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ORGANO

ATENEO DEL ATENEO DE EL SALVADOR


- Ubi Scienti.,lbi Pahia -

Directores: Doctor Arístides Palacios - Doctor lisandro Villalobos

Tercera época No. 154 l° San Salvador, El Salvador, Agosto de 1941 Ano x x x
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Exitos del Ateneo de El Salvador

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N es {e Inepe comenfario ediforial sobre el esfuerzo hasfa ahora tesonero
de nues{lO Ateneo, por llenar los varios puntos de su plan de iraba;o
anual, no hay infdnsecamenfe vanos alardes de conciencia mediocre', sino
más bien confemplación serena de la siembm frucfífera.
En verdad, la pendienfe n05 pareci~í, en un principio. for/uosa y escarpada, inac-
-cesible al anhelo fímido o irresoluio; pero quisimos poner a prueba la vira
{lIalid'7d de la frase latina de que el irabajo todo lo vence (labor ímprohus
omnia víncif) , y nos empeñamos en el propósi!o de subir hasia la cima con
el paJel lento pero seguro de los afanes inquebraniables.
y el Ateneo de El Salvador, puede ahora muy bien ufanarse de ser la primem
insii!ución de cuffura que propicia y orienia las inquieiudes espiri!uales del
pueblo salvadoreño.
El ciclo de cursos breves. clausurado en Julio de esie año. y que logramos manfe~
ner en acción duranfe casi fados los meses del verano fropical, halenido una
frascendencia inesperada: las diferenfes clases sociales del país, ansiosas de
enconfrar sendas para sus almas vacilanfes frenfe a esfe panorama sangrienfo
del mundo, en donde se ven desnivelarse hasfa las más sólidas construccIO-
nes d~ la menie. han acudido a l'scuchar reverenfes las disedaciones. que so-
bre Arle. Ciencia y Filosofía, han resonado en el viejo paraninfo de nues-
fra Universidad de Esiudios Académicos, bajo los auspicios del Afeneo y a
cargo de profesores espeCializados.
y éomo resulfado naiural de esie imbajo aieneísfa. es el cuadro risueño y exul-
ianfe que, desde el punio de J)isia culfural. ofrece la Nación acfualmenie.
DQqui¿r se escucha el esiallido del deseo inconienible por conocer las nue-
vas fendencias socio les y /ilosójlcas del instanie. en el cual. cieiamenie, se

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elabora a {oda prisa el vivir colecfivo de las generaciones sucedáneas. La


. inicia{iva padicular es{á floreciendo en ciclos de conferencias que se orga-
nizan por los cua{ro tumbos de la República, en seminarios de es{udios de
di/eren{e índole, en publicaciones cienfíf!dis y literarias que ensayan d.:x{ri-
nas y sis{emas de vanguardia. En f!n, que por {odas partes se no{a afán
de es{udio, de inves{igación, de análisis.
Este despertar de en{usÍasmos renovadores del ambien{e, es el m.ejor aporte que ~l
A{eneo ha logrado llevar al acervo cu/iural dQ la pa{ria. Y nos proponemos
Ín{en{ar una orien{ación noblemen{e evolu{iva a las inquie{udes espirituales,
que encienden anhelos imrJrecisos en el alma nacional. El pensamiento
joven, en parficular, necesita de ¡alones y de guías que con paúiotismo y
decoro. marquen los legítimos progresos reali~ados en la senda y señalen
las ·direcciones, trancas y seguras, del porvenir.
Una aquilifación de valores por mt:dio de la crífica' sana y bien intencionada,
que en el debate de las ideas sabe mantenerse en las limpias re,l/iones de fa
serenidad, es lo primero que se impone ahora para someter el oro de la
verdad y dpf sentimiento puro V regenerador a la prueba decisiva del crisol
de las conciencias incorruptas.
Cuando el Ateneo haya iniciado este trabajo con fos materiales adecuados para
ob{ener resu/iados def!nifivos, sólo entonces podremos decir, con verdadero
orgullo, que su obra responde a su brillan{e nombre y a su glorioso origen
his{órico.

LISANDRO VILLALOBOS.

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El Filósofo y la Existencia Concreta


Por HUMBERTO DIAZ CASANUEVA

1).- El hombre occidental del si- los románticos inadvertidús y esclui-


glo XIX vivía todavía en un tiem~ dos. La filosofía no era una necesi-
po calmo y evidente, sin muchas vi- dad ni un impulso exigente. Aún
gilias ni interrogaciones, convencido más, a medida que el siglo avanzaba,
de que había alcanzado un grado su- el hombre se arriesgaba a vivir sin
ficiente de compatibilidad 'entre su filosofía, aniquilándola o reduciéndo-
ser y el mundo, considerándose a sí la. Y los filósofos fueron en muchas
mismo corno una constan.te posibili- partes considerados como una raza
dad qu(' a la larga ad quiriría mayor inútil, pueril y en cierto modo en-
desplie~ue y afirmación. Seguramen- ferma.
te este hombre no alcanzaba a go- Las lecciones del gran Hegel se
bernar todos sus sueños y presen- olvidaban lentamente o se fijaban en
ciaba revoluciones, guerras y catás- esquemas supersticiosos. A medi-
. trofes y muchas veces la desespera- da que culminaba el siglo, el mundo
ción irrumpía en su intimidad, pero aparecía menos misterioso y terrible.
su inquietud ante los sucesos impre- Sus fuerzas abisales se domeñaban y
vistos y ajenos a su orden, no alcan-· sometían a lo confortable, claro y
zaba a trastornar sus raíces ni a su- preciso. La filosofía había renun-
mirlo en la desesJ;:eranza. ciado a sus ambiciones seculares en-
Las cosas del mundo seguían un tregando su cetro a las ciencias par-
curso natural dentro de formas y es- ticulares que desde el Renacimient.o
tructuras históricas estables y los iban lentamente una tras otra aban-
acontecimientos tenían una explica- donándola y suplantándola. Como
bilidad fácilmente lograda por la ra- dice Bergmann, la filosofia llegó a
zón. No predominaba todavía la parecerse al Rey Lear, que repartió
obsesión del destino cerno promotor su reino entre sus hijas, para prefe-
obscuro y terrible ni la perplejidad rir el exilio voluntario. De la filo-
ante el disfavor del mañana y la sofía flotaban solamente sus vestidu-
magna representación del horizonte. ras: la manifestación formal de sus
Había uno que otro espíritu díscolo nociones y de sus iluminaciones.
que predecía conflictos y s(' empeñaD Ella se estancaba en las cátedras
" ba en mostr~r con pasión vidente las apareciendo primordialmente como
griet.as de una cultura cuyas líneas teoría de"! conocimiento o lógica for-
arquitectónicas aparent.aban un eq~i­ mal. O se prestaba para servir co-
librio y firmeza inconmovibles. Re- rno una amable propedéutica en la
flexiones int.ensas sobre el sentido ordenación y sistematización de los
de la vida y el enigma de la existen- concep,tos de las ciencias particula-
cia, que presuponen un estado espi- res. La filosofía misma se ... desfílo-
ritual de preocupación y de angustia, sofaba» en suicidio forzoso tornán-
no alcanzaban a manifestarse sino en dose científic~ -síntesis general o

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fundamental apriorística- expurgán- zón fuera mínimo y diferente al ta-


