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Alice Mary Stewart, fue la primera científica en establecer los efectos que la
exposición a radiación de dosis bajas tiene sobre la salud. Sus trabajos pioneros
sobre los efectos nocivos de los rayos X sobre los fetos fueron la base para que
actualmente estos exámenes hayan sido criticados y no se practiquen ya.
Pero este tipo de irradiación es externa y por lo tanto mucho menos peligrosa
que la irradiación interna. Las partículas radiactivas diseminadas en el ambiente
por las pruebas nucleares, los escapes de las centrales, de los almacenamiento de
desechos y de las nuevas armas radiactivas producen también una irradiación
interna.
Hoy sabemos, que una sola partícula de una milésima de milímetro incorporada
en el organismo, puede producir alteraciones en el material genético tales como
inestabilidad genómica, cortes en los cromosomas o minimutaciones.
Como lo prueba, por ejemplo, la evidencia inequívoca de los efectos de la
exposición a las bajas dosis de irradiación, demostrados por el incremento de la
leucemia infantil en seis países después de la exposición in útero a material
radiactivo dispersado después del accidente de Chernobyl.
Si pensáis que la contaminación radiactiva no os afecta, ni afectará a vuestros
futuros hijos estáis muy equivocados.
En total, y sólo hasta 1989, gracias a la contaminación radiactiva ha habido
123.239.024 casos adicionales de cáncer, además de 3.480.000 niños y fetos
muertos según el ECRR.
El empleo de nuevas armas multiplica esta catástrofe.
Las partículas radiactivas del polvo de uranio que se generan en las explosiones
a miles de grados son invisibles, tienen una dimensión de una milésima de
milímetro o menos en un 50% de los casos. Por lo tanto pueden también
difundirse a través del aire y el agua a todas partes.
Seguir expandiendo en el medio ambiente sustancias radiactivas es producir un
aumento de cánceres, inmunodeficiencias, muertes in útero, malformaciones
monstruosas en los fetos que las han sufrido y otras enfermedades.
Y lo más grave: deteriorar nuestro patrimonio genético.
Es por lo tanto un crimen contra la humanidad.
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