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normal, de 37,5 ºC a 38,3 ºC, esto se puede deber a fallas de los sistemas de evacuación de
calor, también se puede deber a una o más patologías que una persona pueda presentar.
Es distinta de la fiebre, que es una reacción del organismo en la que éste eleva la temperatura
corporal a un nivel más alto como respuesta inmunitariaa algún agente externo.
La hipertermia puede ser creada artificialmente con drogas o aparatos médicos. En esas
instancias puede tratar cáncer y otras condiciones.
Calambres por calor: lesión leve y temprana por calor. Junto con calambres musculares
intermitentes en piernas y brazos después del ejercicio (leve aumento de la temperatura
corporal). Se suele dar en personas jóvenes y sanas, y los calambres están ligados a la
hiperventilación, alcalosis respiratoria secundaria y a los niveles de sodio intracelular.
Agotamiento por calor: es el más habitual de los casos de hipertermia ambiental. Fatiga,
debilidad, confusión, cefalea, cuadros vegetativos y anorexia en jóvenes después del
ejercicio o ancianos con poca capacidad cardíaca. La temperatura suele permanecer por
debajo de 38 °C, y suele haber una caída de agua y sal en el organismo.
Hipertermia oncológica[editar]
La hipertermia oncológica es una terapia que consiste en la elevación de temperatura con el
fin de destruir el tumor y es utilizada como tratamiento complementario a la quimioterapia y la
radioterapia ya que viene a potenciar los efectos destructores que éstas poseen sobre las
células cancerígenas. La tecnología aplicada médica permite actualmente contar con
dispositivos que elevan artificialmente la temperatura en una región concreta del cuerpo
(hipertermia local). Esta técnica, resulta especialmente eficaz frente al cáncer, ya que la
elevación de temperatura de forma local y controlada en el interior de un tumor causa una
debilidad en las células cancerígenas. Cuando esto sucede, hablamos de Hipertermia
Oncológica Profunda cuyas características son:
Las células dañadas resultantes son únicamente las cancerígenas, y no las sanas. Esta
propiedad se debe a que la elevación de la temperatura en los niveles descritos resulta
perjudicial para aquellas células que son hipóxicas y que tienen un Ph bajo, que son
precisamente las células tumorales.
Las células cancerígenas, como las sanas, tienen sus propios mecanismos de defensa.
Numerosos estudios internacionales coinciden en señalar la Hipertermia Oncológica
Profunda como factor capaz de interferir y neutralizar esas barreras defensivas de la
célula tumoral.
Potencia la apoptosis que es una muerte celular programada provocada por ella misma,
con el fin de autocontrolar su desarrollo y crecimiento. Es un mecanismo natural de
defensa de nuestro organismo frente al cáncer. La misión de la apoptosis es la de destruir
las células dañadas del organismo y de ahí que sea interesante reforzarla para combatir el
cáncer, pues éste supone la replicación indiscriminada de una célula dañada.
Enrojecimientos de la piel.
Dolor intenso de cabeza.
Vértigos.
Aumento ligero de la temperatura ( hipertermia )
Latidos del corazón acelerados (taquicardia)
Descenso de la presión arterial
La fiebre es un síndrome (conjunto de síntomas y signos) cuyo signo principal es
la hipertermia, aunque no es imprescindible, pues puede haber fiebre sin hipertermia. La
hipertermia es el signo principal, el más frecuente, el más fácil de medir, y el primero que se
manifiesta. La fiebre es la respuesta del organismo a agentes de naturaleza infecciosa (que es
lo más frecuente) o a causas no infecciosas (toxinas de resorción, lesiones en ciertos
territorios nerviosos, etc.). Se dice entonces fiebre séptica en el primer caso y aséptica en el
segundo.
Signos de la fiebre
Los signos de la fiebre son:
Facies: Observamos lo que se denomina facies febril. Así el sujeto febril presenta una
expresión poco vivaz, hay atontamiento y hasta a veces delirio.
