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FACULTAD DE INGENIERÍA ECONÓMICA, ESTADÍSTICA Y

CIENCIAS SOCIALES

ESCUELA PROFESIONAL DE INGENIERÍA ECONÓMICA

Profesora : Rosa Irene Villa Becerra

Curso : Sociología

Tema : Brecha de género en el ámbito laboral

Alumnos : Chuan Reyes, Milena Paloma


Espinoza Aguirre, Manuel Guillermo
Herrera Paz, David Kevin
Pajar Rojas, Nerida Jheniffer
Raymundo Vargas, Oscar Felipe
Romero Febres, Gerson Zhamir

2019
Índice

1) Objetivos:

1.1) Objetivo general


1.2) Objetivos específicos

2) Marco Teórico:

2.1) Brecha de género, ¿qué es?


2.2) Brecha salarial: basado en el ingreso promedio de hombres y mujeres, ¿qué es?
2.3) Causas de la brecha salarial: ideológicas, históricas, biológicas, sociales
2.4) Consecuencias de la brecha de género: económicas: menor oportunidad laboral
para las mujeres y diferencias salariales, educativas.

3) Desarrollo:

3.1) Índice de desigualdad de género


3.2) Autonomía económica
3.3) Educación llave para la igualdad de género
3.4) Empleo remunerado e ingresos: camino a la autonomía económica de las
mujeres

4) Conclusiones

5) Anexos

6) Referencias bibliográficas
1) OBJETIVOS

1.1) Objetivo General


• Analizar e informar acerca de la brecha de género en el ámbito laboral

1.2) Objetivos Específicos


• Analizar la brecha género en el ámbito laboral a partir del ingreso promedio

• Estudiar la brecha en el ingreso promedio en base al índice de desigualdad de


género (IDG) y del nivel educativo alcanzado
2) MARCO TEÓRICO

2.1) Brecha de Género


La brecha de género (en inglés gender gap) es una construcción analítica y empírica que surge
de la diferencia entre las categorías de una variable en relación con las tasas masculinas y
femeninas.

Destaca las desigualdades existentes entre hombres y mujeres en cualquier ámbito, en


relación con el nivel de participación, acceso a oportunidades, derechos, poder e
influencia, remuneración y beneficios, control y uso de los recursos, que les permiten
garantizar su bienestar y desarrollo humano.

Las brechas de género se expresan en todas las áreas del desempeño, como el económico,
social, laboral, cultural, sanitario, etc. Se fundan en la jerarquización de las diferencias entre
hombres y mujeres y se expresan de distinta manera según el área de que se trate.

Es una medida que muestra la


distancia entre mujeres y
hombres respecto a un mismo
indicador.

Refleja la brecha existente entre los


sexos respecto a las oportunidades
de acceso y control de recursos
económicos, sociales, culturales y
políticos, entre otros.
2.2) Brecha salarial

La brecha salarial es la diferencia existente entre el salario medio de los hombres y las
mujeres, como porcentaje del salario
medio de los hombres. Dicho de otra
manera, la brecha salarial es lo que
gana de menos una mujer de media
con respecto a lo que gana un hombre
de media.
La diferencia salarial de
género (también conocida
como brecha salarial de género) es la
diferencia entre las retribuciones
salariales de los hombres y de las
mujeres expresada como un
porcentaje del salario masculino, de
acuerdo con la OCDE.
La Comisión Europea define la brecha
salarial de género como «la diferencia
relativa en el ingreso bruto promedio
de mujeres y hombres dentro de la
economía en su conjunto». Existe una
variedad de teorías sobre cómo y por
qué las mujeres enfrentan
discriminación en el mercado laboral.
Por ejemplo, un empleador o un
cliente pueden subestimar las
habilidades de las empleadas o los
mismos compañeros de trabajo
varones pueden resistirse a trabajar
con mujeres. En general estas
actitudes no estén dirigidas a todas las
trabajadoras sino a aquellas que
ocupan puestos de mayor
responsabilidad y estatus.
2.3) Causas de la brecha salarial

2.3.1) Causas ideológicas


• Trabajos con mayor presencia femenina: Los trabajos con mayor presencia femenina
son aquellos en los que también los sueldos son peores, a diferencia de los trabajos en
los que hay mayoría de hombres en los cuales no se produce esta discriminación.
• Escasa presencia en puestos de liderazgo: Las mujeres se
encuentra infrarrepresentadas en las escalas laborales más altas. Sólo un 16% de
mujeres están presentes en los consejos de administración de las empresas del Ibex
35% y apenas un 12% en la cúpula de las mil mayores empresas.
• Las tradiciones y roles de género: Estos aspectos pueden influir en decisiones sobre
el trabajo que puede -o no- desempeñar un hombre o una mujer.
• Infravaloración del trabajo femenino y las capacidades: Los empleos en los que
hay mayor presencia femenina, los salarios suelen ser más bajos. Por contra, los
trabajos que requieren mayor fuerza física, con mayor presencia de hombres, están
mejor pagados. Mientras, las capacidades consideradas tradicionalmente femeninas
están infravaloradas "porque se considera que reflejan características y no capacidades
y competencias adquiridas". Esta actitud puede determinar los salarios.

