Вы находитесь на странице: 1из 6

PONENCIA

TESIS:

III. LA INFANCIA DE LOS SIETE A LOS DOCE AÑOS

INTRODUCCIÓN

Jean Piaget, padre de la psicología cognitiva, plasma en sus trabajos una mirada analitica la
cual se centra en el estudio de la infancia desde una mirada constructivista. En ella, el autor
afirma y teoriza la presencia de estadios y etapas que requieren de una fase de estabilidad
y desestabilidad que permiten a su vez, el desarrollo constante del niño en distintos
periodos de crecimiento. Adicionalmente, los estadios y etapas comprenden de unos
aspectos (afectivo e intelectual) y de unas dimensiones (individual y social) que determinan
las relaciones del niño en función del desarrollo con el mundo exterior. Tal como se ha
discutido en sesiones anteriores, el niño se encuentra en un periodo de crecimiento
orientado al equilibrio dinámico móvil de la edad adulta.
Hasta el momento, el niño ha pasado por el estadio lactante que comprende 3 etapas
significativas (reflejos, organización de percepciones y costumbres e inteligencia
sensorio-motriz) que introducen a un estadio superior denominado la primera infancia. Este
estadio es mediado por la socialización y el lenguaje que son factores determinantes para el
desarrollo y comprensión de sus realidades. Esto conlleva a una reducción del
egocentrismo que ha estado presente durante todo su desarrollo lo cual conduce a una
nueva fase de desequilibrio la cual el autor denomina como la segunda infancia.
En esta ponencia, se abordará este nuevo estadio del niño que involucra nuevos factores
adquiridos que responden a su desarrollo afectivo, intelectual, individual y social.

DESARROLLO

El niño, al entrar en esta nueva fase de desequilibrio busca volver a equilibrar su mundo a
partir de nuevos procesos que va a llevar a cabo entre los 7 a 12 años. En esta, él asimila
nuevas transformaciones de sus aspectos y dimensiones. Cabe resaltar que en este nuevo
estadio, la escolaridad juega un papel indispensable para empezar a interiorizar realidades
en las que la socialización es el principio que las fundamenta.

● Procesos de la conducta y de la socialización.

En un primer acercamiento al hecho de la socialización, el niño comprende la existencia de


la colectividad más no cómo adherirse a dicha colectividad. En efecto, este va a mantener
su discurso egocentrista pero más reducido por las presiones primitivas que su entorno
empieza a ejercer sobre él. A partir de ese hecho imperativo que lo desestabiliza, el niño
empieza a configurar sus relaciones interindividuales y a cooperar y discutir sus posiciones
personales con las posiciones externas. De este modo, en el niño aparecen sus primeros
vestigios de justificaciones respecto a afirmaciones concretas que no solo se llevan a cabo
en un plano de la acción material, sino que aparecen también en el plano del pensamiento
gracias al uso rudimentario del lenguaje. Luego, el “egocentrismo” desaparece casi que en
su totalidad, abriendo nuevos canales comunicativos, sociales y afectivos.Esto se ve
reflejado principalmente en los juegos, que son las realidades absolutas y formativas del
niño. ​Allí se evidencia la reglamentación, que es producto del acuerdo y consenso entre los
niños para estimular un ambiente participativo en donde todos sean escuchados y todos
sean los jueces que velan por el cumplimiento de las reglas pactadas. Así mismo, el acto de
ganar adquiere una significación distinta en comparación con la primera infancia ya que en
este nuevo juego, el egocentrismo no interviene pues ya ha desaparecido.​ De este modo,
para el niño de la primera infancia no hay un único ganador pues todos son los ganadores.
Jugar y divertirse es proporcional a ganar mientras que para el niño de la segunda infancia,
el acto de ganar adquiere un valor colectivo debido a la implementación de reglas pactadas
colectivamente.El acto reflexivo entonces, es una convergencia entre deliberaciones
interiores e influencias morales surgidas a partir del juego. ​Considerando que, el juego
representa su realidad formativa, en el acto pedagógico, es vital la implementación de
estrategias extraídas del juego para potenciar las capacidades sociales que le permita
movilizarse a otros contextos ajenos a los cuales se encuentra permanentemente inmerso.
(EJEMPLO DE CANICAS Y FUTBOL)
(ejemplo de donas y juego de roles de regiones)

