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Mémoires, identités, territoires
11 | 2014 :
Monstres et monstruosités dans les représentations esthétiques et sociales
Thématique
Monstres et monstruosités
La « máquina teratológica » en
el Facundo de Sarmiento
Una lectura biopolítica de la literatura argentina
ANDREA TORRANO
Résumés
Español English
Este artículo propone realizar una lectura biopolítica del Facundo (1845) en torno a la
monstruosidad de dos figuras : Facundo Quiroga y Juan Manuel de Rosas. Sarmiento
exhibe una tensión entre civilización y barbarie, que lejos de eliminar la barbarie, la
incluye como una « exclusión inclusiva ». El conflicto entre civilización y barbarie puede ser
interpretado a la luz de la llamada por Giorgio Agamben « máquina antropológica »,
productora de humanidad, y la que denominamos « máquina teratológica », productora de
cuerpos y subjetividades monstruosos. La operación narrativa de Sarmiento es representar
a Quiroga y Rosas como monstruos, en tanto reverso negativo de lo civilizado.
This article realizes a biopolitical interpretation about Facundo (1845) around the
monstrosity of two figures: Facundo Quiroga and Juan Manuel de Rosas. Sarmiento
exhibits a tension between civilization and barbarism; a tension, that far from eliminate
the barbarism, includes it as an « inclusive exclusion ». The conflict between civilization
and barbarism can be read at the light of, what Giorgio Agamben termed, the
« anthropological machine » –which produces humanity and of, what we called, the
« teratological machine » –which produces monstrous bodies and subjectivities.
Sarmiento’s narrative operation consists in showing Quiroga and Rosas as monsters, as the
negative reverse of the civilized.
Entrées d’index
Keywords : Facundo, Sarmiento, teratological machine, juridiconatural monster,
juridicomoral monster
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10/3/2015 La « máquina teratológica » en el Facundo de Sarmiento
Palabras claves : Facundo, Sarmiento, máquina teratológica, monstruo jurídico
biológico, monstruo jurídicomoral
Géographique : Argentina
Texte intégral
Civilización y barbarie, una exclusión
inclusiva
1 Facundo o civilización y barbarie (1845), es uno de los libros más
representativos de la literatura argentina del siglo XIX, cuya dicotomía
« civilización o barbarie » tuvo una influencia en la vida cultural y política de la
Argentina, desde su aparición hasta el presente. De modo tal que ésta se convirtió,
como expresa Maristela Svampa, en una « imagenmatriz » que recorre la
sociedad argentina bajo la forma de un enfrentamiento inconciliable (Svampa,
2006 : 911)1.
2 El Facundo fue escrito a modo de folletín y apareció por casi tres meses en el
diario El Progreso durante el exilio de Sarmiento en Santiago de Chile2. La obra
está dividida en tres partes : la primera se refiere al paisaje, la segunda traza la
biografía de Quiroga y la tercera teoriza sobre la organización política del país,
centrada en la figura de Juan Manuel de Rosas. De acuerdo con Noé Jitrik, esta
división responde a las exigencias intelectuales de la época, « donde cada una de
estas partes gira en torno a un gran tema : el del mundo, el del hombre y el de la
nación, que tienen su origen en la filosofía iluminista » (p. 9)3.
3 Tal como indica el título de texto4, Sarmiento se propone realizar una biografía
de Facundo Quiroga –meses antes había escrito una biografía del caudillo
mendocino Fray Félix Aldao y, al final de su vida, narra la biografía de su hijo,
Domingo Fidel Sarmiento5, la cual inscribe en el conflicto entre civilización y
barbarie. Pero no sólo se trata de una biografía, del retrato literario de un caudillo
provinciano, sino que refleja una compleja trama política que convulsionó a la
Argentina durante la segunda mitad del siglo XIX.
4 La fórmula civilización y barbarie generalmente ha sido leída como una disputa
entre dos términos con sentidos opuestos, civilización o barbarie, que implicarían
una exclusión mutua. Bajo esta matriz se han interpretado diversas categorías
que componen el contexto epocal en el que fue escrito el Facundo : la ciudad
contra la campaña6 (que es interpretada como la oposición entre Europa,
particularmente Francia e Inglaterra, y Latinoamérica, sumergida en la cultura
española) ; la cultura contra la naturaleza ; el progreso contra el atraso, que se
corresponde con las estructuras políticosociales, por un lado, el orden y la
legislación racional y, por otro, la anarquía y la arbitrariedad ; el primero
establecería la armonía de un mundo moral y del trabajo, mientras que en el
segundo, reina la violencia y la irracionalidad, como así también en las
subjetividades, el hombre civilizado, representado en la figura del General Paz y el
propio Sarmiento, y el bárbaro, los caudillos provinciales como Quiroga, Rosas,
Aldao.
5 La oposición « civilización o barbarie » permite a Sarmiento establecer un
sistema de interpretación de los conflictos que atravesaron la realidad argentina.