2.3.2) Causas históricas


Desde la antropología, las teorías de Marvin Harris señalan que en algunas culturas los
hombres han dominado a las mujeres desde la prehistoria. El patriarcado y el machismo
han sido las formas más extendidas de dominación. En la actualidad, exceptuando
casos puntuales, los hombres siguen sometiendo a las mujeres en muchas sociedades.
Algunas de las creencias predominantes indican que el machismo surgió debido a la
mayor cantidad de masa muscular con la que normalmente cuentan los hombres en
comparación con las mujeres, y a la mayor agresividad que éstos muestran. Sin
embargo, otras teorías indican que el machismo pudo tener una función vital para
la supervivencia en su momento. Lo cual no quiere decir que siga cumpliendo esa
misma función en la actualidad, sino todo lo contrario.

2.3.3) Causas biológicas


Los hombres han controlado el poder por medio de líneas paternales. Los hijos varones
han sido los que obtenían el poder de sus padres. Aunque existen casos en los que el
poder era obtenido por línea materna, el poder recaía sobre la hija de mayor edad, las
mujeres seguían siendo las que tenían que cambiar de tribu en caso de matrimonio y
quien ejercía el control en la escena doméstica normalmente era el hermano de la
madre.
Los hombres también son más polígamos que las mujeres. El matrimonio implica el
intercambio entre mujeres y en pocas ocasiones se encuentra un intercambio de
hombres. Otro campo donde destaca el patriarcado es en la religión, donde
encontramos que solo los hombres pueden ser sacerdotes y las mujeres, en ocasiones,
son tachadas de impuras o pecadoras.

Por supuesto, aceptar la teoría de que los hombres dominan a las mujeres porque es
más natural que ellos sean más agresivos y tomen el control, es absurdo. La
supremacía de los hombres no reside en factores genéticos o biológicos, pero tampoco
es una convención social arbitraria ni una conspiración por parte de los hombres. La
cuestión es más compleja.

2.3.4) Causas sociales

Situaciones de discriminación directa: en general en la mayoría de puestos de


trabajo, mujeres igual de cualificadas que sus compañeros masculinos, son
discriminadas con sueldos inferiores al de sus compañeros varones. Esta discriminación
puede producirse por varios factores que pueden llegar a dejar a las mujeres en una
posición inferior:

• Trabajo a tiempo parcial: uno de las causas de la discriminación entre hombres y


mujeres, es que estas últimas deben dedicarse muchas veces a su trabajo a tiempo
parcial. Esta situación crea desde su inicio una situación de desajuste en los sueldos
entre mujeres y hombres. Y, esto nos lleva al siguiente punto, ¿Por qué muchas mujeres
deciden trabajar a tiempo parcial?
• Conciliación de la vida familiar y laboral: por lo general, en nuestra sociedad las
mujeres son las que deciden conciliar la vida familiar y laboral, de manera que muchas
veces por ese motivo deciden compaginar su vida personal con el trabajo a tiempo
parcial, es por ello que se acaba produciendo una brecha salarial entre hombres y
mujeres. Para poder minimizar esta brecha sería necesario que las empresas apostarán
por una mayor inversión en la conciliación familiar, sin poner en riesgo la estabilidad
laboral y económica de las mujeres.
• Interrupciones en su desarrollo profesional: otro de los problemas que tienen las
mujeres y que abre la brecha laboral con los hombres viene dada por las interrupciones
en su vida laboral. Estas interrupciones vienen dadas de manera principal por el
embarazo y el parto, muchas veces, esta situación les impide desarrollarse
profesionalmente igual de rápido que sus compañeros varones. Aunque es muy injusto
esto hace que se retrasen en su desarrollo profesional, y esto es lo que deberían trabajar
todas las empresas, para equiparar los sueldos y la situación profesional de las mujeres.
2.4) Consecuencias de la brecha salarial
Todas las situaciones de desigualdad laboral descritas tienen una serie de repercusiones
relevantes en la vida de las mujeres. Desde las mayores dificultades
para encontrar o mantener un puesto de trabajo, hasta la diferencia salarial. Se trata, sin duda,
de factores que limitan el poder adquisitivo de este segmento poblacional, fomentando la
aparición de problemáticas de carácter económico que explican las cifras superiores
de pobreza femenina.
En esta misma línea, la mayor cantidad de trabajo general en el día a día ocasionado por la
suma del trabajo formal y las tareas relacionadas con el hogar y la familia, produce un declive
del tiempo destinado al ocio, donde el descenso de actividades gratificantes y la disminución
de contacto social pueden tener repercusiones directas sobre el nivel de estrés y el estado de
ánimo de las mujeres.
Las situaciones de desigualdad o discriminación son también responsables de diversos
problemas relacionados con el estrés, el descenso de la motivación en el trabajo, el declive del
nivel de autoestima, los altos niveles de ansiedad, la irritabilidad, el insomnio, la apatía, etc. Se
trata, en definitiva, de una realidad que compromete seriamente la salud y la calidad de vida de
las mujeres.
La Unión Europea ha elaborado varios informes en los que se explica que ventajas tendría
eliminar la brecha entre mujeres y hombres en el mundo laboral, entre ellas vamos a explicaros
algunas a continuación:

• Sociedad más justa: si se eliminará la brecha salarial entre hombres y mujeres se


eliminarían también situaciones de pobreza cuando las segundas llegan a situaciones
de jubilación.