Fiebre sin foco identificado: Temperatura mayor de 38ºC o más, sin datos por
el examen físico que permitan establecer el diagnóstico nosológico. Esta situación se
conoce también como fiebre sin signos de localización. Muchas enfermedades
infecciosas comunes pueden presentarse de entrada con fiebre sin signos localizadores
y es así como la fiebre puede preceder a otros síntomas y signos por horas o días.
Generalmente los padres consideran al hijo como un niño vulnerable por lo cual
realizan mediciones frecuentes de la temperatura y los síntomas ligeros se vuelen un
foco de preocupación en sus padres. El niño empieza a creer que realmente está
enfermo y se comporta como tal. El exámen físico es normal, no existe pérdida de
peso y el niño se mantiene en buenas condiciones.
Igualmente, se puede encontrar este trastorno en niños con una exposición ambiental
frecuente a enfermedades, que pueden ser tomadas por los padres como un solo
cuadro de fiebre prolongada, cuando realmente han ocurrido varias enfermedades,
una tras la otra.
Otro cuadro poco frecuente que se debe tomar en cuenta, es el llamado Síndrome de
Manchausen el cual consiste en la presencia de variados signos y síntomas simulados
por el paciente o por una persona diferente al paciente, como sus padres, con la
finalidad de lograr que le sean practicados innumerables exámenes, exploraciones y
especialmente intervenciones quirúrgicas que pueden ser potencialmente peligrosa
Introducción
La fiebre es uno de los motivos de consulta más frecuentes en atención
primaria. Se define como un aumento de la temperatura corporal por
encima de lo normal en respuesta a patologías o agresiones sufridas por el
organismo. Habitualmente se trata de infecciones víricas o bacterianas de
carácter autolimitado que resuelven en una o dos semanas. En otras
ocasiones, son procesos más graves en los que la fiebre persiste más allá de
ese tiempo y constituye una señal de alarma asociada a la necesidad de
acudir al médico para que pueda realizar un diagnóstico y establecer el
tratamiento de la patología que la origina.
La temperatura normal del cuerpo puede variar de 36 ºC a 37,8 ºC en función de varios factores:
• La edad.
• La idiosincrasia del individuo.
• La actividad física que se desarrolle.
• El estado emocional.
• Las situaciones fisiológicas, como por ejemplo la digestión de los alimentos.
• El tipo y la cantidad de ropa con que está vestido.
• La temperatura y humedad ambientales.
• El ciclo menstrual. En la segunda parte de este ciclo, la temperatura se puede elevar en un grado o más.
• El momento del día. Por lo general es más alta a principios de la noche.
En un adulto, se habla de febrícula cuando la temperatura está entre 37 ºC y 38 ºC, mientras que se
reserva el término fiebre para situaciones en las que se superan los 38º C. Un niño presenta fiebre
cuando su temperatura está en los siguientes niveles, o por encima de ellos:
• 38 ºC medida en las nalgas (rectal).
• 37,5 °C medida en la boca y oído (oral y timpánica).
• 37,2 °C medida bajo el brazo (axilar).
Aunque la fiebre sea un signo de alarma, es un mecanismo de defensa del organismo, ya que refleja la
activación del sistema inmunitario para combatir la infección. De hecho, aunque produzca malestar
generalmente no supone un riesgo (daño cerebral por hipertermia) a menos que la temperatura corporal
sea superior a 42 ºC. Este suceso es muy poco frecuente, ya que incluso sin tratamiento la fiebre causada
por infección raramente sobrepasa los 40,5 ºC.
Etiología
Como ya hemos indicado, la principal causa de fiebre son las infecciones, como:
• Osteomielitis.
• Gastroenteritis y apendicitis.
• Celulitis y otras infecciones cutáneas.
• Meningitis.
• Gripe, bronquitis, neumonía y otras infecciones respiratorias.
• Sinusitis, infecciones de garganta y oídos.
• Mononucleosis infecciosa.
• Infecciones urinarias.
Aunque también hay otras situaciones que pueden provocar aumento de la temperatura del organismo:
• Administración de vacunas. Es frecuente la presencia de febrícula durante uno o dos días después de
recibir algunas vacunas.
• Dentición. La salida de los dientes puede causar un ligero aumento en la temperatura de un niño, pero
no superior a 37,7 °C.
