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Miércoles – 13a semana T. Ordinario.

Año Impar (Ef 2, 19-22; Jn 20, 24-29)


Santo Tomás, apóstol, fiesta
INVOCACION DEL ESPIRITU SANTO

✞ ✞ ✞ Padre, en Tus manos abandono mi vida y todo mi ser, para que me vacíes de todos
los pensamientos, palabras, obras, deseos e imágenes que me separan de Ti.
Calma mi sed y sacia mi hambre, lléname de Ti. Con humildad te entrego mi intención de
consentir tu Presencia y acción en mí, sáname, transfórmame, hazme de nuevo.
Ahora mismo anhelo y te pido a nombre de tu Hijo Jesús que me des al Espíritu Santo;
pues ya dispuesta mi alma, por tu gracia y misericordia; espera la luz que abra mi mente
y mi corazón para escucharte y ahí en mi meditación dejarme encontrar, sorprender,
seducir, tocar, y guiar por Ti.
Dime lo que quieres de mi para hacer Tu voluntad y no la mía. Dame el don de la
contemplación y la gracia para ver, aceptar y perseverar sin apegos, en este camino hacia
la Gloria.

✞ ✞ ✞ Señor Jesús, que tu Espíritu, nos ayude a leer las Sagradas Escrituras en el mismo
modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús.
Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía
ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.

Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás
vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos
a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén

✞✞✞
Jesús, enséñame a gustar la infinitud del Padre. Háblame, Señor Jesús, acerca del Padre.
Hazme niño para hablarme de él como los padres de la tierra conversan con sus pequeños;
hazme amigo tuyo para hablarme de él como hablabas con Lázaro en la intimidad de
Betania; hazme apóstol de tu palabra para decirme de él lo que conversabas con Juan;
recógeme junto a tu Madre como recogiste junto a ella a los doce en el Cenáculo..., lleno
de esperanza para que el Espíritu que prometiste me hable todavía de él y me enseñe a
hablar de él a mis hermanos con la sencillez de la paloma y el resplandor de la llama (G.
CANOVAI, Suscipe Domine).
“DICHOSOS LOS QUE CREEN SIN HABER VISTO”
 «Jerusalen. Tomás «El Mellizo», no estaba cuando se apareció Jesús».
 «Hemos visto al Señor. Si no veo las señales… no lo creeré».
 «8 días después Jesús se presentó diciendo: La paz esté con vosotros».
 «Dijo a Tomás: no seas incrédulo, sino creyente. ¡Señor mío y Dios mío!»

1 RITOS INICIALES
✞ ✞ ✞ Antífona de entrada Sal 117, 28. 21

Tú eres mi Dios, te doy gracias, Dios mío, yo te ensalzo. Te doy gracias, porque fuiste mi
salvación.
Monición de entrada
Celebramos hoy la fiesta de santo Tomás, apóstol, que no creyó el anuncio de la
resurrección que los otros apóstoles le decían; sin embargo, cuando Cristo le mostró su
costado traspasado por la lanza y le dijo que metiera su mano, él exclamó: «Señor mío y
Dios mío». Es símbolo del hombre en su lento caminar hacia la fe, resistiéndose a creer,
a confiar.
Llevó la palabra del Evangelio a los pueblos de Persia y la India. Murió martirizado en el
siglo I. Desde el siglo VI el día 3 de julio se celebra el traslado de su cuerpo a Edesa.

Nos reunimos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. Amén.
✞ ✞ ✞ Saludo al altar y pueblo congregado

Misa de Feria. Santo Tomás, apóstol, fiesta. 3 de Julio 2019


La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté
siempre con nosotros.

✞ ✞ ✞ Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

• Señor, aumenta mi fe.


• Señor Jesús, a Ti que eres la Palabra hecha Carne, te pido que me ilumines con tu Santo
Espíritu, para que acogiendo lo que me digas a través del Santo Evangelio, pueda yo
también ser luz que ilumine al mundo.

✞ ✞ ✞ Introducción por el Celebrante.

El evangelio tiene textos preciosos sobre Santo Tomás. No solamente aquel "Señor mío y
Dios mío", expresando su fe después de su duda, sino también: "Vayamos y muramos con
él", y la pregunta: "Señor, no sabemos a dónde vas. ¿Cómo podríamos conocer el
camino?", y las palabras de réplica del Señor: "Dichosos los que no han visto y sin
embargo creen".

La tradición sostiene que Tomás fue a Persia y hasta la región Malabar en la India, donde
los cristianos todavía hoy día se llaman "los cristianos de Santo Tomás."

✞ ✞ ✞ Acto penitencial

El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora
a la conversión. Reconozcamos nuestra indignidad, debilidad, y nuestros pecados e
invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
Jesucristo, el justo, intercede y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro
espíritu al arrepentimiento. … Un poco de silencio…
• Te pido perdón Jesús por todos mis pecados. Sé que no soy digno de tu perdón, pero tu
misericordia es más grande que mis pecados. Acoge, Buen Señor, a este humilde siervo
tuyo y ayúdame a no pecar más contra Ti.
¡Señor, ten piedad! ¡Cristo, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!

✞ ✞ ✞ Gloria a Dios.

• Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu
inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos
gracias. Señor Dios, rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre. Tú que quitas el pecado del mundo, ten
piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica. Tú que
estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros. Porque solo Tú eres Santo,
solo Tú Señor, solo Tú Altísimo, Jesucristo. Con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios
Padre.

✞ ✞ ✞ Oración Colecta:

Oh Dios y Señor de vida: En esta fiesta de Santo Tomás te rogamos así: Nuestros ojos no
han visto a tu Hijo Jesucristo y nuestros dedos no han tocado las cicatrices de tus heridas;
sin embargo, creemos, y por eso hemos venido a orar juntos en su nombre. Haz profunda
y duradera nuestra fe en él; que el Espíritu aliente nueva vida en nosotros y nos haga
mirar con ojos nuevos a la gente y al mundo, de forma que les llevemos el amor, la paz
y la justicia de Jesucristo, nuestro Señor resucitado, que vive y reina por los siglos de los
siglos. R/ Amén.
Dios todopoderoso, concédenos alegrarnos en la festividad del apóstol santo Tomás, para
que nos ayude siempre con su protección, y que los creyentes en Jesucristo, tu Hijo, a
quien tu apóstol reconoció como su Señor, tengamos vida en su nombre. Por nuestro
Señor Jesucristo.

2 LITURGIA DE LA PALABRA
✞ ✞ ✞ Primera lectura: Efesios 2,19-22

Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles.


19 Por tanto, ya no sois extranjeros o advenedizos, sino conciudadanos dentro del pueblo
de Dios; sois familia de Dios,
20 estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas; y el mismo Cristo Jesús
es la piedra angular
21 en quien todo el edificio, bien trabado, va creciendo hasta formar un templo consagrado
al Señor
22 y en quien también vosotros vais formando conjuntamente parte de la construcción,
hasta llegar a ser, por medio del Espíritu, morada de Dios.
PALABRA DE DIOS. R/TE ALABAMOS, SEÑOR
www.evangelizacion.org.mx

Meditatio
Al celebrar la fiesta de los apóstoles, la liturgia nos invita a hacer un acto de fe en la
conducción y la evangelización que realiza Jesús en su Iglesia, mediante los obispos,
sucesores de los apóstoles.
Es por medio de ellos, como nos lo dice hoy este texto de san Pablo, que toda la Iglesia
se va integrando para formar una construcción sólida. Jesús ha querido dejar a los obispos
como un instrumento, a través de los cuales, continúa él mismo, por la acción del Espíritu
Santo, conduciendo e instruyendo al Pueblo de Dios.
Esta comunión con nuestros obispos es la que asegura que formamos verdaderamente
parte de la familia de Dios. Oremos, pues, por ellos, para que nunca falte la fe y la
esperanza en ellos y para que, siendo de los que, sin ver han creído, continúen animando
al pueblo que se les ha confiado, y perseveren en la fe y crezcan en la caridad.
Oratio
Gracias, Jesús, por haber pagado un alto costo para que yo tuviera vida y para incluirme
en tu familia, gracias por hacerme tu hermano y convertirme en hijo del Padre del cielo.
Actio
Sabiendo que un día en el cielo podremos abrazar a cada miembro de la Familia celestial;
hoy abrazaré a las más personas posibles, siendo consciente de que ellos también son
parte de ésta.
www.santaclaradeestella.es

• El misterio de Cristo y el de la Iglesia están íntimamente conectados para el apóstol


Pablo. Cristo es nuestra paz: en él, todos, tanto los lejanos (los paganos) como los
cercanos (los judíos), encuentran el camino de la reconciliación y de la unidad. Ya no hay
dos pueblos, sino uno sólo; ya no hay separación entre gente diferente, sino unidad entre
semejantes. Todo eso es don de Dios Padre, por medio de Cristo Señor, en el Espíritu
Santo. En este contexto, el apóstol imagina la Iglesia como un gran edificio, un templo
santo, la «morada de Dios».
Los «cimientos» de este edificio, en el que están todos y viven como «conciudadanos
dentro del pueblo de Dios», como «familia de Dios», son los apóstoles y los profetas.
Sin embargo, la «piedra angular» es Cristo Jesús: él es la clave de bóveda que consolida
el conjunto, y en él todo el edificio encuentra su trabazón y puede crecer de una manera
ordenada.
Desde esta perspectiva cristológica, la doctrina eclesiológica de Pablo asume una claridad
absolutamente particular. En ella la presencia, el papel y el ministerio de los apóstoles
resaltan con toda su importancia. La Iglesia de Cristo es, por consiguiente, una, santa,
católica y apostólica, y lo es en el sentido de que, en ella, los apóstoles, por voluntad de
Dios y por elección histórica de Jesús, constituyen el fundamento de la comunidad de los
creyentes.
www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux

No hay reflexion.
www.fraynelson.com

1. Enseñanzas de una Duda


1.1 El apóstol Tomás es recordado principalmente por haber dudado. Aparentemente la
duda sólo ejerce una tarea negativa, de desconfianza y distancia. Sin embargo, los textos
de hoy nos muestran que no sucede sólo así: hay ocasiones en que la misma duda, o
mejor, el haber dudado, traen una enseñanza real y positiva.
1.2 Por ejemplo, la duda de Tomás muestra que no era ni obvio ni sencillo llegar a la idea
de la resurrección. Cristo ciertamente había hablado varias veces de que iba a ser
"entregado" en manos de sus enemigos, sería crucificado y resucitaría la tercer día (véase
por ejemplo Mt 20,18; 26,2). Y sin embargo, todo ello debía sonar extremadamente
enigmático para los discípulos, que más de una vez no le entendieron (véase Mc 9,32).
1.3 Un pasaje que hay que citar es Lc 18,31-34: "Tomando aparte a los doce, Jesús les
dijo: Mirad, subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas que están escritas por
medio de los profetas acerca del Hijo del Hombre. Pues será entregado a los gentiles, y
será objeto de burla, afrentado y escupido; y después de azotarle, le matarán, y al tercer
día resucitará. Pero ellos no comprendieron nada de esto; este dicho les estaba encubierto,
y no entendían lo que se les decía." Lo sucedido después con el apóstol Tomás muestra
hasta dónde es verdad que ellos "no comprendieron nada de esto."
1.4 Así pues, la duda de Tomás muestra cuan mal dispuestos estaban ellos a aceptar algo
que ni siquiera sabían que quería decir. La consecuencia de esto es que si luego los vemos
convencidos de la resurrección del Señor, y ello hasta el punto de hacerse matar, tal
convicción no pudo venir de ellos mismos: el Resucitado, por así decirlo, tuvo que
"imponerse" a las barreras de incomprensión, ignorancia e incredulidad de los suyos. O
con otras palabras: la duda de Tomás nos hace ver que la Resurrección fue algo que
sucedió "afuera" de ellos, y que "desde fuera" llegó a abrirse campo en su propia
conciencia. Con otras palabras, estamos hablando de la "objetividad" de la Resurrección:
no es asunto de meras ideas, sugestiones o teorías de los discípulos.
http://www.caminando-con-jesus.org

La carta a los Efesios es la carta magna del ecumenismo cristiano. La venida de Cristo ha
supuesto un golpe mortal para el legalismo. Desde entonces ya no es lícito establecer una
discriminación en la convivencia humana. Ya no somos extranjeros ni huéspedes, sino
conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Es la convicción que Pablo
quiere sembrar en nuestros corazones. Por tanto, en el cristianismo no debería haber
nunca extranjeros, ni siquiera residentes. Todos los nacionalismos religiosos y todas las
religiones nacionalistas deberían ser considerados como auténticos sacrilegios, porque en
Cristo Jesús no hay más que “un solo hombre nuevo”.