• Creación de empleos: la eliminación de la brecha entre ambos sexos, crearía que


hubiese más satisfacción en general en las empresas y por lo tanto se aumentará la
productividad en las mismas.
• Crecimiento económico: si hay más competitividad y creación de empleos en ambos
sexos, se producirá como consecuencia un crecimiento económico. Es por ello que es
fundamental que las empresas generen planes para eliminar las diferencias salariales.
• Menos trabajadores desmotivados: la diferencia salarial entre hombres y mujeres
crea situaciones de desmotivación en las trabajadoras que reciben este trato distinto,
que puede hacer que trabajen a desgana y que no rindan de la misma manera que lo
harían si se sintieran igual de valoradas que sus compañeros varones.
• Conciliación de la vida familiar: es muy importante que las mujeres puedan conciliar
su vida personal y familiar, ya que las mismas deben poder pasar por el parto, y es por
ello que se ven forzadas a aplazar su vida laboral para tener cuidado de los hijos. No
debería ser una situación que las discriminase en su carrera profesional, es por ello que
tanto el Estado como las empresas deben colaborar para minimizar el impacto de esta
situación.
3) DESARROLLO

3.1) Índice de Desigualdad de Género (IDG)

• El Índice de Desigualdad de Género es un indicador de la desigualdad. Mide las


desigualdades de género en tres aspectos importantes del desarrollo humano, a saber,
la salud reproductiva, que se mide por la tasa de mortalidad materna y la tasa de
fecundidad entre las adolescentes; el empoderamiento, que se mide por la proporción
de escaños parlamentarios ocupados por mujeres y la proporción de mujeres y hombres
adultos de 25 años o más que han cursado como mínimo la enseñanza secundaria; y
la situación económica, expresada como la participación en el mercado laboral y medida
según la tasa de participación en la fuerza de trabajo de mujeres y hombres de 15 años
o más. El Índice de Desigualdad de Género se basa en el mismo marco que el IDH-D,
a fin de reflejar mejor las diferencias en la distribución de los logros entre mujeres y
hombres. Mide el costo que supone la desigualdad de género para el desarrollo
humano; así pues, cuanto más alto sea el valor del Índice de Desigualdad de Género,
más disparidades habrá entre hombres y mujeres y también más pérdidas en desarrollo
humano
• El Índice de Desigualdad de Género arroja nueva luz sobre la posición de las mujeres
en 155 países y ofrece perspectivas sobre las diferencias de género en los principales
ámbitos del desarrollo humano. Los indicadores que componen este índice destacan
esferas en las que se necesita una importante intervención normativa, y promueven el
pensamiento proactivo y las políticas públicas con miras a superar las desventajas
sistemáticas que experimentan las mujeres.

3.1.1) Dimensiones del Índice de Desigualdad de Género: Mercado Laboral


La desigualdad de género es una característica usual en el mercado laboral de varios
países en desarrollo del sur global; donde a pesar de haber aumentado las tasas
globales de participación femenina, las mujeres siguen teniendo salarios menores y
tasas de desempleo mayores que los hombres.
Un gran problema en la lucha por la igualdad de género ha sido la asimetría en el
mercado laboral. En general, el hecho de que las mujeres tengan un acceso menor al
mercado laboral termina por incrementar la dependencia que hay en muchos hogares y
refuerza estereotipos excluyentes de la mujer, ubicándola en el hogar como única
opción. La afectación resulta peor en casos donde las mujeres son cabeza de hogar y
esta es la única fuente de ingresos para su familia, pues también terminan excluidas,
por ejemplo, del acceso a créditos para educación, vivienda y proyectos de
emprendimiento.
Podemos observar que las brechas de género en temas de educación y salud tienden
a haber mejorado en la mayoría de países, sin embargo, en temas de participación
económica, las regiones de países en desarrollo como el Norte de África, Medio Oriente
y Latinoamérica y el Caribe son las más desiguales.
Si observamos las diferencias en las tasas de participación laboral por género en las
regiones del mundo, es positivo ver que estas se han reducido significativamente en los
últimos 20 años. Por ejemplo, la diferencia en la participación laboral en regiones de
países en desarrollo como el Medio Oriente y el Norte de África han pasado de ser del
60% en 1990 a 50% en el 2010. De igual forma, en Sur América, la tasa ha pasado en
estas dos décadas de ser cercana al 40% a una del 23%.
Sin embargo, las estadísticas de diferencia salarial y tasa de desempleo son
desalentadoras. Según datos del Banco Mundial, en los países en desarrollo de América
Latina y el Caribe la tasa de desempleo en 2012 fue de 8% para las mujeres y 5% para
los hombres, mientras en 2002 había sido de 11% y 8% respectivamente. Esto marca
una caída en las tasas de desempleo, pero una diferencia entre hombres y mujeres que
se ha mantenido. Lo mismo ocurre para África del Norte, Medio Oriente y otras regiones
con países en desarrollo.
De igual manera, estas diferencias en la tasa de desempleo también están
acompañadas de diferencias salariales. Estudios muestran las diferencias salariales por
genero entre 2008-2012 para algunos países. Por ejemplo, en Pakistán las mujeres
ganan menos del 40% que los hombres, en Egipto el 60%, en Colombia el 56% y en
Angola el 40%, entre otros.
3.1.2) Índice de Desigualdad de Género en el Perú
El Índice de Desigualdad de Género es similar en cuanto a método al Índice de
Desarrollo Humano ajustado por la Desigualdad (IDH-D). Se interpreta como una
pérdida combinada en los logros de salud reproductiva, empoderamiento y participación
en la fuerza laboral debido a las desigualdades de género. Dado que el Índice de
Desigualdad de Género engloba dimensiones diferentes a las recogidas en el IDH, no
se puede interpretar como una pérdida en el IDH en sí. Los valores más altos en el
Índice de Desigualdad de Género indican más desigualdades, y por lo tanto, una mayor
pérdida para el desarrollo humano. La puntuación media global en el Índice de
Desigualdad de Género en el Perú para el año 2016 es 0,391. Es de señalar que el
índice de mortalidad materna que se considera para calcular este índice es la que
corresponde al estimado que realiza el Ministerio de Salud, en base a sus registros
administrativos.
3.2) Autonomía económica
La autonomía económica se refiere a la capacidad de las mujeres de generar ingresos y
recursos propios a partir del acceso al trabajo remunerado en igualdad de condiciones que los
hombres.
3.2.1) Mujeres y hombres sin ingresos propios
El indicador de mujeres sin ingresos propios, refleja las barreras que enfrentan las mujeres
para acceder a ingresos mediante actividades remuneradas en el mercado laboral, así
como a la propiedad o al crédito, entre otros.
La falta de autonomía económica implica ausencia de ingresos propios y determina una
mayor pobreza individual.
Al año 2016, el 31,5% de las mujeres de 14 y más años de edad no tienen ingresos propios,
siendo ésta proporción casi 2,6 veces más que los hombres (12,0%). La brecha más
significativa se presenta en las mujeres del área rural donde el 46,9% de ellas no tienen
ingresos propios, mientras que en el caso de los hombres representa el 12,7%.