● Los procesos del pensamiento

Los procesos de pensamiento surgen en el niño como nuevas formas explicativas de


fenómenos y situaciones concretas. Es decir, el niño a partir de esta nueva etapa, deja a un
lado las explicaciones simplistas relacionadas al animismo y artificialismo y empieza a
comprender los eventos y situaciones de su entorno con una mirada natural, biológica y
lógica. De esta manera, el niño deja a un lado la asimilación egocéntrica para pasar a
estructuras lógicas que llevan consigo una asimilación racional, lo cual le da paso a una
explicación de tipo atomista que anulan, por consiguiente, el animismo (EJEMPLO DE LA
LUNA) Luego, el niño deja de ser “víctima” directa de intuiciones perceptivas momentáneas
(remítase a primera infancia) y empieza a hacer uso de la lógica en aquello que amerita
una explicación más profunda, tal como una explicación básica de la composición de un
elemento cotidiano.
Por lo anterior, es importante recalcar la existencia de subdivisiones en este progreso de
pensamiento. En la primera etapa de crecimiento, el niño no tiene una noción concreta de
las unidades de peso y volumen, es aquella etapa en la que se atribuye un atomismo
cualitativo y corresponde entre los 7 y 9 años. La siguiente etapa comprendida a partir de
los 9 años, el niño adquiere la noción del peso sin adquirir la noción de volumen. En la
última etapa comprendida entre los 11 y 12 años el niño ya asimila la noción de volumen.
Teniendo en cuenta este progreso en los juicios del niño frente a las nociones de peso,
volumen y otros, este puede aplicar estas nuevas nociones a la realidad en la cual más se
desenvuelve. De este modo, el niño ha asimilado que para él, es más conveniente utilizar
una tabla ligera y larga si lo que quiere es lanzar una pelota hacia x objetivo. Dicho así, el
niño ha asimilado racionalmente las unidades de peso y volumen para que éstas obren por
a su conveniencia.
Por otra parte, tal como lo afirma Piaget en su texto, el niño comprende la noción de tiempo
por medio de un orden de sucesión de eventos y situaciones dándoles una duración
determinada. De esta forma, el niño discerne en qué tan prolongada o demorada puede ser
una situación u acción. En particular, esta noción de tiempo inspira cierta incertidumbre ya
que vemos que el niño no se involucra en gran medida con el tiempo por ejemplo a la hora
de jugar. Se interpreta a Piaget en el sentido estricto de la palabra.

Finalmente, el niño tiene la capacidad de construir un espacio racional en el cual puede


delimitar, demarcar, encuadrar o expandir un espacio donde éste se encuentre, teniendo en
cuenta claro las limitaciones palpables y tangibles. En la primera infancia, el espacio era
concebido como “ilimitado” y dado su egocentrismo, podía obrar en él a su acomodo. Es
evidente que en esta etapa ya toma un espacio como un elemento modificable pero dentro
del marco de un espacio general y determinante.

● Operaciones racionales

A partir de la edad de los 7 años, el niño comienza a reemplazar sus esquemas intuitivos
por esquemas operativos que dan cabida a transformaciones de pensamiento más
profundas. Partiendo de los esquemas sensorio-motores y experiencias intuitivas, se puede
afirmar que el niño condensa dichos elementos en sistemas de conjunto componibles y
reversibles para darle una complejidad racional a sus acciones lo cual es a lo que Piaget
denomina: operación. De allí en adelante, el niño será capaz de comprender cuestiones
simétricas y seriales que requieran de una operación para decodificar la lógica de la
situación. La pérdida de egocentrismo del niño de la primera infancia, a su vez, induce al
niño de la segunda infancia a un entendimiento más detallado de la existencia de un todo.
Entonces pues al asimilar que existe una relación de conjuntos que está inmerso en un
conjunto universal compuesto de unos subconjuntos, que a su vez están compuestos de
unos elementos y que de la misma manera existen unos elementos que componen unos
subconjuntos lo cuales componen el todo, crean en el niño una mecanización de las
operaciones racionales. Como es mencionado anteriormente en los procesos de
pensamiento, el niño en esta etapa operativa deja de ser la “víctima” directa de la intuición
perceptiva y permite disociar más claramente el “todo” con el “algo”. Entonces, ahora
entenderá que hay “algo” que tiene características las cuales están englobadas por un todo
más esto no quiere decir que ese “algo” por ser particular, sea el todo.

