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David Ross

Colección Teorema

Teoría de las ideas


de Platón
TERCERA EDICION

CATEDRA
TEOREMA
índice

Título original de la obra:


Plato's Theory 01 Ideas
Traducción de José Luis Díez Arias

PREFACIO •••••• 4 ••••••••••••••••••••• ••••••• •••••••••• •••••••••• ••••••••••••••••••••.••••••••••••••• 13

CAPÍTULO 1
El órden de los diálogos , . 15

CAPÍTULO II
Los comienzos. de la teoría 26

CAPÍTULO III
El Fedón , . 39

Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto CAPÍTULO IV


en el art, 534-bis del Código Penal vigente, podrán ser castigados
con penas de multa y privación de libertad quienes reprodujeren La República y el Fedro .•••• ••• ••••• n ••••••••••••••••• 55
o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artística
o científica fijada en cualquier tipo de soporte CAPÍTULO V
sin la preceptiva autorización.
El Parménides y el Teeteto . 103

CAPÍTULO VI

El Solista y el Político ..................................


. 127
© Tbe Oxford University Press
CAPÍTULO VII
Ediciones Cátedra, S. A., 1993
Telémaco, 43. 28027 Madrid
El Timeo y el Filebo .••••• u ••••••••••••••• 145
Depósito legal: M. 3.478/1993
ISBN: 84-376-0576-8
Printed in Spain CAPÍTULO VIII
Impreso en Fernández Ciudad, S. L. Las Leyes y la Carta VII . 166
Catalina Suárez, 19. 28007 Madrid

7
CAPÍTULO IX
170
Las «doctrinas no escritas» de Platón .

CAPÍTULO X

Testimonio de Aristóteles sobre la más tempranadoc-


trina de Platón . 18)

CAPÍTULO XI
196 ABREVIATURAS USADAS PARA
La población del mundo de las Ideas .
LOS LIBROS MODERNOS
CAPÍTULO XII
Los números ideales 209
Cherniss, H., Aristotle Critieism of Plato and the Aeadémy:
CAPÍTULO XIII A. C. P. A. (1944).
24) Cherniss, H., The Riddle of the Early Aeademy: R. E. A.
Las «cosas después de los números» .
(1945).
CAPÍTULO XIV Cornford, F. M., Plato's Theory of Knowledge: P. T. K.
251 (1935).
Las Ideas y el alma .
Cornford, F. M., Plato and Parmenides: P. P. (1939).
CAPiTULO XV Diels, H., Fragmente der Vorsokratiker5: F. V. (1934,1935,
255 1937).
Las Ideas y los números ideales . Field, G. e, Plato and his Contemporaries: P. C. (1930).
CAPÍTULO XVI
Hackforth, R., The Authorship of the Platonie Epistles:
A. P. E. (1913).
261
Las Ideas y las cosas sensibles . Ritter, e, Platon, sein Leben, seine Sehriften, seine Lehre:
P.1. S. 1. (1910, 1923).
CAPÍTULO XVII
Robin, L., La Théorie platonieienne des ldées et des Nom-
266
Retros pección . bres: T. P. 1. N. (1908).
Taylor, A. E., Plato, the Man and his Work: P. M. W.
(1926).
Taylor, A. E., Philosophieal Studies: P. S. (1934).
Van der Wielen, W., De ldeegetallen van Plato: L P.
(1941).
Wilpert, P., Zwei aristotelisehe Früh:;ehriften über die
ldeenlehre: Z. A. F. l. (1949).

Las citas de Platón siguen el texto de Burnet.


Las citas de Aristóteles, cuando no se menciona la obra,
son de la Metafísica (trad. en ed. Gredas).

8 9
7) Banquete, Fedón y Fedro
Trad. Luis Gil, Ed. Guadarrama, Madrid, 1974 (2.a ed.).

Aristóte1es:

1) Metafísica (2 T.)
Trad. Valentín García Yebra, Ed. Gredos, Madrid, 1970.

2) Etica a N icómaco
Trad. María Araujo y Julián Marías, Ed. e E. c., Ma-
drid, 1970.
Versiones castellanas de .Platón y Aristóteles que se em-
plean en esta traducción:

Platón
1) «Diálogos» (T. 1.: Apología, Critón, Eutifrón, Ión, Li-
sis) Cármides, Ripias Menor, Ripias Mayor, Laques,
Protágoras;
T. n.: Gorgias, Menéxeno, Eutidemo, Menón, Crátilo).
Trad.: Emilio Lledó et alii.
Editorial Gredas, Madrid, 1982-83.

2) República (3 T.)
Trad. José M. Pabón y M. Fernández Galiana.
Ed. Centro de Estudias Constitucionales, Madrid, 1969.

3) Leyes (2 T.)
Trad. José M. Pabón y M. Fernández Galiano.
Ed. C. E. e, Madrid, 1960.

4) Sofista
Trad. A. Tovar, Ed. e E. e, Madrid, 1970.

5) Político
Trad. A. González Laso, Ed. e E. e, Madrid, 1981
(2.a ed.).

6) Cartas
Trad. Margarita Toranza, Ed. e E. e, Madrid, 1970.

10 11
Prefacio

En 1948, la Universidad de la Reina, en Belfast, me hon-


ró al designarme para dar la lección conmemorativa en me-
moria del famoso historiador del pensamiento antiguo, Sa-
muel Dill. Aproveché la oportunidad para decir algo sobre
la teoría de las Ideas de Platón, en la que había estado tra-
bajando durante algún tiempo. La sustancia de la lección
está inserta en el capítulo final y en otras partes del libro.
En general, ha parecido innecesario transcribir los pasa-
jes de Platón y de otros escritores griegos, en el idioma ori-
ginal. En lugar de eso he preferido traducidos yo mismo o
bien servirme de una buena traducción disponible. Tengo
que agradecerles a los señores Routledge y Kegan -Paul su
autorización para poder citar las excelentes traducciones de
Cornford del Parménides, Teeteto, Sojista, y Timeo. Para
facilitar la consulta de los pasajes platónicos en el texto ori-
ginal, remito a las páginas y líneas de la edición de Burnet.

W.D.R.

13
1. El orden de los diálogos

Cualquiera que intenta trazar la historia de la teoría de


las Ideas se ve obligado a dar un determinado orden a los
diálogos. Pero el orden correcto es muy difícil de averiguar
y en muchos aspectos no puede ser más que conjeturaL Las
obras de Platón tienen muy pocas 'alusiones a sucesos his-
tóricos recientes, excepto al proceso y encarcelamiento de
Sócrates. y cuando hace tales referencias, es difícil a veces
determinar sin ambigüedad el suceso aludido. Son muy ra-
ras las remisiones, incluso de un modo general, de un diá-
logo a otro, O a obras contemporáneas de otros escritores.
El intento de fechar los diálogos se ha hecho, con frecuen-
cia, según otro método: partiendo del supuesto de que el
desarrollo de la doctrina debió tener un orden determina-
do, los diálogos se fechaban según la madurez relativa de
las doctrinas que contenían. Este método ha llevado a con-
clusiones diversas en manos diferentes, debido a que, si no
es erróneo en principio, sí es susceptible de aplicaciones de-
masiado subjetivas.
El método más fructífero y que, aplicado por diferentes
especialistas, ha proporcionado mayor coincidencia de re-
sultados, es el método estilométrico. Éste parte de la noti-
cia de Diógenes Laercio 1, según la cual FIatón dejó sin pu-
blicar las Leyes, y de la opinión, generalmente aceptada, de
que esa es la obra más tardía de Platón (a menos que la
Epinomis, obra posterior, se considere suya). Según eso, se

1 III, 37 (25)

15
toma el estilo y el vocabulario de las Leyes como patrones, Dos cosas sobresalen del examen de estas listas: prime-
y se va examinando la afinidad de los otros diálogos con ra, el gran desacuerdo respecto a los primeros diálogos y,
ellos, respecto a un extenso número de asuntos indepen- segunda, el casi total acuerdo respecto a los diálogos desde
dientes (el uso de determinadas partículas o combinacio- la República en adelante. Estas dos características resaltan
nes de partículas, la preferencia de un sinónimo sobre otro, igualmente en el orden adoptado por otros estudiosos ac-
la elusión de hiatos, etc.) Siguiendo este procedimiento, di- tuales. Esto se debe a que los criterios sobre el orden de
ferentes estudiosos han llegado a resultados en parte con- los primeros diálogos están basados, en gran parte, en teo-
cordantes y en parte discordantes sobre el orden de los diá- rías subjetivas acerca del probable desarrollo del pensa-
logos. La tabla que figura a continuación resume la opinión miento platónico, mientras que los concernientes a los diá-
de cinco importantes especialistas en el tema. Cada lista logos tardíos se apoyan en la más firme base de las prue-
omite, por razones que ahora no nos conciernen, alguno bas estilométricas, que inició Lewis Campbell. Cabe añadir
de los diálogos incluido en la lista de Raeder. Respecto a que la datación tardía de los diálogos desde el Parmenides
Ritter, doy la lista que se encuentra en su última obra, y el Teeteto en adelante, adscrita por primera vez median-
Kerngedanken der platonischen Philosophie, traducida al te las pruebas estilométricas, ofrece en realidad un orden
inglés con el título The Essence of Plato's Philosophy. mucho más verosímil del pensamiento de Platón que el cri-
terio que los consideraba pertenecientes a su' juventud.
Arnim Pror.
Eutif.
Fil.
Crát.
Fedón
Eutid.
Eutid.
Cárm.
Fil.
Fil.
. Teet.
Parm.
Teet.
Po!.
Parm.
Prot.
Ion
Prot.
Prot.
Critón
Wilamowitz
Critias
Crát.
Fi!.
Crát.
Critias
Lisis
Eutif.
Menéx.
Eiltid.'
Fedón
Fedón
Eutif.
Tim.
Fedro
Po!.
PoI.
Parm.
Fedro
Teet.
Fedro
Lisis
Critón
Cárm.
Crirón
Cárm.
Ritter
Lutoslawski
Eutid.
Tim.
Menón
Menón
Menón
PoI.
Sof.
Sof.
Sof.
Raeder
Banq.
Leyes
Gorg.
Apo!.
Banq.
Leyes
Rep.
Rep.
Leyes
Rep.
Gorg.
Gorg.
Laq.
Laq.
Banq.
Rep.II-X
Gor·g.
Hip.
Laq.
Apo!.
ApoI. I
Me.
Ma. Menéx.
Ion Me.
Hip.
Hip. Me.
Hip.Ma.
Estas listas merecen algunos comentarios 2:
1. Concuerdan en omitir gran número de diálogos que
figuraban en las tetralogías de Trasilo o en su apéndice,
pero que ahora se consideran, generalmente, espurios. Por
tales se tenían también las Cartas hasta hace poco, pero re-
cientemente ha surgido una tendencia a considerar algunas
de ellas como auténticas. De algunas, sin embargo, es im-
posible asegurar su autenticidad. Respecto a la séptima, la
única filosóficamente importante, lo más probable es que
sea, efectivamente, auténtica y que su fecha 'oscile alrede-
dor del 353 Ó 352 a. C.
2. La autenticidad del Hipias Mayor ha sido rechazada!
por muchos estudiosos. En el canon platónico sólo otro par'
de diálogos tienen el mismo nombre, Alcibíades I y Alci-
bíades Il, ambos generalmente rechazados. Esto origina una
leve, aunque sólo leve, resistencia a creer que Platón escri-
bió dos diálogos llamados Hipias. Por su parte Aristóteles
habla, en Met. 1025 a 6, de «lo que se dice en el Hipias»,
con lo que hace referencia a un argumento que se encuen-
tra en Hipias Menor3• Algunos especialistas han objetado

2 Omito la discusión de los diálogos que no ilustran la teoría de las


Ideas.
3 365 d 6-369 b 7

17
que, de haber escrito Platón el otro diálogo también, Aris- después de ella, habría hecho imposible una actividad lite-
tóteles no hubiera empleado la expresión «el Hipias» para raria por parte de Platón, antes del 399. Pero no parece im-
referirse precisamente al diálogo menor. Frente a esto cabe posible que, para entonces (contaba ya treinta y ocho o
suponer que, aunque Platón hubiera escrito dos Hipias, treinta y nueve años) hubiera escrito Platón algunos diá-
Aristóteles sabía a cuál de los dos designaba con la expre- logos. Tampoco convence mucho el argumento de Burnet
[sión (el Hipias», así como lo sabían sus oyentes. Tampoco y Taylor, según el cual es psicológicamente insostenible que
.Isonmuy sólidos los argumentos estilísticos y gramaticales 4 Platón hubiera escrito diálogos sobre Sócrates mientras vi-
t aducidos contra la autenticidad del diálogo. vía éste.
Por otra parte, el primer ejemplo de definición que pone Suponer que algunos diálogos fueron escritos antes de la
Aristóteles en Top. 146 a 21-3 parece una clara alusión a Apología, no conlleva fechados antes del 399 (no nos cons-
Hipias Mayor 297 e 3-303 a 11, donde se discute esta de- ta que la Apología fuera escrita inmediatamente después
finición de belleza: «aquello que nos produce placer a tra- del proceso). Para nosotros esta es una posibilidad suscep-
vés del oído o la vista». Parece una alusión tan clara como tible de discusión.
lo es el segundo ejemplo a Sof. 247 d 3-e44. Asimismo la 4. La fecha del Crátilo ofrece serias dudas. Muchos es-
sugerente definición de belleza como «lo conveniente», en pecialistas lo sitúan poco después del 390 y lo colocan en
Top. 102 a 6-y 135 a 13, probablemente sea una reminis- las listas en una posición similar a la que tiene en las que
¡,cencia de Hipias Mayor 293 d 6-294 e 10. Además, el diá- hemos citado anteriormente. Pero ]aeger7 ha reparado en
~logo ostenta una evolución de la teoría de las Ideas difícil la parcial correspondencia de nombres para cualidades del
/de atribuir a otro que no sea Platón. En él (y sólo en él) espíritu en Crátilo 411 d 4-412 b 8 --<Ppóvllcrl\;,yvrollll,
señala Sócrates la diferencia entre la mayor parte de las VÓllcrL\;crO)(Ppocrúvll,bncr't"1Íllll,crÚW;crl\;,
cro<pío:-con las del
/Ideas, que son verdaderas tanto si se dicen del conjunto reciente diálogo el Filebo, 19 d 4-5 -VOU\;, bnm1Íllll,
~ como de cada uno de sus miembros, y las Ideas de conjunto crÚVEcrL\;,
't"Éxvll.Para M. Warburg8 el diálogo tiene más bien
" que sólo son verdaderas si se dicen de un grupo, pero no afinidades con el Teeteto, y sitúa su redacción entre el 380
de sus miembros particulares 5. Basándome en esta madu- y 370. Pareceres semejantes tienen E. Haag9 y E. Werts 10.
rez relativa de 1<r doctrina y en que Von Arnim, sobre ba- Por otra parte, los aspectos estilísticos sugieren una fecha
ses puramente estiHsticas, situó el -diálogo en una época más temprana. El problema queda sin resolver.
aún más reciente que el Banquete, creo que su lugar está 5. Para Taylor todos los diálogos hasta la República se
después del Eutifrón. escribieron antes de la fundación de la Academia (388-7).
_ 3. Teniendo el1 cuenta que la Apología6 presupone el Funda su opinión en aquella página de la Carta Séptima 11 .
proceso de Sócrates, en el 399 a. e, Lutoslawski y Raeder en la que Platón da cuenta de su estado de ánimo cuando
establecieron un orden en el que se sobrentiende que Pla- emprendió su primera visita a Sicilia. Dice allí que se vio
tón no escribió diálogos antes de esa fecha. Grote abogó en forzado a decir, en elogio de la auténtica filosofía, que la
favor de esta tesis, aduciendo que el servicio militar en la humanidad nunca escaparía a sus sufrimientos hasta que
guerra del Peloponeso y la situación turbulenta de Atenas verdaderos filósofos ocuparan cargos políticos, o que go-
4 Para estos véase la edición de Tarrant, LXXV-LXXX. Estas y otras
objeciones al diálogo han sido acertadamente refutadas por G. M. Grube 7 En Sitzb. Preuss. Akad. XXV (1928),402, n. 2
en Clan. Quart. XX (1926), 134-48 y en Clas. Philol. XXIV (1929), 8 Zwei Fragen zur «Kratylos>" 31-61
369-75.
9 Platons Kratylos, 8(í-90.
5 JQQ. d j,J.Q¡ 1? 13. 10 En Philol. Supplementband, XXIII (1932), 1-84
6 Como el Eutifrón y el Critón 11 326 a 5-b 4

18 19
bernantes políticos, por alguna providencia feliz, se incli- del Parménides sí desempeña un papel importante, aun-
naran hacia la filosofía. Esto parece, en efecto, una alusión que el principal es de Parménides; y en la «segunda par-
a Rep. 473 c ll-e 2 donde se dice lo mismo, con casi idén- te», Sócrates no es más que un oyente silencioso. En el So-
ticas palabras y que es una parte del elogio de la auténtica lista y Político sólo aparece al comienzo. Ambos diálogos
filosofía. Teniendo en cuenta que Platón había nacido en vienen a ser, en realidad, monólogos de un «Extranjero
torno al 428, que diga 12 ahora que tenía aproximadamente eleático», ya que sus interlocutores, Teeteto en el Solista y
cuarenta años en el momento de su viaje, parece indicar «el joven Sócrates» en el Político, apenas dicen algo más
que la República había sido escrita antes del 388. que «sí» o «no» a las preguntas del Extranjero. En el Ti-
Sin embargo, Platón no dice expresamente que hubiera meo y en el Critias, Sócrates no aparece tampoco más que
empleado estas palabras antes de ir a Sicilia, y menos aún al comienzo. Ambas obras son prácticamente monólogos
que las hubiera escrito en un diálogo. Lo único que dice es respectivos de Timeo y de Critias. En las Leyes, Sócrates
que ya tenía estos pensamientos cuando fue a Sicilia 13. Pen- no aparece en absoluto, y el diálogo es conducido por un
samientos que tiempo después expresaría en la República. «Extranjero ateniense». De entre los últimos diálogos, el
Respecto a este punto hemos de tener en cuenta algu- Filebo es el único en el que Sócrates figura como el prin-
nos aspectos generales. Según el punto de vista de Taylor, cipal interlocutor. Esto se debe sin duda a que el Filebo es
Platón habría escrito antes de los cuarenta años, o sea, en el único de los últimos diálogos cuyo tema dominante es
un lapso de tiempo de veinte años como mucho, todos los el tan socrático tema de la ética. Por tanto, las últimas obras
diálogos hasta la República inclusive, lo que vienen a ser se caracterizan, en general, por la ausencia de diálogo ani-
1.200 páginas 14. En los restantes cuarenta años sólo habría mado y porque Sócrates no es ya el principal interlocutor.
escrito 1.050 páginas. Esto no es imposible, pero tampoco b) Al comienzo del Teeteto (143 b 5-c 5) el narrador se
es verosímiL Además, con ello se ignora la referencia que propone omitir las tediosas frases «y yo dije», «él asintió»,
se hace en el Banquete 14bis (que se tiene por anterior a la y ofrecer simplemente las palabras textuales del interlocu-
República) a un suceso del año 385 ó 384, aparte de otros tor. Teichmüller dedujo de esto que un diálogo en el que
datos que inducen a fechar ese diálogo después de esos años. aparecieran tales frases sería anterior al Teeteto, y en el
Abunda en lo mismo Ritter 15 al sugerir que la descripción que no aparecieran sería posterior. Esto no es más que una
del tirano que se hace en el libro noveno de la República exageración. Muchos diálogos que, por todas las demás ra-
debe mucho a la experiencia de Platón en la corte de Dio- zones, deben considerarse tempranos, siguen, de hecho, la
nisio, lo que supone, cuando menos, la primera visita prescripción del Teeteto, ya que el drama griego había sen-
(389-8). tado precedente en este punto. Pero sí llamaría la atención
6. El Parménides, Teeteto, Solista y Político constitu- que un diálogo escrito inmediatamente después del Teete-
yen, desde ciertos puntos de vista, un grupo unitario. Exa- to empleara las fórmulas de presentación a las que había
minaremos algunos aspectos con el fin de determinar sus renunciado en este diálogo. Las emplea efectivamente en
relaciones mutuas. la primera parte del Parménides 16, aunque no en la se-
a) Tanto en el Teeteto como en los primeros diálogos, gunda.
Sócrates es el principal interlocutor. En la «primera parte» c) El Parménides pretende dar cuenta de una conversa-
ción entre Parménides, Zenón de Elea y Sócrates. Tal con-
12 324 a 6 versación habría ocurrido cuando Parménides contaba cer-
1) 326 b 5
14 En la edición de Burnet

