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Teatro y Aprendizaje

Escuela de Verano
Colegio de Profesores
Profesora: Marcela Latorre R

I. El Desarrollo Integral

En la primera etapa biográfica, de 0 a 5 años, comienza a formarse el sustrato basal del paisaje de
formación, siendo los climas emotivos del entorno inmediato sumamente significativos. Así
entonces “la particular atmósfera emocional en la cual viva el niño y niña será determinante en su
comportamiento y capacidades de desarrollo.”1

En este período, ellos están incrementando a gran velocidad la plasticidad de su cerebro, por lo
cual son buenos aliados los juegos y las diferentes expresiones artísticas, todo lo que podamos
hacer por esta vía será un gran aporte.

Cuando son bebés, el trabajo principal es el estímulo para que desarrollen los sentidos internos y
externos. En el libro Pedagogía Teatral, Metodología Activa en el Aula, se indican las etapas de
desarrollo del juego, donde se explica que hasta los 3 años los bebés hacen un juego personal, “el
cual se reconoce porque el niño está completamente absorto en lo que está haciendo. Se trata de
una vigorosa forma de concentración infantil que sustenta sus primeras manifestaciones
expresivas”.2 Están descubriendo, experimentando, sintiendo el mundo que los rodea, la
información que viene desde adentro es más bien vegetativa (comer, dormir, hacer sus
necesidades básicas). “Sin embargo, se deben ofrecer situaciones educativas que le den mayor
amplitud al cableado neuronal. Es en esta etapa y hasta los 5 años que se pueden construir las
“huellas” más profundas en su crecimiento y desarrollo”. 3

Luego se denomina Juego Proyectado (3 a 5 años), y se reconoce por una necesidad emocional del
párvulo por comunicarse y buscar jugar con otra persona para compartir sus hallazgos, entonces
es un buen momento para trabajar sus registros internos (qué les pasa), la coherencia (pensar,
sentir y hacer en una misma dirección), la regla de oro (tratar a los demás como quieres ser
tratado) y su espacio de representación (imágenes internas). Todos estos instrumentos se facilitan
de manera experiencial y no como una entrega de conceptos, ya que ellos no van a entender de
forma intelectual esta enseñanza.

La conciencia es la que ordena las actividades que recibimos a través de los estímulos, es decir
tiene movilidad. La conciencia está en el cuerpo, ligada a cada parte, para crear la conciencia del
yo. Los niños y niñas de esta etapa, se encuentran en la construcción de su yo.

1
Novotny. A, Novotny.H, De Angelis.R, Pirolo. M.E, Aportes para una Teoría y Práctica del Aprendizaje Intencional (en un
Contexto Latinoamericano), Argentina, 2012, pág 27.
2 Verónica García - Huidobro, Pedagogía Teatral, Metodología Activa en el Aula, Ediciones Universidad Católica de Chile,

2004, Santiago, Chile, pág. 25.


3 Mario Aguilar y Rebeca Bize, Pedagogía de la Intencionalidad, Virtual Ediciones, Santiago, Chile, 2010, pág. 142.
Esta etapa es muy sensorial, por lo que debemos crear ambientes educativos ricos en experiencias
significativas, con ambientes armoniosos, afectuosos, alegres, posibilitando la expresión de las
niñas y niños. Es labor del adulto organizar estos espacios educativos.

Es importante que los niños puedan identificar sus propias sensaciones y percepciones. Se
sugieren actividades donde tengan el registro de su cuerpo y puedan desarrollar el lenguaje.
Realizar juegos sensoriales a través de viajes imaginarios, es una buena alternativa.

Se comienza a incorporar la existencia del otro y la responsabilidad social, por ende los adultos
irán favoreciendo la colaboración y apoyo mutuo entre las niñas y niños.

En el libro Pedagogía de la Intencionalidad, se indica que desde los 6 a los 14 años es primordial el
trabajo de los centros de respuesta, dado que el adecuado manejo de estos es en definitiva el
desarrollo de lo que denominamos “inteligencia integral”. Esta condición es la que habilitará al
individuo para un mejor desempeño en su medio: adecuadas respuestas vegetativas, motrices,
emotivas e intelectuales permiten el desarrollo de los roles y constituyen la base de una
inteligencia amplia.