dose de toda metafísica, de todo en- maño y profundidad de la razón cós-
sueño vano o prejuicio meta-físico. mica de los antiguos. La razón con-
Su aparente extinción no alarmó a cebida como inteligencia abstracta y
nadie y no es de extrañar que Marx formal, en función del conocimiento
haya escrito su «miseria de la filoso- y dominio de, la realidad, lo hacía
fía». Antes que Marx, el espíritu cumplir su programa y preñarse de
burgués la había mutilado en su en- porvenir. Su racionalismo era per-
traña fáustica. fedamente explicable porque cons-
El hombre del siglo XIX confiaba tituía el antecedente de sus triunfos
en sus potencias y en su creciente y porque a través da él se explicaba
autonomía, seguro de su ' primacía y consolaba de sus derrotas, aunque
sobre todos los otros hombres del más tarde ese racionalismo lo iba a
pasado. Lo traspasaba cierto goce eotumecer y arrojarlo a una melan-
inefable que el hombre de otras épo- colía otoñal.
cas raras veces había sentido: el go-
Durante el siglo XIX, el mundo
ce ante lo empírico, el optimismo an-
occidental y especialmente Europa,
te la realidad, la certeza de que me-
había logrado una culminación es-
diante el saber y la ciencia iban a ser
plendorosa y sumamente prometedo-
develados todos los misterios so-
ra. \ El desarrollo de las ciencias, las
brantes y salvadas todas las vallas
múltiples y magníficas invenciones,
que el universo pudiera todavía co-
el milagro de la técnica, el floreci-
locarle. El concepto baconiano «sa-
miento industrial, el sometimiento
ber es poden) se imponía corno el
de la materia, la división del trabajo,
móvil más tentador de la actividad
el crecimiento de las necesidades, el
hu~ana. Y tenía razón nuestro
abuelo o bisabuelo para su arrogan- aumento de la población, la expan-
cia espiritual. El progreso de las sión coloni~ 1. el empequeñecimiento
ciencias positivas se había cumplido del mundo, el triunfo de la burgue-
en forma tan audaz y vertiginosa que sía, la imponente estructuración del
la pasión del ejercicio intelectual era capitalismo, el surgimiento de las
más que pasión, un instrumento de masas humanas, el pelfeccionamien-
poderío universal. El pensam'iento to del Estado democrático, el en-
logicizado era la determinación espi- grandecimiento de las ciudacles, la
ritual más evidente, la causa de la afirmación del sentimiento humani-
trasformación de la realidad y el mo- tario, el desarrollo de la higiene y
tivo de que los hechos naturales pa- de la medicina etc. etc. constituían
saran de signos mágicos a materiales acontecimientos que impelían al hom-
sumisos a su voluntad. La razón a aferrarse a sus nuevos mitos: ra-
identificada con su pr<;>pio Yo y ve- zón, fel.icidad, progreso. El hombre
nerada como el fundamento de su experimentaba no sólo en su vida
existencia lo había conducido de espiritual, sino también en su vida
un mundo arbitrario a un mun- cotidiana y práctica, el valor supre-
do causal. El centro dé su con- mo de la civilización y de la conquis-
ciencia se había ensanchado hasta ta mecánica de la realidad.
adecuarse a sus aspiraciones. No Pero trazar con justeza la fisono-
importaba que el tamaño de su ra- mía del siglo XIX sería labor inmen-
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sa para la cual no poseemos todavía económicos; ella es más honda: ella


la suficiente perspectiva. Especial- muerde nuestra intimidad y fran-
mente en América, en donde este quea los recintos más secretos de
siglo no alcanzó a x:ealizarse plena- nuestra alma. Tanto la guerra del
mente, no podemos enjuiciar a sus 14 como la actual, son síntomas de
generaciones y hacerles reproches y la crisis, repercusiones visibles en la
señalarles con tanto énfasis sus pe- superficie del cuerpo social, de de-
cados como lo hace el pensador eu- rrumbes y catástrofes que se verifi-
ropeo -porque mucho del siglo can en el interior del hombre. Las
XIX ha de manar todavía en noso- guerras no son acontecimientos for-
tros y sus elementos positivos han tuíf:os, aunque su desenvolvimiento
de digerirse e integrarse en nuevas aislado ocupe por abora nuestra
concepciones que ojalá lleguen a ar- atención. Ellas son los procesos
ticular y ceñir nuestra futura cultu- que afloran al escenario histórico
ra. Somos herederos directos de tal con estruendo trágico, pero vienen
siglo y dentro del desconcierto ac- guiadas por una lógica profunda.
tual no sabemos todavía cuales serán Asistimos a una tragedia que ojalá
las formas que perecerán y las que -tenga más de parto que de tragedia.
han de salvarse, purificarse y acre- Ya no rige un mundo y un ancho y
centarse en los tiempos venide~ venturoso ciclo histórico-cultural se
ros. Apenas podemos asegurar clausura y liquida. EL hombre anda
que este grande y majestuoso siglo entre ruinas dispuesto de nuevo a
XIX, en que el hombre avanzó a pa~ iniciar su labor de constructor eter-
sos firmes, y en que se cosecharon no sin que atine todavía a diferen-
los frutos más prodigiosos que ve- ciar el escombro del material virgen.
nían madurando desde el l~enaci­ Muchas veces encuentra en su tri-
miento, entra en la sombra, se des- bulación al fantasma del hombre del
hace y extingue y tanto pesimismo siglo XIX y le pide cuentas y lo cíf:a
lo rodea en su muerte como opti- en su conciencia atóníf:a.
mismo lo rodeó en su nacimiento.
3).- En este viraje incierto, la fi.
'2).- El reino del saber alcanzó a losofía se atreve a alzar su cabeza
ser rdno del poder pero nó de la fé. débil y canosa. Parece que ella ad-
Muchas de las mejores ilusiones de quiere una nueva significación por-
nuestros mayores ya se marchitaron que es llamada para una nueva res-
y el sentimiento de un escepticismo ponsabilidad. No quiere la Glosofía
creciente cunde tanto en las masas resignarse a ser un bizantinismo y a
Como en las élites de este nuevo si- desempeñar roles subalternos. El
glo nuestro que ya se remonta al hombre angustiado de nuestra época
mediodía. Nada subsiste inconmo- necesita de nuevo una «iluminación
vible y la época pasa a ser campo de de la existencia», un críf:erio, una fé'
crisis y conflicto. Tanto la realidad una vocaClOn. La filosofía puede
histórico-sociológica, como el sistema darle una ayuda, aunque ella no sea
de creencias y de ideas, vacilan y se una solución. Ella puede plantear
resquebrajan: las materias del saber de nuevo el enigma de la existencia,
y los impulsos de la fé. La crisis empujar solemnemente al hombre
no sólo sacude los planos políticos y hacia sus raíces, instaurar otra vez
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sus problemas. educar sus dudas. esencial con el mundo. es decir con
encaminar su angustia. A pesar de la situación histórico-cultural dentro
la condenación positi~ista del siglo de la cual actúa. entonces la abstrac-
pasado. la filosofía reaparece como ción y la distracción lo exilan y lo
.un río que hubiera estado perdido anulan y la filosofía se transforma
bajo la arena. purificado y carga~ enjuego especulativo y formal. Más
do de sustancias distintas y nue= que otros hombres. el filósofo ha de
vos ímpetus. P e r o l a filosofía estar firmemente inserto en su tiem-
se nos presenta también en crisis. po. La conciencia de esta inserción
sobrecogida. Pero algo puede sal~ hace que su personalidad sea signi-
varla: la recuperación virginal y fun- ficativa y que ~u pensamiento brote
damental de sus problemas y la hu- valedero y fecundo. En otros tiem-
mildad para que deje repercutir en pos. el filósofo laboraba «desde» la
su ámbito el sentido de la época. los situación existencial y cultural. su-
pasos del hombre hada su destino y mido en el cruce mismo de las fuer-
significación. No obstante. todavía zas históricas en. pugna y su obra
muchos filósofos tejen y destejen sus estaba determinada por el móvil de
abstracciones. irreductibles en sus servir y se identificaba con el senti-
escuelas y sistemas. sordos a los es- do y la fé de una misión. El filóso-
tragos del tiempo presente. llenos de fo griego no perdía de vista a su co-
ingenuo candor o perfidia académica. munidad social-religiosa. igual pro-
sin autenticidad ni responsabilidad.
cedían el medioeval y el renacentis-
ta. aunque a veces consiguieran con
E~tamos acostumbrados a conside-
esta fidelidad fervorosa la cicuta. la
;ar al filósofo como a un ser abstraí~
do y distraído. Abstraído en sus hoguera o el destierro. La apatía y
círculos íntimos y distraído de sus sustracción jamás han sido creadoras.
vínculos y determinaciones terres- más bien son formas de la traición
al ser.
tres -en una palabra: sustraído al
mundo. ensimismado- como diría
«Situarse al margen de las cosas
Ortega. fiay razón en parte para
es siempre el principio de la genera-
considerarlo así. El filósofo debe
abstraer pOlque ha de llegar a la lización. pero con frecuencia el fin
de la filosofía» dice Lansberg. un fi-
formulación clara y sistemática de
los conceptos que provengan de sus lósofo perseguido de estos crueles
tiempos. El filósofo oscila entre la
intuici'onp.s. Y también debe dis-
traerse para situarse mejor dentro independel'lcia y la participación. en-
de si mismo y sen~irse indisoluble tre la tendencia a la más absoluta
libertad y la necesidad del estable-
en su introvecsión. Pero estos pro-
cimiento de comunicaciones reales.
cesos han de verificarsé sin que el
filósofo dejp. de ser partícipe y lúci- entre la soledad abnegada y la comu-
do protagonista del mundo en el nidad salvadora. Pero en los tiem-
cual vive. No necesita irse a los pos de crisis ha de auscultar el tiem-
mercados pero tampoco debe re- po histórico. sin eludir ningún pro-
cluirse en las atalayas. Cuando el blema y sin evadirse del sublime
filósofo ha perdido la vinculación cumplimiento que es la filosofía con-

