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Una zona preferencial es la forma de asociación económica de menor alcance, donde los
países miembros se conceden tratamiento tarifario diferencial. El mercado común
involucra la libre circulación de mercancías, personas y capitales y la libre prestación de
servicios, la unión económica se da cuando los miembros unifican sus políticas
macroeconómicas y la unión monetaria, cuando tienen moneda y autoridad monetaria
comunes.
La palabra “integración” deriva del latín integratio, integrationis, y quiere decir “acción y
efecto de integrar o integrase”.
Mientras que “integrar” deriva también del latín integrare, y significa construir las partes de
un todo, y en su sentido pronominal, incorporarse, unirse a un grupo para formar parte de
él.
El objetivo del derecho de la integración es unir a los Estados para formar una unión
regional, sea esta económica, social o cultural. Desde una perspectiva sociologica, el
fenómeno integración puede entenderse como un ajuste y cooperación entras las distintas
partes que componen un sistema social, con base en la identificación y participación de
los individuos y grupos que lo forman.
* Como todo proceso se debe avanzar por etapas, es decir el proceso debe ser gradual
* Las etapas deben ser cada vez más profundas y dispersas, de allí la necesidad de la
progresividad y la convergencia del proceso
26. "Pacta sunt servanda". Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido
por ellas de buena fe.
27. El derecho interno y la observancia de los tratados. Una parte no podrá invocar las
disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado.
Esta norma se entenderá sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 46.
En el Derecho de Integración existe solo cooperación, los estados mantienen plenamente
su soberanía. Solo existen políticas conjuntas del bloque en ciertas materias, pero no hay
cesión de soberanía. El poder es ejercido por representantes de los gobiernos de cada
nación miembro, y cuando debe resolverse algo es necesaria la unanimidad en la
votación.
Tipo de integración
Nace la Sociedad de las Naciones, como respuesta a la Primera Guerra Mundial, pero
fracasa rotundamente, y llega la Segunda Guerra Mundial. Termina la Guerra y nace la
ONU. También, en Europa, comienza a crecer la idea de formación de la CEE. Nace
como mercado común y deriva a una unión política.
Se trata de una estructura comunitaria, con órganos que tienen poder por encima del
poder propio de los países miembro.
Evolución
Las consecuencias históricas de las guerras mundiales no solo conllevaron a un nuevo
ordenamiento mundial sino también a que los Estados expresaron su preocupación por
cuestiones comunes a todos ellos. Hasta ese momento, el ppio supremo que regia a los
Estados era el de la soberanía absoluta, entendida como una potestad que el pueblo
delega a sus representantes a fin de que estos los protejan de ellos mismos, de intrusos y
permita establecer un sistema ordenado de vida. Los Estados comienzan a sentís la
necesidad de establecer con otros Estados un ordenamiento común y supremo a ellos
que vele por la paz y la seguridad internacionales. El dcho internacional es la primera
manifestación de los Estados motivada por la necesidad de un sistema que unifique y
controle determinadas conductas y comportamientos de los sujetos de dcho internacional.
Esta organización internación encuentra ciertos límites; si bien los estados delegan
algunas competencias propias de su soberanía y reconocen a un ente superior a ellos
mismos, esta organización no puede, so pretexto de cumplir con las obligaciones
encomendadas, vulnerar las condiciones propias de los Estados federales. El ppio de
soberanía y no intervención es fundamental en las relaciones de índole internacional. La
organización debe velar oir la paz y la seguridad, y asegurarse de que se de un efectivo
cumplimiento de los derechos humanos, pero no puede inmiscuirse en cuestiones propias
de los Estados.
Ahora bien, afianzados los ppios previstos por la organización nacional, los Estados
comienzan a plantearse la necesidad de establecer un régimen que vale por sus intereses
económicos, a fin de promover un comercio más rentable y maximizar los beneficios
aduaneros.
A tal fin es necesario que estos Estados se integren en bloques económicos, en donde
acuerden mecanismos eficaces que flexibilicen determinados criterios proteccionistas y
conlleven a un flujo económico de comercialización provechoso para los estados que
integren el bloque. En este sentido, el dcho a la integración se gesta dentro del marco
propiciado por el dcho internacional, el cual actúa como rector de las relaciones entre los
Estados. Esto implica dos cosas, que el dcho a la integración no puede apartarse de los
ppios fundamentales previstos por el dcho internacional ni de sus mandatos internos.
Son los mismos Estados en el marco de su estricta soberanía y conforme los ppios
previstos por las organizaciones internacionales, que establecen sistemas económicos
complejos encomendados a un entre supraestatal que coordine y controle las relaciones
entre las partes que lo componen.
