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DERECHO DE LA INTEGRACION

Los procesos de integración modernos son formas de cooperación o alianzas pacificas


entre las unidades autónomas de poder, en sus formas actuales de Estado –Nación, con
el fin de proveer los medios necesarios para mejorar las condiciones de supervivencia y
desarrollo, que dan prioridad a la lógica de la cooperación sobre la del conflicto.

Una zona preferencial es la forma de asociación económica de menor alcance, donde los
países miembros se conceden tratamiento tarifario diferencial. El mercado común
involucra la libre circulación de mercancías, personas y capitales y la libre prestación de
servicios, la unión económica se da cuando los miembros unifican sus políticas
macroeconómicas y la unión monetaria, cuando tienen moneda y autoridad monetaria
comunes.

La palabra “integración” deriva del latín integratio, integrationis, y quiere decir “acción y
efecto de integrar o integrase”.

Mientras que “integrar” deriva también del latín integrare, y significa construir las partes de
un todo, y en su sentido pronominal, incorporarse, unirse a un grupo para formar parte de
él.

El objetivo del derecho de la integración es unir a los Estados para formar una unión
regional, sea esta económica, social o cultural. Desde una perspectiva sociologica, el
fenómeno integración puede entenderse como un ajuste y cooperación entras las distintas
partes que componen un sistema social, con base en la identificación y participación de
los individuos y grupos que lo forman.

Se ha definido a la integración como un proceso de cambio social voluntario mediante el


cual, a partir de la existencia de problemas, intereses y objetivos comunes, las unidades
nacionales se asocian y adoptan estrategias de acción conjunta para mejorar su estatus,
el de sus respectivas comunidades y su inserción en el sistema estratificado internacional.

El concepto de integración se agota para algunos en lo económico, en sentido amplio


(productivo – comercial – financiero); en tanto otros autores lo reservan para definir una
integración abarcativa (política – económica – social – cultural). Sara de Cardenas refiere
al proceso de integración, como el proceso convergente, deliberado, fundado en la
solidaridad, gradual y progresivo, entre dos o más Estados, sobre un plan de acción
común en aspectos económicos, sociales, culturales y políticos. En opinión de Ekmedjian,
es un ppio la integración, ha tenido exclusivamente objetivos económicos, que liego se
fueron ampliando a otros de diversa naturaleza, por lo que, en la actualidad, la integración
no solo tiene objeto el área económica sino que también busca la protección de los
derechos humanos o derechos personales. Alvarez concluye que cada proceso de
integración será definido y caracterizado en virtud del objetivo que los Estados intentan
alcanzar y en función de ese objetivo se determinaran los institutos jurídicos y políticos
con que se le ha de dotar, a efectos de hacer realidad su concreción.
Se fue gestando tanto en la doctrina y en la jurisprudencia la opinión de que el derecho
comunitario se estructuraba a partir del concepto de supranacionalidad. Se ha definido al
derecho comunitario como un sistema intermedio en el cual los Estados parte, por un acto
de su voluntad soberana y en ejercicio pleno de su soberanía, acuerdan, en el marco del
derecho internacional público, crear órganos comunitarios, diferentes de los órganos
intergubernamentales. Ese orden jurídico propio, distinto del internacional y del interno de
cada Estado miembro, es lo que se denomina ordenamiento jurídico comunitario. La
integración no exige renuncia por parte de los Estados miembro a su soberanía, sino que
necesita que estos, en virtud de dicha soberanía, cedan voluntariamente el ejercicio de
ella a la organización de que se trate.

Características especiales que tiene el dcho de la integración

*Los sujetos son los Estados Soberanos

*Los Estados emprenden el proceso integrador en forma voluntaria y deliberada

* Como todo proceso se debe avanzar por etapas, es decir el proceso debe ser gradual

* Las etapas deben ser cada vez más profundas y dispersas, de allí la necesidad de la
progresividad y la convergencia del proceso

*Por último, el proceso de integración se inicia con acercamientos económicos, pero


lentamente y dependiendo de cada proceso, la agenda va abarcando e incluyendo nuevo
temas de las aéreas sociales, culturales, jurídicas y hasta políticas de los países
miembros.

Derecho de Integración: conjunto de normas y actos jurídicos que regulan la conducta


de los Estados entre sí, de estos con organismos internacionales, y de estos organismos
entre sí, con el objetivo de potenciar la cooperación entre las partes para facilitar la
obtención de los fines propuestos, mejorar las relaciones recíprocas y fortalecer su
posición conjunta frente a los estados ajenos al grupo.

