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Una noche de miserias catamarqueñas y el dispositivo futbol. Arsenal 4 –Boca Juniors 3.

Por Jorge Perea

El arquero Campestrini se lanzó convencido contra un palo y adivinó que allí, en ese lugar
escueto localizado entre el césped ralo y el aire denso, estaba su posibilidad de ser motivo
del grito victorioso lanzado por unas cuantas gargantas, embravecidas, en el seno de un
gigante estadio. Aquí, el omnipotente dispositivo de poder en el que se ha convertido el
juego futbol era puesto en cuestión por el camino de lo improcedente (que es algo más que
lo impensado) producto de ese cuerpo indispuesto a ocupar el lugar que le fuera asignado
en el rito de la derrota, largamente anunciada, por el despliegue de los mecanismos
discursivos de los periodistas.
Un entramado de estadísticas, antecedentes y porcentajes desfavorables entre victorias y
derrotas, remitentes a cierta seguridad objetiva y positivista, crujía por esa mano única que
evitaba el contacto de la red con la pelota.
No abría, en consecuencia, la anhelada confrontación entre Boca Juniors y el Real Madrid.
Esos mismos periodistas que constantemente enuncian, con igual certeza, que el valor de
cambio de los jugadores implica suficiente evidencia sobre el destino en el uso (habilidoso)
de sus piernas, lamentaban tácitamente luego, en sus contactos “desde Catamarca”, que
toda una planificación en el uso de los cuerpos (propagandística, económica, de seguridad y
de reutilización de la simbología nacional, usada hasta límites “inimaginables” en ocasiones
otras, como en el Mundial 1978) había sido truncada por esos mismos cuerpos que, a veces,
siguen siendo impredecibles, a pesar de toda la atención concentrada y en cámara lenta que
es puesta sobre ellos.
Finalmente Schiavi ajusticiará a Cristiano Ronaldo solamente en algún trasnochado sueño
sádico y el partido Real Madrid-Arsenal no interesa…es un bluff…una fanfarronada
impensable en el tránsito del negocio sobre lo supuesto en determinados cuerpos atléticos y
su encuentro competitivo, cada vez menos lúdico, cada vez más ganancia.
Lo impúdico del dispositivo futbol no está solamente en la evidencia de sus costuras, ni en
la explícita demostración de la frustración del negocio…”todos sabemos que
económicamente el partido con Arsenal de Sarandí es inviable”, decía un oxigenado
comentarista deportivo entrado en años.
Es la ausencia de bochorno, con la que se participa al redimensionamiento cosificador de
quienes forman parte de la experiencia futbol, la que debería, alguna vez, alertarnos.
Des-cosificarnos, por ejemplo, a todos los se retiraron ordenadamente y sin enojo luego a
sus casas, apenas fastidiados. Digo fastidio, para describir el estado de ánimo en el público
presente (muchos, a pesar de los precios abusivos, a pesar de la noche laborable, a pesar de
los argumentos lógicos para disculparnos de sumarnos a cualquier otra actividad, ESTO ES
BOCA) pues ni siquiera la tristeza era permitida en una circunstancia tan poco épica.
Los 90 minutos aburridísimos de juego terminaban, con una disrupción en la coreografía
preparada por los organizadores del espectáculo (medios de comunicación, instituciones
estatales, empresas comerciales, la A.F.A, entre otros) y las luces se apagaban con
prontitud, instalando en el rápido olvido lo más palpablemente pornográfico del dispositivo
futbol. En el adentro/afuera del estadio se presentó a los cortes biopolíticos como parte de
una escena “encantadora y exótica”, que “sólo se da en el interior”.
Estaban en los cerros, esos ojos, mirando de lejos (puro hinchas y excluidos, a su vez, por
su condición de hinchas en la posibilidad de formar parte de la experiencia) y estaban los
cuerpos gozos por el hecho de conformar el contenido del estadio (una mezcla variopinta de
privilegiados por ser funcionarios, o por ser empleados públicos, o por tener tarjeta de
crédito, o por tener…)
En esa noche de miserias catamarqueñas, revestidas de oropel futbolero, Campestrini (esa
línea de fuga del dispositivo) atajando un penal al jugador de Boca, obligando a un rápido
reacomodamiento de los mecanismos que conforman en verosímil (todavía) a la
experiencia futbol, era, en ese gesto, rebeldía…
Noviembre de 2012

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