“El desafío de esta etapa es generar actividades y experiencias educativas que permitan a la
persona desplegarse por los centros, ojalá registrando cada uno de ellos, de manera de aprender a
percibirlos, a sentirlos, a manejar el paso de un centro al otro con soltura”.4

Entonces el arte, el deporte, las ciencias, y todo lo que los ayude a experimentar sus centros
deben estar presentes en conjunto, intentando que funcionen en equilibrio y no como pasa en la
educación actual, en donde el intelecto es potenciado por sobre los otros centros. En esta edad se
trata de armonizar sus centros de respuesta.

“Desde los 12 años, el adolecente experimenta modelos de identificación personal permitiéndole


construir y afianzar su personalidad (influenciada por los cambios biológicos y psicológicos
conformes de su edad)”5. Es bueno ir descubriendo juntos referentes que muestren un camino
ejemplar, hablar de Gandhi, Martin Luther King, Malala, Gabriela Mistral, Silo, en fin, para que
imiten referentes abridores de futuro (hoy abundan referentes que no aportan en la construcción
de una persona integral)

Según la Pedagogía de la Intencionalidad, desde los 15 años en adelante, es el momento del


desarrollo superior integral. Si en el paisaje de formación hubo suficientes elementos, si se logró
una inteligencia integral con el desarrollo de los centros de respuesta, en esta etapa el individuo
estaría con todo su equipamiento en condiciones de madurar la conexión con lo sagrado, de
acceder a los espacios profundos de su conciencia, identificando su propósito y logrando
emprender el camino hacia el sentido de su vida.

4Mario Aguilar y Rebeca Bize, Pedagogía de la Intencionalidad, Virtual Ediciones, Santiago, Chile, 2010, pág. 145.
5
Verónica García - Huidobro, Pedagogía Teatral, Metodología Activa en el Aula, Ediciones Universidad Católica de Chile,
2004, Santiago, Chile, pág. 24
II. Teatro y Aprendizaje

“El teatro es educación para la vida, los participantes no sólo están recibiendo conocimientos del
lenguaje dramático, al mismo tiempo están ampliando sus posibilidades creativas, comunicativas y
de mediación en el mundo”6. El teatro resulta ser un aliado de primera mano en el Desarrollo
Integral, puesto que aborda la armonización del centro motriz, emotivo e intelectual.
El ser humano es un ser de conciencia activa, siempre está en búsqueda. Un mecanismo
fundamental de la conciencia es la intencionalidad, la que mantiene la estructura de ligar actos
con objetos, permitiendo así la dinámica de la conciencia, siempre lanzándola al futuro. Hacer
consiente el acto intencional es uno de los principales aspectos que comprenden un buen
aprendizaje, puesto que este se produce al haber interés.

“La creación artística debe ser un proceso de búsqueda que genere gusto a cada paso, en cada
descubrimiento, en cualquier definición. Esto vale para todos los involucrados, tanto para el/la
facilitador/a y los estudiantes participantes del proceso.

El teatro es siempre acción, constituye una experiencia eminentemente práctica, experiencia que
involucra un mundo en el que se representa y en consecuencia, se puede observar, pensar,
analizar, explorar y estudiar aquello que se está experimentando o se ha vivido. Puede ser, un
hecho artístico, una creación colectiva y en todos los casos es una experiencia de aprendizaje
colaborativo, en la que cada cual juega o desarrolla su papel, su función y aportación a la
construcción individual y colectiva.

Estas características son las que nos hacen afirmar que el juego dramático, la dramatización y el
teatro son un excelente ámbito de habilitación de contenidos, ya que no solo desarrolla la
vocación artística, sino también la vocación humana, la parte afectiva, la conciencia social, el
potencial expresivo y comunicativo del participante.