Pero, si nos centramos en el subtítulo del texto, podemos observar que la relación
entre los dos términos no es una disyunción sino la conjunción « y ». Sarmiento
considera que civilización y barbarie son dos vocablos contrapuestos, pero,
también ‒y aquí, estimamos, se localiza el núcleo central y la originalidad del
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Facundo que existe una implicancia mutua entre ambos términos, cuya tensión
recorre toda la obra. En tal sentido, como expresa Oscar Terán, « aquello que
caracteriza a la Argentina vista por Sarmiento, es precisamente el encuentro, la
interpenetración, la fricción entre ellas y no la existencia autónoma de la una sin
la otra » (Terán : 35).
6 Consideramos que esta tensión entre civilización y barbarie puede ser
interpretada a la luz de la noción de « exclusión inclusiva » propuesta por Giorgio
Agamben. Si bien Agamben utiliza esta expresión para hacer referencia a la « vida
desnuda » 7 como contraparte de la vida cualificada –distinción sobre la cual
también podría entenderse el contraste entre barbarie y civilización, nos interesa
particularmente porque no apunta a una simple exclusión, sino más bien a una
captura, una « forma extrema de la relación que incluye cualquier cosa a través de
su exclusión » (Agamben : 22).
7 La noción « exclusión inclusiva » señala un umbral, una « zona de
indistinción » que es central para comprender el par civilizaciónbarbarie, porque
la operación narrativa que realiza Sarmiento en el Facundo si bien parece excluir
la barbarie a favor de la civilización, introduce en su discurso a la barbarie al
punto de convertir su relato en una historia de la barbarie. En este sentido,
podemos decir que el discurso sarmientino señala, más que la exclusión de la
barbarie, un umbral de indiferencia entre inclusión y exclusión, donde la barbarie
es incluida a partir de su propia exclusión.
8 Esta exclusión inclusiva de la barbarie podemos encontrarla en los retratos de
los caudillos sobre los cuales se centra el discurso de Sarmiento. Por ejemplo,
cuando se refiere a Rosas como « legislador de esta civilización
tártara » (Sarmiento, 2005 : 95) y en la descripción que realiza de Quiroga, sobre
quien expresa que al establecerse en Buenos Aires « su conducta es mesurada ; su
aire, noble e imponente, no obstante que lleva chaqueta, el poncho terciado y la
barba y el pelo enormemente abultado » (Ibid. : 213).
9 También podemos hallarla en la caracterización que realiza de las ciudades,
centros de la civilización, pero que se asemejan a las campañas : Buenos Aires bajo
la tiranía de Rosas (Ibid. : 125126), Córdoba por su espíritu colonial (Ibid. : 117
119) y Mendoza, « la Barcelona del interior », que se hundió en la barbarie
(Ibid. : 179).
10 Asimismo es posible observar esta exclusión inclusiva en la cita en francés con
la cual comienza el Facundo, « On ne tue point les idées », que traduce como « A
los hombres se degüella ; a las ideas, no » (Ibid. : 11), pero cuya traducción literal
es « las ideas no se matan ». Sobre este punto expresa Ricardo Piglia que « en el
momento en que la cultura sostiene los emblemas de la civilización frente a la
ignorancia, la barbarie corroe el gesto erudito (…), en Sarmiento, de hecho, estos
barbarismos proliferan » (Piglia, 1980 : 17)8 . Además, debemos señalar que al
emplear el término « degüella » americaniza la cita9. Esta utilización de la lengua
civilizada y la lengua gaucha refleja el umbral entre dos mundos desde donde
escribe Sarmiento. Como advierte Julio Ramos, para Sarmiento « escribir era
mediar entre la civilización y la barbarie » (Ramos : 26) ; entre la oralidad y la
escritura, entre América y Europa, entre la modernidad y la tradición ; allí, en ese
entre es donde debe ubicarse el Facundo.
11 De este modo, lo civilizado y lo bárbaro aparecen entrelazados ; produciendo
contradicciones al interior del discurso sarmientino. La exclusión inclusiva
expresa ese umbral en el cual la barbarie y la civilización parecen encontrarse en
una tensión que mantiene la oposición de ambos términos, pero que, al mismo
tiempo, no permite desligarlos. Es por ello que para desterrar la barbarie
Sarmiento se ve obligado a escribir sobre ella, para clamar por la civilización es
necesario incorporar en su discurso a la barbarie. Según él mismo expresa está
« condenado a escribir » tantos horrores para la defensa de la civilización
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(Sarmiento : 181).
12 De acuerdo con Elías Palti, Sarmiento se encuentra frente a una paradoja en el
interior del historicismo romántico, ya que, desde esta perspectiva la síntesis en el
desarrollo histórico sólo puede gestarse del lado civilizado de la antinomia,
porque la barbarie es la negación de la historia, y por ello, puede presentar
obstáculos a la civilización pero nunca convertirse en principio activo. No
obstante, en el Río de la Plata, la síntesis se producirá desde el lado bárbaro de la
antinomia. Esto es lo que Sarmiento se propone revelar : cómo fue que la barbarie,
aquello que es la pura negación de la historia, adquirirá, sin embargo, carácter
histórico obteniendo, además, entidad política (Palti : 5758).