141>i, 193 A 1-3. 16 El mejor estudio de las variaciones formales del diálogo es el de Rae·
15 P. L. S, L. 1, 203 der (Platons Phil. Entw. 44-61)

20 21
ca de sesenta y cinco años (127 b 3), Zenón cerca de cua- que ha de luchar a brazo partido no sólo con los heracli-
renta (ibíd. 4) Y Sócrates era aún muy joven (127 e 4). Si, teanos, sino también con los «partidarios de la totalidad in-
como se hace ver en el diálogo, Sócrates había llegado ya móvil», entre los cuales nombra a Melisa y a Parménides.
a la teoría de las Ideas e incluso había reflexionado mucho En 183 e 5-184 a 1, califica a Parménides de «venerable e
sobre ella, parece que la edad atribuida no podría ser de me- imponente figura» y de poseedor de «una especie de pro-
nos de veinte años. Ahora bien, teniendo en cuenta que Só- fundidad enteramente noble». En el Parménides desempe-
crates había nacido en el 469, se seguiría del texto de Pla- ña, como hemos visto, el papel principal. En el Sofista y
tón que el nacimiento de Parménides no habría sido ante- el Político (que presenta como continuaciones del diálogo
rior a c. 515, ni el de Zenón anterior a c. 490. Sin embar- iniciado en el Teeteto) 17 será un miembro de la escuela
go, las fechas de nacimiento tradicionalmente asignadas a eleática quien interprete el principal papel.
Parménides y Zenón son 544-540 Y 504-500, respectiva- Así pues, estos cuatro diálogos están vinculados entre sí
mente. por varias contrarreferencias y, también, por un mero in-
En el caso de que Parménides y Sócrates se hubieran en- terés acerca de la filosofía eleática. Parecería lógico, a pri-
contrado en alguna ocasión, no creemos que hubieran te- mera vista, considerados como un grupo unitario y pensár,
nido una conversación como la del diálogo. No nos consta al propio tiempo, que el interés de Platón por el Eleatismo
en absoluto que Parménides fuera capaz de una discusión había sido estimulado por el encuentro con miembros de
dialéctica como la de la última parte del diálogo, y es to- la escuela, en la Magna Grecia, en su viaje a Sicilia del 367
talmente improbable que a los veinte años Sócrates estu- a. c., aproximadamente. Sin embargo, desde el punto de
viera en posesión de la teoría de las Ideas, tal como se le vista lingüístico, los cuatro diálogos forman dos grupos muy
representa en la «primera parte». Y si es imaginario el diferenciados. El Parménides yel Teeteto están próximos
transcurso del diálogo, no hay razón para considerar histó- a los más recientes libros de la República y al Fedro, mien-
rica la escena. Es verdad que Burnet y Taylor impugnan la tras que el Sofista y el Político se aproximan más al Timeo
datación tradicional de Parménides y Zenón, por estar apo- y al Filebo. La mejor explicación de esto sería suponer lo
yadas en supuestos arbitrarios. Lo han hecho así, porque siguiente: entre los dos primeros y los dos últimos diálo-
han dado crédito a la «biografía» socrática por parte de Pla- gos medió el periodo de tiempo en el que Platón realizó
tón. Para nosotros tal criterio es inadmisible y el encuen- la segunda visita a la corte de Dionisio de Siracusa, en el
tro ficticio. Si bien, tanto en el Teeteto (183 e 7) como en 367-6, con la consiguiente desviación de intereses.
el Sofista (217 c 4'-7) Sócrates dice de sí mismo que, siendo Al mismo tiempo, el cambio que hay entre la firme ex-
joven, conoció a Parménides. Sobre la base de que la con- posición de la teoría de las Ideas en la República y su pre-
versación del Parménides es ficticia, pensamos que esas alu- sentación problemática en el Parménides, parece implicar
siones no son de un encuentro real, sino del encuentro fic- un lapso de tiempo entre la terminación de aquella y la re-
ticio descrito en este diálogo. 'j dacción de éste. Finalmente, los aspectos mencionados en
d) Las únicas alusiones claras, aunque insignificantes, a b) se explican con cualquiera de estos dos supuestos: o que
los eleáticos en los diálogos anteriores a estos cuatro, se en- la primera parte del Parménides se escribió antes que el
cuentran en el Banquete 178 b 9 y en el Fedro 261 d 6. Por Teeteto, y la segunda después, o que el Teeteto simplemen-
el contrario, hay tres alusiones en el Teeteto. En 152 e 2, te enuncia un principio que Platón ya había aplicado en la
se menciona significativamente a Parménides como el úni- segunda parte del Parménides.
ea de «los sabios» que no suscribe la teoría de que <<nada
es nunca, sino que todas las cosas están siempre devinien-
17 Teeteto 210 d 3, So! 216 a 1, Po!. 257 a 1
do». En 180 d 7-181 b 5, expresa Platón su convicción de
22 23
7. Acerca del problema de las fechas relativas del Timeo bién alguno de los diálogos más cortos. Segundo, se sabe
y del Filebo, la opinión de los estudiosos está dividida bas- que Platón era un asiduo corrector de sus obras 22. Sus re-
tante equitativamente. Nada han hecho las pruebas lingüís- toques, que sugieren una fecha reciente, bien pudo hacer-
ticas para resolver el problema, y el conjunto de los demás los mucho después de la sustancia principal del diálogo en
argumentos propuestos por cada punto de vista no tiene que se realizaron.
mucha fuerza. Sin embargo hay un razonamiento que apun- Ante estas dificultades, el orden de los diálogos que pue-
ta clara, aunque no decisivamente, en una dirección. La de- de proponerse, por fuerza, ha de ser muy provisional. He-
rivación de los números ideales del Uno y de lo «grande y chas estas salvedades, doy, en calidad de probable, la si-
pequeño», de la que tanto nos informa Aristóteles y que, guiente ordenación 4e los diálogos más tempranas que con-
sin duda, corresponde al último periodo de Platón, se ajus- ciernen a la teoría de las Ideas, y también de las obras más
ta mucho más al «límite» y lo «ilimitado» (o lo «mayor y recientes.
menor») del Filebo que a cualquier cosa del Timeo. Me pa-
Nacimiento de Platón, 429-427
rece que esto nos decide a considerar el Filebo posterior al Cármides
otro 18.
Los datos precisos acerca del momento de redacción de Laques
Butilrón
cada diálogo en particular son muy escasos. El Menéxeno,
una oración fúnebre sobre los muertos en la batalla, no Hipias Mayor
Menón
pudo escribirse antes del 390, y lo más verosímil es que se
haya escrito después de la paz de Antálcidas, en el 386. El Primera visita a Sicilia, 389-388
Banquete hace referencia a un suceso del año 385 Ó 38419; Crátilo (?)
el Teeteto20 a uno del año 369; las Leyes21 a uno del año Banquete, 385 ó más tarde
356, aproximadamente. La habilidad e ingenio de los estu- Fedón
diosos han descubierto muchas pruebas que sugieren lími- República
tes de datación para éste o aquél diálogo, pero ninguna de Fedro
esas conjeturas se aproxima a la certeza. iarménides
Hay dos requisitos~generales que ha de tener presentes" Teeteto, 369 ó más tarde"
cualquiera que trate de determinar el orden de los diálo-
gos. Primero, la composición de cada una de las obras lar- Segunda visita a Sicilia, 367-366
gas, la República y las Leyes, debió ocupar un periodo de Solista
Político
algunos años, durante los cuales pudo haber escrito tam-
Tercera visita a Sicilia, 361-360
Timeo
]3 El Filebo es colocado después del Timeo también por Baeumker.
Prob!o d. Materie in d. gr. Philos. 114, 197; por Bury en su edición del Critias
Filebo, LXXX; por 1. A. Post en Trans. o/ the American Philological Filebo
Asm. LX (1929), 12; por C. Ritter en su 'último libro The Esence o/ Pla- Carta VII, 353-352
to's Philosophy, 27; por Robin, La Place de la Physique dans la Philos.
de Platon, 10 n. 2,; por Taylor, A Comm. on Plato's Timaeus, 9 n.; y por Leyes
Wilamowitz, Platon, T,628. Muerte de Platón, 348-347.
]9 193 a 3
20 142 a 6
2l 638 b 1 22 Dion. Halic. Comp. págs. 208-9

24 25
del nombre2• Pero en el Laques, y hasta mucho después de
la redacción del Laques, el objetivo de Platón no es el es-
tatuto metafísico de aquel1a entidad. Su objetivo es el que
caracterizó al propio ?ócrates: la respuesta a la pregunta
concreta e inmediata: ¿qué es el valor? Si bien ese interés
por el valor, tanto en Sócrates como en Platón, es doble.
Quizá principalmente haya un interés práctico. Tanto SÓ-
crates como Platón quieren saber qué es el valor, porque
están interesados en hacer valientes a sus conciudadanos.
Pero es asimismo característico de ambos que, a diferencia
II. Los comienzos de la teoría de los moralistas meramente prácticos, estén convencidos
de que sólo mediante el conocimiento de 16que es esta vir-
.tud, pueden los hombres llegar a ser auténticamente vir-
~ntre los. diál?gos tem.,:,r~~os, hay cuatro cuyo principal tuosos 3. AsÍ, a la finalidad práctica, se añadió una curiosi-
objeto es dlscut1r las defm1C1onesde determinadas cosas dad intelectual, suscitada por dos factores: que numerosas
El Cármides pregunta: ¿Qué es la templanza?; el Laques: cosas muy diferentes son ejemplos de valor4 y que otras
¿qué es el valor?; el Eutifrón, ¿qué es la piedad?; el Hipias muchas cosas que tienen mucho en común con aquellas no
Mayor, ¿qué es la belleza? En esa misma pregunta ya está son, a pesar de todo, ejemplos de valor 5. Fue esta combi-
latente el germen de la teoría de las Ideas, ya que pregun- nación de objetivos la que condujo a la doctrina metafísica
tar eso es sobrentender que hay una cosa representada por de las Ideas. Cabe añadir que, aunque en el Laques y en
una palabra como «templanza», y que es diferente de cual- otros diálogos tempranas, el asunto principal sean los tér-
quiera de las muchas personas o acciones que puedan l1a- minos éticos, ya advierte Platón, al hablar de la naturaleza
marse correctamente templadas. común de la rapidez, que la relación entre lo universal y
En el Cármides Platón no se interesa tanto como en los 10 particular no se limita a los términos éticos.
otros tres diálogos, por el aspecto más tran;cendental de Platón no discute las implicaciones que alberga una cues-
la .determinación de una virtud concreta. Esto es una ra- tión como «¿qué es el valot?», pero no es difícil ver cuáles
zón, aunque no decisiva por sí misma para considerar ese son 6. En primer lugar, implica que no sólo se da la palabra
diálogo el más temprano de los cuatr~. «valor», ni simplemente la palabra y el pensamiento del va-
Los gérmenes de la tern:Ía de las Ideas resultan más cla- lor, sino que también existe una cosa real cuyo nombre es
ros en el Laques. En este diálogo 1,después de enumerar di- «valor». En.segundo lugar, implica que es una cosa y no
versas circunstancias en las que puede manifestarse el va- varias. Platón era consciente de que la significación de un
lor, Sócrates pregunta: «¿qué es 10 que está en todas estas nombre podía ser ambigua, aunque tal caso fuese más bien
cosas y es 10 mismo?», dando a entender, por tanto, que
hay algo que es lo mismq. Sigue idéntico procedimiento en
192 a l-b 3 con respecto a la rapidez. Aquí está en germen 2 Rep. 596 a 6
la t~oría, d~ que a todo nombre común le corresponde una 3 Laq. 190 b 3-c 2
4190e7-191e8
entIdad umca, a la que se hace referencia en todos los usos 5 192 b 9-193 d 10

6 El significado y las implicaciones que tiene la cuestión, «¿qué es X?»


en Platón han sido bien discutidas por R. Robinson, en Plato 's Earlier Dia-
¡ 191 e 10 lectic, 51-62.

26
27
infrecuente. No advertía los diversos matices de significa- para el que designaban un modelo o figura geométrica. La
do que pue~e c~ntener hasta la palabra más simple. En ter- serie de citas que aduce Taylor fue supervisada por C. M.
cer lugar, lmphca que el valor es una cosa compleja sus- Gillespie, quien llegó a una conclusión diferente. Esta es la
ceptible de ser analizada en elementos. De no ser así la conclusión de Gillespie 9:
cuestión «¿qué es el valor?» sería estúpida, ya que la ú~ica «En tiempos de Sócrates, las palabras ... tienen dos acep-
respuesta po.sible sería que el valor es el valor. Las ~espues- ciones en el vocabulario científico. La primera es princi-
tas que contInuamente da a cuestiones de este estilo reve- palmente física, pero sin asociaciones matemáticas. Incluye
lan que, en principio, Platón concebía -tal como hizo ex- muchos niveles de significación, que van desde el popular
plícitamente Aristóteles-, que la definición era un análi- al técnico: la forma de un objeto corpóreo (en ocasiones de-
sis per genus et differentiam. Pero no hablará expresamen- signa al objeto corpóreo mismo, como nuestras palabras
te de esto hasta el Sofista. «forma» y «figura», pero siempre se distingue de a&¡.tcx).
Probablemente el Butifrón sea el primer diálogo en el" A veces, la forma exterior visible o figura. A menudo, la
que aparecen las palabras lOÉcxy ¿lOO~,con el sentido es- forma interior, la estructura, naturaleza, <púc:n~, un concep-
peci~l plat~nic? 7. Los pasajes son estos: ? d 1-5 «¿Es que to específicamente físico. Con frecuencia, el uso del térmi-
lo plO en SI mIsmo no es una sola cosa en sí en toda ac- v no se extendió a la naturaleza de los objetos incorpóreos.
ción, y por su parte lo impío no es todo lo contrario de lo Por ejemplo, en un tratado de retórica, en el que casi, si
pío, pero igual a sí mismo, y tiene un solo carácter (loÉcx) no totalmente, se llega a la noción metafísica de esencia,
conforme a la impiedad, todo lo que vaya a ser impío?» mediante una ligera tras posición. La segunda es semilógi-
6d 9-e6: «¿Te acuerdas de que yo no te incitaba a exponer- ca, clasificatoria. Se usa especialmente en contextos como
me uno o dos de los muchos actos píos, sino el carácter «hay cuatro formas o clases» de algo, sea una sustancia
( doo~) pr~pio. por el que todas las cosas pías son pías? como lo «húmedo», o una enfermedad o cualquier otra
En efecto, tu afirmabas que por un solo carácter (loÉcx) las cosa ... En esta dirección evolutiva, la significación más re-
cosas impías son impías, y las cosas pías son pías ... Expón- ciente de species no será más que una mera f.ase consecu-
me, pues, cuál es realmente ese carácter (loÉcx), :3 fin de tiva. Taylor ha demostrado que doo~ tenía e1sentido de «fi-
que, dirigiendo la vista a él y sirviéndome de él como me- gura» o «modelo» geométrico. Pero no hay ninguna prue-
aida~ pueda yo decir que es pío un acto de esta clase que ba de que este sentido fuera un factor determinante de las
realices ,tú u otra persona, y si no es de esta clase, digá que demás evoluciones. Más bien, parece que se trata de un de-
no es PIO». sarrollo colateral.
,~anto d?o.t; como lOÉcxderivan de lOci'v,«ver», y el sig- Los dos usos que especifica Gillespie son desarrollos bas-
mÍ1cado ongmal de ambas palabras es «forma visible». En tante lógicos del significado original. Teniendo en cuenta
Varia Socratica8 hizo Taylor un extenso estudio sobre esas que la vista es nuestro sentido más informativo, no es ex-
palabras ~~ la literatura griega anterior a Platón. Llegó a traño que palabras cuyo significado original fuera forma vi-
la concluslOn de que el uso que de esos términos hace Pla- sible llegaran a significar naturaleza visible y, posterior-
tón, y algún otro autor, tiene su origen en el pitagorismo, mente, naturaleza en general, para terminar designando
«una clase distinta por naturaleza de las demás».
H. C. Baldry ha sugerido 10 que el uso platónico de los.
7 Ross traduce casi siempre doo¡; e iQ¿C( por «Form», Forma. En las
términos doo~ lOÉcx,es decir «el principio fundamental de
traducciones castellanas, esos términos se traducen de modo diverso' idea
fi~ura, clase.;. Para mayor claridad y cohesión, se pondrán esos tér~ino~
gnegos de tras de cada palabra castellana que los traduce. 9 Class. Quart. VI (1912), 179-203
8 178-267 10 Class. Quart. XXXI (1937), 141-5

