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Los años menores equivalen a ciclos sinódicos de los planetas. Así, los años menores de
Venus, Marte, Júpiter y Saturno, respectivamente, corresponden a periodos de
recurrencia al cabo de los cuales se forma una conjunción con el Sol en el mismo lugar
del zodiaco. En el caso de los 20 años de Mercurio tenemos también un ciclo de
recurrencia, pero más ambiguo. De hecho, existen tres periodos sinódicos de Mercurio
que son más exactos – sobre todo el ciclo de 46 años. Por último, los 25 años de la Luna
solo corresponden a un ciclo de recurrencia utilizando el calendario egipcio de 365 días.
Entonces cada 25 años la lunación coincide exáctamente con el mismo día del año (con
respecto al año real el desfase es de 6°).
Los años mayores de los planetas no se derivan de ciclos sinódicos (quitando los 57 años
de Saturno), sino que tienen una base numerológica que nos explica Vetius Valens. Pero
hay que entender primero los años mayores del Sol y de la Luna.
Los 120 años del Sol equivalen a un tercio del zodiaco, y marcan – en grados, unidad que
se puede equiparar a un día o a un año - el comienzo de su domicilio, Leo. El trígono es
una figura básica en la estructura del zodiaco.
Los años de la Luna son 108, número muy singular por sus propiedades matemáticas,
geométricas y astronómicas. Entre otras cosas parece ser una de las constantes en las
relaciones de tamaño entre la Tierra, la Luna y el Sol (ver cuadro adjunto). Es además
cuatro veces el periodo lunar sidéreo, tomando el valor en números redondos de 27 días.
Esta cifra aparece también conectada con la Luna en la astrología védica: El número de
navamsas (novenas partes de un signo) que contiene el zodiaco son 108. El navamsa es
después del signo y de la mansión lunar la división más importante del zodiaco hindú, y
precisamente hace un puente entre las 27 mansiones lunares o nakshatras y los 12
signos: Cuatro signos (120°) abarcan 9 nakshatras, un signo abarca 9 navamsas, y un
nakshatra abarca exáctamente 4 navamsas. Aunque estas divisiones no son propias de la
tradición helénica, vemos en la conexión del 108 con la Luna un factor común a ambas
tradiciones. El grado 108 cae por cierto en el domicilio de la Luna. Veremos que estos
años del Sol y de la Luna proporcionan también una clave a la hora de comprender las
fardarias.
Los años mayores de los cinco planetas restantes suman en total 360. Los años de cada
planeta los vemos repartidos por los diferentes términos planetarios, otra división de los
signos – esta vez de origen helénico o egipcio, y de tipo irregular.
Los años mayores de los planetas lentos – Saturno y Júpiter - se derivan de los años
mayores de la Luna y del Sol. Los de los planetas rápidos se derivan de los años mayores
de las luminarias en combinación con los años menores de los planetas lentos, del
siguiente modo:
1. La mitad de los años de la Luna más sus años menores, o bien la mitad de los años del
Sol más sus años menores, dan los años de Júpiter. Júpiter es amigo de las luminarias y
rige con ellas signos del mismo trígono respectivamente (fuego y agua).
2. La cuarta parte de los años de la Luna más la cuarta parte de los años del Sol, dan los
años mayores de Saturno. Al ser Saturno un planeta enemigo de las luminarias
(domicilios en oposición), le dan una parte menor de sus años.
3. La mitad de los años mayores de la Luna más los años menores de Júpiter dan los
años mayores de Marte. Marte, siendo un planeta nocturno como la Luna, rige Escorpio,
signo del mismo trígono que los domicilios de la Luna y Júpiter.
4. Los años mayores de Saturno más los menores del Sol dan los años mayores de
Mercurio. Mercurio y Saturno son regentes de sendos signos en los trígonos de aire y
tierra.
5. Según Vettius Valens Venus recibe la mitad de los años mayores de la Luna y los años
menores de Saturno. Pero el resultado serían 84, y no 82, de manera que me permito
corregir al maestro (o tal vez a algún escriba): Análogamente a lo que ocurre con
Mercurio, Venus recibe los años mayores de Saturno, más los años menores de la Luna.
