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1 Lección: El Ser Como Fundamento

del Ser del Ente (M. Heidegger)


Intento: 10
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El Ser Como Fundamento del Ser del Ente (M. Heidegger)
Apreciar el valor de la crítica de Heidegger a la metafísica occidental que le ha
precedido e identificar algunos de los elementos más significativos del pensamiento
de Heidegger.
Critica a la Metafísica Occidental
Uno de los cuestionamientos más significativos a la metafísica occidental le viene
de Heidegger. Para éste, la limitación básica de la filosofía consiste en haberse
olvidado del ser como fundamento del ser del ente. ¿Cómo se explica tal olvido, a
la luz de las consideraciones de Heidegger? Tratemos de explicitarlo, evitando los
tecnicismos del autor. Nos interesa el problema que plantea.
La metafísica occidental es una filosofía de las esencias que se realizan sin más
en la existencia.
Entre el ser (existencia) y esencia (quididad) se ha establecido una diferencia, no
interrogada, que ha significado una subvaloración de la primera.
El origen del carácter esencialista de la filosofía radica en tres cosas:

1. primacía de la significación del término idea (eidos) como concepto antes


que como presencia (no ocultación).
2. primacía en la significación del término ente (on) (lo que es), referida al
contenido (lo que) sobre su sentido originario: “ser presente”.
3. Como corolario de lo anterior, definición de la verdad como adecuación
entre sujeto y objeto, no como presencia del ser en lo que es.
Lo que tenemos entonces es una orientación de la reflexión sobre el ser del ente,
que lo explica a partir de la esencia (verdad óntica), dejando en la penumbra el ser
que es en acto (verdad ontológica).
La tarea consiste entonces plantearse de nuevo la pregunta por el ser del ente y por
la verdad del ser (problema del fundamento) rescatando un concepto del ser como
manifestabilidad, visibilidad, “apertura”, iluminación, y del ente como su “presente”,
presencia.
Solo en un segundo momento, la presencia remite a aquello que se manifiesta en
ella (el contenido). La esencia de la verdad debe considerarse, entonces, como el
manifestarse en la realidad de la “presencia” (aletheia); como no ocultación (sin
velo).
La filosofía de Heidegger no constituye una negación de la metafísica, sino un ir
más allá de la historia de la metafísica. El interés puesto por Heidegger en la
existencia no hace de su filosofía un existencialismo, como el de K. Jaspers, o S.
Kierkegard; su interés es elaborar una doctrina del ser (ontología) en su conjunto y
en cuanto tal, que permite superar la tradicional que no fue más allá de ser el logos
del on, moviéndose en el dominio del ente en cuanto ente, entendido en sus notas
más generales, como en el ser supremo (Dios): ontología y teología.
Kant significo un avance al plantear el problema de la fundamentación de la
posibilidad de la metafísica; pero, dicha fundamentación creyó encontrarla en el
análisis de la arquitectónica de la razón, preso de las exigencias de la filosofía de
la subjetividad: será necesario, por lo tanto, superar esta concepción de Kant.
El procedimiento, camino o método que utiliza Heidegger, será, el de la
fenomenología de Husserl, pero modificándolo; por su mediación se describirá los
caracteres del ser-ahí, que podemos denominar “óntica”, para pasar luego al
problema del fundamento (ontología). De una parte trabaja el ser-ahí (Da-sein), o
analítica existencial, y de otra, se preocupa del ser-del-ser, como se manifiesta en
los grandes filósofos. Dos etapas por lo tanto constituyen su pensamiento.
PREGUNTA: ¿Cuál es la limitación de la filosofía occidental, según Heidegger?
Consiste en haberse olvidado del ser como fundamento del ser del ente.

primacía en la significación del termino ente (on) (lo que es), referida al
contenido (lo que) sobre su sentido originario: “ser presente”.

Primacía de la significación del término idea como concepto antes que como
presencia.

2 Lección: Analítica Existencial


Intento: 3
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Analítica Existencial

El hombre es el ente en quien se encuentra el ser y se pregunta por el


ser. El hombre puede comprender el ser (situación original). Dada esta
originalidad del hombre, la conexión entre la filosofía del hombre y la
metafísica no es algo arbitrario.
El hombre es el ahí-del-ser, en él se revela el ser, como algo no hecho del
todo, o dado, sino como existencia, quehacer. Las determinaciones
fundamentales de la existencia nos viene dadas en la caracterización del
hombre como ser-en-el-mundo, la cual aun de una parte de la expresión
ser-en y el termino mundo.