Tenemos dos sistemas normativos, el Monismo y el Dualismo. En el Monismo, si el


estado no cumple incurre en responsabilidad internacional. En caso de ingreso de una
norma internacional que choque con una norma interna, tiene la obligación de armonizar
el derecho interno. Esto acorde a lo Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados, art. 26 y 27:

26. "Pacta sunt servanda". Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido
por ellas de buena fe.

27. El derecho interno y la observancia de los tratados. Una parte no podrá invocar las
disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado.
Esta norma se entenderá sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 46.
En el Derecho de Integración existe solo cooperación, los estados mantienen plenamente
su soberanía. Solo existen políticas conjuntas del bloque en ciertas materias, pero no hay
cesión de soberanía. El poder es ejercido por representantes de los gobiernos de cada
nación miembro, y cuando debe resolverse algo es necesaria la unanimidad en la
votación.

Tipo de integración

La integración, que ha nacido del dcho internacional publico, es la fusión de ciertas


competencias estatales en un órgano superestatal o supranacional. Pero la integración no
debe restringir la soberanía de las partes que acuerdan establecer un órgano
supranacional. La integración resulta en entes o gremios internacionales, los cuales se
dedican a establecer normas dirigidas a estados con un propósito específico. La
integración es un proceso, no es un acto, no ocurre de un día para el otro sino que es un
proceso que va desde la creación de una zona de preferencia aduanera hasta la
integración económica total o integral, conforme a ciertas etapas.

La integración económica: Cuando se habla de integración, generalmente se refiere a la


integración económica, ya que este propósito es el que mas influye en la integración de
naciones independientes. La integración económica esta compuesta del comercio, del
flujo de capital, del flujo de personas o labor y también la abolición de barreras al
comercio libre. La integración económica puede tener uno de dos propósitos: el
establecimiento de un mercado común o un aérea de comercio libre. El dcho de
integración económica será el conjunto de normas y ppios que regulan la conducta de los
Estados en cuanto a dicha integración regional. Son las normas nacionales e
internacionales que rigen la actuación del Estado en relación con todas aéreas de la
integración.

Origen de la Integración: podría decirse que el antecedente más destacado es el


“Tratado de paz de Westfalia”. Los estados se dan cuenta de la necesidad de paz y
cooperación para poder crecer y vivir sin sobresaltos. Nace el DIP. Surge la idea de
“sujetos del DI”. Estados como sujetos, y reglas para regular su interactuación, como
también entre estos y otros sujetos del DI. Derecho de Coordinación.

Derecho de Coordinación: los estados, voluntariamente, firman un tratado y acuerdan con


otros sobre temas comunes, o adhieren a una organización internacional que los nuclea
(Ej: ONU). No ceden potestad soberana.

Nace la Sociedad de las Naciones, como respuesta a la Primera Guerra Mundial, pero
fracasa rotundamente, y llega la Segunda Guerra Mundial. Termina la Guerra y nace la
ONU. También, en Europa, comienza a crecer la idea de formación de la CEE. Nace
como mercado común y deriva a una unión política.

Se trata de una estructura comunitaria, con órganos que tienen poder por encima del
poder propio de los países miembro.

Evolución
Las consecuencias históricas de las guerras mundiales no solo conllevaron a un nuevo
ordenamiento mundial sino también a que los Estados expresaron su preocupación por
cuestiones comunes a todos ellos. Hasta ese momento, el ppio supremo que regia a los
Estados era el de la soberanía absoluta, entendida como una potestad que el pueblo
delega a sus representantes a fin de que estos los protejan de ellos mismos, de intrusos y
permita establecer un sistema ordenado de vida. Los Estados comienzan a sentís la
necesidad de establecer con otros Estados un ordenamiento común y supremo a ellos
que vele por la paz y la seguridad internacionales. El dcho internacional es la primera
manifestación de los Estados motivada por la necesidad de un sistema que unifique y
controle determinadas conductas y comportamientos de los sujetos de dcho internacional.
Esta organización internación encuentra ciertos límites; si bien los estados delegan
algunas competencias propias de su soberanía y reconocen a un ente superior a ellos
mismos, esta organización no puede, so pretexto de cumplir con las obligaciones
encomendadas, vulnerar las condiciones propias de los Estados federales. El ppio de
soberanía y no intervención es fundamental en las relaciones de índole internacional. La
organización debe velar oir la paz y la seguridad, y asegurarse de que se de un efectivo
cumplimiento de los derechos humanos, pero no puede inmiscuirse en cuestiones propias
de los Estados.