Es así que, el pensamiento del niño se construye a partir de esa organización de sistemas
las cuales obedecen unas leyes de conjunto comunes.

1. Composición: Dos operaciones de un conjunto pueden integrarse de modo que


puedan generar una operación, producto de dicha integración. (+1+1=+2)
2. Reversibilidad: Las operaciones pueden ser invertidas. (+1 a -1)
3. Nulidad: Las operaciones directas e invertidas resultan en una operación nula.
(-1+1=0)
4. Asociabilidad: Se puede decir que las operaciones pueden relacionarse entre sí de
todas las formas.
● La afectividad, la voluntad y los sentimientos morales

El estadio de la segunda infancia se caracteriza por la aparición de nuevos sentimientos que


corresponden a un orden moral en el que la voluntad juega un papel fundamental y
reafirman su integración a la vida afectiva. A diferencia del estadio anterior, donde el niño
aprehendía el respeto a partir de la subordinación frente a sus padres y adultos, en este
estadio el niño maneja una relación de respeto frente a sus iguales en función del
mecanismo de cooperación inmerso en esta nueva dimensión social. El juego nuevamente
toma partida en esta etapa y es allí donde queda rectificada la idea de que los participantes,
al lograr un consenso para estipular una nueva regla, son ya seres morales. A partir de este
momento, entran en juego nuevos sentimientos morales que en el niño no existian y para
validar y acreditar estos sentimientos y evitar la violación de acuerdos, se produce la
justicia. Es importante que durante la labor pedagógica, se vele por la aparición de estos
nuevos elementos en juego ya que de allí desembocan los sentimientos morales que forjan
el accionar en las sociedades encaminadas al bien común. De allí radica principalmente la
mentira y la gravedad de la mentira vista desde el punto de vista de iguales (niños) o de
superiores (niño - padre). En relación con lo anterior, para los pares (niños) la mentira es
vista como una falta grave ya que con esta se está violando o evadiendo el consenso
pactado por todos.

La mentira es entonces, vista desde la evolución del pensamiento, como el


perfeccionamiento del proceso lógico ya que para que el niño pueda llegar a tal punto de
discernimiento, es necesario que tenga presente un hecho concreto y que pueda camuflarlo
y encubrirlo en función de un interés particular. En adición, el niño también tuvo que haber
evaluado anteriormente que esté acorde y sea consecuente con la situación para poder
evitar ser descubierto por un par o por un adulto. De esta manera, la mentira resulta como
una oportunidad pedagógica ya que, como se mencionó anteriormente, representa una
evolución del proceso lógico. Sería pertinente entonces, direccionar esos nuevos procesos
lógicos para potenciar la argumentación y la justificación en función de la verdad y la
justicia. En ese orden de ideas, el docente juega un rol fundamental a la hora de regular la
mentira y no controlar ese hecho ya que puede repercutir en la reproducción sistemática de
estas.

Piaget afirma que la voluntad es el equivalente afectivo de las operaciones de la razón,


puesto que la voluntad aparece cuando se genera un conflicto de intenciones entre el placer
y el deber (W.James; Claparade). Al entender el placer como una tendencia inferior pero
fuerte por sí misma y el deber como una tendencia superior pero débil, el niño debe emplear
mecanismos correspondientes a operaciones lógicas que le permitan por medio de la
voluntad seguir y fortalecer la tendencia superior y débil. Adicionalmente, la voluntad es
comparable con una operación, al entenderla como una regulación de energía que es a su
vez reversible por sí misma.
IV. LA ADOLESCENCIA

Este estadio se caracteriza por la susceptibilidad que se presenta en el adolescente, debido


a la existencia de un desequilibrio característico de cada etapa de crecimiento y al mismo
tiempo de un desequilibrio propio de la evolución cognitiva misma. Adicionalmente, ésta es
una etapa idealista, puesto que el adolescente utiliza la reflexión desde una perspectiva
egocéntrica buscando siempre cumplir su planes desde una mirada ajena a la realidad. Esta
es entendida como una etapa fundamental que va a fortalecer la etapa posterior.