La Pedagogía Teatral es una disciplina que organiza tanto los medios (técnicos y operativos), como
también las acciones y los procedimientos, orientando procesos de enseñanza y aprendizaje del
teatro en la educación. Asimismo, ampara el uso del teatro o la expresión dramática como
herramienta educativa; estrategias metodológicas para apoyar la facilitación de cualquier currículo
o ámbito formativo, incluido la enseñanza del teatro, haciendo uso de los mismos recursos que
esta didáctica despliega.

Características:
 Se habilita el contacto con los centros de respuesta propiciando el desarrollo integral.
 Aporta al aprendizaje intencional.
 Se sitúa al participante como centro de la acción pedagógica.
 Las actividades lúdicas son la metodología base.
 El aprendizaje se adquiere por experiencias directas y experienciales.
 La propuesta pedagógica nace en atención a las necesidades de las etapas de desarrollo
del juego de los participantes.”
 El facilitador acompaña un proceso creativo, no lo impone”.
 Utiliza las Cinco llaves del Aprendizaje como instrumento facilitador.

6
González Tamara, Protagonistas en el Juego, CNCA – OEI, 2013, pág. 3 y 4
III. Las Cinco Llaves del Aprendizaje

En el libro Pedagogía de la Intencionalidad proponen “Cinco Llaves del Aprendizaje”, instrumentos


que permiten abrir puertas “entrar en ciertos “lugares” del psiquismo, pasar de un espacio mental
a otro, operando como facilitadores para que “lo nuevo” ocupe su espacio en la persona y se
“constituya” en el ser”7. Presentaremos estas llaves intentando dar algunos ejemplos cotidianos
para graficar su relevancia.

Llave 1: Aprendizaje y Atención: “Una buena disposición para el aprendizaje, una buena memoria,
un aumento de la permanencia en los propósitos y, en suma, el crecimiento de la capacidad de
cambio, dependen de la atención”.8 La atención es una actitud que todos tenemos cuando hay
interés. Basta que nos impongan, nos traten de obligar, para que nuestra atención se vaya a otros
temas. Por ende, si queremos tener un buen nivel atencional para lograr un aprendizaje querido,
este tiene que ser distenso, relajado. Es interesante hacer consientes a las niñas y niños de este
tema, que vean la atención como un valor. Por ejemplo, se puede hacer un ejercicio, decirles que
pongan unos segundos atención en su respiración, si lo logran, después lo podemos usar en otros
momentos con otros estímulos. Incluso nos sirve para cuando están aprendiendo solos. Por
ejemplo, mi hijo quiere colgarse de unos fierros que hay en la plaza y pasarlos todos hasta llegar al
otro lado, esos están en altura, es peligroso. Pero yo lo dejo y le digo: Pon atención en lo que
hacen tus manos y tu cuerpo. Él ya sabe y lo hace, incluso ya logró llegar hasta el otro lado. Ese es
un gran auto aprendizaje, puso atención porque hay interés en ese desarrollo motriz y no había
tensión.

Llave 2: Aprendizaje y Buen Humor: El buen humor “permite ampliar las zonas cerebrales que
participan del aprendizaje y por ende lo hacen más profundo y amplio en sus posibilidades.”9 Si
buscamos en nuestra memoria, podemos ver que en los momentos de aprendizaje significativo, el
buen humor era una de las características que estaba presente. Esta forma de estar, donde nos
reímos en vez de enojarnos, abre posibilidades. Sin embargo, no hay que confundirla con la burla,
ya que ésta bloquea la comunicación. Así es que propiciar el buen humor es un facilitador del
aprendizaje con gusto y nos va grabando una actitud positiva que nos puede ayudar en momentos
complicados, logrando transformar la mirada.

Llave 3: Aprendizaje y Afectividad: “En toda grabación y también en la memorización de lo


grabado, el trabajo de las emociones tiene un papel muy importante. Así es que las emociones
dolorosas o estados dolorosos que acompañan a una grabación, luego nos dan un registro
diferente al de las grabaciones que se efectuaron en estados emotivos de agrado. Así pues,
cuando se evoca una determinada grabación sensorial externa, también van a surgir los estados
internos que le acompañaron. Si a ese dato externo le acompaña un sistema de emociones de
defensa, un sistema de emociones dolorosas, la evocación de aquello que se grabó va a venir

7Mario Aguilar, Rebeca Bize. Pedagogía de la Intencionalidad, pág.140.