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síderada como un acto de vida. (1) experiencia previa, sin ese substracto
Berdíaeff dice «En la fuente de la irracional, sin una «pre-filosofía» , to-
6.l0sofía está la experiencia de la da elaboración conceptual resulta
existencia humana en toda su pleni- desin tegrada.
tud». Atrevámonos a decir que la En el siglo pasado era casi una in-
filosofía es primordialmente una ac- - juria corisiderar a un hombre como
tividad vital, una vivencia funda- metafísico. Sin embargo, yo no va-
mental susceptible de sabiduría, que cilaría en afirmar que todo hombre
se cumple primero en la zona obs- es un metafísico. Para vivir y or-
cura del mundo emocional y que denar nuestro mundo necesitamos
puede ser el comi~nzo nada más que resolver problemas metafísicos aun-
exhorcismo o pura fiesta o puro ho~ que no dispongamos de los medios
rror. y en este plano primario en abstractos del fllósofo. Cada uno de
que se desenvuelve como impulso, nosotros debe adoptar una metafísi-
tendencia o voluntad, emoción crea-
ca privada, ceñir un haz de creen-
dora o símbolo, el filósofo actúa an-
cias esenciales, un modo de apreciar,
tes de todo discernimiento u opera-
acoger, rechazar, concebir el mundo
ción intelectual. La tesis cartesiana
y concebirse a sí mismo. El hecho
«pienso, luego existo» ha tenido que
metafísico es con;titutivo de la na-
ser invertida completamente en nues-
turaleza humana y se verifica en el
tros tiempos «existo, luego pienso».
fondo de nuestra personalidad sien-
La conciencia del pensamiento no es
do el hecho más práctico y necesario
la conciencia elemental de la exis"
yel que decide en última instancia
tencia. Todavía no logramos des-
nuestro proceder y nuestro pensa-
prendernos de cierta creencia griega
miento. Esta metafísica concreta
que estimaba que el conocimiento
no siempre puede ser expuesta y
610só{lco debería ser el conocimiento
de lo general y nó de lo particular o formulada en encadenamientos lógi-
individual, creencia que pasa al es- cos, pero es viva e imprescindible.
colasticismo y perdura a través del La filosofía es una vivencia antes
racionalismo para culminar en He- que un acto de teorización, una pers-
gel. La experiencia elemental que pectiva elemental que adoptamos,
hace el hombre llamado ülósofo pue- un estilo de valorar. La filosofía es
de ser más tarde estructurada en un acto forzoso y quien se declara
forma consciente. Pero sin aquella contra ella está realizando con su
negación un acto 610só6co.
Ahora bien, la filosofía «propia-
(l).-Marx ha formuiado drásticamente mente tal» ha de reposar sobre esta
el contraste violento que había hecho el mun-
do occid.ental entre evita activa y vita con- «6.1osofía de la 6.l0sofía» como dice
templativa», entre Marta y María. al excla- Dilthey, si aspira no sólo a validez
mar: «T.os filósofos solamente han interpre-
tado el mundo en formas diversas; se trata intelectual sino también vital e his-
ahora de transformarlo. . El filósofo de nues- tórica. La experiencia concreta del
t:o tiempo, al buscar las formas de su voca-
CIón «activa», no elude la contemplación pero hombre en el seno de la existencia
nfio l~ considera como una actitud que tiene su precede a la actividad de conoci-
nahdad en sí misma_ Uebemos naturalmen-
te diferenciar la actividad .formal» regida miento. Toda la investigación filo-
por el azar, de la actividad concreta e inte- sófica moderna está acorde en reco-
gral regida por un objetivo, un sentido, un
valor. nocer la existencia de un conoci-
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miento emocional, prelógico, como lo cación más integral y profunda con


había previsto Pascal. No puede las bases de la existencia. Estas vo-
haber formulación filosófica si antes ces eran los primeros indicios de un
no hay ejercicio de la intuición filo- malestar y por lo tanto de una de-
sófica. Solamente cuando la filoso- sintegración en la conciencia del
fía proviene de estos orígenes cal- hombre. La primacia del intelecto
deados y es padecida y profundiza- había obscurecido a los ojos del hom-
da como el atributo primero y el bre sus demás potencias esenciales.
prototipo de la vida espiritual. e;"~ La deshumanización creciente arra·
ton ces no hay temor de que el dog- jaba al hombre al disloca miento de
ma teológico o la verdad positiva de sus formas y a la disolución de su
la ciencia pretendan desalojarla y Yo aparentemente autónomo. Y la
declararla superflua. La filosofía filosofía no podía concederle en su
no es una entidad objetiva al mar- penuria una ayuda efectiva porque
gen de la existencia concreta; es un ella se había anquilosado en el siste-
estado, una experiencia que' requiere ma. Contra la filosofía sistemática
para su expresión y coherencia, en~ se había declarado Kicrkegaard des-
trega y fidelidad, angustia e ilumina- pués de huir desencantado de las
Clan. La crisis espiritual de nues- clases de Hegel. El solitario pensa-
tro tiempo plantea al propio filósofo, dor danés decía que el filósofo del
acostumbrado a concedernos la nor- sistema se parecía a un hombre que
matividad ética, la necesidad de que construía un castillo sin decidirse a
se aplique a sí mismo una ética pre e habitarlo, prefiriendo vivir al lado
via que lo obligue a ser consecuente en una cabaña. Kierke~aard se de-
y le señale la ley de la responsabili- claraba apasionadamente, impulsado
dad personal y de la vinculación con por su angustia religiosa, contra la
la situación cósmica e histórica, cul- filosofía que desde Parménides pa-
tural y social en que está colocado sando por Descartes y Ka'nt hasta
aunque no lo quiera ni lo reconoz- llegar a Hegel, identificaba el pensa-
ca, (1) .
miento con el ,ser. ,<Así como pien-
Pero ya en pleno siglo XIX se ha- sas eres tú» decían los racionalistas.
bían escuchado voces taimadas que Kierkegaard se aheve a decir; «Así
reclamaban del filósofo una' comuni- como crees eres tú; la fé es el ser».
Pero el precursor de la filosofía de
la existencia no se consolaba atacan-
(l).-Fichte ha dicho que «según es la fi- do la razón y hundiéndose en su in-
losofía que se sustenta, así es el hombre)). La
necesidad de la autenticidad es más imperio- terior irracional e insubordinado: él
sa para la filosofía porque en esta disciplina quería solamente vincular de nuevo
no es tan fácil separar Persona y contenido
objetivo, como en las investigaciones mecá- la razón con las raíces de la existen-
nicas o descubrimientos químicos, en que el cia humana, darle su supremacía y
contenido objetivo vale por sí mismo. En la sus derechos a condición de que ella
filosofía la existencia personal del creador es-
tá siempre presente. ))Cada gran filosofía- di- no renegara de su~ orígenes ni de
ce Nietzsche- es una confesión de su crea- sus limitaciones.
dor)). Cuando una determinada concepción
del mundo está ligada a la personalidad del
filósofo, contiene mayor fuerza espiritual e También Nietzsche sondeó la po-
irradiación mientras que en los sistemas filo- sibilidad del conocimiento filosófico
sóficos provenientes de mecanismos intelec-
tuales lo formal supera a lo auténtico. y luchó con ardor y violencia profé-

