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Divorcio

La disolución del matrimonio es un fenómeno de la edad adulta temprana. La desesperación “del


séptimo año” es algo más que folclor.
Por qué ha aumentado el divorcio
El divorcio es más común en la actualidad porque la sociedad ha cambiado en sus estructuras. Las
mujeres son menos dependientes de los esposos en cuanto a lo económico y es posible que
soporten menos los matrimonios que no funcionan. Existen menos obstáculos para divorciarse, y
tanto la oposición religiosa como el estigma social son menores. Las parejas acostumbraban a
permanecer juntas “por el bien de los hijos”: sin embargo, hoy esto no se considera la mejor
decisión. Y como en la actualidad las parejas deciden aplazar el momento de tener hijos, o no los
tienen es más fácil volver a la vida de soltero. Mientras la mayoría de las personas tiene la
esperanza de que su matrimonio perdure, muy pocos confían en que éste durará hasta la muerte
de uno de los dos cónyuges. Como afirma un sociólogo “un voto más sensato sería mientras los
dos se amen o mientras no sobrevenga algo mejor”. Hoy, las personas esperan mucho más del
matrimonio, lo que genera más puntos de desacuerdo. Cuando las condiciones deseadas, en el
matrimonio, no se dan, pocas personas consideran vergonzoso o poco moral acudir al divorcio.
Existen factores personales que hacen que unos individuos sean más inclinados al divorcio que
otros.
Reacciones ante el divorcio
Terminar un matrimonio, incluso si no marcha bien, siempre es doloroso. Un divorcio acarrea
sentimientos de fracaso, vergüenza, hostilidad y autorrecriminación. El divorcio tiene varias
facetas: emocionales, legales, económicas, de paternidad, comunales y psíquicas. En cualquier
situación estos aspectos causan estrés. Las reacciones frente al estrés pueden atentar contra la
salud. Las personas separadas o divorciadas presentas tasas más elevadas de enfermedad y
muerte. La adaptación depende de los sentimientos que las personas experimentan frente a sí
mismas y a los cónyuges, y como se maneje el divorcio. Otro factor importante para lograr una
buena adaptación es hasta qué punto la persona se ha independizado de su anterior cónyuge. Una
vida más activa ayuda a cortar los vínculos emocionales entre los ex – esposos. Con frecuencia, la
persona que inicia la separación experimenta sentimientos mezclados de alivio, tristeza, culpa,
aprensión y enojo. Sin embargo, quien quiera que sea se mantiene en mejor condición emocional
durante los primeros meses que la otra persona que experimenta dolor, rechazo, la pérdida de
control y la impotencia. Ira, depresión y desorganización son las reacciones más comunes después
del divorcio, compensadas por el alivio que se experimenta, el vínculo que aún continúa y la
esperanza de encontrar una nueva oportunidad de vida.
Nuevo matrimonio después del divorcio
La mayoría de las personas divorciadas no permanecen solteras. Se calcula que las tres cuartas
partes de las mujeres divorciadas se casan de nuevo, y que los hombres tienen mayor probabilidad
de hacerlo. La alta tasa de divorcios no indica que las personas no deseen casarse; por el contrario,
refleja un deseo de ser feliz en el matrimonio y verlo como una cirugía, dolorosa y traumática,
pero necesaria para llevar una vida mejor.
Vida de soltero
El porcentaje de hombres y mujeres que no se casan ha aumentado durante las últimas décadas.
Algunos jóvenes permanecen solteros para tener libertad de asumir riesgos sociales, económicos y
físicos. Así pueden decidir con mayor facilidad si viajan, aprovechan la oportunidad de trabajo,
mejoran su educación o realizan un trabajo creativo, sin tener que preguntarse si su deseo de
autorrealización afecta a otras personas. A otros, simplemente les gusta estar solos o temen que
acabar en divorcio. Posponer el matrimonio es sensato puesto que cuando las personas contraen
matrimonio muy jóvenes tienen las peores posibilidades de tener éxito. Entre las ventajas de estar
soltero se encuentran: la oportunidad de seguir una carrera, la capacidad de movilización, la
autosuficiencia, la libertad sexual, los estilos de vida emocionantes, la libertad de cambiar y la
oportunidad de mantener diversas relaciones, vivir varias experiencias, desempeñar una
pluralidad de roles y lograr la autonomía psicológica y social. Entre las desventajas de estar casado
se encuentran: las restricciones de la monogamia (sentirse atrapados o aburridos, sentir
obstáculos para el autodesarrollo, la infelicidad, la ira, el juego de rol y la necesidad de someterse
a otras expectativas), la incomunicación, la frustración sexual, carecer de amigos, movilidad escasa
y limitación para emprender nuevas experiencias.
Los problemas de las personas solteras van desde los prácticos, como encontrar trabajo, vivienda y
ser responsables de sí mismas, hasta los intangibles, como interrogarse con la manera de encajar
en el mundo social, la aceptación de los amigos y familia, y cómo la soltería afecta su autoestima.
Dos de los estereotipos más comunes, que las personas solteras son solitarias y que tienen
muchos compañeros sexuales, no fueron corroboradas por la investigación. En dicho estudio, las
personas divorciadas estaban más cerca del estereotipo que las que nunca se habían casado.

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