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LA CORRUPCION

Es cierto que la problemática de un país es siempre compleja, y el Perú no es la


excepción, pero la corrupción es quizá el obstáculo más serio que enfrenta la
comunidad internacional en su conjunto para alcanzar objetivos de desarrollo,
pese a los esfuerzos denodados que se llevan a cabo para acabar con este delito
que pone en jaque a diversos modelos institucionales.

El pontífice argentino no se sustrae a esta realidad y condenó todo tipo de


manifestación vinculada con la corrupción, al punto que la calificó de “virus” social
que “infecta todo”, cuyos efectos perjudican sobremanera a los más pobres, a los
sectores de escasos recursos que sufren de privaciones, pero particularmente a
los que se encuentran en situación de indefensión por enfrentar la vulneración de
sus derechos y que viven de los recursos naturales. Su santidad se refiere
evidentemente a las comunidades originarias.

Es conocido el compromiso del papa Francisco con la protección del


medioambiente, y en un discurso pronunciado en Palacio de Gobierno ante
autoridades civiles, militares y dirigentes políticos, así como representantes del
cuerpo diplomático acreditado en el Perú, reafirmó esa línea de acción al
denunciar que la corrupción se convierte en una forma “muchas veces sutil” de
“degradación ambiental” que contamina progresivamente todo el entramado vital
de los países.

Si bien es el máximo representante de la Iglesia católica en el mundo, Jorge


Bergoglio también es jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano, y esta posición
contra la corrupción y de defensa del entorno natural es un vivo ejemplo que
gobernantes y presidentes del mundo deben seguir, con la mayor de las
ponderaciones, a fin de acabar con un flagelo caracterizado por la pérdida
millonaria de fondos públicos en grave perjuicio de las mayorías.

Para el líder religioso, la lucha anticorrupción compete a todos porque se trata de


lograr una unión sólida, cuyo objetivo es defender la esperanza de millones,
generar mayor cultura de la transparencia entre las entidades públicas, el sector
privado y la sociedad civil. “Nadie puede resultar ajeno a este proceso; la
corrupción es evitable y exige el compromiso de todos”, subrayó.

Este llamado no puede ser en vano. Todo aquel actor político y social con genuina
vocación de servicio debe hacerse eco de las palabras de Francisco, quien no
duda en abordar temas sensibles que puedan incomodar. Ese es un gran mérito
frente a sus interlocutores, que lo recordarán como un pontífice valiente y
comprometido con su tiempo.

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