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EL SOCIALISMO

Concepto
Es una doctrina sociopolítica y económica basada en la propiedad y la
administración colectiva de los medios de producción con el fin de alcanzar una
distribución más equitativa de la riqueza.
Uno de los principales pilares del socialismo es alcanzar una sociedad justa, por
ello, tiene entre sus planteamientos la necesidad de que sea la injerencia
colectiva o estatal la que tenga la administración de los medios de producción
para regularlos y centralizar el poder económico.
De esa manera el socialismo se plantea reducir tanto la propiedad privada como
la distinción de las clases sociales. De allí que, el concepto original de socialismo
se opone al de capitalismo, sistema económico basado en el libre mercado y de
la propiedad privada de los medios de producción.
El socialismo es un término que se ha utilizado mucho a lo largo del siglo XX e
incluso en la actualidad. Sin embargo, es un término que ya había sido utilizado
por el mismo Platón y fue retomado nuevamente a mediados del siglo XIX.
Este mismo concepto se utiliza para nombrar al pensamiento político y filosófico
que desarrolló Karl Marx y al grupo o movimiento que pretende instaurar este
tipo de sistema.
Por ejemplo: “Cuando estudiaba en la universidad, era un firme defensor del
socialismo”, “Muchos creen que Cuba debería abandonar el socialismo para
crecer”, “El socialismo podría obtener tres nuevas bancas en las próximas
elecciones”.

Origen de la palabra Socialismo


Al parecer la palabra socialismo fue empleada por primera vez por el
monje Ferdinando Facchinei en 1766 para referirse a la doctrina de los que
defendían el contrato social como el fundamento de la organización de las
sociedades humanas. Veinte años más tarde, otro autor italiano, Appiano
Buonafede, volvió a utilizarla. Sin embargo, la palabra socialismo, en el sentido
moderno del término, no aparece hasta 1830 en Gran Bretaña y en Francia, casi
simultáneamente, para designar las ideas de los seguidores de Robert Owen y
de Henri de Saint-Simon.
El primer uso preciso del neologismo se suele atribuir
al sansimoniano francés Pierre Leroux quien en el número de octubre-diciembre
de 1833 de la Revue encyclopédique publicó un artículo titulado Del
individualismo y del socialismo, aunque en él criticaba ambas doctrinas por
considerarlas el resultado de la exageración de la idea de libertad, la primera, y
de la idea de asociación, la segunda. Sin embargo, en una nota añadida a la
reimpresión del artículo años más tarde escribió.
Entre agosto de 1836 y abril 1838 Louis Reybaud publicaba en la Revue des
deux mondes tres estudios bajo el título de Socialistas modernos dedicados a
Saint-Simon, a Charles Fourier y a Robert Owen, y en los que confirmaba que el
término socialismo, en su sentido moderno, había surgido hacia 1830.
Como ha destacado Jean-Paul Thomas, toda «palabra nueva, responde a
realidades nuevas. Las doctrinas sociales no surgen casualmente a principios
del siglo XIX. Tienen como origen inmediato la revolución industrial y la miseria
que le acompaña… Contraponen a la búsqueda egoísta del provecho la visión
de una comunidad de productores ligados unos a otros por una solidaridad
fraternal.
Según este autor las raíces del socialismo hay que buscarlas en las propuestas
igualitarias de los grupos «radicales» de la Revolución Francesa, como la
del enragé Jacques Roux que escribió en 1793, denunciando los
acaparamientos de los bienes de subsistencia: «los productos de la tierra, como
los elementos, pertenecen a todos los hombres. El comercio y el derecho de
propiedad no pueden consistir en hacer morir de miseria y de inacción a nuestros
semejantes.