✞ ✞ ✞ Salmo

Sal 116
R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo todos los pueblos.
R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre.
R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

✞ ✞ ✞ Aleluya

Aleluya Jn 20, 29
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Porque me has visto, Tomás, has creído —dice el Señor—; bienaventurados los que
crean sin haber visto.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

✞ ✞ ✞ “Padre, dame tu bendición”: “El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies
dignamente su Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”

✞ ✞ ✞ Lectura del Santo Evangelio según: Juan 20,24-29

¡Señor mío y Dios mío!


24 Tomás, uno del grupo de los Doce, a quien llamaban «El Mellizo», no estaba con ellos
cuando se les apareció Jesús.
25 Le dijeron, pues, los demás discípulos: -Hemos visto al Señor.
Tomás les contestó: -Si no veo las señales dejadas en sus manos por los clavos y meto
mi dedo en ellas, si no meto mi mano en la herida abierta en su costado, no lo creeré.
26 Ocho días después, se hallaban de nuevo reunidos en casa todos los discípulos de
Jesús. Estaba también Tomás. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús se presentó en
medio de ellos y les dijo: -La paz esté con vosotros.
27 Después dijo a Tomás: -Acerca tu dedo y comprueba mis manos; acerca tu mano y
métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente.
28 Tomás contestó: -¡Señor mío y Dios mío!
29 Jesús le dijo: -¿Crees porque me has visto? Dichosos los que creen sin haber visto.
PALABRA DEL SEÑOR. R/ GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS.

✞ ✞ ✞ “Que por el Evangelio sean perdonados nuestros pecados veniales”

Del Papa Benedicto XVI, Audiencia General 27 de septiembre de 2006


El caso del apóstol Tomás es importante para nosotros al menos por tres motivos:
primero, porque nos conforta en nuestras inseguridades; en segundo lugar, porque nos
demuestra que toda duda puede tener un final luminoso más allá de toda incertidumbre;
y, por último, porque las palabras que le dirigió Jesús nos recuerdan el auténtico sentido
de la fe madura y nos alientan a continuar, a pesar de las dificultades, por el camino de
fidelidad a él.
Lee esta breve reflexión que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio:
“Trae tu dedo, aquí tienes mis manos con la señal de los clavos”. Me buscabas cuando no
estaba aquí; aprovéchate ahora. Conozco tu deseo a pesar de tu silencio. Antes de que
me lo digas, sé lo que piensas. Te he oído hablar y, aunque invisible, estaba junto a ti,
junto a tus dudas, sin dejarme ver; te he hecho esperar para percibir mejor tu impaciencia.
“Mete tu dedo en la señal de mis clavos. Mete tu mano en mi costado, y no seas incrédulo
sino creyente”.
Tomás le toca y desaparece toda su desconfianza; lleno de una fe sincera y de todo el
amor que debe a Dios, exclama: “¡Señor mío y Dios mío!”. Y el Señor le dice: “¿Por qué
me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto”. Tomás, lleva la buena
nueva de mi resurrección a los que no me han visto. Arrastra a toda la tierra a creer en
lo que no ven, en tu palabra. Recorre pueblos y ciudades lejanas. Enséñales a llevar sobre
sus hombros, no las armas, sino la cruz. No ceses de anunciarme: creerán y me adorarán.
No exigirán otras pruebas. Diles que son llamados por la gracia, y tú, contempla su fe:
“¡Dichosos, en verdad, los que crean sin haber visto!”.
Este es el ejército seducido por el Señor; estos son los hijos de la piscina bautismal, las
obras de la gracia, la cosecha del Espíritu. Han seguido a Cristo sin haberle visto, le han
buscado y han creído. Le han reconocido con los ojos de la fe, no con los del cuerpo. No
han puesto su dedo en las marcas de los clavos, sino que se han unido a su cruz y han
abrazado sus sufrimientos. No han visto el costado abierto del Señor, pero por la gracia
han llegado a ser miembros de su cuerpo y han hecho suya su palabra: “¡Dichosos los que
crean sin haber visto!”.

1 Contexto. La palabra se ilumina.


www.sanJeronimo.Brown,Fitzmyer,Murphy

El Señor se aparece a Tomás (20,24-29). Mientras que Lc 24,41-43, ante la falta de fe,
se extiende en demostrar la identidad física entre Jesús y el crucificado, Juan compone un
episodio independiente: la aparición de Jesús a Tomás (- Pensamiento del NT, 81:128).
El v. 25 remite al v. 20 y el v. 26 es una paráfrasis del v. 19. Los restantes elementos que
componen la escena son típicamente joánicos: (a) la exortación a convertirse en creyente
(v. 27); (b) la confesión de Tomás, «Señor mío y Dios mío» (v. 28); (c) la bendición de
los futuros creyentes (v. 29). La confesión de Tomás es la culminación de la cristología
del cuarto evangelio, ya que aclama a Jesús crucificado/exaltado como «Señor y Dios»
(cf. Otras aclamaciones en el evangelio 1,49; 4,42; 6,69; 9,37-38; 11,27; 16,30). Tomás
es reprendido por exigir un signo antes de decidirse a creer (v. 25; cf. 4,48). Debería
tener suficiente con la palabra de los creyentes (p.ej., 17,20).
Aparición a los discípulos y a Tomás (20,24-29). Parece indudable que Juan pensó
originalmente que este episodio fuera la culminación y el final del evangelio. Habiendo
expuesto todos los divinos misterios inherentes a la muerte y resurrección de Cristo, y
habiendo ofrecido un relato providencialmente destinado a fundar la fe en la resurrección
más allá de toda duda, concluyó su obra citando el más explícito testimonio de fe que
podía hallarse en los evangelios.
24-25. los Doce: Esta designación del primer grupo apostólico se seguía manteniendo a
pesar de que uno de ellos había desertado. La «duda de Tomás» (al que ya se ha
mencionado en 11,16; 14,5) expresa en Jn la incredulidad que, según los sinópticos,
compartían otros discípulos.
26-27. una semana después: Esta aparición también tiene lugar en domingo; esta
insistencia indica casi con toda certeza que en tiempos de Juan el domingo había pasado
a ser el día especial para la asamblea y la liturgia de los cristianos. Cristo se aparece en
las mismas circunstancias que anteriormente. En cuanto al significado de la alusión a las
manos y al costado, cf. comentario al v. 20, supra.
28. La invitación que el Señor dirige a Tomás contrasta con su prohibición a María
Magdalena en el v. 17; en cuanto al motivo, cf. comentario al v. 22. No se dice si Tomás
llegó a tocar realmente al Señor; ello no tiene mayor importancia.
Señor mío y Dios mío: Paradójicamente, es el dubitativo Tomás el que hace la más
completa afirmación acerca de la naturaleza de Cristo que podamos encontrar en labios
de nadie en todo el evangelio. La combinación de «Señor y Dios» (kyrios theos) se halla
en los LXX para traducir el nombre del Dios de Israel (Yahwéh ^Elóhim); también se usaba
esta combinación como título divino en el mundo helenístico. En consecuencia, se nos
remite a la afirmación de la primera línea de este evangelio cuando Tomás utiliza el
lenguaje que pasará a ser la confesión cristiana común acerca de Cristo (cf. Act 2,36; Tit
2,13; Heb l,8s).
29. dichosos los que ... : La bendición final insiste en el hecho de que la fe de los
cristianos que han creído sin haber visto no se diferencia en nada de la fe de los primeros
discípulos. La fe de todos ellos se fundamenta en la presencia del Señor mediada por el
Espíritu.
Has creído... crean sin ver: Las palabras de Cristo también van más allá del reducido
grupo allí presente y se dirigen a los cristianos de todos los tiempos (cf. 1 Pe 1,8). Por
muy importantes que sean las apariciones después de la resurrección para el testimonio
de la Iglesia primitiva, es un hecho que la Palabra misma, el evangelio que es el poder de
Dios (Rom 1,16), sigue siendo el único motivo real y adecuado de la fe (cf. 17,20). Los
milagros, las pruebas históricas, incluso la prueba misma del tacto que se ofreció a Tomás,
pueden servir de ayuda a quien busca la fe, pero es en la predicación del mensaje donde
ha de hallarse la gracia de Dios, donde finalmente se resuelve el problema de la fe o de
la incredulidad (cf. 4,48; 10,38).
www.santaclaradeestella.es

• Se ha afirmado con razón que, para nuestra fe, tal vez haya sido más importante la
incredulidad de Tomás que la creencia de los otros apóstoles. Resulta paradójico, ¡pero es
verdad!
Debemos considerar como cierto que si Tomás hubiera estado con los otros discípulos en
el momento de la primera aparición de Jesús, es posible que no hubiera sucumbido en
una crisis de fe. Sin embargo, al mismo tiempo, con este recuerdo, el evangelista Juan
abre ante nosotros una nueva pista para llegar a la experiencia liberadora de la fe en Jesús
resucitado. En efecto, cuando Jesús se aparece a sus discípulos por segunda vez, se dirige
directamente a Tomás y le pide que realice el camino de búsqueda y de descubrimiento
que antes habían realizado sus «colegas». Esta vez, Tomás se vuelve disponible y se
vuelve dócil al mandamiento del Señor y llega a un acto de fe límpido y transparente:
«¡Señor mío y Dios mío!» (v. 28).
Jesús pronuncia la bienaventuranza que sigue (v. 29), no tanto por Tomás como por
nosotros: la situación histórica cambia por completo, pero el itinerario es siempre el
mismo. Llegamos a la fe mediante un acto de abandono total en Jesús muerto y
resucitado.
www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini

