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En Guatemala hay 27 denuncias diarias por violencia contra la mujer

La ONU lanzó una campaña para eliminar la violencia de género, que en el país presenta
cifras alarmantes.
Cada hora, por lo menos una mujer es víctima de algún tipo de violencia, sexual,
económica, política o laboral, entre otras, según datos de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU).
La ONU en Guatemala, afirmó que las cifras de violencia en contra de las mujeres
no se han reducido y que un reflejo de esto es que, de enero a abril de este año, se
han registrado más de 30 mil embarazos en niñas y adolescentes.

Por eso, se lanzó en el país la campaña Únete para poner fin a la violencia en contra
de las mujeres, que se trata de 16 días de activismo para llamar la atención a la
protección de las niñas, adolescentes y mujeres. La campaña es global busca
cumplir con el número cinco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones
Unidas, sobre la igualdad de género. Las mujeres son el 50.79 por ciento de
población del país, según las cifras del 2018 de ONU Mujeres.

AMBITO POLITICO

En el tema político, las cifras de ONU Mujeres señalan que las féminas son el 53.9
por ciento de las personas que pueden votar, la Ley Electoral evita la exclusión de
este género en la vida política.

UNION EUROPEA, UE.


En la presentación de la campaña estuvo presente la Unión Europea (UE) en
Guatemala, quien hizo una reflexión sobre el papel de la familia y la cultura en la
violencia en contra de las mujeres.

El diplomático afirmó que la UE tiene como una de las prioridades reducir la violencia
en contra de las mujeres, como parte de la protección a los derechos humanos y
que se debe poner atención a este problema para tener un verdadero desarrollo.
“De poco sirve el crecimiento económico si no hay un cambio cultural. El desarrollo
no requiere solo cantidad sino calidad, requiere enfocar las políticas públicas”

Violencia contra mujeres indígenas aumenta en el país

La Defensoría de la Mujer Indígena informó ayer que a partir del 2015 aumentaron los
casos de violencia en contra de las mujeres indígenas en la provincia, a los cuales les
dan seguimiento.
Diferentes sectores de Quetzaltenango ven con preocupación el incremento de
la violencia contra la mujer indígena, ya que según estadísticas, el año pasado se
registraron al menos 715 casos.

Sin embargo, el Ministerio Público (MP) reportó mil 863 denuncias, de enero a
agosto de 2015, y en 2014 fueron mil 728.

Presidenta del Colectivo de Mujeres, aseguró que el aumento de las denuncias


presentadas por víctimas se atribuye a que ahora tienen mayor conocimiento de sus
derechos y que existen leyes e instituciones que las apoyan.

Delegada en San Marcos, refirió que la cultura de denuncia se ha fortalecido, pues


en el 2015 se registraron 542 casos; entre estos, 243 en el aspecto jurídico, 142 en
lo social y 157 en lo psicológico. “Ha aumentado la cultura de denuncia sobre estos
hechos, pero es fundamental que todos se involucren para fortalecerla”,

Comitancillo, San Lorenzo, Concepción Tutuapa, San Miguel Ixtahuacán, Sibinal,


Tajumulco, San José Ojetenam, Sipacapa, Esquipulas Palo Gordo, San Antonio
Sacatepéquez, Tejutla, San Pedro Sacatepéquez y Tacaná, son los
municipios afectados por ese flagelo.

Tipos de violencia

A lo largo de los años, las mujeres y los niños han sido el grupo más vulnerable a
que se violenten sus derechos. En la violencia psicológica hay frases y expresiones
que denigran la condición de mujer, y por ser comunes pasan inadvertidas.

La violencia física se da dentro del núcleo familiar, de esposo a esposa o de padre


a hijas. La mayoría no se atreve a denunciar, pues este tipo de agresiones son
acompañadas de violencia psicológica, para que las víctimas callen.

En la violencia sexual existe desde una caricia no deseada hasta una violación.
Quien, en la mayoría de casos, la perpetra es un familiar o cercano a la víctima.

La laboral se refiere a los abusos de jefes. También se traduce en falta de


oportunidades por la condición de ser mujer.
La económica se define como el acto de fuerza o de poder ejercido contra las
mujeres y que vulnera sus derechos económicos, y es el segundo tipo de agresión
que sufren estas después de la emocional.
VIOLENCIA FISICA
Los datos registran que entre el 2014 y el 2018, 254 mil 160 mujeres fueron
agraviadas con los delitos que contempla la Ley contra el femicidio y mil 195 féminas
fueron asesinadas. Entre los grupos de edad más vulnerable están las mujeres de
20 a 29 años, con un 31.5 por ciento de las víctimas y las niñas y adolescentes de
entre 10 a 19 años, con el 10.2 por ciento.
La violencia en contra de las mujeres es resultado de la discriminación hacia este
grupo, por lo que se trabaja en el empoderamiento de las mujeres rurales.

