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UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

FACULTAD DE DERECHO
MASTER EN ESTUDIOS INTERDISCIPLINARES DE GÉNERO

TRABAJO FIN DE MÁSTER

DELINCUENCIA FEMENINA:

AUTORA: GABRIELA SOUZA CEZIMBRA.


DIRIGIDO POR : Profª.Drª. Lina Mariola Diaz Cortés
SALAMANCA, JULIO 2015
Es increíble todo lo que hace una catedrática de derecho constitucional, para
que sus chicas alcancen sus sueños.

TÍTULO.
.
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN

APROXIMACIÓN CRÍTICA A LAS TEORÍAS EXPLICATIVAS DE LA


DELINCUENCIA FEMENINA.

1.1. Nociones históricas


1.1.1. La representación histórica de la mujer

1.2. Teorías explicativas de la delincuencia: la abordaje de la mujer desviada


1.2.1 Teorías basadas en explicaciones individuales
a. Teorías pre-lombrosianas de contenido biológico
b. El estudio de la mujer en Lombroso e Ferrero
c. teorías hormonales y genéticas
d. Teorías psicoanalíticas: el estudio de Freud
e. El estudio psiquiátrico
1.2.2 El inicio del estudio con proyección social
1.2.3 Teorías de carácter social
a. Enfoques funcionalistas: teoría del rol e teoría de la Igualdad de
oportunidades
b. Enfoques críticos

1.3. La influencia de la sociología en la comprensión de la delincuencia femenina

1.4. Reacción social y criminalidad femenina


1.4.1. Criminología crítica y la reacción social
1.4. 2. La aproximación del feminismo y la crítica criminológica

ANÁLISIS CUANTITATIVA Y CUALITATIVA: EL ESTUDIO DE LA


CRIMINALIZACIÓN FEMENINA EN LA ACTUALIDAD

1.5. Los índices de criminalización femenina


1.1.1 Unión Europea en general
1.1.2 Italia
1.1.3 España
1.1.4 América Latina en general
1.1.5 Brasil

1.2 Analisis cualitativa


1.2.1 Por cuales delitos son más criminalizadas
1.2.2 Discusión de las raziones de mayor criminalización de estos delictos
1.2.3 El perfil de las mujeres criminalizadas
1.2.4 ¿Las mujeres apenadas tienen menos estereotipos de género?

1.3 ¿Tiene ventaja para la mujer su menor criminalización?


2.3.1 Socialización de la mujer (los controles formales e informales).
2.3.2 ¿Ha sido efectivamente emancipada?

2.4 La necesidad de una criminología con perspectiva de género


INTRODUCCIÓN

Desde que se tiene noticias de la historia de la humanidad, la mujer es


discriminada, por razón de su sexo. En la España pre-romana sí que hay pocos registros
de sociedades matriarcales1, pero la regla del mundo occidental es el sistema patriarcal
Tratada como inferior, sin poderes y derechos políticos, voz, libertad, sin espacio
público y reconocimiento de su capacidad.
La discriminación histórica percibida por la mujer tuvo reflejos también en el
derecho penal y la criminología. El delito es algo concebido como naturalmente
masculino, en cuanto que la mujer no se consideraba sujeto activo de los crímenes (sólo
cuando “anormales”). Había que buscar en las mujeres que delinquen algo atípico que
tenía que ver con la naturaleza de sus instintos estimulados por la disconformidad con
los patrones de socialización que marcaban los valores “naturalmente” femeninos
(Abreu 2014, 15).
Eso llevó a explicar el desvío de la mujer desde una perspectiva individual, de
carácter bioantropológica o psicológica, en la que el sexo y los procesos biológicos
propios de la mujer han sido las bases sobre las que se han sustentado las explicaciones
de la delincuencia femenina, considerando la actividad criminal femenina como una
anormalidad (Serrano Tárraga y Vázquez González 2006, 160) en contraste con el
arquetipo femenino biológico y social dominante de madre y esposa.
Aún que tuviera algunos personajes2 recoletos luchando por la libertad e
igualdad de la mujer, sólo con los movimientos feministas en inicio del siglo XIX
(primera ola), años 60 (segunda ola) y años 90 (tercera ola), que las reivindicaciones de
las mujeres empezaran a tener fuerza y fueran conquistados derechos y más libertad. O
sea, hace mucho poco que la mujer empezó a ser considerada sujeta de derechos, y no
sólo objeto de derecho3. Son con estos movimientos de liberación que aparecen las

1
En algunos pueblos en España pre-románica, como por ejemplo astures, vascos e ibicencos, se
encontraba “la covada”, que es considerada como una de las manifestaciones de un tipo de familia
basado en el matriarcado (GÁRATE, Justo. La covada pirenaica. Patrañas y fantasías).
2
Mary Wollstonecraft (1759-1797), con su obra Vindicación de los Derechos de la Mujer (1792) y John
Stuart Mill (1806-1873), quien, junto a su mujer Harriet Taylor Mill (1807-1856), publicó El
Sometimiento de la Mujer en 1869 son dos ejemplos.
3
Véase sobre esto: Mujer, ¿sujeto u objeto del Derecho?, BENITO DE LOS MOZOS, Ana I. y
MARTÍNEZ GALLEGO, Eva Mª en feminismo del pasado al presente. LÓPEZ DE LA VIEJA, María
Teresa. 1° edición: Ediciones Universidad de Salamanca, 2000.
manifestaciones feministas en la criminología, vinculando la delincuencia de la mujer
con los contextos sociales.
Es en eso contexto que este trabajo se propone, en primero lugar, a volver la
mirada para las mujeres autoras de los delitos, buscando completar un vacío histórico al
respecto de la delincuencia femenina. En segundo hacer un análisis a partir de las
teorías sociológicas del desvió para comprender las razones pelas cuales hasta hoy
delinquen menos, buscando reflexionar se eso es ventajoso o no para ellas. Y, por fin, se
almeja reflexionar a respecto de la necesidad de los estudios criminológicos con una
perspectiva de género, en una tentativa de real emancipación de la mujer.
Para eso, teniendo en cuenta la gran invisibilidad histórica del estudio de género
en la criminología, el primero paso para desarrollar la pesquisa es hacer una retomada
de las teorías criminologicas que abordan la mujer delincuente, observando de manera
crítica el tratamiento que tiene la mujer desviada en estas teorías que explican el delito.
En esa pesquisa, se adopta la perspectiva de la criminología crítica del control
social y el paradigma de la reacción social, en la medida que va en contra la actuación
del control penal del Estado, adoptando como marco teórico el autor Alessandro
Baratta.
El centro de atención se traslada a los aparatos de justicia criminal y no la
criminalidad – que depende de sus definiciones- y la criminología abandona su
tradicional cometimiento legitimador de los aparatos de poder para pasar a denunciar la
selectividad perversa de su funcionamiento desigual e interesado (Abreu, 2014: 20).
La perspectiva feminista que se adopta, es principalemente la defendida por
Judith Butler, que además de trabajar con el concepto de construcción cultural y social
del género, defiende la necesidad de deconstruir las dicotomías hombre-mujer, homo-
hetero, con vistas a deshacer los controles binarios de género.
Lejos de ocupar dos esferas herméticas separadas, la crítica de la dominación
penal y la crítica feminista al dominio masculino heterosexual se encuentran
entrelazadas de modo que el control (informal) ejercido por la sociedad patriarcal sobre
las mujeres, tiene su continuidad en las instancias formales del Derecho Penal. A
menudo, el resultado es un circulo vicioso de subordinación.
Tiene razón Baratta cuado se pregunta ¿Por qué habiendo sido contemporáneos
la aparición de las teorías de reacción social y de feminismo, no se aprovecharan
mutualmente? Una criminología crítica debe cuestionar el Derecho penal y la
selectividad de género con que opera. (2000:59,60).
Así, el objetivo general del trabajo es volver la mirada para las mujeres autoras
de los delitos, sob perspectiva de las teorías críticas del derecho penal y teorías
feministas, en busca de denunciar las relaciones de dominación convergentes entre el
controle penal y el patriarcal.
Como objetivos específicos, se busca: a) hacer una retomada histórica del
abordaje de las mujeres autoras de los delitos, buscando completar un vacío histórico al
respecto de la delincuencia femenina; b) con el marco de los estudios de la criminología
crítica y las explicaciones sociológicas del desvío, comprender las razones por las
cuales hasta hoy las mujeres delinquen menos. c) reflexionar si el hecho de ser menos
criminalizada es ventajoso para las mujeres. d) hacer un análisis a respecto de la
necesidad de los estudios criminológicos con una perspectiva de género, en la busca de
una real emancipación de la mujer.
La opción teórico-metodológica del estudio busca romper con la herencia
recibida del positivismo. El quehacer científico de hoy no es ya compatible con una
explicación de la realidad social como la presentada por Durkheim, donde los hechos
sociales son “cosas en el mundo, considerando a los fenómenos sociales de forma
aislada respecto de las manifestaciones sociales”4, pero sí con la necesidad de evaluar y
ponderar en conjunto los fenómenos sociales con miras a captarlos más adecuadamente.
En la ciencia de la Criminología estos retos se plantearán a través de su
direccionamiento a fines sociales, de su integración a otras ciencias como la Sociología
o con los aportes del feminismo.
Así, los fenómenos sociales que se estudiarán en el trabajo sólo pueden ser
explicados adecuadamente de una manera transdisciplinar5. Mi investigación seguirá el
rumbo del método de la Criminología crítica al partir de la evaluación del fenómeno
criminal (utilizando procedimientos inductivos) y proponer soluciones enmarcadas en
los principios generales de la socialización, control formal y informal, perspectiva de
género (utilizando un procedimiento deductivo desde el orden sociológica).
Esto labor requerirá trabajar con la pesquisa bibliografica, para verificar el
tratamiento dispensado a las mujeres delincuentes en los estudios criminologicos.

4
DURKHEIM, Émile., As regras do método sociológico, 2ª edição, tradução de Margarida Garrido
Esteves, São Paulo: Martins Fontes, 2007, p. 46.
5
La transdisciplinariedad es un paso más delante de lo inter y pluridisciplinar en la investigación
científica, pues su marca esencial es la “confluencia” de saberes que, por supuesto, no se limita a la
recepción de contribuciones de otros campos, otras disciplinas.(investigación acción participativa)».
VVAA. «Barrio, identidad y convivencia», en Contexto: Revista de la Facultad de Arquitectura
Universidad Autónoma de Nuevo León, Nº. 7, 2013, p. 55.
Además, se pretende hacer un análisis de los datos Estadísticos de sistemas
penitenciarios, con la finalidad de ilustrar de manera cuantitativa la criminalización
femenina. Por fin, hacer un examen cualitativo de toda la pesquisa y datos, con el
propósito de argumentar la necesidad de la perspectiva de género en los estudios
criminológicos.
Dicho lo anterior, y teniendo en cuenta las diversas dimensiones sobre las que se
indagará en el curso del trabajo, la metodología será mixta atendiendo a los variados
frentes en los que se mueve mi investigación.
El Sistema de organización del trabajo obedecerá la organización en dos
capítulos. En el Capítulo 1, «aproximación crítica a las teorías explicativas de la
delincuencia femenina. ›› siendo el resultado de una pesquisa bibliográfica de la
representación de la mujer en la historia y las teorías que abordan su criminalización.
Pretendo mostrar su evolución en la doctrina, especialmente a partir de que comenzara a
relacionarse con los avances hechos en el campo de la Sociología. Se procura
proporcionar un conjunto de explicaciones de la delincuencia femenina, desde un
enfoque plurifactorial, e intentar encontrar las respuestas a por qué las mujeres
delinquen menos que los hombres.
Para cerrar este capítulo abordaré también el enfoque de la aproximación de la
criminología crítica de la reacción social y los estudios críticos de género a través de un
feminismo emancipatório.
El segundo capítulo se titula « Análisis cuantitativa y cualitativa: el estudio de
la criminalización femenina en la actualidad ». Interactuando lo desarrollado en la parte
anterior, busco comprender la diferencia entre los géneros en los índices de
criminalidad. Finalizo el escrito con la exposición de las críticas que he elaborado,
proponiendo la necesidad de una criminología con perspectiva de género.

1. APROXIMACIÓN CRÍTICA A LAS TEORÍAS EXPLICATIVAS DE LA


DELINCUENCIA FEMENINA.

1.1 Nociones históricas

1.1.1 La representación histórica de la mujer y los


controles percibidos antes de la criminología.
En la Grecia antigua, hay registros de mucho material misógino, con una
depreciación de la figura de la mujer. La presencia de la mujer en la vida pública no era
admitida, siendo que no había siquiera una filósofa. El conocimiento era reservado
solamente a los hombres, ya que el papel desempeñado por la mujer tendría que ser el
de responsable por el hogar y la creación de los hijos.
Las mujeres divergen del ser humano, lo que quiere decir, del hombre, porque al
hombre lo equipara al ser humano.
Los más antiguos relatos históricos describen las mujeres en la práctica de
crímenes solamente cuando autoras de adulterios, brujería, infanticidios, prostitución...
Conforme cuenta Murillo (1990: 17), a lo largo de esto período la actitud de desvío de
la mujer ha de interpretarse por los parámetros de una absoluta dependencia de la
unidad familiar – y, por tanto, del marido-, y fuerte presión de la moral religiosa. Así, la
conducta acepta como delito para las mujeres eran todas aquellas ligadas al
mantenimiento de la familia tradicional.
La brujería, por ejemplo, siempre estuve relacionada íntimamente con la
naturaleza femenina y el ideal de que toda la mujer es una bruja en potencial. En razón
de ser responsable por los cuidados de los hijos y tener el conocimiento de medicinas
alternativas, en el siglo XVI y XVII la mujer tendría cuatro veces más posibilidades que
el hombre de ser acusada por el crimen de brujería y ser ejecutada por esta razón
(CAMPOS, 1995: 22).
La noción del Derecho Penal en esta sociedad es la figura de un Derecho
paternalista, de “protección” a la mujer, que no es considerada capaz de regir sus
propios actos. Los juristas, desde la conciencia de la limitación cuantitativa y cualitativa
de los crímenes cometidos por mujeres- siempre bastante menos numerosos que los de
los hombres- han sido con frecuencia renuentes a estimar oportuno el control público de
algunos comportamientos femeninos desviados, negando su peligrosidad (Graziosi,
2004: 1067).
Las mujeres estaban sobre tutela de su pater familia, sea su padre o su marido.
Cuando practicaban algún delito público, se podría poner en la cárcel, pero la familia
debía pagar su manutención. Su prisión era admitir que no se había conseguido
controlarla y guiarla, y la propia justicia dejaba frecuentemente en manos del marido la
ejecución del castigo6. Éste es quizá el asunto teórico más significativo: considerar las
mujeres incapaces de ser penalmente imputables, por su debilidad global de cuerpo y
mente.
Las galeras que existían en estos siglos eran ejemplo de una filosofía educativa,
para suplir una ausencia del control familiar y aplicar el modelo socialmente impuesto.
Las reclusiones privadas eran representadas por las instituciones de “adiestramiento”
de la mujer, como por ejemplo los conventos religiosos. A eso respecto, dice Lasala
(1948):
“Son tres las clases de instituciones. 1º) Los Reclusorios, generalmente
utilizando conventos de religiosas; 2º) la Sociedad de Señoras y 3º) las
Congregaciones religiosas de monjas fundadas por la iglesia con el fin de
salvar a las jóvenes descarriadas. Sus antecedentes se hallan ya en el siglo
XIII en la Casa Penitenciaria de Jesuscristo y, más tarde, a principios del
siglo XVI en las Casas de Arrepentidas” (Lasala, 1948: 85)”

Uno de los estudios más conocidos de esta época es del autor romano Prospero
Farinacci (1554-1618). Farinacci se pronunció por una menor punibilidad de las
mujeres, de acuerdo con su menos racionalidad, conforme las reglas que ya habrían sido
formuladas en el derecho romano. Sus interpretaciones y sus juicios constituirán gran
parte del posterior "sentido común" de los juristas sobre la condición femenina, debido
al prestigio acumulado por él como abogado y procurador fiscal (Graziosi, 2004:1068).

Las funciones primarias de instituciones carcelarias eran las de domesticar a las


mujeres pobres que vivían fuera del control masculino y del encierro doméstico según
las exigencias de docilidad y obediencia, a servicio del control de género (Maqueda
Abreu, 2014:18).

1.2 El estudio de la criminología y sus t eorías explicativas de


la delincuencia: el abordaje de la mujer desviada

El estudio de la criminología nace7 como pesquisa empírica, en un período


marcado por el positivismo y la racionalidad. Surge como una ciencia de influencia

6
DOMINGUEZ ORTIZ, A.: Op. Cit, p. 195.
7
El momento específico del surgimiento de la criminología no es algo pacífico , hasta porque no es viable
mensurar y apartar todos los estudios a respecto de un tema de manera cronológica, y también ya habían
Darwinista, expresada principalmente en los estudios de Lombroso, que en siglo XIX
hace destaque al carácter natural del crimen. Ignorando la importancia de los fenómenos
sociales, y reducido a un estudio biológico del delito, su estudio indica una idea de
criminoso nato, cuyas características físicas y fenotípicas lo hacen delincuente.
Con la escuela positivista, se instala el método científico como una forma de
prevenir el delito, a través de la identificación de características específicas y estigma de
criminoso. Hay una mezcla de medicina y criminología en una busca de clasificación
biológica de seres humanos. De ahí nace una idea de que en contra la ciencia no hay
argumientos, y todo lo publicado bajo una categoría de “aprobado científicamente” sería
una verdad universal.
Así que en esta época se queda “científicamente” probada la inferioridad de
algunas razas y bien como de un sexo en razón de otro.
En la transición del siglo XIX para el XX empiezan a surgir los primeros
estudios, al respecto de las conductas desviadas, con enfoques sociales, pero todavía con
mucho de la perspectiva biológica defendida por la escuela de Lombroso.
Solamente en finales de los años 60 es que se puede verificar teorías
comprometidas en defender la importancia de la socialización en lo cometimiento de
delitos, dando más enfoque a los factores externos que a la responsabilidad individual
del sujeto que delinque.
Sin embargo, se destaca que el advenimiento de una nueva teoría no elimina
totalmente las anteriores. Eso significa que a pesar del avance de los estudios al respecto
de la importancia de la influencia social en el delito, aún se puede percibir mucho de los
reflejos de las teorías individuales de carácter biológico y psicológico.

1.2.1 Teorías positivistas basadas en explicaciones individuales

a. Teorías pre-lombrosianas de contenido biológico

Los primeros estudios acerca de la mujer delincuente son a partir de teorías


individuales de cuño biológico y psicoanalíticos. Antes mismo de Lombroso, conocido

estudios sobre criminalidad antes del siglo XIX y antes de Lombroso, como vendremos algunos a seguir.
Todavía, es más común considerar el nacimiento de la criminologia cuando esta pasa a ser considerada
“ciencia”, lo que ocurre en la transición de la Escuela Clásica Liberal para la Positivista, cuyo exponente
fue Cesare Lombroso, con su conocido trabajo L'Uomo delinqüente, publicado en 1871.
como el padre de la criminología empírica, tuvieran estudios al respecto de la baja
delincuencia femenina centrados en los aspectos biológicos. La delincuente no era
considerada normal, siendo encontrados elementos biológicos para cualificarla como
diferente (capacidad craneal, el cerebro menos desarrollado, sus condiciones
hormonales, etc.).
Es decir, las teorías y escuelas de enfoque biológico tratan de localizar alguna
patología, disfunción o trastorno orgánico que pueda explicar la conducta delictiva del
delincuente, que pueden ser antropológicas, biotipológicas, endocrinológicas, genéticas,
neurofisiológicas, bioquímicas, etc. Se encuentran factores genéticos, enfermedades
somáticas, cambios endocrinos y la propia constitución (Stenglein, 2013: 32).
Los principales estudios reconocidos, antes de Lombroso, al respecto de la
ligación de las condiciones biológicas con el delito fueran hechos por Pauline
Tarnoswsky, Pyke, Van de Warker, Bean y Broca.
Tarnoswsky, descubrió diferencias biológicas entre mujeres asesinas y las no
delincuentes, en la capacidad craneal de ambos grupos. Para esta autora, las criminales
pertenecen a una «clase de mujeres anormales, degeneradas y degenerantes», que se dan
fundamentalmente en los bajos fondos sociales y asocia también la criminalidad
femenina con la evolución biológica y la formación cultural. Centra su estudio en
criminales y prostitutas de Moscú, San Petersburgo, Mogorod, Jaroslaw, entre otras
ciudades. En sus estudios habla de las deformidades craneoencefálicas (en concreto
habla de oxicefalia, platicefalia, microcefalia y plagiocefalia), aparte de desviación de la
nariz, asimetría, prognatismo, orejas mal orleadas, bóveda palatina ogival y otros signos
que Tarnoswky considera de degeneración física (Stenglein, 2013: 35).
En lo mismo sentido, Pyke definió que el hecho de que la mujer se situara por
debajo del desarrollo genético adecuado la llevaría a la delincuencia, al igual que si
manifiesta un desarrollo social inadecuado. Van de Warker afirma que el hombre
comete delitos fundamentalmente por pobreza, por un agravio previo, mientras que la
mujer los comete por desequilibrios mentales. Bean estudió el cuerpo calloso del
cerebro, comparando cerebros de distintas razas y de hombres y mujeres, llegando a
afirmar que dentro de cada raza, la mujer poseería una inteligencia menos desarrollada
que el hombre. Broca consideraba que el cerebro femenino había ido degenerando a
través del tiempo, debido a la utilización parcial del mismo impuesta a las mujeres por
las estructuras sociales existentes (Tárraga y González, 2006: 162).
Las conclusiones sacadas de estos estudios eran comunes y legitiman una
inferioridad de la mujer infractora. Es decir, Identificaban diferencias biológicas entre
las mujeres “normales” y las delincuentes, siendo que la delincuente tiene una condición
biológica deficiente que no permite asimilar la orden social impuesta.

b. El estudio de la mujer en Lombroso e Ferrero

A fines del siglo XIX, se llega a establecer y consolidar la Criminología como


ciencia, en una época dominada por el pensamiento de Charles Darwin.
Consecuentemente, las explicaciones de los crímenes responden a factores biológicos y
antropológicos de los delincuentes (Stenglein, 2013: 34).
Así, en esto contexto y dentro de las teorías individuales biológicas, Lombroso y
Ferrero8 desarrollan la investigación empírica, que resultan en las explicaciones
bioantropológicas del crimen.
Lombroso hace con naturalidad un proyecto de estudio pretensamente
desapasionado y científico del hombre criminoso. En lo principio fue un hecho de la
criminología el estudio de hombres, por hombres y para hombres, aunque estos hombres
no eran objetos de interés por ser hombre, sino porque eran “criminosos”.
Bajo el pretexto de estar haciendo una ciencia neutral9, patrocinaban que la
actividad delictiva del hombre quedaría explicada en razón de la persistencia de rasgos
primitivos correspondientes a un estado primario de evolución, comparado a los
animales y sus instintos naturales.