Después de que la comunidad de los discípulos hubiera alcanzado su fe en Cristo


glorificado, podríamos preguntarnos qué sentido tiene la aparición de Jesús a Tomás y
qué novedad añade respecto a las escenas precedentes. Los críticos se muestran de
acuerdo en considerar la escena del encuentro de Jesús con el apóstol Tomás como una
elaboración literaria del evangelista, realizada sobre la base de un elemento tradicional:
la incredulidad de los discípulos frente a la resurrección del Señor (cf. Mc 16,14; Mt 28,17;
Lc 24,37-41). Ese tema fue reelaborado por Juan con una intención teológica precisa, la
de mostrar cómo el Resucitado conduce a los discípulos, y a los futuros creyentes después
de ellos, a la madurez de la fe: creer sin ver, basándose únicamente en el anuncio de los
primeros testigos.
La nueva aparición de reconocimiento se abre con la presencia de Tomás. Está con los
otros discípulos en la casa y Jesús vuelve entre los suyos ocho días después. El apóstol
vuelve a ver al Maestro cuando se reúne con sus otros hermanos de comunidad, cuando
acepta humildemente estar con los otros, aunque no comprende del todo la experiencia
que habían vivido con Jesús. El Maestro saluda a sus amigos con el don de la paz y después
invita a Tomás a tocar los signos de su Pasión y a dejar de ser incrédulo y convertirse en
un hombre de fe (v. 27).
Las palabras de Jesús revelan que conoce los sentimientos del apóstol y está dispuesto a
la comprobación que Tomás había pedido para creer. Sin embargo, son, sobre todo, una
clara invitación a crecer en la fe, superando el estadio de lo sensible, para entrar en la
visión de fe. Es menester que nos despojemos de lo superfluo y de la pretensión de ver
para realizar una verdadera experiencia del Cristo glorioso.
El reproche dirigido por Jesús a Tomás es un aviso para los primeros discípulos y para los
de todos los tiempos de la Iglesia. El Resucitado deja entender a todos que el testimonio
y el anuncio de los testigos son suficientes para creer en él. Basta el encuentro con Jesús
y su presencia para hacer que Tomás llegue a la profesión de fe, después de haber llevado
a cabo un cambio radical de vida, con estas palabras: « Señor mío y Dios mío!» (v. 28).
Es la confesión de fe explícita y directa de la divinidad de Jesús, la más elevada de todo
el evangelio. Jesús es el verdadero pedagogo que ha guiado a sus discípulos en su camino
de fe.
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Juan 20:19-31. Jesús se les aparece a los discípulos


“Juan da un relato simple y honesto de la aparición resucitada, revelando su fe en ella. Si
hubiera estado menos seguro, hubiera embellecido el relato” (Lindberg, 61). Las dos
apariciones de Jesús toman lugar con una semana de tiempo entre las dos, la primera
siendo la tarde de la Pascua y la segunda siendo meth hemeras okto – literalmente
“después de ocho días” – a menudo traducido como “una semana después.”
Jesús les habla a los discípulos tres veces. “Cada vez, sus palabras les dan fuerza a los
discípulos que las oyen” (Althouse, 107):
• “Paz á vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío” (vv. 19, 21).
• “Tomad el Espíritu Santo: A los que remitiereis los pecados, les son remitidos: á quienes
los retuviereis, serán retenidos” (vv. 22-23).
• “Mete tu dedo aquí, y ve mis manos: y alarga acá tu mano, y métela en mi costado: y
no seas incrédulo, sino fiel” (vv. 27).
Este Evangelio nos dice que los discípulos están reunidos, pero no nos dice cuales de ellos.
En el Evangelio de Lucas (Lucas 24:36-49), son los once “y á los que estaban con ellos”
(24:33). En el Evangelio de Juan, dada la ausencia de Tomás, son realmente los diez y
sus compañeros.
Este Evangelio nos demuestra que fe viene de diferentes maneras a gente diferente. El
discípulo querido cree al ver la tumba vacía (v. 8). María cree cuando el Señor dice su
nombre (v. 16). Los discípulos deben ver al Señor resucitado (v. 20). Tomás dice que
debe tocar las heridas (v. 25) – aunque esa necesidad se evapora una vez que ve a Cristo
resucitado (v. 28).
La gente encuentra fe de diferentes maneras.
Es instructivo mencionar que Tomás creyó, perdió la fe, pero después vuelve a una fe aún
más fuerte.
2 Reflexión. ¿Qué nos dice Dios en el Texto? La palabra me ilumina.
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Juan 20:24-25. si no viere no creeré


“Empero Tomás… no estaba con ellos cuando Jesús vino” (v. 24). “Como resultado,
él se negó a creer. Esto nos debe servir de aviso. Es difícil creer cuando no nos hacemos
más fuertes con la compañía de otros creyentes” (Gossip, 798).
“Al Señor hemos visto” (v. 25). La primera persona a la que los discípulos testifican es
uno de ellos – Tomás, quien no estaba presente cuando Jesús se les apareció la primera
vez. Sus palabras a Tomás (“Al Señor hemos visto”) son esencialmente las mismas
palabras (“He visto al Señor”) que María usó para contarles de su encuentro con Jesús.
Tomás no cree a los discípulos, pero tampoco le creyeron los discípulos a María. Era un
grupo abatido y derrotado hasta que vieron a Jesús con sus propios ojos. Tomás, por lo
tanto, no es el único que duda, y no permanece dudoso. Una vez que ve lo que los otros
discípulos han visto, manifiesta gran fe.
“Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar
de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré” (v. 25). Tomás hace
una demanda extravagante. Antes, Jesús condenó aquéllos que exigían pruebas y
maravillas antes de creer (4:48). Tomás va aún más allá. “Solo está dispuesto a poner a
un lado su falta de fe si el Jesús resucitado sigue su criterio… Tomás demanda que Jesús
sea ‘tocable.’ …Insiste que el cuerpo resucitado de Jesús cumpla con sus requisitos”
(Moloney, 537).
Quizá podemos comprender la aversión de Tomás si recordamos sus palabras mientras
Jesús se preparaba para ir a Jerusalén – “Vamos también nosotros, para que muramos
con él” (Juan 11:16). Tomás era un fanático de Jesús, pero vio como se cumplía lo que
más temía. La crucifixión le partió el corazón. Nos recuerda a la frase, “¡Una vez quemado,
la segunda es tímido!” Tomás creía, pero Jesús traicionó su creencia (o así parecía) –
entonces, podemos comprender porque Tomás será lento en empezar a creer otra vez.
Quizá esto explique por qué Jesús demuestra tal compasión y sensitividad por Tomás en
versículos 26-29.
Juan 20:26-29. la segunda aparición
“Y ocho días después” (v. 26). El griego es meth hereras okto – después de ocho días.
Los ocho días han de contarse inclusivamente – de domingo a domingo – es otra vez el
primer día de la semana. Jesús se les aparece de nuevo. Otra vez las puertas están
cerradas (v. 26), pero ya no se encuentra ninguna mención de temor. Todo lo demás es
igual que el domingo pasado. La aparición de Jesus a los discípulos la semana anterior ha
transformado su miedo en fe. Otra vez Jesús les da su paz.
“Mete tu dedo aquí, y ve mis manos: y alarga acá tu mano, y métela en mi
costado” (v. 27). Jesús no condena a Tomás por su falta de fe, sino que le proporciona
lo que le ayuda a creer (v. 27). Tomás ha exigido ver y tocar al Señor resucitado, y Jesús
le permite hacerlo. No hay ninguna indicación que Tomás actualmente toque las heridas
de Jesús. Con ver al Cristo herido y resucitado, le basta.
“No seas incrédulo, sino fiel” (v. 27). En griego, Jesús dice “kai me ginou (y no seas)
apistos (no creyente) alla pistos (sino creyente).” Pensamos de ésta como la historia del
Tomás que Duda, pero la palabra duda no aparece, a no ser que traduzcamos apistos de
esa manera.
“Tomás respondió, y díjole: ¡Señor mío, y Dios mío!” (v. 28). Al responder a Jesús,
Tomás hace “la suprema pronunciación cristologiíta del Cuarto Evangelio” (Brown, 1047).
Su confesión, “¡Señor mío, y Dios mío!” (v. 28), va mucho más allá de títulos o confesiones
que se encuentran en otros lugares en este Evangelio. “Así viene a ser que el más dudoso
de la resurrección de Jesús pronuncia la mayor confesión del Señor que resucitó de la
muerte “(Beasley- Murray, 385). Como se anota arriba, si capítulo 21 fue añadido más
tarde, como muchos académicos creen, este Evangelio comienza y termina con una
afirmación de la divinidad de Cristo.
“Bienaventurados los que no vieron y creyeron” (v. 29). Ésta es la última beatitud o
bendición de Jesús. Estas palabras alentarán a los tempranos cristianos que se sentirán
injuriados por haberse perdido la oportunidad de ver a Jesús solo por unos meses o unos
años. Ellos también nos alientan a nosotros, que nos encontramos entre aquéllos que no
han visto pero que han creído. Los pocos cristianos de la primera generación que vieron
a Jesús en persona no tienen ninguna ventaja sobre los muchos cristianos de las más
tardías generaciones que no lo han visto en persona. Anoten que Jesús no dice que estos
cristianos más tardíos serán más bendecidos que los discípulos que “ven,” sino solo que
serán bendecidos.
www.ocarm.org

Oración inicial
Padre de bondad, que por la gracia de la adopción nos has hecho hijos de la luz;
concédenos vivir fuera de las tinieblas del error y permanecer siempre en el esplendor de
la verdad. Por nuestro Señor.
Del Evangelio según san Juan 20,24-29
Reflexión
• Hoy, en la fiesta de Santo Tomás, el evangelio nos presenta el encuentro de Jesús
resucitado con el apóstol Tomás, que quería ver para poder creer. Por esto muchos lo
llaman Tomás, el incrédulo. En realidad, el mensaje de este evangelio es bien diferente.
Es mucho más profundo y actual.
• Juan 20,24-25: La duda de Tomás. Tomás, uno de los doce, no estaba presente
cuando Jesús aparece a los discípulos la semana anterior. Tomás no cree en el testimonio
de los demás que decían: “Hemos visto al Señor”. Pone condiciones: "«Si no veo en sus
manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi
mano en su costado, no creeré.”. Tomás es exigente. Quiere ver para creer. No quiere un
milagro para poder creer. ¡No! Quiere ver las señales en las manos, en los pies y en el
costado. No cree en un Jesús glorioso, desligado del Jesús humano que sufre en la cruz.
Cuando Juan escribe, al final del siglo primero, había personas que no aceptaban la venida
del Hijo de Dios en la carne (2 Jn 7; 1Jn 4,2-3). Eran los gnósticos que despreciaban la
materia y el cuerpo. Y para criticar a los gnósticos, el evangelio de Juan habla de la
preocupación de Tomás que quiere “ver para creer”. La duda de Tomás deja transparentar
también lo difícil que era creer en la resurrección.
• Juan 20,26-27: No seas incrédulo, sino creyente. El texto dice “seis días después”.
Esto significa que Tomás fue capaz de sostener su opinión durante una entera semana,
contra el testimonio de los otros apóstoles. ¡Vaya tozudez! ¡Gracias a Dios, para nosotros!
Y así, seis días después, durante la reunión de la comunidad, ellos tuvieron de nuevo una
profunda experiencia de la presencia de Jesús resucitado en medio de ellos. Las puertas
cerradas no pudieron impedir que El estuviera en medio de los que creían en El. Hoy pasa
lo mismo. Cuando estamos reunidos, aunque tengamos las puertas cerradas, Jesús está
en medio de nosotros. Y hasta hoy, la primera palabra de Jesús, es y será siempre: “¡La
Paz esté con vosotros!" Lo que llama la atención es la bondad de Jesús. No critica, ni juzga
la incredulidad de Tomás, sino que acepta el reto y dice: “Tomás, ¡ven, pon tu dedo en
mis heridas!". Jesús confirma la convicción de Tomás y de las comunidades, a saber: el
resucitado glorioso es ¡el crucificado torturado! El Jesús que está en la comunidad, no es
un Jesús glorioso que no tiene nada en común con nuestra vida de gente normal. Es el
mismo Jesús que vivió en esta tierra y que tiene en el cuerpo las señales de su pasión.
Las señales de su pasión están hoy en el sufrimiento de la gente, en el hambre, en las
señales de tortura, de injusticia. Y en las personas que reaccionan, que luchan por la vida
y no se dejan abatir, Jesús resucita y se hace presente en medio de nosotros. Y ¡Tomás
cree en este Cristo, y nosotros también!
• Juan 20,28-29: Felices los que no vieron y creyeron. Con él decimos: "¡Señor mío
y Dios mío!" Esta entrega de Tomás es la actitud ideal de la fe. Y Jesús completa con el
mensaje final: "Has creído porque has visto. ¡Dichosos los que no han visto y han creído
¡" Con esta frase, Jesús declara felices todos los que estamos en esta condición: sin haber
visto, creemos que el Jesús que está en medio de nosotros, es el mismo Jesús que ¡murió
crucificado!

