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AMOR DE PADRE

CORAZON DEL PADRE


Ahora son los Padres los actores en
el escenario de la historia del
mundo

Vivimos en el último acto del relato


soberano de la redención de Dios.

En las primeras escenas de Hechos 2


(la caída de la raza humana) nos
damos cuenta que todos debemos
tener un corazón nuevo o moriremos.

HECHOS 2:4.

HECHOS 2:22.

Con ese corazón nuevo,


necesitamos una fuente de
poder invencible que nos
renueve y nos transforme.
Por medio del nuevo nacimiento en
Cristo, recibimos exactamente eso.

Su Espíritu indetenible nos provee una


clase especial de armadura en nuestra
defensa en contra del maligno,
mientras peleamos para transformar
las tinieblas que nos rodean.

Somos LA “súper familia” DE DIOS,


una creación espiritual única.

Somos únicos porque nacimos de


nuevo.
Somos únicos porque fuimos
lavados por la Sangre de Cristo.
Somos únicos porque tenemos la
Palabra de Dios.
Somos únicos porque recibimos al
Espíritu Santo.
El comportamiento sigue a la
actitud del corazón.

Como el hombre piensa, así es su


corazón y así es él.
Del corazón surgen los asuntos de
la vida y la muerte.
La meta del liderazgo conforme al
corazón de Dios, es brindarle la
nutrición del Señor a la siguiente
generación.
La meta no es ganar control, crear
robots o una sociedad de buenos
modales.
La meta es la salvación y la
santificación.
La meta es una nueva casta con un
corazón diferente que reconoce a
Dios en verdad, lo ama sin
reservas, lo seguirá sin importar el
costo personal y serán padres y
líderes para la siguiente
generación, según el corazón de
Dios.

El observador más casual estará de


acuerdo en que vivimos días de
tinieblas y hambre espiritual.

En este momento, no necesitamos


mirar lejos para ver a la Iglesia de
Cristo en un avivamiento por todo el
mundo.

¡Estos son los días de Elías!

En este tiempo: “Hará que muchos


israelitas se vuelvan al Señor su Dios.

(Lucas 1:16-17).

La palabra “volverse” significa


arrepentimiento. Los descarriados se
despiertan y recuerdan de dónde
vinieron, aún de generaciones pasadas.
Este retorno indica volver al punto de
partida previo.

El resultado es la restauración de
la comunión con Dios como su
familia.

El regreso de las almas a Dios y su


trabajo es la mejor preparación de ellos
para el día grande y glorioso del Señor.

(Mateo 17:11),

“Volvería el corazón de los padres


hacia los hijos y de los hijos hacia
los padres, como algunos lo
leyeron, hacia Dios y su llamado.

“Así sería un instrumento para revivir


y confirmar el amor y la unidad entre
las relaciones, acercándolas y
ligándolas rápido unas con otras para
llevarlas hacia Dios. Prepararía el
camino para que el Reino de los Cielos
pudiera alcanzar todos los objetivos
como un corazón y un alma

(Hechos 4:32).

Eso sería un reino de amor y derrotaría


a todos los enemigos”

El corazón del Padre

“Vuélvete a mí y Yo me volveré a
ti”, dice el Señor.

El ministerio del profeta no era un


círculo de amigos alrededor de un
fuego en un campamento.

“Y él volvería los corazones de los


padres hacia sus hijos y de los
hijos hacia sus padres.

Cuando Adán violó el cargo de cuidar y


guardar el jardín de Dios, el bien y el
mal se recibieron juntos como carne,
mientras ambos eran aceptables para
sostener la vida.

Una maldición entró en la creación.

El corazón del hombre fue herido de


muerte.
Pero Dios creó una fuente de poder
que le dio una nueva vida a nuestro
corazón herido.
Adán falló en su comisión para ser un
padre de familia, actuando como el
regente de Dios.
Entonces Dios encontró a
Abraham, “padre de multitudes”,
para que guiara a sus hijos detrás
de él y luego hacia Dios.

Nuestra palabra para padre es el


sustantivo antiguo aparentemente
derivado de los sonidos del bebé como
“abab” y “papá”.
La raíz asiria “abû” significa
“decidir”, sugiriendo que el padre “es
quien decide”. Es designado como un
“engendrador” o un originador.

“Un padre es alguien que infunde su


propio espíritu en otros.

Alguien que se ubica en el lugar de


padre y mira hacia otro de una manera
paternal.

“Dios es llamado el Padre de los seres


espirituales y de los cristianos en
particular como aquellos a través de los
cuales se exalta Cristo, en una relación
cercana e íntima con Él.

Él es el Padre de Jesucristo, como


alguien a quien Dios se unió a sí
mismo de una manera cercana en
amor e intimidad, conforme a sus
propósitos, señalado para explicar
y llevar entre los hombres el plan
de salvación, compartiendo
también su naturaleza divina”.
Los que recibimos a Cristo, recibimos al
Padre.
Como tenemos su Espíritu, también
recibimos su corazón y con él, fuimos
libres del mundo y de la maldición por
medio de la Sangre de Cristo.
Discernimos entre lo santo y lo
profano. Nos regocijamos en
nuestra nueva identidad.

(Efesios 6:1-4).

Esta generación encontrará la gracia


para caminar en la victoria del Espíritu,
enfrentando la oposición de los reinos
de este mundo con gozo.

Sin visión, el pueblo se desenfrena.

Pero agregue la acción de


fortalecimiento fluyendo desde la
virtud pura y tiene los recursos
crudos de un ejército invencible.
¡Del corazón fluyen todos los
asuntos de la vida!

Estos son los días de avivamiento


profetizados por Malaquías.
Estamos en una batalla por la
siguiente generación.

La marca de Dios es una obra


transgeneracional, una nueva raza
en medio de la tierra.

Este es un pueblo que teme al Señor y


lo busca en verdad; un pueblo que
camina en la luz interior y manifiesta el
Espíritu de sabiduría y poder cuando
abundan el caos y la confusión.

Un pueblo formado y entrenado en la


nutrición de Dios.
Como el pueblo que no camina por la
carne sino conforme al Espíritu, fuimos
comisionados para crear esa
generación.

La noche está pasando y el día está al


alcance de la mano. Por lo tanto,
desechemos las obras de las tinieblas y
coloquémonos la armadura de la luz

(vea Romanos 13:12).

(Apocalipsis 14:1).

Rendición deliberada

Para recibir el sentir y los efectos del


amor de Dios en su propia vida, debe
darse cuenta que Él ya lo está
esperando.

Está parado y mirándolo desde la


orilla, anticipando su regreso hacia Él.
Para recibir personalmente esa
nutrición del amor de Dios, debe
arrojarse hacia su misericordia.

Es el arrepentimiento y la humildad
del hijo pródigo en acción.

Es la muerte de rendir todo para


recibir la nutrición de vida que sólo le
puede dar el Padre.
Es como Pedro cuando se acercó al
lugar donde glorificaría a Dios,
entregándole el control de su vida y su
destino.

Como puede ver, el amor no es


sólo rendirse ante otro, sino
hacerlo de una manera deliberada
y desinteresada.

¡Véalo por usted mismo! Un


encuentro personal con el Amor
mismo es posible, pero sólo si va
hacia Él, dejando atrás a todo su
pasado.

Él lo está esperando con


anticipación.

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