Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Prologo
“Yo lo he pescado con anzuelo invisible y con hilo que nadie ve, y que es lo bastante largo para permitirle
errar por los términos del mundo, sin que por esto se liberte”
Nota periodística:
The Guardian.
Londres, Inglaterra. Noviembre 2, 1913.
Una serie de asesinatos ha conmocionado al poblado de Cobhole, en el condado de Essex.
Desde la madrugada del 30 de octubre se han descubierto cadáveres de mujeres
embarazadas las cuales han sido encontradas mutiladas en diferentes partes de su cuerpo
además de ser sustraídos los fetos, cada uno de ellos en diferentes etapas de la gestación.
Las primeras dos victimas se encontraron en las inmediaciones del bosque del castillo de
Greyburley, mutiladas de los senos y los labios exteriores vaginales.
La primera victima fue identificada como Elizabeth Shore, indigente con el feto sustraído
con siete meses de gestación. La segunda corresponde a Dorothy Gibbs, también indigente,
con cuatro meses de gestación. Ambas en estado temprano de descomposición por lo que el
forense en jefe cree que fueron asesinadas entre la una y tres de la madrugada, aún se
espera el diagnóstico confirmatorio.
Ya en la mañana del 31 se encontraron tres victimas mas, esta vez en el cementerio
localizado dentro de la abadía, descubiertos en primera instancia por el sepulturero John
Higgins y posteriormente confirmados por el padre Brown, sacerdote de la abadía. Al igual
que las anteriores, estas presentan el mismo modus operandi exceptuando que los fetos
extraídos corresponden a tres, seis y siete meses de gestación.
Ante tan graves acontecimientos se montó un toque de queda y guardias alrededor de
Cobhole Town y en lugares solitarios y poco iluminados; sin embargo para la madrugada
de primero del mes corriente, se encontraron otras dos victimas, nuevamente indigentes,
con la salvedad que la última encontrada ejercía la prostitución para solventarse su
adicción, ya que se encontró en su sangre 50 ml de heroína. Ella tenia solamente 6 semanas
de gestación por lo que se cree que ignoraba su estado. La otra víctima presentaba
mutilaciones en boca, senos y vagina y la sustracción de un feto de siete meses.
Edgar Craven
Hoy es noche de Walpurgis, noche de brujas, que pensarías aquellos pobres druidas de lo
que hacemos en su nombre.
Se que hoy es la noche más oscura del año, nunca he entendido por qué, tal vez debería
saber mas, no soy más que un pobre ignorante, conocedor del temor de Dios. Muchas cosas
vienen a mi mente y a mi espíritu, creo que otros dirán que estoy loco, yo sé que soy un
elegido. En las mañanas como hoy me vienen los remordimientos, pero sé que estoy
haciendo una obra piadosa.
Que dirá usted de mi, Padre Brown, usted tan pulcro, piadoso y sabio a pesar de tener una
apariencia un tanto descuidada y vulgar, propio de los habitantes de estos lugares, pero
infinitamente más sabio que muchos hombres que se dicen sabios.
Por eso mismo le escribo, porque sé que usted si comprenderá la infinita piedad que
encierra estas acciones, sólo usted podrá comprender los caminos tan tortuosos que se vale
Dios para cumplir su voluntad.
Pero divago, mejor le cuento lo que hice anoche...
Erraba por el camino a Colchester, cuando salió la luna, nuevamente rojiza, estaba
ascendiendo, serian alrededor de las nueve. Otra vez rojiza como el día anterior, viré hacia
la abadía a través del cementerio. Yo quería hablar con usted personalmente pero la luna se
interpuso de nuevo iluminando las criptas.
Cerca de un mausoleo, protegiéndose del frío, se encontraba una mujer muy joven, quizá de
unos 17 años, ella me saludo, creo que me reconoció y la salude jovialmente. Me acerqué
para contemplarla, pregunté porque estaba ahí, ella me responde que buscaba un lugar
donde quedarse y encontró el mausoleo, quería entrar pero no podía debido a su embarazo.
Pregunte de nuevo cuantos meses tenia y contestó que tres recién cumplidos. Era el destino,
tendría que ser el nuevo chivo expiatorio, la ofrenda para el plan de Dios. Me aproximé,
sediento como estaba de nueva sangre, ella quizás lo percibió o tal vez recordó las otras
victimas. Corrió entre las criptas para evitarme, y a pesar de ser ella muy joven y yo un
hombre maduro, logré alcanzarla dominándola fácilmente. Esta vez, empecé por abrirle el
Anoche fue noche de Walpurgis. Esperaba con ansía este momento, desde el atardecer sentí
hervir mi piel y mis venas, mi sangre caliente se agolpaba en mis mejillas y mi frente.
Ansiaba correr ese líquido rojo sobre mi brazo y mi cara como si fuera agua bendita, volvía
a ser bautizado, pero esta vez con sangre.
Ahora, no erraba por ahí al encuentro de algo, me volví cazador, con el pretexto de la
festividad pude disfrazarme vagabundeando por las calles. Debido a los asesinatos, las
calles quedaron desiertas rápidamente, hubo toque de queda el día de hoy y había puestos
de vigilancias en muchos lugares. Afortunadamente la luna seguía rojiza, quizá mas que de
costumbre, una verdadera luna de sangre, además se soltó pertinentemente una neblina que
no dejaba ver más allá de un metro.
Otra vez mi profesión ayudo a mis propósitos. Encontré una patrulla por el antiguo camino
a Colchester, ya en desuso. Saludé y ellos me preguntaron hacia adonde iba en esta
endemoniada noche, yo los regañe diciendo que todas las noches y los días son de Dios,
contesté que me requerían en la casa del viejo Burham, el leñador que quedaba en esa
dirección por el río. Como era muy huraño casi no lo veían, por lo que no sospecharon.
Al pasar el lugar, doblé hacia la izquierda y me deslicé río arriba para regresar a Cobhole.
En esos caminos solitarios sueles encontrar muchos indigentes, ya sabrá usted lo que yo
buscaba. Encontré una cerca de un coto de caza, ahí se refugian del frío. La encontré, una
mujer en avanzado estado de embarazo, tal vez faltaban uno o dos meses para el parto, pero
no estaba sola, la acompañaba un viejo vagabundo que esta loco de remate, tal vez
esquizofrenia. No había esperado esto, me armé de valor y acometí primero con el viejo
degollándolo por atrás, no tuvo tiempo de reaccionar, murió instantáneamente, a pesar de
todo la daga dejo un bonito corte ondulado en la piel.
La mujer comenzó a correr pero tropezó en el camino y eso me sirvió para someterla
fácilmente. LA LUNA salió nuevamente rojiza casi púrpura, iluminando la escena. No
esperé mucho, amarré los brazos con su propia cinta del cabello y en horcadas frente a ella,
la degollé de la misma forma que al sujeto. Al desangrarse no emitió ningún sonido, solo
suspiró y murió. Procedí con celeridad, corte sus pechos, esta vez flácidos y sin chiste, tal
vez esta mujer ya rondaba los cuarenta y ese sería su ultimo hijo, sin embargo corte los
No sé que pensé al terminar de leer esta carta, releí cada una de ellas para encontrar una
explicación, ya que parecía ser una pesadilla dantesca. No sé hasta que grado los hombres
de bien pueden confundir la fe y volverse malvados.
Terminaba la última carta cuando tocaron la puerta, era la Scotland Yard, sentí de pronto
una inmensa fiebre en mi cuerpo y en mi mente. Instintivamente busqué en mis bolsillos y
vi la daga llena de sangre...