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tica contra el pensamiento subjeti- era unitario sino escindido. La rea-


vista divorciado de la vida. Quiso lidad había experimentado un corte.
despejar el camino de la libertad de una bi-dimensionalidad que iba ha-
las trabas y de la pedantería de los ciéndose cada día más alarmante y
profesores infalibles. Su tarea in- fatal. Frente a frente estaban una
mensa al 'pretender que la razón se sub-realidad y una super-realidad
sometiera nuevamente a lo~ poderes que en ambos casos denotaban nó
dionisiacos de la vida era necesaria una posesión sino una fuga de la
en aquella época intelectualizada en realidad. Kroh se ha referido con
demasía que llevaba en sí misma el razón a una civilización de lo sub-
embrión del caos y del aniquilamien- vivo y a una cultura de lo super-vi-
to. Nietzsche se rebela contra los vo. El pensamiento inspirado y di-
falsos idealistas y les grita: «Os con- rigido por las ciencias positivas se
jU1:o. hermanos míos. permaneced aplicaba a la conquista de la reali-
fieles a la tierra! ». El filósofo por dad empírica y por otra parte el
elevarse. se había evadido y en la pensamiento autónomo y abstracto
medida que acrecentaba la ficción de del idealismo tendía a la conquista
su espiritualidad. disminuía la rela- de una realidad que estaba colocada
ción con la existencia real. No ha- fuera de la realidad. El materialis-
bía alcanzado .la plenitud sino el ta o positivista tenía entre sus ma-
dogma. El hombre había sido rele- nos la materia o la propia realidad
gado y en su lugar. los postulados. anímica reducida a leyes físico-quí-
las nociones. las ideas. en un esca= micas y aprehendida por métodos
moteo hábil y extremo, suplantaban basados en la matemática. El idea-
su imagen. lista o racionalista perseguía el fan-
tasma de las ideas eternas. el sueño
4).- ¿Pero acaso el positivista e platónico y buscaba acceso a la esfe-
idealista no eran fieles a la tierra? ra espiritual en que se alojan la idea.
No estaba el hombre de ese Siglo la norma. el valor. La realidad fué
aparentemente consolidado en el rebajada a empiria o esencializada
mundo. aplicado a lo material. a su
como una mera o apariencia en la
interpretación y dominio? La tie-
conciencia o como un producto de
rra no es sólo aquello que retiene el
la conciencia o del Yo. El logicis-
paisaje. lo perceptible y trasforma-
mo de la filosofía trascendental o la
ble. ni es tampoco la ficción llevada
expetiencia analítica de las ciencias
a un sistema subjetivista mediante
positivas. a través del llamado cono-
la transposición que hace el pensa-
cimiento objetivo. olvidaban la tota-
miento lógico. La tierra no es sólo
lidad viviente del hombre. su ser
un cuerpo exterior y pasivo o un
concreto. su drama sobre la tierra.
concepto: es un poder. un destino.
una condición decisiva. En ella el La fHosofía no disponía de otra
hombre se orienta hacia su afirma- urgencia que el planeamiento del
ción o negación. ensayando una y problema del conocimiento o mejor
otra vez responder a las saetas de su dicho. del problema de la conciencia
misterio. de ese conocimiento. El intelecto
El hombre d~ ese tiempo estaba era el principio que determinaba la
colocado frente a un mundo que no organización del mundo. La esen-
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20 ATENEO
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. cia dominaba y sofocaba a la existen- dencia, también la filosofía idealista
cia. ha hecho que esta voluntad se iden-
El culto por las esencias y la con- tifique con el propio espíritu y ac-
sideración del hombre «desde la túe de acuerdo con el absolutismo y
idea» ha conducido a una desvalori- la autonomía de la Razón. Dios
zación de la realidad. Tal culto se mismo llega a ser para los idealistas
ha desai-rollado especialmente en apenas una Idea, una eterna y nece-
planos intelecí:uales, pero no ha de D saria Idea moral.
jada de tener efecí:os en la eshuc~
La ley moral se construye de
tura de la vida social~cultural. La
acuerdo con esta concepción dualís-
desvalorización y humillación de la tica que incita al hombre a la supe-
realidad han surgido en el mundo ración y subordinación de la reali-
occidental con el dualismo platónico. dad temporal, sensible, mortal. El
Pueden también ellas encontrarse hombre es definido «sub specie ae-
en algunas etapas del desenvolvi- terni» y no es la tierra la que fija
miento del cristianismo, sin que pue- su sentido sino el ser eterno. Nietzs-
da decirse -como Nietzsche-que el che es uno de aquellos filósofos que
cristianismo siempre las exalta: hay
quiso libertar al hombre y a la tierra
mucha diferencia ent:re el «catolicis-
de la verdadera maldición que sobre
mo» de los albigenses, el Kempis y
ellos había descargado sin t:regua ni
la ací:itud amorosa de 5an Francisco
piedad el ejercicio exclusivo de los
Asís. En el idealismo de Kant,
postulados de la t:rascendencia. Niet-
Fichte, Hegel, la realidad es fríamen-
zsche se atreve a decir que Pla-
te des~realizada.
tón es «un cobarde ante la realidad,
Tal dualismo separa al mundo del un renegado que huye hacia el mun-
ser absoluto, del mundo de la apa- do del ideal». Y el creador de 5a-
riencia y de los fenómenos. El pri- ratusf:ca toma partido por el error
mero es la cima y el orden supremo, de los sentidos, el cuerpo, l~ tierra,
lo auténtico y definitivo; el segundo los instintos, la existencia concreta
es la sombra y el engaño, el pecado del hombre, su devenir histórico. sin
y la muerte. El hombre está situaD que por eso rodara hada un mate-
do ent:re estos dos mundos, como un rialismo simple o positivismo ciego o
centauro deslumbrado que tuviera limitada inmanencia. El ser corpo-
su .ser empírico hundido en la apa- ral no vale menos que el ser pensa-
riencia, diferenciado y condenado, y do y el mismo cuerpo es la sagrada
su ser inteligible alzado a aquel dimensión de la conciencia. El he-
mundo supremo y post:rero de las cho de «estar-en-el-mundo» no equi-
ideas. Este mundo fenoménico es vale a una caída o a un destierro: es
un destierro y el sentido de la vida el hecho humano por excelencia. La
terre~al sólo adquiere grandeza en aceptación heroica de esta realidad
la medida que sintamos la nostalgia es la primera virtud glorificadora del
hacia los reinos celestiales en donde hombre. la experiencia más noble de
nuestro propio ser mora eterno y su destino humano y divino. el acon-
desprendido. No sólo algunos relia tecimiento que permite a la filosofía
~iosos han estimulado con tesón fa- dirigirse a la interpretación del paso
nático nuestra :voluntad de /:rascen- material, limitado y temporal del
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ATENEO 21