Las primeras se caracterizan porque sus órganos están integrados solo pro
representantes gubernamentales. Los Estados que las componen no tienen obligaciones
en caso de decisiones tomadas contra su voluntad o bien la toma de decisiones
corresponde a los mismos Estados. Las supranacional están integradas de manera que
sus miembros no representan a ningún Estado, se encuentran desvinculados de sus
nacionalidades y responden solo a los interese comunitarios, sin recibir instrucciones de
ningún gobierno y con potestad de distar normas obligatorias para los estos miembro, con
aplicación inmediata u prevalente en sus respectivos ordenamientos internos.
Caso argentino
Algunos autores como Colautti o Sagues manifiestan que los tratados de integración
deberían tener jerarquía constitucional toda vez que delegan competencias y jurisdicción
a organizaciones supraestatales modificando así en forma indirecta el art 116 CN.
La reforma de 1994 efectuada en ejercicio del poder constituyente derivado llevo a cabo
una serie de modificaciones entre ellas, la incorporación del dcho de la integración a
través del art 75 inc 24.
Ekmedjian c/ Sofovich (1992): la Corte reconoció que los tratados tienen jerarquía
superior a las leyes, mediante dos fundamentos:
El control de convencionalidad puede ser entendido como una concordancia que realizan
los jueces de las normas de derecho interno vigentes de cada país subscriptos a la
Convención Americana de Derechos Humanos y el mismo instrumento supranacional. El
control de convencionalidad, busca, establecer si la norma que está siendo objeto de
revisión se adecua a lo determinado por la Convención de Derechos Humanos, es decir,
si la misma resulta convencional o no. En caso de ser tenida como “inconvencional”, el
efecto que la misma trae aparejada es su invalidez y esto por ende determina que la
misma no pueda ser aplicada, incluso si se trata de la propia Constitución Nacional. El
control de convencionalidad se debe realizar teniendo en cuenta las cláusulas de la
CADH, más las interpretaciones que de ello ha hecho la Corte IDH en sus sentencias y
opiniones consultivas
Como ya lo señalé la Convención Americana sobre Derechos Humanos integra
expresamente nuestro bloque constitucional desde 1994, por ese motivo cuando cualquier
tribunal ejerza el control de constitucionalidad, es evidente que deberá hacerlo teniendo
en cuenta el texto de la mencionada Convención.-
Para ello, debemos recurrir a la Convención de Viena sobre el derecho de los tratados,
que la Argentina en el artículo 1º de la ley 19.865 la aprueba, y cuyo texto forma parte de
dicha ley, que fue adoptada por la Conferencia de las Naciones Unidas y abierta a la firma
el 23 de mayo de 1969, fecha en que fue suscripta por nuestro país. Actualmente, la
Convención analizada cuenta con cuarenta y cinco signatarios y ciento diez partes[57].
Control de integracionalidad
Esta última función debemos interpretarla conjuntamente con el artículo 75, inciso 22,
pues allí tenemos varios tipos de jerarquías, tales como:
- jerarquía superior a la ley (todos los tratados concluidos con naciones u organizaciones
internacionales),
- jerarquía constitucional (todos los tratados allí enumerados y los incorporados con
posterioridad, sobre derechos humanos).
Con respecto a los tratados enunciados taxativamente en el artículo 75, inciso 22, para
que se respete su jerarquía constitucional se utiliza el control de convencionalidad.
Sin embargo, ello no concluye allí, pues el artículo 75, inciso 24 les abre la puerta a los
tratados de integración con requisitos, características y objetivos diferentes, y al solo
efecto de diferenciarlos de los restantes, utilizamos la expresión “control de
integracionalidad”. Debemos aclarar que dicha distinción no solo surge de este trabajo,
sino que implícitamente los constituyentes del año 1994 los han separado del resto y han
diseñado ciertos elementos diferenciados.
1. ¿Supraestatalidad o interestatalidad?
La primera cuestión que debemos esclarecer en el control de integracionalidad es si dicho
actuar se basa en la supraestatalidad o en la interestatalidad, es decir, si los tratados de
integración en nuestro país tienen aplicación y efectos directos, y son obligatorios para
todos los Estados partes sin necesidad de una aprobación interna de los Estados.
Si bien el artículo 75, inciso 24 establece que le corresponde al Poder Legislativo aprobar
tratados de integración que deleguen competencia y jurisdicción a organizaciones
supraestatales, lo cierto es que la Argentina no forma parte de ningún proceso de
integración que tenga características supraestatales.
Álvarez aclara que ningún tratado posterior, del proceso de integración europeo, reiteró el
término “supranacionalidad”, y este dejó de integrar el orden normativo comunitario, en
1965, como consecuencia del Tratado de Fusión.