Con ella se expresa la relación esencial hacia lo otro; designa la


trascendencia constitutiva del ser-ahí: es el constitutivo formal de la
existencia. El mundo a que hace referencia son las cosas, entendidas
como situaciones. El estar en el mundo es una relación dinámica. El
mundo es en, por y para la existencia y viceversa. El ser de las cosas
consiste en su carácter instrumental. Como el fin de la utilidad es la
satisfacción y ésta supone la presencia, podemos deducir que el ser de
las cosas se caracteriza por este carácter de “estar a la mano”. Se muestra
si la subordinación de éstas al hombre. El les comunica inteligibilidad,
unidad, sentido. El mundo es una determinación existencial del hombre,
el cual a su vez necesita del mundo como una realidad útil.

El hombre frente a su existencia puede asumirla de manera autentica o


inauténtica. En el primer caso, asume su propia finitud. En el segundo, se
pierde en el anonimato, en el dominio público, se pierde bajo la tiranía
del mando, que todo lo homogeniza y lo torna insignificante. Es el ámbito
del “se dice” o “se hace”, que lo domina todo. En este ámbito el lenguaje
que es revelación del ser se vuelve charlatanería. La curiosidad llena toda
la existencia hasta conducirla al equívoco. El término natural de esta
situación (la de la existencia inauténtica) no es otro que la
irresponsabilidad que expresa la caída del hombre y su perdida entre las
cosas (alineación).

En la existencia autentica, por el contrario, se da una llamada por parte


de la conciencia al hombre como ser-ahí. Es un grito de cuidado, para que
abandone su vida inauténtica, y reconozca su propia y personal
posibilidad: la de la muerte. En esta encuentra su ser autentico, finito y
sin dominio de su origen y de su fin. El hombre es ser para la muerte. Su
ser es inseparable de la aceptación integral de la nada y de la finitud, en
el temple de ánimo de la angustia. Esta coloca al hombre frente a la
imposibilidad posible de su existencia.
PREGUNTA: ¿Qué es la existencia autentica?

La irresponsabilidad que expresa la caída del hombre y su pérdida entre las


cosas (alineación).

Se da una llamada por parte de la conciencia al hombre como ser-ahí.

3 Lección: Ontología, Sentido del Ser


Intento: 5
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Ontología: Sentido del Ser

En el texto de Heidegger que lleva por título Qué es metafísica nos dice
el autor: “sólo porque la nada es patente en el fondo de la existencia,
puede sobrecogernos la completa extrañeza del ente. Sólo cuando nos
desazona la extrañeza del ente, puede provocarnos admiración”. De la
admiración, esto es de la potencia de la nada, surge el “por qué”. Sólo
porque éste es posible, en cuanto tal, podemos preguntarnos por los
fundamentos y fundamentar una determinada manera. Sólo porque
podemos preguntar y fundamentar, se nos viene a la mano en nuestro
existir el destino de investigadores.

La pregunta acerca de lanada nos envuelve a nosotros mismos, a los


interrogadores. Es una cuestión metafísica. La existencia humana no
puede habérselas con el ente si no es sosteniéndose dentro de la nada. El
ir más allá del ente es algo que acaece en la esencia misma de la
existencia. Este trascender es precisamente la metafísica: de aquí que la
metafísica le pertenece a la naturaleza del hombre. No es una disciplina
filosófica especial ni un campo de investigaciones: es el acontecimiento
radical en la existencia misma y como tal la existencia.
Como la verdad de la metafísica habita en estos abismos insondables, su
vecindad más próxima es la del error profundo, siempre al acecho. De
aquí que no haya rigor de ciencia alguna comparable a la seriedad de la
metafísica. La filosofía jamás podrá ser medida con el patrón
proporcionado por la idea de la ciencia.