hombre sobre la tierra. Puede el La consideración del hombre co-


hombre ser un fragmento caído del mo «sub especie aeternis» no puede
algún dios, pelO ello no significa que derrumbarse por supuesto, pero de~
ha de hacer de su vida un castigo o be confrontarse en nuestra época
una ficción. Las cadenas de la na- con la consideración' del hombre co-
turaleza y la lejanía de los dioses, mo ser temporal, concreto, mortal.
que a pesar de todo, en su inescru- No podemos desligar al sujeto del
tabilidad, nos permiten que nos ele- mundo en que actúa y apreciarlo co-
vemos del reino de la necesidad al mo Razón, Yo pensante o Yo puro
reino de la libertad. son atributos de ni tampoco podemos considerar al
nuestro propio ser humano. Tanto mundo como materia ciega o fuerza
las filosofías materialistas como las medible. La unidad indisoluble del
idealistas son anti-históricas. anti- hombre y del mundo es la realidad
humanas, anti-reales. Era lógico, primordial de la existencia humana,
pues, que a estas filosofías raciona- y sólo a través de ella se manifiesta
listas sucediera una filosofía de lo el ser. La Razón misma es un atri-
irracional, de la vida, una rebelión buto de dicha unidad y está condi-
del Bios contra el Logos. (1) Aho- cionada y estructurada por ella y no
ra también vamos saliendo de ella. la crea ni la comanda. El hecho
Una rebelión no es todavía el orden. fundamental del cual debe arrancar
Entre la vida y el espíritu, la exis- todo análisis fllosófico, como dice
tencia y la razón no 'hay un contras~ Heidegger, es el hecho de «estar-en-
te ni una guerra irreconciliable, como
el-mundo» o como. dice Jaspers la
afirma Klages -sino una polaridad,
«situación existencial». Desde este
una relación dialéctica, una tensión.
hecho comienzan a extenderse las
« Vida sin espíritu es barbarie, espí-
esferas de las cosas reales, ideales,
ritu sin vida es bizantinismo» ha di-
valores, símbolos, trascendencia. Si
cho Ortega y Gassef:. Somos ene-
migos del racionalismo pero nó de la intemporalidad y la idealidad son
la Razón. Queremos solamente que características de los objetos ideales,
ella se nutra de lo obscuro vital, de la temporalidad y la existencia con-
lo irracional precisamente y emerja creta son características' de la vida
desde lo interior de la existencia, humana. La vida es un drama que
prolongada y transfigurada, pero de se cumple en lo concreto y nó en lo
ninguna manera exclusiva y absolu- abstracto y para que ello se ,cumpla
ta. es indispensable que tenga las ata-
duras del espacio y del tiempo. Del
aquí y del hoy. El hombre no es
. (l).-La Filosofía de la «Vida)) (Bergson, un ente racional autónomo, como di-
Dilthey, Klages, Simmel, Keyserling, etc.) ce el idealismo, ni un ente natural,
en su reacción contra una filosofía que no era
otra cosa que «teoría del conocimiento», co· como dice el positivismo. Den-
~enzó señalando el principio irracional de la
vida, para luego dirigir sus investigaciones a
tro de un contorno determinado, el
loa fundamentos esenciales de la vida huma- hombre actúa, se angustia, espera,
na y a las diversas capas de la realidad. Tal hace un mundo, trascurre, perece.
filosofía se integra y profundiza con las nue-
vas tendencias: preocupación ontológica, me- Sus propias cadenas lo impelen a
tafísica del conocimiento. filosofía de la his- ser libre. La fatalidad de «ser» le
toria, filo¡;¡ofía existencial, filosofía de los va-
lorea etc. etc. es irremediable, dentro de su exis-
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22 ATENEO
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tencia concreta, donde caben todos do ello constituye una red de po si-
los sueños y todos los vuelos. . bilidades forzosas, de reclamos ince-
santes a lo hondo de nuestro ser, de
5).-Al mismo tiempo que natu- llamados concretos que bien o mal
raleza y espíritu, el hombre es histo~ tenemos que acoger y resolver.
ria, es decir, drama, devenir concre-
« y o soy un hombre -dice Dil-
to, pertenencia a una situación de-
they- es decir, soy·un hombre que
terminada. No es posible concebir
es miembro de un mundo histórico
al hombre abstracto, desvinculado,
y social» . Tanto' el idealismo como
meramente universal. Sólo existe
el pósitivismo, al desvincular al hom-
el hombre concreto que somos en ca-
bre, tenían forzosamente que desem-
da día de nuestra existencia. Sólo
bocar en el individualismo. Pero el
existen el padre o el hijo. el herma-
reconocimiento de la existencia con-
no o el amigo, el amante o el esposo,
creta del hombre tiene que poner en
el trabajador o el ciudadano, el ar-
fuga al nefasto mito del individua-
tista o el religioso, el solitario o el
lismo, proclamando, como en los me·
prójimo, el náufrago o el tranquilo,
jores tiempos de la humanidad, el
el comerciante o el guerrero. Siem-
sentimiento de pertenencia a la co-
pre estamos en una situación, sumi-
munidad, entendida ésta no sólo en
dos en el foco exacto de una conste-
su aspecto sociológico sino también
lación, rodeados de límites que a la
biológico, cósmico y religioso. So-
vez son impulsos, casualmente por-
lamente dentro de la comunidad el
que son límites. Podríamos citar el
hombre tiene destino es decir, bio-
ejemplo de la paloma de Kant - a
grafía e historia. La filosofía actual
pesar de que el filósofo lo aplica en
afirma rotundamente algo que pare-
consideraciones distintas. Pudiera
ce simple, pero que había sido olvi-
creerse, dice Kant, que la paloma vo-
dado: el hombre es un ser histórico.
laría mejor si no encontrara la resis-
El hombre abstracto no tiene histo-.
tencia del aire. Pero una paloma si
ria, como no la tienen los dioses si
trata de volar en un espacio enrare-
no se humanizan; solamenb el hom-
cido, caería fulminada. Lo que ha-
bre concreto la tiene y la hace.
ce posible su vuelo, es la resistencia.
Igual sucede con el hombre. Pudie- El filósofo que aspira a participar
ra creerse que el hombre sería más más activamente en el drama de su
integralmente hombre si no tuviera generación se ve forzado a meditar
los límites de su existencia y se re- sobre la Historia. Pero nó en la
montara en un espacio ideal liberado Historia como ciencia desvinculada
de toda atadura. Sin embargo lo que del hombre sino como esencia fun-
hace su ser de hombre es precisa- damental de su existencia. Y su
mente el conjunto de· sus resisten- meditación adquiere más insistencia
cias y de sus límites. El cuerpo que y urgencia en los tiempos de crisis.
somos, la tierra en que vivimos, la «El estar sumido -dice Berdiaeff-
familia a que pertenecemos, el amor en una época histórica, no favorece
que sentimos, el trabajo que hace- la comprensión de la historia; es ne-
mos, el deber que cumplimos, la nos· cesario la desintegración, para que
talgia que sentimos, el dolor que pa~ ella se inicie». En un régimen his-
decemos, el cosmos que tememos, to- tórico estabilizado y en una cultura
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ATENEO 23
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llena de sentido y de orden, la razón el mundo, su sistema de valores y
humana no percibe bien la dinamici- necesidades profundas. La Histo-
dad del objeto del- conocimiento his- ria no es un proceso que se cumple
tórico. Cuando el hombre se angus- al azar y en línea recta, ni tampoco
tia por su destino, como en la actua- la cultura es un proceso antojadizo
lidad, la historia adquiere presencia ~ ininterrumpido. No puede hacer-
ineludible. En otros tiempos suce- se cultura fuera del tiempo y fuera
dió de la misma manera. San Agus- de la realidad. Las diversas disci-
tín opone su Civitas Dei a la deca- plinas culturales no tienen un creci-
dencia del Imperio Romano y Hegel miento autónomo ni pueden tener
en los tiempos modernos, trata de siquiera un desenvolvimiento a es-
ensalzar el Estado, como producto paldas de la historia, como lo pre-
elaborado por la Razón, frente a la tendía la doctrina del progreso en su
amenaza que se cernía sobre la vieja forma simplista e ingenua. Todas
sociedad occidental, las manifestaciones culturales -des-
El estudio de la historia no con- de el mito, la ciencia, el arte; el Es-
siste en la a'cumulación de conoci- tado, la economía, la Rlosofía hasta
mientos; más bien «debemos escru- la técnica, la moda, las costumbres-
tar cuales son las fuerzas impulsoras son irradiaciones de un «sistema de
de la corriente de la historia» y los creencias y valores» peculiar al hom-
motivos del viraje de una época o bre concreto en un determinado
una cultura determinada, aunque es- tiempo histórico y dentro del ámbi-
tos motivos no puedan ser totalmen- to de una comunidad. La Historia
te desentrañados. Ya no podemos concede a la Cultura una Gsonomía
compartir la teoría de la historia co- orgánica, una «razón vital», un sen-
mo la sustenta el neo-kantianismo, tido fe le ol6gico , un alma, un estilo,
con sus excesos subjetivistas o el un destino. La Historia marca con
positivismo que se jacta de abando- un sello caracterológico las creacio-
nar todo apriori. Debemos llegar nes y objetivaciones espirituales de
decididamente a una «ontología de la cultura, considerada orgánicamen-
la realidad hist6rÍca», es decir a una te. Todo lo org9nico es cíclico pro-
investigación de las formas, estruc- ducto de un devenir y de un creci-
turas y ritmos que la existencia hu- miento, perecedero y determinado a
mana adopta a través del tiempo. una trayectoria,
Tal investigación nos e's, además, ne-
La necesidad de estudios fundo-
cesaria para una Rlosofía de la cul-
nale3 de la cultura ha sido subraya-
tura, que ha sido realizada en forma
da con insistencia por numerosos
tan arbitraria y prejuiciosa.
pensadores modernos que critican
Historia y Cultura adquieren la los habituales estudios minuciosos,
potencialidad de un binomio cuyos a manera de disecciones post-mor-
términos son indisolubles y cuya ten, de organismos que debieran ser
realización es siempre concreta. T 0- estudiados en su actividad viviente.
do hecho cultural es un hecho his- Las Culturas ban de ser captadas
tórico y lo realiza el hombre en' un como «totalidades configuradas» e
determinado instante de acuerdo con integradas en el ciclo histórico, con-
la actitud primordial que tenga ante juntos articulados en que todos los
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24 ATENEO
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procesos y productos, aun los mÍni- ria, que produce el prodigio de la
mos, deben ser referidos a su uni- memoria y de la unidad del Yo y el
dad profunda, DebemCls acercarnos patetismo de lo perecedero y final.
a la Cultura como nos acercamos a Podría decirse que la filosofía ac-
una obra de arte, a través del estilo. tual es «temporalista» al señalar el
La importancia de la integración y tiempo como el fundamento del ser
la configuración fué señalada por dentro de la existencia. Ella se
Dilthey en su «Tipología de las con- . opone al idealismo que escluye el
cepciones del mundo» y en sus aná- tiempo del ser y lo relega al mundo
lisis de las actitudes vitales y emo- de los fenómenos. Pero este te m-
cionales que varían de ac.uerdo con poralismo de la filosofía actual, que
los diversos ciclos históricos. nos da tan fuertemente la conciencia
de lo perecedero y finito o del «ser
6).- Quien dice Historia dice para la muerte» como dice Heidegger
Temporalidad, es decir, la historia ¿no nos amenaza de precipitarnos en
se nos hace comprensible a través de el pesimismo? o no nos empuja a un
sus fundamentos ontológicos. An- aprovechamiento sensual del tiempo
damos actualmente a caza del tiem- concreto del hon: bre? También en
po «a la recherche du temps perdu» la Edad Media surgió una reflexión
como si el hombre necesitara desen- parecida, pero en «función de la vi-
trañar la sustancia metafísica del da eterna» y atenuada por un con-
tiempo para comprender su suerte. suelo poderoso. Entonces lo tem-
Toda la filosofía contemporánea, des- poral aparecía como deleznable fren-
de 'Bergson hasta Heidegger, está te a la presencia sagrada de la eter-
urgida por la preocupación del tiem- nidad. Pero esta metafísica «con-
po. Ya no podemos decir que el creta» que dentro de la crisis filosó-
tiempo es sinplemente una mera fica actual, surge como la extrema
condición del mundo de los fenóme a expresión posible de nuestra angu'5-
nos o una forma a priori del sujeto, tia por asirnos nuevamente de algo
ni tampoco podemos compartir la que suscite una nueva fé y una nue-
actitud del platonismo o de la filoso- va cultura ¿no es por ventura una
fía hindú, que no relacionan el tiem- doctrina de una inmanencia radical
po con los fundamentos de la exis- y de una mundanidad desesperada?
tencia, y cuidan de despojar al ser De ninguna manera. En la forma
de todo proceso temporal tornándolo que yo viva lo inmanente, en la me-
inmutable. La filosofía idealista re- dida de la hondura espiritual que yo
duce el tiempo a una abstracción for- ejercite para su cumplimiento, pue-
mal y el cientificismo lo reduce a una do vivir también la aspiración a lo
dimensión de la física, a una magni- trascendente. Esta metafísica ha de
tud necesaria para el proceso de me- conducirnos a una nue,-a ética. Si yo
canizacIOn universal. 'Meyerson-ci- vivo mal lo inmanente -sin autenti-
tado por Romero- dice que con ello cidad- también viviré mal lo tras-
se quiso hacer una «eliminación del cendente. Y lu~go la mundanidad
tiempo», Los unos por supra-reales que encontramos en la filosofía exis-
y los otros por sub-reales desfiguran tencial no es aquella del hombIe
el tiempo real, concreto, humano, «mundano» que se rige por el prin-
mortal que hace realmente la histo- cipio del placer y de la banalidad y
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ATENEO 25

