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“Si la civilización es la civilización del hombre blanco, entonces es mejor seguir siendo
bárbaros
En 1966, el director francés Alain Resnais da a conocer La Guerra ha terminado, con guión
de Jorge Semprún, sobre la resistencia española al régimen franquista. La presentación de
esta película, junto al estreno de la magnífica y multipremiada La batalla de Argel, de Gillo
Pontecorvo, marcan un hito dentro de lo que se llamó el nuevo cine político.
La batalla de Argel, filmada con una estética documentalista, está centrada en el personaje
de Ali La Pointe, figura legendaria del movimiento insurreccional durante la guerra de
independencia del país del norte africano que tuvo lugar entre 1954 y 1962, dirigida por el
Frente Nacional de Liberación de Argelia contra la opresión francesa establecida desde
1830.
Con la población actuando de extras y filmada en el laberinto de callejuelas de la Casbah de
Argel, el director italiano logra dotar de autenticidad la crónica de la vida de los árabes
argelinos durante los estertores de la dominación francesa y, como pocas veces el cine
había mostrado hasta entonces, explicita la feroz violencia colonial que atraviesa todo el
relato con imágenes de un verismo impactante que conmocionó al público de todo el
mundo.El film estuvo prohibido en Francia hasta 1971
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El director inglés Alex Cox, realizó el film Walkers (1987) basada en esta historia
gubernamental, sino como un conjunto de dispositivos que atraviesan la constitución misma
del mundo moderno-colonial”2
En la película lo expresa en la voz del líder rebelde, el negro Jose Dolores: “Si la
civilización es la civilización del hombre blanco, entonces es mejor seguir siendo bárbaros”.
O cuando le recuerda a Williams: “Inglés ¿Recuerdas lo que dijiste? La civilización le
pertenece a los blancos, pero ¿qué civilización, y hasta cuándo?”.
En varias escenas, Pontecorvo explícita su posición ideológica,con diálogos en clave
marxista, como cuando el cínico Williams instruye a los hacendados con los beneficios del
capitalismo sobre el régimen esclavista, haciendo una comparación entre una esposa y una
prostituta:
“Esposa es una relación que hay sostener y alimentar durante toda la vida, una prostituta se
tiene sólo cuando se la necesita y se la paga sólo por su servicio. Entonces, señores, ¿qué
es más conveniente? ¿Un esclavo o un trabajador asalariado? ” El subtexto puede
interpretarse también como una postura poco frecuente en los 60, asimilar a las esposas
con el trabajo esclavo no remunerado y a la prostitución como un trabajo.
En otra secuencia José Dolores dice: “si un hombre trabaja para otro, a pesar de que le
llamen obrero, seguirá siendo un esclavo y será siempre así, siempre que haya quien sea
propietario de las plantación y quien solamente posea un machete, para cortar caña para el
amo”.
En el guión original, la película se llamaba Quemada y los colonialistas eran los españoles,
pero enterado Francisco Franco, presionó a los distribuidores de la industria
cinematográfica hollywoodense amenazando con bloquear todas sus películas, los
productores cediendo a la intimación decidieron cambiar a los españoles por los
portugueses y renombrarla como Queimada. A pesar de haber pasado 50 años y sin la
omnipresente figura del caudillo, todavía los gobiernos españoles siguen sosteniendo una
política negacionista del genocidio indígena en América y de la guerra de conquista
colonialista y continúan homenajeando a la épica del “descubrimiento de América”.
El papel omnipresente de Williams es soberbiamente interpretado por Marlon Brando, quien
consideró su actuación como la mejor su carrera, logrando dar credibilidad a uno de los
personajes más maquiavélicos de la historia del cine.
En otro acierto, Pontecorvo volvió a convocar a Ennio Morricone para la realización de la
banda sonora, la cual contribuye al clima de dramatismo que impregna todo el film. Años
después Morricone volvería a poner su talento en otro film anticolonialista, La misión,
creando una de las más bellas bandas sonoras que se han compuesto para el cine.
La película finaliza con una secuencia magistral que muestra un paneo de los trabajadores
negros, cuyas miradas interpelan al espectador con una contundencia impresionante.