13 Sarmiento no presenta una mera reprobación de la barbarie, su gesto es más
bien entender la barbarie. Siguiendo a Julio Ramos, podemos decir que la
operación narrativa del Facundo es
llenar vacíos : poblar desiertos, construir ciudades, navegar los ríos. La
imagen del transporte, a lo largo del Facundo, es privilegiada : condensa el
proyecto de someter la heterogeneidad americana al orden del
discurso. (Ramos : 1920)
14 De modo tal, que para llenar este vacío Sarmiento se debe transportar a otro
mundo, debe dar cuenta a través de la escritura del saber del otro, que la
cientificidad y los documentos oficiales de la época no podían representar. Pero, y
aquí radica el punto nodal de la lectura biopolítica del texto que proponemos,
llenar el vacío significa también producir al otro, al bárbaro, en tanto interior
externalizado. Como veremos, el bárbaro no es concebido como pura externalidad,
sino que se encuentra dentro del territorio, de la sociedad. El bárbaro no es el
extranjero, como lo entendían los griegos, un ser no dotado de logos, se trata más
bien de un « enemigo interno », un monstruo, un individuo que representa una
amenaza para la población civilizada que se debía promover y defender.
Quiroga y Rosas, dos figuras
monstruosas
15 Una de las manifestaciones de la barbarie puede encontrarse en las
descripciones que Sarmiento realiza de los caudillos Quiroga y Rosas, sobre
quienes dedica gran parte del Facundo. En Quiroga y Rosas –caudillos de La
Rioja y de Buenos Aires, respectivamente se halla encarnado, aunque –como
veremos de manera diversa, el poder de la barbarie. Frente a ellos, Sarmiento se
presenta como exponente de la civilización, asediado por los males que la barbarie
representa10. Así, las configuraciones de la barbarie y la civilización se despliegan
en el discurso sarmientino en una oposición que las implica mutuamente.
16 En este apartado nos proponemos mostrar cómo en el Facundo la barbarie y la
civilización pueden ser leídas a través de dos máquinas que operan de manera
antagónica, pero, al mismo tiempo, de forma complementaria : por un lado, la
« máquina antropológica », que produce al hombre, y, por otro, lo que
denominamos « máquina teratológica », que fabrica al monstruo. Como veremos,
estas máquinas funcionan como correlato de la matriz civilizaciónbarbarie
esbozada anteriormente, ellas nos permitirán aludir a la operación de escritura
que realiza Sarmiento sobre los cuerpos y las subjetividades de Quiroga y de
Rosas.
17 Tomamos la expresión « máquina antropológica » de Agamben, que designa el
mecanismo encargado de producir lo humano a partir de la oposición entre el
hombre y el animal. La alusión al término máquina pone de relieve que no hay un
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origen, un fundamento último, en donde se hallaría algo así como una sustancia
de lo humano, más bien lo que habría es producción de humanidad. La máquina
antropológica, que funciona desde la antigüedad hasta nuestros días, es una
máquina que fabrica lo humano produciendo diferencias y delimitando cesuras
que son siempre móviles (Cf., Agamben, 2006 : 6976)11.
18 De acuerdo con Agamben, es posible identificar dos modalidades de la máquina
antropológica, la de los antiguos, que operaba « humanizando lo animal », es
decir, el hombre para ser tal debía reconocerse en lo no humano, debía observar en
el animal los rasgos humanos (Ibid. : 3334). Y, la máquina de los modernos, que,
contrariamente, funciona « animalizando lo humano », aislando lo animal en el
hombre y excluyendo de sí como no (todavía) humano un ya humano (Ibid. : 42).
La operación de ambas máquinas es exactamente simétrico : en la máquina de los
antiguos el adentro se obtiene mediante la inclusión de un afuera, el nohombre a
través de la humanización del animal, en la máquina de los modernos el afuera se
produce mediante la exclusión de un adentro, lo inhumano a través de la
animalización del hombre.
19 Más allá de las diferencias en el funcionamiento de esta máquina, lo que nos
interesa destacar es que ambas versiones son artificios que producen una cesura
en el interior del hombre donde se fabrica la humanidad a partir de una exclusión
(que es una captura) y una inclusión (que es un rechazo). La particularidad que
presenta la máquina antropológica es que presupone lo humano y mediante la
exclusión de la animalidad que, no obstante, incluye, es que produce la
humanidad en el hombre.
20 De este modo, podemos observar que la noción « exclusión inclusiva » también
adquiere centralidad en la concepción del funcionamiento de la máquina
antropológica. Esta máquina nos demuestra que no hay ninguna esencia que
pueda definirse como humana, por el contrario, el hombre para erigirse como tal
debe ser pensado como separado de algo no humano. Dicha separación entre el
« hombre » y lo no humano es una operación metafísicopolítica, se trata de una
decisión soberana a partir de la cual el hombre es producido y, al mismo tiempo,
se produce lo no humano12.
