-
dad neoliberal, para después entrar de lleno a explorar qué forma toma la in-
tervención social en esta última, y las tensiones que produce en el seno del
trabajo social.
formación de la racionalidad de gobierno, que poco a poco abandonaría los Para saber más sobre el sur-
principios que habían caracterizado el liberalismo del siglo XIX y principios del gimiento de esta guberna-
mentalidad a finales del siglo
XX, para consolidarse en lo que hoy conocemos como neoliberalismo, siendo XVIII, que se extendió duran-
te los siglos XIX y XX, consul-
este último la forma de gobierno que tomó primacía en la década de 1970.
tar:
M. Foucault (2007). El naci-
La racionalidad�de�gobierno�(o�gubernamentalidad)�liberal tiene como ob- miento de la biopolítica. Bue-
nos Aires: Fondo de Cultura
jetivo el progreso de la sociedad en su conjunto. Pero para lograr ese bienestar Económica.
general, parte de la necesidad de conocer las relaciones entre la población a M. Foucault (2008). Seguri-
dad, Territorio, Población. Ma-
gobernar, el territorio y la riqueza (por definición escasa), para con ello poder drid: Akal.
reducir la imprevisibilidad de esas relaciones: no se trata de modificar o condi-
cionar estas relaciones desde el gobierno, sino de tornarlas seguras para poder
obtener el máximo beneficio de ellas (Foucault, 2008). Al igual que sucede en
el mercado, estas relaciones deben autorregularse, de forma que el gobierno
intervendrá lo menos posible sobre ellas, y solo en los casos en los que sea
necesario garantizar ese marco seguro.
Para este análisis vuelve a sernos útil Michel Foucault y su ejemplo del precio
del grano: en el liberalismo, el Estado ha de conocer el mecanismo del precio
que establece el mercado por sí mismo, y respetarlo. Solo así el precio no se
descontrolará y se podrá mantener la hambruna (en tanto un problema de
la población en relación con el encarecimiento del precio del grano) dentro
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 8 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades
La razón de gobierno liberal es, por tanto, aquella que toma�al�mercado�como Lectura complementaria
lugar�de�producción�de�una�verdad�que�establece�el�límite�de�la�acción
C. Laval; P. Dardot (2013). La
del�Estado. Una forma de gobierno que busca el progreso de toda la sociedad nueva razón del mundo. Ensa-
en su conjunto, confiando en que las propias reglas del mercado penetrarán y yo sobre la sociedad neoliberal.
Barcelona: Gedisa.
regularán la conducta de los grupos sociales para adecuarlos y conducirlos a la
normalidad del conjunto de la población. Pero es un modo de gobierno que,
sin embargo, no acabó del todo con la pluralidad de las formas de conducirse
de los sujetos en las diferentes esferas de su existencia (Laval y Dardot, 2013).
Por ejemplo, se podía mantener adecuada la conducta a la normalidad en el
trabajo, pero no en otros ámbitos (como la sexualidad o la familia).
los apartados que siguen, vamos a tratar con más detalle estas transformacio-
nes, preguntándonos a cada paso cuál es el papel que cumple la intervención
social en la nueva lógica de gobierno neoliberal.
A pesar del lugar común que dice que el neoliberalismo consiste en dejar hacer
al mercado y que por tanto es contrario a las políticas sociales, aquí preten-
demos mostrar cómo esta gubernamentalidad neoliberal, de facto, tiene una
gestión de la cuestión social propia y específica para el gobierno de las pobla-
ciones, basada en hacer�funcionar�el�campo�social�por�y�para�el�mercado,
a la manera del mercado. ¿Cuál sería esa lógica, esa manera de organizar la
sociedad a la manera del mercado? La que es acorde con el principio�de�la
competencia: se concibe la realidad como un medio natural de libertad que
tiende a autorregularse en función de ese principio de la competencia.