Mujeres y hombres de 14 y más años de edad sin ingresos propios, 2016

60,0 (Porcentaje))
)

50,0 46,9
• 39,2
40,0 35,6
31,5 Mujeres
27,7 27,8
30,0
Hombres

20,0 13,7
12,0 11,8 12,7 10,9 12,4

10,0

0,0
Nacional Urbana Rural Costa Sierra Selva

3.2.2) Mujeres y hombres sin ingresos propios, según grupos de edad


De acuerdo al grupo etario al que pertenecen, la brecha entre mujeres y hombres sin
ingresos propios es más elevada entre adultos y adultos mayores, entre los más jóvenes
la brecha se acorta. Este problema alcanza al 35,3% de las mujeres de 60 y más años de
edad y al 11,4% de los hombres. Entre los jóvenes de 14 a 29 años de edad, el 30,6% de
las mujeres y el 18,9% de los hombres no cuentan con ingresos propios.
Mujeres y hombres sin ingresos propios por grupo de edad, 2016

Porcentaje del total de población de cada grupo de


edad Mujer
45,0
40,0
35,3
35,0 31,8 32,5 Hombre
30,6
29,2
30,0

25,0
18,9
20,0

15,0 11,4

10,0 7,4 6,8


5,8
5,0

0,0
De 14 a 29 años de 30 a 39 años De 40 a 49 años De 50 a 59 años De 60 a más años

3.2.3) Mujeres y hombres sin ingresos propios en los departamentos


En todos los departamentos la proporción de mujeres sin ingresos propios es superior a la
de los hombres, siendo casi de 4 veces en el departamento de Madre de Dios. En San
Martín, Apurímac, Amazonas, Huancavelica, Pasco, Región de Lima y Piura, la proporción
de hombres es menos de la tercera parte de las mujeres sin ingresos propios. Esto se
puede evidenciar en el siguiente gráfico estadístico:
Mujeres y hombres sin ingresos propios, según departamento, 2016

3.2.4) Evolución de mujeres y hombres sin ingresos propios


La proporción de mujeres sin ingresos propios persiste en el país en los últimos años.
Si en el año 2007 un 34,4% de las mujeres no contaban con ingresos propios, para el
año 2016 está proporción ha bajado levemente a un 31,5%.
Por región natural, mayor proporción de las mujeres de la Selva no tienen ingresos
propios. Así, de cada 100 mujeres de 14 y más años de edad de esta región natural 39
dependen económicamente de un hombre, le siguen las mujeres de la Sierra con 36 de
cada 100, mientras que las mujeres de la Costa 28 de cada 100 no tienen ingresos
propios.
3.2.5) Tiempo destinado al trabajo total
El bienestar de una persona no depende sólo de su ingreso o consumo, sino de su
libertad sustantiva para usar el tiempo. La falta de tiempo adecuado para dormir y
descansar ocasiona una pobreza de tiempo, ya que el tiempo es un recurso limitado a
lo largo de la vida de una persona y en cada período. A medida que el tiempo dedicado
al trabajo remunerado o no, sea mayor, menor es el tiempo disponible para otras
actividades, como el descanso y el ocio, es decir se vive y trabaja en un estado de
“pobreza de tiempo”.
Las mujeres peruanas trabajan 9 horas con 15 minutos más que los hombres. En
promedio, las mujeres dedican mucho más tiempo que los hombres al trabajo
doméstico, así, mientras los hombres dedican 15 horas con 54 minutos a la semana a
actividades no remuneradas, las mujeres destinan 39 horas con 28 minutos, es decir 23
horas con 34 minutos más que los hombres. En cambio, los hombres dedican en
promedio más tiempo al trabajo remunerado que las mujeres, siendo la brecha de 14
horas con 19 minutos.

