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El archivo de la DIPBA:

un hallazgo clave para una historia de los imaginarios represivos en Argentina

Patricia Flier1

“El postulado parte de la base de saber quién es quién, es


decir, tener registrado a los buenos, para saber quiénes son y
cuando dejan de serlo.

(Tomado de un legajo del Archivo de la Ex DIPBA,


correspondiente a su Mesa Doctrina: compuesta por 423
legajos y 121 documentos no catalogados como tales, y que
fueran encontrados dispersos en el archivo)

El objetivo de esta presentación es exploratorio. Se trata de ofrecer una


descripción del primer archivo de la represión hallado en Argentina hasta el momento,
el archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires
(en adelante, DIPBA), y amplificar los sentidos de esta descripción mediante la
referencia a un caso que nos sitúa frente a frente con la mirada policial de los años
cincuenta sobre las mujeres comunistas y de una organización que animada por ellas, la
UMA.

Sin embargo, este objetivo, aunque acotado, nos obliga a delinear los contornos de
un camino escasamente transitado por quienes han escrito la historia de nuestro país: el
de la seguridad ciudadana y la policía política. No existen en Argentina estudios
sistemáticos y profundos sobre la institución policial. Sólo contamos con algunos textos
oficiales, con historias y publicaciones periódicas de la propia institución consagrados a
la comunión de los agentes policiales y la presentación de sus intereses corporativos.

Además, presentar el archivo de la DIPBA es situarse en el estudio del pasado


reciente, lo que también constituye una asignatura pendiente dentro del campo
historiográfico. Se trata de un período que comienza en 1955 con la caída del segundo
gobierno peronista – aunque no hay unanimidad en su periodización – y que se
caracteriza por la inestabilidad política y por los enfrentamientos sociales que
condujeron al país a la más terrible de sus dictaduras, y un saldo de más de 30.000
ciudadanos desaparecidos.

La apertura de este archivo de espía, registro y análisis, construido por un


organismo de inteligencia de la provincia más importante de nuestro país, que atesora en
dosis siempre difíciles de precisar información fidedigna con difamación y calumnia, es
un acontecimiento clave para los historiadores interesados en el estudio de la institución
policial y en la escritura de la historia del pasado reciente.

1
Historiadora. Investigadora del Centro de Investigaciones Socio Históricas (CISH) de la Universidad
Nacional de La Plata. Profesora de Historia Social Argentina Contemporánea

1
Es que sin dudas este archivo tiene mucho que ofrecer a quienes tengan interés
por el estudio de la represión política, pero también por la historia social de los sectores
populares, la que se filtra en forma permanente entre sus legajos. Tiene mucho que
ofrecer a quienes estén interesados en el movimiento obrero, el movimiento estudiantil,
las organizaciones de derechos humanos, la izquierda y el peronismo revolucionario.
Tiene mucho que ofrecer a quienes investigan los enfrentamientos políticos que
marcaron a fuego los últimos cincuenta años en nuestro país. Pero sobre todo tiene
mucho que ofrecer a quienes tengan la voluntad de comprender cuánta represión ha
sido - y es aún hoy – necesaria, para mantener un orden de exclusión social y pobreza.

En busca de una genealogía de la DIPBA (o la construcción del enemigo)

¿Hasta dónde remontarnos para dar cuenta de los antecedentes de la DIPBA?

Seguramente hasta la década de 1930, cuando la Oficina de Movimiento Político,


la Dirección de Orden Público y la Sección Orden Social despliegan sus actividades
represivas en la provincia de Buenos Aires. Luego hasta el golpe de estado de 1955, que
terminó con el segundo mandato constitucional de Juan D. Perón, y que disuelve la
Dirección de Orden Público designando a un integrante de las Fuerzas Armadas para
reorganizar la dependencia. Y así llegaremos finalmente a la creación en 1957 de la
DIPBA, la que funciona con diferentes denominaciones hasta 1998. Ese año, en el
contexto de una reforma de la policía provincial, este organismo es finalmente disuelto,
hallándose en su edificio, tras una doble puerta, el archivo que nos ocupa.2

¿Encierra este párrafo una genealogía adecuada? ¿No deberíamos remontarnos


mucho más atrás en el tiempo? ¿A la creación en 1893 del Escuadrón de Seguridad
para mantener el orden de los servicios públicos y de las reuniones políticas? ¿Hace
falta mencionar que a la par que surge y se desarrolla el movimiento obrero argentino,
surgen y se desarrollan instituciones policiales cada vez más sofisticadas, destinadas al
control y represión de la cuestión social, y que una genealogía de la DIPBA
seguramente debería incluirlas?