Es lo que el sociólogo y filósofo Maurizio Lazzarato (2006) denomina sistemas Lectura complementaria
de�deudas, aquellos en los que la sujeción social pasa por la fabricación de la
Sobre el sistema de deudas
memoria de deuda, no al modo de la deuda de la sociedad con el sujeto (como ver:
un derecho social), sino a modo de crédito, con un valor determinable que las M. Lazzarato (2006). Por una
política menor. Acontecimien-
instituciones extienden y que debe pagarse con un esfuerzo, también cuanti- to y política en las sociedades
ficable. Esta cuantificación de la deuda expresa el otro lado de la responsabili- de control. Madrid: Traficantes
de Sueños.
zación: el de la culpa moral, que deviene culpabilización y criminalización de
los pobres (se asume que no poder seguir en el juego es un fracaso personal,
y no un efecto de procesos de injusticia social). A continuación introducimos
sintéticamente un apunte para ejemplificar esta cuestión.
A la hora de afrontar una situación compleja, para una trabajadora del ámbito social,
el abordaje individualizado hace más sencillo y eficaz su manejo, aunque esta indi-
vidualización de hecho puede producir efectos adversos respecto a la mejora de las
condiciones sociales de las personas concernidas. Por ejemplo, puede suceder que una
madre con tres hijos acuda a los servicios sociales a demandar una ayuda económi-
ca al estar en situación de desempleo, carecer de ingresos, haber sido víctima de vio-
lencia de género, estar en riesgo de desahucio y estar preocupada por los problemas
que están teniendo sus hijos en el colegio. La valoración subjetiva que la trabajadora
social realice respecto al esfuerzo y la valentía de la madre puede ser determinante
para que esta mujer consiga –o no– una determinada ayuda. Dentro de este tipo de
intervención social, la acción colectiva no tiene cabida: es más, se puede producir el
efecto contrario, con lo que se ahonda en la desvinculación de los problemas de esta
familia con su entorno social. Y puede contribuir a instalar la idea de que la única
responsabilidad es de la madre, idea apuntalada por la temporalidad y la condicio-
nalidad de las ayudas, por ejemplo si estas se encuentran ligadas a un proyecto de
búsqueda de empleo. Sin embargo, podrían existir otras formas más emancipadoras
de abordar esta cuestión: esta familia (incluso a sugerencia de la trabajadora social)
puede acudir a las reuniones de un grupo antidesahucios de su barrio y abordar allí su
situación no desde la responsabilidad y culpabilidad individual, sino desde la prácti-
ca colectiva sustentada por redes sociales de apoyo mutuo en el territorio. Este grupo
incluso puede intentar establecer procesos de colaboración y transformación de dis-
positivos públicos de intervención social.
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 12 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades
Además de una subjetividad individual a la manera de la empresa, hay otra Lectura complementaria
producción de subjetividad que es grupal: entraña la adscripción del individuo
Para saber más sobre el pasaje
a una etiqueta social. Una categorización que facilita y simplifica la gestión del y la discusión entre comuni-
campo social y permite su organización diferencial en aras de la competencia. tarismo y lo social, ver:
N. Rose (1997). «El gobierno
Así, a la par que se introyecta en los sujetos la carga de «la inversión en uno en las democracias liberales
mismo», la población se gobierna desde la catalogación�de�la�diferencia en ‘avanzadas’: del liberalismo
al neoliberalismo». Julia Va-
campos o categorías cerradas: «mujeres víctimas de violencia machista», «mi- rela (trad.). Archipiélago. Cua-
grantes emprendedores», «jóvenes en situación de riesgo», «parados de larga dernos de Crítica de la Cultura
(núm. 29, págs. 25-40).
duración». Esta catalogación es la base a partir de la cual los profesionales de
la intervención social orientan juicios (a la hora, por ejemplo, de atender a
una usuaria), diseñan dispositivos (que se concretan en recursos, programas y
centros orquestados solo para un segmento de población concreto) y justifican
intervenciones (en tanto que necesidades, riesgos o condiciones grupales que
olvidan las particularidades individuales).
