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Dominicano
TEMA 1
RELECTURAS DE LA BIBLIA
1. La Historia es como un río, que fluye a lo largo del tiempo. La Biblia misma es la
“Historia de la Salvación” escrita por inspiración del Espíritu Santo para llevar a
los hombres, Sujetos de la historia humana, a Dios y a su Reino. Su mensaje,
pues, es para todos los hombres. Y ese mensaje va con la fe de la Iglesia, su
depositaria, y con la fe de los creyentes: una y otros llevan consigo la Biblia, que
es la palabra de Dios. Así es que la palabra de Dios, la revelación en su fuente
primaria y fundamental, fluye también en el río de la historia de los hombres,
habiéndose de reflejar por fuerza en ella, como se reflejan también en los
miembros del Pueblo de Dios las preocupaciones y problemas humanos de cada
período. Esto se ve especialmente en algunos aspectos que quisiéramos
destacar y que pueden etiquetarse bajo el nombre de “cultura”. Mas, como es
sabido, el concepto de “cultura” es muy complejo y en todo caso polivalente:
en él pueden caber hasta los deportes. Aquí, sin embargo, habremos de
restringirlo a ciertos valores de la historia que en general se aceptan como
“cultura” en un sentido más estricto, como pueden ser el pensamiento humano
y la literatura con artes como la música, la pintura y la escultura.
2. Podían entrar aquí también otros aspectos profundos de la vida humana cuales
son la santidad y la vida espiritual, que se han basado y se basan en la Biblia.
Pero esto, amén de ser muy conocido, rebasaría los límites de estas lecciones.
3. Y podríamos referirnos a otros aspectos, cuales pueden ser las ciencias
naturales, la antropología, las ciencias sociales y el derecho. La antropología
aparecerá de alguna manera en la “teología bíblica”, que sí nos atañe. En
cuanto a las ciencias naturales habremos de tener en cuenta que Dios no ha
querido enseñarnos con su palabra “cómo va el curso del cielo, sino cómo se va
al cielo”: nadie va a ir a la Biblia estudiarlas. Si bien hemos de tener en cuenta
1 Confesiones, I, 1, PL 32, 661;, Obras completas, Ed. de la BAC, vol. II(n. 11), p. 73.
NT muestra de hecho una familiaridad más íntima con el AT, aunque nunca
menciona explícitamente la S. Escritura y rara vez la cita literalmente (M. Rist,
Interpreter‘s Bible, 12, 358).
Algo semejante cabe decir de la carta a los Hebr, con sus citas de los Salmos y
demás libros del AT, a donde acude para ilustrar el misterio de Cristo, Hijo de Dios y
Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza
Igualmente recurren al AT los otros escritos del N, empezando por N. Señor
mismo y siguiendo por S. Pablo. Tenían que probar a los judíos que Jesús era el
Mesías predicho por los Profetas, prometido por Dios; que en Él se cumplían las
antiguas profecías; en una palabra que era “el Sí de Dios” a todas sus Promesas” (cf.
2 Cor 1, 20.)
S. Mt, ya a propósito de la “concepción sobrenatural del Hijo de Dios”,
recurrirá a la profecía del Enmanu-el, nacido de la Virgen: en él se cumple al pie de
la letra la concepción de una “Virgen”—y sin intervención de varón—y es “Dios con
nosotros”, también al pie de la letra, cosa que los rabinos no pudieron entender,
sin una luz sobrenatural, más que metafóricamente (cf. Mt 1, 23 con Is 7, 14). A lo
largo de su Evangelio repetirá 14 veces la frase : “para que se cumpliese la
Escritura”. La misma lógica vemos en los otros Evangelios. En su relato de la Pasión
S. Juan dirá: “ Y. Todo esto sucedió para que se cumpliese la Escritura; No se le
quebrantará hueso alguno . Y también otra Escritura dice: Mirarán al que
traspasaron” (Jn 19 36s).
S. Pablo ve la vida del cristiano sometida a las mismas peripecias que la
de los hebreos camino de la Tierra Prometida : todo eso les acontecía “ en figura” -
tipikós- (cf. 1 Cor 10, 1-11) ; y a su vez el autor de Hebr concebirá la vida cristiana
como una peregrinación hacia la Jerusalén celeste al modo de la también de la del
Éxodo de Israel.
S. Juan mismo se inspirará en los Sapienciales y el Pent para explicar la
condición y grandeza del Hijo de Dios encarnado. S. Agustín dirá que “el NT está
latente en el AT y que el AT está patente en el Nuevo” 2.