Socialismo y comunismo
Unos diez años después de la aparición de los términos socialismo y socialista
surgieron en Francia las palabras comunismo y comunista y su uso se difundió
rápidamente. Étienne Cabet y el neobabuvista Jean-Jacques Pillot las
emplearon de inmediato y el adjetivo comunista fue usado para referirse a un
banquete organizado por Pillot celebrado el 1 de julio de 1840 en las afueras de
París en el que participaron más de mil comensales, en su mayoría obreros, y
en el que se defendió la necesidad de aplicar reformas que no fueran
meramente políticas para alcanzar una «igualdad real.
En junio de 1843 el poeta alemán Heinrich Heine, quien desde hacía más de
diez años vivía en París, advirtió de su crecimiento: Los comunistas son en
Francia el único partido que merece atención
Según Jean Bruhat, en la década de 1840 «comunista» y «socialista» no eran
términos completamente equivalentes ya que los comunistas se distinguían por
unas ideas que en ellos estaban más claramente afirmadas que en los
socialistas, como la realidad de la lucha de clases de la que se derivaba la
necesidad de la revolución la conquista del Estado para alcanzar la nueva
sociedad, pues para cambiar al hombre había que cambiar el régimen
económico y social en el que vivía, como lo advirtió el neobabuvista Théodore
Dézamy cuando criticaba a los que creían que para modelar al hombre a su
gusto bastaría proponérselo de un modo testarudo y enérgico.
Estas diferencias fueron las que motivaron que Karl Marx y Friedrich
Engels adoptaran el término «comunista» y no el de socialista para llamar a
la Liga que fundaron en 1847 y al manifiesto del mismo hecho público al año
siguiente.
Engels explicó en 1890 que en aquellos años «la parte de los obreros que,
convencida de la insuficiencia de las revoluciones meramente políticas, exigía
una transformación radical de la sociedad, se llamaba entonces comunista»
mientras que la mayoría de los que se hacían llamar socialistas se hallaban
fuera del movimiento obrero y buscaban apoyo más bien en las clases
"instruidas", y como nosotros ya en aquel tiempo sosteníamos muy
decididamente el criterio de que "la emancipación de la clase obrera debe ser
obra de la clase obrera misma", no pudimos vacilar un instante sobre cuál de
las dos denominaciones procedía elegir.

IDEOLOGIAS DEL SISTEMA SOCIALISMO

Claude- Henri de Rouvroy:


Representó un prototipo del espíritu ilustrado creativo y visionario. Puede
considerarse como el primer teórico de la sociedad industrial, lo que hizo que
algunos le atribuyeran el título de fundador del socialismo francés, incluso de
iniciador del socialismo. Escribió una obra voluminosa, centrada en la economía.
Es el autor más influyente
sobre los primeros socialistas,
así como también pesó en los
románticos, en la sociología de
Auguste Comte, en John Stuart
Mill e incluso en Luis
Napoleón. También su eco
llegará hasta Marx, pues este
compartirá el optimismo
científico y la fe en la
tecnología.
Saint-Simon era
un intelectual plenamente
inmerso en el ambiente de su
época, que vivió intensamente.
Ya desde joven tenía consciencia de que llegaría a realizar grandes tareas en
ayuda de la humanidad. Así desde los quince años ordenó a sus ayudantes de
cámara, que lo despertaran diciéndole: «Levántese, señor conde, tiene usted
grandes cosas que hacer.
Engels llegó a decir que fue, junto con Hegel, la mente más enciclopédica de su
época y que casi todas las ideas del socialismo posterior estaban contenidas en
su obra. También el positivismo está en sus escritos, pero, aunque la necesidad
del estudio científico de la sociedad, de la política y de la moral, fue proclamada
a todos los vientos por Saint-Simon, sus propios escritos estuvieron totalmente
alejados de la búsqueda científica tal y como ahora la entendemos.
Industrialista utópico, vivió en la riqueza y en la más absoluta de las pobrezas.
En su opinión, los industriales, frente a los juristas y metafísicos deberán ser los
encargados de terminar realmente la Revolución francesa, garantizando así la
prosperidad de la agricultura, comercio e industria, en definitiva, de
toda Francia.
En cuanto al positivismo, todavía embrionario en aquella época, atraía a quienes
respetaban el método científico y buscaban una manera de promover el cambio
social dentro del orden. Esto evitaría conflictos y la movilización de aliados
incontrolables, reduciendo al mismo tiempo el contragolpe restaura sionista.
Ferdinand Lassalie:
Durante su participación en la revolución alemana de 1848-1849, por la que fue
encarcelado, entabló amistad con Karl Marx, y Federico Engels con quienes
mantuvo una relación epistolar. Cuando Karl Marx se exilió en Londres le visitó,
en 1862. A partir de 1860 colaboró con el movimiento obrero y los sindicatos y
fue uno de los fundadores de
la Asociación General de
Trabajadores de
Alemania (ADAV, en sus siglas en
alemán) en 1863. Murió al año
siguiente como consecuencia de
las heridas recibidas durante
un duelo con el pretendiente de
una mujer que amaba.
En 1875, durante el congreso
de Gotha, la ADAV se unió con
los marxistas agrupados en
el Partido Socialdemócrata
Obrero de Alemania para formar el
Partido Obrero Socialista de
Alemania, que luego pasó a
llamarse Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD).
Lassalle pensaba que la humanidad estaba regida por oportunidades fuera de
control del individuo, por lo que se hacía necesario que el estado tomase a su
cargo la producción y distribución a favor del bienestar social y para lograr que
los trabajadores se beneficiaran del aumento de la productividad, no
más laissez-faire, es necesaria la intervención del estado a fin de proteger al
débil del fuerte, pregonaba.
En el terreno de la acción inmediata, los esfuerzos de Lassalle se concentraron
en dos metas, la conquista del sufragio universal y la creación de asociaciones
de producción, subvencionadas por el estado; en política, apoyó además la idea
prusiana de unificación "por arriba" de Alemania; defendiendo a su vez
a Bismarck como el artífice para esa unión. Esta toma de posición, que relató en
"La guerra italiana y la misión de Prusia" (1859), lo enfrentó directamente a Marx,
que apoyaba a los trabajadores contra el Estado prusiano.
Karl Heinrich Marx:
En su vasta e influyente obra abarca diferentes campos del pensamiento en
la filosofía, la historia, la ciencia política, la sociología y la economía; aunque no
limitó su trabajo solamente a la investigación, pues además incursionó en la
práctica del periodismo y la política, proponiendo siempre en su pensamiento
una unión entre teoría y práctica. Junto a Friedrich Engels, es el padre
del socialismo científico, del comunismo moderno, del marxismo y
del materialismo histórico. Sus escritos más conocidos son el Manifiesto del
Partido Comunista (en coautoría con Engels), El Capital y El dieciocho Brumario
de Luis Bonaparte.
Marx es normalmente citado, junto
a Émile Durkheim y a Max Weber,
como uno de los tres principales
arquitectos de la ciencia
social moderna, y ha sido descrito
como una de las figuras más
influyentes en la historia de la
humanidad, en 1999 una encuesta
de la BBC fue votado como el
"mayor pensador del Milenio" por
personas de todo el mundo.
Las teorías de Marx sobre la
sociedad, la economía y la política,
que se conocen colectivamente
como el marxismo, sostienen que todas las sociedades avanzan a través de
la dialéctica de la lucha de clases.
Fue muy crítico de la forma socioeconómica vigente de la sociedad,
el capitalismo, al que llamó la "dictadura de la burguesía", afirmando que se
llevaba a cabo por las acaudaladas clases dueñas de los medios de producción
para su propio beneficio. Teorizó que, como en los anteriores sistemas