8Luis Ammann. Autoliberación. Prácticas psicofísicas. Lección 6. “Perfeccionamiento atencional”. Plaza y Valdés, 1991,
pág. 85.
9Mario Aguilar, Rebeca Bize, Pedagogía de la Intencionalidad, pág.146.
teñida de todo un sistema de ideación doloroso que acompañó a la grabación del dato externo. Y
esto tiene importantes consecuencias”.10

Observando a los infantes podemos corroborar cómo se ponen felices cuando les decimos las
cosas con cariño, a diferencia de cuando lo hacemos con gritos o enojo. Es muy fácil verlo en ellos,
ya que son muy auténticos en sus emociones. Por ende, está clarísimo que el aprendizaje tiene
que ser con amabilidad. Cuando estaba en el colegio era muy evidente en qué asignaturas tenía
mejores calificaciones, si los profesores eran simpáticos y cariñosos eran mis ramos favoritos, sin
embargo, si me trataban mal, si querían imponerse o peor aún, infundirme miedo, yo abandonaba
el querer aprender y no me importaban los resultados.

Por otra parte, aprender de esta manera nos da pautas para relacionarnos interpersonalmente y
socialmente en el futuro.

Llave 4: Aprendizaje y Ambiente: Esta llave tiene relación con las atmósferas y sintonías del ámbito
educativo, las relaciones que hay entre todos, cómo es el clima, el tono afectivo, la sensibilidad. En
Pedagogía de la Intencionalidad, hablan de los siguientes elementos que tendría que tener un
espacio de aprendizaje:

 “Diálogos en paridad
 Resolución de problemas en conjunto
 Colaboración
 Tratar de entender cómo piensa el otro
 Aporte a la construcción del conocimiento conjunto
 Trabajo colaborativo y en equipo”11

Llave 5: Aprendizaje y Diálogo Generacional: Tal como señalamos al comienzo, los infantes están
construyendo su paisaje de formación. Los adultos ya lo tuvimos, pero seguimos arrastrando
contenidos que vivimos en nuestros primeros años de vida. Es por este motivo que el diálogo
entre generaciones es difícil, ya que vemos al mundo de manera distinta. En los lugares educativos
hay diferentes generaciones conviviendo, todas interpretando según su paisaje de formación. Por
ende, si logramos comprender esta diferencia y tomar conciencia de que la realidad que veo no es
la misma entre generaciones, a nivel de sensibilidad, podríamos lograr un diálogo adecuado, y de
esta manera propiciar un estímulo para el aprendizaje.

IV. Etapas de Desarrollo del Juego

De acuerdo a Verónica García Huidobro, en su libro Pedagogía teatral: Metodología activa en el


aula, las características de las etapas, buscan “…otorgar al docente un soporte teórico que
traduzca las diferentes formas que adopta el juego para que potencie, motive e incremente con
libertad y con conocimiento teórico- práctico, la capacidad lúdica de sus estudiantes”

10
Silo, Apuntes de Psicología, pág. 181.
11Mario Aguilar, Rebeca Bize, Pedagogía de la Intencionalidad, pág.136.
1. Primera etapa: Se considera como primera etapa al rango de edad que va desde los 0 a los
5 años, la que a su vez está dividida en dos subetapas.

• Primera subetapa (de 0 a 3 años)


Se caracteriza por el juego personal, el cual se reconoce porque el niño está completamente
absorto en lo que está haciendo. Se trata de una vigorosa forma de concentración infantil que
sustenta sus primeras manifestaciones expresivas. Es una actitud creativa individual, solitaria y
ensimismada que excluye la necesidad de público.

Es relevante entender que en esta subetapa todo lo artístico-expresivo está vinculado al desarrollo
de alguna destreza corporal, vocal y/o emocional. Por ello, resulta especialmente importante
potenciar el juego personal, ya que existe una relación proporcional entre dicha forma de juego en
la primera infancia y la capacidad creativa de las personas cuando adultas.

