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KARL MARX

Nació el 5 de mayo de 1818, en el 664 Brückergasse de Tréveris (Trier), ciudad


que entonces formaba parte del Reino de Prusia (hoy Alemania).

Fue el tercero de los nueve hijos de Henrietta


Pressburg y Heinrich Marx, un abogado judío
liberal, que se convirtió al protestantismo junto
con toda la familia para eludir las limitaciones de
una legislación antisemita.

Karl fue bautizado en una iglesia luterana en


agosto de 1824. Su abuelo materno fue un
rabino holandés, mientras que por línea paterna
hubo rabinos en Tréveris desde 1723.

Karl se convirtió en ateo y materialista,


rechazando tanto la religión cristiana como judía. Fue el propio Marx quien
acuñó el aforismo "La religión es el opio del pueblo". Su progenitor fue el
primero en recibir una educación laica; se convirtió en abogado y fue
relativamente rico.

Recibió clases de su progenitor hasta 1830, cuando entró en el gimnasio


jesuita de Trier, cuyo director, Hugo Wyttenbach, era amigo de su padre. Fue
excusado del servicio militar cuando cumplió 18 y cursó estudios en las
universidades de Bonn, Berlín y Jena. Marx era bajo y fornido, tenía mucho
pelo y la piel morena, por lo que su familia y amigos lo llamaban Mohr en
alemán, Moro en Español.

En 1836 se comprometió con Jenny Von Westphalen, una baronesa


perteneciente a la clase dirigente prusiana hermana del ministro de Interior
prusiano, a la que conocía desde la infancia. Su compromiso fue socialmente
controvertido debido a las diferencias étnicas y de clase. Marx hizo amistad con
el padre de la joven (un aristócrata liberal), y le dedicó su tesis doctoral. Siete
años después de su compromiso, el 19 de junio de 1843, se casaron en una
iglesia protestante en Kreuznach, tras la muerte de los padres de ella, que se
oponían a la relación.

En el año 1842 se publicó un artículo suyo en la Rheinische Zeitung de


Colonia, convirtiéndose tiempo después en jefe de redacción. Tuvo problemas
con las autoridades por las críticas que realizó sobre las condiciones sociales y
políticas, en sus artículos periodísticos y fue obligado a dejar su puesto en el
rotativo en 1843.
Se traslada a París de donde es expulsado y se establece en Bruselas donde
traba una amistad que dura toda la vida con Federico Engels. Intercambiaron
pensamientos y opiniones, llegando a la conclusión de que ambos tenían la
misma concepción sobre la naturaleza de los problemas revolucionarios.
Trabajaron juntos en el análisis de los principios teóricos del comunismo y en la
organización de un movimiento internacional de trabajadores dedicado a la
difusión de aquéllos. Escriben La Sagrada Familia (1845) y La Ideología
Alemana (1845-1846) contra Feuerbach y los hegelianos de izquierda por
idealistas.

Organiza y dirige una red de grupos llamados Comités de Correspondencia


Comunista, establecidos en varias ciudades europeas. Dos años después,
Marx y Engels recibieron el encargo de elaborar una declaración de principios
que sirviera para unificar todas estas asociaciones e integrarlas en la Liga de
los Justos (Liga Comunista), así nació el Manifiesto Comunista.

Las proposiciones centrales del Manifiesto, aportadas por Marx, constituyen la


concepción del materialismo histórico, concepción formulada más adelante en
la Crítica de la economía política (1859). En estas tesis, se presenta el sistema
económico dominante en cada época histórica, por el cual se satisfacen las
necesidades vitales de los individuos. Ésta determina la estructura social y la
superestructura política e intelectual de cada periodo. Así, la historia de la
sociedad es la historia de las luchas entre los explotadores y los explotados.

Tras la publicación del Manifiesto, estallaron procesos revolucionarios (las


revoluciones de 1848) en Francia, Alemania y el Imperio Austriaco y fue
expulsado de Bélgica. Regresó a París y después a Renania. Fundó y editó en
Colonia una publicación comunista, la Neue Rheinische Zeitung (Nueva Gaceta
Renana), y colaboró en actividades organizadoras de agrupaciones obreras. En
1849 fue arrestado y juzgado bajo la acusación de incitar a la rebelión armada.
Fue absuelto, pero le expulsaron de Alemania y se cerró la revista. Algún
tiempo después las autoridades francesas también le obligaron a abandonar el
país y se trasladó a Londres, donde permaneció el resto de sus días.