socioeconómicos, inevitablemente se producirían tensiones internas, producidas
por las leyes dialécticas, que lo llevarían a su reemplazo por un nuevo sistema a
cargo de una nueva clase social, el proletariado.
Sostuvo que la sociedad bajo el socialismo sería regida por la clase obrera en lo
que llamó la "dictadura del proletariado", "Estado obrero" o "democracia obrera".
Creía que el socialismo sería, a su vez, finalmente reemplazado por
una sociedad sin Estado y sin clases llamada comunismo.
Junto con la creencia en la inevitabilidad del socialismo y del comunismo, Marx
luchó activamente por la aplicación del primero (el socialismo), argumentando
que los teóricos sociales y las personas desfavorecidas debían realizar una
acción revolucionaria organizada para derrocar el capitalismo y lograr un cambio
socioeconómico.
Aunque Marx se mantuvo como una figura relativamente desconocida durante
su vida, sus ideas y la ideología del marxismo comenzaron a ejercer una gran
influencia sobre los movimientos socialistas poco después de su
muerte. Lenin fue el primer teórico-práctico que intentó desarrollar el
pensamiento de Marx en la práctica.
Socialismo utópico
Louis Auguste Blanqui, acuñó el término de «socialismo utópico» en 1839 para
referirse a los primeros socialistas, por oposición al «socialismo científico»
creado por "Friedrich Engels" y por "Marx".
De esta forma pretendía destacar que las propuestas de aquéllos eran puras
formulaciones «idealistas» —irrealizables, utópicas— ya que no se basaban en
el análisis «científico» de la sociedad capitalista y de sus fundamentos
económicos y no tenían en cuenta la realidad de la lucha de clases.
Sin embargo, hoy en día se cuestiona que todos los protosocialistas se puedan
calificar como verdaderos utopistas porque muchos de ellos partieron del
análisis de la sociedad industrial y capitalista, por lo que se propone que el
término se restrinja a aquellos que «se propusieron construir comunidades
comunistas en el propio ámbito de una sociedad capitalista cuyos fundamentos
permanecían inmutables».
Pero incluso en este caso, como ocurre con Fourier, Owen o Cabet, se constata
que muchas de sus ideas fueron plenamente realistas y que a diferencia de
los utopistas antiguos no se quedaron en el plano de la mera especulación
filosófica sino que intentaron llevar a la práctica sus ideas convirtiéndolas así en
un proyecto político —«la verdad de mañana», como definió Víctor Hugo a la
utopía— capaz de movilizar a determinados sectores de la sociedad. 2
Aunque las propuestas de los primeros socialistas no forman un cuerpo
homogéneo ya que existen notables diferencias entre ellas, presentan algunas
características comunes. Todos ellos critican la nueva sociedad
capitalista resultado de la revolución industrial en la que los trabajadores quedan
a merced del «frío» cálculo económico de los dueños de los talleres y de las
fábricas, y todos entienden la propiedad privada no como un derecho
natural sino como un fenómeno puramente histórico. Así el principal problema
que abordan es cómo alcanzar la igualdad que vaya más allá de la
mera igualdad legal, lo que les lleva a rechazar la exaltación de la libertad
abstracta que propugnaba el liberalismo —que, como dijo el socialista
francés Philippe Buchez, sólo enseña «al hombre a ser egoísta, a convertirse en
su propio Dios, su propia fe, su propia gloria, su propia razón y su propia
fuerza»—. De ahí la importancia que conceden a la educación como medio para
que arraiguen los valores que hagan posible la sociedad igualitaria y «armónica»
que proyectan. Por otro lado, también comparten la idea de un
cierto internacionalismo social-proletario que al superar las rivalidades de los
nacientes estados-nación dé paso a una era de paz y de libre convivencia entre
los pueblos. Un último rasgo, aunque no compartido absolutamente por todos,
fue el optimismo, su confianza en el progreso y en la posibilidad del cambio
social que pusiera fin a la explotación y a la opresión para conseguir la
regeneración moral de la humanidad.
ANTECEDENTES:
Hasta el siglo XIX, el utopismo estuvo confinado a elucubraciones filosóficas o
literarias. Se puede comenzar en la concepción del paraíso perdido, en
la Biblia cristiana, hasta la Edad de Oro en la mitología griega y romana. Pero a
menudo se señala a La República, de Platón, como el primer planteamiento
literario-filosófico de una comunidad ideal. En Asia, algunos aseguran que el
primer revolucionario socialista de la historia fue el iraní Mazdak (m. 524),
fundador de una corriente específica de mazdeísmo.
Ya hacia el Renacimiento, Tomás Moro escribe su famosa novela Utopía (1516),
que inventa el término que nombrará a esta corriente del socialismo
(U=sin/topos=lugar). Otras utopías literarias son La ciudad del sol (1602),
de Tommaso Campanella; Código de la naturaleza (1755),
de Morelly; Foción (1763), de Gabriel Bonnot de Mably.
Cuando el momento de auge del socialismo utópico había sido superado, volvió
a frecuentarse el género de la utopía literaria. Se pueden citar Looking
backward (1884), de Edward Bellamy, conocida en castellano como El año
2000; News from nowhere o Noticias de ninguna parte (1890), de William
Morris; La ciudad anarquista americana (1914), de Pierre Quiroule; Buenos
Aires en 1950 bajo el régimen socialista (1908), de Julio Dittrich, entre otros.

