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CIENTÍFICOS CREAN CERDOS-HUMANOS Y NIÑOS-OVEJA; ¿VIVIMOS EN

UN ZOOLÓGICO DE HIBRIDACIÓN?

En 1973, Francis Crick (co-descubridor del ADN y ganador del premio Nobel),
defendió una teoría ya conocida por muchos de sus colegas científicos que afirma
que “el ADN humano fue pensado, y su complejidad no puede ser otra cosa que la
ingeniería de una o más civilizaciones no humanas.” (Revista Icarus, vol.19). Es
decir que la complejidad del ADN humano no podría explicarse sin la intervención
de múltiples razas en la construcción del genoma humano original.

En pocas palabras, los humanos serían híbridos, y la hibridación de especies no


es nada nuevo. Incluso la mitología del mundo antiguo está llena de referencias a
este hecho. Pero ahora nosotros —híbridos humanos— ya nos estamos
hibridando artificialmente, o mejor dicho re-hibridando con cerdos, ratas, y ahora
ovejas.

El 26 de enero de 2017, la revista Nature publicó cómo científicos del Salk Institute
de California hibridaron quimeras de humano con cerdo para desarrollarlas
durante tres o cuatro semanas antes de destruirlas de acuerdo con las normas
éticas. Pero eventualmente, estas quimeras eventualmente “se usarán como
donantes de órganos en trasplantes” —afirma la revista.

El 20 de febrero de 2018, el medio de comunicación Gaia informó que un equipo


de científicos crió con éxito el primer híbrido humano-oveja, desarrollando
tecnología que podría ampliar la disponibilidad de órganos para procedimientos de
trasplante. No se permitió que el embrión se desarrollara en los últimos 28 días,
pero eso no ha hecho que esta creación de quimeras sea menos controvertida.

El reciente avance es el segundo de su tipo después de que los científicos


cruzaron exitosamente células humanas y porcinas el año pasado. Inicialmente,
eligieron a los cerdos como un candidato ideal para la hibridación debido a las
similitudes en la estructura de los órganos, pero sus intentos arrojaron un recuento
de células humanas demasiado bajo para desarrollar efectivamente órganos
compatibles.

Con esta última quimera, los científicos han aumentado la proporción de recuentos
celulares de células humanas a ovinos a una en diez mil, una mejora diez veces
mayor que la del híbrido humano-cerdo. Pero para hacer crecer un órgano
humano, el equipo cree que debería mejorar esa proporción a uno por cien.

La demanda de órganos sanos continúa aumentando a nivel mundial, con una lista
de más de 115,000 personas en espera para un órgano tan solo en los Estados
Unidos. En promedio casi 100 trasplantes tienen lugar en los Estados Unidos
todos los días.

Con la demanda de ciertos órganos que superan el suministro, algunos países han
utilizado prácticas cuestionables para apaciguar esas carencias. El desarrollo de
híbridos a través de la edición del genoma y la investigación de células madre ha
presentado una oportunidad potencial para resolver el problema sin la necesidad
de un donante humano. Aunque no ha sido recibido con aceptación universal.

Los científicos usan las herramientas de edición de genes CRISPR y Cas9 para
aislar hebras específicas de ADN animal y reemplazarlas con ADN humano,
esencialmente pirateando el proceso evolutivo. Es decir, copiando y pegando
información genética, como lo hacen con los alimentos transgénicos que a la larga
producen enfermedades como cáncer. Además de las ovejas y los cerdos, la
tecnología se usó para curar enfermedades e implantar células cerebrales
humanas en roedores, lo que inevitablemente plantea la cuestión de si esto podría
dar como resultado una conciencia humana en los animales o cualquier cantidad
de otras horribles posibilidades que uno pueda imaginar.
Aunque las intenciones ostensibles de estos proyectos son benévolas, algunos
sienten como si los científicos estuvieran jugando a ser Dios. No es difícil imaginar
países o grupos de poder con dilemas éticos menores que adquieran acceso a la
tecnología y creen criaturas deformadas con una mayor capacidad de conciencia.

Pero los científicos que trabajan en el proyecto han intentado mitigar esos
temores, diciendo que su trabajo podría salvar las vidas de miles que esperan un
trasplante si la investigación continúa. En muchos países, incluidos EE. UU. Y el
Reino Unido, existen leyes que impiden a los científicos desarrollar embriones
híbridos más allá de una determinada etapa, aunque esta última investigación ha
comenzado a abrir la posibilidad de aprobación caso por caso.

