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Citas de Eric Laurent. Lacan y los discursos.

“El eje de la subversión analítica es la consideración del goce como tal. ¿Cuál es la situación del
goce en nuestro mundo? Esta es la pregunta, ésta es la subversión analítica.” LAURENT, Eric.
Lacan y los discursos. Buenos Aires: Ediciones Manantial, 1992.Pag. 12.

“… Lacan se refiere a Edipo y Moisés, y demuestra la inconsistencia de esas dos figuras juntas;
el padre de familia, el buen padre que se deduce del Edipo es muy distinto a la ferocidad de
Moisés, en relación con un Dios también feroz. Y estos dos a su vez son muy distintos al padre
de Tótem y tabú, el padre “darwiniano” que es supuesto gozar de todas las mujeres. El padre
de familia, como lo subraya Lacan, tiene dificultad para gozar ya de una. Moisés tiene que
manejar al pueblo de Israel, y se puede suponer, ésta es una fantasía, especialmente en
comentarios hechos por no judíos, los protestantes en particular supusieron que Moisés había
podido ser asesinado […]. Llamar “padre” a estas tres figuras produce una inconsistencia,
revela que la figura construida por Freud para vigilar el goce, el padre, es una figura
inconsistente.” LAURENT, Eric. Lacan y los discursos. Buenos Aires: Ediciones Manantial, 1992.
Pag. 13

“De modo que el recorrido de este Seminario (17) y su unidad no conciernen sólo a la escritura
de los discursos, sino que la escritura de los discursos es una interrogación, no llevada a un
tormento sino a la solución para un tormento: la interrogación sobre el estatuto y el lugar del
goce en la vida contemporánea.” LAURENT, Eric. Lacan y los discursos. Buenos Aires: Ediciones
Manantial, 1992. Pag. 15

“Es Freud mismo quien, el primero, hizo esta identificación entre la estructura misma del
inconsciente y su relación con el objeto pulsional, entre el inconsciente y el Es, y la estructura
de la organización social, que Lacan llama el discurso del amo, y es el discurso del gobernar el
escándalo empieza en Freud, que reduce estrictamente el discurso del amo a la presentación
del inconsciente: y es la presentación del discurso del gobernar como mantenido más allá de
un poder político como tal, un discurso sin autor.” LAURENT, Eric. Lacan y los discursos. Buenos
Aires: Ediciones Manantial, 1992.Pag. 18

“La noción de saber se complica, entonces, cuando se ubica bien, desde el principio, que el
esclavo al inicio en el mundo griego, es una parte de la familia. El esclavo no es alguien que
haga una clase, es, en la familia, el que trabaja. Veremos que para Lacan el punto común entre
el mundo de la antigüedad y el nuestro es que el esclavo forma parte de la familia: antes, en el
mundo griego, era el esclavo, ahora es el padre. El estatuto del padre, que es interrogado a
través de todo este libro, refiere a que Freud trató de salvar una figura trágica del padre en
lugar de la verdadera ironía de la historia. Es crucial notar que al comienzo el esclavo era parte
de la familia porque ahora también lo es, en este nuevo estatuto. Como dice Lacan, el padre
trabaja por todo el mundo, en su familia. Esto puede cambiar gracias al hecho de que ahora las
mujeres también tienen que trabajar, están apasionadas por ello y lo hacen muy bien; lo cual,
como fue constatado desde el punto de vista del feminismo, desplaza la figura del padre.
Desplaza también la idea de familia. Nos queda entonces por pensar cómo es la nueva
distribución de lugares, pero si hay un lugar para el padre en la familia moderna es éste.”
LAURENT, Eric. Lacan y los discursos. Buenos Aires: Ediciones Manantial, 1992. Pag. 23

