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Magíster en Historia
Historia e imágenes
El poder de la imagen
Profesora: Mary Mac Millan
Estudiante: Andrea Uribe Barriga
Autor: desconocido
Año: 1889
Lugar: París, Francia
Soporte: Positivo sobre papel
Archivo: Etnografiska Museet Stockholm. Estocolmo, Suecia.
Contexto
Carl Hagenbeck Jr. Fue uno de los principales responsables de las exposiciones de nativos
chilenos, quien a partir de 1874 inició un ciclo sistemático de exposiciones
antropozoológicas. La primera exhibición de Hagenbeck se realizó en Hamburgo en 1874
con un grupo de seis nativos lapones y de treinta ciervos. Las exposiciones se llevaron a
cabo con gran éxito, y fueron replicadas en las ciudades de Liepzig y Berlín. Este triunfo
comercial inspiró al entonces director del Jardín de aclimatación de París para trasladar
este tipo de exposiciones al zoológico. Es así como en agosto de 1887 se expusieron por
primera vez en el recinto catorce africanos nubios, junto con especies de animales
exóticos.
Pese a las malas condiciones de vida en que se desarrollaron estos espectáculos y la gran
mortandad de los nativos en este ambiente, las exposiciones se realizaron con gran éxito
comercial y con una audiencia de público constante. Entre 1887 a 1012 se realizaron en el
Jardin d’Acclimatation mas de treinta exposiciones etnológicas.
Para Butler lo humano es una norma diferencial, un valor y una morfología que pueden
ser modificados. Son significaciones que pueden ser asignadas, retiradas, agrandadas,
personificadas, degradadas, negadas, elevadas y afirmadas. En ese sentido, siempre que
exista lo humano existirá lo inhumano. Las ideas de superioridad racial de la segunda
mitad del siglo XIX funcionaron como el marco para pensar lo humano. La superioridad
del hombre blanco normaba la vida ética.
Estas ideas raciales se intensificaron por la necesidad de crear una nueva conciencia
europea, en medio de las unificaciones nacionales, el nacionalismo, la diversificación de
lenguas vernáculas y el quiebre de la unidad religiosa.
Este nuevo modo de pensarse a sí mismos que determinaría la discusión de lo que se
consideraba digno de ser humano, porque la humanidad no es algo que se asigne en
forma definitoria, simplemente por nacer dentro de la especie humana. Para Butler forma
parte de una significación variable. “(…) cuando ahora proclamamos como humanos a
cierto grupo de seres que anteriormente no habían sido considerados humanos estamos
admitiendo que la afirmación de “humanidad” es una prerrogativa cambiante. Algunos
humanos dan por supuesta su humanidad, mientras que otros luchan por poder acceder
a ella”. (Butler: 2010,112).
Esta directriz de lo blanco fue parte de un macro pensamiento social, político y cultural
que para el historiador Josep Fontana (2000) se explica por la necesidad de los hombres
de definirse así mismos mirándose en el espejo de los otros, a modo de diferenciarse de
ellos. Bajo este criterio, podríamos especular que tal vez las exposiciones humanas fueron
pensadas como parte de un mecanismo sistemático de representación en que se pretendía
demostrar la grandeza de la civilización europea frente al retraso del salvaje. Estas
nociones se arrastraban tras ya varios siglos de dominación colonial, pero tomaron mayor
fuerza con las teorías evolutivas como el darwinismo social, teorías científicas de
superioridad racial que gozaron de gran popularidad entre los intelectuales de la época.
El marco de una imagen es el modo en que se nos presenta la información, sus ámbitos,
su contexto y su temporalidad. Para Butler, las normas de los marcos que permean una
fotografía no determinan conductualmente una respuesta ética, pero si se presentan como
un circuito de comunicación vigoroso de reacciones frente al sufrimiento. Si bien esta
fotografía está datada en 1889, nos permite penetrar en los cuestionamientos sobre las
distintivas significaciones de la vida humana hoy.
Esto es posible, ya que tal como lo señala Butler, hoy existen marcos alternativos que
posibilitan una nueva forma de contenidos que (…) “tal vez comunicaría un sufrimiento
conducente a una alteración de nuestra valoración política” (Butler, 2010: 114). El hecho
de adquirir una posición crítica que pueda leer y evaluar este tipo de imágenes es para la
autora lo que nos hace realmente humanos, puesto que nos otorga la capacidad de
discernir, reflexionar y actuar. “La fotografía que cede su marco a la interpretación abre
con ello al escrutinio crítico las restricciones en cuanto a interpretar la realidad. Expone y
tematiza el mecanismo de restricción” (Butler, 2010: 114).
Para Butler, las normas que asignan la valoración de las vidas y nuestra propia capacidad
de reaccionar a ello de forma crítica y acusatoria son transmitidas de forma más efectiva
a través de lo visual, puesto que le otorgan a la realidad una cara que mostrar o una cara
que borrar, y esto depende intrínsecamente de la forma en qué se comuniquen dichas
normas, es decir, los marcos visuales y discursivos a través de los que recibiremos la
imagen.
Esta fotografía es una huella que nos permite intentar descifrar lo que allí ocurrió y que
prueba un quiebre en las ideas de lo que se consideraba humanidad y que si bien, no
permite la restitución de la dignidad vejada, permitirá evocarnos exaltación, dadas sus
condiciones de racismo y vejamen de los derechos humanos fundamentales. “la
fotografía no puede restituirle la integridad al cuerpo que registra” (Butler, 2010: 115) al
ser exhibida y conocida puede convertirse en un canal de comunicación entre las
emociones, la indignación, la necesidad de justicia y la respuesta ética (…) mostrada y
puesta en circulación se convierte en la condición pública que nos hace sentir indignación
y construir visiones políticas para incorporar y articular esa indignación” (Ídem).
Al volverse conocidas y al volverse icónicas se puede lograr un impacto social que para
el caso de esta y otras fotografías relacionadas, no ha sido menor. Podemos deducir que
gracias a la difusión de estas fotografías en un libro recopilatorio desarrollado por los
historiadores Christian Baez y Peter Mazon y un posterior documental denominado
Calafate entre 2006 y 2010 se comenzaron a llevar a cabo medidas reparatorias por parte
del Estado chileno. Hasta antes de la aparición de estas fotografías, el hecho seguía siendo
silenciado y conocido tan solo por historiadores y descendientes de fueguinos o
mapuches.
El dar a conocer estos registros permitió que tras las investigaciones de Baez y Mason, el
martes 12 de enero de 2010 cinco osamentas de kawésqares raptados viajasen a Chile
acompañadas por el profesor y antropólogo suizo Christoph Zollikofer de la Universidad
de Zurich, que mantuvo los esqueletos bajo su cuidado, fueran trasladados hasta la
Segunda Brigada Aérea de la Fach, en donde recibieron honores militares.
Posteriormente, las osamentas fueron recibidas por la descendiente kawésqar Rosa
Catalán, quien dirigió un cotejo fúnebre que permitió devolver estos restos a Tierra del
Fuego.
Bibliografía
Butler, Judith. Marcos de Guerra. Las vidas lloradas. Buenos Aires: Paidos, 2010.
Fontana, Josep. Europa Frente al espejo. Barcelona: Crítica, 1994