28 29
la metafísica de Flatón», fue el resultado de la fusión de la Para que podamos juzgar el valor de las distinciones que
enseñanza de Sócrates sobre los valores morales con la doc- hace entre los sentidos 2., 3., 4. y 6., examinaremos algu-
trina pitagórica acerca de los números-modelos. Si bien, no nos ejemplos típicos. Ritter considera que en algunos pa-
sabemos mucho sobre la historia del pitagorismo, ni sobre sajes no es fácil determinar en cuál de esos sentidos se usa.
la datación de las sucesivas etapas de su desarrollo. Igno- Por eso, escojo algunos pasajes a los que les aplica, sin va-
ramos si en tiempos de la juventud de Platón los pitagó- cilación, un significado u otro.
ricos llamaban a los números-modelos Eioll o iMea. Asimis- Sentido 2., Menón 72 d 7: «¿Te parece que una es la sa-
mo ignoramos si Platón había visitado Italia antes del 389 lud del hombre y otra la de la mujer? ¿O es en todos los
ó 388 a. c., pero sí estamos bastante seguros de que los pri- casos de la misma forma (cíbO<;),siempre que sea salud, ya
meros diálogos en los que aparece la teoría ideal fueron es- esté en el hombre, ya en cualquier ser?».
critos antes de esa fecha. Aunque Aristóteles diga que Pla- Sentido 3., Menón 72 c 6 «Pues así ocurre también con
tón asignó a las Ideas el mismo tipo de función que los pi- las virtudes: aunque, también son muchas y de diversas cla-
tagóricos asignaron a los números 11 y que, posteriormen- ses, en todo caso una única y misma forma (d80<;) tienen
te, identificó las Ideas con los números 12, no insinúa, sin todas, gracias a la cual son virtudes, y que es lo que está
embargo, que los números-modelos tuvieran alguna in- bien que tenga en cuenta, al contestar a quien se lo haya
fluencia en el inicio de la teoría ideal. Ciertamente, nada pedido, quien explica lo que es la virtud». .
hay en los diálogos tempranas que sugiera esto. Más bien Sentido 4., Fedón 104 e 1: «Luego nunca llegará al tres
parece que fueron las investigaciones socráticas sobre «qué la idea (iMa) de par».
es la virtud~), «qué es el valoD>,etc., las que influyeron para Sentido 6., Fedón 102 a 11: «Según creo, una, vez que se
que Platón admitiera la existencia de universales quecons- pusieron de acuerdo con él en esto, y se convino e? .que
tituÍan una clase especial de entidades, a las que denominó cada una de las ideas (Eioll) era algo y que, por partIC1par
c{óo<;o {bta. Respecto a estos términos, la originalidad en estas, las demás cosas reciben de ellas su nombre».
de Platón no está en que los use -ya se usaban en el grie- Si examinamos no sólo estos pasajes, sino también su
go ordinario con el sentido de «cualidad» o «característi- contexto, nos convenceremos de que, en todos los casos,
ca»-, sino en el status que atribuyó a las cosas que desig- Platón designa una y la misma cosa. En ninguno habla de
M~ . .. conceptos o del «contenido de los conceptos», sino de algo
Para el uso platónico de esas palabras, tenemos un estu- que considera perfectamente objetivo, que existe por dere-
dio exhaustivo en Neue Untersuchungen13 de Ritter. Este cho propio y no porque pensemos en él. El intento de Rit-
autor distingue 14 seis sentidos: ter, al distinguir cuatro sentidos, es producto del concep-
1. La apariencia externa tualismo del siglo XIX que distaba mucho del realismo in-
2. La constitución o condición genuo de Platón.
3. «La característica que determina el concepto» Respecto al uso que hace Platón de ambas palabras,doo<;
4. El concepto mismo e iOÉa,podemos decir: primero, tienen no pocas veces el sig-
5. El genus o species nificado original de «forma visible»; segundo, las usa en
6. La realidad objetiva que subyace a nuestro concepto. los diversos sentidos no técnicos que también encontramos
en escritores anteriores; tercero, tienen el sentido técnico
lJ Met. 987 b 9-13 de «Idea» y «clase».
12 1078 b 9-12 cfoo<;tiene frecuentemente el significado de «clase» en el
13 228-:'26 Fedón y en los diálogos posteriores, con excepción del Par-
14 ¡bid. 322
ménides. Raras veces usa la palabra i8Éa -la más gráfica
30 31
de las dos- en ese sentido y la prefjere para los pasajes condiciones, sino d~ qué naturaleza es la característica que
más coloristas e imaginativos.' Además de esas palabras, significa la palabra «belleza».
Platón empleará tambiénouO"íCly<pócrt~para referirse a una El pasaje citado de Hipias Mayor proporciona uno de los
Idea, así como y¿vo~ (en el Solista) y f:vci~y I·LOV&~ (en el primeros ejemplos de la expresión c(t'Yr() 1Ó, que llegó
Filebo). a ser uno de los estereotipos para mencionar una Idea. La
En el Hipias Mayor 286 c 5 se nos da una interesante expresión se repite en otras páginas del diálogo 17. Asimis-
indicación de lo que influyó en Platón para que se intere- mo aparece d80~en 289 d 4 y en 298 b 4.
sara por las definiciones: «Recientemente, Hipias, alguien En este periodo la relación entre la Idea ylo particular
me llevó a una situación apurada en una conversación, al es considerada simplemente como la que se da entre lo uni-
censurar yo unas cosas por feas y alabar ~tras por b~llas, versal y lo particular. No se tiene en cuenta todavía que lo
haciéndome esta pregunta de un modo msolente: ¿De particular es un malogrado ejemplo de la Idea. La Idea de
dónde sabes tú, Sócrates, qué cosas son bellas y qué otras belleza es, «lo idéntico que hace ser bellos los placeres de
son feas? Vamos, ¿podrías tú decir qué es lo bello?"» la vista y el oído, algo común que se encuentra en uno y
Lo que llevó a Platón a interesarse por la definición fu~, otro conjuntamente y en cada uno de los dos separadamen-
a tenor de esa indicación, el convencimiento de que nadIe te» 18. Con esto se da a entender que las cosas individuales
puede aplicar correctamente una palabra, a menos que dis- no son siempre, ni en todas las relaciones, ejemplos de los
ponga de una noción general sobre su significado. Con ello, mismos universales así en algunas relaciones el oro no apa-
no señala sólo, como dice a menudo, los casos de respuesta recerá más bello que la madera de higuera 19. Pero nada se
inválida al problema de la definición, ya que no podemos dice aquí de que ningún particular sea nunca un auténtico
estar seguros de discernir los casos válidos si ~ntes no co- ejemplo de una Idea, ni que la Idea sea un modelo o límite
nocemos la definición. Lo que señala, en reahdad, es que más bien que un universal, ni que la relación de lo indivi-
el conocimiento de la connotación debe preceder al cono- dual con ella sea de imitación y no de participación.
cimiento de la de notación. «Explícame, adecuadamente, Hay un pasaje de Hipias Mayor2o que parece evidenciar
-le dice Sócrates a Hipias-, qué es lo bello en sí mismo una fase de desarrollo de la teoría de las Ideas superior a
(cdyró fa KClAÓV)>> 15. La pn~gunt~ encierra ~H:_a.
~iert.a am- la del.Laques o Eutif[ón.Enla.búsqueda de _una respuesta
bigüedad, de la que Platón, quizá, no fue consClente. Puede a la pregunta de «¿qué es lo bello?», Sócrates sugiere que
significar: «¿Cuál es la característica que designa la palabra es lo agradable captado por el oído o la vista, y agrega que
"bello"?»; también: «¿cuál es la característica o conjunto la palabra «bello» es aplicable tanto a ambas formas de lo
de características que, además de la belleza, ha de tener una agradable, como a cada una por separado.Sócrates le re-
cosa para ser bella?» Si bien la expresión lo «bello en sí» plica que hay muchas excepciones, por ejemplo, el término
apunta a la primera i~terpret~ció?-. La cual viene ap,oyada, «uno» sólo es aplicable a una cosa cada vez y no a dos a la
también, por un pasaje del Carmtdes16, en el que Socrates vez, mientras que «dos» es aplicable a ambas cosas a la vez
hace una cuestión equivalente sobre /c;kautocontrol o sen- y no a cada una. Además cada cosa es impar y no par, mien-
sate2: «hemos sido derrotados en toda la línea y no pode- tras que ambas a la vez son pares y no impares. El pasaje
mos encontrar sobre qué cosa se apoyó el legislador que es- es interesante en dos sentidos: primero prefigura el pro-
tableció nombre de sensatez». Lo que desea saber Sócrates
no es, entonces, la relación que hay entre la belleza y sus 17 288 a 9, 289 e :>, 292 e 9; Prot. 360 e 8 quizá sea anterior.
18 300 a 9-b 1
lj 286 d 8 19 291 e7
16 175 b :> 20 300 d 5-302 b 3

32 33
blema suscitado en el Parménides acerca de si es la totali- ción, sino que son en sí y con relación a su propio ser con-
dad de cada Idea o sólo una parte la poseída por sus res- forme a su naturaleza» 24.Pero a pesar de que aquí figure
la palabra oucrílX y de que en otra página del diálogo se
pectivos individuos. Segundo, revela un prístino interés por
las Idt:as de número, que absorbieron el último periodo de diga que la Idea es el ser (oucríIX)de sus particulares, erra-
la v'ida de PlatÓn. ríamos, quizá, si pensamos que se hacen referencias distin-
En el Menón hay muchas referencias a las Ideas median- tas a la teoría de las Ideas. Por oocrílXde una cosa parece
te las denominaciones de oucríow doo<;. En este diálogo to- que Platón entiende aquí su naturaleza real e íntegra, en
davía se insiste en la inmanencia de las Ideas en los par- cuanto opuesta a la naturaleza que le puede adscribir la opi-
ticulares: «Todas las virtudes tienen una única y misma for- nión humana. Pero Platón nunca pensó que ninguna Idea
fuera la naturaleza integra de ninguno de ,sus ejemplos. Una
ma (t:l80~»>21.Hay una frase en esta obra que pudo ser el
acción particular justa, por ejemplo, posee algo que la dis-
origen del término aristotélico KIXOóAoD y de nuestro tér-
mino «universal». La frase es: «diciéndome, en general tingue de otras acciones justas, y ese algo tiene que ser dis-
tinto de la Idea de justicia. Hay otras referencias a las
(KIX1 & ÓAOl)),qué es la virtud» 22.Lo ausente del Menón sor-
Ideas 25,pero nada nuevo aportan, si no es para marcar una
prende más que lo presente, por ejemplo, que no se haga
neta oposición a la doctrina de Heráclito sobre el flujo uni-
ninguna conexión entre ~as Ideas y la do:tri~a d~ ~a anám~
nesis. No sólo no hay nmguna referenCla, lmphClta o ex- versal. Como dice Aristóteles 26, Platón acepta la doctrina
plícita, a las Ideas cuando trata de la anámnesis 23,sino que d~ Heráclito en relación con las cosas sensibles, pero ad-
además el método por el que el joven esclavo descubre que VIerte que hay cosas no sujetas al flujo.
un cuadrado tiene doble superficie que otro, es un método Hay una página del Crátilo 27que nos puede parecer un
avance en cuanto a la trascendencia de las Ideas. Dice SÓ-
puramente empírico. Admitirá que un cuadrado hecho so-
bre la diagonal de otro tiene ,un área dos veces mayor que crates: «¿En qué se fija el carpintero para fabricar la lan-
este, no porque haya captado ~?a r:lación entre u~üversa- zadera? ¿No. será en lo que es tal como para tejer por na-
turaleza? ... SI se le rompe la lanzadera mientras la fabrica,
les, sino por mera comprobaClon Visual. Cas? eqU1va~ente
es el de ciertos triángulos cuyas áreas respectIvas son Igua- ¿volverá a fabricar otra fijándose en la que está rota o en
les á la mitad de un cuadrado dado y que forman entre sí aquella forma conforme a la cual ya fabricaba la que rom-
pió?». y continúa describiendo qué es exactamente una lan-
la figura de un cuadrado, que no lo admite porque así deba
ser, sino por mero testimonio de la vista. Tendr:~os que zadera o la Forma de la lanzadera. Podría parecer que se
esperar al Fedón para que se establezca la relacl0n entre alude a una Forma de lanzadera que se puede contemplar
las Ideas y la anámnesis. En el Menón la teoría de las Ideas y.que existe a.ntes de su incorporación en una lanzadera par-
tIcular. EfectIvamente, no podría haber invención de lalan-
no da un paso más que en los diálogos anteriores.
El Crátilo desempeña un importante papel en el desa- zadera si lo que mirara el fabricante al hacerla fuera nece-
rrollo de la metafísica platónica. En este diálogo es donde sariamente un universal abstraído de las lanzaderas parti-
más explícitamente se opone al subjetivismo completo. In- culares. Aunque parece que Platón está pensando en una
siste en que «las cosas poseen un ser propio cons~stente. Forma de lanzadera que existe por derecho propio, antes
No tienen relación ni dependencia con nosotros m se de- de su incorporación en materiales particulares, no le ads-
jan arrastrar arriba y abajo por obra de nuestra imagina-
24 386 d 8-e 4
25 389 d 6-7, e 3,439 ( 8
21 72 ( 7; cfr. 74 a 9
26 Met. 987 a 32-b 1
22 77 a 6
27 389 a 6-( 1
23 81 a 5-86 b 5

34 35
cribe, sin embargo, una existencia transcendente. De he- manera ... Pero es razonable sostener que ni siquiera existe
cho, continúa hablando de lo que hace un carpintero ex- el conocimiento, Crátilo, si todas las cosas cambian y nada
permanece. Pues si esto mismo, el conocimiento, no deja-
perto para incorporar la Forma en materiales particula-
ra de ser conocimiento, permanecería siempre y sería co-
res 28. Su concepción de que una Idea nunca está perfecta-
nocimiento. Pero si, incluso, la forma misma de conoci-
mente ejemplificada sino tan sólo imitada, pertenece a una miento cambia, simultáneamente cambiaría a otra forma
fase ulterior de su pensamiento. La interpretación de que de conocimiento y ya no sería conocimiento. Si siempre
la Forma existe con anterioridad a su incorporación, quizá está cambiando, no podría haber siempre conocimiento y,
no sea la única posible. Decir que el carpintero contempla conforme a este razonamiento, no habría ni sujeto, ni hay
la Forma no significa necesariamente que la Forma sea objeto de conocimiento; si existe lo bello, lo bueno y cada
preexistente, como al decir que aspiramos a un fin no pen- uno de los seres, es evidente, para mí, que lo que ahora de-
samos que ese fin eXIsta ya. ci.m<;>s
nosotros no se parece en absoluto al flujo ni al mo-
V1m1ento.
El pasaje del Crátilo que más atañe a nuestro propósito
se encuentra al final del diálog029• Según Aristóteles, con
Es esta la primera vez que aparece, de modo claro, el ar-
el que primero se relacionó filosóficamente Platón fue co.n
el heracliteo Crátilo. De esa relación conservó la creenCIa gumento que parte de la existencia del conocimiento para
llegar a la existencia de objetos no sensibles e inmutables.
de que todas las cosas sensibles están en constante flujo.
Por influencia de Sócrates llegaría a pensar que, siendo mu- A este lo llama Aristóteles 31 el argumento «desde las cien-
dables, las cosas sensibles no debían ser el objeto del co- cias», así como al que aparece en diálogos anteriores lo de-
nomina el argumento del «uno sobre muchos».
nocimiento, sino algo distinto de ellas. Y es esto lo que en-
contramos en el Crátilo 30: Donde primero aparece una declaración nítida de la tras-
cendencia es en un pasaje del Banquete32•
No es a partir de los nombres, sino que hay que.cónocer
y buscar los seres en sí mismos más que a part1r de los El que hasta aquí ha sido educado en las cuestiones amo-
nombres ... ¿diremos que hay algo bello y bueno en sí, y lo rosas ... adquirirá de repente la visión de algo que por na-
mismo con cada 'uno de los seres, o no? .. Consideremos, turaleza es admirablemente bello, aquello precisamente~ ..
entonces,la cosa en sí. No si hay un rostro hermoso o algo que en primer lugar existe siempre, no nace ni muere, no
por el estilo ..., sino si vamos a sostener que lo bello en sí crece ni decrece; que en segundo lugar no es bello por un
es siempre tal cual es... ¿Cómo, entonces, podr~a tener al- lado y feo por el otro, ni tampoco unas veces bello y otras
guna existencia aquello que nunca se mant1ene 19ual? Pues no, ni bello en un respecto y feo en el otro, ni aquí bello
si un momento se mantiene igual, es evidente que, duran- y altC'feo, de modo que sea para unos bello y para otros
te ese tiempo, no cambia en absoluto. y si siempre se man- feo. Tampoco se mostrará a él la belleza, pongo el caso,
tiene igual y es 10 mismo, ¿cómo podría ello cambiar o mo- como un rostro, unas manos, ni ninguna otra cosa de las
verse, si no abandona su propia forma? .. Pero es ~ás, t~m- que participa el cuerpo, ni como un razonamiento, ni como
poco podría ser conocido por nadie. Pues en el m1smo lfiS- U? conocimiento, no como algo que exista en otro ser, por
tante en que se acercara quien va a conocerlo, se conver- ejemplo, en un viviente, en la tierra, en el cielo o en otro
tiría en otra cosa distinta, de forma que no podría cono- cualquiera, sino la propia belleza en sí que siempre es con-
cerse qué cosa es o cómo es. Ninguna clase de conocimien- sigo misma específicamente única CXl)'t"O KCXe'cxt)'t"() j.!E8'o:lrr:oG
j.!OVOClO¿<; &d óv), en tanto que todas las cosas participan de
to, en verdad, conoce cuando su objeto no es de ninguna
ella en modo tal, que aunque nazcan y mueran las demas,
28 )89 e 3-6; cfr. 390 b 1-2
29 439 b 4-440 e 1 31 lbíd. 990 b 11-14
30 Met. 987 a 32-b 7 32 210 e 2-211 b 5

36 37
no aumenta ella en nada, ni disminuye, ni padece nada en
absoluto.