Venus – como Mercurio – tiene amistad con Saturno por sus domicilios en los trígonos de
tierra y aire, y al ser planeta nocturno ha de recibir los años de la Luna, y no del Sol.
Los años medios de los planetas se calculan sumando los años menores y los mayores, y
dividiendo el resultado por dos. En la tabla esta es la cifra que viene entre paréntesis. Si
redondeamos los resultados al número entero superior y hacemos la suma, obtenemos
361, número que se vuelve a aproximar mucho a los 360 grados del círculo.
Curiosamente Vettius Valens nos ofrece una distribución de los años medios ligeramente
diferente (segunda cifra en la tabla), pero cuya suma vuelve a dar 361. Cabe preguntarse
si en la distribución original no habría que enmendar una de las cifras, de modo que la
suma diera 360.
Vemos por tanto que el sistema de los años planetarios, aunque tiene por base un
fenómeno cíclico astronómico – el sínodo de los planetas con el Sol - por lo demás se
construye mediante operaciones numerológicas. En definitiva no son los ciclos
astronómicos en sí – que por lo demás, si los tomaramos al pie de la letra, nos darían
siempre números fraccionados - los que estructuran el sistema, sino los números enteros
más cercanos a ciertos ciclos básicos, como son el 360, el 12, el 27, el 19 (ciclo
metónico) o los años menores de los planetas, así como sus derivados (compuestos,
cocientes, etc).
Los años de los planetas hay que entenderlos como unidades de tiempo, de manera que
pueden en definitiva designar no solo años, sino meses, días, horas etc.
Las fardarias
El sistema de las fardarias utiliza periodos netamente diferentes de los años planetarios
de la astrología helénica. Cada planeta rige el siguiente número de años:
Luna 9 años
Saturno 11 años
Júpiter 12 años
Marte 7 años
Sol 10 años
Venus 8 años
Mercurio 13 años
Cabeza 3 años
Cola 2 años
Si el nacimiento es nocturno la primera fardaria en la vida del nativo será la de la Luna,
seguida de los demás planetas según la secuencia indicada. Como observará el lector,
esta secuencia sigue la ordenación de las esferas planetarias en el sistema geocéntrico,
yendo desde Saturno – el planeta más “alto” y más lento – hasta la Luna, el planeta más
rápido. Al cabo de 70 años habrá finalizado la fardaria de Mercurio, y los próximos 5 años
son atribuidos al Nodo Norte (3 años) y al Nodo Sur (2 años).
En nacimientos diurnos la secuencia comenzará por el Sol, seguida de Venus, Mercurio,
la Luna, Saturno, Júpiter y Marte, en este orden. Al finalizar la secuencia de los planetas
vuelven a regir los nodos el periodo entre 70 y 75 años.
Cada periodo es dividido a su vez en subperiodos regidos por los siete planetas (los
nodos no forman subperiodos). Estos subperiodos se calculan dividiendo el periodo
principal por 7. El primer subperiodo es regido por el planeta de la fardaria vigente, y
luego se vuelve a seguir la secuencia según la ordenación de las esferas. La siguiente
tabla proporciona un resumen del sistema:
Más tarde veremos como se aplican las fardarias en la astrología mundial. Por lo que
concierne a las natividades, resulta ser un sistema relativamente poco individual, ya que
la secuencia de los planetas es la misma para todo el mundo, variando solo según la
natividad sea diurna o nocturna. Por supuesto que en la interpretación habría que tener
en cuenta la situación peculiar de cada planeta, distinta en cada carta. Tienen en común
con la técnica de los decenios el comenzar la secuencia por la luminaria del tiempo, pero
por lo demás es más rígida. Las fardarias abarcan 75 años de vida, número muy similar a
la totalidad de los decenios si sumamos los 7 planetas (74,17 años, o bien 75,25 años si
tomamos meses solares completos). Eso sí, la duración de cada periodo es bien diferente
en cada sistema.
