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Precedentes del Patrimonio Cultural en el Perú

A través de la cultura, se puede evaluar el conocimiento, desarrollo y habilidades que poseen


tanto hombres como pueblos. Es también el medio más eficaz a través del cual un grupo humano
alcanza su integración, por lo que no existen pueblos sin cultura, ni tampoco una cultura uniforme
para todos los pueblos. Partiendo de ello se pueda hablar de una identidad cultural como el legado
más representativo y más preciado de un pueblo. Sin embargo, el desarrollo cultural de una
sociedad no está libre de peligros. La historia revela un sin número de procesos culturales que se
han truncado o alterado debido a situaciones de conquista, a la incapacidad de sus élites para
salvaguardar su valioso patrimonio y, en general, al recorte de la libertad de los seres humanos. En
la actualidad existe gran consenso entre los investigadores en el sentido de que una mala
administración de la técnica moderna y de los medios de comunicación de masa, la mecanización,
las tendencias de la globalización de la economía moderna, además de otros factores, pueden
poner en serio peligro la identidad cultural de muchos grupos humanos, especialmente de
aquellos que son calificados como minorías étnicas.

El patrimonio cultural del Perú es quizá uno de los más ricos de América, pues se trata del legado
de distintos pueblos que alcanzaron el nivel de alta cultura en diferentes etapas y lugares, muchos
años antes de la llegada de los europeos, y la herencia de uno de los virreinatos más poderosos de
la América Hispana. Además contiene los añadidos de minorías provenientes de África Asia y
Europa. Sin embargo, tanto las vertientes nativas como las foráneas no han logrado integrarse de
tal manera que podamos hablar de una identidad nacional coincidente con su territorio.

La innumerable cantidad de monumentos arquitectónicos, cerámica, textilería, orfebrería y


muchas otras expresiones artísticas y técnicas que vienen de aquellas épocas, son prueba de su
grandeza. Pero en tiempos presentes, son testigos las expresiones del riquísimo acervo folklórico
que se manifiesta en los variados estilos musicales, danzas, narraciones, gastronomía, y artesanía
en general, en los cuales hacen gala de reverenciar el arte vivo de aquella grandeza pasada, la que
se resiste a perecer a pesar de la depredación y negación sistemática de muchos años de
dominación. Esta gran variedad de nuestro folklore en el que cada región o, mejor aún cada
población conserva sus propios estilos, es un signo elocuente de que el Perú es un país
multicultural.

Definitivamente, cabe señalar que hoy más que nunca el tema de la preservación cultural debe ser
realzado, pues cada vez es más patente que la gran crisis que se vive en el Perú, en la actualidad,
no sólo es económica, sino también, en gran medida, cultural. Casos como los de Bagua y
Uchuraccay han puesto de manifiesto, en forma dramática, el pluralismo cultural reinante en el
Perú, pero también la falta de comunicación entre los peruanos. Fenómenos como la subversión
senderista sugieren algo semejante y la importancia de la escuela como medio de expansión de
dicho movimiento. Todos estos acontecimientos, más el incontrolable volumen de las migraciones,
la informalidad expresada en la economía, la religión, etc. son manifestaciones de la falta de
diálogo entre las élites dominantes y las poblaciones que viven en el resto del Perú y de la carencia
de una política que haya permitido la integración en la pluralidad, y el reconocimiento de la
igualdad en las diferencias. En estas circunstancias, los gobiernos que dirijan la política del Perú
deben poner mucha atención al problema de la cultura y aquellos que nos interesamos por este
tema, debemos intentar un mínimo de coordinación de nuestras acciones para evitar
duplicaciones y gastos inútiles que distraigan los escasos recursos de que se dispone en este país.

Antecedentes

El patrimonio documental del Perú tiene otra historia. Dado que Lima fue la capital de un extenso
virreinato y a la vez cabeza de la audiencia del mismo nombre, fue natural que centralizase los
papeles jurídicos y administrativos de una población considerable y sobre materias muy diversas.
Había en ello mucho de la tradición burocrática española y el carácter mismo de la condición
colonial de los territorios de ultramar. Me refiero al hecho de una cierta indeterminación
deliberada de funciones que obligaba a las distintas autoridades a respaldar sus actos con la
documentación duplicada o triplicada, que diera fe y solidez a sus decisiones, aparte de una
nutrida correspondencia con la Metrópoli. Lo dicho contribuye a explicar la extraordinaria riqueza
de nuestros archivos que los investigadores del pasado, encuentran en serio peligro por el
deterioro, y de difícil acceso a los investigadores. 18 Como se puede apreciar en la muestra de
veintitrés archivos llevada a cabo por el historiador Rafael Varón (Varón et. al 1986), ninguno de
ellos contaba con un local para esto, el personal tenía un entrenamiento deficiente o carecía por
completo de él, y prácticamente no existían catálogos o índices que orientasen al usuario.
Obviamente, en este panorama catastrófico hay excepciones notables, especialmente por el
esfuerzo por superar los problemas, pero el solo hecho de que el Archivo de Límites del Ministerio
de Relaciones Exteriores, el Archivo de la Municipalidad de Lima y el Archivo Arzobispal se
mantengan en estado ruinoso es una muestra de lo mucho que queda por hacer.

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