Ciertamente tenemos aquí un rotundo aserto de la trans-


cendencia de la Idea de belleza, pero hemos de recordar que
no son palabras de Platón ni de Sócrates. Se atribuyen a
Diotima, la sabia mujer de Mantinea, y ciertamente su es-
tilo es más profético que filosófico. Si tradujéramos ese len-
guaje al filosófico, la afirmación se reduciría a esto: la Ide.a
de belleza no tiene una existencia separada, pero sí es dI- lII. El Fedón
ferente de todas sus incorporaciones. Su eternidad y pure-
za contrasta con la transitoriedad e imperfección de sus in-
corporaclOnes. En el Fedón las Ideas tienen un papel mucho más e~-
Al margen de este pasaje anterior, todos los diálogos tenso que en cualquier diálogo anterior. Están casi omni-
tempranos consideran que las Ideas son inmanentes a las presentes en él; pero su inserción está siempre subordina-
cosas particulares. Están «presentes» en ellas; son coloca- da a la prueba de la inmortalidad, por lo que apenas aporta
das «en ellas» por el artesano; nacen «en ellas»; son «co-
munes» a ellas. A su vez, los particulares las «poseen» o na.da nuevo acerca de s~ naturaleza propia. El primer pa-
saJe en el que se menClonan 1 las Ideas sólo nos dice que
«participan» de ellas. no llegan a conocerse a través de los sentidos sino me-
d~ante el, pur~ pensamiento (cd'rr'D KaWaÚtllv' el~tKPIVcf
tU olavola). Sm embargo, posteriormente Platón describi-
rá, con mayor precisión que hasta entonces, el proceso
por el que llegan a conocerse las Ideas. Hemos visto que
en el Menón la teoría de la anámnesis no está conecta-
da con el conocimiento de las Ideas; en el Fedón, sí. Platón
ad·vIe~te 2 que un recuerdo «se produce a partir de cosas
semC:Ja?,tes,o cosas diferentes», i. e. que puede haber una
asoClaCl~n .0 por semejanza (por ejemplo al ver un retra-
to ?e .SlmIas,· rec?rdamos a Simias) 3 o por contigüidad
(asI, vIendo una ltra, recordamos la suya)4. En el primer
caso, not~mos además si la cosa percibida resulta en algún
aspecto, mcompleta en relación a la que nos recuerda 5. Por
eso mantenemos que existe la igualdad en sí, y sabemos

1 65 d 4-66 a 8
2 74 a2
3 73 e9
4 73 d 5-10
5 74 a 5-7

39
38
qué es. Conocimiento al que hemos accedido al ver trozos los iguales, si bien destacando sus imperfecciones. El as-
iguales de madera, piedras, ete. 6. Estas son muy diferentes pecto por el que los encuentra imperfectos es que «pare-
de la igualdad en sÍ, como lo prueba el que los mismos pa- cen en ocasiones iguales a unos y a otros no» (74 b 7-9),
los o piedras, a veces, le parezcan iguales a una persona y aludiendo quizá a los efectos de la perspectiva. De ser así,
no a otra. Sin embargo, los «iguales en sí» nunca parecen habría una cierta incongruencia en su pensamiento. En el
desiguales, ni la igualdad desigualdad 7. Los ejemplos "par- 'protágoras y en el Crátilo declaró que las cosas corpóreas
ticulares perfectos de una Idea se distinguen aquí de los tienen su naturaleza propia, que puede ser diferente de lo
ejemplos sensibles imperfectos y de la Idea en sí. Esto es que nos parece. De ahí se sigue que cosas que parecen de-
importante por ser la primera vez que aparece la creencia siguales a alguna persona puedan, sin embargo, ser iguales
en las entidades matemáticas, como algo intermedio entre y, por tanto, perfectos ejemplos de igualdad. Pero Platón
las Ideas y los particulares sensibles8• Pero, aunque Platón no repara ·en la incongruencia y habla, en todo el pasaje,
distinga entre los particulares perfectos y la Idea, no des- como si las cosas sensibles no hicieran más que aproximar-
taca esta distinción, por no desempeñar ningún papel en se a la igualdad. Este es el primer lugar (al margen del mís-
el argumento. tico del Banquete )en el que se destaca este aspecto de las
De este modo, la aceptación de las Ideas se incluye en el Ideas: no como universales manifestados en los particula-
apartado de la asociación por semejanza y en una subfor- res, sino cómo ideales, modelos o límites a los que las co-
ma de aquella en la que la semejanza es muy imperfecta. sas individuales sólo se aproximan, (f:KEívOl) opÉI'S1'CX1COU
o
U n pensador moderno quizá diga que la idea de igualdad ¿CHlVlcrOV,XCXl 'sv8e¿cr'tl':pci¿crnv 75 b 1; dr. ~oÚAetCY.l
iXU1'OU
se nos suscita mediante la experiencia de la desigualdad. Es- 74 d 9, np08lJfJ.eltiXl75 b 7). Por primera vez considera la
tamos acostumbrados a que los instrumentos de precisión relación de las cosas sensibles con las Ideas más como una
nos revelen desigualdades que no capta nuestra vista y, asi- imitación (fJ.ífJ.TlO'l~)
que como una participación (J.lt8E~1<;),
mismo, aceptamos fácilmente no haber visto nunca dos aunque contenga una dosis de participación, ya que se ha-
cuerpos físicos exactamente iguales. Pero aunque estemos bla, en todo momento, de las cosas sensibles como iguales,
en lo cierto al decir que no hay dos cuerpos físicos con di- y no como desiguales 9.
mensiones exactamente iguales, esto no nos permite atri-- - Son interesantes.cuarro.pasajes del Fedónen tanto que--
buir la idea de igualdad a la experiencia de los desiguales. revelan muy claramente: primero, la consecución de una
Por otra parte, sería más correcto denominar experiencia teoría generalizada de las Ideas y, segundo, la naturaleza
de iguales aparentes que de desiguales, a la que tenemos ha- de los miembros típicos de ese mundo de Ideas -75 c 10-d
bitualmente de objetos cuyas diferencias de tamaño no 3, 76 d 7-9, 78 d 3-7, 100 b 3-7. En ellos hace referencia
podemos detectar. Con todo, una experiencia de iguales a «todas aquellas cosas que sellamos con el rótulo de lo
aparentes y una experiencia de desiguales aparentes parece que es en sí» (auto b Ecrn) 10, y define la doctrina como
que tienen idéntica capacidad de suscitamos la noción de aquella que «repetimos una y otra vez» 11. Los ejemplos que
igualdad. repite son: la belleza ideal, la bondad, la justicia, la piedacl,
En cualquier caso, Platón ciertamente no dice que sea la la igualdad, el tamaño. En los primeros diálogos ha hecho
experiencia de los desiguales la que sugiera la noción de referencias incidentales a la Idea de rapidez, a la Idea de la
igualdad. Todo el pasaje hace referencia a la experiencia de
9 En 100 c 3-6, d 6 los particulares se representan participando de las
674b4-7
Ideas; en 100 d 5, la Idea se representa presente en ellos.
~ 74 b 7-c 6 lO 75 d 1-2

s La creencia atribuida a Platón por Aristóteles en Metaf.987 b 14-18 II 76 d 8

40 41
lanzadera y a la Idea de nombre 12, pero las dos primeras que se ofrece él mismo como explicación, el conocimiento
eran aducidas sólo como ilustraciones ocasionales y la ter- preexistente de las Ideas no cabe sino que sea directo e in-
cera sólo en función de una teoría especial del lenguaje. mediato. Y así imagina Platón que las hemos conocido en
Cuando Platón desea referirse a las Ideas típicas, menciona una vida anterior. Así pues, la doctrina de la anámnesis im-
valores morales o estéticos, categorías matemáticas o rela- plica la existencia separada de las Ideas, no incorporadas
ciones tales como tamaño o igualdad. Los valores yentida- imperfectamente en cosas sensibles, sino con una existen-
des matemáticas merecen su principal interés: los valores, cia completamente separada. Este pasaje del Fedón es la
a lo largo de su vida y las entidades matemáticas adquiri- primera manifestación clara de su creencia en tal existen-
rán una importancia creciente con el paso del tiempo, has- cia separada. A partir de este momento adoptará el térmi-
ta que al fin (como dice, al menos, Aristóteles) la teoría de no semejanza, aunque conserve el de participación, para ex-
las Ideas se convierta en una teoría de los números. Las presar la relación de las cosas sensibles con las Ideas.
Ideas de sus tancias (tales como «animal en sí») no se men- Sería un error decir que Platón ha hecho, en este o en
cionan en el Fedón, y no son en ninguna parte importan- cualquier otro periodo de su vida, una división definitiva
tes excepto en el Timeo. Si bien estaban implicadas en la del universo en Ideas y cosas sensibles. En primer lugar
teoría, ya que ésta consistía en que hay una Idea que co- está la incidental referencia a los «iguales en sí» 16 -una
rresponde a cada nombre común 13. alusión a las entidades matemáticas, que no son ni Ideas ni
Para Platón, no llegamos a conocer las Ideas desprecian- cosas sensibles. Ta.l alusión prepara el terreno para la doc-
do los sentidos y dedicándonos a la pura contemplación, trina de los «intermedios», aunque lo más probable es que
sino usando los sentidos y descubriendo 10 que nos sugie- Platón no cayera en la cuenta todavía de su significación.
ren. Son nuestros sentidos los que suscitan la idea de que Además admite otro tipo de entidades, que no son ni Ideas
todos los sensibles aparentemente iguales aspiran a 10 que ni cosas sensibles. En una sección del diálogo 17 representa
es igual, y que les falta 14. Al hablar de esto, Platón descri- el alma como afín a las Ideas por su inmutabilidad, aunque
be con mucha exactitud la cooperación entre sentido y ra- no sugiera en ninguna parte que las almas sean Ideas.
zón en nuestra marcha hacia el conocimiento. Ahora bien, E! siguiente pasaje que reclama nuestra atención es aquel
las cosas- sensibles nos -pueden· stlgerir-Ias Ideas- sólo por- (95 e 7-102 a 2) en el que Sócrates relata-su proceso filo-
que conocimos éstas en una existencia anterior 15. ¿Cómo sófico. La primera parte de la relación no es muy clara,
las conocimos en aquel momento? Si el conocimiento de pero lo importante es lo siguiente: Sócrates se ocupó en su
las Ideas también hubiera sido suscitado en esa preexisten- juventud de los problemas físicos y fisiológicos, que esta-
cia por las cosas sensibles, esa preexistencia no nos aclara- ban en boga a mediados del siglo V. La confusión de las teo-
ría en absoluto el proceso para llegar a conocedas. Efecti- rías opuestas sólo produjo en él perplejidad respecto a un
vamente, tan poco inteligible resulta un conocimiento ac- problema que rebasaba el alcance de las teorías. Está claro,
tual de las Ideas que requiera el concurso de las cosas sen- por ejemplo, que un hombre crece por la comida y la be-
sibles como un conocimiento previo que también exija ese bida. Los especialistas se han ocupado de los pormenores
concurso, por más que sea condición del primero. Por tan- del proceso de crecimiento, pero han suscitado en su men-
to, en el supuesto de que haya que explicar un recuerdo te una cuestión previa: cómo una cosa pequeña puede con-
vertirse en grande y, en general, cómo una cosa que está
12 Laques 192 a 1, Crát. 389 b 5, 390 a 5 caracterizada de una manera puede llegar a estado de otra.
13 Rep. 596 a 6
14 75 a 5-b 2 16 74 e 1
15 76 d 7-e 7 17 79 b 1-80 b 6

42 43
En especial, se quedó perplejo ante el problema de los nú- plicación del ser de las cosas directamente, a través de los
meros. «Me resisto a admitir siquiera que, cuando se ha sentidos. Por ello, corrieron la suerte de aquellos que tra-
añadido una unidad a una unidad, sea la unidad a la que se tan de mirar directamente al sol en un eclipse, en lugar de
ha añadido la otra la que se ha convertido en dos 18, o que mirar su reflejo en el agua (99 d 5-e 4). La comparación,
sea la unidad añadida, o bien que sean la agregada y aque- empero, es inadecuada, pues no tiene su método por me-
lla a la que se le agregó la otra las que se conviertan en nos directo que el de los físicos (99 e 6-100 a 3). Llámese
dos por adición de la una a la otra» (96 e 6-97 al). Ade- directo o indirecto, su método consiste en estudiar la 'ver-
más no alcanzaba a ver cómo podía decirse, en verdad, que dad de las cosas EV AÓYOlC;, es decir, consiste en tomar en
la adición de uno a uno hace dos y la división de uno hace cada caso el AÓY0C; más sólido y tener por verdadero lo que
dos, siendo que la causa de la dualidad había de ser única concuerda con él y rechazar lo que discrepa (100 a 3-7).
(97 a 5-b 3). AÓYOlno significa, aquí, definiciones, pues estas no se
La famosa sentencia de Anaxágoras de que la mente era utilizan en el ejemplo; tampoco conceptos o universales,
el ordenador y la causa de todo, le pareció que iluminaría aunque sí se utilicen, ni argumentos. Que Platón hable de
su oscuridad. «Pensé que, si eso era así, la mente ordena- «acuerdo» y que con la frase «el más sólido AÓY0C;»se' re-
dora ordenaría y colocaría todas y cada una de las cosas allí fiera a la proposición de que las Ideas existen, muestra que
donde mejor estuvieran. Así, pues si alguno quería encon- AÓYOlsignifica afirmaciones o proposiciones. No es muy
trar la causa de cada cosa ... debía encontrar sobre ello esto: justo Sócrates con sus predecesores cuando dice que el mé-
cómo es mejor para ella ser, padecer o realizar 10 que fue- todo de estos es el estudio de las cosas EV EPYOlC;y el
re». Pero, en realidad, la teleologÍa de Anaxágoras no re- suyo EV AÓyOlC;. Tales predecesores no se limitaron a hacer
sultó más iluminadora que el materialismo de los otros pre- uso de los sentidos y anotar lo que estos informaban. T a,mbién
socráticos. Pues, al llegar a los pormenores, daba unas ex- tuvieron sus AÓYOlo {m;08¿crac;,concepciones generales
plicaciones tan materialistas como cualquier otro. AsÍ, se- sugeridas por las informaciones de los sentidos, y de las que
ñalaba las condiciones materiales como si fueran las causas dedujeron consecuencias, tal como hizo Sócrates con su pro-
del ser de las cosas, cuando en realidad no son más que la pio AÓyOC;. Lo cierto, más bien, es que el tipo de AÓY0C; que
condición sine qua nQn para que actúe la verdadera_ causa tomaron como punto de. partida, les vino, sugerido por.
(98 b 8-99 c 6). observaciones particulares, así el AÓY0<;de Tales de que
AnaxágOras fracasó no por demasiado teleológico, sino todas las cosas son agua. Por el contrario, Sócrates toma
por no serio suficientemente, lo que no impidió que Sócra- como punto de partida algo suscitado por una reflexión
tes siguiera conservando la esperanza de una explicación re- mucho más general. Su «AÓYOC; más .sólido» no resulta.
leológica del mundo. No vio, sin embargo, el modo directo «nada nuevo» (l00 b 1), sino que es la manida tesis
de dar con ella, por eso recurrió a un segundo modo (EKdviX1:cXTCoAu8pÚAll1:iX, ibíd. 4) repetida en uno y otro
(OEÚ1:~POC;1tAO(5C;,
99 dI) de investigar la causa de las cosas. diálogo: «que hay algo que es bello en sí y de por sí, bueno,
Originalmente, el OcÚ1:cpOC; TCAOUC; era el uso de los remos grande y que igualmente existen las demás realidades de
cuando no había viento. La expresión sugiere, como obser- . esta Índole». Esta es la clase de causas que él ha estudiado,
va Burnet, no un método necesariamente menos efectivo, a diferencia tanto de las causas materiales y eficientes que
sino más lento y laborioso. Según Sócrates, las investiga- estudió la mayoría de los presocráticos, como de la causa
ciones anteriores fracasaron por intentar descubrir la ex- final, que admitió Anaxágoras, pero no puso en práctica.
El tratamiento adecuado de un AÓY0C, o únó8ccrtc; com-
18 La duplicación que hace Wyttenbach de Ti ,o repoO'TE8tven96 e 9 es prende (o mejor, puede comprender en determinadas cir-
totaJmente innecesaria.
cunstancias) tres fases: 1). La primera es admitir lo que
44 45
o

concuerda con él (100 a 3-7) -:O sea, las consecuencias que Los pasos segundo y tercero no aparecen en la propia hi-
de él se derivan- y rechazar lo que discrepa. (Este com- pótesis de Sócrates en el Fedón, Cebes 2l los acepta sin dis~
ponente del método resulta impreciso. Si el «acuerdo» con- 'cusión y nadie repara en si de ellos se derivan consecuen-
siste en admitir la proposición B porque se admite la pro- cias contradictorias. La única conclusión que saca Sócrates
posición A, entonces «acuerdo» significa consecuencia ló- es que el alma es inmortal22,
gica. Ahora bien, si, por su parte, el «desacuerdo» consiste El relato que hace Platón de la biografía intelectual de
en justificar el rechazo de la proposición e, entonces «de- Sócrates (probablemente pensó que refería la suya propia)
sacuerdo» no significa no-consecuencia, sino incompatibi- es, en definitiva, éste: primero, trató de explicar las reali-
lidad.) La admisión ha de ser, en cualquier caso, provisio- dades del universo, tal como hacían los antecesores, me-
nal, ya que: 2) puede suceder que se sigan conclusiones con- diante causas materiales como la sustancia fría o la sustan-
tradictorias de la hipótesis (101 d 5), en cuyo caso la hipó- cia caliente, el aire o el fuego 23, Al no quedar satisfecho,
tesis debe ser abandonada. Algunos críticos han puesto en buscó la explicación en una causa final, el bien, y en una
.duda si tal contradicción puede aparecer, pero está claro causa eficiente, la mente, que hace que el bien se produz-
que Platón así 10 creía, Sólo hay un caso (a) en el que pue- ca24. Como también en esto fracasó, recurrió (cosa q\le ya
de aparecer la contradicción: si A es una proposición com- había hecho, por otras razones, en diálogos anteriores) a
pleja que incluyé dos proposiciones incompatibles. Hay . las causas formales, las Ideas, para dar cuenta del ser de las
otro caso (b) en el que parece que ocurre: si B está impli- cosas.
cada en A y e, y una proposición D, incompatible con B, En la declaración que hace aquí Platón de la teoría de
está implicada en A y E. En el caso (a) A es, por supuesto, las Ideas, utiliza importantes términos concernientes a la
falsa, pero no lo es en el caso (b). No se sabe con certeza relación entre la Idea y los particulares. Vista desde la
si PIatón tuvo en cuenta todos estos casos. Más bien habla Idea, a la relación la denomina presencia (ncxpoucrícx)25 y vista
como si de una proposición simple pudieran derivarse con- desde los particulares, participación (Kol.VOJvicx, ¡..U,"CácrXEmc;,
secuencias contradictorias. En tercer lugar: 3) si la hipóte- jlE1: étATj\jJl<;) 26, Si bien Sócrates añade que no hace hincapié
sis no resulta evidente por sí sola, has de comprobar las en ningún nombre especial para la relación, sino en el he-
hipétesis de las que aquella- se seguiría, hasta dar con una cho de que por razón ge_l"!,5. Iqe.as los particulares son lo
que sea suficiente ({KCXVÓC;), es decir, que te satisfaga a ti y que son: «es por la belleza por lo que todas las cosas bellas
a tu oponente. En todo esto has de cuidarte de no confun- son bellas» 27. Sócrates criticaba las teorías en curso sobre
dir los diferentes pasos de la investigación 19. la causalidad porque la causa aducida no era coextensiva del
El tercer componente del método se recomienda y usa efecto. Decir que la adición de dos unidades es la causa del
también en el Menón20, Consiste en probar la verdad de número 2 ha de ser un error, ya que el 2 puede producirse
la proposición A mediante una proposición más fácil de ve- igualmente por la división de 128• La causa que se alegaba
rificar, de la que se siga la verdad de A. En el Menón, Só- en este caso era demasiado restringida. Ahora indicará que
crates toma un ejemplo de las matemáticas, que resulta ser
el método apropiado para descubrir la prueba de los teo- 21 100 e' 1
remas, 22 100 b 7-9
23 96 b 2-4
24 97 b 8-d 3
19 101 d 3-e 3. Una buena y exhaustiva discusión del tratamiento de 25 100 d 5
las hipótesis en el Fedón se encuentra en R. Robinson, Plato 's Earlier Dia- 26 100 d 6. 101 e S, 102 b 2
lectic, 128-50 27 100 d 7
20 86 e 1-87 c 3 28 97 a 5-b 3