8
La donna Delinquente, la prostitua e la donna normale. Lombroso y G. Ferrero. Quinta Edizione,1927.
9
A respecto de eso, Naffine: “ The first men of criminology seemed quite naturally to take their project to
be the dispassionate and scientific study of criminal man. There was (almost) never any question of
concerning themselves with women in any serious way. Caesar Lombroso and William Ferrero´s work on
women has come to be regarded as an interesting historical exception rather than an endeavour to
incorporate women as subjects of equal interest into the scientific study of crime.(…) Criminology was
the study of criminals who happened mainly to be men and so the criminal was what was studied, though
not as a man or masculine being, but as a criminal. This, it seemed, was a simply the natural, logical
starting point of the discipline. The assumptions underpinning this scientific selection were unexamined
and remain largely unexamined today.” (NAFFINE, N. Feminism and Criminology. Philadelphia, 1996,
p.18). En el mismo sentido, los estudios del paradigma etiológico de Vera Regina Pereira de Andrade
(1995).
El análisis de la delincuencia es hecho de manera aislada, sin tener en cuenta la
complejidad social, económica o cultural. Para ellos, lo que determina se la persona es o
no criminosa es la biología, por lo cual se crea la conocía teoría del “criminoso nato”10.
Aplicando los estudios a la mujer, estos autores llegaron a la conclusión de que
las mujeres delincuentes presentaban pocos signos de degeneración porque habían
evolucionado menos que el hombre. Por no haber evolucionado desde su origen, y por
el hecho añadido de ser delincuentes, lo que supone una evolución todavía menor, la
mujer delincuente se situaba en un estadio evolutivo auténticamente inferior que el
hombre criminal11. En su libro “La donna Delinquente. La donna normale e la
prostituta”, C. Lombroso y G. Ferrero dicen que:
“Así, vemos la hembra en una serie zoológica más baja de que el ser superior
masculino, en relación a complejidad de los órganos, casi en el control de la
especie, y luego, que se negó a ser una humilde esclava, paralizada en vigor,
en la variabilidad, etc.; y así en nuestra carrera aparece más el hombre en la
pubertad, en fuerza y estatura, pero entonces, como la restra atrás, dejando
en inmediato una prueba de aquella precocidad (en las mujeres) que es
común a las razas inferiores.”12

Este nivel tan bajo de evolución13 incapacita a la mayoría de las mujeres para
cometer delitos, siendo este motivo el que explica la baja tasa de delincuencia femenina.
Esta evolución inferior se debería a la inactividad de la mujer frente al varón, que tiene
un origen biológico: “la inmovilidad del óvulo comparada con la del espermatozoide”
(Tárraga y González, 2006: 164).

10
“Il delinquente nato, comparato agli altri individui della stessa classe sociale, dello stesso sesso e della
stessa età, ha per lo più un’intelligenza comune o piuttosto inferiore alla media, tranne i casi di
intelligenza superiore o ottusa e deficiente da cui si specifica, invece, il tipo di delinquente primitivo.
Caratteristica fondamentale di questo tipo di criminale è l’abnorme volontà, o meglio, l’impulsività che
trascende dal senso morale, assolutamente debole e inefficacie, che negli uomini normali è la maggior
forza di repulsione al delitto.”(CHICCO, D., La criminalità femminile, 2012).
11
Así, Tárraga e González (2006: 164), también Murillo A. C. (1990: 58); Malvido M. L. L. (1998: 25-
28); Heidensohn F. M. (1995: 113-114); Stenglein (2013: 33-34); Mendes, S. R. (2014: 45-46); Arroyo S.
C. (2013: 23); Smart C. (1981: 45); Togni D. (2009: 18-21), Chicco, D. (2012: 81-93), Cianciola, G.
(2009: 19-21).
12
“Cosí, vedemmo la femmina nelle più basse serie zoologiche essere superiore al maschio in volume, in
complicazione degli organi, quasi padrona della specie, per poi calare ad esserne l`umile schiava,
menomata in forza, in variabilità, ecc.; e cosí nella razza nostra appare uguale o superiore all`uomo prima
della pubertà in forza e statura, spesso ingegno, ma poi man mano gli restra indietro, lasciando nella
stessa momentanea prevalenza una prova di quella precocità che è comune alle razze inferiori Lombroso,
Ferrero, La donna delinquente
13
En esto mismo período, el ideal de mujer científicamente inferior tuve reflejos en estudios en Brasil. El
autor Tito Livio de Castro (1887) afirma: Historica ou prehistoricamente, nos ultimos tempos da vida
intra-ulterina, dos primeiros aos ultimos tempos da vida extra-ulterina, a mulher é menos cerebro do que o
homem, ha no homem mais mentalidade do que na mulher. Mas, ao lado dessa affirmação scientifica ha
uma affirmação popular que, por se prestar a equivocos, merece um exame. Segundo a crença geral a
mulher é mais coração...A mulher não tem o coração mais terno, não é mais sensivel. A mulher tem
menos desenvolvido o poder de dominar-se, mas não tem mais desenvolvido o poder de sentir (CASTRO,
1887:15,21).
Así, la mujer es portadora de características biológicamente inmutables, como el
instinto maternal. Estas características conforman su rol social y confirman la verdadera
naturaleza de la mujer, con lo cual, los comportamientos disconformes con estas pautas
deben considerarse anormales. La delincuencia femenina aparece definida por una doble
anormalidad: biológica y social, que presenta su criminalidad como una práctica
masculinizada e impropia de su sexo (Tárraga y González, 2006: 165). Para el hombre,
su anormalidad es en la mayoría de las veces relacionada apenas con las normas legales,
en cuanto que la mujer es anormal legalmente y incluso socialmente, haciendo
comparable con un "monstruo"14.
Al respecto , va decir Murillo (1990):
“Es así como la delincuencia femenina aparece femenina aparece definida
por una doble anormalidad –biológica y social – que presenta su criminalidad
como una práctica masculinizada e impropia de su sexo. Esta doble
concepción provoca, a su vez, una doble repulsa, de manera que a “la
condena legal” se añade también una “condena social”, que no ocurre con el
varón” (Murillo, 1990: 59).

c. teorías hormonales y genéticas

Otras explicaciones de carácter de desarrollo sexual intentan identificar las


razones pelas cuales las mujeres delinquen menos, a partir de estudios hormonales. Por
estas teorías, la mayor delincuencia masculina se debe a que el hombre posee más
hormonas andrógenas, y fundamentalmente la testosterona, responsable por la
agresividad.
El principal teórico defensor de esas teorías ha sido Gray15, que defiende una
relación entre la delincuencia y la condición biológica ligada a hormonas. Así, con sus
propias palabras, dice el estudioso que:
“Las siguientes conclusiones entonces, surgen de esta revisión. En las
especies mamíferas, el macho generalmente es más agresivo que la hembra;
esa diferencia sexual se ve reforzada por la presencia de andrógenos
circulantes, pero andrógenos ejerce su efecto facilitador sobre la conducta
agresiva sólo en los animales los cuales son sexualmente diferenciados, como
los hombres. La dirección de las diferencias sexuales en el temor entre las
especies de mamíferos es más variable. En roedores, la hembra es menos
temible que el macho, mientras que en el hombre la inversa es verdadera. La
evidencia escasa en primates sugiere que el sentido humano de la diferencia
sexual en temor también puede ser característica de otros primates. Aunque

14
“ La stessa relativa scarsezza di stigmate degenerative, che sembra a tutta prima evidente carattere di
superiorità, si lega invence alla minore sua variazione, che è un carattere inferiore. benchè, quanto ai
mostri, le condizioni si pareggino o quasi, anche in questa nuova e curiosa interferenza, cui solo la
selezione umana sessuale può togliere.” Lombroso, Ferrero…, 1927.
15
GRAY, J.A.: “Sex Differences in emotional behaviour in mammals including man: endocrine basis”,
en “Acta psychologica”, 1970.
es menos clara que en el caso del comportamiento agresivo, los datos sobre
roedores sugieren que la diferencia sexual en temor
depende en parte de los niveles de estrógeno circulante, lo que disminuye
comportamiento temeroso, y en parte de los procesos normales de la
diferenciación sexual. La evidencia de primates sugiere la posibilidad de que,
incluso aunque la diferencia de sexo en temor toma la dirección contraria en
este fin de que en los roedores, el estrógeno continúa ejerciendo una
antagonista acción al miedo.16 (Gray, 1971:39, traducido)

Esta hormona andrógeno se clasifica, por lo tanto, como promotor de agresión y,


de criminalidad. Tales concentraciones endocrinas han intentado explicar el distinto
comportamiento delictivo del varón y de la hembra, con base al efecto que produce su
diferente conformación hormonal sobre sus planos emocionales (Murillo, 1990: 59).
Otros estudios esencialmente endocrinológicos han formulado teorías
explicativas de la delincuencia femenina basada en crises biológicas propias de su sexo,
y su comportamiento durante el período menstrual. Estos estudios son
significativamente interesantes, una vez que hasta hoy se muestran presentes en algunos
discursos al respecto de la mujer.
Se hace una ligación de los ciclos menstruales a una predisposición mayor para
las mujeres delinquieren en estos periodos,17siempre poniendo la condición de
anormalidad para la delincuencia femenina. En su artículo, Gudrun Stenglein (2013:34)
menciona el caso criminal en Inglaterra, del año 1987, descripto por Susan Edwards18
en que los tribunales absuelven a una mujer acusada de haber matado a su madre,
porque le aplican el síndrome premenstrual y una depresión postnatal como
circunstancias eximentes de culpabilidad. Es decir, las alteraciones de hormonas en la
mujer en el período de menstruación la transformaban de una manera que podría ser
considerada incapaz de pensar en sus actos.

16
El escrito en la lengua original dice: The following conclusions then, arise from this review. In
mammalian species generally the male is more aggressive than the female; this sex difference is enhanced
by the presence of circulating androgen, but androgen exercises its facilitative effect on aggressive
behaviour only in animals which have differentiated sexually as males. The direction of the sex difference
in fearfulness among mammalian species is more variable. In rodents, the female is less fearful than the
male, while in man the reverse is true. The scanty evidence on primates suggests that the human direction
of the sex difference in fearfulness may also be characteristic of other primates. Although less clear-cut
than is the case for aggressive behaviour, the data on rodents suggest that the sex difference in fearfulness
depends in part on the levels of circulating oestrogen, which decreases fearful behaviour, and in part on
the normal processes of sexual differentiation. The evidence from primates suggests the possibility that,
even though the sex difference in fearfulness takes the reverse direction in this order from that in rodents,
oestrogen continues to exert an antagonistic action of fear. (Gray, 1971:39)

17
Esta relación adquiere importancia con la publicación del artículo de Middleton en 1933: “Is There a
Relation Between Kleptomania and Female Periodicity in Neurotic Individuals?” , aunque se había tenido
en cuenta desde el inicio de los estudios sobre la delincuencia femenina, y se considera que la crisis
catamenial es el factor causa de la misma (Serrano Tárraga y Vázquez González 2006, 168).
18
Vid. S. Edwards, Mad, Bad or Pre-Menstrual, New Law Journal, Londres, 1988, p. 458.
A respecto de esas teorías, sintetiza Murillo (1990):
“La pubertad, con la iniciación del ciclo catamenial, como primera fase del
desarrollo sexual femenino, y el “climaterio” como fase última, pasando por
la maternidad, (embarazo, parto, puerperio y lactancia), parecerían
relacionarse con un incremento de su actividad delictiva (concretamente en la
comisión de robos y hurtos), motivados, al parecer, por una acusada labilidad
en el psiquismo femenino durante esos momentos, planteamiento que ha
quedado incluso recogido en el propio derecho positivo a través de la posible
consideración de tales circunstancia, como modificativas de la
responsabilidad criminal específicamente femenina.”(Murillo, 1990: 60).

Eso ilustra una tendencia de las teorías individuales y biológicas del delito, que
busca justificar el crimen por contenidos inherentes a naturaleza de los sexos,
igualmente buscando una anormalidad en la mujer que delinque.
Además, algunas creencias intentaran explicar por teorías genéticas las
diferencias entre los índices de delincuencia, diciendo que el cromosoma Y, presente
sólo en el hombre, es el responsable por la agresividad. Un resumen de los estudios
basados en las influencias genéticas, con observaciones de las mujeres delincuentes y
las no delincuentes, también es presentado en el autor Murillo (1990), que sintetiza:
“-Estudios de familias, en los que se intenta demostrar la influencia genética
que los padres delincuentes transmiten a los hijos: Glueck y Glueck, 1932;
Ferguson, 1952; McCord y McCord, 1958; West y Farrington, 1977, y
Roberts, 1978, son sus representates.
-Estudios de hermanos gemelos en los que se observa la diferencia entre los
monocigóticos respecto a los dicigóticos. Entre sus representantes cita a:
Cohen, D. J.; Dibble, E; Craive, J. H., y Pollin, W., 1975; Vandenber, 1976 y
Cristiansen, 1977.
-Estudios basados en diferencias cromosómicas entre los que, según Ellis,
resultarían de interés de aquellos casos que parecen mostrar una mayor
predisposición a la comisión de actos delictivos por parte de mujeres con más
de 47 cromosomas – incluido el sexual XX.
-Estudios realizados mediante observación del grado de influencia genética
que el comportamiento de los niños adoptados conserva aún de los padres
genuinos. (Murillo, 1990: 63).

Sin embargo, lo que se debe resaltar es que no se puede llevar a cabo esta
creencia de la influencia fisiológica como base de la agresividad. Lo que nos diferencia
de los animales, es el sistema nervoso y nuestra capacidad de racionalizar. La biologia,
la genetica y caracteríscas hormonales no pueden ser las responsables por las prácticas
de acciones en las actividades del ser humano. Cuando justificamos una violencia como
natural característica de un sexo, aceptamos como incontestable la condición de agresor
del hombre y de víctima de la mujer. El ejercicio de pensar y ser responsable por
nuestras actitudes debe ser la principal crítica de esos estudios.
d. Teorías psicoanalíticas: el estudio de Freud

Las teorías y escuelas psicológicas buscan la explicación del comportamiento


delictivo en el mundo anímico, como alteraciones psicopatológicas, baja autoestima,
dificultades de adaptación, conflictos familiares, matrimonios insatisfechos, problemas
infantiles, inseguridad o represión sexual, entre otros (Stenglein, 2013: 32).
El principal psicoanalista que va tratar de la mujer delincuente es Freud,
marcado por el ideal evolucionista de influencia Darwinista19. Para Freud20, la mujer
sólo puede alcanzar el desarrollo de su ego a partir de un ambiente armónico,
caracterizado por las relaciones afectivo-familiares, y más concretamente, por el
desempeño de su papel de esposa y madre (Serrano Tárraga y Vázquez González 2006,
167).
Por lo tanto, lo que es verificado en los estudios de Freud acerca de la
criminalidad femenino es el mismo planteamiento de una anormalidad de la mujer
criminosa. Los excesos temperamentales y la criminalidad de las mujeres eran
problemas de biología y desajuste provocados por el peculiar funcionamiento de sus
órganos sexuales que limitaban sus actividades a los roles exclusivamente familiares.
Para el creador de la psicoanálisis, la mujer sólo puede alcanzar el dicho
desarrollo de su ego a partir de un ambiente armónico, caracterizado por las relaciones
afectivo-familiares, y más concretamente, mediante el desempeño del papel de esposa y
madre (Murillo, 1990:63).
Así, para ello, la mujer delincuente es un ser anormal tanto biológicamente: por
el solo hecho de practicar agresividad que solo es dable al varón, y de ser mujer y
carecer de los atributos sexuales masculinos, lo cual parece ser que representa para ella
un alto grado de frustración; como psicológicamente, por presentar cierta falta de
desarrollo total y equilibrado de su “ego”(Yagüe, 2002:3).

e. El estudio psiquiátrico

19
El propio Freud admite en su libro (1959) “An Autobiographical study”, cuando cita la influencia de
Darwin en la primera orientación de su pensamiento.
20
Adelante del órgano sexual del chico, la chica siente una melancolía por no tenerlo, dice Freud, “en un
instante, hace su juicio y toma una decisión. Ha visto, sabe que no tiene, y quiere ter”. Para lo autor, la
femineidad normal implica en que la chica renuncie a la actividad de masturbación del clítoris, acepte la
pasividad y pase a desear tener un hijo. (MACEDO, Ana Gabriela; AMARAL, Ana Luísa. Dicionário da
Crítica Feminista,2005.)
Ya las teorías psiquiátricas son realizadas a través de dos enfoques: individual y
social. El primero trabaja el delito femenino como un trastorno mental, una enfermedad
que hace la mujer delinquir (Serrano Tárraga y Vázquez González, 2006: 167). En eso
contexto, la mujer delincuente es individualmente considerada con una enfermedad
mental. Es decir, la explicación para los crímenes cometidos por autoras mujeres era
entendido como irracional, fruto de una inconsciencia, una incapacidad mental. A eso
respecto, va decir Smart (1976):
“La primera proposición plantea la cuestión de la base motivacional de las
acciones de las mujeres delincuentes, que es la inferencia de que las
delincuentes son enfermas mentales o "enferma" en un sentido
psicológico.”21 (Smart, 1976: 146).

En cuanto la segunda perspectiva, explica la existencia de poca delincuencia


femenina, por el trato diferencial de hombres y mujeres por parte de los sistemas de
control. Es decir, las mujeres son más diagnosticadas con problemas mentales de que
los hombres; más internadas y menos consideradas capaces mentalmente de cometer los
delitos. Sobre eso, se vuelve a referir la explicación de Smart (1976):
“La segunda proposición se resuelve alrededor de la idea de que la
enfermedad mental para las mujeres representa una forma equivalente o
alternativa del comportamiento criminal. Esta última proposición presupone
eso, en razón de que, estadísticamente hablando, más mujeres son
diagnosticados como enfermas mentales y después categorizadas como
criminales, la enfermedad mental es una forma de conducta desviada
apropiada para las mujeres, cumpliendo para ellas las mismas necesidades o
funciones como la conducta delictiva hace para los hombres.”22 (Smart, 1976:
146)

Lo que Smart señala es la existencia de una tendencia entre los psiquiatras a


diagnosticar a las mujeres como neuróticas en una mayor proporción que a los varones.
Si una mujer manifiesta una dolencia, el psiquiatra tiende a pensar que es un invento y
no una auténtica enfermedad, siendo ella una neurótica, lo que hace más común la mujer
internada en establecimientos psiquiátricos (manicomios), que en cárcel.
El autor Murillo (1990), hace un resumen sencillo de los estudios a respecto de
esas teorías del delito, como se puede verificar:

21
El original, escrito por Smart, dice: The first proposition raises the question of the motivational
basis of female offenders’ actions, the inference being that the female offenders are mentally ill or ‘sick’
in a psychological sense. (Smart, 1976: 146)
22
El original dice: “The second proposition resolves around the idea that mental illness for women
represents an equivalent or alternative form of behaviour criminality. The latter proposition presupposes
that because statiscally speaking, more women are diagnosed as mentally ill than become categorized as
criminal, mental illness is a form of deviant behaviour appropriate to women, fulfilling for them the same
needs or functions as criminal behaviour does for men.” (Smart, 1976: 146).
“1. El estudio de Guze, sobre una muestra de 66 penadas, entre las que el
autor encuentra – además de otras cosas – un 65 por 100 de sociopatías, un
11 por 100 de ansiedad neurótica, un 1,5 por 100 de esquizofrenias y un 1 por
100 de depresiones.
2. El Barack de Widen, 1978, el que, mediante la aplicación a mujeres
preventivas del cuestionario de personalidad de Eysenck, detecta un elevado
porcentaje de ellas con neurosis y psicosis.
3. El de Prins, 1980, según el cual las mujeres ofrecerían elementos
psicopatológicos más exuberantes y traumáticos que el varón, presentando un
mayor grado de histeria, consecuencia de una percepción poco afectiva del
padre. Con el que mantendrían una relación traumática - Gilbertt, 1972 y
Reige.
4. El de Glover, 1957, cuyo estudio sobre psicopatología de las prostitución
encunetra que entre las mujeres que investiga existe enfado agudo para con el
padre, y una relación hostil hacia la madre, variables que – según el autor –
son de importancia en la formación del factor homosexual inconsciente que
está presente en la prostitución.
5. Por último, Gibbens, 1971, en su estudio, señala que las mujeres
delincuentes están más deprimidas que los hombres, presentando síntomas
específicos, como son las fobias.” (Murillo, 1990: 65).

Así como muchos de los prejuicios transmitidos por teorías ya trabajadas hasta
aquí, estas explicaciones psiquiátricas de la delincuencia femenina se hacen presentes
en muchos discursos y actitudes hacia las mujeres, hasta los días de hoy. Son creencias
como esas que llevan a un ideal colectivo de que las mujeres son menos fuertes
emocionalmente, y más susceptibles a las enfermedades psicológicas.
El fondo del discurso, que tiene reflejos en los días de hoy, son los dogmas de
incapacidad femenina, que deslegitiman sus actitudes, discursos y sus opciones propias,
catalogando como “locas” aquellas que no se adecuaban (o que no se adecuan hoy) a los
patrones reglados por la sociedad patriarcal.

