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EGIPTO

El NEOLÍTICO es una fase cultural caracterizada por la aparición del pulimento de la piedra.
Plantea nuevas relaciones entre el hombre y el medio ambiente, se produce un gran cambio en
el que se pasa de una economía recolectora a una economía productora.

A este gran cambio se lo ha llamado REVOLUCIÓN NEOLÍTICA y es donde se marca el


comienzo de la economía basada en la ganadería y la agricultura.

Hay muchas teorías al respecto, en las que historiadores, arqueólogos, antropólogos, geólogos,
etc. Han intentado explicar por qué el hombre dejaría de realizar una actividad que ha
resultado durante tantos miles de años y llevaría adelante otra forma de vivir.

Más allá de las diferencias entre todas esas teorías, luego de la teoría presentada por Gordon
Childe “la teoría de los oasis” se multiplican las investigaciones acerca de este cambio social y
económico pero también se empieza a incluir una mirada geográfica que permite reconocer
que los primeros asentamientos aldeanos agrícolas se dieron de modo independiente en
lugares distintos que mantenían las mismas características de relieve, clima, vegetación, suelo,
etc.

Una de estas regiones es el PRÓXIMO ORIENTE, veamos en el mapa sus características:


“El término Oriente Próximo es el preferido por la Real Academia Española (RAE) como por
la mayor parte de los libros de estilo en español. Con dicho término se refieren a Arabia Saudí,
Baréin, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Israel, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Omán, Catar,
Siria, Sudán, Yemen, los territorios controlados por la Autoridad Nacional Palestina (la Franja
de Gaza y parte de Cisjordania)), pero también para tres países cercanos (Chipre, Egipto e
Irán.”

R. J. Braiwood, plantea una renovación de las tesis de Chile, configurando la denominada


teoría de las zonas nucleares- también Peake y Fleure-. La necesidad de una confrontación
empírica de la explicación del oasis de Chile motiva una investigación sobre el terreno con el
primer gran proyecto de tipo interdisciplinario que actúa en la zona del Próximo Oriente. Los
aspectos del conocimiento de tipo naturalista confieren un nuevo marco interpretativo al
definir una serie de premisas importantes, en parte aún válidas actualmente. Se trata de la
definición de un marco paleoclimático y ecológico en el cual se observa la inexistencia de
variaciones bruscas importantes en el cambio del pleistoceno/Holoceno. La ausencia de
variaciones climáticas y, por tanto, de vegetación - confirmados por los estudios
paleobotánicos de Butzer, Van Zeist, Andrews o Wright- orientan la investigación hacia los
ecosistemas donde se hallan distribuidas las especies animales y vegetales domesticables. El
resultado es la definición del área del creciente fértil como la zona nuclear donde se producen
las transformaciones económicas y socioculturales. Esta concepción teórica expone
principalmente cómo y dónde se produce el cambio pero no explica, satisfactoriamente, el por
qué se produce. (Alfredo Rivero Rodríguez).
Flanery y Binford formulan una teoría denominada teoría del desequilibrio o de las áreas
marginales (también se puede encontrar aludiendo a los estudios de Flannery como Teoría
del "marco Auxiliar"), formula una interpretación según la cual se produce una ruptura en el
equilibrio entre crecimiento demográfico y medios de subsistencia, forzando una
transformación que no se realiza en las propias áreas de los vegetales y animales
domesticables, sino en las zonas periféricas de los mismos. En términos generales, estos
autores observan que proceso se inicia con los últimos cazadores-recolectores. La economía
de amplio espectro por ellos practicada y las variaciones ecológicas surgidas en el Holoceno-
cambios en el nivel del mar, citados por Binford- implican una progresiva integración entre
recursos domesticables y grupos humanos en ciertas zonas, lo que significa la intensificación
del hábitat y del sedentarismo en determinados sectores. La ruptura del equilibrio recursos-
población en estas zonas privilegiadas implica a su vez movimientos de poblaciones hacia las
regiones periféricas, llevándose especies en vías de domesticación. Es en estas áreas
marginales donde la interdependencia entre estas especies y el hombre se acentúa,
apareciendo la domesticación. (Modelo de desequilibrio)

La tesis de Cohen en su obra La crisis alimentaria en la Prehistoria, formulada en la mitad de


los setenta, ofrece una novedad importante al tratarse de una teoría que pretende tener un
alcance general de la explicación del origen de la agricultura a nivel mundial, al observar que
la aparición de las primeras transformaciones económico-sociales en los distintos lugares de
evolución primaria-Próximo Oriente, Mesoamérica...-presentan un paralelismo y una sintonía
que aplican la búsqueda del factor subyacente que actúa en todas ellas. Para este autor el
denominador común es la presión demográfica. La presión demográfica explicaría la adopción
de la agricultura desde una perspectiva temporal y geográfica amplia, considerando que el
crecimiento de la población ha ido constante. El examen a escala amplia permite observar la
existencia de un crecimiento regular de los grupos de cazadores-recolectores, cuyos
excedentes demográficos son canalizados mediante la expansión territorial. La expansión
territorial se trata de una posibilidad limitada para el régimen económico de la caza-
recolección, amenazando el equilibrio establecido de explotación de los recursos.

Sea como fuere ( hemos visto como la razón que impulsó al hombre de finales del periodo
glaciar a abandonar su existencia de cazador-recolector sigue siendo objeto de debate), la
transformación de las bases económicas se manifiesta (siguiendo a González Wagner en su
obra El Próximo Oriente Antiguo), como hemos señalado, en diferentes campos- hábitat,
producción de subsistencia, tecnología...). En efecto, la economía de las poblaciones neolíticas
se basa principalmente en el cultivo de diversas plantas que permiten obtener buenas
cosechas y por tanto, asegurar la alimentación de la comunidad. En la zona del Próximo
Oriente los cereales desempeñan un papel fundamental en este sentido, ya que ofrecían
buenas condiciones de rentabilidad, no necesitando excesivo cuidado, resistiendo un tiempo
considerable almacenado y contribuyendo de forma importante a la nutrición. Por su parte, la
domesticación - entendiendo por tal la acción de control que ejerce el hombre sobre las
pautas de comportamiento de una especial, ya sea vegetal o animal-puede considerarse como
una simbiosis entre el hombre y el animal. El primero sufre cambios de tipo socioeconómico y
el segundo de carácter físico-morfológico.
La adopción de los nuevos procesos productivos convertirá a unas comunidades en
agricultoras, a otras en ganaderas y finalmente de tipo mixto.

Paralelamente a estos cambios surge un utillaje técnico especializado como; el pulimento de la


tierra, el desarrollo de la industria tallada del hueso, los dientes de hoz tallados, los molinos
de mano para moler el grano, instrumentos líticos-hachas, azuelas, etc.-pulimentadas para el
cultivo de la tierra. Pero es, sin duda, la cerámica la tecnología que, quizás, mejor define al
Neolítico: a través de ella el hombre transforma las características de una materia prima en su
propio provecho-antes, solo alternaba la forma de la materia-. Con ello, la comunidad contara
con la posibilidad de almacenar productos. A la cerámica se une la cestería y la artesanía textil.

Las primeras manifestaciones de una economía productora de alimentos se sitúan en ciertas


áreas del Próximo oriente, principalmente Mesopotamia, Siria, sur de Anatolia, Líbano y
Palestina, donde de un auténtico Mesolítico se evoluciona a un Neolítico primitivo -quizá
debido según la mayoría de los autores a las especiales condiciones biogeográficas (tres áreas
diferentes- marco paleoártico al norte, la zona africana al sur y la zona oriental o asiática en el
suroeste-) y al tránsito desde un clima fuerte seco al final del pleistoceno a otro de optimun
climático en el holoceno-. Su estudio ofrece un interés particular, pues en esa zona aparece
con gran precocidad cronológica y en su origen y desarrollo no intervienen factores exógenos.

Neolítico Egipcio. Destaca como núcleo más importante el foco de El Fallum con una economía
basada en la agricultura del trigo, cebada y lino y en la ganadería del cerdo, la oveja, cabra y el
toro. Aparece industria lítica y cerámica de formas simples, restos de tejidos y cestería, así
como objetos de adorno. Se podrían citar además los focos de Merimde Beni Salame y el de El
Umari.

“Caracterizaremos el espacio geográfico del cercano Oriente donde se desenvuelven estas


sociedades. Con la diversidad ecológica existente, esta macro región es definida como unidad
y variedad. Unidad, por tratarse de un área compacta, relativamente circunscrita por límites
externos (por ejemplo el mediterráneo al oeste y el mar negro al noroeste, y por la presencia
de la gran cuenca fluvial formada por el Tigris y el Éufrates en su paso por la llanura de
Mesopotamia, enlazando y facilitando las comunicaciones hacia las restantes regiones
periféricas). Variedad, primero, por la existencia de una diversidad del relieve, clima, de la
distribución de las redes fluviales y las materias primas. Y, segundo, la variedad regional que
se manifiesta en la existencia de ámbitos geográficos diferenciados. Como bien ha señalado
González Wagner, ‘la dicontinuidad ecológica propia del Próximo oriente explica la falta de
homogeneidad que caracteriza la distribución de los recursos naturales´. Por ello, las primeras
sociedades urbanas o estatales que se desarrolaron aproximadamente hacia el año 3200 a. C.,
en las regiones fértiles como Mesopotamia y Egipto, carecían de importantes recursos que no
eran inexistentes en las zonas periféricas.” (pág. 34)
“El pastoralismo jugó un rol básico en la economía de subsistencia de todas las sociedades del
Cercano Oriente Antiguo. Su importancia es evidente en las sociedades más tradicionales del
presente (…)

Lees y Bates propusieron un modelo en el cual un esquema inicial de agricultura mixta y


pastoralismo de subsistencia fue gradualmente reemplazado por una forma más especializada
de cultivo basada sobre canales de irrigación.

