Вы находитесь на странице: 1из 7

Universidad central del Ecuador

Examen de Teoría de la Cultura 2

Integrantes: Samantha Bustamante, Belén Estrada, Camila Suasnavas, Alejandro Pozo


Séptimo Semestre Ciencias Políticas

La pregunta que se nos realizó al principio del semestre era ¿qué es la cultura? En ese
momento; respondimos parámetros como que la cultura es el conjunto de ritos, mitos y
demás patrones de la conducta humana. O de otra perspectiva afirmamos que era un
conjunto de sucesos característicos de las sociedades en donde las relaciones sociales eran
establecidas por las corrientes de pensamientos que estas presentaban, que eran
enmarcadas con el contexto histórico que estas se imponían y las actividades de reflexión
que se dejaban utilizar como teorías para ser estimadas y precauteladas en el afán de crear
cultura, y por otra parte nos preguntábamos si la cultura era la idea de desarrollo dentro
de un entorno social. Diremos que en este momento del semestre entendemos los procesos
como maximización de lo escrito anteriormente. Es decir, la cultura (según Echeverría)
si nace desde una conformación de mitos, ritos y demás planteamientos antes expuestos;
pero, también nos explica que es una conglomeración de hechos históricos y culturales
los que preceden a esta afirmación. A la vez, nos explica que la cultura se crea en el
sentido de la espiritualidad, en donde se construye el núcleo de la idea de cultura.
Haciendo así, que comprendamos que las formas de socialización son precarias vistas de
este modo; Echeverría nos explican que existen dos tipos de cultura, una cultura viva y
una cultura muerta; haciendo distinción de lo escrito por nosotros anterior mente, mirar
la cultura desde la manera de un simple conjunto de planteamientos o de características
que conceden cultura. El autor nos dice que la cultura moderna esta visualizada desde
pretensiones de la esencia y esta conlleva a una mirada un poco más allá de lo antes
planteado.
Entendamos los planteamientos expuestos por Echeverría; nos dice que la cultura en la
antigüedad, aparece en Grecia como “paideia que significa crianza de niños y poco a poco
se va reformando hasta incluirse dentro de contesto de humanitas; es así como nace la
idea de que la cultura es el cultivo de la humanidad” (Echeverría, 2010, 28-29); sustentado
lo dicho en el trabajo anterior entendamos las capacidades en como se explica la cultura
desde Echeverría; habíamos dicho que la cultura es un conjunto de mitos y ritos que
forman una sociedad o una civilización. Pues Echeverría nos plantea una breve historia
de la misma; al decir que la cultura (vista desde el concepto de humanitas) es un conjunto
de comunidades Grecolatinas que miraban la cultura desde la teología; después la cultura
se va formando como las “costumbres, las artes y sabiduría que se generan en el mundo”
(Echeverría, 2010, 28). Es aquí donde se podría de alguna manera justificar las
afirmaciones expuestas en el anterior trabajo realizado por el grupo; a la vez el autor nos
presenta una forma moderna y general de ver la cultura, una manera en donde el “espíritu
metafísico”; que entrará en una redefinición a mediados del siglo XX, en donde se
empieza a entender como una “antropología empírica funcionalista”.
Explicando los esquemas de civilización (justificado de alguna manera por
Echeverría), donde el autor dice que la civilización es meramente una “cultura muerta”,
un concepto vacío, que no entiende la cultura a cabalidad; la cultura se recrea como una
mera existencia de lo humano. Y a diferencia de nosotros, Echeverría entiende la cultura
desde posiciones extensamente comprensibles al explicar que la cultura en la edad
moderna es una “cultura viva”, en donde se exalta al espíritu dentro de la sociedad. A la
vez nos explica que el mundo de la vida en la sociedad moderna tiende a comprenderse
desde el ‘encantamiento, una palabra mágica, como una presencia fantasmal, que existe
en el mecanismo; un “ghost in the machine” (A. Koestler). Un fantasma que sin la ilusión
del espíritu es vacía, falta de sustancia’.
Entonces, lo que se busca entender (en ¿Qué es la cultura?) es de donde aparece; quien
crea el concepto moderno de cultura y en que parámetros los expone. Echeverría entiende
esto desde la formación de una “élite intelectual” nacida de los acuerdos de convivencia