1.2.2 El inicio del estudio con proyección social

a) El “amor-biológico” femenino de William Thomas

El tercer estadio tardará hasta la segunda Guerra Mundial,


incluyendo teorías liberales sobre la interacción social y biológica.
Lo principio de la influenza sociológica en las teorías sobre la criminalidad
mantienen la herencia biológica. Es decir, mezclan las dos concibiendo el delito como
“un fenómeno natural y social” al mismo tiempo (Maqueda Abreu, 2014: 40).
El sociólogo William Isaac Thomas23 representa estas ideas de una sociología
con índole biológico, e las describe en su obra Sex and society24 , publicada en el año
1907.
Ello representa, dentro de la trayectoria desde lo individual a lo social, el tímido
punto de arranque que, desde el seno de las concepciones fisiológicas clásicas, marca el
inicio de una cierta reflexión sobre la influencia que los factores ambientales pueden
ejercer sobre la conducta humana (Murillo, 1990: 67).
Afirma que la mujer es inferior biológicamente al hombre, porque tiene el
cerebro más pequeño. En su segundo trabajo The unadjusted girl25, Thomas publica que
el comportamiento humano es el resultado de la interdependencia de instintos innatos y
de la influencia social. Así, para esto autor, la mujer tiene instintos biológicos
(maternos, para el cuidado, para el amor), siendo la familia una instancia de control para
que estos instintos sean cumplidos en la socialización.
Nos cuenta el profesor Murilo (1990) que, desde esa perspectiva, la mujer,
debido a su “natural” tendencia hacia la maternidad, aparecería dotada con respecto al
hombre de mayores posibilidades para la materialización de sus instintos biológicos
amorosos; de ahí que sea más capaz que el varón para dar y recibir amor dentro de un
abanico más amplio de circunstancias – como la prostitución- (Murillo, 1990:68).
Así, la ocurrencia del comportamiento criminal femenino está relacionado con
una pérdida de la unidad familiar tradicional, una vez que la esfera familiar es el marco
para adecuar plenamente su instinto biológico-amoroso, lo que origina en la mujer una
situación desconcertante, debido a la pérdida del marco adecuado para controlar
plenamente su instinto biológico-amoroso(Serrano Tárraga y Vázquez Gonzalez,
2006:168 y también Murillo, 1990: 69).
Además, según Thomas, la criminalidad es una forma de comportamiento de
mujeres no privilegiadas. Estas mujeres no tienen moral, mientras, que las mujeres de

23
19 William Isaac Thomas, sociólogo estadounidense, nació el 13 de agosto de 1863 en
Virginiay murió el 5 de diciembre de 1947 en Nueva York. Es conocido por su trabajo sobre la
sociología de la migración polaca en Chicago y se le reconoce como pionero del enfoque
biográfico en la investigación social y en los estudios de la migración. A pesar de una tendencia
biológica –hoy considerada machista– en su tiempo resultó ser progresista, especulando que el
intelecto de las mujeres podría ser en realidad superior al de los hombres debido a su astucia y
resistencia. Fue profesor de Sociología y Antropología en la Universidad de Chicago. Desde
1895 hasta 1917 fue también coeditor de The American Journal of Sociology (Stenglein, 2013)
24
25
W. I. Thomas. The unadjusted girl. With cases and standpoint for behavior analysis.
Boston, Mass.: Little, Brown 1923.
una clase social media saben adaptarse y son mujeres castas con la capacidad sublimar
sus deseos naturales. Por tanto, la criminalidad femenina sólo se puede evitar, en cuanto
las mujeres vuelven a su rol tradicional (Stenglein, 2013: 34).
Es decir, la adecuación de la mujer a sus funciones exclusivas de madre, esposa
y en el ámbito doméstico es esencial para que no sea una delincuente. Las nuevas
formaciones familiares y nuevos valores culturales como el trabajar fuera de casa
habrían hecho decaer las restricciones sociales convencionales y cambiado los objetivos
y los medios para dar satisfacción a los propios instintos biológicos. En eso sentido,
refiere Maqueda Abreu (2014):
“Es precisamente ese intenso deseo de dar y sentir amor y de obtener
seguridad y reconocimiento el que induce a la mujer al delito, normalmente
de naturaleza sexual y en, particular, en las adolescentes…porque, a causa de
los déficits en su socialización causantes de desajuste y promiscuidad sexual,
los medios empleados no son los socialmente aprobados” (Maqueda Abreu,
2014: 42)

b) Otto Pollack y la caballerosidad .

En lo mismo sentido de la teoría individualista con proyección social, tenemos


Otto Pollack, que mantiene una herencia lombrosiana y introduce el concepto de
“caballerosidad” en lo estudio de la situación de delincuencia femenina. Pollak, en el
año 1961, en su obra “The Criminality of Women”, estudió lo que se puede llamar la
“cifra negra” de la delincuencia femenina, buscando la extensión real del delito de la
mujer, mitigado por la falsedad de éstas, por instigar al hombre a la comisión de delitos
y por un trato más benigno por parte de la policía, poder judicial e instituciones
penitenciarias (Stenglein, 2013: 33). Esto autor aduce que la mujer tiene la capacidad de
engañar en razón de su diferencia biológica con el hombre, la cual capacita la mujer a
engañar en el sexo26.
Así, para este autor, la baja tasa de criminalidad femenina podría explicarse
como consecuencia de una actividad criminal sumergida y por su favorable
consideración social, con lo cual su criminalidad no suele detectarse por la policía.
Mismo cuando identificada y en aquellos casos en los que se denuncia, la mujer recibe
un trato de favor respecto al varón por parte de los órganos judiciales (Serrano Tárraga
y Vázquez González 2006, 168).
A respecto de la teoría de Pollack, explica Murillo (1990):

POLLACK, O.: “The Criminality of Women”, New York, 1961, A. S. Barnes, pág. 49.
26
“La baja tasa de criminalidad femenina podría explicarse como una
consecuencia simultánea, tanto de una actividad criminal sumergida como de
su favorable consideración social, de tal manera que si bien su criminalidad
no suele ser detectada policialmente en aquellos casos en que se denuncia, se
la otorga un trato más favorable que al varón por parte del “Sistema de
Justicia Penal” – práctica conocida como caballerosidad” (Murillo, 1990: 71)

Según la teoría, la caballerosidad y la postura protectora en general del hombre


frente a la mujer la salvaguardan de una sanción. Esta postura caballerosa existe tanto
en el lado de la víctima masculina como también en el lado de los funcionarios
competentes para la persecución penal.
A los hombres no les gusta acusar a las mujeres, detenerlas o perseguirlas,
tampoco gusta a los jueces o jurados declararlas culpables. Las instituciones represivas
forman parte en la criminalidad oculta de la mujer, en casos considerables, como
insultos o lesiones leves, se terminan los procedimientos con sobreseimientos por falta
de interés público (Stenglein, 2013: 37), lo que determina, más una vez, el control
paternalista del Derecho Penal.

c) Cowie, V, Slater, E. y Cowie, J.

El estudio desarrollado por Cowie, Cowie y Slater27 tiene un gran destaque en


uno de los libros más importantes en el marco de una criminología de perspectiva
feminista, que es el trabajo de Carol Smart (1976)28. El destaque para eso estudio se
hace en razón de la más una visión biológica de la delincuencia femenina - con una
interacción sociológica -, pero que es formulada en el año 196829. O sea, muy posterior
a los estudios iniciales de Lombroso, pero que guarda una relación íntima con aquella
tradición positivista. Lo que afirman es la existencia de anomalías físicas en la
delincuente, principalmente en el sistema nervioso central.
La criminalidad es evaluada como una expresión de enfermedad y anormalidad.
La mujer delincuente es considerada con una inteligencia muy baja y acusada de tener el
27
A respecto de Slater, nos cuenta Gudrun Stenglein: Eliot Trevor Oakeshott Slater, psiquiatra inglés,
nació el 28 de agosto de 1904 y falleció el 15 de mayo de 1983. Fue pionero en el campo de la genética
de los trastornos mentales. Trabajó en hospitales e institutos de enfermedades nerviosas y psiquiátricas.
Es autor de numerosos artículos científicos y autor y coautor de varios libros sobre temas psiquiátricos.
Investigó dentro del campo psiquiátrico la prevalencia de trastornos psiquiátricos en los gemelos. Durante
la Segunda Guerra Mundial, desarrolló una amplia tarea en Múnich. En el año 1959, fundó el Consejo de
Investigación Médica de Psiquiatría Unidad de Genética en el Hospital Maudsley en Londres. En la
genética de los trastornos mentales colaboró con Valerie y John Cowie. (Stenglein, 2013:38)
28
SMART, Carol. Women, Crime and Criminology: a feministe critique. Routledge and Kegan Paul Ltd:
London 1976.
29
J. Cowie, V. Cowie y E. Slater, Delinquency in Girls, London, Heinemann, 1968.
sistema central nervioso anormal. Más una vez, quedamos en la misma concepción de
que sólo es admitida la delincuencia en mujeres biológicamente anormales, con una
combinación de factores ambientales.
En su libro al respecto de la delincuencia femenina, Murillo (1990) también
destaca los estudios de esos autores, refiriendo que el encuentro de el factor biológico y
el sociológico van se dar en la ausencia de vida conforme los patrones “perfectos” y la
enfermedad biológica. Así, con sus palabras, nos explica Murillo (1990):
“Además de estas deficiencias biológicas, destacan los autores el efecto que
tiene sobre el comportamiento criminal el desarrollo de la vida en
condiciones precarias y la dificultad para acceder legítimamente al patrón de
vida perfecta, representado por la clase media (…). Por tanto, (…), el
comportamiento criminal de la mujer vendría dado por una simbiosis entre
las argumentaciones biológicas y sociales.” (Murillo, 1990: 72)

En el mismo sentido, Smart (1976) destaca el gran retroceso de esa teoría, que
reafirma el carácter patológico de la mujer sujeto de la acción criminal, y resalta que los
autores encuentran unas justificativas sociales para la delincuencia, que todavía es
menos significante que el determinismo biológico. A eso respecto, nos dice Smart
(1990):
“Hay una tendencia en la obra de Cowie, Cowie y Slater a relegar los factores
sociales y ambientales, considerando insignificante en comparación con
criterios fisiológicos y psicológicos. A pesar del hecho de que ellos sostienen
que descubrieron los factores sociales y ambientales perjudiciales, en la
mitad de las biografías de las niñas delincuentes que estudiaron, estos
factores no son atribuidos con mucha importancia en la predisposición a las
niñas a convertirse en delincuente. Esto es porque Cowie et al. argumentan
que el sexo femenino es más "inmune" a la delincuencia que el sexo
masculino, aun cuando los factores ambientales pueden decirse que son
criminogénico. En otras palabras, Cowie et al. invocan un modelo de
determinismo biológico (de una manera similar a la de Lombroso y Ferrero)
que se mantiene la causa más importante de la diferencia en la naturaleza y
frecuencia de los delitos cometidos por los hombres y las mujeres”30(Smart,
1990: 56. Traducido).

Hay que se concordar con lo que dice la citada investigadora. El ideal que se
defiende en estos estudios no es novedoso, sino que reproduce lo que viene siendo
destacado: la explicación del fenómeno criminal a partir de criterios predeterminados y

30
El escrito original dice: “There is a tendency in the work of Cowie, Cowie and Slater to relegate social
and environmental factors to insignificant in comparison to physiological and psychological criteria. In
spite of the fact that they maintain that they discovered disruptive social and environmental factors in half
of the biographies of the delinquent girls they studied such factors are not attributed with much
significance in predisposing girls to become delinquent. This is because Cowie et al. argue that the
female sex is more "immune" to delinquency than the male sex even where environmental factors can be
said to be criminogenic. In other words, Cowie et al. invoke a biological determinism model (in a way
similar to that Lombroso and Ferrero) maintaining the most significant cause of the difference in the
nature and frequency of crimes committed by men and women.” (Smart, 1976: 56).
no opcionales, como son los biológicos. Un pensamiento que en esta época ya podría
tener más avanzo, principalmente por la efervescencia del movimiento feminista en esto
período.

1.2.3 Las teorías con carácter social

Los enfoques y corrientes sociológicas contemplan el hecho delictivo como


fenómeno social. Se ocupan del papel social, de la represión social, problemas
económicos, conflictos escolares o laborales etc. (Stenglein, 2013: 32).

a. El control Social

El control social es el dominio que la sociedad ejerce sobre el individuo, se


utilizando de una gama de mecanismos que aseguren la conformidad del individuo a las
normas sociales. En Criminología, se denomina control social a la influencia que
ejercen determinados elementos componentes de una sociedad, en la forma de
comportarse de sus asociados.
Hay dos tipos de control social. Uno de ellos es el control social informal que es
el ejercido por la sociedad; viene constituido por la familia, escuela, trabajo, amigos, en
general, por personas del entorno. El control social formal sería constituido por las leyes
y normas que rigen la convivencia, la policía, la justicia, la administración penitenciaria,
en general, las instituciones estatales.
El control social informal pretende, a través de sus agentes, condicionar la
conducta del individuo a las normas sociales, pretende que el individuo interiorice unas
pautas de comportamiento que son aprendidas y transmitidas de generación en
generación.
La primera instancia del control social informal es la familia que constituye un
grupo mínimo, fuertemente, organizado; está constituido por los cónyuges y los
descendientes. Se dan dos tipos de relación, una relación entre cónyuges y una relación
entre los padres y los hijos. La figura del padre simboliza la autoridad y la dominación.
La segunda instancia de control social informal sería la escuela. Reproduce la
misma función autoritaria; el maestro exige una serie de actitudes que han de ser
aceptadas. El alumno no puede emitir ningún juicio de desaprobación; si lo hace, será
rebelde (Stenglein, 2013).
El plano laboral sigue estando marcado por la autoridad, que tiene trascendencia
en el empleo del trabajador. El trabajador se siente útil y tiene la posibilidad de recibir
un salario. En el mundo laboral se dan criterios de autoridad, los intereses de las
instancias productoras y los intereses del estado van paralelos (Stenglein, 2013:71).
En definitiva, todo un continuum de controles – preferentemente informales- al
servicio de la socialización de género para construir una identidad de femenina
conforme, esto es, para garantizar mujeres buenas (Maqueda Abreu, 2014: 53).
Por fin, hay los enfoques críticos de los estudios de carácter social. El enfoque
crítico de la teoría del control social centrase en el control ejercido sobre la mujer. Es
decir, hay muchas instituciones, antes del Estado, controlando las conductas femeninas,
desde la infancia, en la familia y en la escuela, por lo que la mujer está sujeta a muchas
barreras morales, dificultando su delincuencia. Sobre la mujer no incide sólo los
controles formales, sino también los informales31, por lo cual tiene que corresponder a
las expectativas sociales determinada a su género, por temer los juzgamientos morales.
Por esa razón, las mujeres cometerían menos delitos, una vez que hay muchas otras
normas para romper, hasta llegar a las normas legales.
La imposición de esos controles genera una internalización y asunción de las
definiciones sociales de su género, como una fórmula de auto-control frente a la
desviación en las mujeres. Este auto-control será decisivo para desincentivar la
delincuencia femenina, aún cuando cambien –y aumenten- las oportunidades de acceso
a metas ilegales (como defiende las teorías funcionalistas de reversión del rol y de
oportunidades), porque, conforme aduce Lagrange y Silverman (1999: 44) “la
socialización de las mujeres no sólo se restringe a sus oportunidades, también las
condiciona a la impotencia y a la dependencia” (Maqueda Abreu, 2014:51).
se puede explicar la menor criminalidad femenina por la doble opresión originada por el
patriarcado y capitalismo, lo que empuja a la mujer a un comportamiento pasivo. Las mujeres
son controladas por las instancias informales y por la Psiquiatría. Un eventual aumento de la
criminalidad se atribuye a una mayor percepción de la opresión (Stenglein, 2013: 55).

31
El control informal sería la respuesta negativa que reciben determinados comportamientos que vulneran
las normas sociales, que no cumplen las expectativas de comportamiento asociadas a un determinado
género o rol. El control informal ejercido sobre las mujeres ha tenido mucha importancia en todos los
niveles o esferas de su desarrollo y de su vida y también, por supuesto, en el ámbito de la delincuencia. El
control formal es ejercido por el Estado a través de las distintas instancias formales de control de la
delincuencia (policial, judicial y penitenciaria), para ver si a la mujer se le ha dado un tratamiento
diferencial en las distintas instancias del Sistema de Justicia Penal. (Serrano Tárraga y Vázquez González
2006, 170).
b. Enfoques funcionalistas: teoría del rol e teoría de la Igualdad de
oportunidades

Con el marco de la segunda ola de los movimientos de liberación feministas, en


los años sesenta, surge el concepto de género32 y las teorías de carácter social para
analizar la delincuencia femenina y la desproporción de la criminalización entre los
sexos. Hasta aquí no se contestaba el papel de la mujer en el ámbito privado, siendo
entendido como función natural de la mujer los cuidados domésticos. Así que con una
nueva perspectiva de género se lleva en cuenta la socialización diferenciada entre
mujeres y hombres.
Estos estudios sociológicos tuvieran diferentes enfoques. El primero enfoque de
esta teoría es el funcionalista, que trabaja con la “teoría del rol” y la teoría de la
igualdad de oportunidades.
Explicaciones dentro de estas teorías del rol son los primeros intentos de situar,
científicamente, el fenómeno de la criminalidad fuera de las consideraciones biológicas
o psicológicas, que habían sido predominantes durante bastantes décadas; parten de la
base que los roles de género son diferentes. Abarcan aspectos como la socialización
diferente de los sexos y la diversa expectación hacia los roles (Stenglein, 2013: 62).
Para eso, fija su explicación en la socialización de los sexos y los roles
atribuidos para ellos. Los diferentes roles atribuidos para los sexos hace más difícil
para la mujer romper con la norma legal, porque antes tiene que romper con las normas
morales, sociales y su rol establecido. El hecho que una mujer cometa un delito,
implica un ataque de la mujer contra su rol social establecido, de madre y esposa dócil.
Hay demasiado control sobre la mujer, por lo que suele ser más difícil que llegue a
cometer un delito tipificado legalmente. En esto sentido, se defiende dos puntos teóricos
de la teoría del rol: el primero, que con influencia del movimiento feminista, la mujer
iba a delinquir más al romper con sus roles (Teorías de reversión del rol) y el segundo
que considera una aproximación entre los roles masculinos y femeninos, trayendo una
similitud entre los índices de criminalidad.

32
Butler dice que: “Originalmente con el propósito de dar respuesta a la afirmación de que biología es
destino, esa diferenciación (sexo y género) sirve al argumento de que, con independencia de la
inmanejabilidad biológica que tenga aparentemente el sexo, el género se construye culturalmente: por esa
razón el género no es el resultado causal del sexo ni tampoco es tan aparentemente rígido como el sexo.”
(BUTLER, Judith. El género en disputa.2014)
Así, por la socialización, según el género y el rol femenino, se explica la menor
delincuencia y la menor violencia femenina, a través de la educación recibida por las
mujeres para que sean pasivas. A respecto de las teorías del rol, dice Maqueda Abreu
(2014):
“Las chicas serían enseñadas a ser más pasivas y vinculadas al espacio
doméstico, más supervisadas, con vínculos emocionales más fuertes con la
familia y con una disciplina y con una disciplina más rigida y sancionadora
de coportamientos que serían normalmente aceptados en el caso de los
chicos, educados con mayor libertad personal y sexual y animados a ser más
agresivos, ambiciosos y con deseos de triunfar” (Maqueda Abreu, 2014: 48).

Es decir, el feminismo y la liberación de estereotipos implicaría en una mayor


criminalización de las mujeres que abandonen el ámbito domestico y aquellas que no se
conforman en los roles de género establecido.
Por esta perspectiva, la mujer va delinquir si rompe con su rol y con su
socialización. Al alcanzar la libertad de estereotipos, implicaría en el cometimiento del
delito, lo que no creo que sea verdad. En verdad, la mujer que llega a delinquir no
necesariamente es más libre de estereotipos que otras no criminalizadas, sino que las
mujeres seleccionadas por el control penal sufren una dupla penalización. Una por el
control penal del Estado y otra reprensión social por estar descumpliendo su papel de
mujer. Y esa reprensión social solo la atinge porque mantiene sus estereotipos de género
en su identidad. En eso mismo sentido, afirma también Maqueda Abreu (2014):
“Además, la gran mayoría de estas mujeres oficialmente definidas como
delincuentes no eran más autónomas o audaces ni exhibían cualidades
“masculinas” sino que a menudo eran indiferentes a los valores de la
liberación femenina e incluso solían ser fieles a modelos de género
tradicionales, sin que resintiera en ningún momento su visión conforme hacia
la ley y la justicia” (Maqueda Abreu, 2014: 59).