Tiempo de trabajo destinado por semana al trabajo total por mujeres y hombres, 2010

(Horas/minutos
)

100

Carga total
75,54
80
Carga total
Brecha de 66,39
género
+ 9,15 h/m
60 15,54
39,28
Trabajo no
remunerado
40
Trabajo remunerado

50,46
20
36,27

0
Mujeres Hombres
Tiempo destinado por mujeres y hombres al trabajo total, según tipo de trabajo, 2010
(Horas/minutos
)

80
+14.19 +23.34
70
50.46
60

50 39.28
Mujeres
36.27
40 Hombres
30
15.54
20

10

0
Trabajo remunerado Trabajo doméstico no remunerado

3.2.6) Tiempo destinado al trabajo remunerado: los hombres destinan 14 horas con 19
minutos más al trabajo remunerado que las mujeres. Esta situación se produce en todos
los grupos de edad, siendo la brecha más amplia en el grupo de edad de 30 a 49 años de
edad, de 18 horas con 6 minutos. La menor brecha se observa entre los adolescentes que
trabajan.
3.3) Educación llave para la igualdad de género
La educación contribuye a mejorar la calidad de vida y a erradicar el círculo vicioso de la
pobreza y la enfermedad, preparando el terreno para un desarrollo sostenible. A través de una
educación básica de calidad, las niñas y niños adquieren el conocimiento y las aptitudes
necesarios para adoptar formas de vida saludables, protegerse de enfermedades de
transmisión sexual, y asumir un papel activo en la toma de decisiones de índole social,
económica y política a medida que transitan desde la adolescencia a la edad adulta.
Los adultos que han recibido una formación suelen tener menos descendencia, están más
informados acerca de las prácticas óptimas para criar a sus hijos/hijas y se preocupan de que
comiencen la escuela a su debido momento y que estén preparados para aprender. Lo que les
permite romper la cadena de pobreza y enfermedad, si la hubiera.
En el Perú, se ha avanzado de modo sustantivo hacia la paridad entre mujeres y hombres en
lo que concierne al acceso a la educación, así lo demuestran las estadísticas educacionales.
La mayoría de los promedios nacionales, muestra que la situación educativa de las mujeres
ha igualado o superado a la masculina. Sin embargo, se constatan importantes diferencias
cuando la información se abre, según distintas características de la población. Por ejemplo,
cuando analizamos la población según rango de edad notamos que a partir de los 30 años
sigue existiendo una brecha entre el acceso a la educación de hombres y mujeres.

Persisten en el país obstáculos que impiden la realización plena del derecho humano a la
educación para las mujeres, que va mucho más allá del acceso. Entre los mismos, se cuentan
el trabajo infantil (en especial el trabajo en el hogar), matrimonios tempranos, embarazos
precoces, la situación de pobreza, entre otras causas.

A nivel nacional, en el año 2016, las mujeres peruanas de 15 y más años de edad obtienen
como promedio 10,0 años de estudio, lo que equivale el inicio del tercer año de educación
secundaria, mientras que los hombres del mismo grupo de edad, obtienen 10,3 años de estudio
como promedio, es decir el transcurso del tercer año.
Por otro lado, según grupos de edad, se observa que entre la población joven se ha logrado la
igualdad de género en el acceso a la educación, ya que se obtiene casi el mismo promedio de
años de estudio para ambos géneros. Analizando la gráfica que se ve a continuación, notamos
que entre 15 a 19 años de edad, se observa que las mujeres llevan una ligera ventaja, ellas
tienen en promedio 10,0 años de estudio, mientras que los hombres 9,8 años; lo que equivale
el inicio de 3 año de educación secundaria y el último tramo de 2 año de la misma,
respectivamente. Y, entre 20 a 29 años de edad, ambos géneros obtienen los mismos años
promedio de estudio, el cual es 11,6 años, lo que es equivalente a más de la mitad del periodo
de 4 año de educación secundaria.
No obstante, entre la población adulta y adulta mayor, la población femenina todavía no ha
logrado el mismo nivel de estudios que la masculina, aun cuando, según estadísticas, la
escolaridad de las mujeres ha registrado un mayor crecimiento.

Ahora, centrando nuestro análisis a nivel regional, las diferencias son aún más notorias.
Ponemos por caso, Huancavelica y Puno, que se caracterizan por presentar alta incidencia de
la pobreza y menor nivel de desarrollo, en estas regiones el promedio de estudio en hombres
es 9,5 y 10,1 años, y en mujeres 8,2 y 8,9 años, respectivamente. Evidenciándose una brecha
de 1,3 años 1,2 años de estudio, según corresponde. Sin embargo, en Tumbes, Ica, Piura,
Región de Lima y Provincia de Lima las brechas entre géneros en el logro educativo son cortas:
0,1 años, 0,2 años, 0,2 años, 0,3 años y 0,3 años, respectivamente.
Las mujeres de regiones de Provincia de Lima, Callao, Ica, Arequipa, Tacna, Moquegua
presentan los promedios de años de estudio más altos (estos superan el promedio nacional de
estudio alcanzado, el cual es 10 años). Y, los más bajos, las mujeres de los departamentos de
Cajamarca, Huancavelica, Amazonas y Huánuco. Las mujeres de Cajamarca de encuentras
2,2 años por debajo del promedio; mientras que Huancavelica, Amazonas y Huánuco, 1,8
años.
En el caso de los hombres, los residentes de Provincia de Lima, Callao y Tacna presentan los
promedios más altos, mientras que los promedios más bajos se observan en Cajamarca,
Huánuco y Amazonas.
3.3.1) Brechas de género en los ingresos por trabajo según nivel de educación y
tipo de ocupación
Si se considera exclusivamente el factor educación, la adquisición de un mayor nivel de
escolaridad por parte de las mujeres no reduce necesariamente la diferencia de
ingresos del trabajo entre ellas y los hombres. Sin embargo, se aprecia que la menor
diferencia se produce entre las que tienen educación superior, pero manteniéndose aún
una amplia brecha. La mayor brecha se da entre las que tienen educación secundaria.
Por tipo de ocupación, entre las/os profesionales y técnicos se produce la menor brecha
de ingresos por trabajo (en el año 2016 la brecha fue de 26,9 % y 28,4%
respectivamente), y la más alta se da entre las que se dedican a actividades
agropecuarias, donde las mujeres ganan solo la mitad del ingreso de los hombres.