Que a inicios del siglo XX, el gremialismo, el anarquismo, el socialismo, eran ya


preocupaciones policiales, es hoy una verdad de Perogrullo. Estos retoños de la
incipiente industrialización y de las corrientes inmigratorias, fueron rápidamente
catalogados por el imaginario de las clases dominantes como deformaciones externas,
ajenas al cuerpo social de la Nación, y por lo tanto, extirpables.3 Se abre paso así,
tempranamente, el ideario quirúrgico que nutrirá el pensamiento de las clases
dominantes argentinas y de su policía hasta finales de siglo pasado. Como resultado,
instituciones policiales y recursos legales se suceden y combinan para articular la
defensa del orden social frente a al peligro que proviene del extranjero.

2
La Dirección de Inteligencia debía recabar información sindical, cultural, económica, política, en tanto
que el carácter ideológico y político del seguimiento estaba perfectamente delimitado en esta etapa de
formación (mediados de la década de 1950) : el comunismo era el “enemigo” a visualizar. Vigilar,
controlar, prevenir y castigar eran las misiones de la Dirección de Inteligencia
3
Juan Suriano. El estado argentino frente a los trabajadores urbanos: política social y represión. 1880-
1916. En Anuario 14. Escuela de Historia. Facultad de Humanidades y Artes UNR, 1989, p.115

2
En 1901 se crea la Sección Especial de la Policía en la Capital Federal para el
control de los militantes anarquistas y socialistas mediante la infiltración de sus
partidos, grupos, conferencias, periódicos, congresos. En 1902 el objeto es el extranjero
sospechoso, peligroso, indeseable. Se dicta la Ley de Residencia, que permite al
gobierno expulsar del país a cualquier extranjero que “comprometa la seguridad
nacional o perturbe el orden público”. En 1904 la Sección Especial de la Policía se
jerarquiza, amplía sus funciones y adquiere el rango de Comisaría de Investigaciones
encargada del control de las actividades políticas. Con la incorporación en ese mismo
año del sistema dactiloscópico y la creación en 1907 del prontuario y la cédula de
identidad, los instrumentos policiales se perfeccionan aún más. En 1910, una nueva ley,
la de Defensa Social, incrementará los controles selectivos para la admisión y la entrada
de extranjeros, con la mente fija en los anarquistas, el paradigma del enemigo para la
época.

Todos estos instrumentos le permitieron a la policía un conocimiento preciso de


las formas de organización y movilización de los grupos opositores, que se plasmó en la
identificación de las distintas tendencias, las jerarquías militantes, las cifras de afiliados
a las organizaciones sindicales y culturales, los lugares de reunión, los congresos, los
mitines. La obsesión por el detalle asombra: no sólo la ideología, el lugar de militancia
y los antecedentes tanto en el país como en el extranjero son atesorados, sino también la
profesión, el origen étnico, la edad, la filiación familiar.

Insistimos entonces: ¿No deben formar parte de una genealogía de la DIPBA estos
desarrollos tempranos?

Durante esta etapa temprana, la especialización política de parte del aparato


represivo va cobrando paulatinamente vida propia. Los objetivos de vigilancia
asignados por el Poder Ejecutivo son sobrepasados. Rápidamente, junto a la
información minuciosa sobre todas las actividades realizadas por los grupos
contestatarios, aparecen las apreciaciones y juicios de valor, las opiniones sobre la
libertad de prensa, el derecho a reunión y circulación, el rol de las agrupaciones
políticas y la libre agremiación de los trabajadores. Asistimos a los inicios del
imaginario institucional. Los informantes policiales vociferan entusiastamente la
necesidad de limitar y restringir la actividad política y sindical justificándose en la
existencia de un enemigo interno, al que, repetimos, el sayo anarquista es el que mejor
lo viste, y de quien la Nación debe defenderse apelando a la reforma de un sistema legal
obsoleto. Un nuevo ingrediente se suma así al imaginario de las clases dominantes y la
policía, el enemigo interno cuya piel transmuta con el tiempo: anarquista – comunista -
delincuente subversivo. Como también trasmuta el tratamiento destinado al saneamiento
del cuerpo nacional: cárcel – destierro – confinamiento – desaparición.

El archivo4

Dejemos por un momento las genealogías posibles, y vayamos a nuestro objetivo


más básico: la descripción del archivo.

4
Patricia Funes. Espía, registro y represión. La Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de
Buenos Aires y su Archivo. Esta historiadora es quien ha estudiado y presentado con mayor amplitud los
datos aquí volcados.

