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CONCEPTO DE TIEMPO SUS CATEGORIAS PRINCIPALES.

Ritmos Posiciones
Orientación Duración Velocidad Medición
Temporales Relativas

Secuencia Presente Sucesión Variabilidad Lentitud Segundo


Minuto

Regularidad Pasado Hora


Permanencia Día
Eternidad Mes
Año
Futuro Simultaniedad Siglo
Rapidez Milenio
Era
La noción de tiempo en el niño
La aprehensión del tiempo por parte del niño al ingresar a la escuela
Producto de algunas de las características psicológicas del niño en sus primeros años
escolares (6 a 9 años), tales como el egocentrismo y el sincretismo, la noción de tiempo
se presenta muy confusa. El niño no está en posibilidad aún de comprender la
temporalidad histórica como tampoco de ordenar cronológicamente los hechos de su
propia vida.
El problema del desarrollo de la noción de tiempo ha sido en general poco estudiado por
psicólogos o educadores. Es Jean Piaget, una vez más, quien ha hecho los mayores
aportes al respecto. Por tal razón, los planteamientos que se presentan en este material,
en gran parte le pertenecen. Según Piaget, al niño le es muy difícil pensar que el mundo
existía antes que él. La extensión del tiempo se confunde con la extensión de su propia
existencia. Por otra parte, la idea de un mundo que continúa más allá de la propia vida le
es completamente inaccesible. Esta noción sólo se adquiere cuando es adulto.
Nociones tales como "antes", "después", solo se forman a través de numerosas
experiencias y éstas deben darse en relación con la propia vida del niño: "antes de ir a la
escuela", "después de mi cumpleaños", son formas de iniciar a nuestros pequeños
alumnos en la aprehensión del tiempo.
El egocentrismo reflejado en lo anterior se expresa también cuando se trata de
establecer duraciones. Los puntos de referencia que permiten al niño percibir el tiempo
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son hitos primeramente de índole personal. Los puntos de referencia aparecen con el
reconocimiento de los hechos en relación a su fecha. Su adquisición es muy posterior y
es indispensable para ello un desarrollo adecuado por parte de la escuela.
El sincretismo es una de las características de la forma de percibir que tiene el niño en
esta labor y le impide discernir entre las diferentes categorías o dimensiones del tiempo,
tales como la orientación en el tiempo, la posición relativa de los momentos entre sí, la
duración, la velocidad, la medición de tiempo. La mente del niño no tiene aún la
organización que le permita aprehender estas diferentes categorías temporales y, en
consecuencia, es necesario crear situaciones de aprendizaje en que los niños tengan
experiencias personales conducentes a una adecuada comprensión de las categorías del
tiempo.
Para que esto ocurra, como ya se ha dicho, debe recurrirse a la experiencia personal del
niño. Así podrá percatarse con facilidad, por ejemplo de la duración si se le da
oportunidad reiterada de vivirla y percibirla.
Etapas en la aprehensión del tiempo
La aprehensión del tiempo se verifica en el niño en tres etapas o estadios; el estadio del
tiempo vivido, el estadio del tiempo percibido y el estadio del tiempo concebido.
• El tiempo vivido:
El niño pequeño vive el tiempo a través de sus juegos, su cansancio, la espera de su
comida, de un dulce, del recreo, etc. Le es difícil asimilar las categorías temporales; no
le es posible distinguir por ejemplo, entre dos hechos sucesivos y dos hechos
simultáneos, es decir, la secuencialidad y la simultaneidad producidas en el tiempo
Es tarea de la educación llevarlo a una aprehensión más elaborada del tiempo,
proporcionarle situaciones de modo que tenga experiencias que le faciliten discernir
entre las diferentes categorías temporales, de modo que pase del tiempo vivido al
tiempo percibido.
• El tiempo percibido:
El transcurso del tiempo es percibido mediante la observación de cambios en el entorno
natural o a través de aparatos de medir su marcha. Por ejemplo, la observación del
transcurso del tiempo. La percepción de su propio tiempo de vida preparará al niño para
ir lentamente, en etapas posteriores, percibiendo el tiempo histórico.
• El tiempo concebido:
En esta etapa el tiempo es comprendido, es decir se desarrolla un tiempo intelectual de
mayor complejidad que permite saber su transcurso. Corresponde a la etapa en que el
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tiempo es captado por el espíritu y va más allá de la relación matemática entre los
movimientos de los cuerpos (la tierra principalmente) y el transcurso del tiempo. Es,
pues, el tiempo concebido intelectualmente.
La labor del profesor consiste en guiar a su alumno para que, partiendo de su tiempo
vivido, pase a la percepción del tiempo y luego a la concepción del mismo. Esta no es
una tarea fácil; pero en la medida en que se haga, estaremos ayudando a nuestros
estudiantes a conocer mejor el mundo en que viven y crearemos una base apropiada
para un buen aprendizaje posterior de la historia.
El egocentrismo y el sincretismo característicos de las primeras etapa del desarrollo del
niño, se dejan ver también en su percepción el tiempo. El niño no ha habilitado
intelectualmente, debido a que todavía no le corresponde acceder a las etapas mentales
que posibilitan el desarrollo del proceso de abstracción, las categorías indispensables
para organizar linealmente su tiempo vivido, de acuerdo con la percepción de nuestras
cultura. El sincretismo le impide aprehender el tiempo en forma independiente de sus
hechos de vida y su experiencia personal.
El profesor, debe, paulatinamente, conducir el proceso de enseñanza-aprendizaje de tal
modo que se produzca, primero, la descentración del niño, es decir ayudarlo a dejar de
sentirse el centro de todas las cosas. El niño debe establecer relaciones entre su propio
ritmo temporal y el de los sujetos y objetos circundantes. Debe ayudársele a reconocer
que la repetición de las cosas puede verificarse muy bien fuera de toda relación con su
propia existencia.
Además, de la descentración, es necesario producir la extensión del concepto de tiempo,
es decir llevar a extender el pasado y el futuro tan lejos como sea posible, esto
dependerá obviamente de la edad del niño. Para el niño de los primeros años de la
educación básica será más fácil ubicar acontecimientos pasados muy recientes que
aquellos que mantengan una mayor lejanía con su presente.
La capacidad para distinguir los hechos vividos por los padres en la infancia de los
vividos por los abuelos, también, en su infancia, es característica de un alumno en
etapas muy posteriores de su desarrollo (educación media).
La "extensión del tiempo" que el niño puede aprehender es muy restringida en los
primeros años, pero se pueden realizar muchos ejercicios para ampliarla