• Trastornos inflamatorios o autoinmunes: artritis y otras enfermedades del tejido conectivo, enfermedad
inflamatoria intestinal, vasculitis o periarteritis nudosa.
• Cáncer. La fiebre puede en ocasiones ser el primer síntoma de un cáncer, especialmente en el caso de
leucemia o linfomas.
• Necrosis celulares, tales como las que se producen en los infartos y las hemólisis.
• Alteraciones metabólicas como las deshidrataciones graves.
• Alteraciones hormonales. Principalmente las que afectan al tiroides.
• Trombosis y tromboflebitis.
• Golpe de calor.
La fiebre también puede ser una reacción adversa a algunos fármacos antibióticos (penicilinas,
cefalosporinas, sulfonamidas, anfotericina B) anticonvulsivos (fenitoína), antidepresivos (ISRS,
tricíclicos, IMAO, venlafaxina), neurolépticos, triptanes, antieméticos, metildopa, procainamida,
quinidina, atropina, etc.
Clasificación
Podemos clasificar la fiebre en función de varios criterios:
Según la duración
La fiebre puede persistir varias horas, días e incluso meses, por lo que se habla de:
• Fiebre de corta duración. Es la más habitual y generalmente es debida a infecciones leves que se
resuelven en menos de dos semanas.
• Fiebre persistente o prolongada. Cuando dura más de dos semanas.
Según la evolución
En función del curso que la temperatura sigue a lo largo del tiempo, es posible diferenciar una serie de
patrones de fiebre que nos pueden ayudar a identificar su causa:
• Fiebre continua. Es una elevación de la temperatura moderadamente persistente, con mínimas
oscilaciones diarias (inferiores a 1 ºC).
• Fiebre intermitente o «en agujas». La temperatura sufre grandes oscilaciones, entre fiebre alta y
normalidad a lo largo de cada día o bien se alternan unos días con fiebre y otros sin ella, con un ritmo
fijo.
• Fiebre remitente. La temperatura se mantiene siempre elevada, pero con oscilaciones diarias mayores
de 1 ºC.
• Fiebre reincidente (recurrente, periódica u ondulante). Alternancia de periodos de fiebre continua con
otros de normalidad térmica (apirexia).
Según la intensidad
En función del grado de elevación de la temperatura podemos hablar de:
• Febrícula. La temperatura oscila entre 37 ºC y 38 ºC.
• Fiebre. La temperatura está entre 38 ºC y 40 ºC .
• Hiperpirexia. La temperatura es mayor de 40 ºC.
Según su inicio
En función de cómo empieza a elevarse la temperatura corporal, se clasifica en:
• Fiebre de inicio brusco. Comienza de forma repentina.
• Fiebre de inicio lento. El aumento de la temperatura se produce de manera gradual.
Medidas preventivas
Dado que en la mayoría de los casos la fiebre es un síntoma de que el organismo está afectado por
alguna enfermedad infecciosa, la regla general para prevenirla es llevar una vida sana, realizando
ejercicio con regularidad y llevando una alimentación equilibrada a base de frutas, verduras e ingesta de
mucha agua. De esa forma es menos probable sufrir los trastornos que pueden desencadenarla.
También existen una serie de recomendaciones que pueden ayudar a prevenir el aumento de la
temperatura en el organismo:
• Evitar la exposición excesiva al sol y protegerse con gorras o sombrillas en caso de que sea inevitable
la exposición durante periodos prolongados.
• Evitar el esfuerzo físico excesivo en sus tareas rutinarias para prevenir las fiebres causadas por la
fatiga.
• Si se realiza una actividad física ardua, mantener una buena hidratación del organismo.
• Mantener el entorno limpio, a una temperatura y humedad óptimas para evitar un exceso de calor en el
ambiente.
• Evitar abrigarse en exceso.Evitar la exposición del organismo a enfermedades infeccionas, lavándose
las manos con frecuencia y usando toallitas húmedas y desinfectantes de manos en caso de no disponer
de agua y jabón.