Ya la teoría de la igualdad de oportunidades, protagonizado por Freda Adler33,


defiende que la mujer, mantenida en el ámbito domestico, no tiene las mismas
oportunidades para delinquir que el varón. Así que, bajo los movimientos de liberación,
iría a tener mayor proyección en el ámbito público y aproximarse de los índices de
delincuencia masculina.
La doctora Freda Adler ha sido profesora emérita de la Universidad de Rutgers.
Desde el año 1975, ha sido consultora de las Naciones Unidas en materia de Derecho

33
ADLER, Freda. Sisters in Crime. The rise of the new female criminal. New York: MacGraw-Hill, 1975
Penal; ocupa diversos cargos dentro de las Naciones Unidas, en agencias federales y
estatales. En los años 1994 y 1995, fue Presidenta de la Sociedad Americana de
Criminología. Adler ha sido una de las pocas mujeres que ha ocupado este puesto.
Colaboró con el Max-Planck-Institut de Relaciones Exteriores y el Derecho
Internacional y Criminología y, entre otros premios, recibió la Medalla de Oro Beccaria
de la Sociedad Alemana de Criminología, en representación de Alemania, Luxemburgo
y Suiza. Las obras publicadas de Adler incluyen 13 libros como autora o coautora. Sus
artículos en revistas son numerosos. Ha publicado en diversas áreas criminológicas,
incluida la delincuencia femenina, las cuestiones internacionales de la delincuencia, uso
indebido de drogas y el control de las teorías sociales. Adler adquirió notable relieve
con su teoría controvertida, prediciendo crecientes cuotas de delincuencia femenina
como resultado del éxito del movimiento de la liberación de la mujer. En otras palabras,
el movimiento social feminista aumentaba las oportunidades de las mujeres para
cometer crímenes. La teoría viene explicada en su libro Sisters in Crime, publicado en
Nueva York en el año 197534.
Por estas perspectivas, las mujeres, bajo influenza de los movimientos libertarios
feministas, alcanzarían las mismas tasas de delincuencia que los hombres así que
asumiesen nuevos papeles en la sociedad, participando de la vida pública y laboral. Sin
embargo, este planteamiento no se ha visto confirmado, como se comprobará más
adelante.

1.3 La influencia del feminismo en la comprensión de la delincuencia


femenina

Hace más de cuatro décadas que el feminismo viene haciendo fuertes críticas a
las ciencias y a las diversas disciplinas académicas. El feminismo es más que nada un
movimiento heterogéneo y plural, pero unido por la lucha para la igualdad y no
discriminación de géneros. Su principal responsabilidad es la de proporcionar la “lupa”
para percibir el mundo con una perspectiva de género.
El género, como dice (Campos, 2002), como constitutivo de las relaciones
sociales, tiene implicación en cuatro elementos:

34
Vide Gudrum Stenglein
“Primero, los símbolos culturamente disponibles que evocan representaciones
simbólicas, que son, con frecuencia, contradictorias (ejemplo: luz-escuro,
inocencia-corrupción); segundo, los conceptos normativos expresos por las
teorías religiosas, jurídicas, educativas, científicas, que colocan en evidencia
las interpretaciones del sentido de los símbolos, hacen fuerza para limitar y
contener sus posibilidades y toman la posición binaria para afirmar el sentido
del femenino y del masculino, como se fuera un concepto fijo y no
conflictuoso. Tercero, la dimensión política que estructura esas relaciones
sociales, que incluye la familia, las relaciones de parentesco, la división
sexual del trabajo, la educación y el sistema político. Por fin, la identidad
subjetiva, en la cual interactua los elementos de ordene subjetiva y las
relaciones sociales.” (Campos, 2002: 3. Traducido)35

La perspectiva de género, por lo tanto, es la principal contribución del


feminismo para todas las materias del sistema social, y la criminología no es una
excepción. Es el género, como construcción social y cultural, que refleja las
expectativas definidas por la sociedad, transferidas para las naturalezas de los sexos,
construyendo la masculinidad y la femineidad (Butler, 2007: 27).
Llevando en cuenta la perspectiva de género y esta lupa ya comentada, el
movimiento feminista en la criminología, en el campo de investigación de la actuación
del sistema penal, permitió la comprensión de la lógica androcéntrica que define el
funcionamiento de las estructuras del Derecho, y del control punitivo.
Así, con esa mirada, el estudio feminista de la criminología denunció las
violencias producidas por un ideal tradicional de masculino de interpretación y
aplicación del Derecho Penal. Esto sistema, en que el centro es el hombre provocó una
multiplicidad de violencias dirigidas a la mujer. A eso respecto, nos ice Campos y
Carvalho (2011):
“En un primero momento, (el derecho penal) invisibiliza o no valoriza las
violencias de género, o sea, las violencias decurrentes normalmente de las
relaciones afectivo-familiares y que ocurren en el ambiente doméstico, como
son la grande parte de los homicidios, lesiones corporales, amenazas, injurias,
violaciones, secuestros, cárceles privado, en los cuales las mujeres son
víctimas. En un segundo momento, cuando la mujer es el sujeto activo del
delito, la criminología feminista pone en evidencia un conjunto de meta-
reglas que producen un aumento de punición o agrava2miento de las formas

35
Es escrito en lengua original, dice: O gênero como constitutivo das relações sociais implica em quatro
elementos: primeiro, os símbolos culturalmente disponíveis que evocam representações simbólicas,
frequentemente contraditórias (ex.: Eva, Maria e também os mitos de luz/escuridão, purificação/poluição,
inocência/corrupção); segundo, os conceitos normativos expressos pelas teorias religiosas, jurídicas,
educativas, científicas que põem em evidência as interpretações de sentido dos símbolos, esforçam-se
para limitar e conter suas possibilidades e tomam a oposição binária para afirmar o sentido categórico do
feminino e masculino, como se fosse fixo e não conflituoso.Terceiro, a dimensão política que estrutura
essas relações sociais, que inclui a família, as relações de parentesco, a divisão sexual do trabalho, a
educação e o sistema político. Por fim, a identidade subjetiva, na qual interagem os elementos de ordem
subjetiva e as relações sociais.(Campos, 2002: 3).
de ejecución de las penas exclusivamente en razón de género” 36
(Campos y
Carvalho, 2011: 152).
A esa colocación referida de la profesora Campos y el profesor Carvalho, se
debe añadir una tercera función de los estudios feministas en la criminología, cual sea la
ausencia de identificación de las mujeres que comenten crímenes. Esta perspectiva
(transversal) de género puede ser aplicada muy claramente en la comprensión de la
delincuencia femenina, y la invisibilidad de la mujer en esto tema.
Esta invisibilidad y omisión tiene como resultado un vacuo en el campo de la
criminología, que sólo fue visible con el surgimiento de los movimientos feministas en
las décadas de 1960 y 1970, cuando la figura femenina empieza a ser proyectada para
el centro de las discusiones, cuyo enfoque era las diferencias biológicas entre los
hombres y las mujeres y la lucha por lo fin de las desigualdades social y históricamente
establecidas37.
El crimen femenino tenía el costumbre parecer, tanto en la teoría como en la
política criminal, como una anormalidad, porque no era posible aplicar al femenino las
teorías que piensan los comportamientos socialmente aceptados como masculinos. Con
una mirada retrospectiva a la historia de sus delitos y las explicaciones antes
mencionadas, se evidencia los esfuerzos que se han desplegado desde el sistema
punitivo de una criminología cómplice para censurar todo el comportamiento fuera de
los patrones de género establecidos. El discurso feminista tiene el papel de ir en contra
esa presunción (biológica) de que las mujeres eran inherentemente maternales, pasivas y
domésticas.
La fundación de la criminología feminista puede ser fijada arbitrariamente en
1976, con la publicación de Carol Smart’s Women, Crime and Criminology: A Feminist

36
Em um primeiro momento, invisibiliza ou subvaloriza as violências de gênero, ou seja, as
violências decorrentes normalmente das relações afetivo-familiares e que ocorrem no
ambiente doméstico, como são a grande parte dos casos de homicídios, lesões corporais,
ameaças, injúrias, estupros, sequestros e cárceres privados nos quais as mulheres são
vítimas. No segundo momento, quando a mulher é sujeito ativo do delito, a criminologia
feminista evidenciou o conjunto de metarregras que produzem o aumento da punição ou o
agravamento das formas de execução das penas exclusivamente em decorrência da
condição de gênero.

37
Criminologia e feminismo: um casamento necessárioPIMENTEL,. Elaine. VI CONGRESSO
PORTUGUÊS DE SOCIOLOGIA
Critique38. Smart es clara al decir que la criminología precisa más del feminismo que el
feminismo de la criminología39.
Con el estudio del feminismo fue posible, por lo tanto, identificar tres puntos
principales para criticar a la Criminología Tradicional. 1.Reprochan la denominación
ontológica de criminalidad, porque desvía los problemas sociales reales. 2. Rechazan el
Derecho Penal como medio adecuado para trabajar la realidad social de los delitos y
3.Parten de la base que en la historia de la Criminología no existen las mujeres.
Las teorías criminológicas son escritas por hombres los que, solamente, se
ocupan de los problemas masculinos, además, suponiéndolo válido universalmente. Una
de las investigaciones primarias de la Criminología son los estudios de las causas de la
escasa criminalidad femenina (Stenglein, 2013: 30).
Como antes mencionado, algunas feministas ven la menor cuota de criminalidad
femenina en su radio de acción limitado. Las mujeres no actúan en la publicidad, o las
acciones son tan restringidas que no existe probabilidad de llamar la atención de la
policía. La falta de participación de mujeres en los crímenes graves es el reflejo de la
estructura de clases, la que impone el sexismo. Las mujeres tienen, solamente, poco
poder o influencia en la vida pública, y eso se repite en la criminalidad (Stenglein, 2013:
54).
Hay feministas que realizaran el más convencional (pero necesario) trabajo
empírico de documentar sesgo de sexo en el sistema de justicia penal. Feministas que
han cuestionado los métodos desarrollados por criminólogos, así como su alta
aproximación ortodoxa con la naturaleza del conocimiento. Feministas han participado
con la teoría criminológica, en toda la escala, cuestionando sus habilidades para dar las
explicaciones generales del comportamiento humano. Además, feministas han
providenciado una abundancia de daos as respecto del crimen por una perspectiva de la
mujer (para contrarrestar el más usual punto de vista masculino), y feministas, también
ayudaran a desarrollar nuevas epistemologías que cuestionan el sentido mismo de la
escritura desde la perspectiva de una mujer (o, para el caso, desde la perspectiva de un
hombre)40.

38
The founding of feminist criminology can be somewhat arbitrarily fixed at 1976, with the publication
of Carol Smart’s Women, Crime and Criminology: A Feminist Critique. Engendering the Outlaw. Dana
M. Britton Feminism in Criminology
39
SMART, Carol. “Feminist approaches to criminology or postmodern woman meets atavistic man” in
Feminist perspectives in Criminology, GELSTHORPE, L. and MORRIS, A., pp. 70-84.
40
Traducción libre de NAFFINE, N.: “There are feminists who have carried out the more conventional
(but necessary) empirical work of documenting sex bias within the criminal justice system. Feminists
Las criminólogas feministas41 que hicieran el estudio empírico de la materia,
tendrían como objetivo señalar el sexismo flagrante y argumentar que las mujeres y los
hombres deben recibir el mismo tratamiento científico. Los esfuerzos de esto estudio
empírico iban en la dirección de desarrollar una comprensión científica de las mujeres
como sujetos que no son presentes en la criminología, para documentar sus vidas como
delincuentes y como víctimas.
Es de crucial importancia la literatura generada por estos estudios feministas en
la criminología, que sacan a luz la mujer como víctimas del crimen. Estos estudios
documentan las experiencias de las mujeres como víctimas/sobrevivientes de hombres
violentos y luego como las víctimas del sistema de justicia penal. Los delitos de
violación y violencia doméstica eran preocupaciones centrales. Las feministas ayudaran
a evidencian la naturaleza y el alcance de la violación, desafiando a la vista alguna vez
dominante que era un crimen cometido principalmente por personas desconocidas, en
lugar de por los amigos y familiares. También examinaron y criticaron el tratamiento
misógino de la víctima de violación como testigo de la acusación en el tribunal.42 El
estudio de perspectiva feminista tuve esencial contribución para la comprensión y de la
violencia en el hogar (Naffine, 1996: 33).
Otras diversas discriminaciones en el ámbito criminal fueran identificadas por
las feministas, como por ejemplo los efectos persistentes de una ideología tradicional de
la familia en las mujeres adultas. Una vista muy convencional de la mujer y su papel en
la familia surgieron en varios sentidos43. Es lo que se queda muy claro en análisis
empíricas de mujeres delincuentes, en que las mujeres con más rasgos de estereótipos

have questioned the scientific methods deployed by criminologists, as well as their highly orthodox
approach to the nature of knowledge. Feminists have engaged with criminological theory, across the
range, questioning its ability to provide general explanations of human behavior. Feminists have
provided an abundance of data about crime from the viewpoint of women (to counter the more usual
viewpoint of men), and feminists have also helped to develop new epistemologies that question the very
sense of writing from the perspective of a woman (or, for that matter, from the perspective of a man).”
NAFFINE, Nagaire. Feminism and Criminology. Temple University Press, Philadelphia, 1996, p. 4.
41
Ejemplo de estudio de una criminología empírica feminista es el desarrollado por la autora Sandra
Harding, “The science Question in Feminism”, 1986.
42
Estos estudios pueden ser encontados en las autoras: Elizabeth Stanko (en sus trabajos “Intimate
Intrusions”, 1984 and “Everyday Violence”, 1990); Carol Smart, Feminism and the ower of law, 1989;
Sandra Walklate, “Victmology”, 1989; y en la autora brasileña Carmen Hein de Campos (Org.) .
Criminologia e Feminismo, 1999 .
43
Eso es posible de identificar en los estúdios de Mary Eaton, Justice for women? Family, court and
Social Control, 1986.
tradicionales de madre y esposa tendrían el tratamiento más benéfico por los órganos de
control penal44.
Lo que se queda claro, por lo tanto, con la perspectiva feminista es que el control
del derecho penal (hecho por hombres) en las mujeres delincuentes y víctimas
reproducía los estereotipos de género patriarcales, generados por la sociedad tradicional.
Hasta entonces, lo que más se percibe es una denuncia de una ciencia no neutral
y de la invisibilidad femenina, con una necesidad de la perspectiva de género en el
análisis del delito y sus reflejos, pero no una crítica penal efectivamente.

2. LA NUEVA CRIMINOLOGÍA Y CRIMINALIDAD FEMENINA

El rompimiento con los valores tradicionales, las creencias del carácter


individual del cometimiento del delito es marcado por el surgimiento de una nueva
criminología, caracterizada por su ideal crítico de los controles basados en valores
homogéneos y dominantes, en desfavor de una marginalidad heterogénea.
A eso respecto, uno de los principales representantes de esa nueva criminología,
Alessandro Baratta, va decir:
“Los criminólogos tradicionales se formulan preguntas como éstas: " ¿quién
es criminal?", " ¿cómo se llega a ser desviado?", "¿en qué condiciones un
condenado llega a reincidir?","¿con qué medios puede ejercerse un control
sobre el criminal?". Los interaccionistas, en cambio, como en general los
autores que se inspiran en el labelling approach, se preguntan: "¿quién es
definido como desviado?", "¿qué efecto acarrea esta definición para el
individuo?", "¿en qué condiciones este individuo puede llegar a ser objeto de
una definición?", y, en fin, "¿quién define a quién?". (Baratta, 1986:87).

Es decir, desde un nuevo paradigma, la mirada no se vuelta para la persona


desviada, sino que para la interacción de los factores sociales que definen las reglas de
control de aquellos que no poseen el poder para definirlas, sólo de obedecerlas.
La ideología de defensa social de la penalización de conductas, tan presente en
las teorías clásicas del delito, no es más presente en esta nueva perspectiva, que permite

44
A eso respecto, mirar los estúdios de la britânica Pat Carlen: “Women´s imprisionment: A study in
Social Control, 1983.
visualizar de manera clara que la seguridad transmitida por la penalización no pasa de
una ilusión.
Por fin, haciendo nuevamente destaque al mismo autor, Baratta hace una clara
comparación ente el pensamiento clásico (que define una criminalidad aceptando de
manera acrítica la realidad impuesta) y la criminología crítica:
“El salto cualitativo que separa la nueva de la vieja criminología consiste,
empero, sobre todo, en la superación del paradigma etiológico, que era el
paradigma fundamental de una ciencia entendida naturalistamente como
teoría de las "causas" de la criminalidad. La superación de este paradigma
comporta también la de sus implicaciones ideológicas: la concepción de la
desviación y de la criminalidad como realidad ontológica preexistente a la
reacción social e institucional, y la aceptación acrítica de las definiciones
legales como principio de individualización de aquella pretendida realidad
ontológica; dos actitudes, aparte de todo, contradictorias entre sí.” (Baratta,
1986:1666)

A través de esta nueva visión criminológica que es posible sacar a la luz los
controles sociales y penales ejercidos para una adecuación del individuo a las normas
pre-establecidas, por lo cual se puede inserir la mujer y su adecuación a las normas del
género.

a. El principio de la perspectiva crítica en el entendimiento de la


criminalidad: La Escuela de Chicago y el crimen de “cuello blanco”

Uno de los estudios a que se puede atribuir el inicio de la perspectiva crítica en


la criminología y que posibilitaran identificar la selectividad del sistema penal fueran
aquellos realizados por la Escuela de Chicago - años antes de la consolidación de un
pensamiento crítico en esta área, consolidado por la teoría de reacción social- haciendo
destaque para el investigador Sutherland, en su trabajo “White Collar Criminality”.
Estos estudios ilustran la ocurrencia de una cifra negra en la criminalidad, es
decir, de crímenes que son igualmente cometidos, pero no son seleccionados por el
sistema punitivo. Son los crímenes de los poderosos. Como dice Sutherland:
“Las teorías criminológicas basadas en las tesis de que el crimen deriva de la
pobreza o de las patologías psíquicas asociadas a la pobreza son invalidas,
porque, primero, son derivadas de amuestras manifestamiente tendenciosas
en relación a lo nivel socioeconómico; segundo, no se aplican a los
criminosos de cuello blanco; tercero, no son suficientes para explicar la
criminalidad de las clases inferiores, pues los factores apuntados no derivan
de una característica general de toso lo proceso de criminalización”45.
(Sutherland, 1940:12. Traducido)

Con esa constatación, es posible denunciar la selectividad del sistema penal, que
vuelve su mirada para la porción más marginal de la sociedad, que es discriminatorio
por naturaleza y no tiene como objetivo seleccionar la población dominante.
Así, la Escuela de Chicago insiere una mirada nueva en la criminología y en
campos de investigación, sacando a la luz procesos que inmunizan determinados
segmentos sociales de la incidencia de las agencias punitivas (Campos y Carvalho,
2011:153).
Se trata de un cambio de perspectiva, en relación a muchos estudios de la misma
época, en que no vuelve la atención para la criminalidad, pero en la criminalización,
haciendo destaque para la atribución de delincuencia solamente en la pobreza.
Así, se puede decir, que eso estudio abre la posibilidad de un cambio, una nueva
mirada criminológica, no más para el sujeto desviado (individualmente), sino que para
el sistema criminalizador, que elige sus víctimas de modo a ejercer un control en la
formación de la sociedad que desea.
Esto pensamiento puede ser aproximado de las pesquisas criminológicas
feministas. Eso es, se Sutherland va universalizar el crimen para todos los actores del
espacio público, el pensamiento primero de la criminología feminista coloca en
evidencia la existencia de la violencia en el espacio privado (Campos y Carvalho,
2011:154).
De la misma forma que actuó la Escuela de Chicago, denunciando la cifra negra
de la criminalidad de los poderosos, los estudios de una criminología feminista actua en
la denuncia la falta de seguridad en el ámbito privado, contrariando la creencia
patriarcal de que en el ámbito domestico y familiar las personas tienen el poder y
seguridad plenos.

b. Criminología crítica y la reacción social : Labelling Approach.

45
El escrito original dice: “the theories of the criminologists that crime is due to poverty or to
Psychopathic and sociopathic conditions statistically associated with poverty are invalid because,
first, they are derived from samples which are grossly biased with respect to socioeconomic status;
second, they do not apply to the white-collar criminals; and third, they do not even explain the criminality
of the lower class, since the factors are not related to a general process characteristic of all
criminality”.(Sutherland, 1940:12. Traducido).
Por la reacción social es posible mostrar cómo los procesos de definición de la
desviación femenina no son neutrales sino que están histórica y culturalmente
condicionados por su situación de desventaja social y por la desigual distribución de
poder y de recursos que interesadamente se le han impuesto para perpetrar un orden
patriarcal funcional para los intereses del capitalismo (Maqueda Abreu, 2014).
La teoría del labeling approach es la teoría del etiquetamiento del delincuente.
La Criminología clásica centra su interés más en las causas que en el concepto mismo
de conducta desviad, la nueva Criminología que se denomina a sí misma como
interaccionista hace, en cambio, del concepto de desviación su preocupación
fundamental. Las aportaciones de esta nueva (Stenglein, 2013). Es decir, la conducta
desviada es aquella cualificada por la sociedad en el determinado contexto socio
temporal.
Para esto concepto, la Criminología podrían resumirse en estas palabras: la
criminalidad no existe, sino se hace. Esta construcción de la criminalidad nada tiene que
ver con los factores etiológicos, sino con los sujetos que tienen el poder de definir.
Así, los grupos sociales dominantes crean las reglas, cuya infracción constituye
una desviación, y las personas (marginales) afectadas por esas reglas serán las que se
etiquetan como delincuentes. La desviación no es una cualidad de la acción cometida,
sino la consecuencia de la aplicación de reglas y sanciones (Stenglein, 2013: 59). En un
sistema dominado por el capital y el patriarcado, las reglas van servir para etiquetar
como delincuentes aquellos que no generan lucros y poner la mujer en su lugar de
víctima, débil, en el ámbito doméstico, sin capacidad para delinquir.
En eso sentido, el proceso de criminalización es entendido como la soma de
procesos de definición y atribución del estatus de criminales.
Fundamental para esta teoría es la distinción entre selecciones primaria y
secundaria. En la selección de la desviación primaria se encuadrarían los
incumplimientos de las normas que no hacen sentirse desviado a quien lo comete, ni es
visto de esta forma por los demás (Stenglein, 2013). En esto caso, es posible decir, por
ejemplo, que casi la totalidad de personas comete algún delito del Código Penal vigente
a su época. Sea alguna infracción de tránsito, alguna amenaza, una falta leve que sea.
Pero no todos los ciudadanos y las ciudadanas son sujetos visados por el Derecho Penal,
por lo cual ni siempre la desviación conlleva consecuencias.
Dentro de las selecciones secundarias estarían, por el contrario, los
incumplimientos que hacen cambiar la concepción que los demás tienen del autor,
etiquetándolo como desviado. Este etiquetamiento puede realizarse en el nivel informal,
que sería por parte de la familia o del ambiente social cercano, pero, también del nivel
formal, como por parte de las instancias de sanción oficiales, por ejemplo, por la policía,
justicia, etc. El paso de la primera desviación a la segunda depende del factor de
frecuencia de la infracción y de la intensidad de la reacción social (Stenglein, 2013: 59).
A eso respecto, se destaca lo que dice Baratta (1986), explicando la relación
crítica de la criminología, las selecciones primarias y secundarias:
“Con la perspectiva de la criminología crítica, la criminalidad no es ya una
cualidad ontológica de determinados comportamientos y de determinados
individuos, sino que se revela más bien como un estatus asignado a
determinados individuos por medio de una doble selección: en primer lugar,
la selección de los bienes protegidos penalmente, y de los comportamientos
ofensivos a estos bienes considerados en las figuras legales; en segundo
lugar, la selección de los individuos estigmatizados entre todos los individuos
que cometen infracciones a normas penalmente sancionadas. La criminalidad
es (…)' un "bien negativo" distribuido desigualmente según la jerarquía de
intereses fijada en el sistema socioeconómico, y según la desigualdad social
entre los individuos.” (Baratta, 1986: 167)

Este etiquetamiento provocará que el autor reorganice la percepción de sí mismo,


asumiendo la nueva definición que los demás dan de él. Consecuentemente, la reacción social,
únicamente, es determinante para el comportamiento desviado

Las instancias de control social no suelen detectar la delincuencia real, pues se


utilizan de unos prejuicios sobre características de los delincuentes y seleccionan la
criminalidad. Las instancias mismas construyen una cifra negra decidiendo si el
comportamiento contra las normas penales es criminalidad o está carente de
criminalidad. Es lo que ocurre mucho con jóvenes masculinos, provenientes de un
estatus social con estructuras familiares deficientes. Les apuntan como criminales, en
caso de detectar delincuencia (Stenglein, 2013: 60).
Para las mujeres, no se clasifican como delincuentes, en una especie de
paternalismo que se hace presente en décadas y décadas del Derecho Penal – conforme
ya comentado en eso trabajo. Así, la operativa resulta diferente y no se da ese nivel de
criminalización a nivel de opinión pública que se observa en los varones, del mismo
modo que a los hombres no se identifica como víctima, con la misma facilidad que se
hace con las mujeres. Es una continuidad de los estereotipos atribuidos a los sexos, en
que la mujer tiene que ser frágil y dócil, en cuanto el hombre tiene que ser fuerte y
garantizar la protección te su familia.
Resumiendo hay que constatar que la teoría del labeling approach, aparentemente, puede
explicar la cuota menor de la delincuencia femenina. La mujer, raras veces, es objeto de
sanciones por parte de las instituciones oficiales. Pero, una vez registrada, y en el caso que la
mujer se comporte según su rol tradicional, a la mujer se le dan facilidades y la estigmatización
no es tan negativa como en el caso de los hombres. Por tanto, las mujeres no asumen
comportamientos desviados o criminales en su forma de ser.