3
La apertura del archivo de la DIPBA constituye un hecho inédito en nuestro país.
Su conservación y digitalización está a cargo de la Comisión Provincial por la Memoria,
la que desarrolla sus tareas con las mayores garantías de seriedad y respeto por los
derechos individuales mediante un grupo interdisciplinario de peritos, abogados,
historiadores, antropólogos y comunicadores del equipo técnico. El trabajo de
desclasificación, mapeo e investigación de la documentación está sólo en sus inicios y la
correspondiente a la última dictadura militar (1976-1983) está bajo secuestro de la
Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, ya que aporta pruebas para los Juicios por
la Verdad.5 Sólo acceden a ella los peritos designados por la misma Cámara.

El archivo cuenta con más de 3.500.000 de folios y más de 300.000 fichas que
abarcan temporalmente desde fines de la década de 1940 hasta 1998. Se encontraron
también 750 casetes de video VHS con filmaciones propias y de programas televisivos,
y 160 casetes de audio con grabaciones de eventos. El material equivale a 3300
contenedores, 90 cuerpos de estanterías de alrededor de 600 estantes. El papel
desplegado representaría cerca de 700 Km lineales.

La documentación del archivo está clasificada originalmente según lo que llaman


factores: político, sindical, estudiantil, comunismo, religioso, comunal, delincuente
subversivo, entre otros. La información provenía del trabajo de campo realizado por los
agentes de las comunas bonaerenses que remitían todo lo producido a la Dirección de
Inteligencia, la que recibía también información producida por otros servicios de
inteligencia. Esa información, centralizada, se consignaba en un fichero alfanumérico y
se ingresaba en legajos clasificados según los factores antes mencionados.

El archivo se estructura a partir de partes e informes de inteligencia sobre eventos


puntuales, organizaciones o personas. En otros casos los informes adoptan la forma de
dossier que analizan tendencias político ideológicas en términos históricos con
evaluaciones y prospectivas (por ejemplo: Comunismo en Argentina, Evolución de la
FORA [Federación Obrera Regional Argentina] desde 1880 hasta 1961, El movimiento

5
Los fundamentos jurídicos de los Juicios de la Verdad, se basan en la doctrina nacional e internacional,
que reconoce que toda sociedad tiene el irrenunciable derecho de conocer la verdad de lo ocurrido, así
como las razones y circunstancias en las que los aberrantes delitos llegaron a cometerse. El objetivo de
estos juicios es conocer el qué, cómo, cuando, dónde, por qué y quien, de cada violación a los derechos
humanos. De este modo, los juicios no tiene una duración preestablecida: deberán cumplir todos los pasos
necesarios hasta determinar tales extremos. A partir del caso Lapacó que provocó el acuerdo asumido por
el Estado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, se estableció que el ámbito para
investigar la verdad son las Cámaras federales en lo penal. La cámara federal de Capital, primer tribunal
en dar acogida a este tipo de proceso, lleva desde 1995 numerosos legajos de averiguación de lo ocurrido
a personas detenidas desaparecidas. Su tarea sirvió de base para los pronunciamientos realizados por el
resto de los tribunales que iniciaron juicios con posterioridad. Su actuación tuvo gran publicidad a
comienzos de 1998 cuando se citó a prestar declaración a los altos jefes de la ESMA para luego seguir
con un trabajo silencioso, dependiendo de la iniciativa de los familiares y funcionarios judiciales. En La
Plata, cada miércoles a partir del 30 de septiembre de 1998 se realizan las audiencias orales y públicas. El
trabajo de esta Cámara tuvo mayor presencia debido a las numerosas audiencias tomadas a testigos y
represores. Estos juicios se están llevando a cabo además, en diferentes ciudades del país, a saber: Salta,
Jujuy, Rosario, Mar del Plata, Bahía Blanca, Mendoza, Chaco y Tucumán. Ver: Patricia Flier. Corren
nuevos aires en Argentina. La Construcción de la memoria colectiva en Argentina: 1976-2002. Ponencia
presentada en “51° Congreso Internacional de Americanistas: Repensando las Américas en los umbrales
del Siglo XXI, organizado en Santiago de Chile entre el 14 y 18 de julio de 2003. Simposio Memoria,
Historiografía y derechos Humanos.

4
estudiantil: La Federación Universitaria Argentina, Retorno de Perón, Montoneros,
Ejército Revolucionario del Pueblo, entre muchos otros).

Todos los registros son el resultado de la espía e infiltración de asambleas,


reuniones (públicas o privadas), manifestaciones y protestas, congresos, charlas y
conferencias, en todo el territorio de la Provincia de Buenos Aires, lo que no excluye
registros de alcance nacional elaborados por otros organismos de inteligencia del
Estado.