pacífica que se dan entre la burguesía y la clase media; sin olvidar (nos explica
Echeverría) que el espíritu de creatividad nace de la clase baja. Entonces encontramos
que la capacidad creadora se empieza a entender como la configuradora del concepto
cultura. El autor expone que, en el contexto de la creación del concepto de cultura, se dan
dos debates que permiten que se identifique el sentido de las variaciones en el discurso
europeo; el primero, desde los intelectuales franceses férreos en la teoría tradicional de la
cultura y, por otro lado, los intelectuales alemanes; quienes platean una idea romántica
sobre la cultura. Los pensadores alemanes creían que la cultura venía desde la creación,
desde la genialidad humana más que desde las costumbres sociales. Por otro lado, aparece
la idea inglesa de la cultura; una idea que se expresa desde una “etnografía colonialista”,
la misma que se expresa de manera muy antropocéntrica; nos dice el autor que los
escritores ingleses basaban sus teorías desde el punto de vista de los “pueblos naturales”;
es decir, se trata de pueblos carentes de cultura o creatividad espiritual y propiamente
dicho pueblos que no solamente son periféricas, sino que también dependen de forma
paternalista a las “culturas con cultura o el centro cultural mundial.
Entonces, ¿Qué debemos entender por cultura, cual es la real forma de cultura y en que
se basa? Pues, las culturas no centran en solamente en la historicidad del misma; o la
etimología y aun así tampoco en las características ya nombradas. Debemos entender que
las formas de cultura a lo largo de la historia solo han construido la idea de cultura en la
actualidad. Aquí es donde encontramos la gran conflictividad de entender las diferentes
teorías de la cultura en la actualidad. Echeverría nos pone a colación el debate entre Sartre
y Levi-Strauss, entre estructuralismo y existencialismo. El autor se pone a pensar en este
punto del debate, la idea de la identidad mirándola desde dos perspectivas; la primera
desde el comportamiento en específico en la tradición de expresar las ideas en momentos,
por ejemplo, en primer lugar, está el momento fundador de la identidad o mejor dicho la
“identidad arcaica” basada en construcciones históricas o lo que Echeverría llamaría una
cultura basada en percepciones históricas o el momento original (antes de
la transnaturalización). Por otra parte, está la identidad actual, que es la “red de
interacciones en la que los otros con los que el sujeto tiene que ver; está ligada a su futuro,
y así se forma la identidad del sujeto” (Echeverría, 2010, 173). Está identidad del sujeto
(nos explica Echeverría) es proteica para la comunidad social; hecha de muchas
identidades divergentes que solo al unificarse dotan de integridad a su metamorfosis; a
su transnaturalización; en donde se convierte en ilusorio pensar que la “identidad de una
persona o un grupo social como un rasgo distinto; pues está construida desde una
reciprocidad intersubjetiva” (Echeverría, 2010, 174).
Tras indagar un poco en la identidad (y de cierta manera sin alejarnos de ella); analizares
el punto que a nuestro parecer es el más alto (visto por Echeverría) de la teoría de la
cultura moderna. La cultura tras una amalgama basta de teorías e ideas que se ha
planteado se encuentra estrechamente ligada con la política (en la modernidad); pues, en
lo cotidiano entra las formas de no entender lo “profano” como un momento de
revolución, de alejarse de la “politicidad” basada en los momentos extraordinarios de la
sociedad y, más bien; acercarnos a lo “sagrado” como un momento de cambio y de
reestructuración. Entonces; miraremos a la cotidianidad como una forma de reconstruir
la identidad; pero esto se da únicamente en los sectores políticos. La sociedad politizada
entrara en la trascendental formulación de redefinir la comunidad haciéndola
instrumentalizada y de cierta manera, promulgadora de la voluntad colectiva. Es decir,
entender la cultura desde la modernidad actual; es expresarla desde la comunidad o mejor
dicho desde una comunidad política; alejada de la rutina y acercada (según Echeverría) a
una ‘tendencia “occidental”; encauzadas a una vida social que presupone la “coagulación”
definitiva del tiempo en lo cotidiano y su separación clara respecto al tiempo