Condición imprescindible es la socialización, según el género, en conexión con un


control social intensivo hacia las mujeres, y, por tanto, las mujeres carecen de posibilidades de
contactos criminales.

c. Abordaje política económica

Es posible hacer un análisis de la cuestión actual del aumento de la


criminalización femenina, desde un fundamento de economía política de la pena, con
base en los autores Georg Rusch y Otto Kirchheimer (2004), bien como los autores
Dario Melossi y Massimo Pavarini (2006). Desde esta perspectiva se puede observar
que el sistema penal tiene una clientela femenina específica, con una función específica
y objetivo de mantener la estructura social capitalista, con las divisiones sociales y
espacios organizados por los controles morales.46
El patriarcado sirve para el capitalismo, como uno de sus soportes más
esenciales, considerando el trabajo no pagado de las mujeres.
El análisis económico político del delito construye las críticas a lo modelo de la
cárcel que sirve al capitalismo. En una perspectiva de género de esa abordaje, se puede
decir que la prisión masculina está para el capitalismo y modo de producción, así como
la femenina está para el patriarcado. En eso sentido, merece citar la colocación de
Maqueda Abreu (2014), que dice:
“Del mismo modo que las primeras cárceles masculinas descritas por Melossi
y Pavarini, para estos siglos en Europa y América, perseguían crear
proletarios hombres dóciles y aptos para el funcionamiento de la nueva
sociedad industrial reclamada por el orden social burgués – “la cárcel como
fábrica de hombres”-, las galeras de mujeres se propusieran imponer una
disciplina de género acorde con el moral establecido.” (Maqueda Abreu,
2014: 29)

Realizando, ainda que sinteticamente, um resgate da instituição prisional3 e


controle social centralizado no Estado e no Sistema penal para situar a mulher e o feminino
nesta instituição, nesse novo paradigma de administração da justiça e da resolução/suspenção
de conflitos pelas instituições oficiais, permite trazer as contribuições aportadas por Rusche e
Kirchheimer (2004) que apontam o surgimento da prisão de acordo com o nascimento das
relações capitalistas de produção e as desigualdades geradas, assim como a obrigatoriedade
dotrabalho (pelo valor que fosse oferecido a essa mão-de-obra) e também como forma de
fazer o
grande contingente de trabalhadores proporcionarem as condições de desenvolvimento
capitalista nascente e ascendente, bem como constituir seu exército de reserva.

46
A eso respecto mirar: Jackson… Maria Luísa Maqueda Abreu
2.2 La aproximación del feminismo y la crítica criminológica

2.2.1 Deconstrucción del punitivismo: la importancia de la


criminología crítica para el colectivo femenino

A pesar da heterogenia e pluralidad en el feminismo y en la criminología,


cuando se trata de una discusión de criminología feminista, la exclusión e
marginalización de la mujer es homogénea47, cuanto más en se tratando de una
criminología crítica.
En muchos años de luchas de algunos movimientos feministas, fue posible el
alcance de leyes penales que actúan en el ámbito privado, en busca de una protección de
la mujer en contra la violencia machista48. Estas leyes deben ser festejadas como un
instrumento de positivación de los derechos de la mujer, en un plan político-criminal.
Eso tiene producido una fuerte tensión entre las perspectivas feministas y la
criminología crítica.
La inclinación común del movimiento feminista es confiar en el Derecho penal
para solventar sus problemas, sus opresiones y sufrimientos. Mucho de las luchas contra
las discriminaciones y violencias sufridas si basa en un pensamiento reactivo, con foco
en el castigo y la punición que no trae más que una sensación ilusoria de seguridad.
Las luchas feministas lograran un espacio para el debate teórico y político a
respecto de la victimización de la mujer, sea en la esfera doméstica o pública, pero no
tuvieran el mismo efecto – y ciertamente esto no era el enfoque de los movimientos de
feministas- en el campo de estudio de las mujeres que cometen crímenes.
A lo contrario de eso ideal reactivo, la lectura crítica de la realidad criminológica
propone un enfoque más preventivo. Es decir, la criminología crítica tiene poco espacio
dentro del feminismo.

47
"Therefore, while one might accurately say that there are a variety of criminologies currently extant,
mainstream criminology is clearly hegemonic and has most thoroughly marginalized feminist research
and theory. It will be my focus in the analysis to follow" Feminism in Criminology Engendering the
Outlaw. Dana M. Britton
48
Como ejemplo, tenemos la Ley contra la Violencia de Género de España (), y la Lei Maria da Penha en
Brasil (Ley 11.340/06).
Los conflictos entre lo modelo critico criminológico y el feminismo van se dar
principalmente en esto plan político criminal, con la tensión entre distintos proyectos y
objetivos que orientan una gran parte de los ideales. En cuanto la criminología crítica
presenta una constante resistencia a los procesos de criminalización y a la ampliación de
los niveles del poder punitivo, en cuanto la gran parte del movimiento feminista busca
una alternativa para la reducción de los altos índices de violencia contra la mujer
(siendo la criminalización de los agresores una opción muy atractiva).
Todavía, es importante resaltar que ambas las perspectivas tienen un objetivo
común, en la medida que se estructuran como denuncias de las opresiones.
Así, las teorías criminológicas tradicionales y las tentativas de construcción de
teorías generales del crimen son permeadas por un gran vacío y silencio en relación a la
mujer autora de delitos49. El movimiento común de la mayor parte de las feministas es
en considerar el Derecho Penal como parte de la solución, en cuanto, en verdad, forma
parte del problema. Lo que se lleva a creer que sirve para el derecho penal y para el
ideal de miedo social la idea de una mujer con los estereotipos tradicionales, que
permanezca como madre y esposa, aunque actúe en el mercado de trabajo. Es decir, si
nos respaldamos en el Derecho Penal tradicional, tendremos siempre el recelo de luchar
por la real liberación femenina, una vez que se puede sopor que si las mujeres son
totalmente libres de estereotipos tradicionales femeninos van a cometer más delitos.
Una creencia en la criminología tradicional, en que no hay espacio para una
crítica del control penal ejercido sobre las clases, razas y género mantiene el mismo
ideal de femineidad débil y victimado, que no posee capacidad ni fuerza para delinquir.
Como dice Smart:
“Tales explicaciones, que sirven de manera implícita ara el propósito de una
crítica de cualquier cambio en la posición de las mujeres, por lo tanto, sólo
han logrado proporcionar una legitimación científica de la posición social
inferior de la mujer.50” (SMART, 1976: 76. Traducido)

Por eso motivo, principalmente, es tan necesaria la aproximación de la crítica


criminológica y del feminismo, en el sentido de estimular la liberación femenina de los
controles patriarcales y criticar el sistema penal y su actuación. La crítica del sistema

49
Criminologia e feminismo: um casamento necessário. PIMENTEL, Elaine.VI CONGRESSO
PORTUGUÊS DE SOCIOLOGIA
50
Escrito original: Such explanations, which implicitly serve the purpose of a critique of any change in
women's position, have therefore merely succeeded in providing a scientistic legitimation of women's
inferior social position. (Smart, 1976: 76).
penal máximo se hace necesaria para una reivindicación de la libertad femenina. No
hay revolución sin resistencia a los controles; no hay cambios sin revoluciones.
En eso sentido, más una vez se hace destaque a lo que dice Carol Smart (1976)
al respecto de la necesidad de la discusión de la delincuencia femenina:
“Por otra parte, hay un reconocimiento de la necesidad de llevar la cuestión
de la criminalización femenina y la delincuencia en un foro abierto para la
discusión y el debate es necesario para que podamos cuestionar críticamente
el pánico moral que emerge sobre la relación entre la emancipación femenina
y el aumento de la participación de las mujeres en la actividad criminal” 51
(SMART, 1976: 4. Traducido)

Además, mantenerse en un saber criminológico tradicional, sin criticar el control


penal ejercido sobre la sociedad – que tiene el objetivo de mantenerla conforme los
deseos de las clases dominantes-, es ser cómplice del control de género.
Lo más importante para la definición de los delitos es el poder de las clases
sociales dominantes para censurar los actos de los otros, aplicando la “etiqueta”
criminal en ellos (labelling approach). Además de los factores de raza y clase social
etiquetados por el control penal, hay que inserir el análisis de género y su forma de
control por un sistema patriarcal dominante, que hace sus reglas para la adecuación de
los demás.
Es sorprendente que existan tan pocos intentos desde el feminismo para
cuestionar la selectividad penal que resulta de las relaciones de complicidad entre las
estructuras patriarcales y el Estado. Conforme cuestiona el Baratta (2000:59,61): “¿Por
qué habiendo sido contemporáneas las teorías de la reacción social y feminismo, no se
provecharan mutuamente?”.
Es de la crítica criminológica, a partir de teorías de reacción social y del
entendimiento del feminismo que se puede encontrar las explicaciones para la baja
delincuencia femenina.
Lo que veo es la necesidad de romper con los paradigmas de dominación que
tenemos por parte tanto del capitalismo como por del patriarcado, y el camino no es otro
sino a través de la crítica de estos conceptos, que busca la abolición de estos controles.

2.2.2 Desconstrucción del género: transformación hacia la justicia

51
El original dice: "Moreover, a recognition of the need to bring the question of female criminality and
delinquency into an open forum for discussion and debate is necessary in order that we may critically
challenge the emerging moral panic over the relationship of women's increasing participation by women
in criminal activity” (Smart, 1976: 4).
Tan esencial cuanto la crítica del control penal en la dirección de una
deconstrucción del poder punitivo, se percibe una necesidad para la liberación del
colectivo femenino - y todos los otros colectivos que sufren con prejuicio de género,
como es el caso de personas transexuales- de la crítica del concepto de género, en la
busca de una nueva estructura. Una estructura no basada en el binarismo sexual para la
definición cultural de los estereotipos en que debemos estar adecuados.
En eso sentido, es lo que nos dice la autora Nancy Frase, cuando habla de la
tensión entre el reconocimiento positivo de la diferencia, para eliminar una injusticia
cultural - como manera de alcanzar derechos – y la redistribución positiva, para eliminar
una injusticia político-económica. En síntesis, dice:
“Consideremos, en primer lugar, el caso del género. Recuérdese que para
reparar las injusticias de género se requieren cambios tanto en la economía
política como en la cultura, que permitan romper el círculo vicioso de la
subordinación económica y cultural. (…) los cambios en cuestión pueden
adoptar una de dos formas, la afirmación o la transformación. (…)
consideremos, primero, el caso prima facie prometedor en el que se
combinan la redistribución afirmativa y el reconocimiento afirmativo. Como
lo sugiere su nombre, la redistribución afirmativa dirigida a remediar las
injusticias de género a nivel económico incluye la puesta en marcha de
acciones afirmativas, esto es, esfuerzos por asegurar a las mujeres su porción
equitativa de los empleos existentes y de los cupos educativos, dejando
intactos la naturaleza y número de esos empleos y cupos. El reconocimiento
afirmativo dirigido a reparar las injusticias de género culturales incluye el
feminismo cultural, esto es, el es fuerzo por asegurar a las mujeres el respeto
mediante la revaluación de la femineidad, dejando intacto el código binario
de género que da sentido a esta última. Así, el escenario en cuestión combina
la política socioeconómica del feminismo liberal con la política cultural del
feminismo cultural. ¿Esta combinación evade realmente el dilema
redistribución-reconocimiento? (Frase,: 27)

O sea, el reconocimiento de marginalización de una “clase” invisibilizada es


importante para la conquista de derechos e igualdad de condiciones con la clase que es
dominante. Es lo que se puede percibir con la categoría de género. Las mujeres vienen
luchando hace años, de manera dura, por reconocimientos y espacios que los hombres
tienen facilidad de acceso. Y las mismas luchas vienen siendo percibidas por los
colectivos LGBT, que en busca de reconocimiento y visibilidad, hacen movimientos
para que sean contemplados en las “concesiones” de derechos y ciudadanía.
Para satisfacer las demandas, algunos derechos y reconocimientos son
alcanzados por el Estado, - y por la sociedad tradicional-, haciendo con que genere una
sensación de victoria.
Pero ¿hasta qué punto esta “concesión” de reconocimiento y de derechos no
sirve solamente para acomodar y calmar los ánimos de los y las marginalizadas, en prol
del mantenimiento de la condición dominante del sistema? Las pequeñas conquistas y
reconocimientos (que son sin duda importantes) suelen ser en verdad una medida
reductora de los daños de la discriminación que la desigualdad de género trae, pero no
rompe con las estructuras binarias del género, ni la subordinación de esto con los sexos
y sexualidad.
A lo final, lo que concluye la autora Frase, es que en clases bivalentes como es
el género, no basta el reconocimiento afirmativo cultural y tampoco la redistribución
afirmativa político económica. Hay sí que transformar la sociedad, deconstruyendo esto
concepto que aprisiona las personas en los complexos controles de dominación de
género:
“La redistribución transformativa dirigida a resolver la injusticia de género en
la economía adopta la forma de un feminismo socialista o de una social-
democracia feminista. Y el reconocimiento transformativo para resolver la
injusticia en la cultura consiste en la deconstrucción feminista, orientada a
desmantelar el androcentrismo mediante la desestabilización de las
dicotomías de género. El escenario en cuestión combina entonces las
políticas socioeconómicas del feminismo socialista con las políticas
culturales del feminismo deconstructivo. (…). Así, en cuanto las
colectividades del mundo real que se movilizan bajo los estandartes de la
sexualidad y la clase resulten ser más bivalentes que los constructos típicos
ideales postulados antes, deberían preferir también el socialismo sumado a la
deconstrucción. Y esta aproximación doblemente transformativa debiera
convertirse en la guía de las opciones para un amplio espectro de grupos
menos favorecidos. Se una categoría existe como colectividad marginal
únicamente en virtud de su posición en esa estructura y de su relación con
otras categoría, el único medio de eliminar esta condición subalterna es
eliminando la categoría. (Frase, 1997: 28)

En eso contexto que se adopta la visión de (desconstrucción de) género de Judith


Butler, ya muy defendida por otras y otros estudiosos. El problema con el concepto de
género advén del facto que su utilización es siempre en oposición al sexo, lo que los
hacen muy conectados.

2. ANÁLISIS CUANTITATIVA Y CUALITATIVA: EL ESTUDIO DE LA


CRIMINALIZACIÓN FEMENINA EN LA ACTUALIDAD

2.1 Los índices de criminalización femenina : el gender gap de la


delincuencia.

Para hacer clara las diferencias entre las criminalizaciones femeninas y


masculinas, se hace necesario un análisis de las estadísticas de criminalización,
comparando los índices de aprisionamiento entre hombres y mujeres. Además, es
importante percibir que el gender gap52 de la delincuencia53 es un fenómeno
generalizado globalmente.
Es decir, así como la dominación masculina, que se percibe en todas las
sociedades, las salientes diferencias de criminalización de los sexos es perceptible en
casi la totalidad de los países.
De manera a ilustrar eso, se hace una selección de los estudios de los índices de
criminalización del continente Europeo y de la América Latina, con un enfoque
específico en España y Brasil, buscando demonstrar la expresiva distinción entre la
población reclusa del sexo femenino y del sexo masculino54, que es común para todos
los países analizados.

2.1.1 Europa en general

La observación de los índices de aprisionamiento en los países de Europa lleva


en cuenta los datos de pesquisa del Consejo de Europa del año 2013 55. Fue elegido el
año 2013 para que sea posible una comparación del mismo año con los datos de los
otros países, que tienen sus pesquisas hasta esta fecha.
El Consejo de Europa hace informes al respecto de las estadísticas penales
anuales y de la población reclusa, conocido por la sigla SPACE (Statistiques Pénales
Annuelles du Conseil de l’Europe).
Con exámenes muy detallados de la población reclusa de los países europeos, se
hace posible un estudio fiable de los índices de mujeres presas en esto continente.
Conforme la tabla sistemática, con el resumen de las informaciones del SPACE,
se queda ilustrado una impresionante diferencia, generalizada en todos los países
europeos.

Población reclusa en Europa. Análisis del año 2013


Población reclusa

52
La constante desproporción entre las tasas delictivas de hombres y mujeres – fenómeno denominado en
inglés “gender gap”(Rodríguez, 2009: 166).
53
Se va usar para el estudio de la delincuencia los índices de personas reclusas, y no de los casos
reportados a órganos policiales. A pesar del derecho penal abrigar muchas esferas de control, fue elegido
trabajar con la más extrema medida de criminalización, o sea, el cárcel.
54
Durante lo estudio, no fue posible encontrar índices que llevasen en cuenta el aprisionamiento de
personas transexuales y transgénero, por lo cual el análisis se quedó restricto a los sexos femenino y
masculino, sin una abordaje de género en la población reclusa.
55
Aebi, M.F. & Delgrande, N. (2015). SPACE I – Council of Europe Annual Penal Statistics: Prison
populations.Survey 2013. Strasbourg: Council of Europe
Total Mujeres reclusas % de Mujeres
Albania 4.998 89 1,78%
Andorra 47 6 12,77%
Armenia 4698 210 4,47%
Austria 8831 559 6,33%
Azerbaijan 20327 546 2,69%
Belgium 12697 539 4,25%
BH: Rep. Srpska 1003 17 1,69%
Bulgaria 8834 264 2,99%
Croatia 4352 194 4,46%
Cyprus 592 45 7,60%
Czech Rep 16266 914 5,62%
Denmark 4091 189 4,62%
Estonia 3256 164 5,04%
Finland 3.126 229 7,33%
France 78.363 2724 3,48%
Georgia 8.868 295 3,33%
Germany 67.681 3839 5,67%
Greece 13.238 689 5,20%
Hungary 18 313 1382 7,54%
Iceland 152 5 3,29%
Ireland 4.065 161 3,96%
Italy 64.835 2834 4,37%
Latvia 5.205 351 6,74%
Liechtenstein 9 2 22,22%
Lithuania 9.621 438 4,55%
Luxembourg 717 33 4,60%
Malta 577 42 7,28%
Moldova 6.666 422 6,33%
Monaco 29 7 24,14%
Montenegro 1.142 26 2,28%
Netherlands 10.547 568 5,39%
Norway 3.649 187 5,12%
Poland 78.994 2636 3,34%
Portugal 14.284 853 5,97%
Romania 33.122 1504 4,54%
Russian Fed. 679.329 56281 8,28%
San Marino 2 0 0,00%
Serbia 10.031 414 4,13%
Slovak Rep. 10.152 629 6,20%
Slovenia 1.360 64 4,71%
Spain (Total) 68.099 5180 7,61%
Spain (State Adm) 58.089 4507 7,76%
Spain (Catalonia) 10.010 673 6,72%
Sweden 5.868 341 5,81%
Switzerland 7.072 370 5,23%
The Fyro Macedonia 2.846 85 2,99%
Turkey 36.147 4945 13,68%
Uk: Engl. And Wales 83.842 3853 4,60%
UK: North Ireland 1.822 64 3,51%
UK: Scotland 7.928 460 5,80%

Fuente:Council of Europe Annual Penal Statistics: SPACE I – 2013

Algunas naciones muy pequeñas, como es el caso de Liechtenstein y Mónaco,


presentan un índice que se destaca de los demás, con un porcentaje de más de 15% de
mujeres prisioneras. Todavía, esto sólo es posible en razón del pequeño número de
personas reclusas en el total (9 personas en Liechtenstein y 29 en Mónaco), por lo cual
el impacto de una mujer presa se hace mucho más visible.
Andorra (que todavía es una nación pequeña) y Turquía también presentan un
destaque en la proporción de mujeres reclusas en sus países. No llegan a atingir el 15%,
pero tienen una representatividad alta, llegando a casi 14% en Turquía, con 4.945
mujeres privadas de libertad.
Además de eso, los índices de las naciones son muy parecidos, variando desde
1,69% hasta 8,28%, siendo que la media proporcional de mujeres presas fue 4,70% de
lo total de la populación reclusa de Europa. Es decir eso significa que en
aproximadamente cincuenta países, pertenecientes a la Europa, más de 95% de la
delincuencia es masculina.