La producción creciente de tierra irrigadas conduce a una gran dependencia sobre recursos
de cereales, no solamente por gente sedentaria sino también por pastoralistas que ahora
comenzaron a concentrarse sobre productos renovables tales como la leche y la lana. Dichos
productos eran cambiados por cereales.” (36)

“Si bien la reconstrucción del proceso histórico en el Valle del Nilo durante el cuarto milenio a.
C. presenta dificultades, algunos aspectos se hacen claros como las formas de actividades
económicas que desarrollaron las diversas comunidades sedentarias, el proceso de
diferenciación social y el surgimiento de élites dominantes a nivel local (particularmente en el
Alto Egipto), estos últimos, gracias a los estudios de las necrópolis y ajuares funerarios.” (37)

“La formación estatal en el Valle del Nilo, hacia la segunda mitad del cuarto milenio a. C.,
impuso un ordenamiento social radicalmente nuevo, que se consolidó en la época del reino
antiguo. El cambio observable fue la permanente intensión de ampliación espacial y coercitiva
por parte del estado, dando origen a una interacción étnica mayor, con matices alternativos,
ya que los grupos pastorales de los territorios circundantes debían ponerse en contacto con
con las poblaciones asentadas en el valle del Nilo para conseguir algunos productos de los que
carecían.” (40)

La gastronomía en el Antiguo Egipto.

Escrito por ROSA PUJOL

Aunque disponemos de mucha información sobre templos y tumbas del Antiguo Egipto, hay
aspectos de la vida cotidiana que a menudo no se mencionan en los libros. Esto suele ocurrir
con la alimentación. No es preciso decir que la alimentación es de crucial importancia en
cualquier cultura, y que puede incluso ser de utilidad para la correcta comprensión de los
demás aspectos de dicha cultura.
Afortunadamente, contamos con una gran profusión de representaciones de todo tipo
haciendo referencia a la comida y la bebida, lo cual nos permite adentrarnos en este tema de
manera que podamos hacernos una idea bastante aproximada de qué comían los egipcios.
Es evidente que a los egipcios les gustaba comer, y temían el hambre. En el papiro Harris se
hace mención a los alimentos casi tantas veces como al oro, los metales preciosos o los
cosméticos. En el cuento de Sinuhé, el protagonista nos menciona que en el país de Iaa, en
Siria, encontró un lugar donde había, y cito textualmente:
"más vino que agua, miel y aceite, toda clase de frutas, cebada, almidoneros y rebaños sin fin",
es decir que podía disfrutar de los mismos recursos que en una buena región de Egipto. Dice
también que
"había dulces, vino en todas las comidas, carne y aves asadas además de los animales salvajes
que cazaban con trampas y luego presentaban en mi honor".
El náufrago también tuvo mucha suerte, ya que encontró una isla en la que había;
"higos y uvas, toda clase de verduras, magníficos puerros, pepinos, sandías y melones, aves y
peces. No existe nada que no se pudiera encontrar allí".
Los testimonios también nos dan a entender que para los egipcios la alimentación no era una
mera necesidad biológica. Y para ello no hay más que observar la cantidad de ofrendas y
escenas de banquetes funerarios que aparecen en sus tumbas, en las que los comensales se
representan sentados ante mesas repletas de provisiones. De hecho, un difunto no parecía
estar bien abastecido hasta que no tenía en su lista de ofrendas al menos

 10 clases de carnes diferentes


 5 clases de aves
 16 tipos de pan y pasteles,
 6 clases de vino
 4 tipos de cerveza
 11 de frutas
 y todo tipo de cosas dulces
Debido a la naturaleza perecedera de los alimentos, aún permanecen sin respuesta muchas
preguntas acerca de lo que comían y bebían. Tampoco sabemos como producían,
almacenaban y preparaban sus comidas, ni las cantidades consumidas habitualmente. Aunque
si sabemos que las recetas no solo pasaban de generación en generación, sino que al igual que
hoy en día estaban sujetas a modas y a tendencias llegadas del extranjero.
A pesar de que los alimentos se estropean y las bebidas se evaporan si no son consumidas,
aún contamos con bastantes evidencias que informan de cuales eran los alimentos de que
disponían los antiguos habitantes del Nilo. Estas fuentes de información están principalmente
en los relieves y en las pinturas murales de las tumbas, así como en las maquetas de madera
que reproducen escenas de la vida cotidiana, y también en las estatuillas de piedra que
representan a sirvientes en diversas fases de la preparación de los alimentos.
También obtenemos información adicional gracias a los textos religiosos, a las listas de
ofrendas y a los registros de los templos, que, aunque más prosaicos, también resultan muy
útiles. Igualmente, en algunos asentamientos y tumbas se han descubierto cerámicas,
herramientas y demás elementos usados en la preparación de la comida.
De hecho se conservan restos de verdadera comida egipcia en muchos museos (Ashmolean,
British, Louvre, etc. Aunque algunos de ellos se encontraron en yacimientos como el de
Amarna o Malkatta, la mayoría provienen de contextos funerarios. Conviene recordar que los
egipcios equipaban sus tumbas con todo lo necesario para el Más Allá, y esto incluía la comida.
Al menos en siete tumbas del Valle de los Reyes (las 34, 35, 36, 43, 46, 60 y 62) así como en
otras tumbas del área tebana, se encontraron ofrendas momificadas de carne y aves, junto con
pan y frutos secos. También en tumbas privadas desde la época predinástica se encontraron
ofrendas de frutas, vegetales y carnes (sin momificar); y en el enterramiento nº 3477 del
Periodo Arcaico había restos de una comida funeraria completa colocada en vasijas de
cerámica ante la cabeza del difunto.
Todas estas fuentes arqueológicas están reforzadas por los testimonios de eminentes viajeros
del Valle del Nilo a lo largo de todos los periodos, como fueron Herodoto, Diodoro, Próspero
Alpini y John Bruckhardt.

