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Desde el principio de los tiempos y desde que el ser humano tiene constancia de sí
mismo se ha hecho preguntas sobre diferentes temas: la muerte, el cielo, el más allá…
Una de las preguntas esenciales que nos hacemos desde hace miles de años y a la cual
no tenemos una respuesta objetiva y fija es el propósito y finalidad de lo que sea esto
llamado “vida”.
El intento de dar sentido a la vida se ha tratado desde diversas religiones: en el
cristianismo se entiende que el sentido esencial de la vida es obrar siguiendo una serie
de valores como la generosidad o la amabilidad para conseguir reunirnos con Dios en el
Cielo. Desde el punto de vista del islam es algo parecido: dedicar la vida al servicio de
Alá e iremos a un sitio u otro dependiendo de nuestras acciones. En el caso de las
religiones orientales como el hinduismo o el budismo tratan de explicar este sentido de
la vida como un camino hacia la iluminación, la liberación de lazos terrenales y
materiales para conseguir el pleno conocimiento.
Siempre se ha vinculado la espiritualidad con la fe, y que es que guardan una relación
estrecha ambas, pero no es la única relación la de la espiritualidad con la fe. La
espiritualidad hace referencia a algo más allá de lo tangible: el alma. La religión hace
únicamente referencia a la creencia en una serie de valores y creencias que
normalmente están relacionadas con una divinidad.
Ante el creciente apogeo durante los últimos años de renegar en la creencia de un Dios,
en una divinidad, diversos autores han tratado este tema que hoy en día sigue siendo
un tópico y algunos han tratado de explicarlo desde el punto de vista de una persona
atea. Es el caso de Andre Comte-Sponville, autor del libro “El alma del ateísmo” que trata
de dar una explicación sobre la equivocación entre los conceptos de religión y
espiritualidad. Propone una espiritualidad para ateos, es decir, una forma de vivir la vida
y de pensar que no tiene por qué llamarse religión y no tiene por qué tener la base en
la creencia en algo superior a nosotros y que puede ser única y exclusivamente de cada
persona, de cada uno.
Es este libro, por tanto, una pequeña ayuda para gente que reniega de creer en una
determinada religión y que cree que, si tiene una creencia determinada, ya por eso, es
una persona religiosa.
ECOLOGÍA
El ser humano se trata al fin y al cabo de un animal: trata de sobrevivir y modificar las
condiciones del entorno en el cual se encuentra para su propio interés. Aquí es donde
se produce un conflicto de intereses entre los intereses personales del hombre y el
equilibrio que ha guardado la naturaleza durante millones de años en la Tierra.
Este choque de intereses ha hecho aparición desde que el ser humano tiene cierta
capacidad para fabricar instrumentos complejos, mejorar la calidad de vida… ya que
hace miles de años el ser humano no era capaz de realizar cambios que perjudicasen a
la naturaleza dado su escaso conocimiento sobre el planeta que se debía a la ausencia
de inteligencia que tenía en aquella época. Ante la intención del ser humano desde hace
décadas de mejorar su calidad de vida a costa del medio ambiente y de muchas especies
tanto botánicas como zoológicas han surgido muchas voces en contra de estos actos.
La gente que se manifiesta en contra de esta
clase de acciones que dañan la naturaleza y en
definitiva nuestro planeta lo hace porque a
pesar de la aparente ausencia de relación
entre los humanos y otras especies de
animales y especies botánicas, siente una
conexión con estas especies y con el planeta
y siente compasión hacia la naturaleza.
Es por tanto obligación de todos cuidar del
planeta y de lo que contiene ya que es de allí
de donde procedemos y es allí donde se
encuentran especies tan únicas como nosotros
mismos.