2.1.2 España

Para posibilitar un mejor estudio comparado de los índices de población femenina


reclusa en los países, se juzga importante un abordaje específico de los datos de
aprisionamiento español56.
Se elige, por lo tanto, hacer una observación específica de los índices de
delincuencia en los últimos años en el país en lo cual se desarrolla la presente pesquisa,
a través de los datos de Seguridad y Justicia La proporcionados por la Dirección
General de Instituciones Penitenciarias del Ministerio de Interior y disponibles para
acceso en el Instituto Nacional de Estadística (INE).
En primer lugar, lo que se observa es el crecimiento de la delincuencia en esto país
en las últimas dos décadas.

56
A respecto del estudio de la delincuencia femenina en España, se indica mirar los estudios de
MURILLO, Andreas Canteras: Delincuencia femenina en España: un análisis sociológico, publicado por
el Ministerio de Justicia de España y hace una pesquisa a eso respecto hasta el año 1990. Para un análisis
más reciente, véase MAQUEDA ABREU, María Luisa: Razones y sin razones para una criminología
feminista del año 2014.
Población reclusa. De 1990 Hasta 2013
Población reclusa

Población reclusa por sexo y periodo.


Unidades: número de reclusos

TOTAL
Ambos sexos Hombres Mujeres
1990 33058 30454 2604(7,9%)
1991 37857 34620 3237(8,5%)
1992 41894 38200 3694(8,8%)
1993 46076 41742 4334(9,4%)
1994 47144 42684 4460(9,4%)
1995 44956 40739 4217(9,3%)
1996 41903 38030 3873 (9,2%)
1997 42756 38778 3978(9,3%)
1998 44370 40404 3966(8,9%)
1999 44197 40465 3732(8,4%)
2000 45104 41451 3653(8,1%)
2001 47571 43666 3905(8,2%)
2002 51882 47750 4132(7,9%)
2003 56096 51686 4410(7,8%)
2004 59375 54805 4570(7,7%)
2005 61054 56291 4763(7,9%)
2006 64021 58912 5109(8,3%)
2007 67100 61508 5592(8,0%)
2008 73558 67608 5950(7,9%)
2009 76079 70003 6076(7,8%)
2010 73929 68141 5788(7,8%)
2011 70472 65184 5288(7,5%)
2012 68597 63372 5225(7,6%)
2013 68099 61682 5180(7,6%)

Fuente:Ministerio del Interior.

Antes mismo de analizar la cuestión femenina en la cárcel, se queda claro que la tasa
de personas privadas de libertad prácticamente duplicó en comparación con los años 90.
En cuanto en el año 1990 la totalidad de personas reclusas en el país eran 33.058, en el
último año pesquisado el número saltó para 68.099, un acrecimos de 105% en la
población en la cárcel española.
Esto fenómeno puede tener muchas explicaciones, (lo que no es directamente
objeto del presente trabajo) pero, sin dudas, España va en lo mismo movimiento global
de adoptar una política criminal cada vez más dura57 con un crecimiento de personas
privadas de su libertad, sin significar necesariamente más seguridad pública.
Con relación a las mujeres reclusas, se percibe que pasaran de 2.604 para 5.180, que
resulta un aumento de aproximadamente 98% . Todavía, del año 1990 hasta 2013, la
mayor proporción de mujeres reclusas en comparación a hombres en la misma situación
son entre los años 1993 hasta 1997, pero nunca llega a 10% de mujeres privadas de
libertad, siendo que la media general de delincuentes femeninas en los últimos 23 años
es de 8,3%.
Para examinar de manera más explícita, se hace una selección de los últimos años,
que demuestra claramente la grande diferencia de aprisionamiento entre los sexos.

Población reclusa. Hasta 2013


Población reclusa

Población reclusa por sexo y periodo.


Unidades:número de reclusos

Rep.
2010 Rep. % 2011 Rep. % 2012 Rep. % 2013 %
TOTAL
Ambos sexos 73929 70472 68597 68.099
Hombres 68141 92,2 65184 92,50 63372 92,4 62 919 92,4
Mujeres 5788 7,8 5288 7,5 5225 7,6 5180 7,6

Fuente:Ministerio del Interior.58

Se puede verificar que en los últimos cuatro años en que se tiene estadísticas
disponibles, la tasa de hombres reclusos es siempre superior a 92%.
Es importante resaltar que (pesar de las brechas de género en empleo 59), en el
Estado Español la presencia de la mujer en el mercado de trabajo y en el ámbito

57
Ya en el año 2003, se comenzaron a realizar una serie de reformas especialmente punitivas en el
Código Penal Español. Entre ellas se encuentra la que posibilitó penas privativas de libertad que pueden
llegar hasta 40 años, lo que es incompatible con una idea de resocialización de la pena. Además, esto
ideal punitivista (con la ilusión de seguridad ) sigue en acción, lo que se queda claro con la más nueva
reforma del código penal, que entra en vigor en el día 1 de julio de 2015, con un
58
Disponible en
<<http:/www.ine.es/jaxi/tabla.do?path=/t18/a052/a1998/l0/&file=j10050.px&type=pcaxis&L=0>>
(último acceso en 16 de junio de 2015).
59
Según informe de Mujeres y Hombres en España (2011), en el año 2009 en España la brecha de género
era de 14,0 puntos.
público, en estos años que se hace referencia, ya es muy significativa. Conforme la
encuesta de población activa del Instituto Nacional de Estadística (INE), el porcentaje
de mujeres activas en el año 2009, por ejemplo, era de 53,5%, en cuanto que de los
hombres era de 67,6%.60
Por esta razón no se suele, por ejemplo, justificar las diferencias en la
penalización de ambos los sexos por la teoría de igualdad de oportunidades. Lo que no
se puede decir de la socialización de estas mujeres. Aunque trabajen fuera de casa, las
dueñas siguen siendo las principales comprometidas con las tareas de hogar y las
responsabilidades familiares61.
Así, lo que es posible puntear es que España, mismo teniendo un índice de
mujeres reclusas mayor de que el de la Europa en general, mantiene el padrón del
grande gender gap de la delincuencia (a pesar de tener el índice de mujeres activas muy
parecido al de los hombres).

2.1.3 América Latina en general

Los datos cogidos para estudio de la población reclusa en América Latina fueran
obtenidos a través del Informe sobre el uso de la prisión preventiva en las Américas,
preparado por la Relatoría sobre los Derechos de las Personas Privadas de Libertad de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos62, del año 2013. En esto informe, se
hizo un estudio avanzado de la crítica situación del cárcel en la América Latina,
principalmente no que se refiere al número de personas reclusas sin una sentencia63. Es

60
Datos disponibles en el Informe de Mujeres y Hombres de 2011, proporcionado por el Instituto de la
Mujer, disponible en
<<http://www.inmujer.gob.es/estadisticas/mujeresHombres/docs/2014/Mujeresyhombres2011.pdf>>
(último acceso en 20 de junio de 2015).
61
Por esta razón que las principales políticas públicas para el empleo femenino van dirigidas a
conciliación de la vida laboral y personal, como se puede verificar en
62
La CIDH es un órgano principal y autónomo de la Organización de los Estados Americanos (OEA),
cuyo mandato surge de la Carta de la OEA y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La
Comisión Interamericana tiene el mandato de promover la observancia de los derechos humanos en la
región y actúa como órgano consultivo de la OEA en la materia. La CIDH está integrada por siete
miembros independientes que son elegidos y elegidas por la Asamblea General de la OEA a título
personal, y no representan sus países de origen o residencia.
63
Al respecto del informe, así dice la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a través de su
Relatoría sobre los Derechos de las Personas Privadas de Libertad: “Desde hace más de una década la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha considerado que la aplicación arbitraria e ilegal de
la prisión preventiva es un problema crónico en muchos países de la región. En su reciente Informe sobre
los Derechos Humanos de las Personas Privadas de Libertad en las Américas la CIDH señaló entre los
problemas más graves y extendidos en la región, el uso excesivo de la prisión preventiva; y destacó que
esta disfuncionalidad del sistema de justicia penal es a su vez la causa de otros problemas como el
hacinamiento y la falta de separación entre procesados y condenados.”
decir, millares de hombres y mujeres presos sin siquiera una condenación, atentando
directamente contra el principio de presunción de inocencia.
Adentro de esto estudio se puede verificar el índice de las mujeres afectadas por
el aprisionamiento en la América Latina, y más una vez llamar la atención para la
demasiada discrepancia en relación a los hombres criminalizados.

Población reclusa en prisión preventiva. Análisis del año 2012/2013


Población reclusa

ESTADO
Total priv. de libertad. Condenados Preventivos Hombres Mujeres
Bolívia 13.654 2.244 (16%) 11.410 (84%) 11,930 (87%) 1,724(13%)
191,024 513.538
Brasil 549,577 317,333 (62.4%) (37.6%) (93,4%) 36,039(6.6%)
Chile 53,171 42,348 (79.6%) 10,823 (20.4%)
34,571 105,387 8,497
Colombia 113, 884 79,313 (69.65%) (30.35%) (92,54) (7.46%),
Costa Rica 13,017 9,769 (75%) 3,248 (25%) 3,087 (93.5%) 211 (6.5%)
El Salvador 26,883 20,424 (76%) 6,459 (24%) 17,615 (91.8%) 1,562 (8.2%)
Ecuador 19,177 9,768 (51%) 9,409 (49%) 17,615 (91.8%) 1,562 (8.2%)
Guatemala 14,635 7,278 (49.7%) 7,357 (50.3%) 13,415 (91.7%) 1,220 (8.3%)
Honduras 12,407 6,343 (51.1%) 6,064 (48.9%) 11,950 (96%) 457 (4%)
Nicaragua 9,168 8,041 (87.7%) 1,127 (12.3%) 8,718 (95%) 450 (5%)
Panamá 14,521 5,078 (35%) 9,443 (65%) 13,500 (93%) 1,021 (7%);
Paraguay 7,901 2,126 (26.9%) 5,780 (73.1%) 7,374 (93.3%) 528 (6.7%)
Perú 58,681 24,173 (41.2%) 34,508 (58.8%) 54,962 (93.7%) 3,719 (6.3%)
Uruguay 9.330 3,265 (35%) 6,065 (65%) 5,588 (92,1%) 477 (7.86%).
Venezuela 36,236 17,501 (48%) 18,735 (52%) 17,798(95%) 937 (5%)

La situación de las personas privadas de libertad es muy preocupante en la


América Latina, principalmente por las consecuencias del alto índice de personas en la
cárcel, como las condiciones no humanas de vida en razón de la superlotación, con mas
seres humanos do que vagas en el sistema penitenciario.
A eso respecto, la Corte Interamericana viene haciendo relatorías, estudios,
informes, de manera a intentar punir, y, más que eso, convencer los Estados de la
situación crítica en la cual se encuentran.
Para eso, la CIDH defiende el derecho internacional de los derechos humanos
como siendo uno de los puntos fundamentales relativos al tratamiento de las personas
privadas de libertad, siendo el deber del Estado de mantener registros de las personas
que se encuentran bajo su custodia. En un primero momento, esta abordaje era
circunscrita de manera muy específica a la protección de derechos como la vida y la
integridad personal, pero se ha ido desarrollando de forma tal que ha llegado a
considerarse como un elemento necesario para la garantía del derecho a la libertad
personal, el derecho al debido proceso; e incluso, como un requisito indispensable para
el diseño de políticas criminales y penitenciarias.
Además de la preocupante situación de la prisión preventiva, adstringiéndose a
la cuestión de género, se puede verificar que las tasas de delincuencia femenina son
muy parecidas con las vistas hasta ahora. El mayor índice aportado es el de Bolívia, con
13% de mujeres presas, pero los demás no atingen 9% de criminalización femenina. La
media general de la América Latina (considerando los países que presentaran datos para
el informe) es de 6,67% de población femenina reclusa.
También refiere el informe de la CIDH que actualmente la República de México
alberga en sus 419 centros penitenciarios una población penal de aproximadamente
242,000 personas, de las cuales el 95% son hombres y el 5% mujeres; de aquel total, el
79% son del fuero común y 21% del federal. Es el tercer país de la región, luego de
Estados Unidos y Brasil, en cantidad de personas privadas de libertad. Dado que la
capacidad instalada es de 188,000 plazas, México tiene un nivel general de
hacinamiento del 26%64.

2.1.4 Brasil

El caso de Brasil es uno de los más graves en la cuestión del encarcelamiento de


personas, siendo el cuarto país en el mundo con más población reclusa, detrás solamente
de Estados Unidos, China y Rusia. A lo contrario de lo que pueda parecer, el gran
aprisionamiento no demuestra eficiencia de leyes, o seguridad pública. Lo que denota es
una profunda penalización de las parcelas más vulnerables de la sociedad.
En análisis a los datos del Ministerio de Justicia Brasileño, se puede percibir con
claridad que la gravedad de la situación e en qué medida eso afecta las mujeres.

Población reclusa en Brasil. Hasta 2012


Población reclusa

Población reclusa por sexo y periodo.


Unidades:número de reclusos

64
Comisión Interamericana de Derechos Humanos: Informe sobre el uso de la prisión preventiva en las
Américas, 2013, accesible en <<http://www.cidh.org>> (último acceso en 21 de junio 2015).
2008 2009 2010 2011 2012
TOTAL
Ambos sexos 451.429 473.626 496.251 514.582 548.003
Hombres 422.775 (94%) 442.225 (93%) 461444(93%) 480524 (93%) 512964 (94%)
Mujeres 28.654 (6%) 31.401 (7%) 34.807 (7%) 34.058 (7%) 35.039 (6%)

Fuente: MINISTÉRIO DA JUSTIÇA DEPARTAMENTO PENITENCIÁRIO NACIONAL. Sistema Integrado de Informações


Penitenciárias – InfoPen

Observando los datos se verifica que la política criminal Brasileña posicionase


en contra a orientaciones internacionales de Derechos Humanos - incluso de la Corte
Interamericana ya referida- y su propia Constitución Federal, con un aprisionamiento
exacerbado de sus ciudadanos. Hay una completa fiabilidad en el sistema carcelario
para la solución de todos los males, una presión mediática y muchos otros factores que
generan estos terribles índices de personas privadas de libertad.
La política legislativa de Brasil contribuye cada vez más para el aumento
desenfrenado de personas privadas de su libertad, obteniendo más resultados negativos
que positivos. Uno de los movimientos del legislativo brasilero es intentar crear nuevos
tipos penales, para asegurar el nuevo rol de Derechos expresos en la Constitución
Federal de 1988, lo que trae cada vez más normas penales con la ilusión de seguridad.
En eso sentido, dice Campos y Carvalho:
“El diagnóstico normativo posibilita decir que Brasil, en las últimas décadas,
adhirió al punitivismo, tendencia político-criminal que obstaculiza la
consolidación de la democracia en los países occidentales, sobre todo en los
países de la América Latina que lograran superar los periodos de dictaduras
civis-militares.”65 (Campos y Carvalho, 2011:13. Traducido).

.
Además, hay que resaltar que las vagas en las prisiones brasileñas no contemplas
toda esa cantidad de presos y presas, lo que genera una superlotación de las
instituciones penitenciarias y una calidad deshumana de vida, lo que afecta en mucho
las mujeres, aunque sean la minoría de la población reclusa. Según estudios publicados
en el mapa de las prisiones brasileñas66, hay una media de 132% más personas do que la
oferta de vagas del sistema.

65
El original dice: O diagnóstico normativo possibilita dizer que o Brasil, nas duas últimas décadas,
aderiu ao punitivismo, tendência político-criminal que obstaculiza a consolidação da democracia nos
países ocidentais, sobretudo nos países da América Latina que lograram superar os períodos de Ditaduras
civis-militares.

66
Esto mismo informe dice que eso tiene efectos muy graves en el acceso a salud,
educación y trabajo. Ejemplo de eso es el dato de que hay un médico para cada 1.400
presos y solamente 21 médicos ginecólogo para 35.000 mujeres presas.
Todavía, a pesar de la grande criminalización percibida en Brasil y el gran
número de mujeres encarceladas - casi la mitad del total de personas presas en España,
por ejemplo-, el porcentual de reclusión femenina sigue en los mismos moldes de todos
los otros ya verificados. En los últimos cuatro años analizados, el porcentaje de la
delincuencia femenina no pasa de 7%, respectando el gender gap destacado en todos los
índices relacionados.

2.2 Análisis cualitativa

2.2.1 Por cuales delitos son más criminalizadas

Más una vez hay una cierta homogeneidad entre las naciones elegidas para
estudio que hace posible analizarlas en conjunto. Eso es, en relación a una política
criminal de una verdadera guerra contra las drogas. Hay un movimiento global en el
sentido de usar de todas las armas en contra, lo que también va a tener reflejo en la
población femenina.
Ahora bien, en una nueva mirada para las estadísticas, con un análisis de la
tipología de los delitos más presentes en las condenaciones y reclusiones, es posible
identificar más un dato alarmante, que es la criminalización del tráfico de drogas.
Observando de una manera sintética los países con las mayores poblaciones
carcelarias de Europa, se puede percibir que una gran proporción de los
aprisionamientos de estos países son por delitos relacionados al tráfico de drogas 67.
Azerbaijan, por ejemplo, que tiene una población reclusa de 20.327 personas, tiene
29,7% de su total preso por crímenes ligado a las drogas, lo que representa un total de
948 personas.
En Francia (78.363 personas en prisión) esto porcentual es de 14,1%,
representando 8.703 presos y presas por delito relacionado con En Alemania, 13,5% de
sus 67.681 encarcelados y encarceladas son referente a estos delitos, representando
7.555 personas.

67
Los índices son todos relativos a crímenes ya condenados del año 2013. Las prisiones cautelares que
hacen referencia a los delitos con relación a drogas no constan en los datos.
Grecia llama la atención, una vez que de la totalidad de sus población reclusa
(13.238), 35,9% está respondiendo por crímenes de drogas, lo que represente 3.641
personas presas por esa razón. Del mismo modo, Italia posee una porcentaje de 37,9%
de lo total de sus reclusos y reclusas (el total es de 64.835) por esas transgresiones, lo
que simboliza 14.994 personas reclusas por delitos relacionados con drogas.
Rusia, que es una de las mayores poblaciones reclusas del mundo, tiene 21,7%
(del total de 679.329 personas presas) respondiendo por crímenes de estupefacientes68.
El porcentaje medio de todos los países de Europa (que tuvieran sus índices
estudiados) fue de 17,8 personas reclusas sólo por condenas de delitos de drogas. O sea,
todo lo demás es dividido entre los otros crímenes que son previstos en el Código Penal,
lo que representa una parcela muy alta de personas reclusas por un delito específico.
En lo caso concreto de España, se percibe que 24,6% del total de las personas
presas (68.099) son por delitos contra la salud pública (drogas). Con relación a las
mujeres españolas, se constata que 13,6% del total de las personas reclusas por delitos
ligados con estupefacientes son mujeres, lo que representa el número de 1.869 presas.
La situación se queda más evidente cuando verificamos la relación porcentual de las
mujeres presas sólo por este delito en relación al total de mujeres reclusas en España. Si
el número total de reclusas en el año 2013 fue 5.180 y el número de 1.869 de estas son
presas sólo por delitos contra la salud pública, eso representa un porcentual de 36,8% de
las prisiones femeninas por el mismo motivo.
Con relación a la América Latina - conforme el estudio ya referido de la CIDH-,
los países en que se hay datos de los delitos más criminalizados son Bolívia, Brasil,
Chile, Colombia, Costa Rica y Nicaragua.
En Bolívia los varones los delitos predominantes son: robo (25%), delitos de
drogas (24%) y violación (19%); en las mujeres los delitos predominantes son los
siguientes: delitos de drogas (48%) y robo (15%). En Chile se percibe que los
principales delitos por los que hay personas en prisión preventiva son robos (35.4%) y
delitos de drogas (31.4%). En el caso de los varones la proporción de estos delitos es de
(38% robos/26.7% drogas), mientras que en las mujeres esta relación es de (14.5%
robos/68.8% drogas). En el caso de Colombia, los delitos de mayor incidencia, en la
población penal son hurto (hombres 8,397- 95%/ mujeres 445 - 5%, total 8,842), trafico
o porte de armas de fuego o municiones (hombres 7,114 -96% / mujeres 271 - 4%, total

68
Se puede mirar los datos completos en la tabla anexa: “Main offence of sentenced prisoners (final
sentence) on 1stseptember 2013”.
7,385), homicidio (hombres 6,140 -96% / mujeres 253 -4%, total 6,393) y el tráfico,
fabricación o porte de estupefacientes ( hombres 4,961 -82%/ mujeres 1,046-18% total
6,027). La nación de Costa Rica presenta delitos contra la propiedad (hombres 1,191 -
96.8%/ mujeres 39 -3.2%, total 1,230), el delitos de drogas (hombres 884 -87.5%/
mujeres 126 -12.5%, total 1,010), contra la vida (hombres 435 -95%/ mujeres 23 -5%,
total 458). En Nicarágua las cuatro modalidades delictivas más comunes son delitos
contra el patrimonio y OSE (hombres 267 -99% / mujeres 2 - 1%, total 269), delitos
contra la integridad física ( hombres 200 -99.5% / mujeres 1 -0.5%, total 201), delitos
de drogas: hombres 154 -89.5% / mujeres 18 -10.5%, total 172).
Con atención especial al Brasil, se observa que los delitos de mayor incidencia,
en la población penal en general de acuerdo al número de condenas son el tráfico de
estupefacientes (no internacional), con 127,149 en lo total, siendo 79% hombres
(110,965) y 11% mujeres (16,184). Los demás delitos que se destacan son el robo
calificado ( total d 94,447 con 92,602 hombres y 1,845 mujeres), robo simple(total de
48,216, siendo 47,216 hombres y 1,000 mujeres), hurto simple (total de 35,769, con
34,526 hombres y 1,243 mujeres), hurto calificado (total de 36,671, con 35,608
prisioneros hombres y 1,063 mujeres) y homicidio calificado (34,463, siendo 33, 536
hombres y mujeres).
Se destaca que si el total de mujeres encarceladas en Brasil en el último año
pesquisado fue de 35.039, y el número de 16.184 son reclusas por delitos de tráfico de drogas,
eso representa la proporción aproximada de 46% de la población femenina criminalizada por un
mismo delito.
Para ilustrar con más claridad, se adjunta la siguiente tabla con el resumen de la
información, para una mejor comprensión.