• Educar bien a los niños, enseñándoles el hábito de lavarse las manos antes de comer y después de usar
el baño, así como el de no tocarse la nariz, la boca o los ojos después de visitar lugares muy concurridos
o a pacientes enfermos.
Criterios de derivación
Es importante conocer en qué situaciones es necesaria una derivación al médico para que valore la
gravedad de la infección:
• Niños menores de 2 años o ancianos mayores de 65 años.
• Fiebre mayor de 40 ºC
• Duración superior a 48-72 h.
• Fiebres intermitentes durante una semana o más, aun cuando no sean muy altas.
• Fiebre asociada a: dolor de cabeza intenso con náuseas y vómitos, alteración del nivel de conciencia,
dolor de garganta o de oídos, tos con dolor torácico, síntomas de cistitis (anuria o hematuria), trastornos
intestinales (cólico...), erupciones en la piel o signos de deshidratación (orinar menos de lo habitual, sed,
boca seca, piel fría, calambres musculares, no tener lágrimas, los niños, cuando lloran).
• Presencia de otras patologías como: diabetes insulinodependiente, etilismo crónico, enfermedades
neurológicas, cirrosis descompensada, insuficiencia renal severa, procesos tumorales, insuficiencia
cardiaca y/o respiratoria, inmunodepresión o epilepsia.
• Toma de medicamentos susceptibles de causar fiebre como los citados con anterioridad.
• Viaje reciente a otro país.
Es necesaria una derivación inmediata al servicio de urgencias si un adulto o un niño tienen fiebre
asociada a:
• Irritabilidad y dificultad para tranquilizarse.
• Dificultad para despertar o imposibilidad de hacerlo.
• Confusión.
• Dificultad para caminar.
• Dificultad para respirar, incluso después de que la nariz está despejada.
• Coloración morada de uñas, lengua o labios.
• Dolor de cabeza muy fuerte.
• Rigidez en la nuca.
• Convulsiones.
• Imposibilidad de mover un brazo o una pierna.
Tratamiento no farmacológico
La fiebre es un mecanismo de defensa del organismo y no necesariamente tiene que ser suprimida.
Existe la tendencia entre la población general a querer bajar la temperatura corporal en un paciente con
fiebre, sin embargo, la fiebre como tal no se ha demostrado que sea perjudicial para los seres humanos.
Además, si el paciente está tolerando bien la fiebre, parece existir poca razón para suprimirla, ya que
puede crear una falsa sensación de mejoría y complicar el diagnóstico cuando la etiología no está clara.
Algunos detalles como el enrojecimiento de las mejillas, la sensación de frío y escalofríos, el brillo en
los ojos, el aumento de las pulsaciones o de la frecuencia respiratoria, son indicativos de que una persona
puede tener un exceso de temperatura corporal. Ante alguna de estas circunstancias lo primero que se
debe hacer es medir la temperatura del organismo con un termómetro.
Si el aumento es leve y no existe ningún otro problema de salud, no se necesita tratamiento, basta con
ingerir líquidos y descansar en la medida de lo posible. En el caso de los niños, el que esté interesado en
jugar, que esté comiendo y bebiendo bien, que esté despierto y sonría y que tenga un color de piel
normal, puede hacer pensar que la causa de la fiebre no es de gravedad.
Se recomienda adoptar medidas como las siguientes para bajar la fiebre cuando el afectado está
incómodo, vomitando, deshidratado o no duerme bien:
• Evitar el exceso de ropa de abrigo, mantas, etc., que pueden dificultar la pérdida del calor corporal a
través de la piel. Se debe usar una capa de ropa ligera y una manta fina para dormir.
• Situar al paciente en un cuarto cómodo, con un ambiente ni demasiado caluroso, ni frío. Se recomienda
una temperatura de 20 a 22 ºC.
• Limitar la actividad física para evitar un aumento aún mayor de la temperatura.
• Mantener el equilibrio hídrico favoreciendo una adecuada ingesta de líquidos que compense la pérdida
por evaporación (agua, sopas, zumos...).
• Mantener una nutrición equilibrada sin forzar la ingesta de alimentos.