21 En este sentido consideramos que se debe oponer, como reverso
complementario de la máquina antropológica, lo que denominamos « máquina
teratológica », un dispositivo que produce monstruosidad (Cf., Torrano : 2012).
Por monstruosidad entendemos a aquellos cuerpos y subjetividades que se
enfrentan a lo que se define como los rasgos característicos del « hombre » ; es
decir, que se oponen a lo que se concibe como un cuerpo « propiamente
humano » o a una subjetividad depositaria de « humanidad ».
22 Estos cuerpos y subjetividades que son considerados monstruosos debido a la
valoración negativa de la cual son portadores. Tal como expresa Georges
Canguilhem, « el monstruo no es solamente un viviente de valor disminuido, es
un viviente cuyo valor es repeler […] es la monstruosidad y no la muerte lo que es
un contravalor vital » (Canguilhem, 1976 : 202203). En este sentido, la
distancia, o excepcionalidad, que presentan ciertos cuerpos y subjetividades en
relación a aquellas consideradas « humanas », lleva a considerarlas como reverso
negativo de lo humano.
23 Aunque, como señala Gabriel Giorgi, el monstruo no debe ser entendido « como
exterior y pura alteridad respecto del hombre, sino más bien un ‘interior
externalizado’ de lo humano » (Giorgi, 2009 : 325), generalmente es considerado
en completa oposición al hombre. Pero, si bien el monstruo es excluido para, de
este modo, justificar su rechazo ; debemos advertir que el monstruo no es el mero
reverso del hombre sino que se encuentran en una relación coconstitutiva.
24 La máquina antropológica junto con su complementaria máquina teratológica,
producen simultáneamente lo humano y lo monstruoso, es decir, sobre un
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continuum biológico se establece un corte entre una vida humana y una vida
monstruosa. Esta distinción entre lo humano y lo monstruoso es posible sólo a
partir de una decisión soberana que determina quién es un hombre y quién un
monstruo, y, en el momento que señala tal demarcación, le adjudica una
identidad a la que estará sujeta.
25 A partir de lo anterior podemos decir que las máquinas productoras de
humanidad y monstruosidad pueden encontrarse operando en el discurso de
Sarmiento, en la tensión entre civilización y barbarie. En el Facundo, la oposición
entre lo humano y lo monstruoso es representada en la distinción entre vida
civilizada y vida bárbara, entre una vida que debe ser fomentada para el progreso
del país y una vida que debe ser eliminada porque produce atraso13.
26 La estrategia argumentativa de Sarmiento es exhibir la barbarie, poner en
escena las atrocidades de la barbarie, para erigirse en defensor de la civilización.
Esta operación lo obliga a referirse más a la barbarie que a la propia civilización
que pretende resguardar, al punto tal que busca la barbarie que se esconde tras la
superficie de la civilización. Como él mismo manifiesta « si solventáis un poco las
solapas del frac con que el argentino se disfraza ; hallaréis siempre el gaucho más
o menos civilizado, pero siempre el gaucho » (Sarmiento : 178). De este modo, la
barbarie funciona como un refuerzo negativo de la civilización, sólo a través de los
horrores de la barbarie es que se hace posible sustentar los valores de la
civilización.
27 En efecto, si bien la máquina antropológica funciona en complicidad con la
máquina teratológica, veremos que en el discurso sarmientino opera la máquina
teratológica sobre la figura de Quiroga y Rosas, para dejar a la máquina
antropológica como productora de la eclipsada civilización. Para Sarmiento estos
caudillos encarnan la barbarie, el atraso, la violencia ; desde nuestra lectura,
podemos decir, que son representados como monstruos. Aunque ambos
personajes son producidos por la máquina teratológica, no obstante se trata de
dos monstruosidades diversas.
28 Si partimos de la distinción que realiza Michel Foucault entre el monstruo
jurídico biológico, que es una contradicción de la naturaleza, y el monstruo
jurídico moral, donde la monstruosidad no se reconoce ya en lo biológico, sino en
el comportamiento14, podemos decir que, en términos generales, Quiroga es más
bien identificado con el monstruo jurídicobiológico, mientras que Rosas con el
monstruo jurídicomoral. En el primer caso se trata de una monstruosidad en
tanto combinación de reinos, y, en el segundo, de una desviación.
29 Sarmiento describe a Quiroga como representante de los atributos de la
« barbarie primitiva » (Sarmiento : 96) en tanto hombre de la naturaleza que no
ha aprendido a dominar sus pasiones y caudillo provinciano que no reconoce ni
ley ni justicia. En su difundido apodo « el Tigre de los Llanos », cree encontrar la
relación existente « entre las formas exteriores y las disposiciones morales, entre
la fisonomía del hombre y de algunos animales » (Ibid. : 87), debido a su vigor y
su fuerza.