● El pensamiento y sus operaciones

En principio, lo más característico del adolescente es la suficiencia para discernir de una


forma completamente diferente. Es evidente, en el caso puntual del niño, que este piensa
los problemas desde una perspectiva secuencial, es decir, ve los problemas y situaciones
concretas respectivamente sin relacionar esto con soluciones concretas. Caso contrario el
del adolescente, quien es capaz ahora de teorizar. Particularmente, este es capaz de
desligarse de su realidad concreta y pensar en problemáticas ajenas a esta y a generar
miradas prospectivas.

Hacia el final de la segunda infancia, se genera una transformación fundamental en la cual


el niño pasa de un pensamiento concreto cuyo pilar fundamental era el uso de las
operaciones lógicas en donde se daba una representación de una acción posible, a un
pensamiento formal o “hipotético-deductivo” en el que se genera una representación de una
representación de acciones posibles. Esto implica, por ejemplo, que es capaz de extraer
conclusiones válidas de hipótesis simples y ya no únicamente de observaciones reales.

En este nuevo estadio, el autor retoma el concepto de egocentrismo anteriormente


abordado para describir aspectos determinantes en la vida del niño. Ahora es entonces, la
manera en la cual el adolescente supone que debe asumir la vida a partir de sus ideales,
pensamientos, teorías y beneficios, es decir que, el mundo debe someterse a sus sistemas,
más no al contrario. Luego, a partir de reflexiones y de exhortaciones a lo concreto, este se
percata y se reconcilia con la realidad para lograr un equilibrio adolescente.

● La afectividad de la personalidad en el mundo social de los adultos

El aporte más significativo de esta etapa se afirma en la inserción a la vida adulta a través
del reconocimiento del Yo y del desarrollo de la personalidad. La personalidad se enriquece
en el momento en el cual el adolescente tiene un proyecto de vida que sea desarrollado por
voluntad propia. Dicha voluntad está impulsada por la disciplina ligada al pensamiento y la
reflexión. A su vez, la personalidad va permitir adherir al adolescente a la vida adulta
aceptando el hecho de que es reciente en el tema y que ello va a requerir un tiempo
prolongado de transición e incorporación, en el cual va a pasar por una etapa de
desequilibrio que lo llevará a enfrentar su realidad eliminando esa perspectiva idealista que
lo envuelve y lo condiciona. Allí comprenderá que la vida supone un reconocimiento
permanente del otro, supone dinámicas altruistas.

CONCLUSIÓN

Para concluir, Piaget aborda y esclarece con más fuerza su tesis sobre los estadios y
etapas de desarrollo. Durante el eje temático, dimos cuenta que la segunda infancia es el
primer acercamiento a la socialización y que de allí se desembocan una serie de cambios
fundamentales para la adaptación del sujeto a la vida social. En principio, el niño se aparta
de su egocentrismo, lo cual lo lleva a emitir justificaciones simples que más adelante
complejiza implementando nuevos procesos lógicos a su cotidianidad. Todos los factores
influyentes en el proceso de crecimiento, desde el juego, hasta la mentira, representan un
aporte fundamental para su formación como individuo, que está siempre en busca de un
perfeccionamiento que incluye el estado ideal de cognición. Su proceso se perfecciona en la
adolescencia, en la que encuentra obstáculos, se reconcilia consigo mismo y con la realidad
para poder así, lograr una adhesión exitosa al mundo de la vida adulta, en donde ya tendrá
un equilibrio entre todos los elementos constitutivos de una persona, dando cuenta de la
dimensión individual y social, así como el aspecto afectivo e intelectual.
Como aporte para la discusión planteada, postulamos la siguiente pregunta problema
dirigida a los maestros en formación y aborda una cuestión recurrente en la transición del
mundo del juego, al mundo externo y ajeno a este. En los postulados de Piaget, hemos
dado cuenta que la primera infancia es primordial para la formación integral del niño. Vemos
luego, que éste debe adherirse a realidades ajenas al juego y es normal ya que la etapa del
juego, así como muchas etapas de crecimiento de la persona, es pasajera pero
fundamental. Como futuro pedagogo, ¿qué estrategias propondría para lograr una
disociación confortable y eficaz entre las realidades presentes en el niño de la segunda
infancia y las realidades exteriores a esta? ¿Cómo aplicar las experiencias significativas
aprendidas en las realidad del juego y aplicarlas luego a las realidades académicas que no
involucran el juego?

Вам также может понравиться