Los informes de inteligencia están acompañados por un completo relevamiento de


prensa (local, provincial y nacional) de cada acontecimiento destacado de la vida
política, y de cada organización. Los legajos están acompañados de material de
apoyatura, “prueba” o ejemplificación. En ocasiones los informes surgen del análisis de
la prensa partidaria, que generalmente se adosa, y que se utiliza para identificar nombres
de militantes o estudiar el evento que constituye el objeto de investigación.

Por ejemplo, la documentación del “factor político” – en proceso de


desclasificación - es variada y polifónica. Se encuentra desde el registro de
organizaciones partidarias hasta las elecciones internas de cada partido, con sus
candidatos en el ámbito local, provincial y nacional. Sus estructuras internas, sus
relaciones con sindicatos, las tendencias ideológicas de sus líderes y militantes, sus
fracturas y divisiones, sus publicaciones, discursos programáticos. Se registran y
analizan los resultados de todas las elecciones (constituyentes, presidenciales,
legislativas, a nivel municipal, provincial y nacional). Durante las dictaduras o en
épocas de prohibición o proscripción (en el caso del Partido Comunista y del
Peronismo), los informes de inteligencia relevan las actividades clandestinas, de
resistencia u oposición y su grado de “peligrosidad”.

El “factor político” incluye también al movimiento estudiantil, un actor


históricamente relevante en la historia política argentina, sobre todo a partir de los años
sesenta. Señala un informe de la DIPBA:

“Teniendo en cuenta que la acción comunista es muy intensa en nuestro


medio en las esferas intelectuales, siendo las universidades, los colegios
secundarios y establecimientos similares los lugares preferidos por ellos
[...] es imprescindible someter a estos lugares educacionales a una
severa aunque discreta vigilancia.”6

Se relevan las Universidades de Buenos Aires, La Plata, del Sur (Bahía Blanca),
Mar del Plata. Se consigna minuciosamente a las autoridades, consejeros superiores y
directivos, número de alumnos por universidad, facultades y carreras, nómina de
profesores titulares y de auxiliares docentes, asociaciones de graduados, asociaciones de
trabajadores no docentes, miembros de institutos de investigación. Un foco de atención
prioritario son las elecciones de claustros y centros estudiantiles, en las que se registran
las listas y las tendencias ideológicas grupales e individuales. Llama la atención lo

6
Archivo DIPBA, Mesa C (Comunismo Varios), legajo 25.

5
pormenorizado que es el relevamiento de Centros y Federaciones estudiantiles. Se
registran las comisiones directivas, las orientaciones ideológicas de las agrupaciones
que las componen y sus líderes, las elecciones, los Congresos y los actos de protesta y
movilización estudiantil que convocan. También se investigan los programas de estudio
o la bibliografía, así como cursos, jornadas o paneles que son considerados como
“prédica ideológica”.

Un campo de investigación muy relevante es el de entidades y personas ligadas al


mundo de la cultura. Extensos informes de inteligencia, “listas negras” de artistas,
intelectuales, libros, obras de teatro y canciones llenan cientos de folios a lo largo de
tres décadas.

En el caso de la actividad gremial y sindical la DIPBA se “autolegitima” como


disciplinadora del movimiento obrero:

“Una huelga innecesaria o políticamente coordinada, abortada en los


momentos de su planeamiento por su oportuna comunicación, y las
resoluciones que en base a ese conocimiento puedan adoptar las
autoridades pertinentes, habrá justificado la existencia de este servicio.”7

El archivo contiene el Registro de Entidades Gremiales de cada gremio en cada


fábrica de toda la Provincia de Buenos Aires. También en este caso se investigan
sistemáticamente las elecciones internas de gremios, sindicatos, federaciones y
confederaciones, las listas, las comisiones directivas, las tendencias ideológicas, los
liderazgos obreros. La documentación releva cada conflicto, huelga o protesta desde la
militancia obrera de base, pasando por las comisiones internas, y hasta la dirigencia a
nivel nacional. También los planes de lucha de las distintas CGT [Confederación
Nacional del Trabajo] son escrutados. Asimismo, la cultura obrera y los lugares de
socialización son investigados: clubes, cooperativas, sociedades de socorros mutuos.
Los legajos son por gremios (ferroviarios, metalúrgicos, telefónicos, estatales, de la
carne, petroleros, de la construcción, docentes, judiciales, etc.) y por comunas. Existen
dossier temáticos sobre las tendencias ideológicas en cada sindicato, federación o
confederación y el análisis del perfil de la militancia sindical. Hacia mediados de la
década de 1970 se realizaron precisos censos fabriles. En ellos se analizan las
características de la producción de cada establecimiento, el número de obreros, el
gremio al que pertenecen, la existencia de células de organizaciones político-militares,
el grado de adhesión a las mismas, los “niveles de infiltración” de esas organizaciones
en las bases, los cuerpos de delegados y las comisiones internas, y los prontuarios de los
principales dirigentes.