El envío: "¡Como el Padre me ha enviado, yo también os envío!" De este Jesús, crucificado


y resucitado, recibimos la misión, la misma que él recibió de su Padre (Jn 20,21). Aquí,
en la segunda aparición, Jesús repite: "La paz sea con vosotros.” Esta repetición acentúa
la importancia de la Paz. Construir la paz forma parte de la misión. Paz, significa mucho
más que la ausencia de guerra. Significa construir una convivencia humana armoniosa,
en la que las personas puedan ser ellas mismas, teniendo todas lo necesario para vivir,
conviviendo felices y en paz. Fue ésta la misión de Jesús, y es también nuestra misión.
Jesús sufrió y dijo:”Recibid al Espíritu Santo” (Jn 20,22). Solamente con la ayuda del
Espíritu de Jesús, seremos capaces de realizar la misión que El nos dio. Enseguida Jesús
comunicó el poder de perdonar los pecados: "A quienes perdonéis los pecados, les quedan
perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» El punto central de la
misión de paz está en la reconciliación, en el intento de superar las barreras que nos
separan. Este poder de reconciliar y de perdonar es dado a la comunidad (Jn 20,23; Mt
18,18). En el evangelio de Mateo es dado también a Pedro (Mt 16,19). Aquí se percibe
que una comunidad sin perdón ni reconciliación no es una comunidad cristiana. Dicho con
una palabra, nuestra misión es crear comunidad a ejemplo de la comunidad del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo.
www.santaclaradeestella.es
El suceso acontecido a Tomás centra por completo nuestra atención, por el simple motivo
de que esta página evangélica termina con una «bienaventuranza» que nos concierne
personalmente a todos: «Dichosos los que creen sin haber visto».
A buen seguro, hablando humanamente, el acto de fe, para ser razonable -digo
«razonable», no «racional»-, necesita algunos signos, y Tomás está dispuesto a pedirlos
explícitamente. Desde este punto de vista, tal vez la suya no pueda ser definida como una
crisis de fe, sino más bien como una apasionada y sufrida búsqueda de un acto de fe que
sea, al mismo tiempo, respetuoso con el hombre y devoto con Dios. Y cuando al final
Tomás accede al acto de fe, el apóstol se abandona por completo a Aquel que se ha
manifestado claramente. Por consiguiente, no había en él ningún prejuicio o
incertidumbre: se trataba sólo de cerciorarse del hecho histórico de la resurrección de
Jesús con un método experimental, el único que está al alcance de todos, incluso de los
más sencillos. Ver para creer fue la exigencia del apóstol Tomás. Ver, tocar y palpar fue
el itinerario que recorrió para reconocer la plena identidad entre el Señor resucitado y
Jesús de Nazaret. Creer sin ver, sin tocar, sin palpar, es la situación en la que nosotros
nos encontramos, nuestra bienaventuranza.
www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux

No hay reflexion
www.fraynelson.com

2. "Hazte Creyente"
2.1 El llamado de Jesús a su apóstol incrédulo es también un llamado a todos los hombres
de todos los tiempos: "hazte creyente." Como si nos dijera: "abre tu corazón a la
posibilidad de la victoria de Dios más allá de las evidencias del dolor, la injusticia, el pecado
o la muerte." Hacerse creyente es también entrar activamente en el seguimiento de Aquel
que no se detuvo ante el espanto de la Cruz y que arrastrando su ignominia alcanzó la
gloria para sí y para nosotros. No es asunto solamente de admitir una verdad, como quien
admite la lógica de la demostración de un teorema de geometría; es reconocer que vale
la pena seguir el camino de Jesús y que, más allá de fracasos o dudas, su victoria es
nuestra victoria.
2.2 Y Tomás reconoce a Cristo como su Señor y su Dios. Ya la palabra "Señor" está
prácticamente reservada sólo a Dios en el Antiguo Testamento, y a ella añade Tomás una
expresión inequívoca "¡Dios mío!" ¿Habrá quien niegue la divinidad de Cristo si toma en
serio este pasaje?
2.3 Jesús llama bienaventurados a los que creen con menos signos, es decir, a los que no
reclaman signos para creer. No tengamos temor de apropiarnos esa bienaventuranza y de
considerarnos felices en Cristo si, movidos por su Espíritu Santo hemos llegado a conocer
el amor que Dios nos tiene y hemos llegado a creer en Él.
www.elmisericordioso.me-Pildorasdefe.net

Conversando con el amor


Mi Señor, hoy mi corazón se siente agradecido por el amor y las bendiciones con las que
cuento en mi vida. Puedo estar seguro que estás a mi lado y nunca me abandonas.
Ayúdame a seguirte con todas mis fuerzas, a no doblegarme ante ninguna adversidad y a
permanecer firme ante esos experiencias desagradables que me querrán desviar de tu
atención. Tú me has hecho para la victoria, porque para Ti soy alguien valioso. Guíame
Señor para no alejarme de tu camino. Amén
Evangelio del día: No hay refugio más seguro que las llagas de Jesús. Trae tu mano
y métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree.
Reflexión del Papa Francisco
Jesús invita a Tomás a meter su mano en las llagas de sus manos y de sus pies y en la
herida de su costado.
También nosotros podemos entrar en las llagas de Jesús, podemos tocarlo realmente; y
esto ocurre cada vez que recibimos los sacramentos. San Bernardo, en una bella homilía,
dice:
"A través de estas hendiduras, puedo libar miel silvestre y aceite de rocas de pedernal, es
decir, puedo gustar y ver qué bueno es el Señor". (Sermón 61, 4. Sobre el libro del Cantar
de los cantares).
Es precisamente en las heridas de Jesús que nosotros estamos seguros, ahí se manifiesta
el amor inmenso de su corazón. Tomás lo había entendido.
San Bernardo se pregunta:
"¿En qué puedo poner mi confianza? ¿En mis méritos? Pero mi único mérito es la
misericordia de Dios. No seré pobre en méritos, mientras él no lo sea en misericordia. Y,
porque la misericordia del Señor es mucha, muchos son también mis méritos". (ibid, 5)
Esto es importante: la valentía de confiarme a la misericordia de Jesús, de confiar en su
paciencia, de refugiarme siempre en las heridas de su amor. San Bernardo llega a afirmar:
"Y, aunque tengo conciencia de mis muchos pecados, si creció el pecado, más desbordante
fue la gracia (Rm 5,20)". (ibid.)
Tal vez alguno de nosotros puede pensar: mi pecado es tan grande, mi lejanía de Dios es
como la del hijo menor de la parábola, mi incredulidad es como la de Tomás; no tengo las
agallas para volver, para pensar que Dios pueda acogerme y que me esté esperando
precisamente a mí.
Pero Dios te espera precisamente a ti, te pide sólo el valor de regresar a Él.
Cuántas veces en mi ministerio pastoral me han repetido: "Padre, tengo muchos
pecados"; y la invitación que he hecho siempre es:
"No temas, ve con Él, te está esperando, Él hará todo".
Cuántas propuestas mundanas sentimos a nuestro alrededor. Dejémonos sin embargo
aferrar por la propuesta de Dios, la suya es una caricia de amor.
Para Dios no somos números, somos importantes, es más somos lo más importante que
tiene; aun siendo pecadores, somos lo que más le importa. (Homilía del segundo domingo
de pascua, 08 de abril de 2013)
Oración de sanación
Señor mío, Dios mío, quiero acercarme siempre a Ti con la plena confianza de que, en
todas mis necesidades, Tú me brindas tu mano amiga y generosa.
Confío en que tu amor vive dentro de mí. Aumenta cada día mi fe para nunca dudar y no
necesitar que mis ojos puedan verte para poder creer.
Abro mi corazón a Ti y me entrego con una actitud llena de fe y esperanzas, siendo
perseverante y fiel, aunque pase por mil y una tormentas en mi vida.
Creo en Ti, en tu poder. Te pido que vengas a mi vida, y sanes todas mis heridas que
tienen a mi alma viviendo en angustia y desespero.
A través de tus llagas esparciste la misericordia al mundo, acogiendo a los pecadores que
te buscan de corazón y quieren dejar atrás los malos hábitos.
Tus llagas han renovado en mí el deseo ardiente por seguirte. Quiero tocar tus llagas en
los marginados y enfermos, llevarlos a tu dulce corazón.
Ven y lléname de optimismo para vencer esa tibieza que me mantiene atorado en una
vida cómoda, vacía y sin sentido.
Me encomiendo a tu corazón, cobíjame en tus heridas y en ellas dame el alivio necesario
para restaurar la fe que se ha debilitado en mi vida. Amén.
Propósito para hoy
Rezaré un misterio del Santo Rosario por la unidad y la paz en todos los hogares donde
hay división, sobre todo en aquellos que han perdido sus valores cristianos.
Frase de reflexión
"Toda comunidad cristiana debería ser un hogar acogedor para cuantos buscan a Dios o
necesitan un hermano que los escuche". Papa Francisco
www.evangelizacion.org.mx

La bienaventuranza que hoy hemos leído en este pasaje del evangelio está dirigida a
nosotros: a los que sin ver hemos creído. A los que sin ver a Jesús resucitado creemos
que él está vivo, que es Dios, que camina con nosotros hasta la consumación de los siglos.
Esto es lo que nosotros llamamos fe, es decir, tener la certeza de una realidad que no
vemos. Tener fe en la resurrección de Jesús, significa que nosotros creemos que él es
verdadero Dios, y si esta es una verdad aceptada y vivida en el corazón, entonces estamos
seguros que todo lo que él dijo y prometió mientras predicaba, es verdad.
Es verdad que somos habitados por el Espíritu Santo; es verdad que todo lo que pidamos
con fe se nos dará; es verdad que tenemos reservado un lugar en la eternidad con Jesús;
es verdad que la vida vivida en el amor de Jesús es justicia, paz y gozo en el Espíritu
Santo. Por eso alégrate y goza tú que sin ver has creído.
www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini

Las últimas palabras directas de Jesús en este evangelio -exceptuando el capítulo 21-
están dirigidas al apóstol, pero contienen una gran bienaventuranza: « Crees porque me
has visto? Dichosos los que creen sin haber visto» (v. 29). Juan, al referir esta
bienaventuranza, pretende dar un fundamento a la misma profesión de fe que deberán
realizar los que no han visto, o sea, todos los discípulos que no han conocido
personalmente al Señor y creen en la palabra de los primeros testigos directos.
Explica Bruno Maggioni: «Por eso, el relato de Tomás adquiere una gran importancia,
convirtiéndose en punto de paso de las cristofanías al testimonio, de los signos al anuncio.
Se abre sobre el tiempo de la Iglesia. Es creyente el que, superando la duda y la pretensión
de ver, acepta el testimonio autorizado del que ha visto. En tiempos de Jesús, la visión y
la fe estaban emparejadas, pero ahora, en el tiempo de la Iglesia, no debemos pretender
la visión: basta con el testimonio apostólico. El signo que conduce a la fe se ha
transformado: ya no es objeto de visión directa, sino de testimonio. Pero esto no significa
que el creyente esté cerrado ahora a toda experiencia personal del Cristo resucitado; todo
lo contrario: se le ofrece la experiencia de la alegría, de la paz, del perdón de los pecados,
de la presencia del Espíritu. Sin embargo, la historia de Jesús debemos aceptarla por
testimonio. Dicho con otras palabras: la experiencia apostólica resulta de dos elementos:
la visión histórica (que no se puede repetir) y la comunión de fe con el Señor (siempre
posible y actual)».
El itinerario de fe de Tomas -y especialmente de los discipulos-, esta presentado, en el
evangelio de Juan, como modelo para todos los que quieran creer y profundizar en su fe
en Jesús (cf. 20,30s). Por eso el evangelista da predileccion al termino «discipulos» en
sentido amplio, refiriendose asi tanto a los Doce como a los que han creido en Cristo. Para
Juan, existe una estrecha afinidad entre «creer» y «ser discipulo»: todo el que cree se
encuentra en la situacion de discipulo. Tenemos, por tanto, aqui una leccion para todos
los creyentes: hemos de creer sin ver, convencidos de que la fe cristiana esta conectada
con la experiencia de los primeros testigos que vieron al Cristo de la gloria.
www.catholic