Hábitos alimenticios

Hay muy pocas evidencias que nos ilustren sobre cuando y cuantas veces comían los
habitantes del Nilo. Es probable que las clases dirigentes, incluyendo el faraón, comieran dos,
o quizás tres veces al día. Tomando como referencia el Himno Caníbal, así como los rituales
del templo, parece que los ricos tomaban una comida ligera al amanecer, y luego una gran
comida y cena. Es probable que los grandes banquetes que nos muestran las tumbas no
comenzaran por la noche, sino que lo hicieran por la tarde temprano, prolongándose hasta
entrada la noche.
Las clases trabajadoras seguramente tomaban un simple desayuno de pan con cebollas, y
luego hicieran una comida principal bien pasado el mediodía.
Hay también muchas discrepancias acerca de quien comía qué, ya que la dieta egipcia variaba
sensiblemente dependiendo de la clase social de los individuos. La mayor parte de la
información que tenemos sobre la vida cotidiana en el AE se refiere a las clases más altas, y
proviene de las tumbas de élite y de los relieves y pinturas de los templos. No obstante, los
textos, algunos yacimientos como Amarna, Deir el Medina y Malkata y las escenas pintadas en
las tumbas, nos aportan valiosa información relativa a las clases menos favorecidas.
Hay una cosa segura: los egipcios comían sentados. Comían solos o en parejas ante una mesita
con todo tipo de alimentos: carne, aves, frutas y dulces. Además de gran cantidad de pan y
cerveza. Los niños se sentaban en el suelo sobre esteras o cojines.
La familia no se reunía para desayunar. El padre comía pan, cerveza y un trozo de carne y
algún pastel en cuanto acababa su aseo. La madre desayunaba mientras la peinaban o
inmediatamente después. Todos hemos visto relieves en los que una dama sostiene un espejo
mientras su sirviente le ofrece una bebida.
Aunque en las representaciones de banquetes no suelen aparecer copas, ni platos, las
colecciones arqueológicas nos muestran ejemplos de vajilla variada y abundante, que les
permitiría comer purés, sopas, etc. Suponemos por tanto que no solo tenían platos, sino
también cucharas, cuchillos y tenedores, ya que en los museos existen piezas parecidas,
aunque bien es verdad que no son muy abundantes. En cambio, con frecuencia aparece una
jarra y una palangana bajo las mesitas de provisiones, lo cual nos da idea de que los egipcios
comían mucho con los dedos.
Después de la comida de la tarde, los egipcios aún permanecían levantados un par de horas
que dedicaban a charlar o algún juego. No olvidemos que sus casas estaban alumbradas por
medio de lámparas de aceite de ricino o de oliva. Esto les daba autonomía para permanecer
despiertos tras la puesta del sol.
Una ocasión especial eran los banquetes. Para los egipcios era un placer reunirse para comer o
cenar con un gran número de familiares y amigos. Los banquetes que vemos representados en
las tumbas no son más que una imagen de los que el difunto realizó en vida.
Como es natural, previamente al banquete había una gran agitación en las despensas y en la
cocina. Se mataba y troceaba un buey, se asaban ocas. Se ponía la cerveza, el vino y los licores
en las jarras. La fruta se disponía en forma de pirámide en cestas y fruteros. Se preparaban las
copas, y se decoraban las mesas con guirnaldas de flores. La casa se limpiaba en profundidad,
y se avisaba a los músicos, cantantes y bailarines de ambos sexos. Entonces, los anfitriones
recibían a sus invitados y todos se acomodaban. Los dueños de la casa se sentaban en butacas
de respaldo alto, mientras que los invitados lo hacían en taburetes de patas en forma de X o
verticales. En las casas más humildes, los invitados se sentaban en esteras. Los hombres se
colocan a un lado y las mujeres a otro. Ptah-hotep recomienda a los jóvenes, e incluso a los
hombres maduros que no miren demasiado a las mujeres.
Cuando se servía la comida, los músicos tocaban melodías, ya que los egipcios consideraban
que las delicias del paladar y del oído debían ir juntas. Incluso una vez saciado el apetito, la
fiesta continuaba con más música, danza y acrobacias. Según avanzaba la velada, se
consumían nuevas golosinas por puro placer.
La carne, de uno o de otro tipo, estaba al alcance de la mayoría de la población al menos una o
dos veces por semana. La carne de vacuno no era la más consumida por la población general,
ya que los rebaños eran propiedad de la clase social más elevada por ser los animales de
mayor tamaño y requerir mucho gasto para su alimentación. Por lo tanto solo consumían
vacuno con frecuencia el rey y la corte, así como el clero residente en los templos, donde se
ofrecían constantemente sacrificios de animales. Las personas relacionadas con la carne,
matarifes, carniceros, etc. también podían tener acceso a este costoso alimento.
Las personas ajenas a la realeza y al clero, incluso las ricas, solo sacrificarían un buey en los
grandes acontecimientos, o para conservar su carne de alguna manera, ya que un solo animal
podía alimentar a muchísimas personas. Así, solo mataban un buey quienes estaban seguros
de poder consumirlo en tres o cuatro días. Lógicamente esto sucedía en casas muy
acomodadas y con mucho personal a su cargo. El buey únicamente estaría al alcance de los
campesinos y plebeyos en los días de fiesta, cuando la carne del ganado sacrificado en el
templo se distribuía entre el pueblo.
Las aves -salvajes o domésticas- y el pescado estaban al alcance de todos, exceptuando a los
más pobres, ya que se podían conseguir fácilmente por medio de la caza y la pesca. Los
artesanos y personas de clase media criaban ovejas, cabras y cerdos (el llamado ganado
menor en el AE) en sus propios corrales o pequeñas fincas. Si es que los comían, los ratones y
los erizos eran animales que todo el mundo se podía permitir.
Hay ciertas evidencias de que se vendían en los mercados algunos productos cárnicos,
probablemente excedentes de los templos, pero solo los más acomodados podían pagarlos.
Por lo tanto, resulta evidente que la carne no era la parte más importante de la dieta de los
egipcios, que se suplementaba con el consumo de verduras, principalmente legumbres y
hortalizas como fuente de proteinas, así como productos animales como los huevos, la leche y
el queso. Las verduras estarían al alcance de todos los egipcios y lo más popular entre la
población común serían las cebollas, los guisos de verduras, ensaladas y sopa de lentejas,
acompañado de pan y regado con cerveza.
Los ricos comían igualmente ensaladas y verduras, pero suplementando la dieta con patos
asados, pinchos de vacuno y pescado a la parrilla o salteado. Los ricos disfrutaban de una
oferta mayor en cuanto a las bebidas que las clases trabajadoras, ya que contaban con varios
tipos de vino y zumos, además de la cerveza.
Tanto los ricos como los pobres consumían gran cantidad de panes y pasteles, elaborados con
harina de semillas y rellenos de higos o dátiles, aunque es probable que las clases bajas solo
tuvieran acceso a este tipo de pasteles en los días de fiesta y ocasiones especiales.