que de este modo verifica igualmen- dición de u~a conducta que sea el
te una evasión del mundo en sentido currplimiento de un mandato moral.
inverso, pero de iguales consecuen- Jaspers dice «Solamente en la apa-
cias a la que verifica el idealista. Ni riencia y nó fuera de ella, nó en lo
el mundano ni el anacoreta. Necesi- imaginario, desligado, autónomo y en
tamos considerar al mundo yel tiem- una trascendencia abstracta, puede
po del homb~e como posibilidades revelarse mi ser», y continúa: «His-
reales de ejercitación ética" y espiri- toricidad es para mí lo mismo que
tual. El problema del tieiDpo y del existencia temporal, el único modo
Ethos queda estrechamente fundido. de que el ser absoluto me sea asi-
Grisebach dice que «el concepto o ble»: El sentimiento de la trascen-
la imagen de un tiempo contiene ya dencia sólo es posible cuando se ve-
en sí la actitud del hombre que vive rifica la entrega apasionada a una si-
en ese tiempo». De manera que tuación temporal: ella debe ser pro-
frente al tiempo físico o abstracto yedada «desde el hombre» y subsis-
se alza el ético, como fundamento tente en el destino histórico. De
de la. historia. este modo la trascendencia no corre
La limitación temporal que con el riesgo de ser un saHo en el vacío
tanto énfasis señala este «realismo ni la disolución del espíritu aptisio-
heroico» no ha de ser tortura ni fan- nado por la impotencia.
tasma maligno sino incentivo para la "La iluminación creciente de mi si ..
existencia. Ella no debe conducir- tio en el tiempo me hace propenso
nos a ninguna filosofía de la renun- . a la decisión y a la responsabilidad.
ciación ni ha de agitar en nuestro En mi existencia concreta está ac-
corazón el signo tremendo de la tuando mi existencia eterna en la
muerte para anular la vida. Si la misma medida de mis limitaciones.
muerte queda otra vez incorporada obligaciones y tareas. Como ser
a la metafísica, ha de ser para que existente me encuentt-o en un deter-
surja una «ética vital de la muerte» minado espacio, en un sitio que me
La conciencia de lo temporal co- arraiga, en una forma corporal que
mo orden constitutivo del hombre yo no puedo trocar, en" un tiempo
no niega la voluntad de trascender, que me da la conciencia de la unici-
que es también poderoso atributo dad, p"ero a la vez el sentido y la li.
humano. «Aceptada la limitación bertad. Todo e1l0 hace que de un
temporal, queda la ilimitación valio- mundo caótico y múltiple haga mi
sa. Entonces la evación abandona el propio mundo, el mundo de mis de-
plano temporal y se refugia en la in- CISIOnes. La historicidad, producto
temporalidad de los valores» dice de la temporalidad concreta. se pre-
Con Iesolución axiológica, Francisco senta como una unidad en que se
Romero. y añade: «Acaso la tarea funden la necesidad y 1;). libertad. la
próxima de la filosofía -si la filoso- posibilidad y la elección. El tiempo
fía sigue siendo posible- sea un histórico no es aquel en que la du-
ajuste de las relaciones entre la tem- ración no tiene límites. el tiempo
poralidad y la intemporalidad». Lo vacío, sino aquel que significa la rea-
que parece limitado en mi ser pere- lización de las posibilidades huma-
cedero es casualmente la única con- nas, de la autodeterminación efedi-
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26 A TEN EO
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va dentro de la libertad. Porque la vivir. a conocer este mundo y tam-
libertad que nos es dada y de la bién a re-conocerlo en el sentido de
cual. fatalmente tenemos que hacer legitimarlo y hallarlo sagrado, T en-
uso, es libertad concreta, jamás ab- go que decir "Sí» al mundo. aceptán-
tracta. dolo más que soportándolo. en bo-
das que se cumplen continuamente.
La visión de la temporalidad, co-
El acto de decidirse a vivir y acep~
mo manifestación primera de la con-
tar la realidad ha sido investigado
ciencia histórica, hace que el hombre
por las m-odernas psicologías que flu-
profundice el «presente» y no lo
yen de la obra certera de Nietzsche.
considere sencillamente como heren-
Muchas son las tentativas de eva-
cia inerte del pasado o puente para
sión que hace el hombre para sus-
alcanzar algo que solamente ha de
traerse a las demandas del mundo
cumplirse en el futuro. De igual
por miedo y desconfianza: Quien
modo profundiza el instante, que
no es fiel al mundo y vacila y teme.
aparece en toda su transparencia, en
tiende a' pensarlo como una «tenta-
su identidad de temporalidad y eter-
ción» o vaga en otros mundos. al
nidad, como la prueba constante de
borde de un vacío sin límites o de la
su ser de hombre. Consideraq,o ob-
propia nada. Entonces" Y o des-
jetivamente. el instante es algo
precio y corrompo mi origen» dice
fugitivo que desaparece «pero él es
}aspers. El hombre comienza a. de-
cima y articulación en el proceso
nigrar y odiar lo concreto o a simu-
existencia},). El instante es profun=
lar una fidelidad preocupándose de
damente humano y resume súbita-
los "graves problemas del espíritu»
mente nuestra totalidad, mostrándo-
de las esencias' y generalizaciones y
se creador y exigiéndonos. (1) Mis
parapetándose en las trincheras de
límites temporales no me condenan
su Yo y en las cimas heladas de la
a reclusión sino me impelen a vin-
Razón. La sustracción a las tareas
culación. heroísmo y alegría.
del mundo entraña una conducta
Sí yo he «caído,) en una situación «individualista» y un rechazo de la
histórica eri la que me encuentro sin "'comunicación» y de la vinculación
que pueda sustraerme. no puedo re- en los diversos órdenes de la comu-
negar de este mundo «sin que yo nidad integral.
pierda mi ser como realización o
cumplimiento de mi posible existen- 7).- Por supuesto que tanto los
cia.» Yo tengo que "decidirme» a filósofos idealistas como los positi-
vistas habían despreciado tambíén la
«vida c.o tidíana». Como una mueca
(1).- Platón ha desarrollado en Parmé- categórica de una filosofía que reco-
nides la paradoja del instante que es ·un pasO' noce la historicidad y concresión de
del movimiento a la calma y vive-versa y que
a la vez no es nada. El epicúreo disuelve al la existencia. la "cotidianidad» se in-
instante, lo desliga del tiempo y quiere dis- corpora a las grandes pre.ocupaciones
frutarlo. Pi erre Janet con su idea de la
.fonction du reél. ha señalado en el neurótico centrales del espíritu. Es curioso
«el miedo al instante)) «el miedo a atender que no la encontramos en la filoso-
una si tuación concreta'. «Es verdad -dice
Jaspers. que el instante contiene para todo fía sino apenas como una latitud pe
hombre una porción de angustia, pero el ins- riférica. a pesar de que en ella se
tante es la única realidad, aunque no siem-
pre el hombre tenga la vivencia del instante». manifiesta nuestro ser. Es verdad
ATENEO 27