EUGENESIA

La etimología del término eugenesia hace referencia al “buen nacimiento”. Se trata


de la disciplina que busca aplicar las leyes biológicas de la herencia para
perfeccionar la especie humana. La eugenesia supone una intervención en los
rasgos hereditarios para ayudar al nacimiento de personas más sanas y con
mayor inteligencia.

Los defensores de la eugenesia aseguran que esta práctica alivia el sufrimiento (al
evitar que nazcan personas con malformaciones o graves enfermedades, por
ejemplo) y permite que la sociedad ahorre recursos. Sus detractores, en cambio,
consideran que la eugenesia es contraria a la ética y creen que la manipulación de
estas leyes biológicas es inmoral.

La selección artificial, el diagnóstico prenatal, la ingeniería genética y el control de


natalidad son mecanismos propios de la eugenesia. A lo largo de la historia, esta
práctica ha sido utilizada como justificativo para practicar la discriminación, obligar
la esterilización de grupos sociales y hasta exterminar a las razas o etnias
consideradas como inferiores.
EUGENESIA Y XENOFOBIA

La eugenesia supo gozar de prestigio social y fue apoyada por personalidades


como Winston Churchill y Alexander Graham Bell. Sin embargo, a partir de su
vinculación con las políticas raciales impulsadas por el régimen nazi en Alemania,
esta disciplina comenzó a ser condenada.

Los nazis incluyeron en su retórica el concepto de “vida indigna de ser vivida” para
impulsar la eugenesia en los grupos sociales que consideraban “desviados”
(discapacitados físicos y mentales, homosexuales) y “conflictivos” (judíos, gitanos,
comunistas). El argumento llevó a que los científicos alemanes realizaran
experimentos genéticos con los seres humanos.

Eugenesia Sin embargo, no fueron los alemanes los únicos en apoyar la


eugenesia, en países como Suecia y Estados Unidos, también se realizaron
programas de eugenesia que tenían por objetivo de proponer un pueblo uniforme,
de rasgos definidos y «pura sangre». Para este efecto se realizaron programas de
esterilización para asegurarse la reproducción de aquellos individuos que contaran
con la dotación física e intelectual esperada. Muchas víctimas sufrieron estas
medidas, en su mayoría eran alcohólicos, epilépticos, ciegos o sordos o mujeres
consideradas promiscuas o criminales. Los etiquetaban como débiles mentales y
aseguraban que era la mejor forma de asegurar el porvenir de las sociedades.
Además proponían que la esterilización era la mejor solución a la pobreza.
En Estados Unidos hubo un caso que conmovió a todo el pueblo. En 1924 Carrie
Buck, una huérfana que vivía en una casa de adopción, fue violada por el sobrino
de sus padres adoptivos; al poco tiempo supo que estaba embarazada. Tenía 17
años y era una chica como cualquier otra; sus padres adoptivos la ingresaron en
un hospital para epilépticos y enfermos mentales para evitar que su situación
mansillara el apellido de la familia. Carrie fue condenada a la estirilización; pero no
cedió fácilmente. Recurrió a la Corte Suprema de Justicia en el que se enfrentó al
entonces director de ese hospital. Perdió y en 1927 fue estirilizada. Uno de los
argumentos del jurado fue «Tres generaciones de imbéciles son suficientes»
(intentaban expresar que el gen Buck era deficiente).

Ésta es solamente una de las miles de historias que existen en torno a la


eugenesia. Se sabe que la principal razón que llevó a los gobiernos a apostar por
este tipo de programas fue el racismo, sexismo y xenofobia; es decir, la
consideración de la superioridad de una raza sobre otra. Basta con recurrir a las
estadísticas para comprobarlo.

En Escandinavia se esterilizaron a unas 63.000 personas entre los años 1934 y


1975; de las cuales el 90% eran mujeres a las que se consideraba «ineptas» para
reproducirse. Del mismo modo en Estados Unidos las personas esterilizadas a la
fuerza entre los años 1907 y 1960 eran en su mayoría afroamericanas, por lo que
se puede leer claramente que la ejecución de estos programas se debió ligada a
cuestiones racistas.

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