Las carnes

Antes de empezar a domesticar animales, los egipcios solo podían acceder a la carne por
medio de la caza. En época predinástica el clima de Egipto era bastante diferente de lo que es
hoy en día. El Valle del Nilo era mucho más verde y húmedo, y por lo tanto daba cobijo a
muchas más especies de animales, como por ejemplo leones, leopardos, guepardos, y gran
variedad de antílopes, además de hipopótamos, cocodrilos, cerdos y avestruces, así como
muchas aves acuáticas, peces tanto de mar como de río, gamos, hienas, asnos salvajes, ovejas,
cabras, etc. Es posible que algunas de estas especies se cazaran solo por sus pieles o marfil,
pero la mayoría proporcionaba además comida para el cazador o pescador afortunado. Esto
queda atestiguado por las marcas que han aparecido en los huesos de algunas de estas
especies, y que indica la manipulación del despiece.
Los egipcios del predinástico domesticaron principalmente los animales salvajes locales:
ovejas y cabras, bueyes, burros, cerdos y gran variedad de aves. Estas especies continuaron
siendo las que proporcionaron la carne durante el periodo dinástico. En el Reino Antiguo se
intentó igualmente domesticar a otras especies salvajes como por ejemplo el oryx, el íbice, la
cabra montés, e incluso la hiena. Debieron tener un cierto éxito en lo referente al orix y al
íbice, ya que estos cérvidos aparecen repetidamente como ofrendas en las tumbas por todo
Egipto, y se encuentran huesos de ellos en tumbas y yacimientos. Es probable que estos
animales se cazaran y fueran alimentados en cautividad más que propiamente domesticados
(si entendemos que la domesticación implica una cría seleccionada de los animales y una
preparación para servir a los humanos) También criaban gacelas para comer y como animales
de compañía.
Se ha debatido mucho sobre si domesticaban a las hienas para consumir su carne o para
servirles como "perros" de caza. Esto parece dudoso, ya que las hienas son principalmente
carroñeras. Mucho más significativa resulta la mención a las hienas en un contexto de granja,
en el que aparecen cercadas y atadas, y cebadas a la fuerza junto con los patos, de manera
bastante parecida a la que se utiliza hoy en día con las ocas engordadas para obtener el foie-
gras. Esto nos daría pie para pensar que sí comían su carne. En cualquier caso se han
encontrado pocos huesos de hiena, y la escasez de referencias a ellas en los textos nos hace
pensar que no se trataba de una carne popular en el Antiguo Egipto. Solo hay una referencia a
una hiena como ofrenda formal en una tumba de la IV Dinastía.
Una vez que los egipcios hubieron domesticado a los animales de su dieta, y hubieron
establecido rebaños de ellos, contaron con una fuente de proteinas al alcance de su mano y ya
no necesitaron cazar. Si lo hacían era solo por deporte -principalmente la realeza y la clase
dirigente, o bien para asegurarse un suministro extra de carne sin diezmar sus rebaños. Hacia
el Reino Medio las cacerías decrecieron porque la caza escaseaba debido en parte al cambio
climático y en parte al exceso de capturas anteriores, por lo que recurrieron a los animales de
los rebaños. No obstante durante todo el periodo dinástico los más pobres seguían cazando
para comer, ya que tenían pocos animales domésticos, y preferían conservarlos para la
producción de leche y sus derivados.
Los bóvidos eran los animales domésticos mas importantes para los egipcios. Las vacas y
bueyes eran muy valorados e incluso adorados en Egipto (y también en otras culturas de la
antigüedad), ya que reúnen gran parte de las necesidades nutricionales del hombre. Además
de la carne, la grasa y el tuétano, el ganado vacuno proporciona leche, y de ella crema,
mantequilla y queso.
Según las pinturas y los textos, los bóvidos que comían los egipcios eran principalmente
bueyes (machos castrados) y toros. Aunque ocasionalmente se sacrificaba a las vacas,
preferían la carne de buey, ya que al tratarse de animales castrados, engordaban mucho
aunque comieran lo mismo que las vacas y los toros, y , por lo tanto, su cría era más
económica. Además, al no producir leche, los bueyes eran más apropiados para proporcionar
carne que las vacas. También se sabe que cebaban al ganado previamente al sacrificio.
Había distintos tipos de bueyes,
eliwa, o buey africano de gran tamaño, buena cornamenta y marcha rápida que con
alimentación adecuada llegaba a ser enorme y pesado. Lo vemos en las procesiones de Abydos
y de Medinet-Habu.
Los wndju eran unos bueyes mucho más pequeños y generalmente sin cuernos.
Los nega eran otros bueyes de buena cornamenta, pero de carácter más huraño que los iway
que no se dejaban cebar, por lo que siempre se los representa delgados.
El buey llamado herysa era probablemente el más hermoso del establo.
La mayor parte de las ofrendas de carne que se han encontrado en las tumbas, momificada o
no, procede de bueyes. Consumían todas las partes del buey, incluidos la mayoría de los
órganos internos -entre los que el hígado se consideraba el más sabroso. Los cortes más
selectos eran las caderas y el lomo, mientras que los menos valorados eran la pata y el rabo.
Había un corte particularmente curioso que solo utilizaron los antiguos egipcios y que eran
secciones de vértebras. Cocinaban seis u ocho vértebras separadas de las costillas; aunque
esto les proporcionaba poca carne, parece que era muy estimado, como queda probado por su
frecuente presencia entre las ofrendas momificadas que se encontraron en las tumbas del
Reino Nuevo.
Entre los animales domésticos, cabras y ovejas seguían al ganado vacuno en importancia.
Como las vacas, también proporcionaban leche y productos lácteos. Las ovejas eran muy
valoradas por la grasa que almacenaban en sus caderas. Esta grasa les era de mucha utilidad
en la cocina, y en la preparación de medicinas, perfumes y ungüentos. Las ovejas y las cabras
se despiezaban del mismo modo que los bueyes.
El cerdo estaba entre los animales domésticos más comunes del antiguo Egipto, aunque hay
gran controversia acerca de su papel como alimento. En el siglo V a.C., Herodoto aseguraba
que los egipcios jamás tocaban a los cerdos, y mucho menos los comían, ya que se los
consideraba animales adscritos a Set y a las fuerzas tifónicas. Según Herodoto, si un egipcio
entraba en contacto de modo accidental con un cerdo, se sumergía inmediatamente en el Nilo
para purificarse. También dice que los pastores de cerdos eran menospreciados y tenían que
vivir separados del resto de los egipcios.
Solo encontramos nueve ejemplos de cerdos representados en tumbas, y la continua
asociación de este animal con Set en textos religiosos como el Libro de los Muertos refuerza la
teoría de Herodoto de que existía un cierto tabú contra el cerdo. No obstante, se cree que el
hecho de que el cerdo estuviera proscrito como alimento se debe a otro tipo de
consideraciones prácticas y sanitarias, más que a sentimientos filosóficos o religiosos. Los
animales podían ser despreciados por sus hábitos u olores ofensivos, si transmiten
enfermedades, o si su crianza resultaba poco práctica. Innegablemente los cerdos tienen todo
tipo de olores y hábitos ofensivos, por ejemplo el revolcarse en el barro y en sus propios
excrementos. Pero lo más importante, quizás, es que, si no se consume inmediatamente, la
carne de cerdo se estropea antes que los demás tipos de carne, con excepción del pollo, que no
se conoció en Egipto hasta época Ptolemaica. Es también un hecho que el cerdo puede
transmitir al hombre la triquinosis, un parásito cuya ingestión provoca síntomas
extremadamente desagradables en el ser humano Por todo esto, los egipcios consideraron la
carne de cerdo menos recomendable para el consumo, que el ganado vacuno o el ovino.
Pero hay otros puntos de vista con respecto al papel jugado por los cerdos en la dieta de los
egipcios. En el templo funerario de Ramses III en MedinetHabu, hay una lista (la nº 45) en la
que se mencionan cerdos como ofrendas para una fiesta en honor del dios Nefertum.
Amenofis III donó 1000 cerdos y 1000 cochinillos al Templo de Ptah en Menfis, y, según el
decreto Nauri, se criaban cerdos en los dominios del Templo de Seti I en Abydos. También se
los menciona en la biografía de Methen, de la III dinastía. Y en tiempos de Sesostris I existía un
cargo de "supervisor de los cerdos", por lo que debían ser lo suficientemente abundantes y
valorados. También encontramos cerdos en los textos de Deir el Medina y en contextos
médicos como el papiro Ebers, donde se recetan sus dientes para curar la tos y los forúnculos,
y su grasa para aliviar la rigidez de las articulaciones y estimular la circulación de la sangre.
La evidencia más abrumadora en favor del consumo de la carne de cerdo nos la proporcionan
los restos de estos animales. En los inicios de la época dinástica, se encuentran más
frecuentemente huesos de cerdo que de ovino o vacuno, especialmente en el Delta (Ma’adi,
Merimde, Beni Salame, Buto y Helwan). También se ha comprobado que la mayoría de
artefactos domésticos de hueso estaban hechos precisamente con huesos de cerdo. En el Alto
Egipto se han encontrado restos de huesos de cerdo en Armant, Abydos y Malkata. Y Barry
Kemp, director de la excavación británica en el Egipto Medio ha encontrado en el pueblo de
los trabajadores huesos de cerdo con marcas del despiece, así como cierto número de
pocilgas.
Por lo tanto, la presencia de cerdos en los asentamientos resulta indiscutible, aunque sea
escasa en el contexto funerario. Esto puede deberse a la asociación del cerdo con el dios Set.
También pudiera ser que el cerdo fuese tabú solo en determinadas circunstancias, o para
determinadas personas.
Siendo el cerdo un animal muy fácil de criar, de fácil reproducción y mínimas atenciones ya
que come desperdicios, pudiera ser que se considerara comida barata propia de gentes de
clase baja. Este afán tan humano de aparentar podría ser la explicación de la ausencia del
cerdo en las representaciones de las ofrendas funerarias. No olvidemos tampoco que las
tumbas decoradas eran propiedad de personas de cierta posición, que podían permitirse
ofrendas de carne más valiosa.
En cuanto a la forma de cocinar la carne, parece claro que cortaban el animal, fuera buey,
cordero o cerdo en tiras y tajadas más manejables y lo ponían a asar en un fuego al aire libre.
También hacían pinchos, o kebabs como dicen ellos añadiéndoles vegetales y cocinándolos
sobre una parrilla, o las brasas directamente. En Amarna se encontró un relieve en el que se
puede ver a Akhenaton disfrutando de su barbacoa preparada de esta forma.
A los antiguos egipcios les gustaban los guisos, y hay muchas representaciones de época
dinástica en las que aparece un gran caldero conteniendo piezas de carne cociendo a fuego
lento. Probablemente daban sabor a esta carne con combinaciones de hierbas aromáticas y
especias, así como ajos, cebollas y otras verduras. Este cocido egipcio debía ser muy sabroso y
alimenticio y es de suponer que lo comieran con pan. Creemos que también la caza y las aves
se preparaban en guisos, utilizando vino para realzar el sabor.
En este apartado conviene también decir que, además de los animales domésticos y salvajes
que los egipcios comían normalmente, había una serie de pequeños y poco habituales
animales que también comían, como eran por ejemplo el ratón y el erizo. Se han encontrado
huesos de ratón en los estómagos de las momias, y hay varias alusiones al consumo de ratones
en los textos. El aceite de ratón parece haber sido un ingrediente común en las recetas
médicas, y posiblemente también fuera utilizado en la cocina. Como lo hicieran los romanos
posteriormente, los egipcios pudieron haber cebado a los ratones con comidas especiales
como frutos secos y pasas, antes de consumirlos.
Los erizos de tierra están frecuentemente representados como ofrendas en las mastabas del
Reino Antiguo en Guiza y Sakkara. Todos hemos visto representaciones de erizos en cerámica,
terracota, etc. Pues bien, muy probablemente se los consideraba comida. La preparación de
los erizos era muy curiosa. Primero, lógicamente se los mataba y evisceraba. Luego los
recubrían de una capa de arcilla y los colocaban al fuego para su cocción. Después de
cocinados, la capa de arcilla endurecida se rompía y se apartaba. Esta arcilla se llevaba las
punzantes espinas del erizo y dejaba solo la carne tierna y sonrosada. En el Oriente Medio hoy
en día se preparan platos de erizo, que son considerados un manjar.

Pescados

El pescado es otro de los alimentos que se han considerado prohibidos para los antiguos
egipcios. De nuevo los escritores helenísticos son los responsables de este punto de vista,
siendo Diodoro particularmente enfático en ello. Herodoto solo restringía su uso a los
sacerdotes. De todos es sabido que fue el pez oxirrinco quien según la teología
heliopolitanacomió el falo de Osiris tras el desmembramiento de su cuerpo por parte de su
hermano Set. Así, por deferencia al dios, no se debía consumir pescado. No obstante, es
bastante probable que esto solo sucediera en época grecorromana, y no en tiempos dinásticos.
Al contrario que en el caso del cerdo, los peces no tenían ningún tipo de prohibición en lo que
se refiere al arte. Los peces, la pesca y la preparación del pescado para su consumo o
almacenaje están presentes con mucha frecuencia en la decoración de las tumbas a lo largo de
todos los periodos. Incluso en la decoración de objetos de tocador y joyas se empleaban
motivos de escamas de pescado, y las paletas de ungüentos y platos tenían frecuentemente
forma de pez, o estaban decorados con peces. Se menciona a los pescados en las ofrendas y en
obras literarias. Estaban sujetos a impuestos, y se usaban como medio de pago a los artesanos
de las tumbas de Deir el Medina. Desde el Paleolítico se han encontrado en los asentamientos
grandes cantidades de espinas. El pescado cocido formaba parte del banquete funerario de
una tumba arcaica encontrada en Sakkara, y en otras tumbas se ha encontrado pescado seco
como ofrenda.
En el papiro Harris se mencionan cantidades considerables de pescado entre el reparto de
alimentos hechos a los templos de Tebas, On y Menfis: 441.000 pescados, sobre todo mújoles,
mórmidos, clarias y peces de mayor tamaño como cromis y lates que necesitaban de dos
hombres para su transporte.
Por lo tanto, parece claro que las sesenta y seis clases de pescado que conocían los egipcios, y
que capturaban con redes, arpones o con caña, estaban destinados al consumo humano.
El pescado también se ponía a la parrilla, aunque no hay representaciones de ello. El libro de
Apicio contiene recetas de pescado a la parrilla al estilo Alejandrino, en las que se aderezaba
el pescado en una salsa. Estas salsas eran a base de cocer especias como orégano, comino y
cilantro en aceite y vino o vinagre.