Por otro lado, en tanto el niño comienza a percibir con interés lúdico el efecto del lenguaje, la
música y el arte, sus habilidades expresivas se van desarrollando, liberando su potencial creativo.

• Segunda subetapa (de 3 a 5 años)


Se caracteriza por el juego proyectado, el cual se reconoce porque el niño experimenta la
necesidad emocional de comunicarse y compartir con otro para jugar. Potencia la concientización
social a través del juego y persigue desarrollar la distinción entre ritmo y compás tanto a nivel
físico como verbal. Resulta medular señalar el beneficio que la actividad lúdica se realice en
círculo, ya que a esta edad los niños simplemente son lo que juegan y por ello, aún no son capaces
de reconocer y articular, en forma consciente y creativa, el sentido de frontalidad escénica.

En el juego proyectado el niño reconoce la necesidad de participar y de comunicarse con otros


para poder jugar, por lo que su expresión dramática se va desarrollando y mediante esta actividad
descubre el sentido de las obligaciones sociales y ejercita las habilidades necesarias para la vida en
sociedad y la relación con otros (pedir permiso, respetar los turnos, etc.), razón por la que se habla
de la concientización social del juego.

Otra de las características relevantes de esta etapa, es que en ella los niños son lo que juegan, es
decir, no establecen la distinción entre lo que es realidad y fantasía, no se cuestionan si actúan ser
perros o gatos, por ejemplo, sino que se comportan como tales y creen serlo.

2. Segunda etapa: Se considera como segunda etapa al rango de edad que va desde los 5 a
los 9 años, la que s su vez está dividida en dos subetapas.

• Primera subetapa (de 5 a 7 años)


Se caracteriza por el juego dirigido, el cual se reconoce porque el niño acepta la interacción de un
tercero que orienta el sentido del juego, con el fin de desarrollar habilidades y destrezas
específicas. Es positivo potenciar la imitación como referente básico, mediante la introducción de
experiencias personales en la actividad lúdica con el fin de volver consiente la diferencia entre
realidad y fantasía. Es importante que el juego dirigido mantenga un equilibrio entre acción y el
desarrollo del lenguaje. Asimismo, resulta fundamental entender que la economía y sencillez de
recursos materiales de esta subetapa es decisiva para desarrollar la capacidad creativa.
En esta etapa se aprecia el inicio de lo que podríamos llamar la creación artística, ya que el niño
tiene la capacidad de percibir, escuchar, comunicar e imitar lo que ve a su alrededor mediante el
dibujo, el juego de imitación o la personificación. Los facilitadores debemos saber guiar el juego
que los mismos estudiantes proponen, orientándolo a la exploración de sensaciones y
sentimientos, así como también buscar la forma mediante la cual su propuesta de juego sirva al
desarrollo de habilidades de creatividad vocal y corporal. Esto se puede lograr participando del
juego proponiendo pequeñas acciones que conduzcan a lograr objetivos formativos relacionados
con la capacidad de imitación como referente básico. Esta capacidad, en el marco de sus propias
experiencias en el juego, resulta positiva en esta subetapa, ya que mediante este ejercicio los
niños van estableciendo poco a poco la distinción entre realidad y fantasía.

Es altamente recomendable que en esta etapa se evite entregar todo hecho al niño; se debe
aprovechar su gran potencial de energía y creatividad, para que con sus propios medios y recursos
gestionen lo que necesiten para desarrollar el juego y que puedan resolver cualquier carencia solo
con su capital creativo. De esta forma un palo de escoba se convierte en un caballo, una mesa en
un castillo, una caja en una nave, un papel periódico en vestuario, etc.

Dado que en esta etapa domina la acción por sobre la palabra, a los niños les es más cómodo
ejecutar una acción que transmitir una palabra. Por ello se debe procurar el equilibrio de estos dos
elementos en la programación de sus actividades y juegos, generando momentos que busquen
potenciar la palabra y ampliar su vocabulario y otras actividades o juegos que, en forma
consciente y controlada, ejecuten acciones o movimientos.