Ahora bien, afianzados los ppios previstos por la organización nacional, los Estados
comienzan a plantearse la necesidad de establecer un régimen que vale por sus intereses
económicos, a fin de promover un comercio más rentable y maximizar los beneficios
aduaneros.

A tal fin es necesario que estos Estados se integren en bloques económicos, en donde
acuerden mecanismos eficaces que flexibilicen determinados criterios proteccionistas y
conlleven a un flujo económico de comercialización provechoso para los estados que
integren el bloque. En este sentido, el dcho a la integración se gesta dentro del marco
propiciado por el dcho internacional, el cual actúa como rector de las relaciones entre los
Estados. Esto implica dos cosas, que el dcho a la integración no puede apartarse de los
ppios fundamentales previstos por el dcho internacional ni de sus mandatos internos.

Son los mismos Estados en el marco de su estricta soberanía y conforme los ppios
previstos por las organizaciones internacionales, que establecen sistemas económicos
complejos encomendados a un entre supraestatal que coordine y controle las relaciones
entre las partes que lo componen.

Pero lo Estados no se conformaron con lograr un sistema armónico de integración


económica, sino que decidieron delegar un mayor grado de competencias soberanas a
esa organización supranacional, a fin de que no se limite a administrar y entender
cuestiones de índole económica sino a legislar a cada uno de los ciudadanos de los
distintos Estados que forman parte de la comunidad.

Naturaleza de las instituciones en los sistemas de integración


Los procesos de integración están dotados de una estructura institucional
intergubernamental y tienen por lo gral, órganos compuestos por funcionarios
dependientes de los Estados parte que reciben instrucciones de estos. La doctrina
clasifica las organizaciones internaciones en: intergubernamentales y supranacionales.

Las primeras se caracterizan porque sus órganos están integrados solo pro
representantes gubernamentales. Los Estados que las componen no tienen obligaciones
en caso de decisiones tomadas contra su voluntad o bien la toma de decisiones
corresponde a los mismos Estados. Las supranacional están integradas de manera que
sus miembros no representan a ningún Estado, se encuentran desvinculados de sus
nacionalidades y responden solo a los interese comunitarios, sin recibir instrucciones de
ningún gobierno y con potestad de distar normas obligatorias para los estos miembro, con
aplicación inmediata u prevalente en sus respectivos ordenamientos internos.

Caso argentino

La recepción del derecho de la integración por parte de la Republica Argentina tiene


sustento constitucional en el art 75 inc 24 CN, vigente tras la reforma de 1994.

“Corresponde al Congreso: 24. Aprobar tratados de integración que deleguen


competencias y jurisdicción a organizaciones supraestatales en condiciones de
reciprocidad e igualdad, y que respeten el orden democrático y los derechos humanos.
Las normas dictadas en su consecuencia tienen jerarquía superior a las leyes.

La aprobación de estos tratados con Estados de Latinoamérica requerirá la mayoría


absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara. En el caso de tratados con
otros Estados, el Congreso de la Nación, con la mayoría absoluta de los miembros
presentes de cada Cámara, declarará la conveniencia de la aprobación del tratado y sólo
podrá ser aprobado con el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de
cada Cámara, después de ciento veinte días del acto declarativo.

La denuncia de los tratados referidos a este inciso, exigirá la previa aprobación de la


mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara”

La constitución incluye en el art 75 inc 22 y 24 algunos preceptos base del derecho


comunitario. La jerarquía superior de los tratados respecto de las leyes, la delegación de
competencias y jurisdicción a organizaciones supraestatales, exigiendo para ello el voto
favorable de la mayoría absoluta del total de los miembros de cada cámara. La reforma
avanza aun mas en el camino del dcho de la integración, acordando a las normas
secundarias o derecho derivado un orden jerárquico superior a las leyes .Dicha clausula
constitucional permite la recepción del dcho de la integración y del dcho comunitario. Es
dable hacer notar que entre ambos no existiría mas que una distinción de género a
especie. EL primero sería el género y el segundo, una de sus especies.
Si bien ello no significa que se rijan por los mismos ppios, y tenga las mismas
características políticas, sociales y económicas, pues en el dcho de la integración rigen
las decisiones intergubernamentales y en el dcho comunitario rige la supranacionalidad.

PRIMACIA DEL DCHO DE LA INTEGRACIÓN SOBRE EL ORDEN LEGAL


INFRACONSTITUCIONAL Y SUBORDINACIÓN AL ORDEN CONSTITUCIONAL

Algunos autores como Colautti o Sagues manifiestan que los tratados de integración
deberían tener jerarquía constitucional toda vez que delegan competencias y jurisdicción
a organizaciones supraestatales modificando así en forma indirecta el art 116 CN.