Buscando la clave
Pero la cuestión que nos concierne aquí es más bien la lógica subyacente a esta
distribución de los años. Porque a primera vista da la sensación de ser bastante aleatoria.
Sin embargo una mirada más atenta nos revelará que las fardarias se basan en números
derivados de los años menores de los planetas. En lo que sigue voy a tratar
principalmente las fardarias de los 7 planetas, ya que obviamente los nodos tienen un
papel aparte en el sistema.
Para empezar, hay dos números - los años de Venus y de Júpiter - que son claramente
los años menores de la astrología helénica. Los demás años a primera vista no parecen
tener relación con los ciclos planetarios que hemos conocido. Sin embargo, resulta que
uno de los ciclos sinódicos de recurrencia de Mercurio es el de 13 años, siendo más
exacto que los 20 años mencionados antes. Cada 13 años se cumplen 41 ciclos sinódicos
de Mercurio, coincidiendo en el mismo lugar del zodiaco que la conjunción inicial. De
manera que las fardarias de Mercurio, Venus y Júpiter, por lo pronto, corresponden a
ciclos astronómicos de recurrencia.
Las fardarias del Sol y de la Luna se derivan de sus años mayores. Si dividimos los 120
años del Sol y los 108 de la Luna por 12 – número fundamental en el sistema astrológico -
obtenemos 10 y 9 años, respectivamente. La división en doce puede considerarse una
idealización de los meses sinódicos (ciclo de la Luna con respecto al Sol) que incluye un
año.
El número 10 simboliza una totalidad, la unificación de las partes en un todo. Esto viene
expresado precisamente en el sistema decimal, donde el diez y sus exponentes forman
unidades de orden superior. Este significado se corresponde perfectamente con el
símbolo del Sol, centro rector e integrador del sistema. Así, tanto en la tetraktis pitagórica
como en el árbol de la vida de la cábala hebrea el 10 expresa la totalidad de la creación
manifiesta. Puede considerarse por tanto como número solar por excelencia.
El número 9 por otro lado tiene mucho que ver con la Luna. Ya hemos visto que el ciclo
sidéreo de la Luna abarca algo más de 27 días, siendo esta cifra la que crea la división de
la eclíptica en 27 mansiones o nakshatras. El 9 es un tercio de 27: en un tercio del
zodiaco – cuatro signos, uno de cada elemento – entran nueve nakshatras. Tenemos
también que en el ser humano el embarazo dura 9 meses (solares), siendo un fenómeno
claramente atribuido a la Luna. En el sistema decimal el 9 puede considerarse el número
que contínuamente se reproduce a sí mismo, ya que la suma de los dígitos de sus
múltiplos siempre dará 9. Esta idea de reproducción, entendida como diversificación,
también viene expresada por el hecho de ser nueve los dígitos que componen el sistema
decimal – si el 10 es la totalidad, el 9 expresa sus diversas partes. En la astrología hindú
– y en cierto modo también en el sistema de las fardarias – se distinguen 9 planetas como
integrantes del sistema astrológico, incluyendo los nodos. De modo que el número 108 (9
x 12) representa también la totalidad de las combinaciones planeta-signo.
El número 9 es el cuadrado de 3, número base que - en contraposición al 2 o al 4, que
evocan la idea de rigidez, tensión o estructura – simboliza la dinámica de toda evolución y
cambio, el constante devenir expresado por las tres fases de móvil, fijo y mutable –
creación, conservación y disolución – Brahma, Vishnu y Shiva, la tríada universal. El
número nueve (y en cierto modo el 27) por tanto representa la esencia de todo devenir,
de todo movimiento, de toda diversificación y evolución. Como la Luna misma.