46 47
las teorías en curso sobre la causalidad son excesivamente No queda muy claro lo que Platón quiere decir mediante
amplias. No puede decirse que A sea más alto que B por las dos alternativas -ceder el terreno o ser aniquilada. La
-esto es, por razón de- una cabeza, pues A puede igual- frase se repite (103 a 1, d 8-11, 104 c 1, 106 a 3-10), lo
mente ser más bajo que e por una cabeza. Por tanto una que quiere decir que son auténticas alternativas y no dos
cabeza es causa tanto ae que A sea mayor como de que sea modos de decir lo mismo. Taylor33 sostiene que el derre-
menor29• La única y auténtica explicación es que A es ma- timiento de la nieve expuesta al calor es un ejemplo de ani-
yor que B a causa de la grandeza, y menor que e a causa quilación, mientras que el nacimiento del cuarto hijo, al ha-
de la pequeñez. Sólo las causas formales son coe~tensivas cer que la clase «hijos de Fulano» deje de ser impar, es un
de sus efectos. ejemplo de retirada: «puesto que "imparidad" no es, como
Después de decir que la misma cosa particular puede par- alta o baja temperatura, un carácter que se pueda destruir».
tici par de Ideas opuestas, Sócrates puntualiza que una Idea Difícilmente puede ser esta la interpretación correcta. Por
no sólo no puede ser caracterizada .por una Idea opuesta: una parte, ni la frialdad en general, ni la imparidad en ge-
«la grandeza que hay en nosotros jamás acepta lo peque- neral pudieron ser caracterizadas de destructibles por Pla-
ño» 30. Habrá de hacer una de estas dos cosas: o ceder el tón, ya que ambas son Ideas. Por otra parte, podría decir
terreno ante la aproximación de su contraria, o aniquilarse que la impar-numeridad de un familia particular deja de
en el caso de que su contraria consiga entrar. Lo que no pue- ser cuando nace un cuarto hijo, del mismo modo que la
de hacer la grandeza es admitir la pequeñez y resultar dis- frialdad de un trozo de nieve desaparece enando la nieve
tinta de lo que era. se derrite. De hecho, dice expresamente que es «destruc-
A primera vista, no se concilia bien el énfasis que puso ción» la que se presenta en el caso de un número impar al
anteriormente en la separación de las Ideas con lo que dice que se le aproxima la paridad (esto es, al que se le añade
aquí sobre la presencia de la Idea en las cosas particulares. una unidad). La distinción quizá pueda exponerse así: si
Si bien, tal conciliación es posible' si tenemos en cuenta la hay un nombre N que representa «una sustancia S carac-
distinción que establece Platón entre la semejanza en sí y terizada por una cualidad Q», entonces no puede ocurrir
la semejanza en nosotros 31. Entonces, verernOS que su teo- que mientras la cosa conserve la cualidad Q reciba también
ría nosólo comprende la Idea y .la cosa particul~r, Sirl0 tam- la cua.1idadcontraria Q'. LQqu~ ocurreaveces~es ql:l.ela sus-
bién la cualidad de la cosa particular. Lo que está presente tancia S toma la cualidad contraria Q'. En tal caso, la cosa
en la cosa particular no es la Idea, sino, más exactamente, llamada W (que representa a S" calificada púr Q") se ani-
una copia imperfecta de la Idea. Por otra parte, la expre- quila y nace una nueva cosa, cuyo nombre será distinto de
sión «1os iguales en sí» 32 nos revela que, para Platón, ha- N (por ej. «agua» en lugar de «nieve»). Pero en el caso de
bía ejemplos perfectos de algunas Ideas. Por consiguiente, que la cualidad Q sea indestructibilidad, la cosa llamada N
el esquema completo es: (o sea, una determinada sustancia unida a la indestructibi-
lidad) no puede abandonar el atributo, debido a la natura-
Ideas imperfectamente imitadas por Cualidades leza especial de este, y, por tanto, no puede ser aniquilada,
ejem plificadas en ejemplificadas en
Números y figuras imperfectamente imitados por cosas sensibles
sino que se retira en buen orden (crroc; Kod at'llKToc;,106 a
5. La metáfora es, como apunta Taylor, militar). Platón
cree que es precisamente esto lo que le pasa al alma: al ser
29 100 e 8-101 b 2 el principio mismo de la vida (105 c 9-11) es incapaz de
~o 102 d 7 asumir el atributo de destructibilidad (106 b 1-4).
~l 102 d 5-~; cfr. 103 b 5 Y Parm. 130 b 1-4
;2 74 e 1 33 P. M. W. 205-6

48 49
La recíproca repulsión de las Ideas contrarias es total- respuesta a una vieja pregunta. A la pregunta: «¿qué ha de
mente compatible con 10 expuesto antes en el diálogo: que estar presente en una cosa para que se ponga caliente?»,
las cosas nacen a partir de sus contrarios. Una cosa con- la «vieja, segura y estúpida respuesta» (105 b 6-c 1) era «el
traria (~Clvríov repocYJ..llt)
puede surgir de su contraria. Es I calor». Ahora puede decir con igual seguridad y más pers-
decir, algo caracterizado por una cualidad puede llegar a ser picacia «el fuego». A la pregunta «¿qué ha de estar presen-
caracterizado por la cualidad contraria. Ahora bien, una cua- te en un cuerpo para que se ponga enfermo?», no contes-
lidad no puede convertirse en su contraria (103 a 4-c 2). tará ahora «enfermedad», sino «fiebre». A la pregunta
Quizá en este pasaje esté el origen de la doctrina aristoté- «¿qué ha de estar presente en un número para que sea im-
lica de que: cambio es siempre el cambio de una materia par?», no dirá ahora «imparidad», sino «unidad».
persistente que pasa de ser caracterizada por uno de los Aunque se gane algo con la nueva respuesta, algo tam-
dos contrarios a serio por el otro. La distinción que hace bién se pierde. La nueva respuesta no corre el riesgo de ser
Platón entre TIX evc(vTÍC(y TC'(eVc(VTÍC( repáYJ..lc(Tc(
(o Tá tautológica, como la vieja, pero, al propio tiempo, pierde
EXOV'rltTex evC(V"Cúx) es equivalente a la de Aristóteles, con la universalidad de ésta. Ciertamente la fiebre pondrá en-
otras palabras. fermo a cualquier cuerpo en el que esté presente, pero tam-
Sócrates expone a continuación un importante avance de bién otras cosas lo ponen. Una clase' que no tenga más que
la teoría ideal. La nieve no es idéntica a la frialdad, sin em- un miembro es, en verdad, impar, pero también lo son otras
bargo, mientras la nieve sea nieve y la frialdad frialdad, no clases. La nueva respuesta no contesta realmente a la vi~ja
pueden llegar a ser calient~s (o calor; Platón no hace una pregunta de cuál es la causa necesaria y suficiente de que
distinción clara.entre ambas cosas). No sólo una Forma es A se caracterice respecto a B. No basta con designar una
eternamente digna de su nombre, también hay cosas que especie de B, sino que es preciso señalar algo coextensivo
tienen talo cual Forma mientras existen (103 e 2-5). Lo de B y tal que lo incluya. La nueva respuesta responde en
«impar» es siempre impar, pero también el número 3, 5, realidad a una nueva pregunta, a saber: cuál es la forma es-
etc. son siempre impares, Es decir, hay cosas que pueden pecial de B presente en un A particular caracterizado res-
pasar de un estado a su contrario, mientras que otras, tan pecto a B; qué Idea específica introduce en A la Idea gené-
ligadas están a un estado o cualidad,. que no pueden recibir rica B, por la que A está caracterizada.
su contrario, en tanto sigan siendo ellas mismas. Dicho de El interés de este pasaje reside en que Platón se percata,
otro modo, algunas Formas obligan a su receptor no sólo parece que por primera vez, de que hay pares de Ideas que
a te nerIas a ellas, sino también a la' Forma de un determi- se relacionan como el género y la especie. Lo cual viene a
nado contrario34• Un grupo ocupado por la Forma de tres ser un preludio del posterior problema de la 81.(x{pé:cn~y de
será tanto impar como grupo de tres. Si en un sentido la la discusión de la KOtvOOVÍC( clOroVdel So/úta. Sin embargo,
Forma de tres es la que ejerce esa exigencia (104 d 1-3), el asunto tiene ahora un alcance restringido. Se limitará a
también puede decirse que la ejerce la Forma de impar admitir tan sólo pares de Ideas que se relacionan como gé-
(ibíd. 9-12). Este principio se repite de este modo: «Si una nero y especie, pero no series. Su propósito inmediato es
Forma introduce una de las dos Formas contrarias en cual- mostrar que la Idea de alma conlleva la Idea de vitalidad y
quier cosa en que entra, ésta nunca recibe la contraria de excluye la de mortalidad. Al mismo tiempo el pasaje re-
esa Forma» (105 a 1-5). presenta un gran avance lógico: En su forma más primiti-
Este descubrimiento le permite a Platón dar una nueva va y simple, la teoría de las Ideas explicita el descubrimien-
to de que todo juicio empírico, de la forma «A es B» o
34 Si en 104 d 3 leemos, con Stallbaum l;vavríou así nvo~ o «de un «A es un B», incluye un universal como predicado. En la
contrario a algo» si leemos, con Robin, EVaVnO\l'ter así nvo~,
nueva forma, la teoría tiene también en cuenta que hay jui-
50 51
cios no empíricos, del tipo «A es necesariamente B» o Uas en éstos. En ningún diálogo de este periodo se sugiere
~(A incluye necesariamente a B», en los que ambos térmi- tan claramente la existencia trascendente de las Ideas, como
nos son universales. en el Banquete 39. En el discurso de Diotima se atribuye a
Junto a esto, el pasaje tiene también un gran interé~his- I la Forma de belleza una existencia aparte de su incorpora-
tórico. En él está, probablemente, el origen del descubri- ción en cualquier cosa bella. Pero esas no son palabras de
miento del silogismo por parte de Aristóteles 35. En la teo- Sócrates, sino de la sabia mujer Diotima. Y así, cuando en
ría aristotéJica, sólo a la primera figura del silogismo se le el Fedón40 se hace referencia a lo mismo, desaparecen los
concede validez por derecho propio. En esa figura el tér- elementos más trascendentes y sólo se asignan a la Forma
mino mayor, el medio y el menor son, respectivamente, la la identidad consigo misma (iJ.ovon8¿~) y la inrnutabili-
propiedad, el carácter genérico y la especie. Exactamente dad. Lo mismo podría haber dicho cualquiera que creye-
esto es lo que encontramos en el Fedón. La presencia de ra en universales objetivos, independientemente de que
la ignidad en una clase de cosas introduce el calor en ella les asignara o no una existencia al margen de los particu-
y excluye la frialdad. Esto puede efectivamente resolverse lares.
en dos silogismos, primero en Barbara: «el calor pertenece Pasemos ahora a la aprehensión de las Formas. Dos son
a lo que es ígneo; la ignidad pertenece a talo cual clase; las características de esa aprehensión en esta vida: las Ideas
por consiguiente, el calor pertenece a esta clase». Segundo, sólo se nos sugieren a través de los particulares; esa suge-
en Celarent: «la frialdad no pertenece a lo que es ígneo; la rencia presupone un conocimiento anterior de ellas. Si con-
ignidad pertenece a talo cual clase; por consiguiente, la sideramos ambas afirmaciones, llegaremos a la conclusión
frialdad no pertenece a esa clase». Dos coincidencias vie- de que 'la teoría de la anámnesis implica lógicamente la
nen a demostrar que hay verdadera conexión entre el Fe- creencia en las Formas trascendentes.
dón y la teoría del silogismo. Primera, Platón usa con fre- Es un error desechar por marginal la teoría de la anám-
cuencia el verbo 7tCipclVC(l para denotar la presencia de úna nesis, tal como hace Ritter41. Sócrates dice expresamente
Idea en los particulares y Aristóteles utiliza a veces el mis- que corren parejas la existencia de las Ideas' y la preexis-
mo vocablo para calificar la relación entre el término ma- tencia del alma (76 d 7-77 a 5). Nos quedan, pues, dos al-
yor re! medio o entre. el medio.y el menor 36. Segunda, Fla- _ternativas: o Platón (aceptando que las palabras de Só~ra-
tón emplea' E1tl<pÉpctv para referirse a la introducción de res representan el sentir de Platón) no cayó en la cuenta
la propiedad por el carácter genérico 37. Con idéntico pro- de que la doctrina de la anámnesis -si hay que concederle
pósito utiliza Aristóteles O'UVc1tl<p¿pctv en la teoría del si- alguna utilidad- implicaba un conocimiento anterior y di-
10gism038. recto de las Ideas incorpórea~, o no vio esta implicación y
Debemos pasar ahora a la cuestión de si la teoría ideal, la aceptó deliberadamente. Es imposible decidir con certe-
tal como aparece en el Fedón y en los diálogos anteriores, za entre estas dos alternativas. Con todo, la constante afir-
asigna a las Ideas una existencia «separada». Las notas que mación de Aristóteles de que Platón creyó en Ideas «sepa-
se dan sobre la naturaleza de las Ideas aportan escasas prue- radas» corrobora la segunda alternativa. Y, en verdad, es
bas en favor de tal creencia. Lo que sí se recalca es la di- difícil de imaginar que Aristóteles, después de diecinueve
ferencia entre Ideas y particulares, y la presencia de aque- años en la escuela de Platón, estuviera mal informado so-
bre un asunto tan importante.
l~ Shorey ya destacó esto mismo en Class. Philology, XIX (1924), 1-19.
l5 An. Pro 52 b 7 39 210 e 2-211 b 5
17 104 e la, 105 a 3, 4, d 10 40 78 d 5
.lB An. Pro 52 b 7 41 P. L..S. 1. I, 584-6

52 53
Recapitulando todo lo averiguado hasta ahora, acerca de
la doctrina de las Ideas de Platón, cabe decir lo siguiente:
originalmente la doctrina consistía en creer que existen uni-
versales implicados por la existencia de individuos que po-
seen cualidades. La forma habitual de expresar la relación
de los universales con los particulares es: «presencia» de
los universales en los particulares y «participación» de los
particulares en los universales. Si bien, en el Banquete y,
con más nitidez, en el Fedón, entra en juego otro elemento
en la teoría. Se habla de que los particulares se quedan cor-
tos ante las Ideas, no sólo por ser particulares y no univer- IV. La República y el Fedro
sales, sino por no ser auténticos ejemplos de las Ideas, por
no ser más que ejemplos aproximados de ellas. El término
imitación empieza a deslizarse poco a poco sin que, por Los primeros libros de la República apenas ilustran la
ello, desplace al otro o se ajuste con éL Además, en el Fe- teoría de las Ideas. No obstante, hay un pasaje del libro V
dón empiezan a explorarse algunas de las relaciones entre (476 a 4-7) que sí ha sido objeto de muchas discusiones:
las Ideas. Las Ideas en las que, principalmente, piensa Pla- «y lo mismo podría decirse de lo justo y lo injusto, y de
tón son de dos tipos: 1) las Ideas de bondad (y de las di- lo bueno y lo malo y de todas las Ideas (d8Tj): que cada
versas virtudes) y de belleza, y 2) Ideas matemáticas tales cual es algo distinto, pero que, por su mezcla con las ac-
como igualdad, imparidad, paridad, dualidad, trinidad, etc. ciones, con los cuerpos y entre ellas mismas, (tñ 'CON
Estos son los dos grupos de Ideas cuya existencia tiene por 1Cpá~crov KC.tl (JWJltX'tWV xcti aAA:!ÍAroV KOLVroví~), se muestra
segura Sócrates, en el Parménides42• Cuando saca a cola- cada una con multitud de apariencias». Hasta llegar al So-
ción otras Ideas ( i. e. la de lanzadera en el Crátilo) sólo lo lista, nunca dedica Platón tanta extensión como aquí al
hace a título de ilustración de la universalidad de la teoría tema de la participación de una Idea en otra. Sin embargo,
ideal, y. no· porque a Platón le interesen estas Ideas parti- este pasaje ha sido tildado de anacrónico y se ha corr~gido
culares. Lo que no quiere decir que no creyera en tales Ideas. &AArlAroV por CXAATI CXAAWV o CXAA'CXAAffiV. Si bien, ya vimos
Están implicadas -así como las Ideas morales, estéticas y en el Fedón que la Idea de tres,·engrupos particulares de
matemáticas- en la convicción de que para todo conjunto tres, cqmporta la Idea de imparidad, y esto sólo es posible
de individuos denominados mediante un nombre común, porque participa de esa misma Idea. Así pues, la noción de
debe haber una Idea. la participación de una Idea en otra no es algo nuevo para
Platón.
El pasaje siguiente representa un paso adelante en la
evolución de la teoría de las Ideas. En él correlaciona tres
clases de objetos -lo que es, lo que no es y lo que está en-
tre el ser y el no ser- con tres estados del entendimiento:
el conocimiento, la ignorancia y la opinión.
El pasaje comienza (476 a 9) haciendo una distinción en-
tre dos clases de personas. Una es la clase de los filósofos,
que se define por admitir la existencia tanto de las Ideas
42 130 b 1-10
como de las cosas sensibles, y distingue unas de otras (476
54 55
se de la superficie; tampoco la cienci~ es .una ~lase de la .r,a-
zón, ni la opinión una clase ~e ~a c~~nCia,n~ la sensaClOn
una clase de la opinión. La adJudIcaclOn de .nu~e~os a esas
entidades se ajusta mucho más a .la d~ .los pltagoncos, cuan-
do asignaron el número 4 a la JustICia. Por analogla con
esto, suponemos que Platón adjudicó ~l Uno ~ la Idea ~el
ser, y el 2 a la de identi~ad'y d~ferenCi.a.Podnamos conJe-
turar fácilmente otras adJudlCaclOnes, Slil embargo, hay que
notar que son exiguas las asignaciones concretas que a~or-
tan tanto Aristóteles como otros autores, lo cual sugIe~e
que Platón casi se limitó a exponer el principio general Slil
XVI. Las Ideas y las cosas sensibles
apenas ejemplificaciones. .
Si Platón no identificó las Ideas con números, SlilO que
sólo asignó números a Ideas, i. e. clasificó las Ideas corno
monádicas diádicas, etc., la teoría de ningún modo es la fan- En el resumen de la etapa más tardía de Platón, Aristó-
tasía extra~agante que parecía ser a primera vista. En rea- teles no dice sólo que Platón consideraba que el Uno y lo
lidad, con esta teoría Platón hacía un mayor esfuerzo de grande y pequeño eran respectivamente el principio for-
abstracción del ya realizado al abstraer las Ideas de los par- mal y el material contenidos en el ser de las Ideas, sino
ticulares sensibles. que también las Ideas y lo grande y pequeño eran, para él,
los principios contenidos en el ser de las cosas sensibles l.
Trataremos de interpretar, a continuación, esta declaración.
Las palabras de Aristóteles sugieren que el elemento ma-
terial de las cosas sensibles era idéntico al elemento mate-
rial de las Ideas. Pero es muy poco creíble que en la com-
posición de las cosas sensibles. Platón incluyera sencilla-
mente una segunda dosis del mismo principio que ya había
empleado para la composición de las Ideas. No cabe supo-
ner que la extensión espacial, el elemento más obvio de los
cuerpos, procediera de las Ideas-números o de lo grande y
pequeño, la pluralidad indefinida de que se servía Platón
para interpretar las Ideas-números. Ya en el Timeo había
admitido que el espacio era algo tan necesario para la exis-
tencia de las cosas sensibles, como las Ideas, de las que son
copias. No creemos que se retractara en algún momento
de esta doctrina 2.
Aristóteles alude a la cuestión en la Física 3 al tratar del
«lugar»: «Platón dice en el Timeo que la materia y el es-
1 988 a 8-14
2 Cfr. Leyes 894 a 1-5
3 209 b 11-16