El género cine político como tal no está exento de polémica, la línea demarcatoria con el
cine de carácter social no es una frontera clara, muchas veces las temáticas se integran y
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Gilo Pontecorvo, estuvo comprometido con la causa antifascista desde su juventud. Ingresó en el Partido
Comunista en 1941, uniéndose a la resistencia italiana en 1943 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
Tras la invasión soviética de Hungría, abandonó en 1956 el Partido Comunista , pero siguió siendo un marxista
convencido.
solapan. Existen quienes consideran que todo cine es político, aunque sea por omisión,
pues siempre hay elementos simbólicos que expresan posturas del realizador, incluso
cuando pretende ser apolítico. Por otra parte, no pocos cinéfilos y críticos puristas lo
cuestionan porque consideran que el cine no debe instrumentalizarse al servicio de ninguna
causa, y que la valoración de su calidad debe ser considerada fuera de todo mensaje,
independientemente del contenido que, según opinan, es extrínseco a la obra.
Ante las críticas que consideraban al cine político como mecanismo de propaganda, hubo
directores que redoblaron la apuesta , ”más que un cineasta soy un agitador político”,
declaró el cubano Santiago Álvarez en el Festival de cine latinoamericano celebrado en
Viña del Mar en 1969.
Más allá del interés o la pertinencia de este debate, la cartografía del cine político se impone
por peso propio, por la densidad de sus realizaciones, la repercusión de sus películas y el
impacto que generan en el espectador, ya que frente al cine concebido sólo como
espectáculo de entretenimiento, de historias tranquilizadoras y de final feliz, este cine
exhorta a tomar partido ante sus imágenes provocadoras.
Si hubo un momento excepcional en su historia hay que remitirse al año 1969, cuando se
estrena Queimada. Si el 68 fue el año de las rebeliones juveniles, al año siguiente se
dieron a conocer un número excepcional de estupendas realizaciones, las cuales
configuraron un fenómeno político-cultural irrepetible. Entre las europeas se destacan Z, de
Costa- Gavras; La caída de los dioses, de Luchino Visconti; Porcile, de Pier Paolo Pasolini;
Le Gai Savoir, de Jean-Luc Godard; España otra vez, de Jaime Camino, La broma de
Jaromil Jires, sobre el libro de Milan Kundera; If, de Lindsay Anderson y el documentalista
frances Chris Marker filma en Brasil Maringuela. Al mismo tiempo, en EEUU, dentro de un
cine que en términos políticos puede considerarse menos explícito, se estrenaron este año
Easy rider, de Dennis Hopper; En el calor de la noche, de Norman Jewison y Cowboy de
medianoche, de John Schlesinger.
En Latinoamérica, en el mismo año se dieron a conocer una serie de películas que
marcaban el clima de ebullición política y social que se vivía en la región, cuyo símbolo
principal fue en ese año el Cordobazo. Así casi en simultáneo se conocieron: La hora de los
hornos de Octavio Getino y Pino Solanas; Raymundo Gleyzer filma México la Revolución
Congelada; en Brasil, Glauber Rocha presenta Antônio das Mortes y Joaquim Pedro de
Andrade Macunaíma; el director boliviano, Jorge Sanjinés, expone Sangre de Cóndor;
también en 1969 en Chile Miguel Littin estrena El chacal de Nahueltoro, Elvio Soto
Caliche Sangriento y Patricio Guzmán El paraiso ortopedico en Cuba se exhiben La primera
carga al machete, de Manuel Octavio Gómez, Memorias del Subdesarrollo, de Tomás
Gutiérrez Alea y Santiago Álvarez filma La estampida, sobre la invasión de EEUU a Laos 3
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Una lista parcial de otros destacados directores que filmaron cine político en ese periodo incluye a: Frederic
Rossif, Miklos Jansó, Andrzej Wajda,Vera Chytilová, Ken Loach,Stanley Kubrick, Bo Widerberg, Alan Pakula,
Mario Monicelli, Bernardo Bertolucci, Elio Petri, Giovanni Montaldo, Lina Wertmuller, Paul Leduc, Fernando
Ayala, Hector Olivera, Jorge Cedrón, Anselmo Duarte y Nelson Pereira dos Santos.
como objetivo fundir la dimensión social con la política y la cultura, el arte y la vida, la ética y
la estética, utilizando el cine como fermento de la historia.