No obstante la ausencia del término, en los tratados posteriores, las instituciones fueron
dotadas de mayor autonomía que la otorgada a la alta autoridad, y se fue gestando tanto
en la doctrina como en la jurisprudencia la opinión de que el derecho comunitario se
estructuraba a partir del concepto de supranacionalidad.
El derecho comunitario fue definido como un sistema intermedio en el cual los Estados
partes, por un acto de su voluntad soberana y en ejercicio pleno de su soberanía,
acuerdan en el marco del derecho internacional público crear órganos comunitarios
diferentes de los órganos intergubernamentales.
En cambio, conforme a Álvarez, Arbuet Vignali señala que cuando por medio de un acto
soberano los Estados crean un órgano comunitario, designan a las personas que lo
integrarán; esas personas van a actuar según sus conocimientos técnicos, decidiendo
según su leal saber y entender, sin recibir instrucciones de Gobierno alguno y atendiendo
fundamentalmente a los intereses de la comunidad[59].
Es precisamente ese orden jurídico propio, distinto del internacional y del interno de cada
Estado miembro, lo que se denomina “ordenamiento jurídico comunitario”.
En similar sentido, Ekmekdjian manifiesta que, desde hace algunas décadas, se fue
gestado en la comunidad internacional un nuevo derecho que puede considerarse como
una disciplina distinta del derecho internacional, y por lo tanto no forma parte de él, sino
que tiene por objeto la creación de entidades —denominadas supranacionales— distintas
de los clásicos organismos internacionales. Este nuevo derecho es también distinto del
derecho interno de cada Estado. Surge, en primer lugar, de los tratados que dieron origen
a estas entidades supranacionales, y en segundo término, de los órganos propios de
estas.
Por su parte, Álvarez indica que la integración no exige, por parte de los Estados
miembros, renuncia a su soberanía, sino que necesita que estos, en virtud de dicha
soberanía, cedan voluntariamente su ejercicio a la organización.
Aunque algunos autores no descartan que una vez agotada la técnica integradora sea
necesario pasar a otra fase nueva, porque el tiempo transcurrido desde la implementación
de esa técnica integradora estaría demostrando que ella ya no es suficiente para hacer
avanzar el proceso de construcción europeo.
Pues entonces debemos decir que el control de integracionalidad tiene dos tipos o clases:
el interno y el externo. El primero lo realizan los órganos regionales, y el segundo, los
países partes, con la única diferencia o reserva que deben respetar lo dicho o establecido
por los primeros, que son órganos más especializados, cercanos y asépticos para
resolver dichas cuestiones.
Esta distinción nos sirve para no perder de vista quién es el encargado de resolver las
cuestiones regionales y dar cumplimiento a los objetivos trazados por los Estados partes
en aras de un mejoramiento económico, social y cultural de los países. Con ello
esclarecemos dónde está el centro y dónde la periferia.
El control interno y directo de los tratados de integración lo hacen sus propios órganos; no
debemos olvidar que “control” deriva del francés controlè, que significa comprobación,
inspección, fiscalización, intervención, bajo ciertas características de dominio, de mando y
de preponderancia. Estas características las ostenta el Tribunal Permanente de Revisión,
mientras que el control externo e indirecto lo hacen los órganos jurisdiccionales de los
Estados partes.
El control interno y externo hace referencia al inicio del proceso de control, donde el
interno da comienzo a los órganos regionales y el externo continuo con los órganos
jurisdiccionales nacionales. El control directo tiene una cercanía con el tratado de
integración, pues es el que actúa directamente sin influencia ni mediación de ningún
órgano, mientras que el indirecto previamente tiene una obligación de seguimiento y de
respeto de lo dicho por los órganos de integración.
FUENTES
Los procesos de integración regional resultan una estrategia de enorme importancia para
garantizar las posibilidades de desarrollo de los Estados miembros.
El derecho de la integración es el conjunto de normas y principios que vienen a regir ese
proceso de integración regional entre dos o más Estados. Algunos autores sostienen que
se trata de un derecho caracterizado por la solidaridad. Así, la integración presupone el
establecimiento de un interés común entre los Estados miembros, que es llevado a la
práctica mediante el proceso de integración, sobre la base de una actitud de solidaridad y
en la que prevalece –o debiera prevalecer– la búsqueda de la satisfacción de interés
común aun por encima de los intereses nacionales.
Se afirma que el derecho de la integración tiene su génesis en el derecho internacional y
más específicamente en el derecho de los tratados, toda vez que el proceso de
integración regional al que viene a regir surge precisamente de un tratado constitutivo. No
obstante, a poco de nacer ya se diferencia del derecho internacional en tanto aun cuando
rija relaciones entre Estados, incluye modalidades que influyen marcadamente en los
ciudadanos, en especial las reglas de integración económica.