Las aves

Una parte importante del aporte de carne de los egipcios se la proporcionaban las aves. La
avifauna de Egipto era, y aún es hoy, abundante y variada, no solo porque el Valle del Nilo sea
un hábitat ideal para un gran número de aves acuáticas, sino también porque Egipto es una
parada para las aves migratorias que viajan de Europa a Africa, o de Africa al Oriente Medio.
Los treinta tipos diferentes de pájaros representados en la lista de jeroglíficos de Gardiner,
bajo el epígrafe G, son una prueba de la riqueza de aves que conocieron los antiguos egipcios.
Las aves, así como sus huevos que sin duda consumían cocidos, aparecen profusamente en
pinturas, relieves y esculturas. Se las representa en escenas de caza, al ser capturadas por
medio de bastones y redes, y en los jardines y huertos como animales domésticos. También
están representadas en corrales donde se les ceba a la fuerza.
El sacrificio, cocinado y conservación de las aves son también temas recurrentes de las
representaciones artísticas. La dieta de los antiguos egipcios incluiría perdices, codornices,
pichones, palomas e incluso garzas, grullas y cigüeñas, así como todo tipo de aves acuáticas,
entre las que destacan varios tipos de patos y ocas. Todavía los egipcios actuales tienen
debilidad por las aves, siendo las más valoradas las acuáticas y los pichones.
En las tumbas del Reino Nuevo se han encontrado muchos ejemplos de patos asados o en
salazón, así como de otros pájaros almacenados en ánforas. También ofrendas alimenticias de
ocas momificadas, patos y pichones.
Como ya hemos mencionado, el ave más extendida en todo el mundo moderno, el pollo, fue
desconocido en Egipto hasta el S IV a.C. hasta que llegó por Siria desde la India. La única
representación de un pollo en Egipto de época anterior a la ptolemaica es un dibujo a tinta en
un pequeño ostracón encontrado por Howard Carter en Tebas. No han aparecido huesos de
pollo en ningún yacimiento arqueológico anterior a la época grecorromana.
La pregunta que queda en el aire es como cocinaban toda esta variedad de aves.
Desgraciadamente nada parecido a un libro de cocina ha llegado a nuestros días para
ilustrarnos sobre esto. De modo que cualquier idea sobre la preparación de las comidas no
pasa de ser una conjetura. Podemos tener una ligera información acerca de las recetas gracias
a los textos médicos, que son similares a los actuales libros de cocina. Las recetas recopiladas
por los escritores helenísticos, así como un recetario del S. I d.C. -escrito por el romano Apicio-
incluyen algunos platos alejandrinos, que podrían ser similares, o derivados de los de época
faraónica.
Según las representaciones funerarias, la manera más común de preparar las aves era asarlas
o ponerlas a la plancha. En los relieves y en las maquetas aparecen patos desplumados y
eviscerados y ensartados horizontalmente en lo que hoy día llamamos espetón. Algunas veces
se los representa con la cabeza y las puntas de las alas cortadas, aunque en otras ocasiones el
animal conserva la cabeza. El animal ensartado se sujetaba sobre un fuego al aire libre, y un
cocinero se encargaba de darle vueltas mientras avivaba el fuego con un aventador. Esta
manera de asar sigue siendo habitual en la actualidad. Como ejemplo de esta técnica tenemos
la famosa pintura conservada en el MEC en la que una de las hijas de Akhenaton está a punto
de comer uno de estos patos entero.
Otro modo de preparación común en el antiguo y en el moderno Egipto sería cortar el ave a lo
largo de su espina dorsal y aplanarlo para luego ponerlo sobre una parrilla En Deir el-Medina
se han encontrado muchas aves asadas así, generalmente ánades rabudos. También
rellenaban pichones y palomas y los cocinaban enteros en espetón.
Los huevos de todas las aves también formaron parte de la dieta del antiguo egipcio, ya que
tenían acceso a ellos gentes de todas las clases sociales. Sin duda los huevos de avestruz
(equivalentes en tamaño a 23 huevos de gallina o veinte de pata) serían los más valorados.
Utilizaban también la cáscara en la manufactura de vasijas y cuentas. En el periodo tardío
también se incluían los huevos -a veces momificados- en las ofrendas funerarias.