Creer sin ver. El día de hoy el Evangelio invita a cada uno a que valore su fe, a crecer
en la relación personal con Cristo, superando actitudes que pueden llevar a ver la Iglesia
y la fe en Dios como una oportunidad para hacer vida social, para ser aceptado, para ser
visto o porque el sacerdote (diácono, presbítero, obispo) me cae bien, me parece
simpático; vale preguntarse, ¿cómo está mi fe en Dios? ¿Creo realmente o necesito
pruebas?, ¿de qué tipo de pruebas?
Y esto gracias a las palabras de Tomás, quien dijo: "Si no veo en sus manos la señal de
los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado,
no lo creo." Lo primero que viene a la cabeza es decir "es un incrédulo", sin embargo, hay
que ver la valentía en reconocer la debilidad de su fe y la necesidad de ver los signos
sensibles que destruyen esquemas que dan como verdadero todo lo que viene de la razón
y la ciencia.
Jesús, cuando se presenta, termina el breve coloquio, y dice a Tomás: "¿Porque me has
visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto." Tomás recibió las pruebas que
destruyeron sus esquemas, pues vio cuanto es imposible para la razón y la ciencia.
Hoy en día, puede ser que alguno vea a Jesús tal cual lo vio Tomás, pero el resto no tiene
esa dicha, y cada vez que Cristo se hace presente en la Eucaristía y el fiel se postra, Dios
mismo le da el premio de los Bienaventurados porque cree, sin ver sensiblemente, que
Cristo está presente, pues sus sentidos le dicen que ante lo que se postra es ante un trozo
de pan y un poco de vino. No es fácil creer en Dios en un mundo obstinado en hacer creer
que Dios no existe, pero si en medio de todo esto te postras ante Cristo Eucaristía, eres
bienaventurada(o) porque es el Espíritu Santo que te mueve, a través de hábitos
adquiridos, a reconocer la presencia de Dios en especies tan simples e insignificantes.
Ánimo, no desfallezcas en las dificultades porque un día, como Tomás, verás a Dios cara
a cara y te maravillarás al comprobar lo dichosa(o) que fuiste al creer sin haber visto.
Que san José y la Virgen María te guíen en el camino de fe que Dios te invita a recorrer.
• El divino Maestro había anunciado varias veces que iba a resucitar de entre los muertos
y ya había dado también pruebas de ser el Señor de la vida. Sin embargo, la experiencia
de su muerte había sido tan fuerte que todos tenían necesidad de un encuentro directo
con Él para creer en su resurrección: los Apóstoles en el Cenáculo, los discípulos en el
camino a Emaús, las piadosas mujeres junto al sepulcro... También Tomás lo necesitaba.
Cuando su incredulidad se encontró con la experiencia directa de la presencia de Cristo,
el Apóstol que había dudado pronunció esas palabras con las que se expresa el núcleo
más íntimo de la fe: Si es así, si Tú verdaderamente estás vivo aunque te mataron, quiere
decir que eres "mi Señor y mi Dios" (San Juan Pablo II, Discurso, 19 de agosto del 2000).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con
Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que
es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy haré una visita a Jesús en Sagrario, le agradeceré el don de la fe que me ha dado
desde mi bautizo y le pediré que me ayude a conservarla hasta el último día de mi vida.
www.BibliaStraubinger

25. La defección de Tomás recuerda las negaciones de Pedro después de sus presuntuosas
promesas. Véase 11, 16, donde Dídimo (Tomás) hace alarde de invitar a sus compañeros
a morir por ese Maestro a quien ahora niega el único homenaje que Él le pedía, el de la fe
en su resurrección, tan claramente preanunciada por el mismo Señor y atestiguada ahora
por los apóstoles.
29. El único reproche que Jesús dirige a los suyos, no obstante la ingratitud con que lo
habían abandonado todos en su Pasión (Mt. 26, 56 y nota), es el de esa incredulidad
altamente dolorosa para quien tantas pruebas les tenía dadas de su fidelidad y de su
santidad divina, incapaz de todo engaño. Aspiremos a la bienaventuranza que aquí
proclama Él en favor de los pocos que se hacen como niños, crédulos A las palabras de
Dios más que a las de los hombres. Esta bienaventuranza del que cree a Dios sin exigirle
pruebas, es sin duda la mayor de todas, porque es la de María Inmaculada:
“Bienaventurada la que creyó” (Lc. 1, 45.). Y bien se explica que sea la mayor de las
bienaventuranzas, porque no hay mayor prueba de estimación hacia una persona, que el
darle crédito por su sola palabra. Y tratándose de Dios, es éste el mayor honor que en
nuestra impotencia podemos tributarle. Todas las bendiciones prometidas a Ahrahán le
vinieron de haber creído (Rm. 4, 18), y el “pecado” por antonomasia que el Espíritu Santo
imputa al mundo, es el de no haberle creído a Jesús (Jn. 16, 9). Esto nos explica también
por qué la Virgen María vivía de fe, mediante las Palabras de Dios que continuamente
meditaba en su corazón (Lc. 2, 19 y 51; 11, 28). Véase la culminación de su fe al pie de
la Cruz (19, 25 ss. y notas). Es muy de notar que Jesús no se fiaba de los que creían
solamente a los milagros (véase 2, 23 s.), porque la fe verdadera es, como dijimos, la que
da crédito a Su palabra. A veces ansiamos quizá ver milagros, y los consideramos como
un privilegio de santidad. Jesús nos muestra aquí que es mucho más dichoso y grande el
creer sin haber visto.
http://www.ciudadredonda.org

Queridos hermanos y hermanas:


Celebramos la vida del apóstol Tomás a quien fácilmente identificamos por su incredulidad
frente a la resurrección de Jesús. Descubrimos que, más allá de la duda, su proceso de
madurez dentro de la comunidad y su apertura a la misión lo convirtieron en testigo del
Jesús vencedor de la muerte. Santo Tomás, llamado el gemelo, nos invita a confiar más
en el Dios que siempre actúa en lo imperceptible y lo pequeño. Estamos llamados a ser
testigos de la presencia del resucitado en las acciones, a veces insignificantes, de nuestras
comunidades, como el trabajo que realizan las CEB´s en América Latina al servicio del
Reino de Dios o en los cambios que han comenzado a generarse en las familias a favor
del cuidado del medio ambiente.
Con imágenes propias de una construcción (piedra, templo, edificio) San Pablo busca
recordar que la misión de los seguidores de Jesús (piedras vivas) está en ser «morada de
Dios» que da cobijo y salva de la intemperie. Obviamente, la exhortación no pedía a la
naciente Iglesia trabajar en la edificación de templos gloriosos de piedra sino más bien en
el fortalecimiento de las comunidades y sus líderes. Desde la definición «Iglesia,
comunidad de comunidades» se ha intentado visibilizar el trabajo que se realiza desde las
bases, desde lo pequeño, como «la semilla de mostaza» propuesta por Jesús. Sin esta
vuelta a los orígenes humildes de las primeras comunidades, será más fácil perder la
esperanza y dudar de nuestra misión en el mundo. Somos herederos de grandes
estructuras eclesiales, muchas de ellas sin pueblo, convertidas en museos y algo más,
pero sin la capacidad de ayudarnos al verdadero encuentro con el Dios de Jesús. Sin una
sincera pastoral de acompañamiento a las pequeñas comunidades o comunidades
familiares, seguiremos teniendo a muchos Tomás sin ojos para ver al Dios encarnado y
presente, no en edificios sino en los corazones.
El evangelio del día de ayer nos invitó a reconocer que los fuertes vientos que sacuden
nuestra vida personal y comunitaria son una oportunidad para renovarnos. Siempre será
un paso hacia la madurez reconocer con humildad nuestros desaciertos y la falta de
fidelidad al evangelio de Jesús. Frente a esto es normal que nos asalte el miedo y la
incertidumbre, pero aprendamos como Tomás a adentrarnos en el misterio de Dios y
seamos testigos, como él, de la «vida» que resurge. Tener puesta nuestra confianza en
Jesús resucitado nos dará la oportunidad de afianzarnos en la fe y ubicarnos en la dirección
correcta: el Reino de Dios.
¿cómo suscitar en nuestras comunidades esa pastoral de acompañamiento cercano y
sincero que nos ayude a superar el estancamiento y la incredulidad?
http://www.aqplink.com/roguemos

Juan 20,24-29 – no seas incrédulo.


Las palabras que el Señor dirige a Tomás deben resonar en nuestras mentes y corazones
como dichas a nosotros, porque muchas veces caemos en una incredulidad práctica. ¿Qué
quiere decir esto? Que decimos creer, pero nuestra fe no se manifiesta en obras.
Y, ya sabemos lo que se dice de una fe sin obras: es una fe muerta. No sirve para nada
decir e incluso jurar que creemos, si con nuestras obras no damos testimonio de esta fe,
todo lo que digamos no sirve de nada.
Tengamos en cuenta que la fe no es capacidad que podemos desarrollar por nuestra
cuenta y según nuestro esfuerzo. La fe en Dios es Gracia que solo Él puede darnos. Por lo
tanto, si no crece en nosotros como algo innato, quiere decir que debemos pedirla.
Para eso el Señor nos ha dejado y enseñado a utilizar tantos recursos, entre los que
debemos destacar la oración y los Sacramentos. En el Padre Nuestro, luego de alabar a
Dios pedimos aquello que debe ser una constante en nuestras vidas: que se haga Su
Voluntad.
Abrirnos a aceptar la Voluntad de Dios, al extremo de implorarla es el modo en que el
Señor nos enseña a pedir la fe. Porque ¿de qué otro modo podemos entender el pedir que
se haga Su Voluntad, sino es plegándonos a ella?
¿Y, cómo habríamos de plegarnos a la Voluntad de Dios sino es por la fe? “Hágase Tu
Voluntad”, no es admitir implícitamente que no importa lo que Él disponga que se haga,
estamos dispuestos a acatar? ¿Si eso no es fe, qué cosa es?
Si nos hemos acostumbrado a repetir de memoria el Padre Nuestro, sin reflexionar en lo
que decimos, hagamos un esfuerzo por rezarlo varias veces al día en forma pausada. En
el Rosario lo hacemos por lo menos cinco veces.
Si podemos hacerlo muy lentamente tanto al iniciar el día como al terminar, nos servirá
como complemento ideal para hacer nuestro ofrecimiento de obras por la mañana y
nuestra acción de gracias al finalizar el día. Pidamos fervientemente que se haga Su
Voluntad.
Poco a poco nos iremos abandonando a ella, lo que constituye un acto de fe. Dejemos que
sea el Señor el que gobierne nuestras vidas. Definitivamente lo hará mejor que nosotros.
Aprendamos a depositar nuestra confianza en Él.
Pidámosle que nos de la Gracia de la fe, que no es otra cosa que abandonarnos a Su
Voluntad. Ponerle a Él en primer lugar en nuestra agenda. Tomar conciencia cada mañana,
cada día, cada momento que habremos de hacer lo que sea Su Voluntad, no la nuestra.
Es preciso mucho discernimiento para separar y distinguir lo que proviene de Él, de lo que
proviene de nuestros deseos y preferencias. Nuestra fe ha de ser tan grande y firme que
estemos dispuestos a hacernos esclavos de Su Voluntad.
Esta es la única esclavitud que nos conduce a la libertad, porque esa es la Voluntad de
Dios, que seamos libres, felices y plenos en el Reino de los Cielos. Pidamos a Dios que nos
ayude a proceder siempre con generosidad, justicia, amor y misericordia.
Frecuentemos la Eucaristía que es la forma en que Jesucristo ha querido quedarse entre
nosotros, como verdadera comida y verdadera bebida, para que alcancemos la Vida
Eterna. Solo tendremos vida en Él si nos unimos a Él a través de la Eucaristía.
No menospreciemos este Don magnífico que Jesucristo ha querido poner a nuestro alcance
a través de su Santa Iglesia. Esta es precisamente una manifestación externa de fe en
nuestro Salvador. No es la única posible, pero es la que Cristo quiso instituir en la Última
Cena.
La Comunión es una forma sobre natural de unirnos con Jesucristo, haciéndonos uno
precisamente para hacer Su Voluntad en nuestras vidas. Esta es la mejor garantía que
estaremos transitando por el Camino que nos conduce a la Vida Eterna, propósito de
nuestras existencias.
Oración: Padre Santo, te pedimos que nos concedas la Gracia de a fe, para hacer Tu
Voluntad en nuestras vidas y de este modo alcanzar la Vida Eterna. Envíanos Tu Espíritu
Santo y Divino para que nos guíe hasta la Verdad completa. No permitas que caigamos
en la insensatez de la tentación. No dejes que nos extraviemos siguiendo cantos de
sirenas. ¡Danos fe! Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina,
en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
http://www.caminando-con-jesus.org