extraordinario’ (Echeverría, 2010, 185-187).
Además, hablando de la historicidad y capacidades del ser humano al hablar de cultura,
se puede utilizar el pensamiento de Iliénkov, el cual da dos interpretaciones para observar
la relación de lo biológico y lo social del ser humano, “las funciones biológicas del
organismo como una forma de manifestación de las funciones sociales, históricamente
determinadas, del individuo dado. O […], las funciones sociales como una forma de
manifestación de las características naturales heredadas del organismo humano”
(Iliénkov, 2019, 1). Esta correlación entre lo biológico y lo social muestra que el ser
humano es dialéctico, su existencia es conflictiva, se mantiene en constante movimiento
y es dentro de esta conflictividad en donde tras las luchas de las contradicciones se crea
el desarrollo y cambio de las ideas, en este caso de lo que la cultura representa para el ser
humano.
Siguiendo con la idea de que el ser humano es dialéctico, Echeverría también lo plantea,
ya que al ser la cultura un proceso histórico social en el cual se desarrolla toda práctica y
capacidades del individuo, no siempre estas prácticas son iguales tal y como se las crearon
en un principio, sino que en concordancia con Iliénkov, todo proceso (más que todo
social) no está exento de cambios, ya que se va adaptando los diversos cambios y puntos
de vista sobre la percepción de la realidad y por ende de pensamiento. Se rompe con la
idea de cultura tradicional del pensamiento europeo, más bien Echeverría propone la idea
de una dimensión cultural que enmarque toda práctica social de la cotidianidad, en donde
se designe un sentido (una explicación de algo) de la realidad, permitiendo que a través
del conjunto de las distintas funciones que tiene el ser humano se perciba y observe la
realidad tal y como es, mostrando en ello lo que lo identifica con el resto o lo
individualice.
Por tanto, notamos dentro de las primeras definiciones ofrecidas por cada uno sobre la
cultura, que esta tiene una indefinición y con concepciones que caen en la generalidad
siguiendo a Gustavo Bueno, reconocemos que es un concepto que se encuentra en un
estado de confusión y oscuridad, el cual abarca simultáneamente diferentes componentes
de la vida social. De allí que cuando mencionamos a la cultura dentro del entorno social
también nos referimos a los mecanismos de comportamiento que hemos
institucionalizado y asumido como culturales porque son reconocidos por una instancia
de legitimación como el Estado.
En las diferentes visiones sobre cultura hemos observado que el factor común entre ellos,
es que al ser un concepto vaciado de contenidos como menciona Bueno, es importante
contextualizar el marco en el que insertamos a la cultura y dentro de ese análisis podemos
entender cómo se incorporan los procesos sociales como la música, literatura y demás a
la compleja estructura social que se definen en medida del ámbito en el que se delimiten,
por ejemplo, el caso de la ópera que sirve de etiqueta dentro de un estrato social y funge
como conexión de quienes sienten una identificación con el tipo de relaciones sociales
que conlleva implícitamente esta puesta en escena. “Es innegable que la aplicación
extensiva de la idea de cultura a contenidos tan diversos arrastra, como efecto muy
probable, una devaluación de los componentes axiológicos implícitos en la propia idea,
de la misma manera que ocurre con la aplicación extendida de la idea de lo clásico”
(Bueno, 1996, 36).
La idea de cultura que se presenta en el imaginario cotidiano y es susceptible a las
variaciones del entorno, que le genera una serie de implicaciones no aptas a la realidad
de la vida como lo explica Gustavo Bueno, es por ello que a la cultura hay que
desmitificarla para no caer en semi verdades o en un concepto sobre cultura que se base
en una mera percepción tergiversada de la realidad, hemos de destruir a las ilusiones en
las que encerramos a las prácticas sociales que se entienden como cultura y sacarla del
mundo de la apariencia al mundo de lo real.
El problema de entender a la cultura como un mito, es que llega a ser dogmática, en el
sentido de pretensión de la verdad, como en la contraposición de cultura y civilización,
que siendo producto de positivismo, por décadas creo un sesgo en el entendimiento del