El derecho de la integración implica la construcción de un ordenamiento jurídico especial,
que impulsa cambios en la relación entre los Estados miembros y los ciudadanos del
espacio integrado.
Las fuentes del derecho de la integración se dividen en:
1. Derecho originario: son aquellos tratados que dan origen al proceso de integración así
como los protocolos adicionales, complementarios o modificatorios de aquellos tratados.
En el derecho originario encontramos los compromisos, los principios y los objetivos del
sistema.
2. Derecho derivado: son las normas emanadas de los órganos decisorios creados
mediante el derecho originario. Las condiciones de su vigencia se encuentran delimitadas
en el derecho originario.
Tanto las normas de derecho originario como derivado constituyen un nuevo
ordenamiento jurídico, el cual se incrementará y mutará conforme el proceso de
integración de lance a recorrer su camino, por acción de sus órganos –supranacionales o
intergubernamentales–.
Debemos reflexionar ahora sobre aquellas notas características del ordenamiento jurídico
de un proceso de integración que lo erigen como el derecho comunitario. Podemos decir
que la clave está en el grado de autonomía de la que goza, como consecuencia de la
transferencia de competencias de los órganos nacionales a las instituciones de la
comunidad conformadas en sus normas originarias.
Mucho se discute sobre la expresión derecho comunitario, y parecería estar destinada a
referirse exclusivamente al derecho derivado que emana de las instituciones de la Unión
Europea (UE) en tanto existe en ella una verdadera cesión del ejercicio de soberanías
efectuada en su favor por los Estados miembros, en materias específicas. Es ella la
famosa supranacionalidad europea.
No obstante, se ha afirmado que es derecho comunitario también el que rige otros
procesos de integración, que no poseen órganos a los que se les haya conferido el
carácter de supranacionales sino que pese a ser intergubernamentales, emiten normas
conforme las condiciones y alcances que el tratado constitutivo les ha otorgado, y que ese
derecho derivado de los órganos intergubernamentales es derecho comunitario.
En tanto que constituye un nivel avanzado de compromiso en la autonomía del
ordenamiento jurídico regional, existen conceptos clave del derecho de la integración. Las
notas características del derecho comunitario son el efecto directo, la primacía y el efecto
inmediato.
Principio de primacía: en virtud del cual el derecho comunitario prevalece, en caso de
conflicto, sobre las normas del derecho interno de los Estados, independientemente de su
rango y naturaleza, incluyendo a las constituciones nacionales. El principio de la primacía,
esto es, que las normas de la Unión Europea prevalecen sobre las nacionales surgió de la
sentencia del entonces denominado Tribunal de las Comunidades Europeas (hoy Tribunal
de Justicia de la Unión Europea) “Costa c/ENEL”, en el cual se remarcó la necesidad de
que las normas emanadas de los órganos del bloque se aplicaran de manera uniforme,
sin discriminaciones entre los ciudadanos de los diversos Estados miembros. De no existir
este principio, los derechos y obligaciones de los particulares podrían diferir de acuerdo a
la posible voluntad de su Estado de modificar el derecho de la UE.
Efecto directo: las normas comunitarias crean derechos y obligaciones no sólo para los
Estados miembros y sus instituciones sino también para las personas físicas o jurídicas
que forman parte del bloque regional. Por ello, los particulares tienen la facultad de
invocar dichas normas ante los tribunales nacionales y, a su vez, estos deben tenerlas en
cuenta y proteger los derechos que para los individuos puedan derivarse de ellas. Dicho
principio surgió a partir del caso “Van Gend & Loos”, que consolidó al derecho comunitario
como un ordenamiento jurídico autónomo. El Tribunal sostuvo: “La Comunidad constituye
un nuevo ordenamiento jurídico de Derecho Internacional, a favor del cual los Estados
miembros han limitado su soberanía aun en un ámbito restringido y cuyos sujetos son los
Estados miembros y sus nacionales. El Derecho comunitario se instituye así, como un
Derecho autónomo respecto a la legislación de los Estados miembros, generando
obligaciones y derechos tanto para aquellos como para los particulares.” Así, a partir de
dicha sentencia, quedó definido que las normas comunitarias producen efectos directos y
generan derechos individuales que los órganos jurisdiccionales nacionales están
obligados a proteger.
Efecto inmediato: es la virtualidad que tiene un norma comunitaria, una vez sancionada
por el órgano regional con competencia normativa y publicada en el Boletín Oficial (B.O.)
o una vez notificada, para formar parte automática y directamente del derecho nacional de
los Estados miembros, sin que se requiera de ningún acto de incorporación o
internalización por parte de los poderes públicos nacionales.