Obviamente, la acción de los organismos de Derechos Humanos y sectores de las


iglesias comprometidas en la denuncia del terrorismo de Estado son parte de infiltración
sistemática asentada en minuciosos expedientes. A modo de ejemplo: el legajo “Madres

7
Ibidem.

6
de Plaza de Mayo” está incluido en el factor “delincuente subversivo”. Cuenta con 11
volúmenes de alrededor de 300 folios cada uno.

Pero lo que asombra es la extensión de la vigilancia. La mismas abarca al


conjunto de la sociedad civil en sus más variadas manifestaciones: asociaciones
cooperadoras (de escuelas, hospitales, policía y bomberos), bibliotecas, centros
culturales y grupos de teatro, cooperativas, clubes (deportivos y recreativos),
colectividades, comisiones de homenaje y festejos, sociedades de fomento. Todo,
absolutamente todo parece haber sido objeto de vigilancia, registro, represión.

La DIPBA: el comunismo como enemigo

Retomemos el ejercicio genealógico en busca de nuevos sentidos. Si la obsesión


de las instituciones policiales de principios del siglo XX eran los anarquistas, las raíces
de la DIPBA y su archivo, se nutren del anticomunismo visceral que inundará a las
fuerzas represivas a partir del golpe de Estado de 1930.

Tal como sucediera con los anarquistas, la persecución al comunismo excedió


desde sus orígenes a los miembros o simpatizantes del Partido Comunista Argentino
[PCA], incluyendo bajo tal denominación todo tipo de contestación al orden constituido.
En el ámbito de la provincia de Buenos Aires, la legislación anticomunista surge al
compás del proceso de industrialización sustitutiva, la creciente urbanización y el
subsiguiente incremento numérico y cualitativo del movimiento obrero, en el que los
comunistas comenzaban a multiplicarse en la década de 1930. Las clases dominantes
registraron este avance, al que con seguridad sobredimensionan, y en 1936 restringen en
territorio bonaerense la acción y propaganda del Partido Comunista. No se detienen allí,
al año siguiente un decreto prohíbe dentro del territorio nacional la “correspondencia al
descubierto, interna o internacional, que de manera directa o encubierta propagara la
doctrina, procedimientos o hechos favorables a la actividad comunista.”8 Además, el
anticomunismo formó parte de cuanto proyecto de ley sobre asociaciones sindicales
fuera discutido en el Congreso Nacional durante la década de 1930.

El Golpe de Estado de 1943 realimenta el imaginario anticomunista: clausura los


locales del PCA al que le prohíbe toda actividad pública mediante decretos que sólo
serán derogados con la apertura democrática de 1945. Pero recobrar la legalidad bajo el
gobierno electo de Perón, no detuvo la persecución de los militantes comunistas, tanto
políticos como sindicales, los últimos considerados además como un obstáculo en la
pugna del peronismo por afianzar su poder en los gremios clásicos. Los historiadores
han subrayado la difícil situación en la que se desempeñaron los militantes del partido
entre 1945 y 1955, debido a la represión y a la propaganda anticomunista.

Es esta obsesión anticomunista la que está detrás de la creación de la DIPBA en


1957, aunque ahora en un escenario político enrarecido por la proscripción del
peronismo y por la redefinición de las fuerzas de seguridad en el contexto internacional
de la Guerra Fría. Muy pronto el tradicional vocabulario que acompaña al imaginario
anticomunista comienza a perder eficacia ante la creciente complejidad del campo
8
Archivo DIPBA, Mesa C (Comunismo Varios), legajo 121, “Comunismo en Argentina”, sin fecha,
probablemente 1962, pp.28-29.

7
revolucionario. Comienza una gradual mutación que condujo a un imaginario menos
específico, el del delincuente subversivo, etiqueta que mostró una flexibilidad
inigualable a la hora de la persecución y la represión política en las nuevas condiciones
que inauguran los años 1960. Pero la DIPBA es heredera de la obsesión anticomunista
tradicional, y de los legajos por ella producidos. Uno de estos legajos nos sitúa frente a
un acontecimiento que con su aparente banalidad amplifica los múltiples sentidos de las
descripciones y argumentos hasta aquí desarrollados.

Mesa C, Carpeta 3, legajo 39

El 21 de febrero de 1954 en un establecimiento agrario denominado “Santa


Elena”, de la localidad de Rojas, provincia de Buenos Aires, se organiza un picnic al
que asisten una veintena de personas. A las 12 horas, en el momento en que se disponen
para el almuerzo, irrumpe la policía. Las organizadoras del evento son detenidas por
formar parte de una “célula” activista del Partido Comunista. Se trata de dos mujeres a
las que se acusa de infringir el Art. 104 del Reglamento de Falta (infracción por
participar en una reunión no autorizada) y el Art. 47 del mismo reglamento (tenencia de
armas).