30 En la biografía de Quiroga, Sarmiento recurre frecuentemente a analogías con la
naturaleza ; de este modo, el caudillo riojano es configurado en oposición a la
cultura. La barbarie de Quiroga es identificada de manera total con lo natural :
su cara, un poco ovalada, estaba hundida en medio de un bosque de pelo, a
que correspondía una barba igualmente espesa (…) sus ojos negros, llenos
de fuego y sombreados por pobladas cejas, causaban una sensación
involuntaria de terror en aquellos sobre quienes, alguna vez, llegaban a
fijarse (…). La estructura de su cabeza revelaba, sin embargo, bajo esta
cubierta selvática, la organización privilegiada de los hombres nacidos para
mandar. (Ibid. : 8788)
31 En este pasaje, como en otros del Facundo, las descripciones que Sarmiento
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hace de la fisonomía de Quiroga, lo revelan como una encarnación de la
naturaleza. El cuerpo de Quiroga se presenta como monstruoso, una mezcla de
animal y humano, lo cual lleva a denominarlo « hombre bestia » (Ibid. : 96).
32 Pero no sólo sus rasgos físicos sino también su temperamento conducen a
Sarmiento a compararlo con lo natural : « es el hombre de la Naturaleza que no ha
aprendido aún a contener o a disfrazar sus pasiones, que las muestra en toda su
energía, entregándose a toda su impetuosidad » (Ibid. : 96), « su cólera era la de
las fieras » (Ibid.). Sarmiento destaca que Quiroga se encuentra poseído por el
instinto, por la pasión, actúa por impulso, carece de cálculo racional, lo cual
contribuye a la animalización de su figura.
33 Los rasgos de monstruosidad que presenta Quiroga, también se expresan en la
descripción que Sarmiento realiza como un hombre en estado de naturaleza, al
margen de la sociedad civil.
La vida a caballo, la vida de emociones fuertes, han acerado su espíritu y
endurecido su corazón ; tiene odio invencible, instintivo, contra las leyes que
lo han perseguido, contra los jueces que lo han condenado, contra toda esa
sociedad y esa organización a que se ha sustraído desde la infancia y que lo
mira con prevención y menosprecio. (Ibid.)
34 De acuerdo con Sarmiento, Quiroga desprecia todo orden social, se encuentra
excluido de las instituciones y valores sociales. Por eso, cuando conquistaba una
ciudad, no presentaba ninguna gestión de gobierno, no instituía ninguna
organización social o poder político.
Quiroga, en su larga carrera, en los diversos pueblos que ha conquistado,
jamás se ha encargado del gobierno organizado, que abandonaba siempre a
otros. (…) Facundo, genio bárbaro se apodera de su país ; las tradiciones de
gobierno desaparecen, las formas se degradan, las leyes son un juguete en
manos torpes ; y en medio de esta destrucción efectuada por las pisadas de
los caballos, nada se sustituye, nada se establece. (Ibid. : 107)
El nombre de Facundo llenaba el vacío de las leyes ; la libertad y el espíritu
de ciudad habían dejado de existir. (Ibid. : 205)
35 La barbarie de Quiroga consiste entonces en su fisonomía bestial, su
temperamento impulsivo y su vida presocial. Estas características hacen que
Sarmiento lo defina como « un tipo de barbarie primitiva ». En este sentido
podemos afirmar que la máquina teratológica que opera en el discurso
sarmientino configura el cuerpo y la vida de Quiroga como un monstruo jurídico
biológico. Quiroga es un « hombre bestial », una mezcla de reinos, de humanidad
y animalidad.
36 En oposición a Quiroga, Sarmiento describe a Rosas quien no presenta una
fisonomía animal, por el contrario, es distinguido, de ojos azules y pelo claro.
Rosas no es un individuo que no puede controlar sus pasiones, más bien « no se
enfurece nunca ; calcula en la quietud y en el recogimiento de su gabinete, y desde
allí salen las órdenes a sus sicarios » (Ibid. : 189). Rosas es cruel y sanguinario, es
un hombre que, guiado por el cálculo, persigue su pasión : « la sed de sangre
humana y la del despotismo » (Ibid. : 200)15.