Si realmente se ha hecho cuestión para nosotros el problema acerca de


la nada, no habremos visto la metafísica por fuera. Tampoco podemos
decir que nos hemos sumergido en ella, porque por el mero hecho de
existir nos hallamos siempre en ella: physeigar, o phile, énesti tis
philosophía te tou andros dianota (Platón, Phaidros 279 a.c.).Por el mero
hecho de existir el hombre acontece al filosofar.

La filosofía, eso que nosotros llamamos filosofía, es tan solo la puesta en


marcha de la metafísica; en esta adquiere aquella su ser actual y sus
explícitos temas.

Y la filosofía solo se pone en movimiento, por una peculiar manera de


poner en juego la propia existencia en medio de las posibilidades radicales
de la existencia en total. Para esta postura es decisivo: en primer lugar,
hacer sitio al ente en total; después soltar amarras, abandonándose a la
nada, este es, librándose de los ídolos que todos tenemos y a los cuales
tratamos de acogernos subrepticiamente; por último, quedar suspensos
para que resuene constantemente la cuestión fundamental de la
metafísica, a que nos impele la nada misma: ¿“por qué hay ente y no más
bien nada”?

En la riqueza de su contenido el texto nos permite entender hasta dónde


es cierto: a) que la analítica existencial no es más que un preámbulo que
nos abre el horizonte del ser; b) que con Heidegger se abre una nueva
perspectiva para la metafísica, muy lejana del concepto dogmático de
metafísica; y c) que la metafísica ni puede, ni debe competir su “estatuto
teórico” con las ciencias particulares.

Debemos precisar igualmente en cuanto a la pregunta final, denominada


por Heidegger la cuestión fundamental, que el por qué no se refiere a la
causa del ente que existe; y la expresión nada, no se refiere a la negación
del ser sin más. La pregunta viene a significar entonces: ¿por qué motivo
el ente determinado “es” mientras que la nada (entendida como ser)
permanece en el olvido?
¿Qué es el ser que está en el ente-hombre, en el ahí-del-ser? ¿Será pura
indeterminación, carencia de determinación entitativa o el “acto de ser”,
o Dios?
El ser, como lo habíamos perfilado más arriba, es apertura, iluminación
(Lichtung) del ente, “presencia de lo presente”. Jamás algo objetivo, real,
esencia. Se nos manifiesta en el tiempo (éste significa la no-ocultación
del ser) a través del ente, por medio de la angustia en él entrañada. No
es un producto del pensamiento.

La angustia es el sentimiento radical que me descubre la situación


fundamental del hombre. Es la conciencia de su facticidad, arrojado al
mundo y sin razón de ser. Es el sentimiento ante la carencia o la nada
(conciencia del desarraigo).

La nada nos indica que todo ente en cuanto ente se hace de la nada, a
excepción del hombre que en virtud de su ser, puede partir de su
conciencia del caos, dar inteligibilidad y sentido a las cosas, al mundo y
en virtud de este mismo acto trascenderse.

Ser para la muerte, el hombre existe en razón de su fin, es la posibilidad


suprema que se le ofrece. Todos los existenciales se condensan en la
angustia ante la muerte, no como algo que viene de fuera, sino que
madura en el hombre. En ella encuentra la libertad, el límite de su poder.
La muerte es inexorable pero el hombre puede asumirla sin refugiarse en
la inautenticidad.

La conciencia y la decisión libre completan el significado del ser del


hombre como ser para la muerte, y la temporalidad compete y
fundamenta esta ontología fundamental, a través de la cual se nos dan
las características del ser y su sentido.

La conciencia es una llamada que viene de mí, pero que sin embargo está
sobre mí; la decisión libre es la respuesta al llamado de la conciencia,
respuesta en la que cada quien se elige a sí mismo como ser para la
muerte: la libertad, es la categoría suprema de la existencia.

El hombre es temporal. Su estructura, la del ser-ahí es temporal. El


tiempo está constituido por tres “éxtasis” o momentos supremos unidos
a la estructura misma del ser-ahí: el pasado, el presente, y el futuro.
Momentos en que nos percibimos como proyecto, a la vez que arrojados
sin previa elección, pero con la posibilidad de asumir una existencia
autentica.

PREGUNTA: ¿según Heidegger, la analítica existencial no es más que?

una nueva perspectiva para la metafísica, muy lejana del concepto dogmático
de metafísica.

Un preámbulo que nos abre el horizonte del ser

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