Una de ella, argentina, soltera, de 23 años de edad, domiciliada en Rosario,


provincia de Santa Fe había sido ya detenida con anterioridad, el 5 de noviembre de
1953. En el momento de esa detención previa, la detenida admite bajo custodia policial
haber concurrido al Congreso Mundial de Mujeres realizado en Dinamarca en junio de
ese mismo año, como representante de la UMA y de la “Junta Pro Paz” de Rosario.
Según reza el informe: “ambas organizaciones colaterales del Partido Comunista”. En
ese momento se le secuestra un juego de fotos y material de propaganda comunista.

A la otra detenida, se la clasifica de la siguiente manera: “argentina, soltera, de 21


años, sin profesión, se ocupa de los quehaceres del hogar, profesa el protestantismo, de
ideología política Comunista y sin antecedentes judiciales; aunque registra legajo de
referencia especial (R.E.) de la Dirección de Orden Público en la que consta haber sido,
Fiscal del Partido Comunista y un proceso contravencional, por infracción al Art. 104,
en la localidad de Bernal provincia de Buenos Aires, consistente la infracción en
participar en una reunión no autorizada”.

El Dossier continúa su escrutinio: “estas mujeres orientan su prédica hacia los


agricultores, infiltrándose en ese sector de la economía nacional, con especialidad entre
las familias de aquellos, con el conocido objetivo de crear el descontento y el desaliento
en el agro argentino, mediante el sabotaje psicológico resultante de la comparación de
los medios con que actualmente cuenta el campo argentino y los modernos y eficaces
del gobierno ruso, según tratan de probar sin réplica y abundantemente con fotografías
‘ad hoc’ de que al efecto estas ‘células’ van convenientemente provistas”.9

Señalan los informantes policiales que los objetivos que perseguían estas
militantes era el de corroer el corpus nacional con ideas subversivas y llevar a cabo un
sistema de adoctrinamiento tendiente a organizar una gran “Marcha Campesina a
Buenos Aires”. Lo prueban mediante el profuso material de propaganda, fichas de
9
Archivo DIPBA, Mesa C, [Comunismo Varios], Carpeta 3, legajo 39. Series Fotográficas Congreso
Mundial de Mujeres (Copenhague- Dinamarca- junio 1953) Delegadas Argentina. 35 folios.

8
afiliación, folletos y literatura destinados al adoctrinamiento comunista que se
encontraba en poder de las detenidas. Por si esto fuera poco, las fotos que testifican la
presencia de una de ellas en el Congreso Mundial de Mujeres realizado en Copenhague
(Dinamarca), y en representación de la UMA, organización de la cual las detenidas son
miembros activos, cierra el círculo de culpabilidad. El círculo demuestra que los ecos
del comunismo retumban a lo largo de la sociedad civil. Pero los organismos policiales
registran el fenómeno y lo clasifican. Y la DIPBA luego se encargará de atesorarlo.

La Unión de Mujeres de la Argentina y el comunismo.

A partir de 1946 el contexto político de la Argentina cambia notablemente, y el


peronismo pasa a dominar la escena política nacional. Las expresiones opositoras se
encuentran con un campo poco propicio para sus actividades. Es en este contexto que el
PCA reformula una vez más su estrategia política y vuelca sus esfuerzos a la
construcción de estructuras alternativas a las partidarias para generar organizaciones de
masas que conjuraran la peronización creciente de la sociedad. Lo hacen mediante el
rescate de dos experiencias previas de movilización social: la Junta de la Victoria (JV) y
las Agrupaciones Barriales (AB). Es así que nace la UMA, con la idea de reforzar la
presencia del partido entre las mujeres, especialmente las mujeres trabajadoras, según
modelos internacionales,10 las directivas del PCUS y la propia experiencia partidaria.11

Era, básicamente, una respuesta a la expansión del peronismo. Ya entre 1947-9 se


manifestaban los gérmenes de un Partido Peronista Femenino (1949), a través de los
centros cívicos, y sobre todo de la Acción de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón,
que dedicaba el grueso de sus esfuerzos a las mujeres. La demostración organizada el 3
de septiembre de 1947 de apoyo al tratamiento de una ley sobre los derechos políticos
de la mujer, evidenció la importancia creciente de la mujer como sujeto político.12 La
prédica que en la década del 30 era un atributo casi exclusivo de las sufragistas y las
comunistas, ahora encontraba un respaldo oficial. Es esto lo que advierte el PCA y la
UMA quiere contrarrestar esta incorporación.