No debe olvidarse que nuestra Constitución se enmarca en la categoría de constituciones


rígidas, es decir, aquellas en las cuales está claramente expresada la distinción entre el
poder constituyente y los poderes constituidos. El poder constituyente está definido como
la facultad soberana del pueblo a darse su propio ordenamiento jurídico político
fundamental originario por medio de una constitución y a revisar esta total o parcialmente
cuando sea necesario.

Como consecuencia de esta definición, resulta la distinción entre poder constituyente


originario y poder constituyente derivado. Es originario cuando importa la fundación de
una sociedad política global que establece su organización política y jurídica fundamental
sin atenerse a reglas positivas preexistentes. Es derivado cuando con el acto
constituyente se modifica, total o parcialmente la constitución preexistente y conforme a
los procedimientos establecidos por ella (art 30)

La reforma de 1994 efectuada en ejercicio del poder constituyente derivado llevo a cabo
una serie de modificaciones entre ellas, la incorporación del dcho de la integración a
través del art 75 inc 24.

ATENTO A LA INFRACONSITUCIONALIDAD DEL DCHO DE LA INTEGRACION, Y AL


CARÁCTER RIGIDO DE NUESTRA CONSTITUCION HASTA TANTO NO SEA
MODIFICADO, CONFORME LOS PROCEDIMIENTOS CONSTITUCIONALES
ESTABLECIDOS, LA DELEGACION DE COMPETENCIAS Y JURISDICCION A
ORGANIZACIONES SUPRAESTATALES, EN TANTO IMPORTEN LA MODIFICAION DE
CLAUSULAS CONSTITUCIONALES VIGENTES, RESULTA INCONSTITUCIONAL.

1- Jerarquía de Tratados y CN. Antes de la reforma, fallo Ekmedjian c/ Sofovich. Luego


de la reforma art. 75 inciso 22 y 24 (norma habilitante). Fallos Sancor y Dow Química.

Ekmedjian c/ Sofovich (1992): la Corte reconoció que los tratados tienen jerarquía
superior a las leyes, mediante dos fundamentos:

a- Derecho interno constitucional: derogar un tratado internacional, surgido de un


acto complejo federal, mediante una ley del Congreso importa un avance
inconstitucional del poder legislativo sobre la potestad del poder ejecutivo de llevar
adelante las relaciones exteriores de la Nación.
b- Derecho internacional: invocación del art. 27 de la Convención de Viena sobre
Derecho de los Tratados.

Lo virtuoso de este fallo es que la Corte reconoció un derecho no reconocido


explícitamente en la CN ni en la legislación interna, pero si en un Tratado Internacional,
previo a la reforma constitucional de 1994, otorgando así a los Tratados la jerarquía que a
la postre tendrían de manera explícita

CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD, CONVENCIONALIDAD E


INTEGRACIONALIDAD

“Control de Constitucionalidad”, se encarga de realizar una comparación entre la


Constitución y las demás normas del sistema jurídico de jerarquía inferior, estableciendo
que la primera debe prevalecer por sobre las demás. Es así que encontramos un sistema
Difuso de Control de Constitucionalidad, en donde dicho control es llevado a cabo por
todos los jueces, ya sean provinciales o nacionales, sistema adoptado, entro otros, por
Estados Unidos (por medio del célebre caso Marbury vs. Madison) y Argentina (receptado
por los fallos Sojo5 y Elortondo6).

La supremacía constitucional es un principio teórico del derecho constitucional que


postula, originalmente, ubicar la constitución nacional jerárquicamente por encima de
todas las demás normas jurídicas, internas y externas, que pueden llegar a regir sobre
ese país, considerándola como la Ley Suprema, de la cual todo el sistema jurídico
encuentra fundamento. Esto incluiría a los Tratados Internacionales ratificados por el país
y cuyo ámbito de aplicación pueda ser también sobre las relaciones jurídicas internas.
Sobre este particular, solo a fines de circunscribir estos conceptos teóricos en los limites
nacionales argentinos, no se presentan dificultades en afirmar que dicho carácter de
supremacía constitucional lo encontramos en el artículo 31 de nuestra Carta Magna, y
posteriormente, ampliado con la reforma constitucional de 1994, en el articulo 75 inciso
22° con la incorporación de diversos instrumentos internacionales, otorgándoles igual
jerarquía.