que Heidegger, al encarar la cotidia- bien, la distancia entre el hombre


nidad, prueba como ella oculta y re- que soy ahora y el hombre cotidiano
chaza la posibilidad de ser, pero de- es tan grande y fatal que no es po-
bemos reconocer que muy pocas ve- sible una armonización o una im-
ces el filósofo se ha dignado verific pregnación más verídica de ambos
car sus estructuras y sondeada en planos o mundos en que me mue-
toda magnitud. Yo creo que en la vo?). La realidad concreta es más
época actual hace falta una filosofía compleja y misteriosa de lo que
que se detenga en estos análisis. El creemos y su substrato vale tanto
·vuelo de los ideales, el mismo saber, como la más pura realización del es-
las reflexiones, los sistemas, la cul- píritu. W·alt Whitman, cuya voz
tura en sus objetivaciones, la misma dormida hace tanto tiempo se hace
ética parece que se realizan en un ahora consigna impetuosa ha excla-
espacio espiritual puro, en un tras= mado «creo que una brizna de hier-
mundo, en un plano id~al en que ba no es inferior a la jornada de las
nos transfiguramos dejando al lado estrellas». Y I~ainer María Rilke en
afuera, sin participar en todo ello o su Novena Elegía de Dui~o dice;
concediéndole débiles reflejos. al «pero haber sido una vez, aunque
hombre cotidiano que somos. Aquí sea solamente una vez: haber sido
es donde podemos apreciar más cer- terrestre ... » Comencemos a amar
teramente el engaño racionalista del la realidad y la tierra, antes de que
cual hemos sido víctimas. Por un ellas sigan tomando las terribles re-
lado fluye la corriente de la cultura presalias que ahora trastornan al
con sus creaciones y sus mandatos mundo y acongojan el alma del·hom-
morales y por otro lado fluye la vida breo
cotidiana de los hombres y de los El reconocimiento de la existen=
pueblos. No realizamos lo que pen- cia concreta y temporal nos conduce
samos, Puede ello suceder porque inmediatamente al problema ético
nos realizamos en lo que pensamos y que de formal ha de hacerse cada
la vida del pensamiento nos ha sido vez más material. La filosofía ha
hasta ahora más valiosa y digna que perdido de vista y extraviado este
la vida concreta, práctica y mundana. mundo real y no sólo la filosofía si=
¿Ha de estar la cotidianidad fatal- no también la ciencia, la política, la
mente regida por la costumbre, la economía y las instituciones surgi=
inercia, el rechazo de las graves in- das en este ciclo cultural que nos
terrogaciones del ser, la comodidad lleva al caos. La crisís de los siste-
burguesa, el formalismo, el placer, mas, las ilusiones y los dogmas, sólo
la pasión o el miedo? (En este ins- puede resolverse dentro de una nue-
tante estoy leyendo estas palabras va actitud espiritual que haga al
abstrusas sobre temas metafísicos hombre más auténtico y responsable,
pero luego he de terminar y retornar menos mentiroso, iluso y simulador.
a mi hogar donde me esperan mi mu- Toda la cultura actual estaba anclaD
jer y mi hija, mis libros, mi mesa, mi da en un curioso sentimiento de
ropa, mis propios y auténticos pen- autoengaño. Los filósofos, los polí=
samientos nocturnos, mis dudas. mis ticos, los teólogos, los científicos vi·
recelos ... todo lo que constituye el vÍan a la sombra de sus colosales
mundo de mi cotidianidad. Pues construcciones, en una dulce y con-
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hada beatería, mientras e~ el mundo varse en esta hora terrible del mun-
real de la t>xistencia humana; el hom- do. La filosofía no recibe su conte~
bre se~uÍa desinte~rándose y per- nido de la verdad sino de la realidad
diendo el sentido de la totalidad de y su mensaje ha de dirigirse al hom-
la vida y colmándose de soledad y bre concreto que somos. El filóso-
desesperanza. Ahora viene la hora fo ha de descargarse un poco de las
de la. recuperación; pero antes es cenizas de su erudición que le cu-
preciso 'que el hombre apure su cá- bren los ojos y ha de participar en
liz. el drama de la época, impulsado por
No pidamos al filósofo que nos su responsabilidad. Ojalá que an-
oriente, pero sí que nos ilumine y tes de intentar alzar el velo de Ma-
nos revele el secreto de la existen- ya lo bese y lo reverencie. Porque
cia concreta. Para ello el filósofo entre sus pliegues vivimos las cria-
ha de acoger las infinitas voces que turas misteriosas que somos los
llenas de melancolía comienzan a ele- hombres.

Respuesta al Discurso de Estilo del Doctor


Humberto Díaz Casanueva

El Ateneo de El Salvador está de su verdad educativa -que es tam-


fiesta: Un gran cerebro y un cora- bién nuestra verdad educativa, y
zon noble vienen a aunarse al es· con indiscutible autoridad nos seña-
fuerzo de culturización que el Cuer~ ló el camino- el camino que ya lle~
po realiza. Con la llegada del Dr. vábamos.
Díaz Casanueva, el Ateneo adquie= Nosotros sabíamos ya del Dr. Díaz
re una fuerza poderosa y efectiva, y Casanueva enviado por su país en
el país lo agradece en la medida de misión educativa a Venezuela; sabía-
sus necesidades culturales. mos de su intensa labor de estructu-
Desde su arribo a esta Rt>pública. ración universitaria en aquel suelo;
esta figura profunda se perfiló gene= y lo l>upimos también en los riguro-
rosa, dándonos su acerbo y su in- sos claustros y la~oratorios europeos.
quietud, y los maestros de El Sal= Por eso nos regocijamos de recibirle:-,
vador comprendimos desde un prin" aún cuando nos huhiese dicho
cipio la fuerza enorme que ganaba que caminábamos errados. Pero no:
la educación nacional, con su llegada. el Dr. Díaz Casanueva vió nuestro
Como peJagogo que es, dentro de movimiento, y comprendió nuestro
los múltiples matices de su vasta movimiento. Todos los maestros
cultura, el primer movimi~nto del del país le conocen ya, porque llegó
Dr. Díaz Casanueva fué acercarse a hasta ellos. Muy difícilmente la
nuestra educación y valorarla con el educación nacional podrá agradec~r­
certero juicio de un hombre justo. le bastante su desinteresado aporte.
Con serenidad y elegancia nos dijo El Dr. Díaz Casanueva, desde un
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ATENEO 29