Es a esta organización a la que pertenecían las dos mujeres detenidas en la


campaña bonaerense en 1954, mientras participaban de un picnic de verano, por
constituir un peligro para la sociedad y el peronismo en el poder. Y si hoy podemos
hablar de este banal acontecimiento, es porque tres años después, la DIPBA registra el

10
Según Sineau, las experiencias electorales del comunismo francés e italiano eran elocuentes respecto de
la relación negativa entre electoras y votos a las comunistas. El peso de las católicas no podía
desestimarse, lo que llevó a una revisión de la política para con las mujeres que los volcó a “acciones ante
las trabajadoras sindicadas, propaganda destinada a las amas de casa, desarrollo de organizaciones
femeninas satélite (Unión de Mujeres Italianas, Francesas, etc.)” Mariette Sineau. Las mujeres en la
ciudad, derechos de las mujeres y democracia. En: Historia de las Mujeres. Siglo XX, Madrid, Taurus,
2000, p. 577.
11
Planteados en el X congreso del PCA por Arnedo Álvarez y en el XI por Codovilla. Horowitz sostiene
que los sindicatos comunistas “constituyeron el sector más dinámico del movimiento obrero(...) [y]
registraron la necesidad de obtener cooperación de los trabajadores no calificados y de las mujeres”. Joel
Horowitz, El movimiento obrero. En: Nueva historia Argentina, Crisis económica, avance del estado e
incertidumbre política (1930-1943). Madrid, Sudamericana, 2001, p. 263.
12
Esta demostración de la fuerza femenina peronista no ha sido ponderada aunque el seguimiento de los
diarios de la época permite inferir su dimensión. En especial, Clarín, El Mundo y La Prensa y, aunque
crítico, también La Nación.

9
legajo y los guarda. Tal como apunta la cita que encabeza este escrito: el postulado es
saber quién es quién.

Si bien es indudable que la UMA fue un emprendimiento del PCA, también es


indudable que su meta fue transformarse en una agrupación de masas que aglutine
mujeres de vastos sectores político ideológicos. De las JV anhelaban la envergadura y
capacidad de absorción de identidades multipartidarias y religiosas; de las AB, la
articulación de demandas socioeconómicas. En los hechos, prácticamente todas las
dirigentes del PCA que ocuparon puestos en la UMA tuvieron algún rol destacado en
estas agrupaciones.13 Pero su aspiración universalista diluía en los hechos su poder de
difusión del comunismo. En concordancia con el espíritu expreso de la convocatoria de
la UMA, los medios periodísticos destacaron la independencia político partidaria que
caracterizó la primera reunión de la organización.14 Y esto se expresaba en su
composición. Por ejemplo, dos de las más destacadas figuras de la UMA, Margarita C.
De Ponce – representante del gremio docente y primera presidenta - y Mané Bernardo –
artista plástica de fama internacional – no eran comunistas aunque hubieran compartido
la experiencia de las JV y las AB. Otro miembro de renombre: Marta Vera, quien había
actuado como corresponsal en España para la JV y había sido miembro del Comité de
Ayuda al Gobierno Español del Frente Popular durante la Guerra Civil Española, era
miembro del Partido Socialista.15 Otro caso: Ceffi Pitterberg quien pertenecía al Centro
Israelita de Ramos Mejía. Pero además, la UMA aglutinaba mujeres peronistas. Entre
las que se destacaron por su actuación, se cuentan figuras como María Vázquez,
presidenta del Centro Femenino del Norte – miembro de AB en el período de
entreguerras – o Dalinda J. De Ocaranza.

Además las Umistas lograron articular un espacio de demanda que expresó la


envergadura que tuvo el movimiento, y que le permitió impulsar un frente democrático,
sin duda originalmente opositor al peronismo, aunque ésta oposición fuera heterogénea
en su composición y tenue en sus formulaciones. Lo que definía al movimiento era su
democratismo, el que emanaba cristalino de las proclamas del Primer Congreso: “la
UMA tiene la responsabilidad de explicar a las mujeres que nos rodean que solo en un
clima de absoluto respeto de los derechos ciudadanos obtendremos nuestras
reivindicaciones y que en consecuencia debemos luchar por el restablecimiento de los
derechos que nos acuerdan la Constitución Nacional, de palabra, de prensa, de reunión y
de asociación. Esa lucha será una gran contribución de las mujeres argentinas a la lucha
general de nuestro pueblo por la derogación de las leyes represivas y por el
restablecimiento de las libertades democráticas”.16

Sin embargo su composición, su universalismo, su énfasis democrático y


apartidario, no modificará la mirada policial que estigmatiza a la agrupación como un

