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PROLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN (1975)

El objetivo principal de este libro es ofrecer una introducción a los problemas más importantes
de la historia social romana a los estudiosos de las ciencias de la Antigüedad, de la Historia en
general y de las ciencias sociales. Teniendo en cuenta este grupo de destinatarios, se explican ciertas
generalidades y repeticiones, la limitación a unos cuantos ejemplos ilustrativos en la cita de las
fuentes, así como el conciso aparato de notas, con preferente indicación de la bibliografía más
reciente (que no tiene por qué ser necesariamente la mejor, pero de la que siempre pueden esperarse
referencias a la literatura más antigua). En consonancia con el objetivo propuesto, esta exposición
contiene muchísimos hechos y datos que para el especialista son de sobra conocidos —bastante a
menudo, mejor que para el autor—. La pretensión de originalidad de un trabajo como éste radica,
más que nada, en su esfuerzo por reunir esos hechos en una monografía e inordenarlos
históricamente en una visión unitaria de la historia de la sociedad romana. Además, en especial los
capítulos correspondientes a la época del Imperio se basan en resultados propios de investigación.
Espero, por tanto, que el presente trabajo no sólo pueda servir como instrumento de ayuda para las
tareas docentes, sino también que pueda suscitar ulteriores discusiones sobre la naturaleza de la
sociedad romana en cada una de sus épocas y en todo el transcurso de su historia.
Cabrá, sin embargo, preguntar, y seguramente con razón, hasta qué punto este trabajo consigue
realmente su propósito. Las dificultades «objetivas» para la redacción de este libro no residen
primordialmente en la falta de fuentes sobre la historia de las relaciones sociales en la Antigüedad.
Pese a la creencia ampliamente extendida en sentido contrario, en líneas generales las fuentes de la
Antigüedad grecorromana para las cuestiones histórico-sociales apenas resultan más escasas que las
existentes para otros problemas históricamente centrales. La cantidad y calidad de conocimientos
que éstas nos brindan sobre la sociedad romana, es cosa que se pone de relieve no sólo en obras ya
clásicas, como la de M. Rostovtzeff, «Sociedad y economía en el imperio romano», sino también en
la plétora de excelentes estudios particulares ya sólo de los últimos cinco años *. Ello no obstante,
hasta ahora no ha sido escrita ninguna «Historia social romana» completa y sistemática. Mientras
que el autor de una «Historia de Roma» general y convencional puede recurrir a un número
discrecional de modelos y hacer uso de las experiencias de un acrisolado genos de la historiografía,
el autor de una «Historia social romana» ha de avanzar a tientas en un terreno por explorar.
Ya el título de este libro lleva implícitos tres problemas fundamentales. Si aquí se hace una
propuesta de solución para cada uno de ellos, es con el convencimiento de que no podrá
ahorrársenos ni la critica ni la discusión teórica detenida. Primeramente, en efecto, se plantea la
siguiente pregunta: ¿Qué es, en definitiva, eso de historia social romana? Desde luego, no
simplemente lo que nos quedase en un manual tras borrar de él la historia política; tampoco, por
cierto, la historia de la sociedad como la suma de todas las posiciones y relaciones que resultan de
la interacción humana, de la convivencia y del trato de los hombres entre sí, puesto que tal cosa
sería equivalente al objeto de la historia total. En la concepción que preside este libro, el objeto de
la historia social reside en las estructuras sociales de la sociedad, esto es, en aquellos factores
permanentes que determinan su singularidad; los tales son reconocibles en los principios y criterios
de división de una sociedad, en el propio sistema de articulación con sus distintos estratos
(Schichten), estamentos u órdenes (Stände) o clases (Klassen), y finalmente en las relaciones
recíprocas entre cada una de sus partes, debidas a los lazos sociales, a las tensiones y conflictos, a la
mayor o menor permeabilidad de la estratificación, así como al hecho de compartir un marco