37 Sarmiento denomina a Rosas « el monstruo de la Pampa » (Ibid. : 202), un
« monstruo sediento de sangre y de crímenes » (Ibid. : 263), que erige sobre la
ciudad un « Gobierno monstruoso » (Ibid. : 255). En palabras de Sarmiento,
(…) desde 1833 ha tenido en tortura a la ciudad, fatigándola, angustiándola,
desesperándola, hasta que le ha arrancado, al fin, entre sollozos y gemidos, la
Suma del Poder Público ; porque Rosas no se ha contentado, esta vez, con
exigir la dictadura, las facultades extraordinarias, etc. No ; lo que pide es lo
que la frase expresa : tradiciones, costumbres, formas, garantías, leyes,
culto, ideas, conciencia, vidas, haciendas, preocupaciones. (Ibid. : 228)
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38 Para Sarmiento, Rosas es un « tirano semibárbaro » (Ibid. : 270) : tirano porque
rompe el pacto social reuniendo para sí la suma del poder público y semibárbaro
porque representa los resabios de la barbarie convertidos ahora en sistema de
gobierno. Además, es el « gaucho propietario » (Ibid. : 66), que trae a la ciudad los
vicios de la campaña y no reconoce al pueblo, sino que considera a la población
como su propiedad :
la cinta colorada que clava a cada hombre, mujer o niño, es la marca con que
el propietario reconoce a su ganado, el degüello a cuchillo, erigido en medio
de ejecución pública, viene de la costumbre de degollar las reses (…) la
Mazorca, las matanzas ordenadas, son otros tantos medios de domar la
ciudad. (Ibid. : 239)
39 La diviza punzó –cinta de color rojo vivo, insignia política de los federales
rosistas, por decreto del gobernador de Buenos Aires se volvió de uso obligatorio
para toda la población de la provincia16. Este distintivo que, de acuerdo con la
disposición del gobierno, permitía distinguir aliados de traidores es, para
Sarmiento, el reflejo del accionar del patrón de estancia que marca a sus reses para
identificar aquello que es de su propiedad. Al mismo tiempo, el color rojo de la
divisa permite señalar una contigüidad entre ésta y la sangre, cuya manifestación
más acabada es la Mazorca, una organización parapolicial dependiente de la
Sociedad Popular Restauradora, que se encargaba de torturar o incluso asesinar a
quien era considerado traidor de la causa rosista17.
40 De acuerdo con esto, podemos decir que Rosas es un monstruo jurídicomoral,
un criminal político, quien tras haber suscripto al pacto social lo rompe
imponiendo su propio interés por sobre el de la sociedad, « el crimen es
esencialmente del orden del abuso del poder » (Foucault : 94). Rosas es un tirano,
quien se ubica por encima del pacto y que, a diferencia de Quiroga, no está al
margen de la ley y la justicia, más bien impone su ley, como « Restaurador de la
Leyes », y su justicia, la « Mazorca ».
41 Como podemos observar, la máquina teratológica que opera en el Facundo de
Sarmiento, presentan a Quiroga y a Rosas como dos figuras monstruosas.
Mientras en el primero su monstruosidad se manifiesta en su combinación de
reinos, como hombre bestial, en el segundo, en su conducta sanguinaria. Ambos
monstruos tienen en común el hecho de inspirar terror, pero se trata de dos
terrores distintos : en Quiroga surge de su ferocidad, contrariamente, en Rosas, el
terror es la forma de gobierno.
De acuerdo con Sarmiento, Quiroga
(…) incapaz de hacerse admirar o estimar, gustaba de ser temido […] hasta
el punto de arreglar todas las acciones de su vida a producir el terror en
torno suyo […]. En la incapacidad de manejar los resortes del gobierno civil,
ponía el terror como expediente para suplir el patriotismo y la abnegación ;
ignorante, rodeábase de misterios, y haciéndose impenetrable […], fingía
una presciencia de los acontecimientos. (Ibid. : 9697)
42 A diferencia de Rosas, expresa Sarmiento, « Facundo no es cruel, no es
sanguinario ; es el bárbaro, no más, que no sabe contener sus pasiones, y que, una
vez irritadas, no conocen freno ni medida » (Ibid. : 188). Por el contrario, Rosas
hace del terror una « invención gubernamentativa para ahogar toda conciencia,
todo espíritu de ciudad, y forzar, al fin, a los hombres a reconocer como cabeza
pensadora, el pie que les oprime la garganta » (Ibid. : 189).
43 En efecto, mientras que Quiroga sólo es cruel cuando es conducido por la
pasión, Rosas utiliza el terror para realzar su figura. Lo que en Quiroga era « sólo
instinto, iniciación, tendencia convirtiose en Rosas en un sistema, efecto,
fin » (Ibid. : 13). Asimismo, destaca Sarmiento, « Facundo respetaba menos la
propiedad que la vida. Rosas ha perseguido a los ladrones de ganado con igual
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obstinación que a los unitarios » (Ibid. : 239). Rosas respeta la propiedad donde
Quiroga la violaba, pero donde éste no instituía nada, Rosas logra la unificación
del país.
44 El régimen rosista no sólo es resultado del terror, sino que también se funda
sobre el consenso. Este hecho es resaltado por Sarmiento « nunca hubo gobierno
más popular, más deseado ni más bien sostenido por la opinión » (Ibid. : 229). No
obstante, enfatiza al finalizar el Facundo, el mismo Rosas destruirá los resabios
que quedan de la barbarie ya que se habría convertido en un « poderoso
instrumento de la Providencia » (Ibid. : 268), ya que produce, a su pesar, la unión
del pueblo en su odio contra el tirano.