13
Las militantes del PCA que participaron en la UMA y en la JV son: María Rosa Oliver, Matilde
Alemán, Fanny Edelman, Adela Boschi de Blanco, María Celia Bidon Chanal, Vicenta Simón; en Santa
Fe, Lina de Mónaco y Zulema Serrano –Nina- de Borzone.
14
Todos los medios coincidieron en la difusión de esta referencia. La Nación, 11 de julio de 1947, p. 7 y
¿Qué sucedió en 7 días? Alcira de la Peña señalaba que una de las virtudes de la UMA era que constituía
“el primer intento serio de unir las fuerzas femeninas (...) su programa es amplio y en sus filas hay
mujeres de todas las tendencias políticas y religiosas... ” (de la Peña, 1948, p. 22).
15
Comité Argentino Pro Ambulancia de España” en “Mujeres!” Organización Argentina Antiguerra, I,
nº2, mayo 1937, p. 7.
16
Boletín de la Unión de Mujeres de la Argentina.

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simple camuflaje comunista. Y la persecución de sus activistas, sobre todo si
comunistas, incluyó la visita a un picnic de verano en una remota localidad bonaerense.
En el imaginario policial la peligrosidad de la UMA como agrupación satélite del PCA
será indeleble. Dónde se agrupan comunistas, sólo existe comunismo, así como a
principios de siglo veinte sólo existía anarquismo dónde se agrupaban anarquistas. Y
ello es así, antes y después de la creación de la DIPBA. Escuchemos el relato de, quien
quizás fuera la comunista más famosa de la UMA, Fanny Edelman:

“No escapé a la Sección Especial de lucha contra el Comunismo, ni a la


represiva Comisión Bicameral presidida por el diputado peronista José
Visca, que se ensañó con la UMA, cuya Secretaría General yo ejercía.
Tampoco escapé al decreto 13.234 de Conmoción Interna del Estado
(CONINTES), dictado por el gobierno de Perón para ‘preparar a la
Nación en tiempos de paz para los tiempos de la guerra’, vigente hasta el
año 1983 y que también aplicó el gobierno constitucional de Arturo
Frondizi. No pude soslayar la Ley de Defensa de la Democracia, ni la
‘Operación Cardenal’ dictada por la Revolución Libertadora (sic) de
Aramburu y Rojas. No pude eludir el decreto 4165 dictado por el
presidente Frondizi, por el cual fueron prohibidas en el país las
actividades comunistas. En este caso se dio la paradoja de que, a poco de
asumir la presidencia, Frondizi mandó un emisario a mi casa para
hacerme saber que en virtud del discurso que había pronunciado al
asumir el poder, donde decía que nadie será perseguido por sus ideas ni
por su acción política y gremial, mi prontuario había sido destruido”.17

El acontecimiento que nos sirve de excusa, a todas luces banal para una historia de
la represión en Argentina, ocupa uno de los legajos del archivo de la DIPBA, y sugiere
en su sencillez, que el emisario del presidente mentía.

A modo de cierre

La barbarie, la intolerancia y la violencia son notas distintivas del siglo XX, tal
como lo muestra para el caso argentino, el calidoscopio que acabamos de presentar. A
través de elementos genealógicos, descripción archivística, retazos de historia, hemos
visto que en el camino de la detección y búsqueda de los enemigos internos, se fueron
delineando dispositivos cada vez más sofisticados para la persecución y la represión
política.

Argentina, como tantos otros países de América, en particular los del Cono Sur,
ha transitado en su pasado reciente por regímenes dictatoriales que sembraron muerte,
impunidad y pobreza. Estas dictaduras intentaron presentarse como salvadoras del
“mal” encarnado en un “otro”, “un delincuente subversivo”, un “terrorista”. Los últimos
genocidas retoman la práctica tradicional de vigilar, registrar y reprimir, y con una
virulencia inusitada, haciendo uso de todos los dispositivos estatales a su alcance,
condujeron a la sociedad argentina a la mayor tragedia de su historia.

En nombre de la catástrofe, por los millares de víctimas de la intolerancia y la


brutalidad , entendemos que no es suficiente la condena a la violencia como se ha hecho
17
Fanny Edelman. Feminismo y marxismo. Conversaciones con Claudia Korol. Buenos Aires, 2001.

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hasta ahora; hay también que intentar comprenderla, analizarla, interpretarla. En
particular, los historiadores que hacemos este trabajo, tenemos que describir, clasificar,
distinguir, comparar las violencias del siglo XX, con el riesgo de, a veces,
transformarnos en narradores del horror.

Y es en este punto, que un hallazgo como el del archivo de la DIPBA, muestra


todo su potencial.

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