N. Señor en el Sermón de la Montaña aduce tres casos de falsa “justicia” de
los escribas y fariseos, que no deben imitar sus discípulos, sino rectificando su
cumplimiento. Aquí, como en otras ocasiones, puede ser que se remita a las
prácticas judías, y no a textos escriturísticos; en todo caso cf. en el Sermón de la
2 Cf. Cuestiones sobre el Heptateuco, II, cuest. 73, PL 34, 623; Obras completas, Ed. de la BAC, vol. 28
(n. 504), p. 230 y cf. también su Serm. 160, PL 38, 876; Obras completas, Ed. de la BAC, vol. 23 (n.
443), p. 516.
Montaña los tres casos de “la limosna, la oración y el ayuno” (Mt 6, 1ss ) con Tob
12, 8 .
Puede así mismo ocurrir que en algún caso se trate de una mera
coincidencia o se deba a un común sentir, vgr. cuando dice Jesús que “todo el que
obra mal aborrece la luz y no va a la luz” (Jn 3, 20) : vemos que hay un óptimo
paralelo en Job 24, 13-17 de tres grandes pecados, cuyos fautores procuran
cometerlos durante las tinieblas de la noche: tales son los asesinos, los ladrones y
los adúlteros.
Pero lo que sí pude serlo, al menos más, es el hecho de que los mismos
autores del AT hagan algo similar respecto de sus predecesores. Los
contemporáneos de Jeremías, que acaba de predecir la destrucción del Templo de
Jerusalén ante el escándalo de muchos, recuerdan la profecía similar hecha por
Miqueas un siglo antes (cf. Jer 26, 18 con Miq. 3, 12). Esto parece normal.
Mas tras la catástrofe del 587 el Resto adquiere un nuevo aspecto. Desde
luego se encuentra entre los deportados (Ez 12, 16; Ba 2, 13); se convertirá en su
destierro (Ez 76, 8-10) y luego Dios lo congregará para la restauración mesiánica
(Jer 23, 3; 31, 7; 50, 20; etc.). Aunque, vuelto del destierro e infiel aún, se verá
diezmado nuevamente y purificado (Zac 1, 3; 8, 11; Ag 1, 12; etc.).
Estamos, pues, ante otro concepto teológico importante, objeto de
relecturas a lo largo de la historia. Hoy mismo, ante la pérdida del sentido cristiano
de muchos en la cristiandad, hablamos del “pequeño Resto”.
Algo análogo ocurre con “los pobres de Yahvé”, un concepto que con
Sofonías, en el s. VII, viene a asumir un colorido moral y escatológico, adquiriendo
grandes resonancias en la Biblia, hasta la primera Bienaventuranza de Jesús en el
N.T.: ha sido, pues, objeto de relecturas ya en el AT con su historia.
El texto de Sofonías dice: “Buscad – en hebr. Baqqshú”—vosotros los
humildes...buscad la humildad” (Sof 2, 3 ). Los “pobres”(= anawím”) tienen gran
importancia en la Biblia. Si los Sabios tienden a ver la pobreza como efecto de la
pereza (cf. Prov 10, 4) , los Profetas ven a los pobres de distinta manera: saben que
son “los oprimidos” –van “encorvados (= aniyyim), son los “debiles” (=dallim) o
faltos de seguridad; son los que no tienen medios económicos (= los “ ebioním). Ya
los tres términos hebreos vienen a indicar tres formas de “pobreza”, que con
frecuencia van juntas: la económica, la social y la psicológica. Los Profetas saben
que los pobres son ante todo los oprimidos” y los defienden, exigiendo que se les
haga justicia: cf. ya Amós 1, 6-7; 4, 1; 5, 12. Con Sofonías la pobreza asume un
“colorido moral y escatológico”: cf. 3, 11s; Is 49, 13; 66, 2; Salm 22, 27; 34, 3s; 69,
34; etc. Y luego en el NT: cf. Mt 5, 3; Lc 1, 52; 6, 20; 7, 22. Los “anawím” en fin son
“los israelitas sumisos a la divina voluntad”. Y el Mesías será enviado a “los pobres”
(Is 61, 1 y cf. Lc 4, 18). Él mismo será “humilde y dulce” (Zac 9, 9 cf. Mt 21, 5) y
hasta “oprimido” (Is 53, 4).