Lectura complementaria
Tal y como explica en su tesis doctoral el antropólogo Daniel Parajuá (2015), en la
consecución de ayudas sociales es fundamental saber navegar por los trámites buro-
cráticos que median la concesión de estas ayudas. Trámites que, lejos de ser fríos y Daniel Parajuá (2015). Estar
con la gente y estar en la insti-
objetivos, pueden estar atravesados por relaciones complejas entre razonamiento y
tución. La construcción de los
sentimiento, entre norma e interpretación cotidiana de esta norma. Por ejemplo, se-
usuarios de los Servicios Socia-
ñala Parajuá, las familias pueden considerar la buena relación que mantienen con los
les en el marco de las políticas
educadores y trabajadores sociales como una parte más de los requisitos que han de
sociales neoliberales. Tesis doc-
cumplir para obtener y mantener la renta mínima de inserción (RMI), la transferencia toral presentada en la Facul-
de renta que se da a personas «en riesgo de exclusión social» que ya son objeto de una tad de Ciencias Políticas y So-
intervención social y que cumplen toda una serie de requisitos burocráticos de ingre- ciología, Departamento de
sos, situación familiar y residencia. Por su parte, los trabajadores pueden interpretar Antropología Social, Univer-
de forma concreta y singular qué partes de la conducta de las familias contribuyen a sidad Complutense de Ma-
mostrar esfuerzo por reducir el riesgo de exclusión o aumentarlo (llevar o no los niños drid.
al colegio todos los días, sean cuales sean las dificultades para poder hacerlo, mejorar
sus relaciones con los servicios sociales, etc.). Estas ayudas implican explícitamente
un compromiso de seguimiento o asistencia a alguna actividad o la realización de
alguna tarea. Finalmente, la segmentación creciente de las ayudas –por ejemplo, para
un grupo definido por edad, género, nivel de ingresos, procedencia, lugar y estado
de la situación de vivienda, estado de salud, situación familiar y situación laboral–
acrecienta el miedo de perder estas ayudas en cuanto se produzca un ligero cambio
en las condiciones que permitieron obtenerlas. Por ejemplo, la renta activa de inser-
ción (RAI) está destinada a personas que llevan mucho tiempo en situación de paro, a
emigrantes retornados, a víctimas de violencia de género y a personas con diversidad
funcional (o discapacidad), como un ingreso que les permita tener un suelo desde el
que retornar al mercado laboral lo antes posible. Cuando se encuentra un trabajo de
pocas horas o poco tiempo, la ayuda se reduce o se para, y no hay garantías claras de
que se pueda volver a recuperar una vez que ese pequeño trabajo se acaba.
Así, en lugar de operar una segmentación social binaria (excluidos/incluidos), Lectura complementaria
la inclusión diferencial propia de la gestión neoliberal de la intervención so-
R. Castel (2004). La inseguri-
cial produce una hiperestratificación�social, un espectro de gradaciones con- dad social: ¿Qué es estar prote-
tinuas de posiciones sociales que se diferencia de la estratificación propia de gido? Buenos Aires: Manan-
tial.
las sociedades de semejantes en que aquí, al tiempo que los estratos proliferan
hasta la individualización (uno para cada individuo), desaparecen las protec-
ciones asignadas a cada uno de ellos (estatuto). Son, en palabras de Robert
Castel (2004), las sociedades de inseguridad�social, en las que las posiciones
sociales son muy inestables: progresiva temporalidad en el empleo, aumento
de casos de irregularidad sobrevenida en el estatus administrativo de personas
migrantes, frecuente posibilidad de perder una ayuda o una prestación si no
se cumple con el proyecto vital que la justifica.
Para explicarlo, echamos mano del desplazamiento que señala Robert Castel, Lectura complementaria
de la peligrosidad al riesgo: si bien el peligro lo encarna una situación concreta
Un análisis sobre esta forma
que se supone un ataque o desafío al resto del conjunto social, el riesgo no de prevenir interviniendo so-
necesita de ese poso de concreción para asentarse. La idea de riesgo no remite a bre «datos abstractos o facto-
res que hacen más probable
un sujeto o a un hecho concreto, sino a un conjunto de factores abstractos que la materialización de com-
portamientos deseables», en:
son susceptibles de producir un riesgo. Desde el punto de vista de la guberna-
R. Castel (1986). «De la peli-
mentalidad, este desplazamiento tiene una gran trascendencia: para afrontar grosidad al riesgo». En: VV.
un problema, no es necesaria una actuación directa sobre él, cuando ya ha da- AA. Materiales de Sociología
Crítica (pág. 229). Madrid: La
do la cara en forma de peligro. Por el contrario, se puede prevenir actuando so- Piqueta.
bre aquellos factores que entrañan el riesgo de desencadenar dicho problema.
