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Falange

Para otros usos de este término, véase Falange (desambiguación).

Una reconstrucción moderna de soldados griegos en formación de falange.

La falange fue una organización táctica para la guerra creada en la Antigua Grecia y luego
imitada por varias civilizaciones mediterráneas. Por extensión, los autores antiguos suelen
llamar falange a cualquier ejército que combate formando una única fila de combatientes
muy próximos entre sí, al estilo de la falange clásica, que formaba así con una profundidad
de entre 8 y 16 guerreros. El término es de origen griego, φάλαγξ (phálanx), que se usaba
para la formación defensiva utilizada por los hoplitas, que constituían la falange clásica.

Índice
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 1El término phálanx en la Época Arcaica


 2El término phálanx en la época clásica
 3La falange de la época clásica
 4Filipo II de Macedonia
 5Legión romana
 6Referencias
 7Enlaces externos

El término phálanx en la Época Arcaica[editar]

La falange macedonia repeliendo un ataque. Los ataques desorganizados de otros pueblos más bárbaros no eran rivales para la

organizada fila de la falange.

El término phálanx es antiguo en la literatura de la Antigua Grecia. Abunda en Homero y


aunque con menos frecuencia se halla a lo largo de esta época.
Parece que el término proviene del la raíz indoeuropea *bhel, con el significado de
«hincharse, crecer», con un sufijo nasal -ng.1 En la tradición etimológica antigua se refería
sobre todo a un segmento o fragmento alargado y sólido de cualquier material, a veces de
forma cilíndrica.2 En el ámbito militar está relacionado con su forma rectangular, al hacer
referencia a «segmentos» del ejército.3 Sin embargo, no se puede concluir de los usos del
término y de su mera existencia en la literatura arcaica que las phálanges homéricas y
arcaicas fueran un «segmento alargado». En la Ilíada aparece el término phálanx 34 veces
y en todas menos una, en plural. 3 4
En otras fuentes literarias, en el lapso de dos siglos el término sólo aparece en cuatro
ocasiones: en Hesíodo, en Teogonía 676 y 935; en Tirteo fr.12.21, y en Mimnermo 14.3. En
estas menciones el término está en plural y «no se refiere a una unidad concreta, con un
número determinado de efectivos o una formación táctica específica, sino que es un modo
amplio de designar a las tropas». 5
En la épica y la lírica las falanges son unidades que evolucionan con rapidez e iniciativa
por el campo de batalla, frente a la unidad cohesionada, en formación cerrada y en filas,
de la época clásica.5

El término phálanx en la época clásica[editar]


No existe ninguna cita del siglo V a. C a este término, ni en singular ni en plural como
formación militar. Heródoto sólo la nombra una vez en su sentido etimológico,6 y el resto de
autores no la recogen en su acepción militar.
El primero que designa a la phálanx, hasta 60 veces, como formación pesada de infantería
es Jenofonte, y lo hace en singular.7 En general, el escritor ateniense denomina
como phálanx al cuerpo de soldados griegos de infantería pesada formados en líneas, que
normalmente ocupa el centro del campo de batalla y juega el papel más representativo en
el combate.8

La falange de la época clásica[editar]


La falange clásica estaba formada por hoplitas. En una primera etapa, desde el siglo
VII a. C. hasta la Guerra del Peloponeso a finales del siglo V a. C., la falange está formada
exclusivamente por ciudadanos de las polis griegas que combaten para defender su
ciudad y su estatus social. La idea de la falange en sí no es sólo militar, sino que es una
expresión de comunidad entre iguales. Aquel que quisiera destacar en combate saliendo
de la fila, ponía en peligro su vida al no tener compañeros que protegieran sus costados y,
al mismo tiempo, ponía en peligro a la falange al dejar un hueco por el que puede ser rota
la línea. No había sitio para combates individuales heroicos al estilo de los narrados
por Homero.
Ser hoplita era además un honor, ya que implicaba un estatus social importante en
la polis y suponía un cierto gasto para el ciudadano, que debía costear su equipo. Sólo los
muy ricos podían permitirse un equipo defensivo completo de hierro, y posiblemente los de
las últimas filas eran aquellos que no podían costearse equipos completos de calidad.
Durante la Guerra del Peloponeso, la falange perdió buena parte de este significado social
al ser preciso, por la larga duración de las guerras, reclutar mercenarios, guerreros que
luchaban por un sueldo. Así aparece la infantería ligera, conocida genéricamente
por peltastas, que combatían ligeramente armados o empleaban hondas, arcos, etc. para
hostigar al enemigo y cuyo nombre deriva de pelta, un característico escudo de forma
ovalada.
Principio de acción de una falange oblicua.