3.4) Empleo remunerado e ingresos: camino a la autonomía económica de


las mujeres
La condición de actividad de la población en edad de trabajar suele clasificar a ésta en dos
grandes grupos: la población económicamente activa (PEA), que incluye tanto a los que se
encuentran ocupados y reciben una remuneración por su trabajo como los que se encuentran
buscando un empleo o desocupados, que pueden ser a su vez, cesantes (han trabajado antes)
o aspirantes (buscando trabajo por primera vez)
La segunda conformada por la población económicamente no activa, a la que pertenecen las
personas que no están buscando trabajo remunerado y que no reciben remuneración por la
actividad que realizan
Entre ocupadas y ocupados existen notorias diferencias: la jornada laboral remunerada de las
mujeres es inferior a la masculina, debido principalmente a la necesidad de compatibilizarla
con las responsabilidades familiares; el nivel educativo de las mujeres que integran la PEA
tiende a ser mayor que el de los hombres; la participación porcentual de hombres y mujeres
en las distintas ramas de actividad económica tiende a estar claramente segmentada en
desmedro o a favor de uno u otro sexo y, con frecuencia, las mujeres se concentran
precisamente en los sectores considerados “feminizados”, que son más precarios e informales.
Entre los asalariados, la presencia femenina es menor, pero mayor en los trabajos por cuenta
propia y los de baja productividad, lo que significa que las mujeres están sobre representadas
en los empleos mal remunerados. Uno de los fenómenos que sintetiza la desigualdad en el
mercado laboral es el hecho de que las mujeres ganan menos que los varones; las mujeres
perciben el equivalente al 70,6% del ingreso laboral masculino. Cuando esta misma relación
se controla por nivel de educación, la brecha no mejora sustancialmente para las mujeres con
mayor educación, las que perciben, en promedio, solo el equivalente del 71,8% del ingreso
laboral masculino.
3.4.1) Tasa de actividad de mujeres y hombres
Como indicador de la oferta de trabajo de la mujer se utiliza la tasa de actividad, definida
como el cociente entre la población económicamente activa femenina y la población en
edad de trabajar femenina. En el período 2007-2016, la tasa de actividad femenina y
masculina disminuyó en 1,4 y 1,8 puntos porcentuales respectivamente, al pasar la
femenina de 64,7% a 63,3% y la masculina de 83,0% a 81,2%; los hombres
históricamente han presentado tasas de participación más altas que las mujeres. La
brecha entre géneros en este periodo no ha mostrado variación significativa. Al año
2016, la población económicamente activa peruana era de 16 millones 903 mil 700
personas, de los cuales 7 millones 439 mil 600 eran mujeres, de las que 7 millones 100
mil 100 estaban ocupadas y 339 mil 500 en desempleo.
3.4.2) Mujeres y hombres que trabajan según nivel de educación logrado
Al año 2016, alrededor de una tercera parte de las mujeres que trabajan solamente han
logrado estudiar a lo más educación primaria, mientras que los hombres ocupados que
tienen este nivel educativo son alrededor de una cuarta parte. El 36,4% de las mujeres
lograron estudiar hasta secundaria, mientras que los hombres que tienen este nivel
educativo alcanza el 47,2%. Mayor proporción de mujeres que de hombres que trabajan
tienen educación superior no universitaria (16,0% y 14,1%, respectivamente), de igual
manera, en el caso de educación superior universitaria las mujeres superan a los
hombres.

3.4.3) Mujeres y hombres que trabajan según categoría de ocupación


Aunque muchas mujeres han ingresado en la fuerza de trabajo en las últimas décadas,
este aumento de la participación no se ha traducido en la igualdad de oportunidades de
empleo o de ingresos. Ellas y ellos tienden a trabajar en segmentos muy distintos del
espacio económico, y esto ha cambiado poco con el tiempo. Las mujeres tienen más
probabilidades que los hombres de dedicarse a actividades de baja productividad, el
35,7% de ellas son trabajadoras independientes o cuenta propia. El trabajo en sectores
de baja productividad se caracteriza por ser precario, inestable y mal remunerado;
además, en su mayoría implica ausencia de los beneficios sociales legales que
generalmente conlleva el trabajo asalariado. No solo los quehaceres domésticos
constituyen una labor sin remuneración y a la cual no se le reconoce estatus de trabajo,
también las mujeres son mayoría entre los trabajadores familiares no remunerados, es
decir, son parte de la población considerada como económicamente ocupada, pero que
no reciben ingresos por su trabajo, el 17,0 % de las mujeres participan en esta categoría.
Asimismo, el 5,1% de las mujeres son trabajadoras del hogar; mientras que el
porcentaje de hombres que desempeñan esta actividad es casi imperceptible. el 39,5%
de las mujeres ocupadas son asalariadas, mientras los hombres en esta condición son
el 52,3%. El 2,5% son empleadoras y dirigen empresas de menor tamaño y están
concentradas en sectores de menor rentabilidad, mientras que los hombres que son
empleadores representan el 5,8%