“… Es lo que designa la posición del saber en el discurso analítico, la cual es otra que en el
discurso del amo. Esto es esencial para entender la diferencia que Lacan hace en este
Seminario entre el saber, en tanto que trabaja, y el saber en tanto instalado por el análisis en el
lugar de la verdad. Una verdad no trabaja: se revela. En este sentido, el lugar de la verdad es
también el lugar de la pereza...” LAURENT, Eric. Lacan y los discursos. Buenos Aires: Ediciones
Manantial, 1992. Pag. 26

“Es fundamental distinguir el saber en tanto que trabaja del saber en tanto que descansa, en el
discurso analítico, donde va a inscribirse en una cadena que ocupará el lugar de la verdad.
Pero, cuando se presenta, es un trabajador; es el saber llevado, organizado por esa memoria de
goce. En un doble sentido se puede decir que el saber es medio de goce. Es medio de goce
porque tal es el estatuto del saber del inconsciente al inicio de un análisis; el que viene lo hace
en la posición de ser dirigido por su inconsciente; como único medio para ordenar su goce
tiene esta repetición incansable. Y en un segundo sentido es una memoria de goce. Los
cognitivistas tratan de ordenar el mundo a través de memorias: memorias de conocimiento, de
un saber. El psicoanálisis es un cognitivismo, pero un cognitivismo de goce; implica un aparato
de memoria.” LAURENT, Eric. Lacan y los discursos. Buenos Aires: Ediciones Manantial,
1992.Pag. 27

“El campo lacaniano” es la lección siguiente. Nos introduce, desde la primera frase, a que el
referente de un discurso no es más que lo que ese discurso quiere dominar o domesticar
(maîtriser). El referente de cualquiera de estos discursos es entonces un modo de tratar el
goce: sea el modo del amo, sea el modo universitario, sea en la histeria, sea en el discurso del
analista. Y Lacan nos da unas indicaciones, no a partir del lugar exacto del objeto a, sino desde
el lugar del punto de dominancia. Si el referente de un discurso es lo que el discurso trata de
dominar, entonces podemos partir de las cuatro dominancias para interrogarnos sobre qué
trata de dominar cada discurso. El amo trata de instalar en posición dominante la ley. La
histeria, posición desde la cual se introduce el término “sujeto”, instala el síntoma en posición
dominante. La Universidad, el discurso universitario produce, no la ley sino burocracia.”
LAURENT, Eric. Lacan y los discursos. Buenos Aires: Ediciones Manantial, 1992. Pag. 32

“La invención del padre por el sujeto histérico, si se puede decirlo así, es, según Lacan, la
manera como, con un mito limitado, reducido, viene a mantener el resto mítico de la posición
del padre dentro de la ciencia. Y dice que el Edipo desempeña el papel del saber con
pretensión de verdad. El Edipo, dentro del psicoanálisis, pretende dar cuenta del saber que allí
se produce. Y ésta es la razón por la cual Freud, al final de sus consideraciones sobre el
presidente Schreber, puede decir que no hay diferencia entre el psicoanálisis y el delirio de
Schreber, sino por el Edipo. Lo cual nos da la idea de que Freud percibió lo que Lacan llamó
forclusión del Nombre-del-Padre en la psicosis, y también nos muestra el deseo de Freud por
instalar como garantía esta figura paternal, salvándola, dice Lacan, con este mito mínimo,
reducido.” LAURENT, Eric. Lacan y los discursos. Buenos Aires: Ediciones Manantial, 1992. Pag.
37

“Lacan finaliza esta segunda parte, “Del mito a la estructura”, anunciándonos, de manera un
poco disfrazada, el que será horizonte de sus restantes seminarios: el padre es en Freud un
mito porque constituye la sociedad de mujeres como un todo, y lo que se puede aprender de la
experiencia analítica es que las mujeres están del lado del no-todo. Así, el goce no se puede
pensar como ‘el goce’, sino como el goce de una, y de una, y de una… No hay aquí un todo. Esto
es lo que Lacan propone como alternativa a la vida contemporánea.” LAURENT, Eric. Lacan y los
discursos. Buenos Aires: Ediciones Manantial, 1992. Pag. 39

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