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UN ZOOLÓGICO DE HIBRIDACIÓN?
En 1973, Francis Crick (co-descubridor del ADN y ganador del premio Nobel),
defendió una teoría ya conocida por muchos de sus colegas científicos que afirma
que “el ADN humano fue pensado, y su complejidad no puede ser otra cosa que la
ingeniería de una o más civilizaciones no humanas.” (Revista Icarus, vol.19). Es
decir que la complejidad del ADN humano no podría explicarse sin la intervención
de múltiples razas en la construcción del genoma humano original.
El 26 de enero de 2017, la revista Nature publicó cómo científicos del Salk Institute
de California hibridaron quimeras de humano con cerdo para desarrollarlas
durante tres o cuatro semanas antes de destruirlas de acuerdo con las normas
éticas. Pero eventualmente, estas quimeras eventualmente “se usarán como
donantes de órganos en trasplantes” —afirma la revista.
Con esta última quimera, los científicos han aumentado la proporción de recuentos
celulares de células humanas a ovinos a una en diez mil, una mejora diez veces
mayor que la del híbrido humano-cerdo. Pero para hacer crecer un órgano
humano, el equipo cree que debería mejorar esa proporción a uno por cien.
La demanda de órganos sanos continúa aumentando a nivel mundial, con una lista
de más de 115,000 personas en espera para un órgano tan solo en los Estados
Unidos. En promedio casi 100 trasplantes tienen lugar en los Estados Unidos
todos los días.
Con la demanda de ciertos órganos que superan el suministro, algunos países han
utilizado prácticas cuestionables para apaciguar esas carencias. El desarrollo de
híbridos a través de la edición del genoma y la investigación de células madre ha
presentado una oportunidad potencial para resolver el problema sin la necesidad
de un donante humano. Aunque no ha sido recibido con aceptación universal.
Los científicos usan las herramientas de edición de genes CRISPR y Cas9 para
aislar hebras específicas de ADN animal y reemplazarlas con ADN humano,
esencialmente pirateando el proceso evolutivo. Es decir, copiando y pegando
información genética, como lo hacen con los alimentos transgénicos que a la larga
producen enfermedades como cáncer. Además de las ovejas y los cerdos, la
tecnología se usó para curar enfermedades e implantar células cerebrales
humanas en roedores, lo que inevitablemente plantea la cuestión de si esto podría
dar como resultado una conciencia humana en los animales o cualquier cantidad
de otras horribles posibilidades que uno pueda imaginar.
Aunque las intenciones ostensibles de estos proyectos son benévolas, algunos
sienten como si los científicos estuvieran jugando a ser Dios. No es difícil imaginar
países o grupos de poder con dilemas éticos menores que adquieran acceso a la
tecnología y creen criaturas deformadas con una mayor capacidad de conciencia.
Pero los científicos que trabajan en el proyecto han intentado mitigar esos
temores, diciendo que su trabajo podría salvar las vidas de miles que esperan un
trasplante si la investigación continúa. En muchos países, incluidos EE. UU. Y el
Reino Unido, existen leyes que impiden a los científicos desarrollar embriones
híbridos más allá de una determinada etapa, aunque esta última investigación ha
comenzado a abrir la posibilidad de aprobación caso por caso.
EUGENESIA
Los defensores de la eugenesia aseguran que esta práctica alivia el sufrimiento (al
evitar que nazcan personas con malformaciones o graves enfermedades, por
ejemplo) y permite que la sociedad ahorre recursos. Sus detractores, en cambio,
consideran que la eugenesia es contraria a la ética y creen que la manipulación de
estas leyes biológicas es inmoral.
Los nazis incluyeron en su retórica el concepto de “vida indigna de ser vivida” para
impulsar la eugenesia en los grupos sociales que consideraban “desviados”
(discapacitados físicos y mentales, homosexuales) y “conflictivos” (judíos, gitanos,
comunistas). El argumento llevó a que los científicos alemanes realizaran
experimentos genéticos con los seres humanos.