A continuación se presentan algunas alternativas sobre "tiempo " y su aprehendizaje por


parte de los niños. Lea y explique el porque de cada uno de los indicadores temporales.
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Ayudar al niño a situarse y situar los acontecimientos en el tiempo.


Los dos conceptos fundamentales espacio y tiempo, por diferentes que sean en su
contenido, requieren un mismo enfoque pedagógico. El descubrimiento del concepto de
tiempo por el niño, se debe realizar en la enseñanza a través de las siguientes fases:
Ayudar al niño a tomar conciencia de su tiempo personal
• Ayudar al niño a tomar conciencia de la orientación del tiempo
• Ayudar al niño a tomar conciencia de las posiciones relativas de los momentos en el
tiempo
• Ayudar al niño a tomar conciencia de las duraciones y las velocidades
• Ayudar al niño a medir el tiempo.

Tomar conciencia de su tiempo personal: los ritmos.


La experiencia del tiempo personal será, primeramente, experiencia de la repetición de
los acontecimientos y de su ritmo. En la medida en que el niño va creciendo, vivirá
ritmos biológicos a los cuales se agregarán posteriormente los ritmos perceptivos y los
sociales.
En primer lugar, se evidencia los ritmos biológicos. Desde su nacimiento, el niño ha
vivido la repetición de los actos de alimentación y excreción, por una parte, y del sueño
por la otra. De acuerdo con la educación que haya recibido, la "regulación", es decir, el
retorno a intervalos regulares de esos actos biológicos, habrá transformado esas
repeticiones en ritmos, de los cuales el niño no tiene conciencia, pero se habrá
acostumbrado físicamente a ellos (sensación de hambre en el momento de la comida,
ganas de dormir en el momento del sueño, etc.).
Después surgen los ritmos perceptivos. El niño va a percibir la repetición de los días y
las noches y, más tarde, el de las estaciones. Reaparición de una nueva vegetación,
cambio de ropas, modificación de la actividad de los adultos, etc.
Por último, se incorporan los ritmos sociales. En la escuela el niño se dará cuenta de la
repetición y el ritmo de las horas de clases, de los recreos, de los feriados semanales,
anuales, etc. El ritmo de trabajo de las personas, tan importante en el campo: el ritmo de
las siembras y de las cosechas que el niño puede sentir con fuerza.
Desde la conciencia indiferenciada sobre las repeticiones y ritmos, debemos llevar,
paulatinamente, al niño hasta la aprehensión de categorías temporales, como la
secuencia y regularidad. El profesor debe primero partir de las experiencias señaladas
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anteriormente y luego producir el proceso de descentración para finalmente extender el