Verduras, legumbres y especias

La tierra cultivable del Nilo se limita a las zonas cercanas al río y a unos pocos oasis como el
del Fayyum. A pesar de esta limitación, la fertilidad de la tierra permitía una gran variedad de
cultivos alimenticios. Una parte muy importante de la alimentación egipcia eran las legumbres
y verduras. Las llamaban renpwt, o productos anuales. Estos complementaban, o a veces
sustituían a la carne y pescado.
Resulta claro que los productos vegetales eran más asequibles que la carne para la mayoría de
los egipcios. En consecuencia, era este tipo de comida el que consumían con mayor frecuencia.
Al igual que en el caso de las carnes, debemos remitirnos a fuentes arqueológicas, artísticas o
textuales para tratar de saber que tipos de vegetales comían.
El producto más mencionado es la cebolla. Las cebollas egipcias son verdes y largas, y están
profusamente representadas en las mesas de ofrendas y en los textos jeroglíficos desde el
Reino Antiguo en adelante. Se las menciona en las mesas de ofrendas tanto para los dioses
como para los mortales, así como en las listas de pagos a los constructores de tumbas de Deir
el Medina en el Reino Nuevo. Se han encontrado reproducciones de cebollas en algunas
tumbas de Sakkara.
Si creemos a Herodoto, las pirámides fueron construidas por hombres que se alimentaban
principalmente de ajos, rábanos y cebollas. De hecho, en el Egipto actual, los campesinos
toman cebolla cruda como principal acompañamiento para el pan. Esta hortaliza se consumía
igualmente cruda en la antigüedad, pero también se usaba como condimento, acompañada de
ajo, también muy común en la época. Se han encontrado también reproducciones de ajos, y
ajos reales en las tumbas, por ejemplo en la del rey Tutankhamon. Se creía, y se sigue
creyendo, que la cebolla era buena para la circulación y el corazón. Aparte de proporcionar
alimento, también se utilizaba de modo masivo en medicina, para el tratamiento de
enfermedades de la sangre, catarros y problemas estomacales.
Otro uso excepcional que daban los antiguos egipcios a la cebolla era su utilización para la
momificación. Se encontraron algunas cebollas en el tórax de Ramsés II y en la Din. XX se
usaron cebollas para imitar los ojos en la momia de Ramsés IV.
EL puerro, otra hortaliza relacionada con la cebolla, también se cultivaba en el Egipto
dinástico, aunque solo a partir del Reino Nuevo. Probablemente lo consumían cocido.
En la Biblia, los hebreos que se dirigían a la tierra prometida añoraban los ajos, las cebollas,
los pepinos y las sandías que en Egipto crecían en abundancia
La lechuga era otro producto que aparecía regularmente en las mesas de ofrendas y en los
textos, y se la consideraba una planta sagrada para el dios Min, y por lo tanto se consideraba
que tenía poderes afrodisíacos. Además del dios Min encontramos otra referencia a las
lechugas en la mitología. Se cuenta que Isis acudió al jardín de Seth y preguntó al jardinero
qué hortalizas servían de alimento a Seth. Este le contesta que delante de él no ha comido
ninguna, excepto lechugas. Al día siguiente Seth vuelve de nuevo al jardín a comer lechugas. A
Seth se le consideraba libertino, aunque Min le aventajaba. Se decía que la lechuga enamora a
los hombres y hace fértiles a las mujeres. Por eso se consumían en grandes cantidades. La
lechuga del antiguo Egipto era similar a la actual lechuga romana y tenía hojas alargadas.
La lechuga se consumiría preferentemente cruda, con aceite y sal como ensalada, acompañada
de cebollas. Aunque no se han conservado lechugas en las tumbas, sus semillas han
sobrevivido. Estas semillas probablemente eran las que producían el aceite de lechuga, que se
empleaba para cocinar y para aliñar ensaladas.
Se cultivaban también otras plantas consideradas hoy en día como ensalada, por ejemplo el
apio y el pepino. Se sabe que el apio se consumía crudo en el Reino Nuevo, y también se
utilizaba para dar sabor a los guisos.
Hay controversia acerca de cuando llegó el pepino a Egipto, aunque se han identificado
algunas semillas de pepino en yacimientos arqueológicos del Reino Nuevo. En las mesas de
ofrendas aparecen ciertas hortalizas que se parecen a los pepinos, aunque es posible que
representen calabacines o calabazas, o incluso una cierta variedad de melón. A menudo
resulta difícil identificar qué tipo de vegetales están representados, especialmente cuando son
de una misma familia y por tanto, de apariencia muy similar.
Los pepinos se debieron consumir crudos, mientras que los calabacines y calabaza se tomaban
cocidos o asados. El romano Apicio recopiló varias recetas para la calabaza al estilo
alejandrino. Todas ellas implicaban la cocción o el asado, así como el aderezo de diversas
especias para darle sabor.
Como es lógico, las plantas acuáticas jugaron un importante papel en la alimentación de los
antiguos egipcios. A menudo se ha dicho que los manojos que aparecían en las mesas de
ofrendas eran espárragos, cuando en realidad eran papiros. Los tubérculos de los juncos,
incluidos los del papiro, son muy ricos en hidratos de carbono, proteínas y grasas, y los
consumían igualmente crudos como cocidos o asados. Es probable que fabricaran algún tipo
de harina a partir de los tubérculos desecados de estos juncos.
Hay otro tipo de planta que cultivaban, y aún cultivan, para obtener su tubérculo. Nos
referimos a las chufas Estas se han encontrado en tumbas antiguas y en los intestinos de las
momias desde el Neolítico. Las chufas se podían consumir crudas (tienen un sabor
ligeramente dulce y a castaña) o pueden dejarse secar y luego remojar en agua antes de
consumirlas. Eran la base para un postre egipcio que se preparaba moliendo chufas hasta
conseguir una harina sin refinar, que luego se mezclaba con miel y se horneaba. El proceso de
la fabricación de este dulce está explicado en las paredes de la tumba de Rekhmire en Tebas,
que data de mediados de ladin. XVIII. Concretamente en el lado derecho de la sala transversal,
en la pared de la derecha
Los lotos y otros tipos de flores acuáticas eran también fuente de alimento para los egipcios.
Las semillas de estas plantas se consumían crudas, o bien se dejaban secar y se molían para
conseguir una harina que se mezclaba con agua o leche y así fabricar un determinado tipo de
pan. Las raices de los lotos podían cocinarse y comerse, al igual que las partes tiernas del tallo,
como aún se hace hoy día en China e India.
Había pocas hortalizas de raiz en el AE. Una de ellas era el rábano, cuya evidencia data de
yacimientos del Reino Medio. Según Herodoto, el rábano estaba presente a lo largo del Nilo
desde el Reino Antiguo y ya hemos dicho que formaba parte de la dieta de los constructores
de las pirámides.
Los rábanos probablemente se consumieran crudos, y sus semillas se usaron para producir
aceite, al igual que las de las lechugas. El aceite de rábano, no obstante, es bastante amargo, y
posiblemente solo fuera usado por los pobres para cocinar. En cambio se usó de modo más
generalizado en la preparación de medicinas.
Hay una gran controversia sobre si los nabos estaban presentes en época faraónica, aunque
existen pruebas claras de su consumo en época grecorromana. Entonces se comían cocidos, en
guisos, fritos y en vinagre.
Un alto porcentaje de las proteínas presentes en la dieta de los egipcios provenían de las
legumbres. Las legumbres eran un elemento básico de la alimentación, como lo siguen siendo
en el Egipto actual. Las legumbres que conocían los antiguos egipcios eran lentejas, habas,
guisantes, altramuces alubias y garbanzos. La palabra egipcia que designa al garbanzo se
traduce como "cara de halcón", y sin duda hace referencia a la especie de nariz-pico que tiene
esta legumbre, y que le asemeja con Kebehsenuf. En las tumbas se han encontrado
reproducciones de garbanzos, alubias y lentejas, y también hay muchas referencias textuales a
ellas durante todos los periodos. En la tumba de Tutankhamon se encontró un cesto con
lentejas, y desde el Reino Antiguo han aparecido habas y garbanzos en algunos
enterramientos.
Probablemente cocían las lentejas en una especie de sopa a la que darían sabor con cominos,
tal y como hacen en la actualidad. Los garbanzos, en cambio, se ponían en remojo, y luego se
cocían o freían con especias antes de ponerlos en un guiso. SI los antiguos egipcios fabricaban
la crema de garbanzo llamada hoy día hummus, lo conseguirían a base de añadir pasta de
sésamo a los garbanzos cocidos y hechos puré.
Los guisantes, cultivados en el AE desde el Reino Medio, se añadían a los guisos de carne, así
como a otros platos de verduras, además de comerlos crudos. Las habas se cocían y se
machacaban añadiéndoles aceite y especias para potenciar su sabor.
Como ya hemos mencionado, los egipcios eran muy amantes de las especias y hierbas
aromáticas para dar sabor a sus comidas. Algunas de éstas son originarias de Egipto, aunque
otras se obtenían por medio del comercio principalmente con el Punt -que era el puerto que
actuaba como intermediario para las especias que llegaban de más lejos. Eneldo, alholva,
perifollo, perejil, tomillo, cilantro, comino blanco y negro, hinojo, mejorana y, posiblemente
hierbabuena. Todas ellas se utilizaban para mejorar el sabor de las comidas, para macerarlas y
para esparcir sobre los asados. Apicio menciona el comino en sus recetas alejandrinas de
pescado y tuétano. La alholva y el eneldo se usaban para encurtir y conservar las comidas.
Las especias tales como canela y la pimienta en grano eran importadas, y solo estarían al
alcance de los egipcios ricos del Reino Nuevo. Desde entonces se cultivaron en Egipto. La
introducción de nuevas especies de plantas pudo tener su origen antes del Reino Nuevo, pero
fue bajo el reinado de Tutmosis III y Hatshepsut cuando se hicieron expediciones a lugares
lejanos trayendo las plantas (e incluso animales) que luego trataron de criar allí. Así, los
cambios culinarios mas grandes se aprecian entre el 1500 y el 1100 a.C.

Cereales, pan

Los cereales, y más concretamente el pan y la cerveza, eran los alimentos más consumidos por
los egipcios. Por lo tanto, constituían la base de la agricultura, y eran considerados medida de
riqueza, e igualmente servían para la estimación del pago de impuestos. Las piedras de moler
y las hojas de hoz ponen de manifiesto que la producción masiva de cereales data del
paleolítico. Tales herramientas no hacen sino complementar las evidencias textuales y
artísticas.
Como sucedía con las chufas, se han encontrado granos en los estómagos e intestinos de las
momias. El examen posterior dio como resultado que la espelta, el centeno y la cebada eran
los tres cereales más comúnmente cultivados en el Egipto faraónico. Todos se utilizaban en la
fabricación del pan y de la cerveza.
Todo egipcio, independientemente de su rango social, tenía acceso al pan, que era la base de
todas las comidas en la antigüedad. El pan es el primer artículo en todas las listas de ofrendas.
El más frecuente era el del trigo llamado espelta, aunque también se usaba la cebada como
sustituto. Ocasionalmente se utilizaban las harinas de loto y de chufa para las piezas
especiales.
Tras la cosecha el trigo era aventado y cribado. Después lo guardaban en graneros hasta su
uso. Cuando lo iban a usar se tomaba del granero y se molía en un gran mortero de piedra. Las
tareas de aventado, cribado y molido las efectuaban hombres y mujeres igualmente.
La harina resultante de este proceso se mezclaba con agua y sal y se amasaba en una artesa.
Dependiendo del tipo de pan que se realizara, el agua podía ser sustituida por leche, y se podía
añadir a la mezcla especias tales como anís, cominos, clavo y canela). Este sería el momento de
la incorporación de la levadura a la masa, aunque no se tiene certeza de cuando se comenzó a
utilizar la levadura.
Una vez la masa lista, se le daba forma de hogazas y se cocía en un horno. A veces se metía
dentro de moldes precalentados y luego se horneaba, y también se pegaba a las paredes del
horno. Los panes egipcios tenían diversas formas, siendo los redondos u ovalados los más
comunes. Menos frecuentes los triangulares. Ocasionalmente podían darles forma de vacas,
gacelas o incluso forma humana.
También hacían dulces, a partir de harina de trigo mezclada con miel y dátiles (en el Egipto
actual este postre sigue siendo muy popular). Los pasteles se podían elaborar igualmente con
harinas de loto o de chufa, como ya hemos dicho.
Aunque los egipcios dispusieron de hornos, parece improbable que los utilizaran para algo
que no fuera la cocción del pan, prefiriendo cocinar sobre un fuego al aire libre. Es posible, sin
embargo que prepararan una especie de combinado de pan y ave colocando un pichón o un
pato crudo sobre la masa del pan y horneándolo junto. Esta técnica se sigue utilizando hoy en
día en muchos paises del Medio Oriente.