La resurrección es un acontecimiento estrictamente sobrenatural. Nada tiene de particular


que no todos los discípulos estuvieren convencidos de ella. Mateo nos dice que “algunos
dudaron” (Mt 28,17). En cambio, Juan nos ofrece como ejemplo concreto, a Tomás, que
se convierte en el paradigma del que exige pruebas evidentes para creer. Modelo de
incredulidad y de fe. Es la confesión más adecuada de la fe que hallamos en el evangelio
de Juan: “Señor mío y Dios mío”. La confesión de fe de Tomás es la auténtica confesión
de fe del creyente. Y los creyentes lo hacen sin la exigencia de pruebas evidentes. Por eso
el Maestro los proclama bienaventurados, porque han creído sin haber visto.
1. Los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos.
El Evangelio de san Juan, destaca por su gran importancia, las apariciones de Jesús a los
apóstoles. La primera tiene lugar en la tarde del mismo día de la resurrección. Los once
apóstoles están juntos; acaso hubiese con ellos otras gentes que no se citan, como
tampoco se dice en qué lugar; creíblemente podría ser en el cenáculo (Hech 1:4.13). Los
sucesos de aquellos días, siendo ellos los discípulos del Crucificado, les tenían temerosos.
Por eso les hacía ocultarse y cerrar las puertas, para evitar una intromisión inesperada de
sus enemigos. Pero la entrega de este detalle tiene también por objeto demostrar el
estado glorioso en que se halla Cristo resucitado cuando se presenta ante ellos.
2. “¡La paz esté con ustedes!”
Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”.
La paz es un don Dios, la paz viene de Dios, es allí donde debemos buscarla, y en su
morada favorita, en el corazón de los hombres, en ese lugar debe nacer la buena
disposición para vivir en armonía y tranquilidad. Construir la paz, requiere una gran dosis
de amor por la vida y los hombres. En Dios, la paz tiene su origen, y nosotros tenemos
que contribuir a ella. Nuestro Señor, es Dios de la paz, y en nuestras oraciones pidamos
siempre por ella, oremos a Jesús, él nos trajo la paz de Dios a los hombres y es el Príncipe
de la paz.
En efecto, Cristo es nuestra paz, los cristianos expresamos nuestro convencimiento de
que sólo Cristo es "nuestra paz" (Ef 2, 14), reafirmando así que Él mismo es un don de
paz como Padre de toda la humanidad.
Por tanto, oremos por la paz, con el convencimiento de verdaderos cristianos, conscientes
de que la justicia y la paz son dos bienes absolutamente inseparables, producto de los
corazones justos y de conciencia de camino en rectitud.
3. “¡Hemos visto al Señor!”
En esta aparición del Señor a los apóstoles no estaba el apóstol Tomás, de sobrenombre
el mellizo. Si aparece, por una parte, el hombre de corazón y de arranque que relata san
Juan 11:16. En el capítulo 14:5 san Juan lo muestra un tanto escéptico. Entonces se diría
que es lo que va a reflejarse aquí. No solamente no creyó en la resurrección del Señor por
el testimonio de los otros diez apóstoles, y no sólo exigió para ello el verle él mismo, sino
el comprobarlo. Es así como el necesitaba ver las llagas de los clavos en las manos del
Señor, y aún más, meter su dedo en ellas, lo mismo que su mano en la llaga del costado
de Cristo, la que había sido abierta por el golpe de lanza del centurión. Entonces, sólo a
este precio creerá.
4. “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos.”
Pero a los ocho días se realizó otra vez la visita del Señor. Estaban los apóstoles juntos,
probablemente en el mismo lugar, y Tomás con ellos. Y vino el Señor otra vez, cerradas
las puertas. San Juan relata esta escena muy sobriamente. Y después de desearles la paz
"¡La paz esté con ustedes!", se dirigió a Tomás y le dijo: Trae aquí tu dedo: aquí están
mis manos y le mandó que cumpliese en su cuerpo la experiencia que él exigía diciéndole:
Acerca tu mano, métela en mi costado. En adelante, no seas incrédulo, sino hombre de
fe.
No dice explícitamente el relato si Tomas llegó a introducir el dedo en las llagas para
cerciorarse, al contrario lo exceptúa al decirle Cristo: Ahora crees, porque me has visto.
La evidencia de la presencia de Cristo había de deshacer la obstinación de Tomás.
5. ¡Señor mío y Dios mío!
Tomas exclamo: ¡Señor mío y Dios mío! Esta exclamación encierra una riqueza teológica
grandiosa y hermosísima. Esta es un reconocimiento de Cristo, es un afirmación de quién
es El. Es, además, esta enunciación, uno de los pasajes del evangelio de san Juan junto
con el prólogo, en donde explícitamente se proclama la divinidad de Cristo. Dado el lento
proceso de los apóstoles en ir valorando en Cristo su divinidad hasta la gran clarificación
de Pentecostés, sin duda la frase es una explicitación de san Juan a la hora de la
composición de su evangelio. Pero supone el acto de fe de Tomás.
6. ¡Felices los que creen sin haber visto!
Dice el Señor: ¡Felices los que creen sin haber visto! La respuesta de Cristo a esta
confesión de Tomás acusa el contraste, se diría un poco irónico, entre la fe de Tomás y la
visión de Cristo resucitado, para proclamar bienaventurados a los que creen sin ver. No
es censura a los motivos racionales de la fe y la credibilidad, como tampoco lo es a los
otros diez apóstoles, que ocho días antes le vieron y creyeron, pero que no plantearon
exigencias ni condiciones para su fe, ya que ellos no tuvieron la actitud de Tomás, que se
negó a creer a los testigos para admitir la fe si él mismo no veía lo que no sería dable
verlo a todos, ni por razón de la lejanía en el tiempo, ni por haber sido de los elegidos por
Dios para ser testigos de su resurrección (Hech 2:32; 10:40-42). Es la bienaventuranza
de Cristo a los fieles futuros, que aceptan, por tradición ininterrumpida, la fe de los que
fueron elegidos por Dios para ser testigos oficiales de su resurrección y para transmitirla
a los demás. Es lo que Cristo pidió en la Oración Sacerdotal: No ruego sólo por éstos (por
los apóstoles), sino por cuantos crean en mí por su palabra” (Jn 17:20).
7. “Ahora crees, porque me has visto.”
Tomás fue reprochado, no porque el ver para creer sea malo, sino por haber rechazado el
testimonio de los otros apóstoles que vieron. Para creer hay que verlo directamente, como
los apóstoles, o indirectamente, como nosotros, que nos apoyamos en el ver y en la
predicación solemne y pública de los apóstoles.
La fe es un don de Dios, pero tiene también sus bases humanas, como es el estudio y el
testimonio de los testigos.
Este Evangelio nos enseña una lección de fe y, nos invita a no esperar signos visibles para
creer. Pero también es comprensible que Tomás quisiera experimentar por sí mismo, del
mismo modo como nos gusta a nosotros experimentar por nosotros mismos, porque a
Cristo se le debe experimentar en primera persona. Es cierto que la ayuda de los amigos
como los consejos de nuestro director espiritual son válidos, pero al final solo depende de
nosotros mismos dar ese gran paso a la fe, y entregarnos con toda confianza a los brazos
del Señor.
El Señor permite a Tomás esta experiencia, se aparece a los apóstoles e inmediatamente
le habla, me imagino la emoción de Tomás al verle, tal vez entristecido por haber dudado,
pero al mismo tiempo agradecido por este actitud de Cristo y, así, él hace ese hermoso
reconocimiento a la divinidad de Jesús con esta hermosa oración de alabanza: “Señor mío
y Dios mío.”
8. Oración
Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de ti. Señor mío y Dios mío, dame
todo lo que me acerca a ti. Señor mío y Dios mío, despójame de mi mismo para darme
todo a ti. (S. Nicolás de Flüe,).
Aunque no estoy aún dispuesto para verte y tocarte, ioh Dios mío!, quiero igualmente
acercarme a ti y alcanzar con el deseo lo que ahora no puedo plenamente conseguir. (J.
H. NEWMAN, Matunitá cristiana, pp. 303-304).
3 Para la reflexión personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- Qué me falta para ser más como Él?
5.- En la sociedad de hoy, las divergencias y tensiones de raza, clase, religión, género y
cultura son enormes y crecen cada día. ¿Cómo realizar hoy la misión de reconciliación?
6.- En tu familia y en tu comunidad, ¿hay algún grano de mostaza que apunta hacia una
sociedad reconciliadora?
4 Oración. ¿Qué le decimos a Dios? La palabra se convierte en Oración.
1 No hay Oración www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux

2 «Vamos también nosotros a morir con él.»