• Un baño tibio o un baño de esponja pueden ayudar a refrescar a alguien que tiene fiebre, a pesar de que
se trate de una medida que posee eficacia relativa. La temperatura de los pacientes desciende de forma
significativa después de los baños, pero vuelve a los niveles anteriores al cabo de media hora de su
interrupción.
• No usar baños fríos o de hielo. Estos enfrían la piel, pero con frecuencia empeoran la situación
causando estremecimiento o escalofríos, lo cual eleva la temperatura corporal. Sólo se recomiendan en
casos de hiperpirexia (temperatura mayor de 40 ºC), en los que se aconseja sumergir al enfermo en agua
fría hasta que la temperatura rectal descienda a 38,5 ºC y después llevarlo al hospital.
• No humedecer paños con alcohol para bajar la fiebre, ya que la inhalación de sus vapores puede
resultar tóxica. En niños, puede absorberse a través de la piel y provocar una intoxicación o causar
quemaduras.
• No recomendar el reposo absoluto en cama.
Tratamiento farmacológico
Aunque el mejor tratamiento farmacológico de la fiebre es el que está dirigido a eliminar la causa
subyacente, si la temperatura es elevada y el paciente se encuentra incómodo, puede ser necesario
administrar algún antitérmico. La mayoría de ellos se encuentran disponibles como medicamentos que
pueden dispensarse sin necesidad de receta, por lo que analizaremos a continuación los más
recomendables y las pautas de dosificación en función del paciente al que van dirigidos.
Los fármacos más utilizados son el paracetamol y los antiinflamatorios no esteroideos, como el
ibuprofeno y el ácido acetilsalicílico. Este último no se debe utilizar en niños y adolescentes menores de
16 años porque puede causar el síndrome de Reye, una rara complicación asociada a daño cerebral
agudo y problemas con la actividad hepática de origen desconocido (tabla 1).
Otros medicamentos que también se usan para disminuir la fiebre, pero que no deberían recomendarse
desde la oficina de farmacia, sino bajo supervisión médica son: paracetamol con codeína, naproxeno o
metamizol (se usa cuando el resto de antipiréticos no son eficaces).
Los expertos recomiendan no combinar ibuprofeno y paracetamol en caso de fiebre en niños, ante el
riesgo de que se produzcan intoxicaciones por errores en la dosificación o interacciones indeseadas con
otros fármacos. Tampoco se recomienda tomar estos medicamentos de forma intermitente durante los
picos febriles, ya que pueden ocasionar caídas bruscas de la temperatura y agravar la sensación de
malestar general del paciente.
En pacientes con fiebre debida a causas infecciosas, en las que se necesite la toma de antibióticos, se
puede recomendar un antitérmico asociado al tratamiento sobre todo al inicio del proceso. Pasadas 48-72
horas es útil disminuir gradualmente la dosis de antipiréticos hasta suspenderlos y continuar con la toma
del antibiótico hasta finalizar el tratamiento.
TEMPERATURA.
Los sitios más frecuentemente usados para estos registros son la boca (bajo la
lengua), las axilas, los pliegues inguinales y el recto. Entre ellos existen
diferencias. Así, con respecto a la temperatura axilar, los registros en la boca y en
el recto son un poco más altos (del orden de 0,3ºC a 0,5ºC).
Ingle hasta 37 ºC
El pulso sube 10 a 15 latidos por minuto por cada grado de fiebre sobre 37ºC. La
respiración también se acelera. Cuando el pulso aumenta menos de lo que se
espera, se habla de una bradicardia relativa (ej.: en infecciones por salmonellas,
como la fiebre tifoidea).
Los niños desarrollan temperaturas elevadas con más facilidad. En cambio, los
ancianos y los pacientes con insuficiencia renal, pueden no presentar fiebre a
pesar de estar con un cuadro infeccioso.
Se han descrito varios tipos de curvas febriles según las variaciones que presente
la temperatura durante el día o a lo largo del tiempo. Es frecuente que estas
evoluciones estén
interferidas por acción de
antipiréticos y
tratamientos.
Causas
La enfermedad conocida como hipotiroidismo.
Intoxicación por alcohol (alcoholismo) o drogadicción (heroína, barbitúricos, éxtasis...).