260
261
se de la superficie; tampoco la cienci~ es .una ~lase de la .r,a-
zón, ni la opinión u~a clase ~e ~a c:~nCla, n~ la sensaClOn
una clase de la opinion. La adJudICaClon de .nu~e~os a esas
entidades se ajusta mucho más a la de los pltagoncos cuan-
do asignaron el número ~ a la)u~ti,cia. Por analogía con
esto, suponemos que Platon adJudü:o ~l Uno ~ la Idea ~el
ser, y el 2 a la de identi~ad.y d~ferenCl.a.Podnamos conJe-
turar fácilmente otras adJudICaCIones,SIn embargo, hay que
notar que son exiguas las asignaciones concretas que al?or-
tan tanto Aristóteles como otros autores, lo cual sugle~e
que Platón casi se limitó a exponer el principio general SIn
apenas ejemplificaciones. .
XVI. Las Ideas y las cosas sensibles
Si Platón no identificó las Ideas con números, SInO que
sólo asignó números a Ideas, i., e. cla~ifi~ó las Ideas como
monádicas diádicas, etc., la teona de mngun modo es la fan- En el resumen de la etapa más tardía de Platón, Aristó-
tasía extra~agante que parecía ser a primera vista. En rea- teles no dice sólo que Platón consideraba que el Uno y lo
lidad, con esta teoría Platón hacía un mayor esfuerzo de grande y pequeño eran respectivamente el principio for-
abstracción del ya realizado al abstraer las Ideas de los par- mal y el material contenidos en el ser de las Ideas, sino
ticulares sensibles. que también las Ideas y lo grande y pequeño eran, para él
los principios contenidos en el ser de las casas sensibles <
Trataremos de interpretar, a continuación, esta declaración.
Las palabras de Aristóteles sugieren que el elemento ma-
terial de las Cosas sensibles era idéntico al elemento mate-
rial de las Ideas. Pero es muy poco creíble que en la com-
posición de las cosas sensibles. Platón incluyera sencilla-
mente una segunda dosis del mismo principio que ya había
empleado para la composición de las Ideas. No cabe supo-
ner que la extensión espacial, el elemento más obvio de los
cuerpos, procediera de las Ideas-números o de lo grande y
pequeño, la pluralidad indefinida de que se servía Platón
para interpretar las Ideas-números. Ya en el Timeo había
admitido que el espacio era algo tan necesario para la exis-
tencia de las cosas sensibles, como las Ideas, de las que son
copias. No creemos que se retractara en algún momento
de esta doctrina 2.
Aristóteles alude a la cuestión en la Física 3 al tratar del
«lugar»: «Platón dice en el Timeo que la materia y el es-
1 988 a 8-14
2 Cfr. Leyes 894 a 1-5
3 209 b 11-16

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261
dad manifestada en espacialidad, el que va a ser empleado
cen del espacio son ejemplificaciones perfectas de las Ideas,
en la generación de las cosas sensibles, las cuales son ejem-
sino tan sólo aproximaciones a su ser: «con respecto a sus
plares de la <~cuaternidad manifestada en espacialidad».
números, sus movimientos y sus capacidades generales, de-
Según todos los indicios, las entidades matemáticas -in-
bemos suponer que el dios las compuso con la debida pro-
termedios, según Platón, entre los números y las magnit~- porción, al darles en todos los aspectos la mayor perfec-
des, por un lado, y los grupos sensibles numerados y las fi-
ción permitida por la necesidad, que condesciende de bue-
guras sensibles, por otro- no intervenían en. la g~ner~- na gana a la persuasión» 16. Así pues, los intermedios no
ción de las cosas sensibles. El U no y la pluralidad mdefi-
nida eran presupuestos necesarios de los números ideales;
los números ideales y la espacialidad indefinida eran pre-
_. forman parte del esquema cosmológico de Platón; lo más
probable es que llegara a considerados ficciones necesarias
para la geometría, pero ausentes de la realidad. Incluso, es
supuestos necesarios de las figuras ideales; las figuras idea-
posible que ya pensara esto cuando escribió la República,
les y el espacio eran presupuestos necesarios de las cosas
y que a eso aluda, al menos en parte, cuando dice que la
sensibles. Las entidades matemáticas no aparecen por nin-
dialéctica anula las hipótesis matemáticas 17.
guna parte. ¿Qué pensaba de ellas el Platón del último pe-
riodo? No lo sabemos. Pero cabe conjeturar que las creía
ficciones matemáticas. Así opinaba, ciertamente, del pun-
to 12, Y la razón no está nada clara. Este asunto resulta más
inteligible si pensamos que, para él, no sólo era ~mposi?le
un punto con posición pero sin ninguna magmtud, smo
una línea con longitud pero sin anchura ni p~ofundidad .Y
una superficie con longitud y anchura pero sm profund~-
dad. Las Ideas de posición, longitud, anchura y profun~l-
dad eran, para Platón, reales y distintas. No obstante, dlO
_ en pensar, quizá, que la supuesta existencia de puntos, lí-
neas y superficies definidos por los matemáticos no era más
que una invención necesaria para el estudio de los sólidos.
Debemos recordar que en el Timeo, para explicar la exis-
tencia del mundo sensible, sólo presenta tres cosas, aparte
del demiurgo: las Ideas, «las cosas que entran en y desapa-
recen del espacio», y el espacio en sí 13. Las cosas que en-
tran y desaparecen del espacio no pueden ser los «i~ter-
medios», objetos de las matemáticas, ya que son sensIbl~s
y generados 14, mientras que los intermedios son no senSI-
bles y eternos 15. Además, las cosas que entran y desapare-

l2 «Contra este género (la noción del punto), en efecto, luchaba P~a-
tón considerando que era una noción geométrica; pero lo llamaba pnn-
cipio de la línea, y hablaba con frecuencia de líneas insecables» (992 a 20-2)
13 51 e 6-52 b 5
14 52 a 5
16 Tim. 56 c 3-7
15 Met. 987 b 14-18
17 533 c 8

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dad manifestada en espacialidad, el que va a ser empleado
cen del espacio son ejemplificaciones perfectas de las Ideas,
en la generación de las cosas s~nsibles, las cuale~ s?n ejem- sino tan sólo aproximaciones a su ser: «con respecto a sus
plares de la «cuaternidad malllfestada en espaClahdad».
números, sus movimientos y sus capacidades generales, de-
Según todos los indicios, las entidades matemáticas -in-
bemos suponer que el dios las compuso con la debida pro-
termedios, según Platón, entre los números y las magnitu-
porción, al dades en todos los aspectos la mayor perfec-
des, por un lado, y los grupos sensibles numerados y las fi- ción permitida por la necesidadJ que condesciende de bue-
guras sensibles, por otro- no intervenían en la genera-
na gana a la persuasión» 16. Así pues, los intermedios no
ción de las cosas sensibles. El U no y la pluralidad indefi-
nida eran presupuestos necesarios de los números ideales;
los números ideales y la espacialidad indefinida eran pre-
-- forman parte del esquema cosmológico de Platón; lo más
probable es que llegara a considerados ficciones necesarias
para la geometría, pero ausentes de la realidad. Incluso, es
supuestos necesarios de las figuras ideales; las figuras idea-
posible que ya pensara esto cuando escribió la RepúblicaJ
les y el espacio eran presupuestos necesarios de las co~as y que a eso aluda, al menos en parte, cuando dice que la
sensibles. Las entidades matemáticas no aparecen por n1O- dialéctica anula las hipótesis matemáticas 17.
guna parte. ¿Qué pensaba de ellas el Platón del último pe-
riodo? N o lo sabemos. Pero cabe conjeturar que las creía
ficciones matemáticas. Así opinaba, ciertamente, del pun-
to 12, Y la razón no está nada clara. Este asunto resulta más
inteligible si pensamos que, para él, no sólo era ~mposi?le
un punto con posición pero sin ninguna magnItud, S100
una línea con longitud pero sin anchura ni p~ofundidad .Y
una superficie con longitud y anchura pero S10 profund~-
dad. Las Ideas de posición, longitud, anchura y profun~l-
dad eran, para Platón, reales y distintas. No obstante, dlO
._ en pensar, quizá, que la supuesta existencia de puntos, lí-
neas y superficies definidos por los matem~ticos no era .más
que una invención necesaria para el estudlO de los sóhdos.
Debemos recordar que en el TimeoJ para explicar la exis-
tencia del mundo sensible, sólo presenta tres cosas, aparte
del demiurgo: las Ideas, «las cosas que entran en y desapa-
recen del espacio», y el espacio en sí 13. Las cosas que en-
tran y desaparecen del espacio no pueden ser los «i~ter-
medios», objetos de las matemáticas, ya que son sensIbl~s
y generados 14, mientras que los intermedios son no sensI-
bles y eternos 15. Además, las cosas que entran y desapare-

12 «Contra este género (la noción del puma), en efecto, luchaba P~a-
tón, considerando que era una noción geométrica; pero lo llamaba pnn-
cipio de la línea, y hablaba con frecuencia de líneas insecables» (992 a 20-2)
I3 51 e 6-52 b 5

14 52 a 5
16 Tim. 56 c 3-7
Ij Met. 987 b 14-18 17 533 c 8

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Cualquiera que escriba sobre la teoría de las Ideas está pensamiento la tiene por su objeto propio ... Lo propio de
obligado a exponer, con la mayor precisión posible, cómo una imagen -a la que ni siquiera pertenece el principio
concebía Platón la relación de las Ideas con los particula- del que ha nacido, sino que siempre es apariencia de otra
res: Cuando estaba en su apogeo la escuela de Marburgo, cosa- es que nazca en algo, adhiriéndose de algún modo
de Cohen y N atorp, la moda era dar una explicación pura- a la existencia, so pena de no ser nada en absoluto. Por
otra parte, lo que tiene un ser real recibe apoyo del razo-
mente conceptualista de la teoría de Platón y decir que la
namiento exacto y verdadero. Este declara que en tanto
noción de la «separación» entre Ideas y particulares se la sean diferentes dos cosas, una no puede nacer en la otra
había endosado Aristóteles. Este punto de vista no resiste
un examen: es más la expresión de lo que, a juicio de sus
partidarios, debió haber dicho Platón que de 10 que dijo. Se-
_. de modo que las dos lleguen a ser a la vez una y la misma
cosa y dos.

ría fácil aducir una serie de pasajes de cualquier periodo de Otros muchos pasajes podrían citarse.
la vida literaria de Platón, en los que se les da a las Ideas ¿Qué conclusiones podemos sacar de pasajes como es-
una existencia objetiva. Valgan estas citas de tres periodos. tos? En primer lugar, que Platón pensaba consecuentem~n-
En el Fedón 3 dice: «Entonces se decía que de la cosa con- te que las Ideas son diferentes de las cosas sensibles. En se-
traria nace la contraria; ahora, que el contrario jamás pue- gundo lugar, y con igual certeza, que las creía completa-
de ser contrario a sí mismo, ni el que se da en nosotros, mente objetivas, y no pensamientos ni «contenidos de pen-
ni el que se da en la naturaleza.» Y en el Parménides4: «Es- samientos» (sea cual sea el sentido de esta expresión), sino
tas Formas son como modelos establecidos en la naturale-
entidades cuya existencia presupone nuestro conocimiento.
za de las cosas. Las demás están hechas a su imagen y son En tercer lugar, las pensó con una existencia separada de
copias.» Y en el Timeo 5: las cosas sensibles. Pero no cabe una respuesta simple a la
cuestión de si las pensó así con todas sus consecuencias.
¿ Hay una cosa como «fuego en sí» o cualquiera de las co-
Puede ayudar a esclarecer este problema el estudio de las
sas de las que siempre se habla en tales términos, cosas
que sean «en sí»? ¿O las cosas que vemos o percibimos de palabras que emplea para expresar la relación entre las for-
otro modo, con los sentidos corporales, son las únicas que mas y los particulares. Las dividiremos en dos grupos: uno,
tienen tal realidad, y no hay nada más que tenga algún tipo compuesto por las pa:labrasque impliquen o sugieran la in-
de existencia? ¿Hablamos vanamente cuando decimos que manencia de las Formas; y, el otro, por las que impliquen
hay una Forma inteligible de algo? ¿No es nada más que o sugieran trascendencia de las Formas:
una palabra? .. Si la inteligencia y la opinión verdadera son
dos géneros diferentes, entonces estas cosas -las Formas (1) (l) EV, Elvcn EV, EVElv::H, 1::yyíyvECJ8cn, nlCJ8C1:1 Ev.
que no podemos percibir, sino sólo pensar- existen, cier-
(2) KEKrílCJ8C1:1, EXE1V, lCJXE1V, E~l~, OÉXECJ8C1:1.
tamente, en sí... Debemos afirmar que son dos cosas dife-
(3) IlE"'CÉXElV, IlE"'C&CJXECJ1~, IlÉ8E~1~, IlE"'CéY.ACl:Il~~VE1V.
rentes, pues son distintas por el origen y desemejantes en
naturaleza ... Debemos convenir en que existe, primera- (4) TCCl:pCl:yyiYVECJ8C1:1, TCCl:PE1VCl:l, TCCl:poucrÍCI:.

mente, la Forma inmutable, ingenerada e indestructible, (5) TCpocryíYVEcr8C1:l.

que no admite en sí nada de ninguna parte, ni forma parte (6) K01VÓV, K01Víl, K01VCDvÍCI:, K01VffiVE1V.
de nada) invisible e imperceptible, de cualquier modo. El (7) ETCE1VCl:l, EmyíyvECJ8C1:1.
(8) KCI:"'CÉXElv.
(9) iÉVCl:l d~.
3 103 b 2-9
4 132 d 1-3 (II) (a) TCCl:piX8E1YIlCl:.
5 51 b 7-52 d 1 (b) Cl:tno KéY.8' 7.tJ"'Có.

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Cualquiera que escriba sobre la teoría de las Ideas está pensamiento la tiene por su objeto propio ... Lo propio de
obligado a exponer, con la mayor precisión posible, cómo una imagen -a la que ni siquiera pertenece el principio
concebía Platón la relación de las Ideas con los particula- del que ha nacido, sino que siempre es apariencia de otra
res: Cuando estaba en su apogeo la escuela de Marburgo, cosa- es que nazca en algo, adhiriéndose de algún modo
N
de Cohen y atorp, la moda era dar una explicación pura- a la existencia, so pena de no ser nada en absoluto. Por
otra parte, lo que tiene un ser real recibe apoyo del razo-
mente conceptualista de la teoría de PIatón y decir que Ia
namiento exacto y verdadero. Este declara que en tanto
noción de la «separación» entre Ideas y particulares se la sean diferentes dos cosas, una no puede nacer en la otra
había endosado Aristóteles. Este punto de vista no resiste de modo que las dos lleguen a ser a la vez una y la misma
un examen: es más la expresión de lo que, a juicio de sus cosa y dos.
partidarios, debió haber dicho Platón que de lo que dijo. Se-
ría fácil aducir una serie de pasajes de cualquier periodo de Otros muchos pasajes podrían citarse.
la vida literaria de Platón, en los que se les da a las Ideas ¿Qué conclusiones podemos sacar de pasajes como es-
una existencia objetiva. Valgan estas citas de tres periodos. tos? En primer lugar, que Platón pensaba consecuentem~n-
En el Fedón 3 dice: «Entonces se decía que de la cosa con- te que las Ideas son diferentes de las cosas sensibles. En se-
traria nace la contraria; ahora, que el contrario jamás pue- gundo lugar, y con igual certeza, que las creía completa-
de ser contrario a sí mismo, ni el que se da en nosotros, mente objetivas, y no pensamientos ni «contenidos de pen-
ni el que se da en la naturaleza.» Y en el Parménides4: «Es- samientos» (sea cual sea el sentido de esta expresión), sino
tas Formas son como modelos establecidos en la naturale-
entidades cuya existencia presupone nuestro conocimiento.
za de las cosas. Las demás están hechas a su imagen y son En tercer lugar, las pensó con una existencia separada de
copias.» Y en el Timeo 5: las cosas sensibles. Pero no cabe una respuesta simple a la
cuestión de si las pensó así con todas sus consecuencias.
¿Hay una cosa como «fuego en sí» o cualquiera de las co-
Puede ayudar a esclarecer este problema el estudio de las
sas de las que siempre se habla en tales términos, cosas
que sean «en sí»? ¿O las cosas que vemos o percibimos de palabras que emplea para expresar la relación entre las for-
otro modo, con los sentidos corporales, son las únicas que mas y los particulares. Las dividiremos en dos grupos: uno,
tienen tal realidad, y no hay nada más que tenga algún tipo compuesto por las pa:labras'que impliquen o sugieran la in-
de existencia? ¿Hablamos vanamente cuando decimos que manencia de las Formas; y, el otro, por las que impliquen
hay una Forma inteligible de algo? ¿No es nada más que o sugieran trascendencia de las Formas:
una palabra? ... Si la inteligencia y la opinión verdadera son
dos géneros diferentes, entonces estas cosas -las Formas (1) (1) EV, dV(Xl EV, EVElVC(l, EyyiYVEcr8:Xl, KElcr8:Xl Ev.
que no podemos percibir, sino sólo pensar- existen, cier-
(2) KEK'riícr8:Xl, EXElV, 'LcrXElv, f:~l<;, 8¿XEcr8w.
tamente, en si... Debemos afirmar que son dos cosas dife-
(3) ~E1:ÉXElV, ~E1:&crXEO'l<;, ~¿8E~1<;, ~E1:C(Aet~~&VElv.
rentes, pues son distintas por el origen y desemejantes en
naturaleza ... Debemos convenir en que existe, primera- (4) rr:xp:xyyiYVEcr8w, rr:xpEl:v:Xl, rr:xpoucrh.
mente, la Forma inmutable, ingenerada e indestructible, (5) rrpocryiYVEcr8:x1.
que no admite en sí nada de ninguna parte, ni forma parte (6) K01VÓV, KOlVií, KOlV(J)vh, K01V(J)VElV.
de nada, invisible e imperceptible, de cualquier modo. El (7) ErrElVetl, EITlyiYVEcr8:x1.
(8) K:X1:ÉXElV.
(9) 1ÉV:Xl 101<;.
3 103 b 2-9
4 132 d 1-3 (II) (a) rr:xpá8E1Y~C/..
5 51 b 7-52 d 1 (b) C({HO Kcc8' C/.lnó.

