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Hugo Chávez
En el marco del capitalismo no hay solución a los ingentes, urgentes y graves problemas
estructurales que históricamente han padecido los pueblos del mundo, los pobres, los
marginados, los excluidos: los proletarios, nuestro pueblo. Consciente como lo estaba de
ello, el Presidente y Comandante Insurgente Hugo Chávez en el año 2005 reivindica en
el Foro de Sao Paulo al socialismo como vía para la superación de los antagonismos
sociales y concretar la máxima bolivariana de lograr la mayor suma de felicidad posible.
Pero ante el asesinato de nuestro Líder, los dirigentes de la revolución se hicieron los
Shakira, no cumplieron lo ordenado en el Golpe de Timón y en abril de 2013 comenzó el
desmantelamiento de la propuesta anticapitalista, pues los “chavistas” reaccionarios, la
derecha endógena, los del “nido de alacranes” advertido por el general Alberto Müller
Rojas, venían moviéndose en la sombra e impusieron la línea conciliadora: la burguesía
apátrida, encabezada por el trimaldito Lorenzo Mendoza, y la oposición política, entran
a Miraflores sin echar un tiro y en cadena nacional le dicen al Presidente Maduro lo que
tiene que hacer. Los muertos de la arrechera de Capriles se olvidaron. Lo mismo pasó con
los muertos del genocida Leopoldo López. No importa, lo importante es la paz. Los
enemigos del pueblo le ven la costura, la debilidad; arremeten. La burguesía se atrinchera
donde es más fuerte: el control y monopolio del aparato económico-financiero, industrial
y productivo, además de los sistemas de distribución. La agresión continúa.
En fin, creer que nada más se trata de una guerra económica es ver de manera parcial, de
pocas miras, que estamos ante una verdad incontrovertible: Es una guerra
intervencionista, de agresión imperial, en pleno desarrollo, con sus niveles y escalas de
confrontación; es una guerra que pone en evidencia la contradicción imperio-Patria,
burguesía-movimiento obrero-popular-comunal, contrarrevolución-revolución socialista.
En el fondo de esto, ¿qué es lo que subyace? Pues bien, que los EE.UU., las burguesías
segundonas de Europa y Latinoamérica, sus criados y serviles nacionales, no descansarán
hasta alcanzar sus objetivos:
La política de protección social del Gobierno se parece al boxeador que, arrinconado por
su oponente en una esquina dándole una andanada de coñazos, solamente atina a lanzar
un golpe a ver si llega al final del round. En el lance, el golpe se convierte en un bono.
A la burguesía y sus bienes de capital, a la propiedad burguesa la han sacralizado, la
hicieron intocable.
Detrás de todo esto se intenta montar una nueva leyenda urbana sobre la base de una
nueva épica en la creencia de que el Presidente Maduro ha enfrentado vainas más arrechas
que nuestro Comandante Insurgente Hugo Chávez. No lo creemos. Se abre el debate. De
lo que sí estamos seguros es que el socialismo en la nomenclatura del Gobierno y del
PSUV es solo retórica; que hoy más que nunca se ha instalado un modelo de liderazgo
que tutela al poder popular y al mismo tiempo lo niega; quieren convencernos de que no
se trata de una confrontación clasista, que el problema es el presidente de la Asamblea
Nacional de turno y el bodeguero y el bachaquero de la esquina que especulan, que no se
trata de un modelo de dominación-explotación, sino de un grupito de empresarios que no
quieren al pueblo. Ayer Obama, hoy Trump.
En síntesis, la actual dirección política del proceso bolivariano no está ganada para la
confrontación directa con el capital y sus representantes en aras de una revolución
socialista genuina. Tal cosa implicaría:
En esa línea de acción oficial, el que siempre pierde es el pueblo, que pone las lágrimas
y los dolores, que pone los muertos y los heridos, el estómago y el bolsillo, que resiste,
que resiste porque lo aprendió con nuestro Líder y Comandante Insurgente Hugo Chávez,
porque lo heredó de Bolívar, Sucre y Zamora, porque se ha fraguado esa resistencia en
los combates que dio en los 40 años del bipartidismo servil; y desde 1999 en la calle, en
las reuniones, en las asambleas comunales, en las misiones, en las marchas, en todas las
emboscadas montadas por la burguesía, en el golpe y en el paro-sabotaje empresarial, en
la reforma constitucional (derrotada por la derecha endógena), la enmienda y el 7 de
octubre de 2012, así como venció el dolor de la pérdida de su jefe y guía revolucionario
una aciaga tarde de marzo, que resiste porque sabe que solo así derrotará esta cruel guerra
económica y hará que tirios y troyanos rindan cuentas en los tribunales que el pueblo
levantará para su vindicta pública.