El control de convencionalidad puede ser entendido como una concordancia que realizan
los jueces de las normas de derecho interno vigentes de cada país subscriptos a la
Convención Americana de Derechos Humanos y el mismo instrumento supranacional. El
control de convencionalidad, busca, establecer si la norma que está siendo objeto de
revisión se adecua a lo determinado por la Convención de Derechos Humanos, es decir,
si la misma resulta convencional o no. En caso de ser tenida como “inconvencional”, el
efecto que la misma trae aparejada es su invalidez y esto por ende determina que la
misma no pueda ser aplicada, incluso si se trata de la propia Constitución Nacional. El
control de convencionalidad se debe realizar teniendo en cuenta las cláusulas de la
CADH, más las interpretaciones que de ello ha hecho la Corte IDH en sus sentencias y
opiniones consultivas
Como ya lo señalé la Convención Americana sobre Derechos Humanos integra
expresamente nuestro bloque constitucional desde 1994, por ese motivo cuando cualquier
tribunal ejerza el control de constitucionalidad, es evidente que deberá hacerlo teniendo
en cuenta el texto de la mencionada Convención.-

Debo destacar que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, órgano de aplicación


de la Convención con jurisdicción supranacional ha señalado en reiteradas oportunidades
que: “los tribunales locales no deben limitarse a analizar si una ley es o no
inconstitucional, sino que el Poder Judicial debe ejercer una especie de “control de
convencionalidad” entre las normas jurídicas internas […] y la Convención Americana” y
en tal sentido se expresan los fallos: Corte IDH Caso “Almonacid Arellano y otros Vs.
Chile” sentencia del 26 de setiembre de 2006, concretamente expresa: “La Corte es
consciente que los jueces y tribunales internos están sujetos al imperio de la ley y, por
ello, están obligados a aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero
cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención Americana,
sus jueces, como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les
obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean
mermadas por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio
carecen de efectos jurídicos. En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer una
especie de “control de convencionalidad” entre las normas jurídicas internas que aplican
en los casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta
tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la
interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la
Convención Americana”

¿Los tratados de integración son Tratados Internacionales? [arriba] -

El primer interrogante que se nos plantea es si son técnicamente tratados internacionales


o no.

Para ello, debemos recurrir a la Convención de Viena sobre el derecho de los tratados,
que la Argentina en el artículo 1º de la ley 19.865 la aprueba, y cuyo texto forma parte de
dicha ley, que fue adoptada por la Conferencia de las Naciones Unidas y abierta a la firma
el 23 de mayo de 1969, fecha en que fue suscripta por nuestro país. Actualmente, la
Convención analizada cuenta con cuarenta y cinco signatarios y ciento diez partes[57].

Para la Convención de Viena un tratado es un acuerdo internacional celebrado por escrito


entre Estados y regido por el derecho internacional, ya sea que conste en instrumento
único o en dos o más instrumentos conexos y cualquiera que sea su denominación
particular (art. 2.1.a). Y la ratificación, aceptación, aprobación y adhesión es un acto
internacional así denominado por el cual un Estado hace constar en el ámbito
internacional su consentimiento en obligarse por un tratado (art. 2.1.b).
La misma convención estipula que el Estado que ha consentido en obligarse por el
tratado, tienen responsabilidad por su incumplimiento, haya o no entrado en vigor el
tratado (art. 2.1.e).

De lo anterior se desprende que los tratados de integración no son tratados


internacionales en general, sino tratados especiales y particulares, pues se basan
en un derecho de integración y no en el derecho internacional (aunque es fuente
principal); es necesario que entren en vigencia para ser obligatorios aunque hayan
consentido su obligación, pues los tratados de integración al iniciarse como un
tratado marco (acuerdo de voluntades) no adquieren obligación alguna hasta que
no son firmados y aprobados por cada Estado (externa e internamente).

Control de integracionalidad

Como se ha señalado, al Poder Judicial, atento al artículo 116 de la Constitución


Nacional, le corresponde el conocimiento y la decisión de todas las causas que versen
sobre puntos regidos en la Constitución Nacional, las leyes y los tratados con naciones
extranjeras.

A la primera función judicial se la conoce con el nombre de control de constitucionalidad, a


la segunda, control de legalidad, y la última es la que más dificultad suscitó en el derecho
público.

Esta última función debemos interpretarla conjuntamente con el artículo 75, inciso 22,
pues allí tenemos varios tipos de jerarquías, tales como:

- jerarquía superior a la ley (todos los tratados concluidos con naciones u organizaciones
internacionales),

- jerarquía constitucional (todos los tratados allí enumerados y los incorporados con
posterioridad, sobre derechos humanos).

