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Problemática
México es un país en desarrollo que se enfrenta a graves problemas que caracteriza a estos.
Algunos de estos problemas incluyen: baja productividad y bajos ingresos per cápita, alto
desempleo, sector agrícola muy amplio, economía informal extensa como una gran poción del
PIB, distribución desigual del ingreso, niveles relativamente altos de corrupción, extensa
movilidad a zonas urbanas y tasas de nacimiento y mortalidad altas (McGee, 2012, p.570). La
mayoría de estos problemas desencadenan a la sobrepoblación y México tiene problemas
relacionado con ello.
Durante los últimos 65 años, la población en México ha crecido poco más de cuatro
veces. En 1950 había 25.8 millones de personas, en 2015 hay 119.5 millones. De 2010 a
2015, la población se incrementó en 7 millones de habitantes, lo que representa un
crecimiento promedio anual de 1.4 por ciento (INEGI, 2015).
La pirámide poblacional es una herramienta gráfica que representa información básica de datos
estadísticos como el sexo y la edad de los habitantes de un país (“Pirámides de población”, s.f.).
Como se observa en la Figura 1, en 2015 la pirámide poblacional de México disminuyó de la
base y aumentó en el centro, lo cual indica que la población de niños ha disminuido.
Figura 1: Pirámide poblacional de México 2015
(INEGI, 2015)
La sobrepoblación es un problema muy importante en México y una forma de poder
predecirlo es mediante las tasas de fecundidad, natalidad y mortalidad. Los nacimientos tienen
una fuerte correlación con la educación sexual en el país (Giurguli Saucedo & et al., 2010), ya
que la gente tiene hijos dependiendo de su trasfondo cultural. Hay distintos puntos de vista sobre
este debate. El primero es sobre la tradición maltusiana: “el elevado crecimiento demográfico
[en] economías restringidas en cuanto a […] recursos disponibles, [es debatida] la capacidad de
los sistemas para absorber y atender las demandas de servicios de la población” (1988, 2003,
1985, citado en Giurguli Saucedo & et al., 2010). El segundo punto de vista sobre el tema es el
de Coale y Hoover (1958), el cual expone “que las elevadas tasas de dependencia juvenil
resultado de las altas tasas de fecundidad derivaban en una presión por invertir más en áreas
“menos productivas” como el gasto social y la educación, y restárselos a la inversión pública en
ámbitos más productivos y en el ahorro en los hogares” (citado en Giurguli Saucedo & et al.,
2010). A su vez, Gavin Jones (1975), expuso que el incremento poblacional, incrementaría la
asistencia escolar, sin embargo esto sucedería a largo plazo (citado en Giurguli Saucedo & et al.,
2010).
Recuperando el primer punto de la tradición maltusiana, es importante analizar la tasa de
natalidad mexicana durante los últimos años, tomando un enfoque desde 2007 hasta 2017 para
compararla con los niveles de educación sexual en el país.
Figura 2: Nacimientos por año
(
INEGI, 2017)
Como se observa en la figura 2, la tasa de natalidad ha decrecido desde que se inició el estudio
estadístico. Con excepción en los lapsos de 1998 a 2002 y 2007 a 2011, donde se presenta un
incremento significativo. Asimismo, para comparar la educación sexual con el trasfondo cultural
y con la cantidad de embarazos adolescentes, es importante analizar el porcentaje de nacimientos
de madres adolescentes.
Figura 3: Natalidad en madres adolescentes (menores a 20 años)
(INEGI, 2017)
Como se observa en la figura 3, los embarazos adolescentes han incrementado gradualmente. Sin
embargo, desde 2014 estos comenzaron a disminuir. Se puede llegar a la conclusión a que en la
última década ha habido un incremento en la educación sexual del país.
La educación es un factor importante para todos los países ya que le brinda cultura,
desarrollo y mejores condiciones de vida a los habitantes. Un aspecto importante de la educación
es la educación sexual. Esta se define como "un proceso de permanente aprendizaje de sí mismo
y de la vida de relación de un ser humano en las diferentes etapas de su crecimiento y desarrollo
y que termina con la muerte" (“Conceptos”, 2017). La educación sexual tiene un papel
importante en nuestras vidas porque “[…] ha mejorado las prácticas sexuales, las cuales se
realizan con menor frecuencia y número de parejas” (Rodríguez Ramírez, s.f., p.15-16). Además,
dicha educación no influye en la religión de las personas que la están estudiando y se ha
incorporado una mejor prevención de los embarazos (Rodríguez Ramírez, s.f., p.15-16).
Dicha educación ha evolucionado en México. Esta comenzó en 1974, cuando se
introdujeron conceptos importantes para quinto de primaria. Los temas que se incorporaban a la
educación de los estudiantes abarcaba desde la educación sexual reproductiva, la pubertad y la
reproducción humana. A su vez, se implementaba en secundaria la prevención de embarazos y la
prevención de enfermedades de transmisión sexual. Sin embargo, la población no recibió este
cambio para bien y esto causó muchos estruendos quemando libros de texto. En 1982, la
educación sexual en México tomó otro rumbo hacia la prevención del VIH/SIDA y con esto,
haciendo que se aceptara y promoviera el uso de condón. Para 1994, el enfoque cambió
completamente y se centró en el género y en los derechos sexuales y reproductivos. Hoy en día
este es el enfoque que se está aplicando y se puede decir que se ha implementado
paulatinamente, llevando a la cultura hacia un cambio total, el cual le cuesta asimilar a una gran
parte de la población. Dicho enfoque se ha enfrentado a distintos argumentos y luchas que hasta
ahora se intentan resolver de la manera más eficiente posible, interrumpiendo de menor forma el
aprendizaje de los estudiantes. En la actualidad se busca hacer que los derechos sexuales y
reproductivos sean reconocidos de la misma forma que los derechos humanos (Rodríguez
Ramírez, s.f., pp. 13-14).
Los jóvenes en México han recibido la mayor parte de educación sexual por medio de la
escuela, sin embargo la gráfica a continuación muestra las principales fuentes:
Figura 4: De quién se recibe la educación sexual
(
2000, citado en Rodríguez Ramírez, s.f., p.17)