268 269
la página del Fedón 6, ya citada, donde leemos: «Entonces Parece que la única conclusión posible es que hasta no
se deda que de la cosa contraria nace la contraria; ahora, satisfacede.completamente una de las expresiones, no vio
que el contrario jamás puede ser contrario a sí mismo, ni
el que se da en nosotros, ni el que se da en la naturaleza.»
En el Parménides, Platón distingue expresamente las dos
concepciones. Aduce 7 la objeción del «tercer hombre» con-
tra la concepción de que la Idea es inmanente a los parti-
culares, y luego 8 contra la concepción de que es un modelo
que imitan. Pero tampoco ahí la distinción queda comple-
- otro modo de acercarse a la verdad que usadas ambas. Una
de ellas acentuaba la estrecha conexión entre el universal
y sus particulares; la otra, acentuaba el fracaso de todo par-
ticular para ser un perfecto ejemplar de un universal. Bien
pudo incluso sospechar que la relación es absolutamente
única e indefinible. Tanto «participar» como «imitar» son
metáforas de esa relación, y el uso de dos metáforas com-
tamente definida, ya que no habla de la «imitación» como plementarias es mejor que el uso de una sola. El lenguaje
alternativa de la «participación», sino como un modo po- platónico sobre la relación entre los particulares y el uni-
sible de interpretar la «participación» 9. Ambas expresio- versal se hubiera beneficiado de haber admitido, con más
nes las usará, de hecho, en los diálogos posteriores. claridad que la que pareció tener, la distinción entre dos cla-
Aunque del Banquete en adelante empieza a usar, de vez ses de cualidades (y dos clases de relaciones). Hay cualida-
en cuando, el lenguaje de la trascendencia, ya omnipresen- des, como calor u oscuridad, que admiten grados, y cuali-
te en el Timeo, no responde, sin embargo, ni trata de res- dades como derechura y cuadratura que no los admiten.
ponder, a la objeción del «tercer hombre» que se le hace a Respecto a la primera clase, expresiones como «participan
la concepción trascendentalista, en el Parménides. Se ha di- de» son apropiadas para los particulares que poseen la cua-
cho, a veces, que ya había respondido a eso en la Repúbli- lidad en algún grado. Respecto a la segunda clase, puede
ca la con otro argumento de regresión infinita del que se sir- decirse que algunas cosas las «poseen», otras que no las po-
vió para probar que no puede haber dos Ideas de cama. seen pero que se aproximan a poseerlas o, como dice Pla-
Pero- ·esto es un error. Al demostrar-que la~existencia de tón, que las «imitan». Nrinca asigna expresamente a una
dos Ideas de cama requeriría la existencia de una tercera de estas clases de cualidades una de las dos clases de ex-
Idea detrás de ellas, no pretendía demostrar que la existen- presiones que designa la relación entre los particulares y
cia de una Idea y de un particular semejante no exigiera el universal. Pero quizá la existencia de las dos clases con-
otra Idea detrás de ambos. tribuyera a la variedad de expresiones que usa.
Que Platón no estaba del todo satisfecho con la concep- Por lo que se refiere a la fase del pensamiento platónico
ción «trascendente» está demostrado también porque el ar- que representa el Timeo tenía razónAristóteles al atribuir-
gumento último de la «primera parte» del Parménides 11 le 12 una completa separa<;ión entre las Ideas y las cosas sen-
está dirigido contra la concepción «trascendente» y no con- sibles. Lo cual se confirma por su concepción del tiempo y
tra la «inmanente»; porque no conoció esta objeción en del espacio, la relación de las Ideas con el tiempo y el es-
ninguna parte, y porque en los diálogos posteriores conti- pacio está establecida claramente en el Timeo. Así como el
nuó usando el lenguaje de la inmanencia. cambio implica el tiempo, también el tiempo implica el
cambio. Por su parte, la naturaleza de las Ideas era tal que
no podía sufrir cambio 13 y en consonancia, si dice que el
6 103 b 2-5
7 132 a l-b 2
tiempo ha sido traído a la existencia por el Demiurgo a la
8 132 e 12-133 e 7
9 132 d 3-4 12 An. Post. 77 a 5; Met. 991 a 12-14, b 1-3, 1033 b 26-9,1079 b 12-18,
10 597 e l-d 4 1086 b 2-13
11 133 b 4-134 e 8 13 Fedón 78 e 1-d 9
la página del Fedón 6, ya citada, donde leemos: «Entonces Parece que la única conclusión posible es que hasta no
se decía que de la cosa contraria nace la contraria; ahora, satisfacerle ,.completamente una de las expresiones, no vio
que el contrario jamás puede ser contrario a sí mismo, ni
el que se da en nosotros, ni el que se da en la naturaleza.»
En el Parménides, Platón distingue expresamente las dos
concepciones. Aduce 7 la objeción del «tercer hombre» con-
tra la concepción de que la Idea es inmanente a los parti-
culares, y lueg08 contra la concepción de que es un modelo
que imitan. Pero tampoco ahí la distinción queda comple-
- otro modo de acercarse a la verdad que usarlas ambas. Una
de ellas acentuaba la estrecha conexión entre el universal
y sus particulares; la otra, acentuaba el fracaso de todo par-
ticular para ser un perfecto ejemplar de un universal. Bien
pudo incluso sospechar que la relación es absolutamente
única e indefinible. Tanto «participar» como «imitar» son
metáforas de esa relación, y el uso de dos metáforas com-
tamente definida, ya que no habla de la «imitación» como plementarias es mejor que el uso de una sola. El lenguaje
alternativa de la «participación», sino como un modo po- platónico sobre la relación entre los particulares y el uni-
sible de interpretar la «participación» 9. Ambas expresio- versal se hubiera beneficiado de haber admitido, con más
nes las usará, de hecho, en los diálogos posteriores. claridad que la que pareció tener, la distinción entre dos cla-
Aunque del Banquete en adelante empieza a usar, de vez ses de cualidades (y dos clases de relaciones). Hay cualida-
en cuando, el lenguaje de la trascendencia, ya omnipresen- des, como calor u oscuridad, que admiten grados, y cuali-
te en el Timeo, no responde, sin embargo, ni trata de res- dades como derechura y cuadratura que no los admiten.
ponder, a la objeción del «tercer hombre» que se le hace a Respecto a la primera clase, expresiones como «participan
la concepción trascendentalista, en el Parménides. Se ha di- de» son apropiadas para los particulares que poseen la cua-
cho, a veces, que ya había respondido a eso en la Repúbli- lidad en algún grado. Respecto a la segunda clase, puede
ca 10 con otro argumento de regresión infinita del que se sir- decirse que algunas cosas las «poseen», otras que no las po-
vió para probar que no puede haber dos Ideas de cama. seen pero que se aproximan a poseerlas o, como dice Pla-
Pero -esto es un error. Al demostrar-que la~existencia de tón, que las «imitan». Nunca asigna expresamente a una
dos Ideas de cama requeriría la existencia de una tercera de estas clases de cualidades una de las dos clases de ex-
Idea detrás de ellas, no pretendía demostrar que la existen- presiones que designa la relación entre los particulares y
cia de una Idea y de un particular semejante no exigiera el universal. Pero quizá la existencia de las dos clases con-
otra Idea detrás de ambos. tribuyera a la variedad de expresiones que usa.
Que Platón no estaba del todo satisfecho con la concep- Por lo que se refiere a la fase del pensamiento platónico
ción «trascendente» está demostrado también porque el ar- que representa el Timeo tenía razón Aristóteles al atribuir-
gumento último de la «primera parte» del Parménides 11 le 12 una completa separa<;ión entre las Ideas y las cosas sen-
está dirigido contra la concepción «trascendente» y no con- sibles. Lo cual se confirma por su concepción del tiempo y
tra la «inmanente»; porque no conoció esta objeción en del espacio, la relación de las Ideas con el tiempo y el es-
ninguna parte, y porque en los diálogos posteriores conti- pacio está establecida claramente en el Timeo. Así como el
nuó usando el lenguaje de la inmanencia. cambio implica el tiempo, también el tiempo implica el
cambio. Por su parte, la naturaleza de las Ideas era tal que
no podía sufrir cambio 13 y en consonancia, si dice que el
6 103 b 2-5
tiempo ha sido traído a la existencia por el Demiurgo a la
7 132 a 1-b 2
8 132 e 12-133 e 7
9132d3-4 12 An. Post. 77 a 5; Met. 991 a 12-14, b 1-3, 1033 b 26-9,1079 b 12-18,
10 597 e 1-d 4 1086 b 2-13
II 133 b 4-134 e 8 13 Fedón 78 e 1-d 9
del material plástico para ilus~rar su concepción del espa- la q~e mira la mente para actuar. «Si anaxágoras dijera que
cio2!. Sin embargo, esto tiene tan poco de descripción pre- la tIerra estaba en el centro, pensaba que además me ex-
cisa de su naturaleza como la comparación que hace de su plicaría que esta posición era la mejor, y estaría satisfecho
función con una nodriza o madre22• con esa explicación, y no echaría de menos ningún otro
El lugar que aduce23 Aristóteles como evidencia de que tipo de causa» 26. Precisamente, por no haber podido des-
Platón ignoró la causa eficiente se encuentra en el Fedón~ cubrir Platón la naturaleza de «lo mejor» -ya que no acier-
Allí dice Sócrates: ta a ver, de momento, cómo hacer una explicación te1eoló-
gica- recurre a la presencia de las Ideas para dar razón
En tal caso, ya no comprendo ni puedo dar crédito a las de que las cosas sean como son 27. Explicación que, no sólo
otras causas, a esas que aducen los sabios. Así, pues, si al- no excluye la te leo lógica, sino que puede ser complemen-
guien me dice que una cosa cualquiera es bella, bien por tada por ella.
su brillante color, o por su forma, o cualquier otro motivo
de esta índole -mando a paseo a los demás, pues me em- Mientras fueron las Ideas su tema central, dos pensa-
brollo en todos ellos-, tengo en mí mismo esta simple, mientos gemelos -un origen divino del cambio y un bien
sencilla y quizá ingenua convicción de que no la hace bella al que se orienta- ocuparon el trasfondo de su reflexión
otra cosa que la presencia o participación de aquella belle- y fueron aflorando progresivamente en sus diálogos. En el
za en sí, la tenga por donde sea y del modo que sea. Esto Crátilo 28 habla de que el espíritu o alma da la vida y el mo-
ya no insisto en afirmado; sí, en cambio, que es por la be- vimiento al cuerpo, y es el principio ordenador de todo. En
lleza por lo que las cosas bellas son bellas. Pues esto me la República habla del «artífice de los sentidos» 29 y dice
parece lo más seguro para responder, tanto para mí como que «el artífice ha dispuesto el cielo y todo lo que contiene
para cualquier otro; y pienso que, ateniéndome a ello, ja-
con la mayor perfección de que eran capaces esas cosas» 30.
más habré de caer, que seguro es de responder para mí y
para otro cualquiera que por la belleza las cosas bellas son
El pensamiento de una causa final y última se ve con cla-
bellas. ridad en lo que dice sobre la Idea del bien 31. Se ha pensado
a menudo que las referencias de la República a un ser di-
PIarón no olvida, por supuesto, que las cosas bellas no vino son perfuntorias, y que el pensamiento de tal ser se
sustituye por o se sU9sume en el de ·la Idea del bien. Sin
nacen, en la vida Duma'tia, si no es por un artista; y losoue-
nos actos si no es para un hacedor. Tampoco se le oculta embargo, hemos visto que, en el Fedón, la razón divina se
el problema de la causación eficiente a escala mundial. Ni distingue claramente del bien al que mira. No hay ninguna
siquiera en el Fedón ignora la causa eficiente y final. Re- duda de que Platón no pudo haber confundido la noción de
conoce la causa eficiente cuando Sócrates critica a Anaxá- un ser supremo inteligente con la de una Idea. Una Idea
goras por no ser fiel a su máxima de que la razón es causa es una naturaleza, no un ser que tiene una naturaleza. Es
de todo, al recurrir a una causación física con lo que no dis- inconcebible que Platón creyera en una Idea que pensaba,
tinguía las causas de las meras condiciones 25. Esta concep- planeaba y hada existir algo.
ción de la mente como causa eficiente de la existencia del Hay un pasaje en la República 32 en el que Platón hace
mundo estaba asociada a la del bien como causa final, hacia
26 97 e 3-6
27 99 e 6-d 3
21 Tim. 50 a 5-b 6 28 400 a 5-b 7
22 49 a 6, 50 d 2-3 29 507 e 6-8
23 De Gen. et Corro 335 b 7-16; Met. 991 b 3-9 30 530 a 3-7
24 100 e 9-e 3 31 504 e 4-509 b 10
25 97 b 8-99 e 6 32 597 b 5-d 8

276 277
del material plástico para ilustrar su concepción del espa- la q~e mira la mente para actuar. «Si anaxágoras dijera que
cio 21. Sin embargo, esto tiene tan poco de descripción pre- la tIerra estaba en el centro, pensaba que además me ex-
cisa de su naturaleza como la comparación que hace de su plicaría que esta posición era la mejor, y es tada satisfecho
función con una nodriza o madre 22. con esa explicación, y no echaría de menos ningún otro
El lugar que aduce23 Aristóteles como evidencia de que tipo de causa» 26. Precisamente, por no haber podido des-
PIatón ignoró la causa eficiente se encuentra en el Fedón~ cubrir Platón la naturaleza de «lo mejor» -ya que no acier-
Allí dice Sócrates: ta a ver, de momento, cómo hacer una explicación teleoló-
gica- recurre a la presencia de las Ideas para dar razón
En tal caso, ya no comprendo ni puedo dar crédito a las de que las cosas sean como son 27. Explicación que, no sólo
otras causas, a esas que aducen los sabios. AsÍ, pues, si al-
no excluye la teleológica, sino que puede ser complemen-
guien me dice que una cosa cualquiera es bella, bien por tada por ella.
su brillante color, o por su forma, o cualquier otro motivo
de esta Índole -mando a paseo a los demás, pues me em- Mientras fueron las Ideas su tema central, dos pensa-
brollo en todos ellos-, tengo en mí mismo esta simple, mientos gemelos -un origen divino del cambio y un bien
sencilla y quizá ingenua convicción de que no la hace bella al que se orienta- ocuparon el trasfondo de su reflexión
otra cosa que la presencia o participación de aquella belle- y fueron aflorando progresivamente en sus diálogos. En el
za en sí, la tenga por donde sea y del modo que sea. Esto Crátilo 28 habla de que el espíritu o alma da la vida y el mo-
ya no insisto en afirmado; sÍ, en cambio, que es por la be- vimiento al cuerpo, y es el principio ordenador de todo. En
lleza por lo que las cosas bellas son bellas. Pues esto me la República habla del «artífice de los sentidos» 29 y dice
parece lo más seguro para responder, tanto para mí como que «el artífice ha dispuesto el cielo y todo lo que contiene
para cualquier otro; y pienso que, ateniéndome a ello, ja- con la mayor perfección de que eran capaces esas cosas» 30.
más habré de caer, que seguro es de responder para mí y
para otro cualquiera que por la belleza las cosas bellas son
El pensamiento de una causa final y última se ve con cla-
bellas. ridad en lo que dice sobre la Idea del bien31. Se ha pensado
a menudo que las referencias de la República a un ser di-
FIatón no olvida, por supuesto, que las cosas bellas no vino son perfuntorias, y que el pensamiento de tal ser se
sustituye por ose sU9sume en el de-la Idea del bien:-Sin
nacen,en la vidá humálfa, si no es por un artista; y los-bue-
nos actos si no es para un hacedor. Tampoco se le oculta embargo, hemos visto que, en el Fedón, la razón divina se
el problema de la causación eficiente a escala mundial. Ni distingue claramente del bien al que mira. No hay ninguna
siquiera en el Fedón ignora la causa eficiente y final. Re- duda de que Platón no pudo haber confundido la noción de
conoce la causa eficiente cuando Sócrates critica a Anaxá- un ser supremo inteligente con la de una Idea. Una Idea
goras por no ser fiel a su máxima de que la razón es causa es una naturaleza, no un ser que tiene una naturaleza. Es
de todo, al recurrir a una causación física con lo que no dis- inconcebible que Platón creyera en una Idea que pensaba,
planeaba y hada existir algo.
tinguía las causas de las meras condiciones 25. Esta concep-
ción de la mente como causa eficiente de la existencia del Hay un pasaje en la República 32 en el que Platón hace
mundo estaba asociada a la del bien como causa final, hacia
26 97 e 3-6
27 99 e 6-d 3
21 Tim. 50 a 5-b 6 28 400 a 5-b 7
22 49 a 6, 50 d 2-3 29 507 e 6-8
23 De Gen. et Corro 335 b 7-16; Met. 991 b 3-9 30 530 a 3-7
24 100 c 9-e 3 31 504 e 4-509 b 10
25 97 b 8-99 e 6 32 597 b 5-d 8