3.4.4) Mujeres asalariadas según departamentos


Al interior de los departamentos se observa también la creciente incorporación de las
mujeres al mercado de trabajo. En la Provincia de Lima, en la Provincia Constitucional
del Callao y en Arequipa, más del 50% de mujeres que trabajan son asalariadas,
mientras que en los departamentos de Huancavelica y Cajamarca las mujeres que
trabajan y que son asalariadas están por debajo del 20%. La mayor brecha de género
en el acceso al trabajo asalariado se produce en Puno, Lambayeque y Apurímac, donde
la brecha es de más 20 puntos porcentuales entre mujeres y hombres.
3.4.5) Desempleo de las mujeres y hombres
Si bien las mujeres peruanas contribuyen a la economía y a la productividad, siguen
enfrentando muchos obstáculos que les impiden realizar su pleno potencial económico.
Esto no sólo inhibe a las mujeres, además frena el rendimiento económico y el
crecimiento del país. El principal indicador de deterioro para la fuerza de trabajo
femenina es el desempleo. En el país, el 5,6% de las mujeres del área urbana que
desean y necesitan trabajar no lo pueden hacer, a pesar de estar buscando activamente
trabajo. Las implicancias de esta situación son importantes en términos del impacto que
estos obstáculos tienen sobre estas mujeres y sus familias. Un período largo de
desempleo lleva a una disminución en la autoestima de las desempleadas, y puede
traducirse en una aceptación de sueldos muy bajos en puestos muy precarios, en el
aumento de la tasa de inactividad en función del desaliento, lo que ayuda a continuar
con el círculo de pobreza de estos hogares. En el período 2007-2016, las tasas de
desempleo tanto de los hombres como de las mujeres, han ido decreciendo. No
obstante, las tasas de desempleo femenino son mayores que las masculinas en todos
los años. Asimismo, el descenso ha sido más significativo en las mujeres (1,4 puntos
porcentuales) que en los hombres (0,8 punto porcentual). El trabajo doméstico es una
consecuencia de las manifestaciones del desempleo que sufren las mujeres en un país
en vías de desarrollo el cual se centra en roles económicamente no reconocidos como
lavar, planchar, aseo de casa, cuidado de niños, entre otros, roles que marcan la división
sexual del trabajo dejando en ventaja a los hombres.

3.4.6) Desempleo según edad


Se observa una clara relación inversa entre desempleo y edad, situación que no ha
variado, pues se advierte que a medida que aumenta la edad disminuye el desempleo.
Las tasas de desempleo de la población femenina son más altas y afectan en mayor
medida a las jóvenes, que en la actualidad cuentan con más años de estudio que sus
pares varones. Las diferencias de género han tendido a permanecer constantes en el
tiempo, sobre todo en el tramo de edad comprendida entre los 25 y 59 años de edad,
mientras en el grupo de 14 a 24 años de edad tiende a estrecharse.

3.4.7) El ingreso por trabajo de mujeres y hombres


Al año 2016, las mujeres ganan en promedio 29,2% menos que sus pares masculinos.
Uno de los motivos principales por el que las mujeres ganan menos es que muchas de
ellas trabajan menos horas, por dedicarse a sus familias. La mayoría de las mujeres
que trabajan crean su propio empleo (35,7%) o son trabajadoras familiares no
remunerados (17,0%), lo cual genera menores ingresos o no perciben ingresos propios.
Por estas restricciones las mujeres que trabajan en relación de dependencia también
tienen menor margen a la hora de negociar sus sueldos. A la vez, los años dedicados a
la crianza de los niños hacen que las mujeres tengan menos experiencia laboral, lo cual
impacta en sus salarios. Se ha determinado que en términos educativos, las mujeres -
principalmente las jóvenes- están ahora más preparadas que sus pares masculinos,
pero eso no se refleja en sus ingresos. El motivo es que la mayoría de las mujeres opta
por estudiar carreras menos rentables, como educación, humanidades, servicio social,
etc., ya sea porque algunas carreras son consideradas más masculinas o porque optan
por priorizar su vida familiar.
4) CONCLUSIONES

4.1) Si bien las mujeres peruanas han tenido avances importantes en lograr la igualdad con
los hombres en el acceso a derechos básicos como la salud y la educación, todavía están
relegadas cuando se trata de sus ingresos. Podemos evidencia las brechas en el ingreso
promedio en la sección 3.4.7 de la presente monografía y en los Anexos presentados y
debidamente analizados.