concepto lo más lejano que pueda en el tiempo.
Tomar conciencia de la orientación en el tiempo
En el niño la experiencia del tiempo es primeramente experiencia del ritmo y de la
sucesión de hechos. Luego lentamente va tomando conciencia de la orientación del
tiempo. El tiempo ya no está estructurado según la repetición de sus acontecimientos, o
sea, de sus ritmos, sino según la situación de esos acontecimientos en el orden sucesivo
de las cosas.
Se debe tratar de ayudar al niño a pasar de la mera consideración de sí mismo,
como punto de referencia temporal, a la de otros acontecimientos que lo rodean sin
tener siempre una relación precisa con él (descentración).
En un principio, las nociones de "antes", "después", "ahora", etc., solo tienen sentido
con relación al niño mismo. Para él, "después" indica el momento que seguirá por
ejemplo, a su salida de la escuela o de sus vacaciones de invierno, o a la cosecha de
papas en el campo de sus padres, etc.
Asimismo, el presente del niño está muy ligado a los acontecimientos de su vida. Ese
presente es el de su acción de levantarse por la mañana, de sus preocupaciones
alimentarias, sus temores, sus alegrías, etc.
A partir del momento (cerca de los nueve años), en que el niño no se considera más
como el único punto de referencia temporal posible, se le puede llevar a pensar en el
presente, el pasado y el futuro.
Es necesaria su comprensión sobre la estrecha relación entre presente, pasado y futuro,
así como sobre la referencia externa a él de estas categorías
Tomar conciencia de las posiciones relativas de los momentos en el tiempo.
Las posiciones relativas están vinculadas a las nociones de sucesión y de simultaneidad.
Debe ayudarse al niño a reforzar estas categorías, tratando de sacarlo del "centrismo"
con que las concibe y ampliar su marco de referencia, de modo que extienda el
concepto.
El niño debe comprender la categoría de sucesión como la continuación de un hecho a
otro.
Se dice, por ejemplo, la llegada de Andrea fue posterior a la de Paula; esto significa
esencialmente que las dos llegadas se sitúan en el tiempo, una con anterioridad a la otra.
Otro ejemplo de sucesión sería: "dentro de una semana saldremos de vacaciones".
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En la categoría de simultaneidad se debe ayudar al niño a aprehender expresiones como


las siguientes: "las cosechas tuvieron lugar al mismo tiempo que la reanudación de las
clases". Se ubica así un hecho (las cosechas) con la relación no al presente del niño sino,
a otro hecho (la reanudación de las clases).
Tomar conciencia de la duración y de la velocidad
Una vez más el niño debe pasar de su punto de referencia subjetivo, ligado a su
existencia, a la ubicación de los hechos referidos a situaciones familiares y después a
sociales: aquel acontecimiento tuvo lugar "el año que nació tu hermanito". Finalmente,
debe llegar a ubicar los acontecimientos, no tan solo con relación a su presente, sino en
razón de su fecha.
La noción de duración debe desarrollarse vinculada con la medición del tiempo:
duración de un hora de clases comparada con la del recreo. Duración de una semana, de
un mes, etc. Se trata de ayudar a los alumnos a pasar de la mera aprehensión de
duración subjetiva, al discernimiento de la duración objetiva de acontecimientos y
hechos.
Las narraciones históricas pueden servir de punto de partida para un estudio comparado
de nuestra propia época (comparación de vestimenta, medio de vida, etc.), con el fin que
los niños aprecien el pasado y perciban el cambio histórico. Es importante que el
profesor trabaje con líneas temporales para que el niño pueda concretar la noción de
duración.
En relación con la velocidad es importante que comprendan la relatividad de éstas.
Pedro camina más rápido que la tortuga del jardín, pero ésta es más veloz que el caracol.
Un mismo objeto es rápido y lento a la vez, desde luego con relación a diferentes puntos
de referencia de velocidades. La experiencia de esa diversidad llevará a la noción de
velocidad objetiva, es decir, a la relación entre una determinada distancia y el tiempo
necesario para recorrerla.
Medir el tiempo
En la medición del tiempo, debe irse de lo vivido a lo percibido, para llegar finalmente a
lo concebido. La meta es, primero, el descubrimiento de la unidad de medida por el
niño.
Tomaremos como ejemplo un juego: el pequeño Juan Miguel deberá recorrer cierta
distancia, mientras Patricia dehace tres nudos de un cordel. En este caso, la unidad de
medida de tiempo es una acción (la de Patricia en relación con la de Juan Miguel y
viceversa).
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De la medición de tiempo llegamos a la cronología de gran importancia en la enseñanza


de la historia, especialmente a partir de 5° año de la Educación general básica. Algunas
de las mediciones de tiempo que el alumno debe aprender en sus primeros años en la
escuela son las siguientes:
El año y sus divisiones ( mes, semana, día, hora, minuto, segundo).
El año y sus múltiplos (lustro, década, siglo, milenio)
El punto de partida cronológico: nacimiento de Jesús (era Cristiana). Antes y después de
cristo, antes y después del descubrimiento de América, etc.

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