Conclusión
45 En el Facundo, Sarmiento realiza una operación narrativa que más que oponer
la civilización a la barbarie, inscribe esta tensión en una « exclusión inclusiva »,
donde la barbarie es incluida a partir de su exclusión.
46 La barbarie aparece representada en las figuras de los caudillos Quiroga y
Rosas, quienes mediante la operación de la máquina teratológica son producidos
como monstruos. Si bien ambos encarnan los rasgos de la barbarie, Sarmiento
señala una diferencia entre la barbarie de Quiroga, a la que llama « primitiva », y
de la de Rosas, a la que denomina « semibárbara ». Esta distinción puede
interpretarse bajo la distinción entre el monstruo jurídico biológico y el monstruo
político. En el primero la monstruosidad se encontraría en la mezcla de reinos :
Quiroga es un « hombre bestia », una mixtura entre hombre y animal. En el
monstruo político, la monstruosidad se hallaría en el comportamiento : Rosas es
un tirano que se ubica fuera del pacto social y no reconoce más que su propia ley.
Bibliographie
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Notes
1 De acuerdo con Maristella Svampa, la imagen « Civilización o Barbarie » es una metáfora
recurrente del lenguaje político a partir de la cual se pueden sintetizar diversas oposiciones
de la política argentina : Unitarios/Federales, Centro/Interior, Causa/Régimen,
Peronismo/Antiperonismo, Pueblo/Oligarquía, Patria/Imperialismo.
2 El primer exilio de Sarmiento en Chile fue entre los años 1831 y 1836, como consecuencia
por su adhesión a la política unitaria. A su regreso a la Argentina, se vincula con los jóvenes
románticos de la generación del ’37 y edita su periódico El Zonda. En 1840 debe exiliarse
nuevamente a Chile debido a su enfrentamiento con Juan Manuel de Rosas, donde
permanecerá durante casi siete años. Allí escribe el memorable Facundo, entre otros textos,
y colabora con el ministro de gobierno Manuel Montt.
3 Es necesario señalar que el Facundo se presenta como un texto difícil de encasillar en los
géneros literarios que rigieron por esa época el pensamiento intelectual en Argentina.
Algunos críticos lo ubican cercano al iluminismo, mientras que otros lo consideran una
novela del historicismo romántico. Para un análisis del Facundo en clave romántica y en
conflicto con el iluminismo (Cf., Halperin Dongui, 1996) ; para un desarrollo del
iluminismo en el pensamiento argentino (Cf., Chávez, 1982).
4 El primer título de la obra fue Civilización y barbarie en las pampas argentinas y, como
subtítulo, Vida de Juan Facundo Quiroga. Pero en las siguientes ediciones se invierten los
términos y pasa a la posteridad como Facundo. Tanto en la segunda edición (1851) como en
la tercera (1868), la obra no presentó mayores alteraciones, a excepción de la eliminación
de la Introducción y de los últimos dos capítulos (Cf., Azzarini, 1939).
5 Para una relación entre el género biográfico y la monstruosidad en Sarmiento (Cf.,
Fontana, 2011).
6 De acuerdo con Sarmiento, el conflicto social debe interpretarse en la oposición entre la
campaña y la ciudad, y no entre clases o grupos. Esta consideración tiene su origen en la
importancia que adjudica al paisaje como determinante para el desarrollo social y cultural,
lo cual se ve reflejado en los primeros capítulos del Facundo. Sarmiento encuentra como
fuente de inspiración de esta oposición las novelas de James Fenimore Cooper, autor de El
último de los mohicanos (1826) y La Pradera (1827), donde se relata la lucha entre los
indios « pieles rojas » que ocupaban el Centro y el Oeste norteamericano y los
conquistadores blancos del Este. Para una lectura del orientalismo y exotismo romántico en
el Facundo de Sarmiento (Cf., Altamirano, 1997).
7 La vida desnuda es entendida no como « simple vida natural, sino la vida expuesta a la
muerte (la vida desnuda o vida sagrada) es el elemento político originario » (Agamben,
1998 : 114. Cursivas del autor). La vida desnuda es una producción política o, para
expresarlo en otros términos, la contraparte del poder soberano. Se trata de una vida en la
cual tanto el reconocimiento como la protección jurídica son suspendidos y queda
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10/3/2015 La « máquina teratológica » en el Facundo de Sarmiento
abandonada a la violencia extranormativa. Esto es, si bien la vida se relaciona con la ley –
ya que es producida por la suspensión del derecho también se encuentra fuera de la ley y a
merced del poder soberano –porque, justamente, en el estado de excepción la ley no se
aplica.
8 Piglia también advierte que esta cita es apócrifa, Sarmiento se la adjudica Fortoul, pero,
según Groussac, corresponde a Volney, mientras que para Verdevoye, pertenece a Diderot
(Piglia, p. 17). El propio Sarmiento se excusa ante los lectores por las imprecisiones
esgrimidas en el Facundo debido a la urgencia con la que se vio obligado a escribirlo (Cf.,
Sarmiento, 2005 : 1112).