Total de
personas Crimenes de drogas Mujeres

Media Europa 17,8%


Azerbaijan 20.327 948(29,7%)
Francia 78.363 8703 (14,1%)
Alemania 67.681 7555 (13,5%)
Grecia 13.238 3.641(35,9% )
Italia 64.835 14.994(37,9%)
Rusia 679.329 122.458(21,7%)
1869(13,6% ) 36,8% del total de
España 68.099 14.312 (24,6%) mujeres reclusas
Bolívia 13.654 24,0% (48,00%)
Chile 53,171 31.4% (68.8%)
Colombia 113, 884 6027 1,046 (18%)
Costa Rica 13,017 1001 126 (12.5%)
Nicaragua 9,168 172 18 (10.5%),
16.184(11%) 46% del total de
Brasil 549,577 127.149 mujeres reclusas

2.2.2 Discusión de las razones de mayor criminalización de estos


delitos

Las políticas penales enfocadas en el castigo ya hacen parte de una cultura penal
específica que se respalda a sí misma y que cobró significado gracias a formas
culturales más amplias, las que a su vez se basan en patrones de vida material y acción
social de la sociedad (Díaz Cortés 2009, 68).

En análisis de estos números, es perceptible la masiva condenación por los


delitos contra la salud pública (tráfico de drogas), en ambos los sexos. Con lo enfoque
en la criminalización femenina, en cuanto por ningún otro delito tiene más de doscientas
y sesenta mujeres apenadas, por los crímenes de drogas, hay más de mil e doscientas en
los dos últimos años.
La situación se queda más evidente cuando verificamos la relación porcentual de
las mujeres presas sólo por este delito en relación al total de mujeres reclusas en casi la
totalidad de las naciones observadas.
La política penal en materia de drogas es represiva, con la mayoría de de la
población de los centros penitenciarios cumpliendo condena por delitos de tráfico de
drogas. Si bien la reforma experimentada por el Código penal en 2010 ha suavizado la
tradicional severidad de las penas aplicables a estos delitos, esta categoría delictiva
continúa siendo una de las que determinan un número significativo de ingresos en
prisión (Puente Alba 2012, 100). Además de las penas altas y una política muy dura
para reprimir el tráfico, es muy sencillo identificar como delito cualquier conducta
envolviendo el manejo con drogas, siendo que apenas no es delito la posesión para
consumo propio.
Hay se convertido la droga en la “responsable” por todos los males que afligen
el mundo contemporáneo porque la propia palabra está funcionando como estereotipo
más de lo que concepto; como creencia más do que como descubierta científica
pesquisada (Del Omo 1990, 51).
Debido a esa ilusión de terminar con todo aquello que aflige la sociedad por
medio de punir las personas involucradas con el tráfico de drogas, que se está poniendo
en práctica esa política criminal que se suele comparar con una guerra a las drogas.
Todavía, con un poco de perspectiva crítica y un análisis de datos se percibe que, en
verdad, como toda la guerra, lo que está envuelto son intereses de personas que gañan
con el sacrifico de aquellos más vulnerables que están en la frente del “combate”.
Es decir, la fuerte prohibición de las drogas es la principal responsable por el
lucro de los traficantes (y de los políticos, empresarios, etc. por detrás de ellos). El
contexto prohibicionista es lo que crea los grandes traficantes, dispuestos a desafiar las
instituciones, pagar altos precios para la corrupción y generar una gran red de riqueza
por el tráfico ilegal de las drogas.
En una entrevista publicada en El País de Brasil, con Juan Pablo Escobar, hijo de
Pablo Escobar que es uno de los mayores traficantes de cocaína del mundo, hace
declaraciones muy relevantes al respecto de la guerra contra las drogas, entre las cuales
destaco algunas:
“(…)Estamos hace 40 años viviendo las consecuencias de los fracasos
incesantes de esa guerra. La única certeza que tenemos hoy es que ella no
funciona. Y peor que eso: garantiza que la droga sea de peor calidad,
destruyendo más aun los consumidores en detrimento de la salud pública. Los
efectos de esa guerra son más corrupción y mas venda de armas, y eso hace
con que narcotraficantes continúen creciendo y aumentando su poder, lo que
les permite desafiar las democracias americanas. 69” (El País, Brasil: 2015.
Traducido)

Por todo eso, puede afirmarse que la política represiva en materia de drogas
afecta de forma realmente significativa al colectivo femenino (Puente Alba 2012, 100).
La mujer muchas veces asume la actividad del tráfico, como fuente de su sustento y
acaba por tornarse albo de esta política (guerra contra) de drogas. La discusión a
respecto de la criminalidad femenina debe llevar en cuenta, además, su clase y raza, sin
el olvido por parte de la criminología de los factores sociales estructurales- desempleo,
bajos sueldos, marginación racial y económica (Maqueda Abreu, 2014: 87).

69
La entrevista original puede ser encuentrada en el web site der Jornal El País Brasil, en la dirección:
<<http://brasil.elpais.com/brasil/2015/06/18/internacional/1434585423_932778.html>>. El original dice:
“Estamos há 40 anos vivendo as consequências dos fracassos ininterruptos dessa guerra. A única certeza
que temos hoje é que ela não funciona. E pior ainda: ela garante que a droga seja de pior qualidade,
destruindo mais ainda os consumidores em detrimento da saúde publica. Os efeitos dessa guerra são mais
corrupção e mais venda de armas, e isso faz com que os narcotraficantes continuem crescendo e
aumentando seu poder, o que lhes permite desafiar as democracias americanas sem pestanejar.” (El País,
Brasil, 2015)
Estos factos tornan evidente a la creación de un mercado negro de drogas a
través de la criminalización del tráfico, que obviamente genera un alza importante de los
precios y propicia la adulteración de las sustancias, y a la consolidación de amplias
redes ilegales dedicadas al tráfico de drogas, con una estructura que provoca que sean
los eslabones inferiores más débiles quienes lleven a cabo las conductas más arriesgadas
en este negocio (Puente Alba 2012, 111).
En el tráfico se encuentra una manera alternativa para aquellos y aquellas que
no tienen oportunidades en el mercado de trabajo lograren un sustento económico, de
manera arriesgada, sobre todo para quienes llevan a cabo las actividades más
susceptibles de ser descubiertas y castigadas: transporte de la droga de un país a otro o
dentro del mismo Estado y venta al por menor.
Si pensamos en mujeres con cargas familiares, sin trabajo remunerado, sin
formación que les permita acceder fácilmente a un puesto de trabajo, la participación en
el mercado negro de las drogas surge como una posible vía de escape para obtener
rápidamente ingresos económicos (Puente Alba 2012, 112).Una realidad común en que
muchas veces es la mujer responsable por el sustento y educación de sus hijos.
Todavía, el mayor problema de políticas criminales duras como esta contra las
drogas, es que estas políticas, en la mayoría de los casos, están dirigidas para atingir la
populación más vulnerable y marginalizada. En cualquier caso, siempre se trata de la
participación en los eslabones más débiles de la infraestructura que permite el tráfico de
drogas, que van a ser más fácilmente descubiertos y van a sufrir con mayor dureza las
consecuencias de la intervención penal (Puente Alba 2012, 112).
Una otra crítica a esta adopción de política contra las drogas es el facto de que el
uso de los tóxicos estaría dentro de una libertad individual de las personas, es decir,
¿que efectos reales hay para terceros el uso de drogas por un individuo?
Un determinado hecho o fenómeno debe ser definido como problema social sólo
si concurren en él las siguientes circunstancias: que tenga una incidencia masiva en la
población; que dicha incidencia sea dolorosa, aflictiva; persistencia espacio temporal;
falta de un inequívoco consenso a respecto a su etiología, eficaces técnicas de
intervención en el mismo y conciencia social generalizada a su negatividad afecta a toda
la sociedad, no sólo a quien lo padece. (García 2013, 50).
En esto sentido, hay que cuestionarse: ¿el uso de la droga afecta a todos? ¿O
sólo al individuo que la consume? El tráfico de drogas, en verdad, está creado por esta
política penal que criminaliza o alcance de la droga para el usuario. Es necesario
reflexionar hasta qué punto es más perjudicial para la sociedad el uso de las drogas por
los individuos, en gozo de su libertad individual de lo que la dura política criminal
contra las drogas, que es responsable por la mayor parte de personas en cárcel en los
últimos años.
A eso respecto, se destaca nuevamente una parte de la entrevista con el Escobar,
que nos cuenta:
“La peor droga de todas es legal. Es el alcohol. Es la que más vida saca todos
los años. Es legal, paga impuestos, los periódicos y publicidad muestran las
personas bebiendo y se divirtiendo. Pero se atentamos para los datos de la
Organización Mundial de Salud, es asustador ver que mueren 200.000
personas por año como consecuencia del uso de drogas, en cuanto mueren 3,8
millones por el uso del alcohol y del tabaco. Me parece que es necesario
cambiar esto enfoque militar dado al asunto de las drogas, cuando el correcto
sería un enfoque de salud pública.70 (El País, Brasil, 2015. Traducido)”

2.2.3 El perfil de las mujeres criminalizadas

Las personas en prisión preventiva sufren grandes tensiones personales como


resultado de la pérdida de ingresos, y de la separación forzada de su familia y
comunidad; además padecen el impacto psicológico y emocional del hecho mismo de
estar privados de libertad sin haber sido condenados, y por lo general son expuestos al
entorno de violencia, corrupción, insalubridad y condiciones inhumanas presentes las
cárceles de la región. Incluso los índices de suicidios cometidos en prisiones son
mayores entre los presos en prisión preventiva. De ahí la especial gravedad que reviste
esta medida y la necesidad de rodear su aplicación de las máximas garantías jurídicas.
La medida de prisión afecta de manera extendida y desproporcionada a personas
pertenecientes a grupos económicamente más vulnerables, quienes por lo general
encuentran obstáculos en el acceso a otras medidas cautelares, como la fianza, ni
pueden afrontar los gastos que implica la representación de un abogado privado,
contando solo con la defensa pública y sus limitaciones.

70
La respuesta original: “A pior droga de todas está legalizada. É o álcool. É a que mais vidas rouba
todos os anos. Ele é legal, paga impostos, as revistas e propagandas mostram as pessoas bebendo e se
divertindo. Mas se vemos os dados da Organização Mundial da Saúde, é tenebroso ver que morrem
200.000 pessoas por ano como consequência do uso de drogas, e morrem 3,8 milhões por causa do álcool
e do tabaco. Me parece que é preciso mudar esse enfoque militar dado ao assunto das drogas, quando o
correto seria o enfoque da saúde pública.” (El País, Brasil, 2015). Disponible en
<<http://brasil.elpais.com/brasil/2015/06/18/internacional/1434585423_932778.html>>. Ultimo acceso
en 25.06.2015.
Con relación a la aplicación de la ley al grupo femenino, se puede destacar lo
que dice la Profesora Carmen Campos (2002):
“La cuestión (aplicación de la ley) también debe ser confrontadas
internamente, entre las mujeres: ¿qué mujeres la ley excluí o perjudica? Son
mujeres blancas o negras? El perjuicio legal es lo mismo para las mujeres en
desventaja económica? De esa forma, se impide el esencialismo, y se
reconoce que el género es uno de los marcadores que, asociado a otros (raza,
etnia, situación económica, educación, etc.), confiere diferentes opresiones o
subordinaciones a las mujeres.”71 (Campos, 2002: 8. Traducido).

a) Mujeres en España

La edad de estas mujeres

Población reclusa. Hasta 2013


Población reclusa

Población reclusa por situación procesal-penal, sexo, periodo y edad.


Unidades:número de reclusos

PENADA EN PRISIÓN PREVENTIVA


Ambos sexos Hombres Mujeres Ambos sexos Hombres Mujeres
2008
Total 54746 50626 4120 17849 16073 1776
De 18 a 20 años 598 566 32 1184 1095 89
De 21 a 25 años 6953 6490 463 3376 3083 293
De 26 a 30 años 11537 10639 898 4168 3760 408
De 31 a 40 años 19751 18310 1441 5487 4899 588
De 41 a 60 años 14679 13491 1188 3315 2940 375
Más de 60 años 1228 1130 98 319 296 23
No consta .. .. .. .. .. ..
2009
Total 59518 54895 4623 15580 14179 1401
De 18 a 20 años 655 615 40 965 915 50
De 21 a 25 años 7204 6654 550 2737 2500 237
De 26 a 30 años 12306 11322 984 3551 3203 348
De 31 a 40 años 20765 19189 1576 4745 4306 439
De 41 a 60 años 17116 15737 1379 3300 2997 303
Más de 60 años 1472 1378 94 282 258 24
No consta .. .. .. .. .. ..
2010

71
El original dice: “Mas a questão também deve ser confrontada internamente, entre as mulheres: que
mulheres a lei exclui ou prejudica? São as mulheres brancas ou negras? O prejuízo legal é o mesmo para
as mulheres em desvantagem econômica? Dessa forma,evita-se o essencialismo e se reconhece que o
gênero é um dos marcadores que, associado a outros (raça/etnia, situação econômica, educação, etc.),
confere diferentes opressões ou subordinações às mulheres.” (Campos, 2002: 8)
Total 59251 54793 4458 13837 12560 1277
De 18 a 20 años 675 651 24 810 751 59
De 21 a 25 años 7090 6623 467 2277 2059 218
De 26 a 30 años 12139 11206 933 2916 2595 321
De 31 a 40 años 20734 19214 1520 4385 3998 387
De 41 a 60 años 17120 15711 1409 3129 2853 276
Más de 60 años 1493 1388 105 320 304 16
No consta .. .. .. .. .. ..
2011
Total 57440 53371 4069 12148 10992 1156
De 18 a 20 años 606 581 25 717 674 43
De 21 a 25 años 7049 6625 424 1849 1670 179
De 26 a 30 años 11182 10339 843 2440 2191 249
De 31 a 40 años 19786 18414 1372 4012 3647 365
De 41 a 60 años 17061 15761 1300 2926 2620 306
Más de 60 años 1756 1651 105 204 190 14
No consta .. .. .. .. .. ..
2012
Total 56109 51981 4128 9170 8317 853
De 18 a 20 años 539 510 29 483 444 39
De 21 a 25 años 5740 5372 368 1314 1186 128
De 26 a 30 años 8979 8303 676 1439 1369 124
De 31 a 40 años 19494 18108 1386 3091 2784 307
De 41 a 60 años 19556 18009 1547 2315 2069 246
Más de 60 años 1740 1627 113 212 204 8
No consta 61 52 9 16 15 1
2013
Total 56103 51943 4160 9292 8461 831
De 18 a 20 años 481 449 32 476 442 34
De 21 a 25 años 5509 5163 346 1213 1095 118
De 26 a 30 años 8757 8120 637 1504 1371 133
De 31 a 40 años 19400 17933 1467 3117 2828 289
De 41 a 60 años 20129 18569 1560 2733 2489 244
Más de 60 años 1822 1704 118 249 236 13
No consta 5 5 0 0 0 0

Fuente:Ministerio del Interior.

Otro dado importante para análisis es la nacionalidad de las personas reclusas.

Población reclusa. Hasta 2013


Población reclusa

Población reclusa por nacionalidad, sexo y periodo.


Unidades:número de reclusos

2008 2009 2010 2011 2012 2013


TOTAL
Ambos sexos 73558 76079 73929 70472 68597 66765
Hombres 67608 70003 68141 65184 63372 61682
Mujeres 5950 6076 5788 5288 5225 5083
ESPAÑOLES
Ambos sexos 47357 48917 47614 45970 45704 45649
Hombres 43700 45147 44121 42603 42286 42203
Mujeres 3657 3770 3493 3367 3418 3446
EXTRANJEROS
Ambos sexos 26201 27162 26315 24502 22893 21116
Hombres 23908 24856 24020 22581 21086 19479
Mujeres 2293 2306 2295 1921 1807 1637

Brasileñas As mulheres encarceradas têm uma média de idade de 33,91


anos, e 87,3% da amostra possuem filhos, com uma média de 2,75 anos. A
maioria possui baixa escolaridade e qualificação profissional, sendo que 66,4%
tem no máximo o Ensino Fundamental Incompleto, incluindo analfabetas. E
70,8% das participantes exerciam trabalhos não técnicos tais como doméstica,
dona de casa, recicladora, balconista e profissional do sexo, e 27,2% não
trabalhavam.

2.3 ¿Tiene ventaja para la mujer su menor criminalización ?

Si hay un argumento incontestable en todas las teorías, es el de que la mujer no


comete tantos delitos como el hombre. Además, se puede deducir también, del análisis
de las teorías, que el control penal siempre fue dirigido a la mujer que no corresponde a
la expectativa social atribuida a su género72. La mujer es “anormal” para los estudios
biológicos, es “loca” para los psiquiátricos, etc. Estas tentativas de clasificación de la
mujer criminosa contribuyeran para la formación de estereotipos que permanecen hasta
los días actuales, y que en mucho justifican un tratamiento diferenciado social o penal
hacia las mujeres.
El ideal de una mujer criminosa siempre lleva a una concepción de excepción.
Eso porque la mujer es marcada por el estigma de docilidad, madre, doméstica y esposa.

72
Escribe Alessandro Baratta a respecto de la construcción social de género: “Es la construcción social de
género y no la diferencia biológica del sexo, el punto de partida para las análisis críticas de las divisiones
sociales del trabajo entre mujeres y hombres en la sociedad moderna, vale decir, de la atribución a los
géneros de papeles diferenciados (sobre o subordinado) en las esferas de producción, de la reproducción
política, y, también, a través de la separación entre público y privado. La propia percepción de la
diferencia biológica en lo saber común y en lo discurso científico depende, esencialmente, de las
cualidades que, en una determinada cultura y sociedad, son atribuidas a los dos género, y no el contrario”.
(BARATTA, 1999, p. 21, traducción libre).
Los estudios feministas nos ayudan a percibir la necesidad de la comprensión de
género como algo construido y no natural, en lo cual se depositan todas las expectativas
que van ser controladas por la sociedad.
Todavía, la contribución de los movimientos feministas no fue suficiente para
explicar la gran diferencia entre las tasas de criminalización femenina y masculina.
Mismo con la emancipación femenina, y su mayor participación en la vida pública,
hasta hoy los niveles de conductas delictivas de las mujeres es brutalmente menor que
de los hombres, de la misma forma de momentos históricos y sociales anteriores. Esto
queda muy claro cuando analizamos las estadísticas de la población reclusa en España
en los últimos años.
Es con la concepción crítica de la criminología e los estudios de la reacción
social que se puede concluir que la implicación más amplia de los hombres en la
delincuencia puede ser justificada por cuatro condiciones, conforme explica McCarthy,
Hagan y Woodward (1999):
“Cuatro condiciones justifican la implicación más amplia de los hombres en
la delincuencia en relación a las mujeres: 1) un mayor grado de libertad desde
los controles de la agencia parental; 2) mayor apoyo a los esquemas
dominantes que definen actividades como específicas de género y legitiman
la independencia masculina; 3) una mayor preferencia por la búsqueda de
riesgo en la vida y 4) una mayor convicción de que es improbable
experimentar consecuencias negativas por comprometerse en actividades de
riesgo” (McCathy, Hagan y Woodward, 1999:770. Traducido) 73

En los cuatro años pasados, las mujeres reclusas no alcanzaran 9% de lo total de


la población en cárcel74, aunque actualmente tengan mayor proyección en la vida fuera
del hogar. Pues el fato es que a las teorías de liberación y oportunidades femeninas hay
que añadir el contexto de la socialización, ya que mismo las mujeres que están en el
espacio laboral (con más oportunidades de delinquir) mantienen los mismos padrones
de socialización. Es decir, siguen con los deberes del cuidado, dan más importancia a la
familia, son juzgadas socialmente por sus conductas. Eso es lo que en el lenguaje

73
El original dice: Four conditions encourage more extensive involvement in delinquent activities among
males, relative to females: (1) a greater degree of freedom from the controls of parental agency; (2) more
exposure to and support of master schemas that define activities as gender-specific and legitimize male
independence;(3) a greater preference for a risk-seeking approach to life; and (4) a stronger conviction
that one is unlikely to experience negative consequences for engaging in risky activities.
74
La tasa de mujeres presas en España es una de las más altas de Europa junto a Portugal, ya que
mientras en estos dos países las cifras se sitúan alrededor del 8 % de la población penitenciaria total, en
otros países son mucho más bajas vgr. Inglaterra 6 %, Irlanda 2.3 %, Noruega 5.2 %, Holanda 5.3 %,
Francia 3.9 %, Alemania 5 %, Italia 4.7 %, Turquía 3.4 %.(cifras Consejo de Europa Septiembre 2004).
(CERVELLÓ DONDERIS, Vicenta. Las prisiones de mujeres desde una perspectiva de género. Revista
General de Derecho Penal, Iustel, nº 5, 2006).
coloquial nos permitimos hoy de calificar de “supermujer”: trabajadora, ama de casa,
cariñosa e informada madre, seductora esposa, deportista (Villa 2013, 33).
En este sentido, lo que denota estos indicies es que la mujer es menos infractora,
pero ser menos infractora, en este caso, significa vivir menos (Villa 2013, 32). Eso
porque la mujer no es libre fuera de la cárcel. Al contrario del hombre75, su control no
es garantido solo por las normas legales, y hay muchas otras normas sociales que
necesitan romper, hasta cometer un crimen. Los esquemas dicotómicos que se expresan
a través de la pasividad, conformidad y dependencia femenina contrastan con los de
agresividad, independencia y autoafirmación para el varón, lo que implica más libertad
que restricciones para ello y, en definitiva, más ausencia de control.
Las normas sociales son reflejo de una relación social de dominación y la
división entre los sexos que parece estar “en la orden de las cosas”, como se dice por las
veces para hablar de lo que es normal, al punto de de ser inevitable (Bourdieu 2012, 72).
La verdad das relaciones estructurales de dominación se dejan realmente percibir
a partir del momento en que se observa, por ejemplo, que las mujeres que atingieran los
más altos cargos (jefe, directora) deben “pagar”, de cierto modo, por este suceso
profesional con un menor “suceso” en la orden domestica (divorcio, dificultad con los
hijos, etc.) y en la economía de bienes simbólicos; o, al revés, que lo suceso en la
empresa doméstica tiene muchas veces por contrapartida una renuncia parcial o total a
lo mayor suceso profesional (Bourdieu 2012, 127).
Y para garantizar esta dominación, están los controles ejercidos por las familias,
escuelas e sociedad. Aunque más débil que en el pasado, todavía se amordaza a la
mujer, limitando su rebeldía y socializándola, por tanto, en la sumisión más que al
hombre (Villa 2013, 41). Estos controles informales los ejercen la familia, la escuela, el
trabajo, el área médica, de forma tan eficaz que muy pocas mujeres llegan a las
instancias de control formal integradas por las instancias policial, judicial, penitenciaría
o clínica (psiquiátrico) (Serrano Tárraga y Vázquez González 2006, 172).
En este sentido, el sistema de justicia criminal funciona como un mecanismo
público adjunto al control informal dirigido a la mujer, que refuerza el control patriarcal
(la estructura y el simbolismo de género), pues criminaliza las mujeres en situaciones
especificas y, soberanamente, recondúcela al lugar de víctima, manteniendo en su lugar
pasivo (Andrade 2012, 132).