«Señor, no sabemos a dónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino?»
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos... no creeré.»
«¡Señor mío y Dios mío!» «¿Crees porque me has visto? Dichosos los que creen sin haber
visto». www.santaclaradeestella.es
3 ¡Alabad a Yahvé, todas las naciones, ensalzadlo, pueblos todos! Pues sólido es su amor
hacia nosotros, la lealtad de Yahvé dura para siempre. (Sal 117) www.ocarm.org
4 Oración de la mañana a santo Tomás para fortalecer nuestra fe.
Querido Santo Tomás apóstol de nuestro Señor Jesús, tú que representas la fragilidad de
nosotros los humanos, que cada día nos resistimos a creer en lo que no vemos,
llevándonos a dudar incluso por momentos, de la existencia de nuestro buen Dios, en este
momento te pido tu divina intercesión, para incrementar la fe de mi corazón, y de esa
manera acercarme y reconocer a nuestro Dios.
¡Oh Santísimo Tomás! tú que pudiste tocar con tus propias manos las llagas del Señor
resucitado y así sanar la herida de nuestra incredulidad, intercede por nosotros para que
nuestra Fe como la tuya, sea probada cada día. Te pido que logremos sentir en nuestros
hermanos los sufrimientos del Señor y nutridos con tu Fe anunciemos el amor y la
misericordia que te convirtió en testigo de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
Bendito Santo, tú que experimentaste nuestra debilidad y flaqueza al dudar ante las
adversidades de la vida y ante las persecuciones, ayúdanos a tocar las heridas del Señor
y a exclamar contigo: “Señor mío y Dios mío”, para reconocer la presencia del Señor en
todas sus criaturas, y a obrar de manera que nuestra fe sea viva, pues la fe sin obras
tristemente es una fe muerta, pero las obras sin fe, sé que no son nada para el Señor.
Santo Tomás, ya que la ceguera de nuestra incredulidad nos impide tantas veces apreciar
la gracia de Dios, te pido que me concedas, que mi fe sea la firme evidencia de lo que no
puedo ver, la certeza de alcanzar los bienes materiales y espirituales de los que hoy no
tengo y la esperanza de la gloria eterna que anhelo disfrutar. Por eso hoy confío en la
promesa que te hizo el mismo Señor Jesucristo para nosotros cuando dijo: “dichosos los
que creen sin haber visto”.
Querido Tomás, venerable apóstol de Jesús, permíteme ver al Señor resucitado, actuando
en medio de las peleas de mi hogar, de las dificultades de mi trabajo, de mi desobediencia,
de los hermanos que sufren de hambre, de los que hoy no encuentran trabajo o no pueden
estudiar, de las víctimas de los desastres naturales, de la indiferencia social, de la
inequidad, de la corrupción de nuestros gobernantes, de los violentos, de la soberbia que
me hace en ocasiones humillar a mis hermanos, de mi impaciencia, de mi intolerancia y
de mi falta de amor.
Bendito apóstol, hoy te pido que le cuentes al Señor, que soy una persona débil, que ha
cometido muchos pecados, de los que hoy me arrepiento, pero que lamentablemente han
afectado mi vida y hoy me tienen en tristeza y soledad, por eso, hoy te pido con gran
humildad, este favor que tanto necesito:
(Ahora pídele a Santo Tomás, que le cuente al Señor tus necesidades para recibir su
bendita ayuda)
Santo Tomás, tú que experimentaste la misericordia del Señor, que al verte dudar te
concedió el poder tocarlo para darnos a nosotros la Fe, te pido que me ayudes, para que
en los momentos de duda pueda también sentir a mi buen Jesús, y así mismo a poder
verlo en medio de la oscuridad, a sentirlo en el silencio y en la soledad y a buscarlo en
todas sus criaturas.
Querido Santo, por favor intercede ante mi Dios, para que pronto mi fe me permita ver al
Señor resucitado, en cada una de las cosas que hago cada día, incluso en aquellas más
sencillas, para que convertidas en obras de fe, sean testimonio de Cristo y de la esperanza
que nos hace caminar cada día hacia el reino de los cielos por él prometido.
Hoy te pido tu intercesión ante mi Padre amado, para que en su infinita misericordia me
ayude a dejar crecer la semilla que ha sembrado en mí y que esta de fruto abundante, el
cual pueda compartir con mis hermanos y así el día del juicio, al dar cuentas al Señor, no
tenga que sufrir, al haber dejado atrás todo mi egoísmo y así poder disfrutar de los tesoros
que Dios me ha dado. Así sea. www.dario.res
5 Señor Dios nuestro, por la plenitud de tu amor nos diste a tu Hijo unigenito y, anadiendo
don tras don, derramaste sobre nosotros la abundancia de tu Espiritu de santidad. Como
custodia de tan gran tesoro, urge para tu Iglesia la necesidad de caminar hacia ti en
santidad de vida. Que podamos vivir los pequeños y los grandes sufrimientos cotidianos
con fe y amor, hasta que, purificados de todo fermento de mal, lleguemos juntos al
banquete de la Pascua eterna, que has preparado desde siempre para nosotros, tus hijos,
pecadores perdonados por medio de la sangre de tu Cristo. www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini
5 Contemplación. ¿Cómo interiorizamos la palabra de Dios? La palabra en el
corazón de los Padres.
Festividad de Santo Tomás, apóstol
En los Evangelios recibe el sobrenombre de Dídimo o Mellizo. Se hizo famoso en las
apariciones de Jesús resucitado a los Apóstoles. Su incredulidad cuando le hablaron de la
primera aparición, que tuvo lugar estando él ausente, desapareció a la vista de Cristo en
la segunda, cuando Jesús le mostró su costado traspasado por la lanza y sus manos
llagadas por los clavos. Entonces acabó proclamando: «¡Señor mío y Dios mío!». San Juan
nos refiere otras actuaciones de Tomás: cuando los otros temían acompañar a Cristo, él
dijo resuelto: «Vayamos también nosotros y muramos con él». Y en la Última Cena,
cuando Jesús les anuncia su partida, Tomás le pregunta: «No sabemos a donde vas,
¿cómo podemos saber el camino?», a lo que Jesús responde: «Yo soy el camino, la verdad
y la vida». Tomás es símbolo del hombre en su lento pero decidido caminar hacia la fe.
Según la tradición, evangelizó los pueblos de Persia y de la India, donde murió mártir. El
martirologio de san Jerónimo en el siglo VI recuerda la traslación del cuerpo de Tomás a
Edesa (Siria, actualmente Turquía), el 3 de julio.
Oración: Dios todopoderoso, concédenos celebrar con alegría la fiesta de tu apóstol santo
Tomás; que él nos ayude con su protección, para que tengamos en nosotros vida
abundante por la fe en Jesucristo, tu Hijo, a quien tu apóstol reconoció como su Señor y
su Dios. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
• De la incredulidad al éxtasis: éste es el camino de Tomás y, también, el de esa parte de
nosotros que todavía no se rinde a la resurrección y a lo invisible. Tomás quiere garantías
porque ha comprendido algo: si Jesús está vivo, su vida cambia. Si Jesús está vivo,
entonces el Evangelio es verdadero. Y el Evangelio toma toda la vida. Y Jesús no le hace
ningún reproche, sino que le dice: «Acerca tu dedo y comprueba mis manos; acerca tu
mano y métela en mi costado», porque no es un fantasma. No es una proyección de mis
deseos, no es un fruto imaginario de mi corazón, no es el hijo de una ilusión. Hay un
agujero en sus manos, donde puede entrar el dedo de Tomás; hay una lanzada, en la que
puede entrar una mano. Y le doy las gracias a Tomás porque también yo necesito que
Jesús no sea un fantasma. Y en la mano de Tomás están todas nuestras manos. Las de
los que creemos sin haber tocado porque otros lo han hecho. Lo dice Juan con orgullo:
«Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros
ojos, lo que hemos contemplado y han tocado nuestras manos acerca de la palabra de la
vida, [...] lo que hemos visto y oído os lo anunciamos» (1 Jn 1,1-2).
Fe de manos que ha atravesado el corazón. Tomás no busca el camino para creer en
ningún signo de poder, sino simplemente en las llagas: el agujero de las manos, el costado
abierto, imágenes embriagadoras del amor de Dios. Y con Tomás empieza l a historia de
los enamorados de las heridas de Cristo, como Francisco de Asís o Catalina de Siena u
otros más cercanos a nosotros (Ermes M. Ronchi). www.santaclaradeestella.es
Los milagros extraordinarios acompañan casi siempre a la incredulidad, y los oyentes no
admiten con facilidad lo que esta por encima de la razón: despierta casi necesariamente
en ellos una dificultad, casi un rechazo a creer. Algo de este genero le sucedió al
sapientisimo Tomas a propósito de la resurrecci6n de nuestro Salvador. Por eso, no admite
facilmente el testimonio de los otros discipulos, aunque, según la ley mosaica, bastaba
con la palabra de dos o tres testigos (Dt 17,6). En el discipulo, me parece, no pesó tanto
el no dar crédito a las palabras como la gran amargura que sintio por no haber visto
tambien el al Señor. Tal vez pensara que habia sido privado para siempre de la misma.
Se aparecio entonces de nuevo el Señor: era menester dar un remedio a quien lo
necesitaba y habia manifestado una fe mas debil. Viene y, en cierto modo, esta con los
discipulos, que se habian reunido por el, precisamente ocho dias despues, es decir, el
domingo. Asi pues, nosotros, con mucha razon, nos reunimos en las iglesias el octavo dia.
Y puesto que debemos decir algo que es mas bien mistico y supera la capacidad de la
inteligencia, cerramos las puertas, pero sobreviene y se aparece a todos nosotros Cristo
de manera invisible y, al mismo tiempo, visible: de modo invisible como Dios, de modo
visible con el cuerpo. Nos permite, en efecto, tocar y nos da su santa carne. Nos
aproximamos, por gracia de Dios, para participar en la mistica eucaristia, tomando a
Cristo en nuestras manos, a fin de que tambien nosotros creamos firmemente. La
participacion en los santos misterios es una verdadera confesion y una memoria de que
el Senor murió y resucitó por nosotros. Debemos evitar el peligro de la incredulidad y
hacer que nos encuentren siempre firmes y estables en la fe (Cirilo de Alejandria,
Commento al Vangelo second() Giovanni, XII, 20, Roma 1994, 496-498, passim).
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6 Acción. ¿A qué me comprometo con Dios? Para custodiar y vivir la palabra.
Repite y medita durante el día estas palabras de fe: «¡Señor mío y Dios mío!».
Repite y medita durante el día estas palabras de fe: «¡Señor mío y Dios mío!».
7 Para la lectura espiritual. Caminar con la palabra.
Es uno de los principales capítulos de la doctrina católica, contenido en la Palabra de Dios
y enseñado constantemente por los Padres, que el hombre, al creer, debe responder
voluntariamente a Dios y que, por tanto, nadie puede ser forzado a abrazar la fe contra
su voluntad. Porque el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza, ya que el hombre,
redimido por Cristo Salvador y llamado en Jesucristo a la filiación adoptiva, no puede
adherirse a Dios, que a ellos se revela, a menos que, atraído por el Padre, rinda a Dios el
obsequio racional y libre de la fe.
Está, por consiguiente, en total acuerdo con la índole de la fe el excluir cualquier género
de imposición por parte de los hombres en materia religiosa. Por consiguiente, un régimen
de libertad religiosa contribuye no poco a favorecer ese estado de cosas en el que los
hombres puedan ser invitados fácilmente a la fe cristiana, a abrazarla por su propia
determinación y a profesarla activamente en toda la ordenación de la vida (Concilio
Vaticano II, Dignitatis húmame, 10). www.santaclaradeestella.es
Y asi ven tambien aqui tú, Tomas, sal del antro de tus dolores, mete el dedo aqui dentro
y mira mis manos; mete aqui tu mano e introdúcela en mi costado. Y no te imagines que
tu ciego dolor es mas clarividente que mi gracia. No te escondas en la fortaleza de tus
tormentos. Es verdad que crees ver con más agudeza que tus hermanos, dispones de
pruebas, conoces tu hombre viejo, negro sobre blanco, y todo en el grita: iimposible! Y,
sin embargo, yo he resucitado. Y tu sabio dolor, tu dolor gris, en el que te echas, con el
que te imaginas demostrarme tu fidelidad, con el que crees estar junto a mí, es muy
anacrónico. Porque yo soy hoy joven y feliz. Y todo lo que llamas fidelidad es
autocomplacencia. ¿Dispones de alguna medida en tu mano? ¿Es tu alma el criterio de
juicio para lo que es posible a Dios? ¿Es tu corazon, cargado e hinchado de experiencia,
el reloj con el que puedes leer el consejo de Dios respecto a ti?
Falta de fe es lo que tú crees profundidad. Ahora bien, puesto que estás tan consumido y
el evidente tormento de tu corazon se ha abierto de par en par hasta el abismo de tu yo,
dame tu mano y percibe con ella el pulso de otro corazon: con esta experiencia nueva tu
alma se entregará y se rendirá, y estallará la intensa oscura hiel. Te debo abrumar. No
puedo dejar de pretender de ti lo mas querido que tienes, tu melancolia. Echa fuera estos
idolos, el frio grupo que hay en tu pecho, y yo te daré en su lugar un corazon nuevo de
carne, que latirá al son del mio. Cede este yo tuyo, que vive del hecho de no poder vivir,
que está enfermo ponque no puede morir: dejalo perder y asi empezaras a vivir por fin
(H. U. von Balthasar, II cuore del mondo, Casale Monf. 1994, 130-132; edicion espariola:
El common del mundo, Encuentro, Madrid 1991). www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini
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✞ ✞ ✞ Profesión de Fe

Solo los Domingos y Solemnidades.