9 Si bien tanto Terán como Piglia manifiestan que Sarmiento « nacionaliza » la cita, no
obstante, consideramos más apropiada la expresión « americaniza », ya que, la idea de
« nacionalidad » fue ambigua en Argentina hasta 1850. En tal sentido, las luchas por la
independencia fueron planteadas como un enfrentamiento entre españolesamericanos y
españoleseuropeos, es decir, no se trataba tanto de una lucha nacional como de un
enfrentamiento entre principios opuestos. Por lo cual la elaboración historiográfica a partir
del concepto de nacionalidad resulta inviable para la época en la que Sarmiento escribe el
Facundo (Cf., Palti, 1996 : 48).
10 Los textos Mi Defensa de 1843, escrito a modo de folletín, y Recuerdos de Provincia de
1850, una autobiografía, pueden ser tomados como las manifestaciones más acabadas de la
obra de Sarmiento donde el autor se ubica como representante de la civilización.
11 El objetivo de Agamben en Lo abierto. El hombre y el animal, es develar el
funcionamiento de la máquina antropológica para desactivarla, para volverla inoperante.
12 Con « decisión soberana », Agamben se remonta al decisionismo de Carl Schmitt, para
quien el soberano se arroga de manera exclusiva la decisión sobre el estado de excepción,
tiene el monopolio de la decisión sobre la suspensión del orden jurídico vigente en función
de mantener su propia conservación. Para Agamben, esta decisión es la base para
comprender la biopolítica, en la cual se articula gestión de la vida –biopolítica y gestión de
muerte –tanatopolítica. En tal sentido, la decisión soberana que presenta Agamben es más
amplia que la que postuló el jurista alemán, para Agamben esta decisión puede ser
esgrimida no sólo por quien se encuentra en la posición de soberano sino también por el
médico, el policía, etc. La particularidad que presenta la concepción de la biopolítica de
Agamben, a diferencia de su predecesor Foucault, es que para aquél la biopolítica no puede
ser comprendida sin la soberanía. Esta articulación entre discurso de la soberanía y de la
biopolítica es objeto de Homo sacer. Poder soberano y vida desnuda.
13 Como señala Tulio Halperín Donghi, para Sarmiento « la civilización es algo tan preciso
y terreno como la barbarie. No es primordialmente una idea ni un programa ; es también
ella un modo de vida » (Halperín Donghi, p. 24). La oposición entre vida bárbara y vida
civilizada también puede encontrarse en los escritos posteriores de Sarmiento, cuando se
ocupa del problema de la población, es decir, qué población debe ser estimulada y qué
población debe ser excluida. Especialmente esto se ve reflejado en Conflicto y armonía de
las razas en América.
14 En el curso Los Anormales, Foucault se refiere al monstruo como un antecedente del
anormal. Allí señala que hasta el siglo XVIII la monstruosidad era considerada jurídico
biológica, las figuras privilegiadas eran en la Edad Media el hombre bestial, en la Edad
Clásica los hermanos siameses y en el Renacimiento los hermafroditas. Pero junto a la
Revolución francesa se produce un cambio en la consideración de la monstruosidad y ésta
es entendida como jurídicomoral, cuya primera manifestación es la monstruosidad
política que aparecerá representada, por un lado, en la tiranía y por otro, en el pueblo
sublevado. Posteriormente, a lo largo del siglo XIX, la criminalidad será considerada un
tipo de desviación con un transfondo monstruoso. Así, poco a poco, se abandona la idea del
monstruo por la de anormal, que sería un monstruo trivializado (Cf., Foucault, pp. 5174).
15 Para una interpretación de Rosas en relación a la sangre y al vampirismo (Cf., Ferro,
2008).
16 La Divisa Punzó fue un distintivo político que utilizaban los federales obligatoriamente,
también es llamada Cintillo federal, fue utilizada entre 1832 y 1850 fue impuesta por Juan
Manuel de Rosas en Buenos Aires. Los que no utilizaban la divisa punzó podían ser
torturados, exiliado o ejecutado ya que eran considerados traidores unitarios.
17 La Mazorca se ocupaba de controlar a la población y someter a quien era considerados
opositores al régimen rosista. A causa de su carácter opresor –especialmente a fines de la
década del 30 sus enemigos la denominaban « máshorca », aludiendo así a uno de sus
métodos que más utilizaban.
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http://amerika.revues.org/5642 11/12
10/3/2015 La « máquina teratológica » en el Facundo de Sarmiento
Référence électronique
Andrea Torrano, « La « máquina teratológica » en el Facundo de Sarmiento », Amerika
[En ligne], 11 | 2014, mis en ligne le 25 décembre 2014, consulté le 10 mars 2015. URL :
http://amerika.revues.org/5642 ; DOI : 10.4000/amerika.5642
Auteur
Andrea Torrano
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