Representantes principales

Saint-Simon y sus seguidores

En rigor, Saint-Simon no desarrolló una idea de mundo perfecto en el futuro, sino


que sometió a la sociedad surgida de la revolución francesa a una crítica radical.
En ese marco, entendía que todo lo que hicieran los gobiernos debía tender a
mejorar la situación moral y material de los que trabajaban, y terminar con los
dos flagelos que seguían azotando al mundo: la pobreza y las guerras. Para ello,
debía desplazarse a los sectores improductivos y los productivos debían dirigir
los destinos de la nación, ejerciendo cada vez menos gobierno (entendido como
despotismo) y más administración

En función de esa propuesta, no se oponía a la propiedad privada, pero propuso


suprimir la herencia, de manera que la acumulación que cada uno lograra fuera
producto del propio esfuerzo y no hubiera enormes acumulaciones
generacionales. Por otra parte, la industria (entendida como toda actividad
productiva) debía ser el centro de los esfuerzos de la sociedad, para subvenir a
las necesidades de todos. El Estado debía realizar grandes emprendimientos en
beneficio del conjunto social: ferrocarriles, diques, puentes, canales de
comunicación (fueron los que idearon los canales de Suez y de Panamá), bancos
populares, etc.

En definitiva, su utopía consistía en un capitalismo equitativo, sin anarquía


económica, con una planificación que permitiera superar la pobreza y evitara las
guerras entre naciones. Para Saint-Simon, su propuesta consistía sobre todo en
trasladar a la política los preceptos del cristianismo. Insistió en la necesidad de
la solidaridad social y en la organización racional de la producción
Charles Fourier y el falansterio

Charles Fourier desarrolló durante la década de 1820 su propuesta de crear


establecimientos agrario-industriales que convocaran a unas 1.600 personas,
alojadas en un edificio especialmente diseñado al efecto, que trabajarían las
tierras circundantes y compartirían las ganancias de las ventas. La comunidad
garantizaría los servicios generales y todos trabajarían, incluso los niños, pero el
trabajo no sería penoso sino atractivo. Los miembros del falansterio elegirían las
labores que más les gustaran, ninguna tarea duraría más de dos horas, pero la
jornada laboral sería muy extensa. Fourier era un defensor del «trabajo
atractivo», idea que desarrolló más tarde Pierre-Joseph Proudhon.

En la concepción de Fourier, el falansterio se crearía con inversiones privadas,


a las cuales se les devolvería el dinero prestado sin intereses. A su vez, los
miembros del falansterio cobrarían un salario por las tareas realizadas, pero
éstas no tendrían todas la misma remuneración. Por otra parte, el talento sería
recompensado especialmente. Se armaba de esa forma el triángulo de intereses
que planteaba Fourier: el capital, el talento y el trabajo.

El hecho de compartir las ganancias del producto, sin que un capitalista o un


financista se reservara para sí la mayoría de los ingresos, haría que el conjunto
del falansterio ganara mucho más dinero que cualquier empresario, pues el
prorrateo de las inversiones y el ahorro producido por la socialización de los
servicios individuales (comida, vestimenta, vivienda) acrecentaría enormemente
las ganancias: la verdadera industria atractiva daría cuatro veces más ganancias
que la «falsa industria». De esa forma, según Fourier, un solo falansterio podría
actuar como ejemplo y los capitalistas, paulatinamente, invertirían más en
nuevos falansterios que en emprendimientos particulares. Así, en pocos años, el
mundo entero estaría dominado por la asociación económica.

Fourier desarrolló una clasificación de los períodos de la historia. El siglo XIX era
la «civilización». Cuando proliferaran los falansterios se llegaría al «garantismo».
Pero más allá, cuando los falansterios no compitieran ya con el capital individual,
el mundo llegaría a la «armonía», sociedad ideal donde todos serían libres, tanto
desde el punto de vista económico y legal como cultural y sexual.