Trabajó como corresponsal del New York Tribune desde 1852 hasta 1861 y
escribió varios artículos para la New American Cyclopedia. En 1852 se disolvió
la Liga Comunista y contactó con cientos de revolucionarios a fin de crear otra
organización de la misma ideología. Sus esfuerzos y los de sus colaboradores
culminaron en 1864 con la fundación en Londres de la I Internacional.
Pronunció el discurso inaugural, escribió sus estatutos y posteriormente dirigió
la labor de su Consejo General (órgano directivo), superando las críticas del
grupo seguidor de Mijaíl Bakunin, de carácter anarquista. Cuando se eliminó la
Comuna parisina, en la que habían participado miembros de la I Internacional,
la influencia de esta organización disminuyó y recomendó trasladar su sede a
Estados Unidos.
Marx y Jenny von Westphalen tuvieron siete hijos, pero debido a las malas
condiciones en las que vivieron en Londres, sólo tres de ellos sobrevivieron
hasta la edad adulta. Eleonora Marx formó parte del movimiento feminista;
Laura Marx, se casó con el dirigente socialista francés Paul Lafargue, y se
suicidó con él en 1911. También se dice que Marx engendró otro hijo, Freddy,
fuera del matrimonio con su ama de llaves, Helene Demuth.

Durante las dos últimas décadas de su vida luchó contra las dolencias físicas
que le impedían trabajar en sus obras políticas y literarias. Sufrió de trastorno
hepático; brotes de ántrax, forúnculos en el cuello, el pecho, la espalda y
nalgas (a menudo no podía sentarse); dolores de muelas; inflamaciones
oculares; abscesos pulmonares; hemorroides; pleuresía; dolores de cabeza
persistentes y tos, que le hacían imposible dormir sin drogas.

Tras la muerte de su esposa a causa de cáncer el 2 de diciembre de 1881,


Marx desarrolló un catarro que le provocó mala salud durante sus últimos 15
meses, derivó en bronquitis y después sufrió una pleuresía que finalmente
acabaría con su vida el 14 de marzo 1883 en Londres, cuando contaba 64
años. Murió como apátrida y su cuerpo fue enterrado junto al de su mujer en el
cementerio de Highgate, Londres, el 17 de marzo de 1883. Apenas 10
personas asistieron a su funeral.

Varios hijos de Marx murieron en la infancia en Londres, cuando la familia vivía


en la miseria. Tres de sus hijas se casaron con socialistas de Inglaterra y
Francia: Eleonora Eveling, Laura Lafargue y Jenny Longuet. Un hijo de esta
última es miembro del Partido Socialista Francés.
OBRAS:
Elaboró varias obras que fueron constituyendo la base doctrinal de la teoría
comunista, entre ellas se encuentra su ensayo más importante,

 El capital (volumen 1, 1867; volúmenes 2 y 3, editados por Engels y


publicados a título póstumo en 1885 y 1894), un análisis histórico y
detallado de la economía del sistema capitalista, en el que desarrolló la
siguiente teoría: la clase trabajadora es explotada por la clase capitalista
al apropiarse ésta del 'valor excedente' (plusvalía) producido por aquélla.
 La guerra civil en Francia (1871), analizaba la experiencia del gobierno
revolucionario francés (la Comuna de París), establecida en esta ciudad
durante la Guerra Franco-prusiana. Interpretó su creación y existencia
como una confirmación histórica de la necesidad de que los trabajadores
tomen el poder mediante una insurrección armada y destruyan al Estado
capitalista.
 Crítica del programa de Gotha (1875) en los siguientes términos:
"Entre los sistemas capitalista y comunista se encuentra el periodo de
transformación revolucionaria de uno en otro. Esta fase corresponde a
un periodo de transición, cuyo estado no puede ser otro que la dictadura
revolucionaria del proletariado". Además escribió crónicas sobre
acontecimientos sociales y políticos para periódicos de Europa y
Estados Unidos, entre ellos varios artículos sobre las 'revoluciones
liberales' en España y en la América hispana.