Otro objeto de relecturas fue lo del “Día de Yahvé”, que encontramos por vez
primera en Amós 5, 18. Vemos cómo eso, que en Amós ocupa tres vv., lo desarrolla
bastante ampliamente en el siglo siguiente Sofonías (cf. Sof 1, 1- 2, 3) y seguirá
hasta los apocalípticos del tiempo mismo de Jesús.
La expresión “ el Día de Yahvé” en principio podía ser ambivalente: con ella
podía indicarse una “intervención divina favorable o de castigo: cf. ya en Is 7, 16 –
8, 8.
En los días de Amós Israel, confiado en ser “el Pueblo elegido”, esperaba una
intervención divina favorable para sí. Mas el profeta les advierte que no va a ser así:
Amós contrapone ese Día de Yahvé esperado, al Día de cólera de Dios (cf. Sof 1, 15;
Ez 22, 24): será un día de lágrimas, de sufrimientos, de espanto.
Tal idea del “ Día de Yahvé” terrible la encontramos más desarrollada en los
profetas posteriores, vgr. en Sof 1, 4–18 y Joel 1, 15-20; 2, 1-11.
Durante el Destierro se aplicará a las naciones opresoras: cf. Is 13, 6.9; 34, 8;
63, 4; etc.. Y después del Destierro el “ Día de Yahvé” tiende a convertirse en “Juicio
divino”, que asegura el triunfo de los buenos y la ruina de los pecadores (Ml 3, 19-
23)); y finalmente vendrá a ser sinónimo del Juicio final (Mt 24, 1).
En la descripción de la “restauración” de Israel parece también que los
posteriores se han inspirado en sus antecesores: cf. Am 8, 11-13 y 7, 11-12 y más
tarde Zac 12, 3 y Mal 4, 1-5.
La visión optimista de “los días últimos” en Is 2, 1ss y M;iq. 4, 1-5 es idéntica
en Is 2, 2-4 y cf. Is 60 y 45, 14. Miq. 5, 2 parece referirse a la profecía de “la Virgen,
Madre del Enmanuel” de Is 7, 14.
El tema de las relaciones de Yahvé con su Pueblo, concebidas como las
relaciones de una unión matrimonial, aparece por primera vez en Oseas (cf. Os 1 –
2) y va a ser recogido por otros profetas. Esta idea de que “ Yahvé es el Esposo de
Israel” es sin duda metáfora atrevida, que difícilmente nadie hubiera osado a
inventar si no es por revelación. Oseas describe la Alianza de Dios con su Pueblo
como la alianza humana más íntima: la matrimonial. Esta metáfora, con una idea
tan alta, la van a recoger y desarrollar más otros profetas. Isaías sólo alude
brevemente a ella (Is Is 1, 21-26); Jeremías repite el tema en diversas ocasiones (Jer
2, 2; 3, 1..6-12); lo desarrolla especialmente Ezequiel (Ez 16 y 23); vuelven a él los
discípulos de Isaías (Is 50, 1; 54, 6-7; 62, 4-5) y seguramente hay que leer en esa
clave el Cantar de los cantares y el el Salmo 45. La consagrará N. Señor mismo (cf.
Mt 22, 1-14; 25, 1-13; etc. y cf. Ef 5, 25- 33; etc.) y terminará en el Apoc para
describir la felicidad ultraterrena como “las bodas del Cordero con la Iglesia”,
teniendo un gran éxito en la mística cristiana.
Y la idea que principal , que empezara con el “ Proto-Evangelio”, “Primera-
Buena Nueva” y “ Primera Promesa” es la del Salvador, el Mesías Redentor , que irá
creciendo hasta desembocar en el N. T. con la realidad de Cristo, el “En-manuel” o
“Dios con nosotros, hijo de la Virgen, Dios Fuerte y Príncipe de la Paz, como nos dirá
Isaías en el libro de Enmanuel (cf. 6-12). Isaías, a quien debemos estas profecías, es
el profeta mesiánico por excelencia. Su discípulo el Dt-Is. nos le presentará como el
“Siervo de Yahvé Paciente”, cuya expiación “vicaria” será a favor de todos los
hombres (cf Is 52, 13ss y los otros poemas del Siervo de Yahvé: cf. Is 42, 1 y paral.).
3 Cf Mig. ÁLVAREZ BARREDO, Relecturas deum eronomistas de Amós, Miqueas y Jeremías, Ed.
Espigas, Murcia, 1993, 229 pp.