Sobre la base de esta noción de riesgo y su forma de gobierno, se llevan a cabo
actuaciones concretas no por lo que un individuo efectivamente ha hecho, sino
por lo que en tanto que miembro de un determinado conjunto de población se
piensa que potencialmente puede hacer (por ejemplo, en la previsión por parte
del profesorado, de que un chaval inmigrante va a fracasar en la escuela por el
mero hecho de serlo). Es también una concepción del riesgo que puede activar
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 15 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades
1.4.1. Monitoreo
Por otro lado, esta tarea de documentación está íntimamente ligada con la Lecturas
(auto)evaluación de los profesionales, herramienta que permite la objetiva- complementarias
ción de la competencia y la subjetivación y sujeción en torno a ella. Esta ob- Nikolas Rose (1997) señala el
jetivación y constante traducción cuantitativa de las acciones de la interven- pasaje de las ciencias sociales
a las ciencias de la enumera-
ción social se vincula, como veremos más adelante, en su evaluación en tér- ción como saber experto que
delimita los problemas socia-
minos económicos de productividad, eficacia y rendimiento, y comporta una
les.
progresiva mercantilización de la intervención social que resulta altamente Otro trabajo para consultar
problemática. Como práctica propia de las culturas de auditoría de las lógicas sobre el rol de la estadística
en relación con la construc-
empresariales, el registro continuo de datos no necesariamente se traduce en ción de problemas sociales es
el de:
la resolución de las situaciones: no es la resolución lo que se evalúa, sino el
I. Hacking (1999). The Social
registro detallado de las intervenciones (del número de atenciones, del tipo de Construction of What? Cam-
bridge, MA: Harvard Univer-
derivación que se ha hecho, de las características que catalogan a los usuarios
sity Press.
y los asignan a una categoría social, etc.). Ver también:
C. Laval; P. Dardot (2013). La
nueva razón del mundo. Ensa-
1.4.2. Gestión del riesgo para el manejo de la sociedad como yo sobre la sociedad neoliberal.
mercado Barcelona: Editorial Gedisa.
Marilyn Strathern (ed.)
(2000). Audit Cultures. Anth-
La propia idea de contención del riesgo implica un cambio en la lógica de ropological Studies in accounta-
bility, ethics and the academy.
gestión, en la que se renuncia a promocionar abierta y activamente un movi- Londres: Routledge.
miento ascendente de la población. La regulación en el marco de la interven-
ción social no pasa por la corrección de las situaciones de desigualdad, sino por
paliar aquellas situaciones más extremas que, en caso de extenderse, podrían
alterar el equilibrio social. Así, no debe permitirse un suelo por debajo del cual
exista riesgo de que los individuos no puedan hacerse empresa: es necesario
proporcionar las condiciones mínimas (que no cómodas) para que el sujeto se
responsabilice individualmente y, en caso de caída, se culpabilice.
Los problemas sociales, definidos desde el saber técnico de la enumeración y Lectura complementaria
el cálculo, se abordan con actuaciones particulares y parceladas: los profesio-
Michel Foucault se ocupó de
nales no trabajan con derechos colectivos o problemáticas sociales, sino que esta forma de gestión de la
atienden casos particulares, escindiendo aquello que cada situación particular cuestión social que evita la
caída al abismo, pero siempre
tiene de común con otras situaciones. El ejemplo de las ayudas económicas sin ofrecer un colchón cómo-
do en el que descansar en su
ligadas a las rentas mínimas es esclarecedor: socorren a los que caen fuera del
seminario Nacimiento de la
juego de la competencia solamente hasta el punto de devolverles a este juego biopolítica (2007).
de la competencia por el acceso a determinados recursos, y no como modo
de redistribución de riqueza. Las contraprestaciones por cobrar dichas rentas
mínimas se enfocan, fundamentalmente, a recobrar la capacidad de los indi-
viduos para competir por un empleo, una vivienda, etc., o al menos para in-
fundir la creencia de que se puede salir de la situación.
por completo los puntos de inestabilidad, sino de identificarlos a tiempo y Para saber más sobre el con-
mantenerlos a raya; no tanto para resolver los problemas sociales como para cepto de «zonas de aban-
dono», se puede consultar el
localizarlos, acotarlos, evitar su proliferación y mantenerlos dentro de deter- trabajo del antropólogo Joao
Biehl y el fotógrafo Torben
minados límites de «tolerabilidad». Aquí cabe recordar cómo Robert Castel
Eskerod sobre Vita, en Brasil.