4.2) La brecha en el ingreso promedio (proporción del ingreso promedio de las mujeres
respecto al de los hombres), según el nivel educativo alcanzado se reduce, como podemos
observar en los cuadros de la sección 3.3.1, de 35,2% en el año 2008 a 29,3% en el año 2016,
esto es un buen presagio; sin embargo, esto no es suficiente, para llegar a la igualdad de
género. Esta reducción contribuye a la disminución del Índice de Desigualdad de Género de
0.408 en el año 2006 a 0.391 en el año 2016, según podemos observar en el cuadro estadístico
de la sección 3.1.2

4.3) Ante la realidad y contexto que vivimos en nuestro país, expuesta en el presente trabajo
enfocado en el ámbito laboral y el ingreso promedio, donde se evidencia que las mujeres sufren
de desigualdad de oportunidades en comparación con los hombres, es necesario medidas
políticas, económicas, sociales y culturales que combatan esta desigualdad, para garantizar la
perfecta igualdad entre hombres y mujeres, y de esto modo ellas se empoderen, y por
consiguiente se pueda construir una sociedad más justa y con igual de oportunidades para sus
ciudadanos y ciudadanas.
5) ANEXOS

Anexo 1.- Perú: relación empleo-población, según sexo y ámbito geográfico

1/ Incluye la provincia constitucional del Callao


Fuente: Instituto Nacional de estadística e informática - encuesta nacional de hogares

En el cuadro siguiente observamos una mayor oportunidad de empleo de los hombres respecto
a las mujeres, entre los años 2007 hasta el 2016.
Vemos que el porcentaje de empleo en las mujeres del 2007 al 2011 iba en aumento, sin
embargo, desde al año 2012 hasta fines del 2016 presentó un decremento.
Observamos que en la región sierra las mujeres tienen una relación empleo-población mayor
en comparación con la costa y selva en el periodo 2007-2016. Es decir, la cantidad de
población femenina ocupada respecto a la cantidad total de mujeres es mayor en la sierra
Anexo 2.- Perú: proporción del ingreso de las mujeres respecto al de los hombres,
según ámbito geográfico

1/ Incluye la provincia constitucional del Callao


Fuente: Instituto Nacional de estadística e informática – Encuesta nacional de hogares

En el cuadro mostrado, vemos cómo la proporción de ingreso de las mujeres respecto al de


los hombres va disminuyendo desde el año 2007 hasta finales del 2010, pero,
afortunadamente, a partir del 2011 ha ido en aumento. Esto nos indica que la desigualdad en
el ingreso está disminuyendo.
Observamos también que, de todas las 3 regiones, la selva tiene mayor porcentaje de ingreso
de las mujeres respecto al de los hombres. Es decir, aquí se produce la menor brecha salarial.
En el periodo estudiado, 2007-2016, fue en el año 2010 cuando las mujeres obtuvieron la
menor proporción de ingreso respecto al de los hombres. Quiere decir que este año fue el de
mayor brecha salarial. El cuadro estadístico nos indica que en este año por cada 100 soles
que ganaba un hombre, una mujer solo ganaba 63,7 soles.
En el cuadro vemos, que para el año 2016, por cada 100 soles que gana un hombre en el área
urbana el ingreso de las mujeres es de 65 soles en promedio. Por otro lado, en el área rural
por cada 100 soles que gana un hombre, las mujeres ganan 56 soles en promedio. En
conclusión, las mujeres de la región urbana tienen una menor brecha salarial.
Anexo 3.- Perú: proporción del ingreso de las mujeres respecto al de los hombres,
según años promedio de estudio aprobados y ámbito geográfico

1/ Incluye también la provincia constitucional del Callao


Fuente: Instituto Nacional de estadística e informática-encuesta nacional de hogares.

En el cuadro observamos que en el periodo 2007-2016, a nivel nacional, el ingreso de las


mujeres respecto al de los hombres, fue superior en mujeres con más de 13 años de estudio
que el ingreso de las mujeres con menos de 13 años de estudio. Ahora, haciendo la
comparación con los hombres en el año 2016, el cuadro nos da a entender que, por cada 100
soles que gana un hombre, las mujeres con más de 13 años de estudio ganan un 71.7 soles;
mientras que las mujeres con menos de 13 años de estudio solo obtienen 62.4 soles.
En la región costa y sierra la proporción de ingresos de las mujeres con más de 13 años de
estudio es siempre mayor a los ingresos de las mujeres con menos de 13 años de estudio,
situación que no se repite en la región selva.
En la región selva observamos que la proporción del ingreso de las mujeres con menos 13
años de estudio es mayor al de las mujeres con más de 13 años de estudio en el año 2007.
Anexo 4.- Perú: proporción del ingreso de las mujeres respecto al de los hombres
según nivel educativo alcanzado y ámbito geográfico

1/ Incluye sin nivel e inicial


2/ Incluye postgrado
Fuente: Instituto Nacional de estadística e informática-encuesta nacional de hogares.
En el gráfico observamos que a nivel nacional las mujeres con estudios superiores
universitarios tienen una mejor proporción de ingresos respecto al de los hombres desde el
año 2007 hasta el año 2016.
En la región costa la menor proporción de ingresos de las mujeres por lo general son las
personas con estudios secundarios, esto es un hecho llamativo, pues es de esperarse que la
menor proporción sea de las mujeres que tienen solo educación primaria.
En la región selva la menor proporción de ingresos de las mujeres son personas con estudios
primarios, mientras las personas con estudios superiores universitarios son las que tienen una
mayor proporción de ingresos respecto al de los hombres.
La mayor proporción de ingresos de las mujeres con estudios primarios se dio en la costa en
el año 2015 con un 74.8%.
La menor proporción de ingresos de las mujeres respecto al de los hombres se da en la región
sierra en el año 2009 con 52.9%, y fue de mujeres que solo poseían estudios primarios.
6) REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Perú: Brecha de género, 2017. INEI (2017)

2. Perú: Perfil Sociodemográfico. INEI (2018)

3. Perú: Evolución de los indicadores de empleo e ingresos por departamento, 2007-2017.


INEI (2018)

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