✞ ✞ ✞ Intenciones (Oracion de los fieles)


Hermanos, edificados sobre el cimiento de los apóstoles, oremos al Padre por su pueblos
santo diciendo:
R. Escúchanos, Señor.
- Por la Iglesia, una, santa católica y apostólica: para que se edifique y crezca hasta llegar
a la plenitud de Cristo. Oremos.
- por el Papa, sucesor de Pedro: para que presida en caridad las Iglesias de occidente y
oriente. Oremos.
- Por los marginados, por los encarcelados, por los que sufren a causa de la fe en Cristo
o de sus convicciones religiosas: para que encuentren ayuda, consuelo y liberación.
Oremos.
- Por la paz y la solidaridad universales: para que se destierren las guerras, se acaben las
discordias y reine la armonía entre los hijos de un mismo Padre. Oremos.
- Por los que celebramos los misterios de la Pascua del Señor: para que nos alegremos de
compartir su pasión para desbordar de gozo el día en que se manifestará su gloria.
Oremos.
- Por nuestros pastores en la fe, para que pongan los poderes recibidos de curación, de
perdón y de paz al servicio del pueblo de Dios y de todos los que buscan la verdad.
Oremos. R/ Señor y Dios nuestro, escucha nuestra oración
- Por todos los que dudan y los que buscan sinceramente, tanto en la Iglesia como fuera
de ella, para que puedan encontrar a Cristo, vivo en nosotros. Oremos.
- Por ésta y por todas las comunidades cristianas, para que nuestra fe en Jesús nos lleve
a confiar en la bondad de todos y a estar unidos en el amor. Oremos.
Señor Dios nuestro, tú has instruido a todos los pueblos con la predicación del apóstol
santo Tomás, concede a cuantos celebramos hoy su fiesta ser, como él fue, testigos de tu
verdad ante el mundo. Por Jesucristo nuestro Señor.

3 LITURGIA EUCARISTICA
Sacerdote: Orad hermanos para que este sacrificio, mío y vuestro, sea
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Todos: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria
de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. (→ Este es el
Compendio de la Misa)

✞ ✞ ✞ Oración sobre las Ofrendas

*** Se llevan al altar los dones; el pan y el vino. *** Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro
espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios
nuestro. *** Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.

Oh Dios y Padre nuestro: En estos sencillos signos de pan y vino tu Hijo Jesús se hará
presente entre nosotros. Sin embargo, no podemos verle con otros ojos que con los de
una fe profunda. Que él venga aquí a nuestro encuentro y fortalezca nuestra fe vacilante.
Haznos reconocerle sin duda alguna y decirle con Tomás: "Señor mío y Dios mío", tú que
vives y reinas ahora y por los siglos de los siglos. R/ Amén.
Te presentamos, Señor, el servicio que te es debido, suplicando humildemente que
conserves tus dones en nosotros al ofrecerte el sacrificio de alabanza en la confesión de
santo Tomás apóstol. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Introducción a la plegaria eucarística
Centro y el culmen de toda la celebración. Es una plegaria de acción de gracias y de consagración. El sentido
de esta oración es que toda la congregación de fieles se una con Cristo en el reconocimiento de las grandezas
de Dios y en la ofrenda del sacrificio.

a) Acción de gracias
El Señor esté con vosotros. R/ Y con tu espíritu. Levantemos el corazón R/ Lo tenemos
levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario.
Prefacio I de los Apóstoles. Los Apóstoles, pastores del pueblo de Dios.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque tú, Pastor eterno, no abandonas nunca a tu rebaño, sino que por medio de los
santos apóstoles lo proteges y conservas, y quieres que tenga siempre por guías a los
mismos pastores a quienes tu Hijo estableció como enviados suyos.
• Gracias Buen Jesús por esta oración. Ayúdame a creer con toda mi mente y mi corazón
en que sólo Tú tienes Palabras que dan la vida eterna. Y que, creyendo en Ti con todo mi
ser, pueda anunciarte con valentía y ardor al mundo entero que clama por Ti. Amén
Si quieres, puedes hacer pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria...
Por eso, con los ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones, y con todos los coros
celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...
b) Santo: con esta aclamación toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta o recita las
alabanzas a Dios.

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el
cielo.
c) Epíclesis Se implora el poder divino para que los dones se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de
Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para salvación de quienes
la reciban.

Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por
Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas
todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin
mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por eso, Padre, te suplicamos que
santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que
se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos
mandó celebrar estos misterios.
d) Narración de la institución y consagración. Con las palabras y gestos de Cristo, se realiza
el sacrificio que él mismo instituyó en la última cena. Momento más solemne de la Misa; es la
transubstanciación: pan y vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo.
Dios se hace presente ante nosotros con todo su amor. ¡Bendito Jesus en el Santísimo sacramento del Altar!

Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y dando gracias te
bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman todos de él, porque
esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes".
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dando gracias te bendijo, y lo pasó a
sus discípulos, diciendo: "Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para
el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía".
e) Anámnesis. La Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de Cristo
Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, su Reactualización, recordando principalmente su
bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.

Éste es el sacramento de nuestra fe. R/ Anunciamos tu muerte, proclamamos tu


resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
f) Oblación. La asamblea ofrece al Padre la víctima inmaculada, y con ella se ofrece cada uno de los
participantes.

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su


admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te
ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia y reconoce en ella la Víctima por cuya
inmolación quisiste devolvemos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la
Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un
solo espíritu.
Que Él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto
con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, (san
N.: santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener
siempre tu ayuda.
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo
entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor,
el Papa N., a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo
el pueblo redimido por ti.
g) Intercesiones. Con ellas se da a entender que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la
Iglesia, celeste y terrena, y que la oblación se hace por ella y por todos sus miembros, vivos y difuntos.

Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia, en el
domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida
inmortal. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el
mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor
nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
h) Doxología final. Se expresa la glorificación de Dios y se concluye y confirma con el amen del pueblo.

Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del
Espíritu Santo, todo Honor y toda Gloria por los siglos de los siglos. Amén
✞ ✞ ✞ Rito de la comunión
Significa "común unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de nosotros y de
abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma alegría y amor.

a) Introducción al Padrenuestro
Con las palabras de Jesús nuestro Señor oremos al Padre de todos para que su reino venga a cada persona
de la tierra.

• Oremos a nuestro Padre misericordioso nos conceda la sabiduría y la gracia para creer,
y tener la esperanza solo en su Hijo Unigénito.
• Unidos en el amor de Cristo, por el Espíritu Santo que hemos recibido, dirijámonos al
Padre con la oración que el Señor nos enseñó:
R/ Padre nuestro…
b) Rito de la Paz
Los fieles imploran la paz y la unidad para la iglesia y para toda la familia humana y se expresan mutuamente
la caridad antes de participar de un mismo pan.

Líbranos, Señor.
Líbranos, Señor de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que
ayudados por tu misericordia, vivamos libres de pecado y protegidos de toda perturbación,
y aguardando la venida gloriosa de Jesucristo, nuestra esperanza.

R/. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.


Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas
en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele
la paz y la unidad. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R/. Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes. R/. Y con tu espíritu.
Dense fraternalmente la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Danos la paz.
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor, que nos dice: “Felices los que creen sin haber visto”.
• Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la
cena del Señor.

R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya
bastará para sanarme.
c) El gesto de la fracción del pan: Significa que nosotros, que somos muchos, en la comunión de
un solo pan de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Co 10,17)

d) Inmixión o mezcla: el celebrante deja caer una parte del pan consagrado en el cáliz.
Antífona de comunión Cf. Jn 20, 27
Trae tu mano y métela en el agujero de los clavos: y no seas incrédulo sino creyente.

✞ ✞ ✞ Oración después de la Comunión

Oh Dios y Padre nuestro: Te damos gracias por Jesucristo, tu Hijo resucitado. Aquél a
quien amamos está vivo. Danos ojos de fe para ver que todo lo que somos y hacemos
tiene un significado y finalidad y que tu Hijo está con nosotros y nos guía a través de
nuestras oscuridades y vacilaciones hacia la plenitud de vida y alegría. Que él permanezca
siempre con nosotros ahora y por siempre. R/ Amén
Oh, Dios, hemos recibido realmente en este sacramento el Cuerpo de tu Unigénito,
concédenos, te rogamos, que cuantos le hemos reconocido por la fe como Señor y Dios
nuestro, a ejemplo del apóstol Tomás, lo confesemos también con las obras y la vida. Por
Jesucristo, nuestro Señor.

4 RITO DE CONCLUSION
Consta de saludo, bendición sacerdotal, y de la despedida, con la que se disuelve la asamblea, para que
cada uno vuelva a sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo al Señor.

✞ ✞ ✞ Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos. R/ Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! R/ ¡Venga tu Reino!

Consagración a María
Termina esta oración consagrándote a María.
Acuérdate, ¡oh piadosísima, Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los
que han acudido a tu protección, implorando tu auxilio haya sido abandonado de Ti.
Animado con esta confianza, a Ti también yo acudo, y me atrevo a implorarte a pesar del
peso de mis pecados. ¡Oh Madre del Verbo!, no desatiendas mis súplicas, antes bien
acógelas benignamente. Amén

Oracion a San Miguel Arcángel.


San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y
acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde
súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido,
arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo
para la perdición de las almas. Amén

✞ ✞ ✞ Bendición
Se puede utilizar la bendición solemne de los Apóstoles.
Dios que os ha edificado sobre el cimiento de los apóstoles, por la intercesión gloriosa de
Santo Tomas, apóstol, os llene de sus bendiciones.
R. Amén.
Quien os ha enriquecido con la palabra y el ejemplo de los apóstoles os conceda su ayuda
para que seáis testigos de la verdad ante el mundo.
R. Amén.
Para que así obtengáis la heredad del reino eterno, por la intercesión de los apóstoles, por
cuya palabra os mantenéis firmes en la fe.
R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo ✠ y Espíritu Santo, descienda sobre


vosotros y os acompañe siempre.
R. Amén.
O bien.
Tenemos que agradecer a Santo Tomás porque, gracias a sus dudas y a sus preguntas,
nuestra fe queda fuertemente confirmada.
Que Dios les bendiga a ustedes, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
R/ Amén.
Podemos ir en paz. R/. Demos gracias a Dios.

✞ ✞ ✞ Abba Padre, gracias te doy por enseñarme a Cristo histórico. Y ahora, por tu gracia
y Espíritu Santo concédeme fortalecer la fe, para caminar con Cristo, por Cristo y en Cristo,
ya no histórico, sino Pan vivo bajado del cielo.
«Tú eres Cristo, el Hijo de Dios Vivo» Mt 16, 16

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