Frutas y dulces

Aunque produjeron muchas especies de frutas, los higos y los dátiles son las que más
aparecen en textos y ofrendas.
Los higos eran de dos tipos. Los de la higuera, y los del sicomoro. Los del sicomoro son más
pequeños y no excesivamente dulces. Para recolectar los higos a menudo utilizaban monos
domesticados que les ayudaban a recoger los frutos que estaban más altos. Los higos se
utilizaron simplemente frescos, secos y para hacer rellenos de pasteles,. Valoraban mucho el
higo de sicomoro por su asociación con Hathor, la diosa del amor, de la belleza, la música y la
danza.
Los dátiles eran, y aún son, la fruta más común que encontramos en Egipto. Se comían frescos
o secos, se usaban para dar sabor a la cerveza y al vino, y se incorporaban a dulces y pasteles.
También es posible que cocieran dátiles en miel para la elaboración de un postre especial. Los
frutos de las palmeras dum (la que tiene el tronco bifurcado) también se consumían crudos, o
bien los machacaban y los sumergían en un agua caliente, resultando una bebida que
endulzaban con miel. (La palabra jeroglífica bnrsignifica dátil, y también endulzar, dulce.)
La granada se introdujo en Egipto a partir del Reino Nuevo, ya que es a partir de entonces
cuando aparece regularmente en las mesas de ofrendas, y cuando empiezan a aparecer
recipientes en forma de granada. Igualmente se han encontrado granadas en las ofrendas
funerarias de las tumbas. Es posible que las granadas existieran en Egipto antes del Reino
Nuevo, aunque no hay evidencia de ello.
Las uvas, por supuesto, también se consumían como tales, es decir crudas, así como
incorporadas a ciertos panes y tortas, y utilizadas en los guisos desde el inicio del periodo
dinástico.
Otra fruta muy popular en el AE era la yoyoba, que a menudo comían cruda. Esta pequeña
fruta dulce formaba parte de las ofrendas funerarias encontradas en muchas tumbas. Hoy en
día sigue siendo una fruta favoritaen Egipto. Es posible que hicieran pasteles de yoyoba, tal
como se hacen en la actualidad. Para ello se separa trabajosamente la pulpade las semillas y se
machaca para formar una pasta. Luego se extiende y se deja secar para convertirla en polvo.
Este polvo se amasa con agua hasta formar una masa y se coloca en moldes para cocer bien en
el horno, bien en un agujero precalentado en la tierra.
Los melones eran también conocidos en época faraónica, aunque como ya dijimos resulta
difícil distinguirlos de las calabazas y calabacines en las pinturas. Se han encontrado simientes
de melón en las tumbas y en excavaciones, aunque aún no se ha determinado la especie
concreta del melón. También conocieron la sandía.
No es seguro que existieran manzanas en el AE, aunque se pudieron importar y cultivar a
pequeña escala en los huertos de los palacios durante el periodo ramésida. Otro tipo de frutas
como la pera, la ciruela y el melocotón solo aparecen a partir de época grecorromana. Se
cultivaba un frutal llamado ciruela egipcia, cuyo pequeño fruto amarillo se consumía crudo y
seco, al igual que los higos o los dátiles, pero también se pudo incorporar a los guisos y dulces
para añadirles sabor y dulzor.
Otra de las frutas que encontramos en el AE es la jugosa persea. El árbol de la persea era
sagrado para los habitantes del Nilo, y hay muchas representaciones en las que aparece el dios
Thoth escribiendo el nombre del faraón en las hojas de la persea, garantizándole así un
reinado largo y próspero. Las hojas de persea y sus ramas se usaban como decoración, como
queda patente en algunos de los ramos que aparecieron en la tumba de Tut, que eran
totalmente de hojas de persea. El fruto de la persea tiene aproximadamente seis cm. de largo,
es amarillo al madurar y contiene dos o tres huesos negros. Es dulce, y posiblemente se
consumía fresco.
Desgraciadamente los antiguos egipcios no conocieron los cítricos, ni naranjas, ni limones y
tampoco los plátanos, aunque sí los cocos que eran muy apreciados por ser un fruto exótico.
En cuanto a la forma de endulzar sus comidas, es conocido de todos que los antiguos egipcios
utilizaban principalmente la miel. Críaban abejas en unas colmenas especiales de terracota y
después de ahumarlas para ahuyentar a las abejas, recolectaban la miel, y la cera. (La cera
tenía usos médicos, además de prácticos). Podemos afirmar que existían tales o cuales plantas,
gracias al polen contenido en la miel conservada. Este dulce natural era considerado como un
artículo de gran valor, por lo que frecuentemente se ofrecía a los dioses y a los reyes, aunque
también los mortales lo disfrutaban. No existe evidencia de que utilizaran miel para fabricar
vino -como el tej de Etiopía- pero se utilizaba como endulzante de vinos, bebidas y pasteles.
Como tantos otros alimentos, también tenía un uso médico.
El otro endulzante egipcio era la algarroba. Las vainas de algarrobas se encuentran hoy en día
en muchas tiendas de productos naturalistas y era el antecedente más cercano al chocolate.
Esta vaina da forma al signo jeroglífico nedjem, es decir dulce, endulzar. Se usó con seguridad
en pan y pasteles.

Bebidas. La cerveza y el vino

El segundo producto a partir de cereales más importante en Egipto fue sin duda la cerveza.
Ocupa el segundo lugar en las fórmulas de ofrendas, y se han encontrado vasijas que
contuvieron cerveza a lo largo de todos los periodos dinásticos. El explorador y viajero suizo
John Burckhardt recogió el modo de fabricación de la bouza en el siglo XIX. Esta sería una
forma muy primitiva de cerveza, bastante similar a la del antiguo Egipto.
Según sus informes, se recogía el trigo y se molía rudimentariamente, colocándose las tres
cuartas partes de la harina resultante en una vasija grande, donde se amasaba con agua.
Entonces se le añadiría algún tipo de levadura y se cocería apenas, de manera que la levadura
siguiera viva.
El cuarto restante de la harina se mojaba y se dejaba expuesto al aire formando una pasta a la
que llamaban wadjit (la fresca); tras un rato se aplastaba mientras estaba aún húmeda (forma
primitiva del malteado) y se añadía al resto de la masa para dejarla fermentar. Después de la
fermentación, se incorporaba a la mezcla un líquido azucarado a base de dátiles y se filtraba a
mano.. El líquido filtrado se vertía en vasijas de terracota que luego se sellaban. Es posible que
se añadieran sabores a algunas cervezas egipcias, especialmente frutas y dátiles. Este proceso
está representado en muchas estatuillas de sirvientes del Reino Antiguo, en las maquetas del
Reino Medio y en pinturas y relieves del Reino Nuevo
En las ofrendas al rey difunto se le prometían panes que no se desmigajaran y cerveza que no
se agriara, lo cual da cuenta de que esta cerveza se agriaba con facilidad.
Conocían al menos tres tipos de cerveza: la negra, la de Asia Menor y la "que olía a vino"
Tanto el pan como la cerveza se hacía en las casas y los excedentes los utilizaban para el
intercambio con otros productos. Las maquetas del Reino Medio muestran estas actividades
juntas, quizás porque su preparación era interdependiente.
Los dátiles no solo se utilizaban para dar sabor a la cerveza, sino que los antiguos egipcios
también hacían vino con ellos. Aunque no era una bebida tan común como la cerveza, también
este vino aparece en las listas de ofrendas representadas en numerosas tumbas.
El vino de dátiles probablemente se hacía remojando los frutos en agua, y luego prensándolo
todo. El líquido recogido se ponía en vasijas y se dejaba fermentar naturalmente. Hoy en día
aún se produce un vino de dátil en Egipto, aunque no se consume hasta que se destila en un
licor llamado aragi. Los antiguos egipcios desconocieron la técnica de la destilación.
En el mundo antiguo, los vinos egipcios eran famosos. Distinguían seis clases de vino, el
blanco, el negro, el rojo y el del norte. El vino del norte podía ser Mareótico, Sebenítico y
Teniótico Los viñedos estaban en el Delta y en los oasis, especialmente en El Fayyum, aunque
Dakhla y Bahariya eran también famosos por su producción de vinos. En casi todos los
huertos privados también había al menos unas pocas cepas alineadas y que daban hermosos
racimos de uvas. Hubo un viñedo especialmente famoso en los dominios del Templo de Amón
en Tebas llamado Ka-em-Kemet (el espíritu de Egipto) que producía vino dulce.
El jeroglífico del lagar, así como las ofrendas de vino están presentes en las tumbas egipcias
desde la primera dinastía en adelante. El vino también tuvo un papel importante en la
literatura, ya que era un tema común en la poesía amorosa -donde el amado actuaba como el
vino, dejando al amante ebrio e insensible. También en los textos sapienciales se hace alusión
al vino. Estos textos eran como manuales de conducta para los antiguos egipcios, y en ellos se
condenaba la autoindulgencia y se advertía de los peligros de la embriaguez. De hecho, en una
tumba tebana del Reino Nuevo se describen claramente los desgraciados resultados del
exceso de consumo de vino en algunos invitados a banquetes.
La fabricación del vino está representada en las paredes de muchas tumbas, principalmente
del Reino Nuevo, y podemos reconstruirla del siguiente modo: Las uvas se cultivaban en
viñedos, así como en los huertos de las casas. Una vez vendimiada se ponía en unas grandes
tinajas de madera o piedra que se cubrían con una especie de andamiaje del que colgaban
cuerdas. Los trabajadores entonces las pisaban agarrándose a las cuerdas para mantener el
equilibrio. EL líquido que salía de las uvas pisadas se recogía.
El residuo de pieles (hollejo) se metía dentro de una tela que se retorcía hasta extraer la
última gota del jugo restante. Este método de escurrir todo el zumo de las uvas se practicaba
aún en Egipto en el siglo XIX, y fue recogido por algunos de los estudiosos que acompañaron a
Napoleón en su expedición.
El mosto se colocaba en vasijas destapadas y se dejaba fermentar naturalmente por medio de
las levaduras presentes en las pieles de la uva. Después de esta fermentación preliminar, el
líquido se trasegaba a otras vasijas, o bien se sellaban las anteriores, por medio de un tapón en
el que se dejaba un agujero para dejar escapar los gases de la segunda fermentación. Una vez
que ésta se había completado, los agujeros se tapaban y el tapón se recubría de arcilla.
Algunas ánforas de vino se etiquetaban con el nombre del dueño del viñedo, el viñedo de
origen y la fecha de producción. A veces, las "etiquetas" indicaban que el vino allí contenido
era bueno, muy bueno o muy, muy bueno. Presumiblemente estas designaciones dependían
del tipo de uvas y el viñedo de donde procedían. La fecha de producción era muy importante,
ya que los vinos egipcios no duraban mucho tiempo, y debían consumirse en el plazo de un
año, si no querían que se convirtieran en vinagre.
En la época grecorromana y copta, la fecha no era ya tan importante, ya que las vasijas
estaban impermeabilizadas por dentro con una capa de resina o pez. Esta práctica era
desconocida en tiempos faraónicos.
También producían vino de palma, a partir de la savia de las palmeras datileras. La savia se
obtenía haciendo una incisión en lo alto del tronco de la palmera, por debajo de las ramas.
Luego se recolectaba la savia que salía por los cortes. Este mismo vino aún se produce en el
oasis de Siwa, donde lo llaman lagbi. El vino de palma era uno de los líquidos utilizados para
lavar los cadáveres en el proceso de momificación.
Otros vinos que se producían en época dinástica eran el de higos y el de granada, aunque hay
controversia acerca de si la palabra egipcia (antigua) shedeh significaba vino de granada o
jugo de granada. Ciertamente era posible fabricar tanto zumo como vino de granada y de higo,
ya que ambas frutas eran muy comunes en época faraónica.