(1997) enuncia la cuestión social del momento histórico que sucede al welfare: J. Biehl; T. Eskerod (2013).
se refiere al umbral de tolerancia de una sociedad con respecto a su número de Vita. Life in a Zone of Social
Abandonment. Berkeley: Uni-
desafiliados, y señala que el efecto de las políticas que emanan de esta cuestión versity of California Press.
social es el de atenuar la presencia de los grupos de invalidados, hasta el punto Se recomienda consultar
también:
de expulsarlos del campo de lo visible. D. Stuckler; S. Basu (2013).
Por qué la austeridad mata. El
coste humano de las políticas
Estos límites de lo tolerable son móviles y a veces, se sitúan tan bajo que crean de recorte. Madrid: Taurus.
zonas�de�abandono en posiciones del espectro social donde individuos, gru-
pos sociales o espacios enteros no cuentan con lo básico para sostener sus vidas
y están desprovistos de relaciones sociales y de protección social. Ejemplos de
estas zonas pueden ser los lugares situados en las periferias de algunas ciudades
de Brasil, donde personas sin red familiar o social, con problemas de salud y/
o de consumo de drogas, ven pasar el tiempo al margen de toda vida social
(Biehl y Eskerod, 2013); o los campos de detención de migrantes en el caso del
Estado español, que no saben cuánto tiempo pasará hasta que puedan salir de
allí. Estas zonas no están exentas de contacto con la intervención social o con
la asistencia y la beneficencia (bancos de alimentos). De hecho, pueden carac-
terizarse por una sucesión de intervenciones que, sin embargo, no afectan ni
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Otra de las maneras en las que la razón de gobierno neoliberal ha ido instalán-
dose en la intervención social ha sido a través de un proceso de redirigimien-
to�de�conceptos�y�prácticas que surgieron en el seno de las corrientes críticas
de la intervención social que hemos visto en módulos anteriores. Este proceso
de capitalización de aquello que difería de la norma y que proponía otra forma
de hacer no ha sido, sin embargo, total y completo, pues siempre hay algo que
excede, como hemos ido recordando a lo largo de este módulo. Con todo, cabe
tener en cuenta que algunas nociones, que en un primer momento surgieron
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 20 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades
la intervención social para la inserción del sujeto en las estructuras dominan- Para saber más se puede con-
tes pero sin cuestionarlas («empoderamiento de las mujeres a través del em- sultar, por ejemplo, el análi-
sis que hace Bentancor de los
prendimiento»), para adornar intervenciones directivas y asistenciales («em- discursos del Banco Mundial.
poderar al otro») o para darle un uso individualista y economicista, pasando M. V. Bentancor (2011). «Em-
poderamiento: ¿una alterna-
de la definición de los problemas sociales vinculados a factores de desigual- tiva emancipatoria?». Margen
dad y dominación estructural hacia una definición reduccionista que sitúa las (núm. 61, págs. 1-14).
Ver también:
causas de los problemas sociales en sujetos individuales –«baja autoestima»– y
M. H. Bacque; C. Biewener
actúa a partir del consecuente refuerzo de la «autoconfianza, la decisión pro- (2016). El empoderamiento.
Una acción progresiva que ha
pia, la libertad, las capacidades personales» y el «capital social». Es por ello revolucionado la política y la
que en los usos de esta noción, es fundamental mantener una posición cons- sociedad. Barcelona: Gedisa.
tantemente autorreflexiva y crítica que nos invite a analizar, para cada caso
y en todo momento, si efectivamente las intervenciones realizadas desde este
paradigma contribuyen al fortalecimiento, a la generación de mayores condi-
ciones de igualdad, autonomía y potenciación de las comunidades en las que
se insertan.