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un conocido pasaje del Político40 en el que explica la pre- gún eso hacer de la negrura blancura, ni del vicio virtud;
sencia del bien y del mal en el mundo de este modo: «El y tamp¿co puede hacer caso omiso de las incompatibilida-
universo que ves, unas veces el dios por sí mism~guía des que hay, según el Sofista44, entre algunas Ideas. El de-
en su marcha, y lo hace girar acorde, otras lo abandona, miurgo es la causa de todo orden y de todo lo bueno que
cuando las revoluciones alcanzan la medida de tiempo que
hay en el mundo natural y humano. .
le corresponde, y entonces el universo vuelve por sí mis- Esta idea de una inteligencia suprema que gobterna el
mo en el sentido contrario al movimiento circular, por ser mundo la volvemos a hallar en el Filebo45, donde la men-
viviente y partícipe de la inteligencia recibida de aquel que te es «l~ causa de la mezcla», es decir, de la unión de la cua-
lo conformó al principio. Y esto de la marcha retrógrada lidad y de la intensidad determinada que caracterizan a to-
resulta necesariamente innato en él.» En ninguna parte se das las cosas del mundo sensible. Dice Sócrates: «Comen-
repite esta idea, y cabría pensar, de estar aislada, que no cemos preguntándonos si todo lo que llaman universo está
fuera más que un producto momentáneo de la fantasía. abandonado a la dirección de la sinrazón y de una mezcla
Pero si recordamos el Timeo, veremos que en el Político azarosa, o si, por el contrario, y tal como declararon nues-
se da un primer conato explicativo de la presencia del mal tros padres, está ordenado y gobernado por una inteligen-
en el mundo. Esta presencia se atribuye en el Timeo 41 a la cia y sabiduría maravillosas.» A esto responde Protarco:
influencia de la «causa errante», la necesidad, y en las Le-
«Lo que decías en primer lugar me pareció que era una bl~s-
yes a la acción de una o más almas malas 42. femia, pero la aserción de que la mente ordena todo es dIg-
Todos o casi todos estos pensamientos son retornados y na de la disposición del mundo, del sol, de la luna, de las
sistematizados en el Timeo. Las entidades fundamentales,
estrellas y del completo círculo de los cielos. Nunca diré o
en esa obra, son tres: las Ideas, el demiurgo y el espacio.
pensaré otra cosa.» .
Las Ideas se reflejan en las cosas sensibles del espacio, pero Finalmente, en las Leyes 46 razona que SIpara mover otro
el reflejo original no lo atribuye a la acción del demiurgo, basta que un cuerpo esté en movimiento, debe haber algo
sino que más bien sucede por necesidad: «Deseando que to- que pueda originar movimiento en sí mismo, y, por eso,
das las cosas fueran buenas y, en la medida de lo posible,
nada .imperfecto, el dios tomó todo lo que era- visible -que promoverlo en otras cosas. Ese origina:..dor no <:~_otro q~e
el alma, como ya 'había descubierto en el Fedro. Ademas,
no estaba en reposo, sino en discordante y desordenado mo-
si para dar razón del mal en el mundo supone, no ya una
vimiento- y lo redujo del desorden al orden, pues juzgaba gran alma mala, una especie de Arimán zoroástrico (como
que el orden era en todo lo mejor» 43. No se .representa a veces se ha creído), sino una o más almas malas 47, atri-
pues al demiurgo como creador del mundo senSIble, ya que buye a un «alma superior» 48 la regularidad de los movi-
el mundo sensible consiste en imágenes de las Ideas en el mientos estelares y planetarios, y el ritmo general del
espacio, y esas son las que «toma» el demiurgo. Tampoco mundo.
se representa como omnipotente en sus relaciones con el
Queda claro, pues, que al menos en su último peri~do
mundo sensible, pues su obr~ está constreñida por las re- no tuvo las Ideas por el único tema importante de su filo-
sistencias que le impone la necesidad. Constricción que sofía. Admitió, además, la necesidad de causas eficientes e
también le impone el sistema de las Ideas. No puede, se-

44 252 d 2-253 e 5
40 269 e 4-d 3
45 28 d 3-e 6
4] 48 a 6-7
46 894 e 10-897 e 10
4" 896 d lO-e 7
47 896 d 10-e 7
43 30 a 2-6
48 897 e 4-9

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un conocido pasaje del Político 40 en el que explica la pre- gún eso hacer de la negrura blancura, ni del vicio virtud;
sencia del bien y del mal en el mundo de este modo: «El y tamp~co puede hacer caso omiso de las incompatibilida-
universo que ves, unas veces el dios por sí mism~.guía des que hay, según el Sofista44, entre algunas Ideas. El de-
en su marcha, y lo hace girar acorde, otras lo abandona, miurgo es la causa de todo orden y de todo lo bueno que
cuando las revoluciones alcanzan la medida de tiempo que
le corresponde, y entonces el universo vuelve por sí mis- hay en el mundo natural y humano. .
Esta idea de una inteligencia suprema que gobIerna el
mo en el sentido contrario al movimiento circular, por ser mundo la volvemos a hallar en el Filebo 45, donde la men-
viviente y partícipe de la inteligencia recibida de aquel que te es «l~ causa de la mezcla», es decir, de la unión de la cua-
lo conformó al principio. Y esto de la marcha retrógrada lidad y de la intensidad determinada que caracterizan a to-
resulta necesariamente innato en él.» En ninguna parte se das las cosas del mundo sensible. Dice Sócrates: «Comen-
repite esta idea, y cabría pensar, de estar aislada, que no cemos preguntándonos si todo lo que llaman universo está
fuera más que un producto momentáneo de la fant~s.ía. abandonado a la dirección de la sinrazón y de una mezcla
Pero si recordamos el Timeo, veremos que en el Poltttco azarosa, o si, por el contrario, y tal como declararon nues-
se da un primer conato explicativo de la presencia del mal tros padres, está ordenado y gobernado por una inteligen-
en el mundo. Esta presencia se atribuye en el Timeo 41 a la cia y sabiduría maravillosas.» A esto responde Protarco:
influencia de la «causa errante», la necesidad, y en las Le-
yes a la acción de una o más almas malas 42. «Lo que decías en primer lugar me pareció que era una bl~s-
femia, pero la aserción de que la mente ordena todo es dIg-
Todos o casi todos estos pensamientos son retornados y na de la disposición del mundo, del sol, de la luna, de las
sistematizados en el Timeo. Las entidades fundamentales,
estrellas y del completo círculo de los cielos. Nunca diré o
en esa obra, son tres: las Ideas, el demiurgo y el espacio.
las Ideas se reflejan en las cosas sensibles del espacio, pero pensaré otra cosa.» .
Finalmente, en las Leyes 46 razona que SI para mover otro
el reflejo original no lo atribuye a la acción del demiurgo, basta que un cuerpo esté en movimiento, debe haber algo
sino que más bien sucede por necesidad: «Deseando que to- que pueda originar movimiento en sí mismo, y, por eso,
das las cosas fueran buenas y, en la medida de 10 posible,
nada imperfecto, el dios tomó todo lo que era- visible -que promoverlo en otras .~osas. Es~origina.??r no :~_otro q~e
el alma, como ya' habla descubIerto en el Pedro. Ademas,
no estaba en reposo, sino en discordante y desordenado mo- si para dar razón del mal en el mundo supone, no ya una
vimiento- y lo redujo del desorden al orden, pues juzgaba gran alma mala, una especie de Arimán zoroástrico (como
que el orden era en todo lo mejor» 43. No se .representa -
a veces se ha creído), sino una o mas, a1mas ma 1as 47 , atrI-•
pues al demiurgo como creador del mundo sensIble, ya que
el mundo sensible consiste en imágenes de las Ideas en el buye a un «alma superior» 48 .la regulari?ad de los movi-
mientos estelares y planetarIos, y el rItmo general del
espacio, y esas son las que «toma» el demiurgo. Tampoco mundo.
se representa como omnipotente en sus relaciones con el
mundo sensible, pues su obrq está constreñida por las re- Queda claro, pues, qu~ al menos .en su último peri~do
no tuvo las Ideas por el unico tema Importante ~e. su fIlo-
sistencias que le impone la necesidad. Constricción que sofía. Admitió, además, la necesidad de causas efiCientes e
también le impone el sistema de las Ideas. No puede, se-

44 252 d 2-253 e 5
40 269 e 4-d 3
45 28 d 3-e 6
41 48 a 6-7
46 894 e 10-897 e 10
42 896 d 10-e 7
47 896 d lO-e 7
43 30 a 2-6
48 897 e 4-9

280 281
finidad a los muchos hasta. que hayamos descubierto el nú- demás virtudes, las hace útiles y beneficiosas)} 59. El bien se
mero completo de especies intermedias entre la unidad y presenta en primer término como supremo objetivo de los
la infinidad. Entonces y no antes podemos dejar de dividir esfuerzos humanos 60.Y mediante una transición bastante
y sin preocupamos por cada una de esas especies dejare- poco rigurosa, FIatón le asignará primeramente el -rango
mos que penetren en la infinidad. superior en la ética, y luego el rango superior en la onto-
logía. También en el Filebo hay una transición poco rigu-
Concluye, como ya había hecho en el Fedro, que esto es rosa del mismo tipo, y una combinación del punto de vista
la verdadera dialéctica. ético con el ontológico, al decir que anhela «ver la más be-
Diez años después de proclamar el método de división lla mezcla y la menos dividida en bandos, y descubrir en
y aun reconociendo las dificultades de aplicación, Platón rei- ella qué es lo bueno en el hombre y en el universo» 61.
tera la confianza en sus posibilidades y en su importancia Más adelante, en el mismo diálogo se insinúa algo pare-
para desvelar la articulación del mundo de las Ideas, desde cido a un sistema jerárquico: «Si no somos capaces de dar
los géneros superiores hasta las especies inferiores. Más caza al bien con una idea sola, podemos atrapar nuestra pre-
allá de estas últimas no hay sino la infinidad de casos par- sa con tres: la belleza, la simetría y la verdad)~62. Estas, sin
ticulares. No sería equivocado decir que si en los primeros embargo, no son tres especies del género bueno, sino, a juz-
diálogos el principal propósito de Platón fue afirmar la gar por la continuación, tres condiciones que debe satisfa-
existencia de las Ideas, en el periodo comprendido entre el cer lo que sea bueno.
Fedro y el Filebo su objetivo principal fue destacar la im- En relación con este, resulta claro el modo de abordar el
portancia de descubrir sus relaciones mutuas. tema en el Solista. Al denominar a la existencia, identidad
Es indudable que Platón creyó que había jerarquías se- y diferencia «las clases mayores», Platón da a entender que
cundarias o sectoriales en el mundo de las Ideas. Pero el cada una de esas Ideas es predicable de las otras dos y de
problema es saber si creía que había una jerarquía superior las demás Ideas. Por otra parte, agrupando el movimiento
que las abarcara a todas. En la República, la Idea del bien y el reposo con aquellas Ideas, da a entender que uno u
aparece como la Idea suprema, que da ser e inteligibilidad otro es predicable de todo lo que es: el «reposo» de las
~l mundo de las Idea~. EQ el Filebo. la Idea.del bien es, cuan- . - Ideas, el «movimiento» detodG lo demás;- Pero en el So- _.
do menos, la Idea superior que entra en discusión. En el lista las ideas no forman un sistema monárquico: no se
Solista las «clases mayores» o Ideas supremas son la exis- le da prioridad a la existencia sobre la identidad, y la dife-
tencia, la identidad y la diferencia. En la teoría de las Ideas- renCIa.
números, se tiene la Idea de unidad o del principio formal Otra Idea empezó a destacar en el último periodo de Pla-
de todas las Ideas. ¿Cómo creía Platón que se relacionaban tón, la Idea del U no, de la que hizo el principio formal de
estas «ldeas superiores»? En ninguna parte nos lo dice, todas las Ideas. Si bien, no había en ello un cambio funda-
pero nos cabe conjeturado. mental de concepción, sino una diferencia en el punto de
Tenemos que explicar, en la medida de lo posible, esas vista. Para Platón, la unidad era el principio formal de las
diversas formas de presentación para percatamos de los di- Ideas sólo si se tenía en cuenta su aspecto numérico, no su
ferentes planos desde los que aborda el tema en distintos ser total. Según su aspecto numérico, cada Idea contenía
momentos. Así, en la República y también en el Filebo
.aborda el tema desde la ética. Y en ética Platón da el pues- 59 505 a 2-4
to fundamental a la Idea del bien, y no a la Idea de justicia, 60 505 d 11
única que podía reclamar también ese puesto. Habla de «la 61 63 e 9-64 a 2
Idea del bien, que es la que, asociada a la justicia y a las 62 65 a 1-2

284 285
un sistema de dos o más elementos. Con ello, quería con- cosas de las que no hay evidencia que sean buenas y de co-
firmar que cada Idea, a pesar de las relaciones internas que sas que son claramente buenas:
pudiere contener, era en sí misma una unidad.
¿Qué relación hay entre el U no y el bien en esta última Piensan que la justicia y la salud son buenas, por ser or-
fase de la doctrina platónica? En la exposición sumaria de denaciones y números. Y es que parten del supuesto de que
la enseñanza de Platón de Met. A, 663, Aristóteles se limi- la bondad es una propiedad de los números y unidades, por-
que la unidad es lo bueno en sí. Si bien, deberían demos-
ta a decir que «asignó a ambos elementos la causa del bien
trar, a partir de las cosas que se tienen por buenas como
y del mal, una a cada uno», es decir, la causa del bien al
la salud, la fuerza y la templanza, que hay incluso mayor
Uno, la causa del mal a lo «grande y pequeño». En otros excelencia en las cosas inmutables. Si aquellas cosas del
dos pasajes de la Metafísica 64 se trata la concepción plató- mundo sensible son formas del orden y reposo y son ex-
nica del bien, pero apenas nos aclaran nada. No obstante, celentes, las cosas inmutables serán superiores por tener
en 1091 a 29-b 3, b 13-15 Aristóteles vuelve al tema. Dis- esos atributos -orden y reposo- en mayor grado.
tingue entre los pensadores (la escuela de Espeusipo) 65 que
rehúsan atribuir la bondad y maldad a los respectivos pri- El comentario de Aristóteles es muy pertinente. Para él,
meros principios, y los que hacen tal atribución (la escuela no es axiomático que la unidad o la determinación numé-
de Platón). De estos, señala que: «Dicen que el Uno en sí rica sean buenas. Ahora bien, si se descubriera la precon-
es lo bueno en sÍ, pero piensan que la unidad es su carácter dición de la bondad de una cosa, comúnmente reconocida
fundamental. » como buena, Aristóteles admite que esa precondición po-
En dos pasajes, por tanto, deja claro Aristóteles que para dría considerarse lo bueno en sí.
Platón la unidad, y no la bondad, era el carácter fundamen- Por último, hemos de tener en cuenta una frase de Aris-
tal del primer principio que, en realidad, era uno y bueno. tóxeno 68 cuando describe las lecciones platónicas sobre el
Con otras palabras, la Idea del U no ha ocupado la posición Bien: Kexi 'to 1t~PC«; on &yex8ov~(HlV (o ayex8óv¿(j'tlV) Év.
que antes tenía la Idea del bien, el centro del sistema pla- A menudo se ha traducido así: «y el límite es lo único bue-
tónico. Haciendo este cambio Platón se atenía a que si la no». Teniendo en cuenta el énfasis que pone en el «límite»
unidad se puede llamar atributo primario, la hondad,por en el Filebo,esa tradllCció.nresulta seductora., p.ero .clesde
su parte, es necesariamente un atributo secundario o con- el punto de vista gramatical, apenas se puede admitir. Tú
secutivo. Nada puede ser bueno si antes no posee algún 1t~PW; debe tomarse adverbio. Según eso, el único signifi-
otro carácter. Este desplazamiento del bien por el Uno era, cado posible será: «y la lección concluyó con la declaración
al mismo tiempo, un síntoma de la creciente matematiza- de que hay un bien». Precisamente, Aristóteles dirigió un
cíón del sistema de Platón. Por lo cual Aristóteles señala ataque, en la Ética a N icómaco 69, contra la doctrina de que
en cierto momento 66 que «las matemáticas son la filosofía sólo hay un bien, con lo que se daba a entender que «bien»
de los modernos». Hay otro lugar más en que Aristóteles era un término carente de ambigüedad. Sin embargo, pu-
trata la relación entre la unidad y la bondad. En la Ética diera tratarse de un descuido de Aristóxeno, en cuyo caso,
Eudemia67 critica a los platónicos por deducir la bondad de lo que Platón sostuvo fue que el Uno es bueno -tal doc-
trina le atribuye Aristóteles en dos pasajes 70. No lo sabe-
mos y sería inútil tratar de adivinado.
63 988 a 14-15
64 988 b 6-16, 1075 a 36-b 1
65 Cfr. 1072 b 30-4 68 Harm. Il, 30 (Meibom)
66 992 a 32-3 69 1,6
67 1218 a 15-24 70 988 b 11-16, 1091 b 13-15

286 287
Lo que se deduce con toda evidencia es que un rasgo fun-
damental del sistema platónico fue que la unidad conlleva
bondad. Sin embargo, a falta de mayores aclaraciones no es
posible precisar el significado exacto de tal rasgo. Ya he-
mos visto que en la última fase de su filosofía lo grande y
pequeño era correlativo del «más o menos» o lo «ilimita-
do» del Filebo, y el Uno era correlativo del «límite» del mis-
mo diálogo. Yesos términos suscitaban sugerencias que la
palabra «uno» no suscita. La asociación del límite con la
bondad no era algo nuevo en el pensamiento de Platón. Re"'
cardemos cómo censura en la República 71 la ilimitada
nA.covi~ícc El hombre justo, el buen músico, el médico ca-
paz, el sabio, ponen límites a su actividad, evitan lo dema-
siado por exceso y por defecto. También en el Político 72 in-
siste en que la excelencia moral y artística depende preci-
samente de la evitación del exceso y de la práctica de la me-
dida. Y en el Filebo 73 dirá que «en la medida, el término
medio, lo conveniente y en las cosas semejantes, se encuen-
tra la naturaleza eterna». La doctrina de que la unidad es
el fundamento de toda excelencia debe ser interpretada en
el contexto de estas consideraciones.
Parece que Platón nunca ha integrado sus «Ideas mayo-
res» en un sistema único, pero es cierto que en el bien de
la República y del Filebo, en la existencia del Solista, en la
verdad del Filebo 74 y en el uno de la .teo[Ía de las Ideas-
-números, están los orígenes de la primigenia lista de tras-
cendentales: Bonum, Ens, Verum, Unum. Para los escolás-
ticos estos trascendentales estaban por encima de las cate-
gorías y. eran verdaderos para todo lo que es.

71 349 b 1-350 e 11
72 283 e 3-285 e 3
73 64 e 1-66 a 8
74 65 a 2

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