La violencia contra las mujeres: causa y consecuencia


La falta de empoderamiento de las mujeres constituye una forma de desigualdad
crítica. Y si bien existen múltiples barreras para el empoderamiento de las mujeres,
la violencia contra mujeres y niñas es tanto una causa como una consecuencia de
la desigualdad de género.
Las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que
aproximadamente una de cada tres mujeres y niñas en el mundo (el 35 por ciento)
han experimentado violencia física o sexual a manos de su pareja o de terceros.
Estos números, aunque impactantes, solo cuentan una parte de la historia.
La violencia de género es un fenómeno global que trasciende límites de edad,
estatus socioeconómico, nivel educativo y situación geográfica. Pero, lo cierto es
que todavía queda mucho por saber sobre su verdadero alcance. Por ejemplo, solo
107 de 195 países disponen de datos sobre la violencia doméstica, un número que
desciende a 56 cuando hablamos de cifras sobre violencia a mujeres a manos de
terceros. Pero incluso cuando existen datos, es probable que las cifras estén
subestimadas, ya que es muy difícil recopilar información sobre la violencia de
género, debido a que victimas sienten miedo al denunciar o se sienten
avergonzadas.
Más allá de las víctimas, la violencia de género también tiene un impacto en la vida
de muchas otras mujeres. El temor a la violencia puede impedir que continúen con
su educación, trabajen o ejerzan sus derechos políticos. Una reciente encuesta de
Gallup muestra que, de manera consistente, en todas las regiones del mundo, las
mujeres se sienten menos seguras que los hombres, aunque los niveles de
inseguridad varían significativamente según la zona geográfica.
Pero la violencia de género no es solo una causa de desigualdad, sino que también
es consecuencia de ella. En muchos lugares, se ve reforzada por leyes
discriminatorias y normas sociales excluyentes que socavan la independencia y las
oportunidades en el ámbito de la educación y los ingresos de mujeres y niñas.
Algunas veces, la violencia de género se asocia a cambios en las relaciones de
poder dentro de los hogares y las comunidades, especialmente cuando hay un
resentimiento contra las mujeres que se alejan de los roles convencionales.
Así, hoy en día, 49 países aún no tienen leyes que protejan a las mujeres de la
violencia doméstica. En 32 países, los procedimientos a los que se éstas enfrentan
para obtener un pasaporte difieren de los de los hombres. Y en 18 países, las
mujeres necesitan la aprobación de su marido para aceptar un trabajo. Prácticas
como el matrimonio infantil también están generalizadas en muchos lugares,
especialmente en los países con bajo nivel de desarrollo humano, donde el 39 por
ciento de las mujeres de 20 a 24 años se casaron antes de cumplir 18 años.
Asimismo, las estimaciones del Informe sobre Desarrollo Humano 2015, muestran
que a pesar de que ellas realizan la mayor parte del trabajo global (un 52 por ciento),
las mujeres afrontan desventajas tanto en el trabajo remunerado como en el no
remunerado. Realizan tres veces más trabajo no remunerado que los hombres (un
31 por ciento versus un 10 por ciento) y, cuando su trabajo es remunerado, ganan
un 24 por ciento menos que sus homólogos masculinos. El denominado "techo de
cristal" profesional, se traduce en que las mujeres aún ocupan solo el 22 por ciento
de los puestos de liderazgo en empresas y menos del 25 por ciento de los cargos
políticos y judiciales de alto nivel.
Entonces, ¿qué debemos hacer? Claramente resulta fundamental apoyar a las
mujeres y niñas víctimas de la violencia, ya se trate de violencia doméstica o en el
lugar de trabajo, por ejemplo, asegurando que tengan acceso a la justicia, a refugio
y a protección. Pero para romper el ciclo de la violencia de género, las
intervenciones políticas deberían centrarse en el largo plazo, cambiando aquellas
normas sociales que son discriminatorias; cerrando las brechas de género
existentes en el nivel educativo, económico o social; y creando una mayor
concienciación social acerca de la violencia de género.
Políticas innovadoras y ambiciosas que apuntan a resultados transformadores
(como aumentar la participación de las mujeres en la comunidad) pueden llegar a
cambiar las normas. Si bien las normas deben guiar el diseño de políticas y
programas culturalmente sensibles, no deben limitar o socavar estas iniciativas.
Se han logrado avances en muchos frentes importantes, como el cierre de las
brechas entre hombres y mujeres en la educación primaria; pero ha habido inercia
y estancamiento en otros ámbitos, como el empleo. Se necesita un esfuerzo mucho
mayor para abordar los patrones de violencia que afectan a muchas sociedades y
para que éstos no se perpetúen a través de las generaciones. Recopilar más datos
es un primer paso importante.

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