Étienne Cabet y los icarianos

Étienne Cabet recibió la influencia de Robert Owen durante su exilio en


Inglaterra. Regresado a Francia, predicó un comunismo pacifista, democrático y
proclive a la construcción de colonias de propiedad común. En la insistencia en
la educación y la moral se nota la influencia de Owen. Su novela utópica Viaje a
Icaria (1842) fue muy bien acogida en su tiempo y popularizó fuera de Francia la
idea de construcción de colonias igualitarias. En 1848, después de una campaña
de reclutamiento de icarianos que abarcó toda Francia y varios países de
Europa, partió a América, donde colaboró en diversos emprendimientos
sucesivos de colonias agrícolas comunitarias, que fracasaron por diversos
motivos.
Socialdemocracia (No debe confundirse con socialismo democrático.)
En sentido amplio se, la socialdemocracia es socialdemocraciaca, social y
económica que busca establecer un socialismo democrático mediante
medidas reformistas y gradualistas1, o bien apoyar las intervenciones
económicas y sociales para promover la justicia social en el marco de
una economía capitalista así como un régimen de política que implica un
compromiso con la democracia representativa, medidas para la redistribución del
ingreso y regulación de la economía en las disposiciones de interés general
y estado de bienestar. La socialdemocracia tiene como objetivo crear las
condiciones para que el capitalismo conduzca a mayores resultados
democráticos, igualitarios y solidarios; y se asocia a menudo con el conjunto de
políticas socioeconómicas que se hicieron prominentes en el norte y el oeste
de Europa -particularmente el modelo nórdico en los países nórdicos- durante la
segunda mitad del siglo XX.

El movimiento socialdemócrata también tiene fuertes conexiones con el


movimiento laboral y los sindicatos y apoya los derechos de negociación
colectiva para los trabajadores, así como medidas para extender la toma de
decisiones democráticas más allá de la política hacia la esfera económica en
forma de codecisión para los empleados y otras partes interesadas económicas.
Se diferencia de otras concepciones del socialismo por la manera que interpreta
el significado e implicaciones de ese término, especialmente en materias
políticas ya que los socialdemócratas se caracterizan por sus
políticas reformistas ligadas a la participación ciudadana, a la protección
del medio ambiente y a la integración de minorías sociales en las democracias
modernas, y abordan los valores sociales desde un prisma progresista.

Socialismo científico

Socialismo científico es un término acuñado por Friedrich Engels1 para


distinguir al socialismo marxista de los demás socialismos que no se basaban en
el materialismo histórico, el mismo que sería identificado como un método
científico según sus partidarios. Este socialismo fundado por Friedrich Engels
y Karl Marx planteó un enfoque basado en el materialismo histórico donde la
realidad es una lucha constante entre clases sociales y que esto generaba
cambios en la sociedad, del mismo modo identificó al sujeto colectivo de
la revolución socialista con el proletariado industrial.
El socialismo científico es el nombre con el que se buscó distinguir al marxismo
del revolucionario Karl Marx y Friedrich Engels del resto de las corrientes
socialistas existentes a mediados del siglo XIX, que por no incluir premisas
teóricas-científicas son calificadas como socialismo utópico.
Socialismo científico

Es un término acuñado por Friedrich Engels para distinguir al


socialismo marxista de los demás socialismos que no se basaban en
el materialismo histórico, el mismo que sería identificado como un método
científico según sus partidarios. Este socialismo fundado por Friedrich Engels
y Karl Marx planteó un enfoque basado en el materialismo histórico donde la
realidad es una lucha constante entre clases sociales y que esto generaba
cambios en la sociedad, del mismo modo identificó al sujeto colectivo de
la revolución socialista con el proletariado industrial.

Antecedentes del socialismo científico

Las teorías sociales de Robert Owen, Henri de Saint-Simon, Charles Fourier,


Louis Blanc y Pierre-Joseph Proudhon son consideradas dentro del socialismo
utópico, ya que las mismas, aunque no compartieran las mismas ideologías,
habían surgido como contestación a un mismo contexto socioeconómico: La
Revolución Industrial, el dominio de la burguesía y el surgimiento del movimiento
obrero, acontecimientos que se manifiestan inicialmente en Inglaterra a fines del
siglo XVIII y que se expanden por el continente europeo durante el siglo XIX.

El socialismo clásico y la economía

El socialismo me interesó sobre todo a través de la influencia de Russell y su


filosofía de la ciencia. Él defendía el socialismo no marxista, el democrático, y
me atrajo. Luego fui aprendiendo más economía y me di cuenta de que Russell
no sabía gran cosa de esta disciplina, pese a haber leído a los grandes clásicos
como Ricardo y Smith. Y esto es una advertencia: cuidado con los intelectuales
que son destacados en un campo porque pueden estar equivocados en otros en
los que no han vivido.