Con respecto a los tratados enunciados taxativamente en el artículo 75, inciso 22, para
que se respete su jerarquía constitucional se utiliza el control de convencionalidad.

Sin embargo, ello no concluye allí, pues el artículo 75, inciso 24 les abre la puerta a los
tratados de integración con requisitos, características y objetivos diferentes, y al solo
efecto de diferenciarlos de los restantes, utilizamos la expresión “control de
integracionalidad”. Debemos aclarar que dicha distinción no solo surge de este trabajo,
sino que implícitamente los constituyentes del año 1994 los han separado del resto y han
diseñado ciertos elementos diferenciados.

1. ¿Supraestatalidad o interestatalidad?
La primera cuestión que debemos esclarecer en el control de integracionalidad es si dicho
actuar se basa en la supraestatalidad o en la interestatalidad, es decir, si los tratados de
integración en nuestro país tienen aplicación y efectos directos, y son obligatorios para
todos los Estados partes sin necesidad de una aprobación interna de los Estados.

Si bien el artículo 75, inciso 24 establece que le corresponde al Poder Legislativo aprobar
tratados de integración que deleguen competencia y jurisdicción a organizaciones
supraestatales, lo cierto es que la Argentina no forma parte de ningún proceso de
integración que tenga características supraestatales.

La supraestatalidad o supranacionalidad fue una característica del derecho comunitario,


término incorporado en el artículo 9º del Tratado de París de 1951, que dio origen a la
Comunidad Económica del Carbón y del Acero.

Álvarez aclara que ningún tratado posterior, del proceso de integración europeo, reiteró el
término “supranacionalidad”, y este dejó de integrar el orden normativo comunitario, en
1965, como consecuencia del Tratado de Fusión.

No obstante la ausencia del término, en los tratados posteriores, las instituciones fueron
dotadas de mayor autonomía que la otorgada a la alta autoridad, y se fue gestando tanto
en la doctrina como en la jurisprudencia la opinión de que el derecho comunitario se
estructuraba a partir del concepto de supranacionalidad.

El derecho comunitario fue definido como un sistema intermedio en el cual los Estados
partes, por un acto de su voluntad soberana y en ejercicio pleno de su soberanía,
acuerdan en el marco del derecho internacional público crear órganos comunitarios
diferentes de los órganos intergubernamentales.

La característica de los órganos intergubernamentales es que se integran con


representantes de los Gobiernos de los Estados miembros; de esos representantes
emana la voluntad orgánica del órgano o de la organización, respondiendo al mandato de
sus respectivos Gobiernos, cumpliendo sus instrucciones y atendiendo a sus intereses. El
acuerdo que finalmente se concluya en muchos casos deberá ser sometido a los
procedimientos comunes de entrada en vigor de los tratados.

En cambio, conforme a Álvarez, Arbuet Vignali señala que cuando por medio de un acto
soberano los Estados crean un órgano comunitario, designan a las personas que lo
integrarán; esas personas van a actuar según sus conocimientos técnicos, decidiendo
según su leal saber y entender, sin recibir instrucciones de Gobierno alguno y atendiendo
fundamentalmente a los intereses de la comunidad[59].

Esas decisiones obligan a los Estados y se integran al ordenamiento jurídico interno de


los Estados miembros, entrando en vigor de inmediato, sin ningún otro trámite, en todo su
ámbito geográfico. Además, las normas creadas por estos órganos supranacionales
prevalecen sobre las leyes de los Estados miembros. Esto permite una mayor fluidez y
eficacia en la toma de decisiones.

Es precisamente ese orden jurídico propio, distinto del internacional y del interno de cada
Estado miembro, lo que se denomina “ordenamiento jurídico comunitario”.

En similar sentido, Ekmekdjian manifiesta que, desde hace algunas décadas, se fue
gestado en la comunidad internacional un nuevo derecho que puede considerarse como
una disciplina distinta del derecho internacional, y por lo tanto no forma parte de él, sino
que tiene por objeto la creación de entidades —denominadas supranacionales— distintas
de los clásicos organismos internacionales. Este nuevo derecho es también distinto del
derecho interno de cada Estado. Surge, en primer lugar, de los tratados que dieron origen
a estas entidades supranacionales, y en segundo término, de los órganos propios de
estas.

Por su parte, Álvarez indica que la integración no exige, por parte de los Estados
miembros, renuncia a su soberanía, sino que necesita que estos, en virtud de dicha
soberanía, cedan voluntariamente su ejercicio a la organización.