mundo europeo como lo culto como lo civilizado y al Otro como el bárbaro a quien se le
debía culturizar, u otras visiones oscurantistas propias de la visión dogmática como el
mito de la raza aria, donde ambos procesos fueron genocidas en la historia humana, es
por ello que para avanzar a la desmitificación debemos tener una posición crítica en
cuanto al concepto de cultura, es necesario reivindicar diferentes condiciones humanas
fundamentales en la vida política y social y que han sido relegadas de la cultura debido la
imprecisión del término.
Es fundamental que analicemos la cultura en base al pluralismo y como funciona en cada
ámbito social de acuerdo a cuestiones pragmáticas y ya no míticas, para comprender la
inmensidad de objetos que abarca la cultura. Recordando el lema de Lévi-Strauss que
toma Bueno: “Salvaje es el que llama a otro salvaje”.
La propuesta del grupo tras el análisis hecho, se establece que la cultura es la unión entre
la alta cultura y la baja cultura por medio de la transnaturalización, que en el campo de la
cotidianidad (entendiendo que todas las prácticas sociales son políticas) y dentro de ello
podemos distinguir las diferencias entre la “identidad arcaica” de la construcción
paulatina de una “identidad actual”. Por lo tanto, todo lo que interviene en la construcción
de cultura estará basado en símbolos; los cuales plantearan la tenencia de un código
(lenguaje) que mediara las relaciones entra las formas culturales antes mencionadas.
Entonces la cultura es un conjunto de simbolismos construidos que se basan tanto en la
cotidianidad convertida en rutina y en la temporalidad, este dualismo afirma la existencia
de una autocrítica dentro de sociedad, es decir, dentro de la actividad política real y dentro
del imaginario colectivo, entre lo natural y lo social, desde lo objetivo a lo subjetivo, o de
manera más precisa entre una comunidad politizada ligada esencialmente a la noción de
libertad (deformación de la cultura) y una comunidad primitiva; que se expresa dentro de
la modernidad como una situación social, en donde las libertades aparecen como
situaciones dentro del “mundo de la vida” haciendo que la política se exprese en
instituciones reguladoras, formas de trabajo y una búsqueda de satisfacer necesidades.
Como ejemplificación. -
“[…] entienden la cultura como la especificidad de un grupo social y proponen entenderla
como un medio de comunicación. En esa medida la entienden como un acto artístico e
incluso el lenguaje como productos de la cultura. Pensar por lo tanto en la diferencia entre
el dialecto entre la costa y la sierra, o la diferencia entre Tulcán y Cuenca da cuenta de
culturas que pese a que comparten mucho también son diferentes” (Grupo 6, 2019).
Entender a la cultura como un conjunto de símbolos, en el que se usa un código (lenguaje)
no como producto de la cultura, sino como un medio para expresarla y transmitirla, a
partir de ello se permite apreciar la diferenciación de Costa/Sierra, Tulcán y Cuenca que
a través de la historia y los cambios dados en cada región e inclusive en cada
provincia, han transformado, adaptado y mantenido sus prácticas culturales, éstos
cambios han permitido la autoidentificación de los mismos con los otros y la forma de
vincularse mediante el uso de un código común (idioma español). Se puede decir que
tanto Sierra/Costa, Tulcán y Cuenca tienen una identidad arcaica, relacionada con sus
antepasados, prácticas cotidianas propias de cada región y provincia, fechas cívicas,
festejos distintos, acentos y dialectos diferentes dada la diversidad cultural en Ecuador,
dándose dentro del imaginario colectivo; y además de tener una identidad actual donde
actúa la política real englobando a las regiones o provincias en un mismo colectivo el ser
ecuatoriano y no sólo costeño, serrano o a su vez, tulcaneño o cuencano.

Bibliografía. -
Bueno Gustavo (1996) “Preludio. La cultura como mito”, en El mito de la Cultura (Pp.
29-45). España, Barcelona: Editorial Prensa Ibérica S.A.
Echeverría Bolívar (2010) “Lección I y Lección V”, en Definición de cultura (Pp.17-49
y 169-199). FCE / Editorial. Ítaca/UNAM, México 2010.
Iliénkov Évald V. (2019) “Lo biológico y lo social en el ser humano”. Disponible
en https://marxismocritico.com/2019/04/11/lo-biologico-y-lo-social-en-el-ser-humano/

Вам также может понравиться