principio, comenzó a darse -co.mo si Este hombre. que oficia en el al-


el darse siempre fuese su gUla- a tar del inteledo con la elegante capa
todo movimiento de cultura de la de un primado, responde como po-
atria salvadoreña: Primero fué su cos a ese estar engarzado en el tiem-
:otente personalidad de pedagogo la po y el espacio que se vive.
exhibida, aun cuando fuese su vigo- Su filosofía propende a apreciar
rosa posición poética la que le abrió el profundo sentido de todas aque-
las puedas de la cultura. Más tar- llas limitaciones que hacen de los
de apareció en él, el pensado~ hondo hombres, hombres; y su angustia de
e inquieto que lleva en sÍ. Esta no- lo terrenal, como un Nietzche, le da
che, por ejemplo. se han aunado sus el valor del estar. dolorosa y since-
maestras formas poétíca$ y su pro- ramente. en beligerancia con las es-
fundo pensamiento. para darnos la feras sensoriales y ' toda posible in-
hermosa ejecución de su magnífica manencia.
sinfonía de la vida.
El Dr. Díaz Casanueva. interpreta
Acabamos de oírlo: Sonoro y fe- la única posición posible qué le que-
cundo como siempre. Su pensamien- da al hombre moderno para resolver
to, se ha adentrado esta vez en la vi- esa preocupación constante que ca- .
da del hombre. para dar la validez raderiza el «ser de todo el mundo»,
necesaria a sus propios contenidos. y para enderezar la angustia del
La visión panorámica del ejercicio hombre liberado que aséiende ya en
filosófico. que el Dr. Díaz Casanue- el conoCimiento de sí mismo. La 6.-
va posee tan clara y distintamente. losofía que responda a las necesida-
se endereza. en el trabajo que ha
leído. plena de sabiduría hacia ese
,
des del hombre común; del . hombre
neutro a sí mismo; del hombre para
fluir de la existencia concreta y real. quien el ser hombre todavía no es
Después de escuchar esta llamada plenamente consciente; del hombre
hacia lo esencialmente experimenta- para quien el estar en el mundo es
ble; hacia el mundo dende están un estar disuelto en el «ser de la
nuestras propias vivencias de seres humanidad", tiene que tener una
biológicos; hacia el maravilloso lu- única fuente: la existencia.
gar donde moran nuestros dolores y
La filosofía que responde a las
alegrías. Después de oírle lo que
necesidades del hombre libre ya; del
vale, y lo que es profundo en nues-
hombre cuya existencia se ha encon-
tro ser y estar en la vida; después
trado' a sí misma; del hombre que ya
de su canto apasionado del instante;
no espera nada del mundo; del hom-
después de su beligerancia a la son-
bre cuya angustia le lleva al hiatus
risa y al llanto, dos figuras se her-
irrationalis impenetrable. «en que
manan en feliz consorcio de notas;
está sumida la existencia humana.
Saratustra, bajando de la montaña y
aun en sus manifestaciones más ele-
Haidegger• valorando lo fugaz.
vadas»; del hombre que posee ya esa
El Dr. Díaz Casanueva, como un «libertad para la muerte» de que ha-
gran señor del pensamiento, arranca bla Haidegger, debe tener una única
Su posición filosófica de un apreciar fuente: la existencia misma.
el contorno en armónico devenir con Ya no podemos quedarnos con
el tiempo. una analítica de las esencias, o con
30 ATENEO
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una estructuración de la conciencia nuesl:ras infinitas limitaciones, tene·
internacional y del yo. Ya tenemos mos el deber constante de un vivir
mucho tiempo de bu~car un sendero. en cuanto a fin; de una posición te~
Larga fué la jornada en que huimos leológica en cuanto al mundo, y de
hacia planos de suma perfección una valoración exacta de la estela
ideal, y larga t~mbién la que nos sir= que dejamos.
vió para adentrarnos por estrechas
Tenemos que temporalizar el tiem-
rendijas a la contemplación y exa=
po en cuanto a sus tres formas da=
men de sustratos que están más
das, porque ahí está nuestro destino;
adentro de las cosas. Platón es la
porque ese es nuestro sentido pro-
figura del hombre que constantemen-
fundo.
te huye, porque constantemente se
elev3; y Descartes es la figura gel La analítica existencial. tal como
hombre que' extiende el brazo pri= la propone el Dr. Díaz' Casanueva,
mero, para recogerlo luego y señalar
debe siempre ser una constante in-
su propia frente. No~otros ya no
terrogación de nuestro constante ser
tenemos el derecho de refugiarnos
en un idealismo inconsecuente, ni el y estar en el mundo y en nosotros
derecho de adentrarnos en una in= mismos; debe darnos la solución de
manencia que no valora real y con- la vida humana como parte de la
cretamente las cosas. Para nssotros existencia, y el valor y resignación
no queda más que un deber: vivir la
necesaria de los seres perecederos
existencia, sabiéndola. No nos que=
que somos.
da más que un medio de hacer filo=
sofía: la interpretación de la existen~ Tenemos que abrir los paréntesis
cia como plano en que se desarrolla que creara Husserl, y ver, ver con
la vida del hombre. Bien sabemos ojos absolutamente humanos, el mun-
. de la existencia de una «existencia do que nos sirve de enmarque y la
banal», caracterizada por una cons- existencia en que estamos' limitados.
tante congoja o infinita preocupaD
Tal es el terreno de exploración
ción de ser en el mundo. Bien sa-
para la analítica existencial; este es
bemos que el «ser en el mundo» es
el campo de beligerancia para el pen-
la caracterlstica de la existencia mis=
samiento moderno. De esta esfera:
ma; y que puede presentarse como
real y concreta, en la misma medida
un estado de cambiante desazón, co=
de sus limitaciones, de su temporali-
mo una angustia tremenda que nace
dad, de su espacioalidad y de su ser
de confrontar el «ser de todo el
perecedero, partiremos a la contem-
mundo», con el «ser de la existencia
plación y vivencia de los valores
que se ha encontrado a sí misma».
eternos, que nos han de servir de
Bien sabemos que uno de los senti=
guía generosa, de luz de horizontes,
dos profundos de la existencia, es no
al camino de dolor que seguimos los
estar colocada dentro del tiempo, si=
hombres.
no ser una concresión del tiempo:
«el tiempo m.Ísmo -como di~e Gura Cuando el Dr. Díaz Casanueva
vitch- que ha recibido una expre- hace aflorar la riqueza de esta vida:
sión precisa. El hombre que somos: con sus amarguras y alegrías; con sus
con angustia, con preocupación, con instantes eternos y sus eternos ins-
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ATENEO 31

tan tes; con su valor de ser tal como ahí, en la vida. dentro de la vida. es
se es; con su apreciación segura de donde sentimos. digo. que somos
lo objetivo; entonces. y a pesar de eternos.
todo. es que sentimos, como Spino~ . Dr. Iiumberto Díaz Casanueva:
za. que somos eternos. Eterno es nos habeis expuesto un panorama
el hombre que tiene el valor de dese riquísimo de motivos y de matices
nudarse frente a sí mismo para sa- humanos; venís amparado por la luz
berse tal como es; eterno es el hom~ fecunda de la filosofía existencial:
bre que se pone frente a las cosas permitid que tenga el placer de con-
pua su valoración real y efectiva; duciros a los abiertos brazos del Ate=
eterno es el hombre que vive sabien- neo de El Salvador. que os espera
dQ la vida y sus limitaciones. Pues con admiración y simpatía: ¡Pasad¡

M. L. E s e A M 1 L L A


Apreciaciones y Definiciones S9bre
la Técnica del Cánto
Señor Presidente y Miembros de espacios ilimitados en donde reina
«El Ateneo de El Salvador». distin= el altar de la suprema bellezal
guida concurrencia: Las Artes: regias. poderosas y ex-
celsas son propiedad exclusiva del
Es para mí motivo de honda sa-
alma y por lo consiguiente espiritua-
tisfacción el que mi humilde perso-
les. tocan nuestros sentimientos. ex=
na haya sido incorporada como
tremecen nuestro ser. nos hacen pala
miembro Activo de «El Ateneo de
pitar al unísono con Dios. con la
El Salvador», Institución de grandes
Naturaleza. con la vida misma; en sí
principios cuyas nobles finalidades
sonperfedas. debemos respetarlas y
han tendido siempre a ensanchar la
tener conciencia para llegar a poseer='
Cultura de Nuestra Patria.
las con la más pura integridad a fin
Cada Nación se califica según el de no estropear. ni dañar en lo más
grado de adelanto alcanzado por su mínimo su exquisita belleza y ese
constante esfuerzo de superación en plendorosa diafanidad.
aras de la Ciencia. la Literatura y el Las Artes sublimes y profundas
Arte. excelsas cumbres del pensa= son la concentración del genio que
miento humano. antorchas que ilu- encuentra por medio de ellas. la ex=
minan los escabrosos senderos de la pansión de sus aptitudes y la culmi~
vida. cristalinas fuentes en donde el nación de sus anhelos. plasmando en
espíritu calma su implacable sed: hechos positivos las obras magnifi=
diáfanos miradores por donde la Hu a centes que han. merecido el tributo
manidad doliente divisa apenas los de la posteridad. las obras que han
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