Por ejemplo, los proyectos que proponen desplegar en los barrios «antenas
sociales» (figuras socialmente relevantes en los distritos que puedan ir infor-
mando a la Administración del estado de la convivencia en las calles) son un
intento de adentrarse en la complejidad social para captar con precisión todos
sus movimientos. Pero además, la monitorización es posible gracias a la ex-
tensión de la calle como lugar predilecto de la intervención social (presencia
de trabajadores «de calle» en los barrios) y a los procedimientos cotidianos que
han de seguir los trabajadores sociales mediante el uso de nuevas tecnologías,
que incluyen la documentación sistemática no solo del desarrollo de las acti-
vidades sino de una infinidad de variables vitales de los sujetos implicados (se
exige a los trabajadores hacer informes, rellenar fichas, completar cuestiona-
rios, etc., lo que proporciona a la Administración una radiografía del ámbito
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 22 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades
The�Big�Society fue una iniciativa política e ideológica puesta en marcha por el Parti-
do Conservador británico, principalmente bajo la figura de David Cameron a princi-
pios de la segunda década del siglo XXI. La idea central de esta propuesta plantea una
integración del libre mercado con una teoría de la solidaridad social basada en la je-
rarquía y el voluntarismo. Sobre la base de un principio que bautizaron como de «de-
volución» del poder desde el centro a los gobiernos locales, estos, apoyados por una
red institucional de carácter estatal que distribuiría fondos y difundiría ideas, alenta-
rían el voluntarismo de la comunidad, organizada en empresas sociales, asociaciones
de beneficencia y cooperativas, para proveer de servicios a su territorio. Por ejemplo,
la propia comunidad podría organizar y poner a funcionar escuelas de primaria gra-
tuitas, recibiendo fondos del Estado pero también de otras fuentes privadas. Aunque
el término big society cayó en desuso, la iniciativa privada comunitaria ya forma parte
de la tradición que modela la intervención social pública en el Reino Unido.
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 23 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades
Pero además de esta externalización de costes, en concordancia con la noción Lectura complementaria
de gobernanza (gestión de lo público que elimina el monopolio del Estado
A. Agudo Sanchiz (2009).
y promueve la participación de las empresas y la sociedad civil), algunas in- «Conocimiento, lenguaje,
tervenciones comunitarias promocionadas por instituciones internacionales poder e intermediación. Pers-
pectivas contemporáneas en
como el Banco Mundial y algunas ONG buscan reforzar el papel activo de la la antropología de las políti-
cas públicas». Estudios Socio-
comunidad en la gestión de la asistencia social, otorgando roles de control
lógicos (vol. XXVII, núm. 79).
a ciertos sujetos clave de dicha comunidad en el cobro de prestaciones. Al
mismo tiempo, partiendo de los objetivos del desarrollo comunitario, muchas
intervenciones en comunidades empobrecidas y excluidas de los circuitos de
generación de capital trabajan desde la idea de la inserción acrítica en dichos
circuitos (convirtiendo, por ejemplo, a jóvenes pandilleros en guías turísticos
en barrios de infravivienda, generando un efecto de exotización de la pobreza,
que no cuestiona ni incide en sus causas estructurales).
Para terminar este módulo, nos replanteamos la pregunta que desde su sur-
gimiento ha rondado, a modo de sospecha, alrededor de la intervención so-
cial: ¿es�la�intervención�social�un�dispositivo�de�control�o�una�herramien-
ta�de�transformación�social? Esta pregunta, que es útil como disparador pa-
ra empezar a plantearse reflexivamente el papel de la intervención, muestra
sus límites cognoscitivos desde el momento en que la planteamos como una
dicotomía. La intervención social es un campo de conflicto complejo, y co-
mo tal, en él se dan tanto tendencias contradictorias como ambivalentes (por
ejemplo, tensiones entre lógicas de transformación social y lógicas de repro-
ducción del orden social establecido, o que de forma ambivalente incorporan
al mismo tiempo ambas lógicas). Esa conflictividad se juega en cada una de las
relaciones que se dan cotidianamente en el campo: entre los profesionales y
los políticos, jefes o empresarios que les dirigen; entre unos profesionales con
otros; entre profesionales y sujetos con los que se interviene; y en el interior
de las subjetividades de los propios profesionales.