En lo que podemos considerar el final militar de la Grecia Clásica, el modelo


exclusivamente hoplítico fue aplastado definitivamente cuando el estratego Epaminondas,
al mando del ejército de Tebas, derrotó a la clásica falange hoplítica de Esparta con un
ejército numéricamente inferior en Leuctra (371 a. C.) Epaminondas logró este éxito
gracias a su gran innovación táctica, que consistía en disponer el grueso de la falange,
formado por hoplitas, en un ángulo oblicuo, de derecha a izquierda del campo, y
concentrar en la izquierda un cuadro de hoplitas de medio centenar de hombres de
profundidad que rompía la línea de la falange enemiga, mucho menos profunda. Gracias a
la formación en ángulo, la falange tebana desbordaba al contrario por ese punto y lo
envolvía. Este modelo fue denominado «martillo».
Véase también: Falange oblicua
La caballería y la infantería ligera cobraban gran importancia al defender los flancos del
cuadro que producía la ruptura, para no ser envuelto por el enemigo antes del contacto y
contribuían a envolverlo posteriormente.

Filipo II de Macedonia[editar]
Artículo principal: Falange macedonia
La siguiente (e importantísima) innovación corrió a cargo del rey macedonio Filipo II, padre
de Alejandro Magno, hacia la mitad del siglo IV a. C. Rehén en Tebas después de las
victorias de Epaminondas sobre las principales ciudades griegas, Filipo aprendió las
tácticas tebanas y volvió a Macedonia dispuesto a mejorarlas. El soldado
o pezhetairoi pasó así a portar una lanza de 6 m de largo, la sarissa que tenía que manejar
con ambas manos, y a aligerar el peso del escudo, que debía ir colgado del cuello. De las
primeras filas salía así un bosque de lanzas que ensartaba cualquier cosa que se
acercara, desde infantería hasta elefantes.
Además, Filipo cambió la estructura de la falange, agrupando a los hombres en cuadros
independientes de 16 hoplitas de frente por 16 de profundidad (256 hombres)
denominados syntagmas y cada falange se dividía en dos alas de 32 syntagmas cada una,
es decir, 16.384 hombres en total, bajo el mando de un stratego. Esta división permitía
mayor flexibilidad en combate y fue la que posibilitó a su hijo Alejandro conquistar desde la
península de Anatolia hasta el norte de la India, cobrando muchísima importancia la
caballería y la infantería ligera en los movimientos envolventes, aunque la falange seguía
constituyendo el grueso del ejército.
Tenía, sin embargo, sus defectos: la falange macedonia sólo operaba bien en terreno llano,
y a pesar de su solidez, era muy sensible a un ataque por el flanco o por la retaguardia.

Legión romana[editar]
Artículo principal: Legión romana
Toda formación táctica tiene su final. El de la falange fue la aparición de la legión romana,
mucho más flexible, ya que la primera no tenía buena movilidad. La falange al estilo
macedonio de Pirro, rey del Epiro, invadió Italia en el siglo III a. C. y derrotó a las primeras
legiones romanas, pero la legión se retiraba del campo con pocas pérdidas.
Posteriormente durante ese siglo y el II a. C., Roma derrotó a Cartago, que tenía falanges
mercenarias como parte de su ejército, aunque no eran su fuerza principal. Finalmente, en
la batalla de Pidna, junto al monte Olimpo en Grecia, año 168 a. C., la legión romana
aplastó totalmente a la falange del rey Perseo, mostrando la obsolescencia de
esta formación, imitadísima por todo el Mediterráneo.
En realidad, la falange estaba logrando imponerse a la legión en un reñido combate, donde
los legionarios eran incapaces de abrirse paso entre las picas; sin embargo, al retroceder
los romanos llevaron accidentalmente a la falange a un terreno irregular, lo que unido al
"tira y afloja" del combate creó pequeños huecos en el bosque de lanzas de la falange. El
general romano aprovechó la flexibilidad de los legionarios, capaces de luchar en unidades
pequeñas o solos, para explotar estos huecos, rompiendo la formación de la falange. De
no haber entrado en terreno difícil, es muy posible que la falange hubiera vencido.
El punto final lo dio la batalla de Magnesia, en la que el rey Antíoco III fue derrotado
por Lucio Cornelio Escipión. Sin embargo, la batalla que es reconocida actualmente como
la derrota definitiva de la falange, Cinoscéfalos, goza de tamaña reputación algo
exageradamente. El sentido común indica que, dadas y conocidas las estrategias y
ubicaciones de ambos ejércitos, la victoria romana fue tan sólo un golpe de suerte para el
bando latino: la condición del ejército macedonio (falange) no fue la causa principal de su
derrota, sino la falta de rapidez del flanco izquierdo para formarse, lugar desde el cual los
romanos abrieron una brecha fatal para ganar la batalla.

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