En lo que respecta a la Unión Europea, existe un proceso de integración sustentado en la


primacía del derecho comunitario y en la eficacia directa de sus normas.

Aunque algunos autores no descartan que una vez agotada la técnica integradora sea
necesario pasar a otra fase nueva, porque el tiempo transcurrido desde la implementación
de esa técnica integradora estaría demostrando que ella ya no es suficiente para hacer
avanzar el proceso de construcción europeo.

Finalmente, el derecho comunitario constituye un factor importante de integración, y está


claramente diferenciado respecto de otros modelos de organizaciones, como las
organizaciones de cooperación, e incluso de otras, que inmersas también en procesos de
integración, se encuentran aún en fases menos adelantadas, como el caso del Mercosur,
donde la característica es interestatalidad, es decir, entre los Estados partes y los
organismo regionales no hay superioridad ni aplicación directa.

2. Tipos o clases del control de integracionalidad

Con respecto a los tratados de integración, al no ser instrumentos realizados en la


Argentina, sino órganos regionales, resulta lógico que el control sobre su cumplimiento lo
hagan los órganos con facultades interpretativas y no los países en forma particular; si
bien estos no tienen dicha potestad vedada, lo deberán realizar teniendo en cuenta lo ya
establecido por los órganos regionales.

Es una regla que cada tratado o instrumento internacional, comunitario o de integración,


establezca su órgano controlador, que hagas las veces de interpretador y guardia de sus
normativas.

Pues entonces debemos decir que el control de integracionalidad tiene dos tipos o clases:
el interno y el externo. El primero lo realizan los órganos regionales, y el segundo, los
países partes, con la única diferencia o reserva que deben respetar lo dicho o establecido
por los primeros, que son órganos más especializados, cercanos y asépticos para
resolver dichas cuestiones.

Esta distinción nos sirve para no perder de vista quién es el encargado de resolver las
cuestiones regionales y dar cumplimiento a los objetivos trazados por los Estados partes
en aras de un mejoramiento económico, social y cultural de los países. Con ello
esclarecemos dónde está el centro y dónde la periferia.

Tampoco debemos confundir el control de integracionalidad con la solución de conflictos,


pues esta última tienen su inicio interno, un acercamiento amistoso y una exteriorización
de la solución a través de órganos supraestatales o interestatales. Esto resulta diferente al
control de integracionalidad, cuyo objetivo no es solucionar conflictos, sino el respeto y el
cumplimiento de los tratados de integración.

El control interno y directo de los tratados de integración lo hacen sus propios órganos; no
debemos olvidar que “control” deriva del francés controlè, que significa comprobación,
inspección, fiscalización, intervención, bajo ciertas características de dominio, de mando y
de preponderancia. Estas características las ostenta el Tribunal Permanente de Revisión,
mientras que el control externo e indirecto lo hacen los órganos jurisdiccionales de los
Estados partes.

El control interno y externo hace referencia al inicio del proceso de control, donde el
interno da comienzo a los órganos regionales y el externo continuo con los órganos
jurisdiccionales nacionales. El control directo tiene una cercanía con el tratado de
integración, pues es el que actúa directamente sin influencia ni mediación de ningún
órgano, mientras que el indirecto previamente tiene una obligación de seguimiento y de
respeto de lo dicho por los órganos de integración.