Exposición a un frío intenso.
Electrocardiografía
La patente eléctrica característica del síndrome hipotérmico es la onda de Osborn.
Síntomas
La temperatura normal del cuerpo en el ser humano es de 37 °C (98,6 °F). La hipotermia se
puede dividir en tres etapas según la gravedad.
Primera fase:
En la fase 1ª, la temperatura del cuerpo desciende en 1–2 °C (33,8–35,6 °F) por debajo de la
temperatura normal (36 °C o 96,8 °F). Se producen escalofríos que pueden ir de leves a
fuertes. La víctima es incapaz de realizar tareas complejas con las manos, las manos se
entumecen. Los vasos sanguíneos distales en las extremidades se contraen, disminuyendo la
pérdida de calor hacia el exterior por vía aérea. La respiración se vuelve rápida y superficial.
Aparece la piel de gallina y se eriza el vello corporal, en un intento de crear una capa aislante
de aire en todo el cuerpo (de uso limitado en los seres humanos debido a la falta de suficiente
pelo, pero útil en otras especies). A menudo, el afectado experimentará una sensación cálida,
como si se hubiera recuperado, pero es, en realidad, la partida hacia la Etapa 2. Otra prueba
para ver si la persona está entrando en la fase 2 es que no sean capaces de tocar su pulgar
con su dedo meñique; es el primer síntoma de que los músculos ya no funcionan. Se
caracteriza por: vasoconstricción, aumento del metabolismo, aumento del gasto
cardíaco, taquicardia y taquipnea.
Segunda fase:
En la fase 2ª, la temperatura del cuerpo desciende en 2–4 °C (35,6–39,2 °F). Los escalofríos
se vuelven más violentos. La falta de coordinación en los músculos se hace evidente. Los
movimientos son lentos y costosos, acompañado de un ritmo irregular y leve confusión, a
pesar de que la víctima pueda parecer alerta. La superficie de los vasos sanguíneos se
contrae más cuando el cuerpo focaliza el resto de sus recursos en mantener los órganos
vitales calientes. La víctima se vuelve pálida. Labios, orejas, dedos de las manos y pies
pueden tomar una tonalidad azulada. Disminución de gasto
cardiaco, bradicardia y bradipnea, poliuria, disminución de la motilidad intestinal y pancreatitis.
Proteger y ocultar las partes expuestas: la nariz, las orejas, las manos, los pies son las
zonas más susceptibles de helarse, aunque la protección de la cabeza y del corazón son
fundamentales.
Vestirse con tres o cuatro capas de ropa, una de ellas al menos impermeable.
Comer adecuadamente (muchas calorías).
Hidratarse.
No beber alcohol (que es un vasodilatador y, por tanto, ayuda a perder temperatura).
No fumar (tiene un efecto similar en los pulmones).
Llevar mantas para aislarse del suelo frío; si no hay mantas, con algo similar.
Estas medidas suelen estar lejos de personas con pocos recursos (buena ropa, buenos
alimentos, buen entorno convenientemente aislado), por eso los indigentes suelen ser los
mayores perjudicados por la hipotermia. Cuando hace mucho frío, las funciones vitales se
ralentizan y quien puede parecer muerto por congelación a lo mejor revive al recuperar la
temperatura. Por eso se suele decir entre los médicos que un muerto por hipotermia no lo está
hasta que vuelve a estar caliente.1
Tratamiento
El riesgo principal es que se transfiera demasiado rápida o bruscamente sangre fría de la
periferia a los órganos vitales del interior del cuerpo causando mayor disminución de su
temperatura, el shock y la muerte. Esto puede suceder si hacemos moverse a la víctima o
nosotros mismos la movemos sin cuidado o si se le aporta calor de forma activa (con fricción o
contacto con un objeto caliente): esto activa la circulación en la piel.
Por eso la lucha contra la hipotermia es esencialmente un calentamiento pasivo: la víctima es
colocada en un ambiente cálido y se calienta por sí misma. De lo contrario, debe ser aislada
(manta) del frío del exterior. De hecho, si se le trae activamente calor desde el exterior, se
provocan reacciones adversas.