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En lugar de que la sociedad encarne en el individuo, hoy las pantallas

presentan un automatismo sin lugar al deseo. Estos objetos son introducidos


mas tempranamente en la crianza del niño, completando o en ocasiones
supliendo las funciones materna y paterna, no ingresan como objetos
sustitutivos, si no como semblantes imaginarizados por la sociedad con una
función automática.

Es común dentro de la clinica encontrarse con niños que hablan en neutro, con
acentos y modismo de doblajes de los dibujos animados, o modo robótico. El
deseo materno decae y los objetos son un refugio que el niño encuentra para
suplirlo. Se trata de un automatismo donde no hay lugar al malentendido.

En base a esta referencia se puede dar una explicación al caso tomado en la


entrevista donde en un momento la niña toma el teléfono de su padre y repite la
escena sexual en forma de automatismo en complicidad con sus compañeros.
Como resultado de este automatismo hay algo que toca al cuerpo de los niños,
reducido al objeto de goce y abra que ver como se juega esto para cada niño.

Poniendo el cuerpo de los infantes en un puro goce hiper excitado, esto no


adquiere el efecto traumatico, el efecto traumatico se adquiere el momento que
pasa por el Otro social y lo sanciona, ingresando en lo simbólico del campo del
Otro social con sus prejuicios y se constituye los posteriores efectos.

Por esto es necesario el profesionalismo del psicologo, saber llevar estos


nuevos síntomas que nos advienen con los objetos de goce introducidos a los
niños, sin escandalizarnos y fuera de prejuicios, más bien hay que saber hacer
con estos síntomas. El infante debe simbolizarlo en el consultorio saber
delimitar este goce desbordante de su cuerpo, con intervención del analista, sin
una revictimización o tratar de quitar el comportamiento con un “furor curandis”
utilizando métodos de recompensa o castigo que solo llevan al niño a proceder
a formar el trauma, no se trata de trabajar sobre el goce del infante si no sobre
lo sintomático y el fortalecer la relación con sus padres, que no se pierda esa
función materna y paterna que forman al niño dentro del lenguaje en esa
contingencia con el encuentro con el Otro social. Pero para que este cuerpo del
niño advenga cuerpo del sujeto, esta lalengua, como lo refiere Jacques Lacan
en su neologismo, habrá de inscribirse, corporizarse.

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