Vamos a realizar un repaso por algunas de las tensiones que se deducen del
contexto actual que hemos definido como neoliberal, y su manifestación en
el Estado español, para terminar dando cuenta de las líneas de fuga que desde
la propia intervención social pueden abrir caminos emancipatorios.
obligados a hacer más por menos salario y con menos recursos e inevitable-
mente de un modo más precipitado e irreflexivo. Por último, son las personas
destinatarias de la intervención quienes, bajo esta lógica, recibirán un trato
instrumental independientemente de sus necesidades y problemas.
las poblaciones pobres y excluidas competencia por esos recursos escasos (por
ejemplo, en discursos xenófobos y racistas) e imposibilidad de luchas y alian-
zas solidarias.
Los vecinos de los barrios se encuentran inundados por programas que no han
pedido, que muchas veces no entienden (o desconocen) y que desaparecerán
en un lapso de tiempo corto para ser sustituidos por una nueva riada interven-
cionista cuando el contexto cambie. A consecuencia de todo ello, por más que
se «dinamice» a la población, se la invite a «participar» y dar su «opinión», en
la medida en que no tiene posibilidad de decidir los quién, cómo, cuándo, la
gestión y distribución de los recursos económicos, ni, sobre todo, el sentido de
esa «activación» que se le propone, acaba estableciendo una relación de con-
sumo/delegación con los dispositivos, servicios y dinámicas que se le ofrecen.
«que se alían con los que no tienen poder para maquinar en contra de los intereses de las
Lectura complementaria
instituciones burguesas. Me refiero, por ejemplo, a las enfermeras o psiquiatras del hos-
pital que se colocan al lado de sus pacientes rebeldes o ‘no complacientes’, a los profeso-
res de escuelas primarias que se alinean con sus estudiantes ‘hiperactivos’, a carceleros N. Scheper-Hughes (1997).
que hacen lo propio con sus pequeños delincuentes, a los gerentes de almacén con sus La muerte sin llanto: violencia
consumidores protestones, a los trabajadores sociales con sus “estafadores” del Estado de y vida cotidiana en Brasil. Bue-
bienestar y así sucesivamente. Una vez conocí a la enfermera psiquiátrica que a partir de nos Aires: Ariel.
sus atentas lecturas de Franco Basaglia asumía el papel de la trabajadora negativa en su
sala. Ella ‘perdía’ o se deshacía de las dosis masivas de tranquilizantes que varios de sus
pacientes ‘esquizofrénicos’ se veían normalmente obligados a tragar» (Shepper-Hughes,
1997, pág. 517).
Por último, una fórmula mixta entre las dos anteriores es aquella que, gracias
a una correlación de fuerzas favorable dentro de la institución (como conse-
cuencia de un proceso de politización entre los profesionales y de un cambio
de gobierno, más abierto a escuchar sus propuestas), opta por producir desde
dentro de la institución misma un trabajo esta vez «positivo» en el que se in-
tentan disolver las fronteras entre sujeto/objeto de la intervención y se intenta
producir un espacio transversal y común que distribuya las posibilidades de
decisión e incidencia.
Una experiencia sugerente para ilustrar lo dicho se halla en una serie de trans-
formaciones en el ámbito de las instituciones psiquiátricas en el contexto ita-
liano de la segunda mitad del siglo XX. En la Italia de la década de 1960, el
psiquiatra Franco Basaglia comenzó a organizar un movimiento que tenía en-
tre sus objetivos el cierre de los manicomios y que se acabó fusionando con el
movimiento de Psiquiatría Democrática. Un antecedente de este movimien-
to es la práctica de la clínica La Borde (Francia) donde, a partir de un profun-
do desbaratamiento del funcionamiento y los roles tradicionales de la insti-
tución, los enfermos participaban de manera activa en la organización de la
vida del establecimiento. En 1962, bajo gobiernos de centro-izquierda, se ani-
mó en Italia el impulso para transformar los asilos en hospitales psiquiátricos
donde poder curar y no solo encerrar a los enfermos mentales. A su vez, se
introdujeron cambios en la formación del personal y técnicas psicoterapéuti-
cas, lo que llevó a probar nuevos métodos de socialización y psicoterapia de
grupo. El empuje por parte de los profesionales, pero también por parte de
asociaciones de afectados y familiares en la denuncia contra la violencia en las
instituciones, culminó en 1968 con la ocupación por parte de estudiantes de
CC-BY-NC-ND • PID_00249383 31 La intervención social hoy: tensiones y posibilidades
Bibliografía
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