• Segunda subetapa (de 7 a 9 años)


Se caracteriza por el juego dramático, el cual se define como la práctica colectiva que reúne a un
grupo que improvisa a partir de un lugar y/o tema. La actividad escénica apunta a tomar
conciencia y practicar el concepto de personificación o rol, buscando provocar una liberación
corporal y emotiva tanto en el juego como en la vida personal de las personas participantes. Debe
estimular el uso y el descubrimiento del espacio con el fin de desarrollar los conceptos de
trayectoria, equidistancia, profundidad, perspectiva y frontalidad escénica. En esta sub etapa se
introducen los grandes temas del inconsciente colectivo, como son, según Carl Gustav Jung: el ser
(vida), lo femenino (maternidad), lo heroico (bien), el adversario (mal), el viaje (la muerte) y la
transformación (cambio).

En el juego dramático el niño ejecuta junto a sus pares un juego de creación colectiva en el que se
autodesignan y definen roles y en el que se crean hechos o secuencias de situaciones que nacen a
partir de las ideas (temas o lugares) que van surgiendo y aportando en medio del juego de forma
improvisada, las que modifican drásticamente el argumento, si es que existiese, dirigiendo la
acción o asumiendo la propuesta de otros de forma integrada y dúctil en el mismo juego. En este
sentido son gestores de sus historias y argumentos, y definen el desarrollo de la acción mientras
las van imaginando de forma simultánea a la ejecución.
Respetar esta forma de juego significa acompañar el desarrollo artístico de las personas
participantes a partir de las propuestas creativas que ellos mismos levantan, capacidad que
contribuye a la validación y fortalecimiento de la personalidad del niño.

El facilitador debe estimular el uso y el descubrimiento del espacio, desarrollando de esta forma la
capacidad de abstracción mediante los conceptos de equidistancia, trayectoria, frontalidad
escénica y profundidad, con el fin de que empiecen a tomar conciencia de que ocupan un lugar en
el espacio y que a su vez pueden compartir un espacio común con otras personas y objetos. Al
explorar el sentido espacial de forma individual y colectiva se van descubriendo y asimilando
diversos símbolos recurrentes como el punto, el círculo, el triángulo, el cuadrado, el rectángulo, la
espiral, el zigzag, los movimientos curvos y rectos y las formas geométricas básicas.

En esta etapa además adquieren relevancia los grandes temas del inconsciente colectivo, tales
como los padres, la vida, la muerte, los conceptos de bien y mal, entre otros. Estos conceptos se
convierten en estímulos con los cuales el personal docente podrá contar en las actividades que
proponga.

3. Tercera etapa: Se considera como tercera etapa al rango de edad que va desde los 9 a los
15 años, la que a su vez está dividida en dos subetapas.

• Primera subetapa (de 9 a 12 años)


Se caracteriza por el juego dramático, que apunta, en forma cada vez más evidente, a la toma de
conciencia de los mecanismos y conceptos fundamentales del teatro, tales como tema o
argumento, personajes, situación, diálogo, conflicto y desenlace. Es importante respetar la
pandilla o grupo, generalmente del mismo sexo y estructurado en torno de un líder fuerte de
personalidad desarrollada por exceso, que aglutina casi siempre a pares desarrollados por omisión
con una enorme necesidad de pertenencia y diferenciación. Los conceptos de unidad y amistad
caracterizan esta sub-etapa, anclada en la pubertad y en el trabajo diferenciado por sexos. Es
fundamental estimular la sensibilidad y el respeto grupal para equilibrar la naciente capacidad
crítica propia de la edad.

Esta etapa está marcada por la pubertad, momento en que se producen severos cambios físicos y
psíquicos en los niños. La amistad es un tema ancla y movilizador de la pubertad. Es frecuente que
se organicen en grupos, en los cuales se ejercita el intercambio de ideas y se crean lazos de
confianza importantes entre pares, donde el tema de la amistad se consagra por los intereses
comunes que los convocan, estableciendo códigos y secretos que solo maneja el grupo. Este
proceso de sociabilización es necesario y conveniente para el desarrollo de la personalidad y su
identidad social.