Su relación con los movimientos cinematográficos europeos en cuanto a influencia se dio de
manera selectiva y diferenciada. Entre esas influencias se pueden reconocer tres
movimientos o momentos de ruptura de la historia del cine: el cine soviético de vanguardia,
Eisenstein y Pudovkin en el plano de la ficción y Vertov y Medevkin por la parte del
documental, el neorrealismo italiano de la postguerra, Rosellini, De Sica, Germi, Visconti y
el cine de autor francés que da comienzo a la Nouvelle Vague con Truffaut, Godard y
Resnais como sus representantes. Coincide en el tiempo con el cambio que plantean los
integrantes del llamado Free cinema inglés, que dieron a conocer sus ideas en el
manifiesto: Angry Young Men, Jóvenes Enojados.
Pero fue el cine de Pontecorvo el más referenciado por su forma y contenido, el que se
valoró como más cercano a la realidad de la región. Su Batalla de Argel tuvo un impacto
extraordinario en la militancia, incluso algunas organizaciones la consideraron de visión
necesaria como parte de su formación política.
Este cine se proponía actuar como contribución para el cambio, los cineastas, en la
concepción gramsciana del intelectual colectivo, pretendían dar cuenta de la historia, así
como hacer del cine una intervención política. Tomar la realidad social no como objeto a
representar, sino como objeto productor de sentidos. Se plantearon romper con la pasividad
del espectador propia del cine-espectáculo, proponiendo un cine activo, donde la cámara se
haga explícita, así como la ideología y el tratamiento de la realidad mostrada.
Buscaban autonomía respecto de las instituciones dominantes creando sus propias formas
de expresión, los distintos grupos de cineastas latinoamericanos aspiraban a la creación de
una cultura nacional y latinoamericana propia y descolonizada, que sirviera como aporte a
los movimientos emancipadores en su camino de ruptura de los lazos de dependencia y
colonización, no solo políticos y sociales, sino también culturales.
En ese camino todos reconocen como precursor a Fernando Birri, el fundador en 1956 de
la primer escuela de Cine Documental de Latinoamérica, la reconocida Escuela de Santa
Fe, donde alumnos y maestros trabajan y crean juntos, de esa experiencia surgen en 1960
Tire Die y Los inundados en 1962.
En ese periodo, Pino Solanas, Octavio Getino Gerardo Vallejos y Edgardo Pallero fundan el
grupo Liberación y bajo la influencia del Movimiento No Alineados y su lógica
tercermundista plantearon el manifiesto hacia un Tercer cine. Raymundo Gleyzer junto a
Álvaro Melián y Nerio Barberis crean Cine de Base que considera la cámara como un arma
para el combate de ideas, Gleyzer filma en 1973 Los Traidores, una denuncia incisiva y
mordaz sobre la burocracia sindical4. En Bolivia Jorge Sanjinès organiza el grupo Ukamau,
que significa “Asi es” en lengua aymara y propone por primera vez un cine de raíz
indígena. Los brasileños Glauber Rocha, Paulo Emílio Sales Gomes, Alex Viany y Ruy
Guerra irrumpen con una temática y una estética original el Cinema Novo. Su manifiesto:
La Estética del Hambre se nutrió de los aportes teóricos de Ruy Mauro Mariani y de
Theotonio dos Santos sobre la Teoría de la dependencia y al igual que Pontecorvo, se
referenció en las ideas de Frantz Fanon. La erupción del Cinema Nôvo, con su feroz
crudeza, sacude a los espectadores con la furia desatada de sus imágenes, es la expresión
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Raymundo Gleyzer fue secuestrado el 27 de mayo de 1976 en la puerta del Sindicato Cinematográfico
Argentino (SICA) y permanece desaparecido.
trágica y plástica del hambre y la pobreza en América Latina. “Nuestra originalidad es
nuestra hambre, nuestra miseria, puede ser sentida, pero no es compartida”.sostiene
Glauber Rocha
Como señala el escritor y crítico peruano Isaac León Frías, al analizar el cine político en
Latinoamérica: “ni antes ni después de los años sesenta y comienzos de la década
siguiente se hicieron elaboraciones teóricas o manifiestos como los de esos años”.