Aceite y grasas. Productos lácteos

Los egipcios tenían a su disposición diversos tipos de aceites (oliva, ben, sésamo, rábano,
lechuga y balanites) así como grasas animales(principalmente de los riñones del cordero, del
cerdo, del ganado vacuno y de las ocas). Por este motivo resulta fácil suponer que también
frieron sus carnes, acompañadas de ajos, cebollas y hierbas aromáticas. También es posible
que combinaran varias técnicas de cocinado, como es freír primero la carne y los vegetales,
para luego añadir agua y cocer a fuego lento.
Aunque la mayor parte de las grasas para cocinar las obtenían de los animales domésticos,
también la obtenían de otros animales: gacelas, serpientes, cocodrilos, hipopótamos, gatos y
antílopes, por nombrar solo algunos. Estas grasas se utilizaban no solo para cocinar, sino
también en la preparación de cosméticos y medicinas.
No obstante, diversos aceites vegetales pudieron darse en la cocina del AE, incluyendo el de
lechuga y el de rábano, obtenidos a partir de las semillas de dichas plantas.
El aceite de cártamo aparece a partir del Reino Nuevo para cocinar. Sin embargo, Plinio
sostiene que este aceite se utilizaba para prevenir las picaduras, y nunca en la cocina.
Hay otro aceite que se obtiene de las bayas y semillas de la moringa, y se utilizaba en la cocina
y en los cosméticos. Como no se enrancia fácilmente era muy valorado.
También fueron comunes los aceites de balanites, ricino, coloquinto y linaza
El aceite de almendras era también conocido para los egipcios, y aparecieron almendras en las
tumbas de Tut y de Kha, en la XVIII Din. Pero es improbable que se utilizara en la cocina. No
hay evidencia de que se cultivaran almendros, y seguramente las importaban de algún lugar
del Oriente Medio. Posiblemente las almendras se asociaran con la purificación, y de ello
deriva la costumbre árabe actual de purificar el Nilo con almendras.
No está claro que produjeran aceite de oliva, aunque hoy en día esté tan asociado al
Mediterráneo. Ciertamente estuvo muy extendido en la época grecorromana, y hay evidencias
determinantes de que se cultivaron olivos en época faraónica, pero no se sabe en qué
cantidad. Se consumían aceitunas crudas, que encurtían en agua y sal después de recogerlas
verdes del árbol.
El aceite de sésamo, hecho de semillas prensadas, se utilizaba también como aderezo y en los
guisos, aunque más a menudo a partir del Reino Nuevo.
La leche se consumía natural. Hemos visto muchas representaciones en las que aparecen
cachorros siendo alimentados con leche y botellas que pudieron utilizarse para la
alimentación artificial de los bebés. En cambio, hay dudas acerca de la utilización de la leche
para cocinar. Aunque todos recordamos el pasaje del Cuento de Sinuhé en el que se habla de la
utilización de la leche en la cocina, no debemos olvidar que esto sucedía en el país extranjero
que acogió a Sinuhé.
También conocían una grasa láctea resultante de hacer mantequilla tradicional batiendo la
leche, y después derretirla hasta que el agua y la caseina se separaban. Solo se aprovechaba la
grasa, una especie de manteca. Esta manteca tenía una importante ventaja con respecto a la
mantequilla convencional, la de aguantar bien el calor sin estropearse. Aún teniendo
mantequilla, no parece probable que la comieran con pan como se hace en la actualidad, ya
que esto parece más propio de países fríos
Igualmente tenían otro derivado lácteo: el queso. Esto queda patente en la tumba de Ipy en
Tebas, donde se ve la fabricación del queso de cabra, y también por el descubrimiento de una
jarra conteniendo lo que en su día debió ser queso. Y el queso no solo se dio en el Reino
Nuevo, sino que en una tumba del periodo protodinástico se han recuperado vasijas de
cerámica conteniendo antiguos quesos.

Técnicas de conservación

Además de preparar sus carnes, pescados y aves para el consumo inmediato, también
conocieron diversas técnicas de conservación. Las más comunes fueron el salado y el secado.
El informe de Herodoto acerca de que los egipcios salaban y secaban sus aves, está
corroborado no solo por las representaciones y los textos, sino gracias a las ofrendas físicas
que han aparecido en las tumbas tebanas.
Hay muchas representaciones desde el Reino Antiguo en adelante en las que se describen las
técnicas de conservar el pescado. Los peces se cogían directamente de la barca del pescador y
generalmente se les quitaban las escamas y las tripas en la misma orilla del río. Entonces se
cortaban a lo largo y se extendían planos al sol para que se secaran. Antes de esto
frecuentemente les hacían unos cortes oblicuos que frotaban con sal. Cuando el proceso de
secado estaba completo se almacenaban en ánforas. El pescado egipcio así conservado era
famoso en todo el Mediterráneo, como queda atestiguado en la Historia de Wenamun. El
pescado seco del Egipto actual, que se llama fasikh, se prepara de la misma manera.
Las huevas de algunos pescados, sobre todo del mújol también se salaban y conservaban con
técnicas parecidas. Separaban estos ovarios llenos de huevas del pez, los lavaban y los
frotaban con sal. Después los ponían entre tablas con peso para escurrir el agua y secarlos. Las
huevas así preparadas se exportaban a todo el Mediterráneo oriental hasta el siglo pasado, y
la palabra árabe paradesignarlas es battarah.
Las aves eran tratadas de modo similar para su conservación. Después de ser sacrificadas por
estrangulamiento, las aves eran desplumadas, evisceradas y colocadas en tinajas con grandes
cantidades de sal. A veces las colgaban al sol para que se secaran antes de colocarlas en las
tinajas de almacenaje. Se encontró una tinaja llena de aves así conservadas en la tumba
inviolada del arquitecto Kha en Deir el Medina.
La carne era igualmente salada y secada. Esto podemos saberlo por las frecuentes
representaciones de tajadas y tiras de carne puestas a secar al sol. Y también por las porciones
de carne encontrada en varias tumbas tebanas. Las investigaciones realizadas sobre estos
restos con microscopios electrónicos han dado como resultado que efectivamente estaba
conservada en sal (ClNa). De este modo, los egipcios contaban con un alimento proteínico y de
larga duración, muy útil sobre todo en las campañas militares por su fácil transporte.
También prepararon porcino en sal, aunque en este caso sumergían la carne en tinajas llenas
de un líquido fuertemente salado, que luego sellaban para su uso posterior.
Hay otros elementos conservantes que pudieron utilizar como son la grasa, la miel y la
cerveza. En estos casos, la pieza a conservar debía estar totalmente cubierta por el
conservante y colocada en vasijas de boca estrecha selladas hasta el momento del consumo.
Aún hoy en día se suele encontrar carne conservada en grasa en los pueblos de Egipto.
***
Como hemos visto, los egipcios disfrutaban de una dieta equilibrada y variada. No he tratado
de hacer un recuento exhaustivo de todo lo que comían en las diferentes etapas de la historia,
sino que me he limitado a ofrecer una visión generalizada de lo que tenían a su disposición en
aquellos tiempos, así como las formas conocidas de preparar las comidas y quien podía
permitírselas.
Los conocimientos actuales en cuanto al modo de cocinar los alimentos no son muy
abundantes, ya que ningún libro de cocina o similar ha llegado a nosotros, aunque quizás
algún día aparezca alguno y alguien lo traduzca. Mientras tanto, para recrear las recetas de los
banquetes de hace 3000 años, tenemos que basarnos en los testimonios que dejaron en las
paredes y a las pruebas aparecidas en las excavaciones. Y, cómo no, recurrir a la imaginación,
a la creatividad y al sentido común.

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