75
Hay una especial preocupación con la defensa de la sociedad y la familia, se
tratando, el derecho penal, un control que se verifica como más una cara del control
ejercido sobre las mujeres, una instancia donde se reproducen y intensifican sus
condiciones de opresión a través de un estándar de normalidad (Espinoza 2002, 41).
Además, romper con más de un control, hasta llegar a delinquir, significa sufrir
más de una pena. Las mujeres condenadas, no son apenas juzgadas legalmente, sino que
sufren una doble reprimenda. La lógica penal lleva a creer que su papel es
inherentemente maternal, ella no cometió apenas un delito, pero un “pecado”, que
legitima su condenación por parte del Estado y de sus familiares, una multiplicidad de
penas que supone un deber único con la familia76.Así, la problemática que se presenta
con la mujer como sujeto activo y no como objeto del Derecho Penal es que ella va ser
entendida como duplamente transgresora, y, logo, duplamente punida por el sistema
penal. Sobre ella actúa una sobrecarga de punición con la sanción penal y la
reafirmación de sus papeles históricamente atribuidos, con los espacios culturalmente
negados77.

Lo que se queda claro, por tanto, es que para la mujeres estar fuera del cárcel no
significa libertad. Son controladas y juzgadas, sin la necesidad de cometer un crimen
legalmente establecido. Las redes de control que actúan sobre la mujer son las
responsables por los bajos índices de crímenes cometidos por ellas. Es decir, no tienen
las mismas condiciones de optar por delinquir que tienen los hombres, porque están
cotidianamente siendo observadas para que cumplan con los deberes de madre, esposa y
mujer.
Esto control social ejercido sobre ellas es internalizado, haciendo con que tengan
un comportamiento considerado apropiado para su género, se alejando de la
delincuencia por un temor a las reacciones de los otros que tendrán efectos más graves

76
Confirmando esa aseveración debemos percibir que la mayoría de las prisiones femeninas fue instalada
en conventos, con la finalidad de inducir las mujeres “desviadas” a adherir a los valores de sumisión y
pasividad. En la actualidad, esta situación no tiene cambiado, y la necesidad de control de la mujer
subsiste, de manera acentuada en lo carácter rehabilitador del tratamiento, que busca restablecer la mujer
en su papel social de madre, esposa y guarda del lar (Espinoza,2002: 48).
77
Traducción libre de Jackson da Silva Leal, A MULHER E O SISTEMA PENAL: DE VITIMA À
INFRATORA E A MANUTENÇÃO DA CONDIÇÃO DE SUBALTERNIDADE “Assim, a
problemática que se apresenta com a mulher enquanto sujeito ativo, na condição de autora e definida
como criminosa pelo sistema penal, entendida como duplamente transgressora; e, portanto, duplamente
punida pelo sistema penal. Sobre ela recai uma sobrecarga de punição com a sanção penal, e a
reafirmação dos papéis a ela historicamente atribuídos, e os espaços culturalmente negados.”
para su auto estima o su concepto de sí mismas, pudiendo llegar a la depresión (Heimer,
1996: 42).
De otra forma, se puede decir – utilizando de las teorías ya estudiadas en el
presente trabajo- que la etiqueta criminal (labelling approach) y la reacción social para
sus actitudes desviadas es demasiado pesada para ellas.
Además, cuando logra romper con todas las amarras sociales y efectivamente
comete un delito, su condena es muy superior que a de un igual delito cometido por un
hombre. Eso porque va sufrir con los rótulos de fracaso en su papel de mujer. Así
mismo, es necesario un breve examen de los delitos que cometen las pocas mujeres
delincuentes.
Tratar la mujer como incapaz de cometer delitos, y siempre como víctima
demuestra un carácter paternalista del Derecho penal y patentiza una debilidad hacia la
mujer
EL facto es que el delito practicado por las mujeres presenta un grado mayor de
violación de sentimientos colectivos, pues no viola solamente aquellos valores sociales
comunes, más también las determinaciones sociales colectivas que establecen los
papeles de la mujer y del hombre en la sociedad.
Los aparatos de justicia criminal no hacen sino reproducir las relaciones de
género y de poder existentes en lo social (clase, raza y género), contribuyendo a reforzar
los controles informales que operan sobre las mujeres a través de un trato más severo
hacia las que no se conforman con ellos. (Maqueda Abreu, 2014: 119).

2.3.1 Socialización de la mujer (los controles formales e informales).

Dependiente de las clases sociales de procedencia, los procesos son diferentes,


pero consiguen un único destino; se le transmite el rol de ama de casa y el de madre.
Hay autores que anotan que a las chicas, educadas en familias de trabajadores, se
transmite un rol más tradicional que en familias de clase media. Estas chicas son las
más discriminadas en el tema de sus posibilidades de formación. La doble carga de
trabajo corresponde, mayoritariamente, a las mujeres de esta clase trabajadora.
Las estrategias respecto a los hijos son completamente diferentes. En la niñez
juegan con juguetes técnicos, las chicas con muñecas para ejercer de “madre”. Esta
educación discriminatoria está apoyada en los medios de comunicación social, en la
literatura, la radio y la televisión. La mayoría de estos medios transmiten la posición
pasiva e inferior de las chicas; los chicos, al contrario, son presentados como
dominantes, activos y en roles importantes e interesantes (Stenglein, 2013: 68).
En los procesos de socialización familiar se puede observar que la actividad,
agresividad e independencia de las chicas se suprime, mientras que en el caso de los
chicos se fomentan estas actitudes. La educación de los niños se orienta hacia una
formación escolar y profesional, en el caso de las niñas es suficiente, que sean amables
y educadas, muchas veces con la previsión para que puedan encontrar un marido.
Dependiendo de la situación económica y social se educan a las chichas de diferentes
formas (Stenglein, 2013).

A partir de su nacimiento, las chichas están sometidas a un control mayor por


parte de los padres que los chicos. Sus espacios de actuación quedan recortados.
También, como adultas las mujeres son más controladas que los hombres. Muchas
veces pasan del control de la familia al control del marido.
Así, se debe reconocer, en efecto, el valor decisivo de la familia como lugar de
gestación de los roles de conformidad femenina. Ella consituye “el más privado de los
universos” donde se sitúa el origen del poder patriarcal y el control de la transmisión
cultural de los valores androcéntricos que son referencias para los patrones tradicionales
de masculino y femenino (Maqueda Abreu, 2014:49).
Esta socialización en un binarismo de género, de relación constante entre
naturaleza y cultura, lo que, conforme explica Butler (2014), fomenta una relación
jerárquica:
“No obstante, la consideración misma de sexo-como-materia, sexo-como-
instrumento-de-significación-cultural, es una formación discursiva que opera
como una base naturalizada para la diferenciación entre naturaleza/cultura y
las estrategias de dominación que es distinción sostiene. La relación binaria
entre cultura y naturaleza fomenta una relación jerárquica en la que la
primera libremente “exige” un significado a la segunda y, por ese motivo, la
convierte en un “otro” que se adecua a sus propios usos ilimitados,
protegiendo la idealidad del significante y la estructura de significación sobre
el modelo de dominación”(Butler, 2014:104)

El rol de la mujer como ama de casa y madre reduce las posibilidades para
poder cometer delitos fuera de la familia. El espacio libre de la mujer está muy reducido
por normas, costumbres, moral y tradición. La actividad profesional, solamente,
complementa el rol de ama de casa y madre, por tanto, el tiempo libre está muy limitado
y a la mujer no se presentan ocasiones para la comisión de delitos. Esta forma de
comportamiento, aprendida por parte de las niñas, no es compatible con las formas de la
criminalidad.
A eso respecto, refiere Maqueda Abreu (2014):
“Mediante la fuerza coercitiva de la socialización, la familia nuclear ha
asumido históricamente la tarea de afianzar y reproducir ese modelo
patriarcal llamado a garantizar la pervivencia de un orden social marcado por
los principios de jerarquización, desigualdad y discriminación femenina. A
partir de él, se crearon las definiciones de moralidad apropiada para su
conservación y perpetración, el honor familiar, la honestidad de la mujer, el
amor coyugal y maternal, y sus contrarias: la infidelidad, la promiscuidad, la
indecencia o la falta de respecto al esposo o del cuidado sobre los hijos, que
ha constituido los signos primarios de la desviación y la delincuencia
femenina. ( Maqueda Abreu, 2014:50)”

Quizás, lo más importante en el sentido de más autocontrol de las mujeres y su


incompatibilidad con la criminalidad, es su socialización en la ética de cuidado. Es decir
la educación femenina es direccionada para el cuidado de los otros, para el apego, la
empatía, compromiso y responsabilidad ante las necesidades dos otros, lo que lleva una
explicación alternativa sobre la madurez de a conciencia moral, que es un trabajo muy
difundido por Carol Gilligan.
De eso modo, el control penal no opera de manera aislada , sino en conjunto con
estos controles informales que contribuyen para el mantenimiento de las estructuras
tradicionales y estereotipos de conformidad de las mujeres78.

2.3.2 ¿Ha sido efectivamente emancipada?

Mujer como sujeto de derechos, y no como objeto (víctima) del Derecho Penal.
Tratar la mujer como incapaz de cometer delitos, y siempre como víctima
demuestra un carácter paternalista del Derecho penal y patentiza una debilidad hacia la
mujer.
Es fácilmente comprensible que el argumento principal en contra de esta
teoría es que, hasta hoy en día, no ha tenido lugar un cambio profundo del rol
de la mujer. Ha aumentado el número de las mujeres trabajadoras, pero, en
verdad, es sólo como una extensión del rol social tradicional. Todavía, el
matrimonio y la familia significan el éxito de la mujer, la posición social y la
reputación111. Un cambio de la cuota de criminalidad femenina tiene lugar en
cuanto el comportamiento femenino en la sociedad se adapta o iguala al
masculino112.

Parece que el origen del comportamiento criminal de las mujeres está basado en la
socialización, y en las posiciones sociales desiguales de las mujeres y de los hombres. Pero,
cuanto más se igualan las posiciones sociales, menor va a ser la diferencia entre la carga de

78
A eso respecto, véase Maqueda Abreu, 2014, pág. 120.
criminalidad femenina y masculina. La emancipación conllevaría una disminución del control
social y posibilitaría a las mujeres el acceso a las técnicas criminales.

Se les asigna siempre la posición de víctimas, les reconocen con dificultad los
esfuerzos que realizan por solucionar sus problemas y se niega a admitir la posibilidad
de optar por vías transgresoras delante de problemas difíciles, significa catalogar
nuestras hermanas de incapaces (Juliano, 2011:16).
La mujer retratada siempre como víctima, desvalida y débil es más fácilmente
asociada como incapaz de adoptar sus propias decisiones libres, y, por tanto, no
responsable por sus actos (Maqueda Abreu, 2014: 85).
¿Se puede considerar efectivamente emancipada si se duda de su agencia o de su
responsabilidad? A ese respecto, plantea Mestre (2006):
“se posibilita la acción y el reconocimiento y se responsabiliza a las personas
de sus acciones en tanto que seres capaces de tomar decisiones, seres a tener
en cuenta cuando se regulan las cuestiones que les afectan” (Mestre 2006:
186)
La ausencia de crítica del sistema criminal tradicional y el determinismo que el
delito viene siendo abordado es aceptar la socialización femenina sin admitir a las
mujeres la capacidad para oponerse al control de género.

2.4 La necesidad de una criminología con pe rspectiva de género

Un rápido escaneo en la sección de criminología en librarías ya deja claro que el


estudio de la mujer y del feminismo es prácticamente inexistente79. Eso ejercicio va
confirmar que la criminología continua una disciplina dominada por el hombre.
Las mujeres tradicionalmente representan una proporción menor de lo total de
infractores, y como consecuencia una pequeña atención es direccionada para ellas en la
criminología. Hasta unos años atrás, mismo cuando eran reconocidas, las mujeres
delincuentes eran identificadas conforme estereotipos basados en sus supuestos
biológicos y fisiológicos naturales80.

79
A ese respecto, véase NAFFINE, Nagaire. Feminism and Criminology. Temple University
Press, Philadelphia, 1996.
80
Paper 12. GENDER AND CRIME- FRANCES HEIDENSOHN and MARISA SILVESTRI
In The Oxford Handbook of Criminology - fifth edition
Edited by Mike Maguire, Rod Morgan, and Robert Reiner
"Woman account for a very small proportion of all know offenders, and as a consequence relatively little
attention has veen given to them (…)Even when woman were recongnized, they were depicted in therms
of stereotypes based on their supposd biological and phychological natures."
Las mujeres fueran históricamente ignoradas y marginalizadas tanto en su
delincuencia como en su conformidad. El crimen es algo que el hombre hace, no la
mujer, entonces la negación de la cuestión de género – y la exclusión de las feministas
que deseen pensar diferente- me parece poco fructífero.
El silencio al respecto de la presencia de la mujer en la criminología,
principalmente como autora de delitos, tiene mucha relación con la división sexual de
los papeles, que reserva un espacio político limitado para actuación femenina.
La ciencia que nasce como neutral, no es todavía desinteresada. Es creada y
desarrollada con una perspectiva patriarcal muy clara. Así, esta criminología creada por
hombres y para hombres puede ser aplicada para las mujeres?
Lombroso (1927), en su libro La donna delinquente, la prostituta e la donna
normale” afirma estar haciendo una “ciencia neutral”, ciego, apoyado solamente en la
lógica y silogismos81
La historia de la mujer como protagonista de acciones es escasa y cargada de
prejuicios, lo que hace más difícil su estudio. Para hacer un análisis, es necesario tener
en cuenta los padrones establecidos culturalmente en cada época, con toda la carga
sexista y patriarcal. El itinerario de la mujer, en un ambiente eminentemente masculino
como el criminal, necesita ser revelado para que pueda salir de la invisibilidad, y tener
el tratamiento más honesto, disminuyendo los estereotipos y auxiliando en la
comprensión de la igualdad de género.
La simple formula de añadir a las mujeres a las teorías pensadas para los
hombres resulta inadecuada para dar cuenta de su criminalidad porque están
contaminadas en sus bases por el sexismo.

Así como muchos estudios médicos, por ejemplo, fueran adquiridos por
análisis del cuerpo humano masculino, con los tratamientos médicos que siguieron
considerados como igualmente adecuados para los hombres y para las mujeres, el
82
estudio de una criminología basado en el conocimiento exclusivamente del varón y
aplicado a las mujeres tiene sus inconvenientes. Eso porque, además de las diferencias
biológicas, todavía ha mucha diferencia de socialización entre los géneros masculinos y

81
Fra le molte, nuove ricerche dell´antropologia criminale, quelle sulla donna delinquente e prostituta più
di qualunque altra riconfermano il vantaggio della cieca osservanza dei fatti, l`unico segreto dei nostri
trionfi sugli avversari aprioristici, che ci opponevano solo la logica ed i sillogismi" (La donna
Delinquente, la prostitua e la donna normale C.Lombroso e G. Ferrero Quinta Edizione 1927)
82
Vease a eso respecto, SCOTT, J. W., “How did the male become the normative Standard for clinical
drug trials?”, Food and Drug Law Journal, 1993.
femeninos, por lo cual no se puede aplicar los estudios hechos para el hombre a las
mujeres.

Es necesario “desnaturalizar” el rol asignado a las mujeres y redefinir su


relación con la delincuencia, desafiar las viejas estructuras y la preciada sabiduría de sus
disciplinas para dar a las mujeres un papel central, no invisible, ni periférico ni marginal
en la investigación científica (Maqueda Abreu, 2014: 18).

El mismo ideal es tratado en el libro de Maqueda Abreu (2014), cuando resalta


el trabajo de la criminóloga Loraine Gelsthorpe(1990):

“Gelsthorpe analiza también esta cuestión aportando algunas claves


importantes para definir una investigación como feminista. Entre ellas, la
elección de un tema que se espera que contribuya a hacer visibles a las
mujeres y poner fin a su opresión, es decir, temas que tengan importancia
tanto política como práctica; una metodología interactiva que busque
alcanzar un conocimiento no meramente especulativo o abstracto sino
fundado en experiencia vivida (anti-positivista) y una teoría sin pretensiones
de objetividad, que busque hacer explicitos los valores propios dentro de una
“parcialidad conciente”. Para la autora, ese desafio a la supremacía de los
métodos y aproximaciones convencionales es lo que permite distinguir una
“buena” investigación de una investigación feminista”. (Maqueda Abreu,
2014: 18).

CONCLUSION

Desde Cesare Lombroso y Guglielmo Ferrero hasta Pollak, desde 1892 hasta 1961, los autores
masculinos buscaron las causas en la inmovilidad y pasividad determinada por la fisiología. Las
mujeres que son criminales, son mujeres que quieren ser activas, eso significa que quieren ser
hombres. El prototipo es la prostituta.

Em realidade, vimos que o sistema penal atuou


no sentido de manutenção da ordem e, com isso, do papel da mulher como ser dócil, mãe e
figura auxiliar ao
homem. Estudar a história da criminologia e da mulher nos dá indícios das razões da herança
preconceituosa que persiste socialmente em relação à mulher e ao seu comportamento

Las mujeres están sujetas a mecanismos de doble opresión por el capitalismo y el patriarcado,
mientras que los hombres sólo sufren por la opresión capitalista.
Los comportamientos, diferenciándolos según los géneros, cumplen la función de mantener el
determinado estatus, más concreto, sustentar el reparto desigual de bienes y la jerarquía de los
géneros.
Las causas más coherentes para explicar la menor delincuencia femenina son las diferentes
condiciones de socialización; las anuncia Sutherland como el séptimo y octavo principio. El
control social intensivo hacia las mujeres y chicas es la razón que ellas delinquen menos que
los hombres. A ellas es muy difícil, aprender las definiciones criminales. Además, las
diferencias de comportamiento son productos de las diversas expectativas hacia su
comportamiento y, por tanto, eso influye en el proceso de aprendizaje.
Así, por esa línea de pensamiento, utilizando la socialización, según el género y el rol
femenino, se explica la menor delincuencia y la menor violencia femenina, a través de u.
Representantes de la teoría suponen que se educa a las chicas a una inferior agresividad y
mayor pasividad. A diferencia con los chicos, no se permite a las chicas un comportamiento
agresivo. Las mujeres tienen que aprender a expresar sus agresiones en palabras y no en
hechos176. Por tanto, las mujeres no cometen delitos violentos porque han aprendido,
durante su proceso de socialización, que, según su rol, no se les acepta un comportamiento
violento o agresivo. Sob esa perspectiva, la mujer delincuente rompe con su rol y con su
socialización. Romper con su rol para alcanzar el delito

Lo resultado a ser atingido con la pesquisa es concluir que la abordaje histórica


trae la condición de anormal para la mujer delincuente, siendo que el único estereotipo
acepto para la mujer normal es aquello que coincide con los papeles de madre y esposa.
Con los estudios críticos y de base sociológicas, demonstrar que la socialización de la
mujer la hace menos delincuente. Todos los controles informales la alejan del control
penal del Estado.
Teniendo en cuenta que el factor de la menor criminalización de la mujer
desviada es el mayor control en las instituciones previas a la cárcel, se puede decir que
no hay ventajas reales para la mujer. Además, el factor de no ser históricamente
considerada competente y capaz para el cometimiento el delito trae mucho perjuicio
para su efectiva emancipación.

- Con todo eso, lo que se espera es poder justificar con la ricerca una necesidad de
los estudios Della Devianza e Mutamento Sociale con una perspectiva de
género.

*no quiero privilegios, más si igualdad.

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