"Pero la gran preocupación que debe guiarnos al elegir una profesión debe
ser la de servir al bien de la humanidad y a nuestra propia perfección. Y no
se crea que estos dos intereses pueden ser hostiles e incompatibles entre
sí, pues la naturaleza humana hace que el hombre sólo pueda alcanzar su
propia perfección cuando labora por la perfección por el bien de sus
semejantes"

Karl Marx, Reflexiones de un joven al elegir su profesión

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
 https://redhistoria.com/biografia-de-karl-marx/
 https://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-
filosofia/Filosofiacontemporanea/Marx/ObrasMarx.htm
F. ENGELS
DISCURSO ANTE LA TUMBA DE MARX

DISCURSO PRONUNCIADO POR F. ENGELS EN EL CEMENTERIO DE HIGHGATE DE LONDRES EL


17 DE MARZO DE 1883.
El 14 de marzo a las tres menos cuarto de la tarde el más grande pensador de nuestros días dejó de pensar. Apenas le
dejamos solo dos minutos, y cuando volvimos le encontramos dulcemente dormido en su sillón -pero para siempre.

Es inestimable la pérdida para el proletariado militante de Europa y América y para la ciencia histórica. El vacío creado
por la ausencia de este portentoso espíritu pronto se dejará sentir.

Darwin descubrió la ley de la evolución de la naturaleza, y Marx la ley del desarrollo de la historia de la humanidad: el
hecho, oculto hasta ahora por la ideología dominante, de que los hombres necesitamos en primer lugar comer, beber,
vestirnos y disponer de un refugio para poder después hacer política, cultivar las ciencias, el arte, la religión, etc.; que,
por tanto, la producción de los medios materiales más inmediatos, y consiguientemente el nivel de desarrollo
económico de una determinada sociedad en una época constituyen la base sobre la que se fundan las instituciones del
estado, los conceptos legales, artísticos e incluso religiosos, base con arreglo a la cual deben éstos explicarse en lugar de
al revés, como se ha venido haciendo hasta ahora.
Pero eso no es todo. Marx descubrió también la ley que gobierna el actual modelo de producción capitalista y la
sociedad burguesa que ha creado. El descubrimiento del concepto de plusvalía arrojó luz de pronto sobre estos
problemas que otros investigadores, tanto economistas burgueses como socialistas críticos, habían tratado en vano de
solucionar.

Dos descubrimientos como éstos serían suficientes para toda una vida. Feliz aquél a quien se deba tan sólo uno de ellos.
Pero Marx hizo descubrimientos en todos los campos de investigación que trató, que no fueron pocos, y ninguno de
forma superficial, incluyendo las matemáticas.

Tal fue como hombre de ciencia. Y sin embargo como hombre fue mucho más. Para Marx la ciencia era una fuerza
dinámica, revolucionaria e histórica. Por muy feliz que le hiciera cualquier nuevo descubrimiento teórico cuya
aplicación práctica era aún imposible de adivinar, no era nada comparado con la felicidad que le causaba un
descubrimiento que produjese cambios revolucionarios e inmediatos en la industria o en el desarrollo histórico social.
Por ejemplo seguía de cerca la marcha de los descubrimientos en el campo de la electricidad y en especial los de Marcel
Deprez.

Porque Marx era, ante todo, un revolucionario. Su verdadera misión en la vida fue contribuir, de un modo u otro, al
derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones creadas por ella, contribuir a la emancipación del
proletariado moderno, al que él fue el primero en hacer consciente de su propia situación de necesidad y de las
condiciones de su emancipación. Marx era un luchador. Y luchó con pasión y tenacidad, alcanzando un éxito sin igual.
Trabajó en el primer Rheinische Zeitung (1842), en el Vorwarts de París (1844), en el Deutsche Brusseler Zeitung
(1847), en el Neue Rheinische Zeitung (1848-49), en el New York Tribune (1852-61), además de escribir una avalancha
de panfletos militantes y de trabajar en organizaciones en París, Bruselas y Londres y, finalmente, coronándolo todo,
fundar la Asociación Internacional de Trabajadores lo cual, verdaderamente, fue un logro del que hubiera podido
sentirse orgulloso aunque no hubiera hecho nada más.

Y por todo ello Marx fue el hombre más odiado y calumniado de su tiempo. Los gobiernos, tanto los absolutistas como
los republicanos, lo expulsaron. Los burgueses, lo mismo los conservadores que los ultrademócratas, competían unos
con otros en lanzar difamaciones contra él. Pero Marx hizo caso omiso, respondiendo únicamente cuando una necesidad
imperiosa se lo exigía. Y ha muerto amado, reverenciado y llorado por millones de compañeros trabajadores
revolucionarios desde las minas de Siberia a California, en todas partes de Europa y América y, me atrevería a decir,
que aunque tuvo muchos adversarios, apenas tuvo un enemigo.

Su nombre perdurará en el tiempo, y con él su obra.

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