De las cinco fardarias que hemos explicado por el momento, tres forman números
consecutivos: 8 de Venus, 9 de la Luna y 10 del Sol. Por otro lado tenemos los 12 años
de Júpiter y los 13 de Mercurio. Quedan pues dos fardarias cuyas cifras eluden toda
explicación en base a los años planetarios helénicos o a cualquier ciclo de recurrencia
conocido. Se trata de la fardaria de Marte (7 años) y la de Saturno (11 años). La cifra
atribuida a Marte aparece también en el Vimshottari Dasa, pero esto puede ser mera
casualidad. Sin embargo en seguida vemos que estos números para Marte y Saturno
rellenan los huecos que quedan para generar una secuencia numérica del 7 al 13:
Ma 7 - Ve 8 - Lu 9 - Sol 10 - Sa 11 - Ju 12 - Me 13
Observemos esta secuencia detenidamente. La primera cuestión que se plantea es
porqué va del 7 al 13 y no del 8 al 14. Solo caben estas dos secuencias, ya que tomando
otras secuencias se saldría Venus (8) o Mercurio (13) del esquema.
La elección del 7 como primera fardaria podría responder al hecho de ser uno de los
números básicos de la cosmología clásica, representando a los planetas visibles. Pero
otra razón de más peso radica en que el Sol en esta secuencia asume la posición central,
de acuerdo con su naturaleza.
Esta secuencia encierra otra propiedad matemática relacionada con los números clave 7
y 10. La suma de todas las fardarias (quitando los nodos, que tienen en cualquier caso un
papel aparte) da 70 años, es decir 10 veces 7.
Una figura muy usual en la simbología antigua es la disposición de los planetas en un
heptagrama. El ejemplo más conocido es el heptagrama con los planetas siguiendo la
secuencia de las esferas. Al trazar las líneas de un planeta a otro para formar la estrella
de siete puntas, hallamos la secuencia de los días de la semana.
Si el septenario que hemos dibujado, en el cual el Sol y la Luna encabezan los planetas
diurnos y nocturnos respectivamente, lo "convertimos" en una estrella de David unificando
estas dos posiciones (ver figura), los triángulos que forman esta estrella nos dan los
planetas que rigen conjuntamente dos trígonos: Sol/Luna, Júpiter y Marte rigen los
trígonos de agua y fuego, mientras Mercurio, Venus y Saturno rigen los trígonos de aire y
tierra. Ya hemos visto que este tipo de afinidad entre los planetas era la clave de los años
mayores.
En astrología hindú a los planetas que forman cada triángulo se les considera amigos
mutuos, y con respecto al triángulo contrario son enemigos. Es decir, Luna, Sol, Marte,
Júpiter son amigos, y son enemigos de Mercurio, Venus y Saturno (la teoría de las
amistades y enemistades contiene más reglas, pero esta es una de las básicas).
Con lo cual, tomando el eje de Mercurio en el heptagrama de las fardarias, las parejas las
forman planetas amigos. Tomando el eje del Sol por cierto las forman acérrimos
enemigos según la astrología hindú. Sin embargo, no creo que este matiz tenga tanta
importancia.
En esta nueva disposición que hemos derivado de las exaltaciones, el eje de Mercurio
separa los planetas secos y maléficos de los húmedos y benéficos: a un lado tenemos Sol
- Marte - Saturno, a otro Luna - Júpiter – Venus. En la astrología hindú, más claramente
que en la occidental, la Luna es benéfica y el Sol maléfico. Mercurio vuelve a ser el
planeta neutral. Tanto en la astrología helénica como en la astrología hindú se le
considera a Mercurio benéfico, salvo si está asociado con maléficos, lo cual viene a
corroborar su naturaleza dual también en este aspecto.
Con lo cual queda más clara aún la importancia del número 19 y del ciclo metónico en la
estructura subyacente a las fardarias, así como la idea de polaridades, de la cuales
Mercurio forma siempre el factor neutral y sintetizador.
Creo que esta intrincada estructura, relacionada con los domicilios planetarios así como
con las exaltaciones, no es fortuita. Con mucha probabilidad sea la clave sobre la cual los
antiguos han construido el sistema de las fardarias. Tal vez futuras investigaciones
corroboren esta tesis en base a documentos históricos.