*
Ante todo han de ser mencionadas las obras de P. Garnsey (nota 111), T. P Wiseman (54), P. A. Brunt (22), E.
Badian (58), P. R. C. Weaver (150), J H. W. G. Liebeschuetz (225), R. Duncan-Jones (99), R. MacMullen (99), R.
Teja (204), así como el excelente trabajo de síntesis sobre los fundamentos de la economía antigua hecho por M. I.
Finley (109).
político y un sistema de referencia comunes*. Sin duda, este planteamiento podrá ser tachado de
insuficiente o equívoco, tanto desde la perspectiva de las ciencias sociales como también, a la
inversa, desde el punto de vista de la historia antigua. Pero como modelo heurístico podría le-
gítimamente servirnos en tanto no demos con un sustituto mejor.
La segunda cuestión vendría a ser la de cuál es el objeto de una historia social romana. La
respuesta más socorrida, y por lo pronto justificada, sería sin duda la de que la historia social
romana se identificaba con la historia de las estructuras sociales existentes dentro de las fronteras
del estado romano. Empero, al menos en el marco del presente trabajo, no será posible entrar a
considerar las situaciones regionales, como, v. gr., la estructura social de Egipto bajo dominación
romana o la organización gentilicia de las tribus norbalcánicas o hispano-noroccidentales, del
mismo modo que una historia del arte con el título de «Arte romano» no podría tratar
exhaustivamente, por ej., el arte de Palmira. En primer plano de nuestra exposición figurarán las
manifestaciones generales o al menos suprarregionales de la vida social en la correspondiente esfera
de dominación romana, con lo que las fronteras entre las manifestaciones de ámbito regional y
suprarregional serán con frecuencia difíciles de establecer.
Finalmente, la tercera cuestión sería la de saber en qué sentido ha de entenderse como historia la
«historia social romana». Los análisis estructurales nos proporcionan instantáneas o tomas del corte
transversal de una sociedad en un determinado período y corren el peligro de proyectarnos una
imagen estática de ella. Para una exposición que ha de vérselas con una evolución histórica de más
de mil años, varias de estas instantáneas resultan necesarias, cuando menos una por cada época. Las
épocas de la historia social romana comprenden los períodos de la sociedad arcaica, la historia de la
República desde el siglo IV a. C. hasta la segunda guerra púnica más o menos, el cambio de
estructura en el siglo II a. C, la crisis de la República, el Alto Imperio, la crisis del siglo III y el
Imperio tardo-romano. Pero la periodización de la evolución social, al contrario de lo que ocurre
con la historia política, es siempre particularmente difícil de establecer, ya que los elementos
estructurales no nacen ni se vienen abajo de un solo golpe. Precisamente para evitar la impresión de
que la historia social romana se compone sólo de una serie de instantáneas yuxtapuestas, se ha
resaltado siempre en la medida de lo posible de qué manera las condiciones sociales de una época
se generaban a partir de las de tiempos precedentes y hasta qué punto ellas preparaban a su vez el
cambio social ulterior. El amplio tratamiento que proporcionalmente se ha dado al Alto Imperio se
explica no sólo por caer en él las parcelas de especial interés para el autor; también mueve a éste el
convencimiento de que el estudio de la sociedad romana durante esta época —tanto por el carácter
de las fuentes y el estado de la investigación como también por su clara y relativamente estable
jerarquización social— se presta a ser una magnífica introducción a la historia social.
El presente libro nació de las clases magistrales y seminarios impartidos en la Ruhr-Universität
en Bochum durante mi actividad académica en aquellas aulas de 1970 a 1974. Sin el mucho
estímulo y sin la crítica de mis colegas, colaboradores y especialmente estudiantes, no habría
llegado nunca a hacerse realidad. A ellos esta dedicado en agradecimiento.

*
De acuerdo con este planteamiento la historia de la economía es objeto de la «historia social» sólo en la medida en
que la vida económica determina la división de la sociedad y la singularidad de sus distintos estratos. Si en el
contexto de este libro la historia económica ha recibido un escaso tratamiento, incluso teniendo en cuenta dicha
restricción, ello ha sido debido concretamente a que en la misma serie en que aparece nuestro trabajo se publica
también una «historia económica antigua»: vid. Th. Pekáry, Die Wirtschaft der griechisch-römischen Antike, 1.a ed.
(Wiesbaden, 1976) y 2.a ed. (ibid. 1979) (nueva edición en preparación).

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