Se sugiere respetar la conformación sexual de dichos grupos, ya que en esta etapa se distancian
bastante los intereses entre géneros, dado que existe una innegable diferencia de madurez entre
niñas y niños, y aunque, si bien tienen momentos de integración, en general no es pertinente
forzar el trabajo complementado si es que no surge de forma espontánea.

La forma dramática de la subetapa anterior se mantiene, con la diferencia de que se agudiza el


interés y la intención de integrar elementos fundamentales del teatro: argumento, personajes,
situación, diálogo, conflicto y desenlace.

• Segunda subetapa (de 12 a 15 años)


Se caracteriza por la improvisación, definida [por Patrice Pavis, semiólogo teatral] como una
“técnica de actuación donde el actor/actriz representa algo imprevisto, no preparado de
antemano e “inventado” al calor de una acción”. Mediante esta forma de juego el preadolescente
experimenta modelos de identificación personal que le permiten construir y afianzar su
personalidad. Así mismo, le facilita potenciar su capacidad creativa profundamente afectada por
los cambios sicológicos y corporales propios de la edad. Busca la integración con el sexo
complementario a través de creaciones colectivas, lo que le permite reforzar su concepto de
teatralidad utilizando escenario, vestuario y maquillaje para denotar en forma categórica la
diferencia entre ficción y realidad. Existe una gran atracción por lo coreográfico, por la escritura y
particularmente por las formas del teatro realista.

Esta etapa es considerada una de las más complejas, por lo que requiere de mucha atención y
apoyo por parte de quienes estén a cargo de grupos que estén transitando en estas edades
relativas. Si bien están saliendo de la pubertad, los cambios que se producen durante este período
son significativos; sus energías aún están focalizadas en procesos biofísicos, por lo que su aparente
baja de energía afecta al impulso creativo. Sucede, sin embargo, algo paradójico cuando se
enfrentan al trabajo en grupo: su disposición a esta modalidad de trabajo genera un incremento
significativo en la motivación y en la creación grupal. Es en ese espacio donde ven la posibilidad de
plasmar sus inquietudes e intereses, poniendo en juego sus opiniones y visiones de mundo. Si bien
pueden ser aún muy literales en sus proposiciones y creaciones artísticas, es interesante observar
que tienen buena disposición para recibir de parte del facilitador propuestas que signifiquen
mejoras en los resultados de sus creaciones.

Las personas jóvenes buscan ser parte de una “normalidad” atingente a su grupo de pares y
establecer un camino de identificación, intentando resolver asimismo las inquietudes acerca de su
sexualidad. En esta etapa el sentimiento de no pertenencia muchas veces hace que la búsqueda de
identidad sea incesante, lo que los lleva integrar grupos, modas o estilos justamente para
encontrarse a sí mismos probando en este deambular su personalidad y sentido de pertenencia.

En esta mismo espíritu las personas jóvenes sienten la necesidad de ascender de forma repentina
a un status de mayor edad, por lo que es habitual que experimenten e imiten comportamientos
que corresponden a otras edades. Así mismo en la reafirmación de su personalidad y búsqueda de
identidad el adolescente tiene la tendencia a poner en tela de juicio todo lo establecido: normas,
autoridad, visiones de mundo de los otros, las que confronta con su propio parecer y su
experiencia.

La improvisación es la forma teatral que adoptan en esta etapa. Mediante esta modalidad afianzan
su personalidad, facilitándoles el ensayo de modelos de identificación personal, que vuelcan en las
diferentes improvisaciones y permitiéndoles además potenciar su capacidad creativa, la que se ve
influenciada por los cambios biológicos y psicológicos propios de la edad.

A esta edad ya se sienten capaces de relacionarse y sobrellevar el trabajo con pares de diferente
género, por lo que el concepto de escenario adquiere relevancia casi mística en esta etapa. Este
aspecto los lleva a defender y delimitar el espacio o zona definida como escenario,
independientemente del lugar en que se encuentran; por ello, a la hora de actuar, es prioritario
definir y diferenciar tanto la zona para la representación, como el espacio del espectador.