FUENTES
Los procesos de integración regional resultan una estrategia de enorme importancia para
garantizar las posibilidades de desarrollo de los Estados miembros.
El derecho de la integración es el conjunto de normas y principios que vienen a regir ese
proceso de integración regional entre dos o más Estados. Algunos autores sostienen que
se trata de un derecho caracterizado por la solidaridad. Así, la integración presupone el
establecimiento de un interés común entre los Estados miembros, que es llevado a la
práctica mediante el proceso de integración, sobre la base de una actitud de solidaridad y
en la que prevalece –o debiera prevalecer– la búsqueda de la satisfacción de interés
común aun por encima de los intereses nacionales.
Se afirma que el derecho de la integración tiene su génesis en el derecho internacional y
más específicamente en el derecho de los tratados, toda vez que el proceso de
integración regional al que viene a regir surge precisamente de un tratado constitutivo. No
obstante, a poco de nacer ya se diferencia del derecho internacional en tanto aun cuando
rija relaciones entre Estados, incluye modalidades que influyen marcadamente en los
ciudadanos, en especial las reglas de integración económica.
El derecho de la integración implica la construcción de un ordenamiento jurídico especial,
que impulsa cambios en la relación entre los Estados miembros y los ciudadanos del
espacio integrado.
Las fuentes del derecho de la integración se dividen en:
1. Derecho originario: son aquellos tratados que dan origen al proceso de integración así
como los protocolos adicionales, complementarios o modificatorios de aquellos tratados.
En el derecho originario encontramos los compromisos, los principios y los objetivos del
sistema.
2. Derecho derivado: son las normas emanadas de los órganos decisorios creados
mediante el derecho originario. Las condiciones de su vigencia se encuentran delimitadas
en el derecho originario.
Tanto las normas de derecho originario como derivado constituyen un nuevo
ordenamiento jurídico, el cual se incrementará y mutará conforme el proceso de
integración de lance a recorrer su camino, por acción de sus órganos –supranacionales o
intergubernamentales–.
Debemos reflexionar ahora sobre aquellas notas características del ordenamiento jurídico
de un proceso de integración que lo erigen como el derecho comunitario. Podemos decir
que la clave está en el grado de autonomía de la que goza, como consecuencia de la
transferencia de competencias de los órganos nacionales a las instituciones de la
comunidad conformadas en sus normas originarias.
Mucho se discute sobre la expresión derecho comunitario, y parecería estar destinada a
referirse exclusivamente al derecho derivado que emana de las instituciones de la Unión
Europea (UE) en tanto existe en ella una verdadera cesión del ejercicio de soberanías
efectuada en su favor por los Estados miembros, en materias específicas. Es ella la
famosa supranacionalidad europea.
No obstante, se ha afirmado que es derecho comunitario también el que rige otros
procesos de integración, que no poseen órganos a los que se les haya conferido el
carácter de supranacionales sino que pese a ser intergubernamentales, emiten normas
conforme las condiciones y alcances que el tratado constitutivo les ha otorgado, y que ese
derecho derivado de los órganos intergubernamentales es derecho comunitario.
En tanto que constituye un nivel avanzado de compromiso en la autonomía del
ordenamiento jurídico regional, existen conceptos clave del derecho de la integración. Las
notas características del derecho comunitario son el efecto directo, la primacía y el efecto
inmediato.
Principio de primacía: en virtud del cual el derecho comunitario prevalece, en caso de
conflicto, sobre las normas del derecho interno de los Estados, independientemente de su
rango y naturaleza, incluyendo a las constituciones nacionales. El principio de la primacía,
esto es, que las normas de la Unión Europea prevalecen sobre las nacionales surgió de la
sentencia del entonces denominado Tribunal de las Comunidades Europeas (hoy Tribunal
de Justicia de la Unión Europea) “Costa c/ENEL”, en el cual se remarcó la necesidad de
que las normas emanadas de los órganos del bloque se aplicaran de manera uniforme,
sin discriminaciones entre los ciudadanos de los diversos Estados miembros. De no existir
este principio, los derechos y obligaciones de los particulares podrían diferir de acuerdo a
la posible voluntad de su Estado de modificar el derecho de la UE.
Efecto directo: las normas comunitarias crean derechos y obligaciones no sólo para los
Estados miembros y sus instituciones sino también para las personas físicas o jurídicas
que forman parte del bloque regional. Por ello, los particulares tienen la facultad de
invocar dichas normas ante los tribunales nacionales y, a su vez, estos deben tenerlas en
cuenta y proteger los derechos que para los individuos puedan derivarse de ellas. Dicho
principio surgió a partir del caso “Van Gend & Loos”, que consolidó al derecho comunitario
como un ordenamiento jurídico autónomo. El Tribunal sostuvo: “La Comunidad constituye
un nuevo ordenamiento jurídico de Derecho Internacional, a favor del cual los Estados
miembros han limitado su soberanía aun en un ámbito restringido y cuyos sujetos son los
Estados miembros y sus nacionales. El Derecho comunitario se instituye así, como un
Derecho autónomo respecto a la legislación de los Estados miembros, generando
obligaciones y derechos tanto para aquellos como para los particulares.” Así, a partir de
dicha sentencia, quedó definido que las normas comunitarias producen efectos directos y
generan derechos individuales que los órganos jurisdiccionales nacionales están
obligados a proteger.

Efecto inmediato: es la virtualidad que tiene un norma comunitaria, una vez sancionada
por el órgano regional con competencia normativa y publicada en el Boletín Oficial (B.O.)
o una vez notificada, para formar parte automática y directamente del derecho nacional de
los Estados miembros, sin que se requiera de ningún acto de incorporación o
internalización por parte de los poderes públicos nacionales.

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