El socialismo en el siglo XX

El socialismo alcanzó su apogeo político a finales del siglo XX en el bloque


comunista de Europa, la Unión Soviética, estados comunistas de Asia y del
Caribe.

Durante la segunda mitad del siglo XX fue de gran importancia para el llamado
bloque socialista (conjunto de los países controlados por la Unión Soviética tras
la contraofensiva en el frente oriental durante la Segunda Guerra Mundial),
donde la URSS impuso sistemas de gobierno socialistas dependientes.

Tras la Segunda Guerra Mundial, la tensión militar-ideológica entre el bloque


socialista, encabezado por la Unión Soviética, y el capitalista, encabezado por
Estados Unidos, desembocó en un enfrentamiento político que se conocería
como Guerra Fría. Se conoció de ella extraoficialmente y fue la competencia por
la superioridad en todos los aspectos y lograr así el dominio completo (pero no
directo) de la mayor cantidad de países. Culminó con la disolución política de la
URSS, tras una crisis agravada por su situación económica y política y fuertes
presiones externas, acompañada de una pronunciada crisis en los demás
estados socialistas, principalmente los europeos.

El socialismo del siglo XXI

Artículo principal: Socialismo del Siglo XXI


El socialismo del siglo XXI es un concepto que aparece en la escena mundial en
1996, a través de Heinz Dieterich Steffan.25 El término adquirió difusión mundial
desde que fue mencionado en un discurso por el entonces presidente de
Venezuela, Hugo Chávez, el 30 de enero de 2005, desde el V Foro Social
Mundial.

En el marco de la Revolución Bolivariana, Chávez señaló que para llegar a este


socialismo habrá una etapa de transición que denomina como Democracia
Revolucionaria. Hugo Chávez expresó “Hemos asumido el compromiso de dirigir
la Revolución Bolivariana hacia el socialismo y contribuir a la senda del
socialismo, un socialismo del siglo XXI que se basa en la solidaridad, en la
fraternidad, en el amor, en la libertad y en la igualdad” en un discurso a mediados
de 2006. Además, este socialismo no está predefinido. Más bien, dijo Chávez
“debemos transformar el modo del capital y avanzar hacia un nuevo socialismo
que se debe construir cada día”

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ACTUALES
o Dieterich, Heinz. Hugo Chávez y el socialismo del siglo XXI. Caracas:
Instituto Municipal de Publicaciones de la Alcadía de Caracas, 2005.
o Dieterich, Heinz. El socialismo del siglo XXI. México: Ediciones de
Paradigma y Utopías, 2002. (LIBRUNAM: HX44.5 D54)
o Lebowitz, Michael. Build It Now: Socialism for the Twenty-First Century.
New York: Monthly Review Press, 2006.
o Rauber, Isabel. Sujetos Políticos. Bogotá: Desde Abajo, 2006.
o Rauber, Isabel. Construcción de poder desde abajo. Claves para una
nueva estrategia. Santo Domingo: CIPROS, 2000.
o Monedero, J. C. “Los socialismos del siglo XXI: reinventar la teoría política
a la luz de la práctica revolucionaria”. En Volver al futuro. La búsqueda de
un socialismo latinoamericano, compilado por G. Ayala Cruz, 183-209.
Quito: La Tierra, 2008

GENERALES
 Amín, Samir. Miradas a un medio siglo. 1945-1990. La Paz: Plural-Iepala,
1999.
 Castro, Fidel. Rectificación. La Habana: Editora Política-Selección
temática, 1990
 Habermas, J. La necesidad de revisión de la izquierda. Madrid: Tecnos,
1991. (LIBRUNAM: HX707 H33)
 Machado, Darío. Nuestro propio Camino, análisis del proceso de
rectificación en Cuba. La Habana: Editora Política, 1993.
 Mészáros, István. La teoría de la enajenación en Marx. México:
Ediciones Era,
1978. (LIBRUNAM: HM131 M48)
 Rauber, Isabel. Actores sociales, luchas reivindicativas y política popular.
Buenos Aires: Ediciones UMA, 1997
 Rauber, Isabel. Construyendo poder desde abajo. Santo Domingo:
Debate Popular, 1994.

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