Al momento de representar, las personas jóvenes suelen buscar que se distinga claramente la
diferencia entre lo que es real y lo que es fantasía en la actuación, y para ello la utilización de
escenario, vestuario y/o maquillaje es imprescindible. Su tendencia hacia el teatro es
fundamentalmente realista y el ejercicio de la dramaturgia y de lo coreográfico se despliega con
desinhibición por parte de los estudiantes.
4. Cuarta etapa: Se considera como cuarta etapa al rango de edad que va desde los 15 a los
25 años en adelante. A su vez esta etapa está dividida en dos subetapas.

• Primera subetapa (de 15 a 18 años)


Se caracteriza por la dramatización, definida [por Pavis] como “la interpretación escénica de un
texto, utilizando escenario y actores para instalar la situación”. La dramatización ha sido
superficialmente asociada al concepto de sketch, palabra inglesa que significa “esbozo” y que “es
una pieza mínima que presenta una situación generalmente cómica, representada por un pequeño
número de actores, sin preocuparse de caracterizar de manera profunda…”. Sin embargo, si
remplazamos el concepto por dramatización encontramos un tipo de juego que sirve de soporte
para que el adolescente experimente nuevos modelos de identificación personal y exponga su
permanente sensación de carencia, que no logra identificar como algo propio de la edad.
Generalmente busca representar su inconformismo con el sistema que lo rodea, a través de la
escenificación de conceptos abstractos, tales como la incomunicación, el amor, el abandono, la
traición, el consumismo, la violencia, la libertad, la droga, el aborto entre lo más recurrente. Por
esta razón, se siente profundamente interpretado con las formas no realistas abstractas,
conceptuales, multimediales y expresionistas. La dramatización es un “marco legal” para conocer,
experimentar, expresar y educar las emociones y los afectos contenidos en su personalidad en
desarrollo. En esta subetapa se pueden potenciar los grandes ideales, proyectos y preguntas
existenciales, y resulta significativo motivarlos a que se refieran especialmente a sus intereses
vocacionales.

La dramatización pasa a ser un medio para que el adolescente explore y ensaye con libertad los
modelos de identificación personal que le parecen atractivos y/o trasgresores. La representación
se convierte en un entorno donde sienten que les es permitido manifestar su inconformismo con
lo que los rodea; critican las formas del sistema que registran como opresor, por lo que es
frecuente que emerjan en sus representaciones temáticas controvertidas, relativas a materias que
cuestionan o enjuician, tales como la violencia, las drogas, la discriminación, la falta de
oportunidades, la libertad, el aborto, la desesperanza, entre muchos otros temas que surgen a
partir de sus propios contextos y realidades. Para el adolescente el espacio para la teatralidad
funciona y se entiende como el espacio legal donde pueden expresarse con libertad y donde es
posible plasmar su punto de vista. Se caracterizan por ser muy existencialistas e inquietos respecto
de lo que les depara el futuro, y la forma de poner en escena estos temas tiende a ser en sentido
metafórico y/o abstracto, alejándose de las propuestas netamente realistas, por lo que en sus
producciones y puestas en escenas son muy asiduos a utilizar los medios tecnológicos a su alcance.

Es interesante utilizar el ejercicio de la dramatización como instancia de reflexión mediante el cual


las personas jóvenes puedan cuestionarse su propia proyección, con el fin de abrir el futuro y
afianzar las respuestas relativas a sus búsquedas vocacionales. Están en plena consolidación de su
personalidad por lo que este ejercicio es valioso en la promoción del autoconocimiento, es decir,
un buen camino para aprender a reconocer, validar y expresar las emociones, los afectos, las ideas
y creencias que operan en ellos.

• Segunda subetapa (de 18 a 25 años)


Esta etapa, en que el joven adulto quiere hacer teatro, queda al margen de las edades
comprendidas en el trayecto escolar, por lo que en este material no nos detendremos en ella.

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