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P edro J acinto P azos

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M O V IM IEN TO S SOCIALES, CRISIS D E REPRESENTATIVIDAD
P O L ÍT IC A Y D E M O C R A C IA E N EL PE R Ú *

J o sé M a r t ín e z L l a q u e

1. N A TU R A LEZA DE LOS M O V IM IEN T O S SOCIALES E N


AMÉRICA LATINA

Lo que caracteriza al mundo actual son los profundos cambios y el


desarrollo vertiginoso de la ciencia y de la técnica, a tal punto que están
transformando todos los campos de la vida social e individual y el saber en
sus distintas esferas. La tecnología de la información y su impacto en los
campos de la economía, la sociedad, la política y la cultura, tanto a nivel
global como local, en los centros del capitalismo mundial y en su periferia
son impresionantes. La especificidad de esta fase del desarrollo del capita­
lismo mundial suelen llamarla, las corrientes oficiales del pensamiento so­
cial y los del criterio común, “globalización”, como si fuese una etapa que
se viene gestando desde fines de la década del 70 del siglo XX. Frente a esta
opinión estudios llevados a cabo por distintos científicos sociales1conside­

* Agradezco a Wilfredo Kapsoli y Dionisio Silva por la lectura crítica y sugerencias.


1 Aníbal Quijano. “ Colonialidad del poder, globalización y democracia”. En América
Latina en Movimiento. 31 de diciembre de 2000.

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J osé M artínez L laque

ran que la globalización se origina con la incorporación y subordinación de


América al capitalismo europeo en 1492. Este carácter cosmopolita de la
burguesía a nivel mundial ya había sido presagiado; primero, por Marx en
El Manifiesto Comunista; luego por Lenin en su obra El imperialismo, fase
superior y última del desarrollo histórico del capitalismo. En estas, obras,
ambos pensadores analizaron la esencia del capitalismo y sus formas espe­
cíficas de desarrollo. El primero, en la fase industrial manufacturera y com­
petitiva; el segundo, en su fase monopólica y financiera formulando al mis­
mo tiempo las tendencias de su devenir histórico como modo de produc­
ción hegemónico. Más aún, no solo se abocaron a interpretar la sociedad
capitalista sino también la necesidad de transformarla radicalmente, tal como
lo planteó Marx, en sus Tesis sobre Feuerbach, al recalcar que, “los filósofos
hasta esos momentos se habían encargado de interpretar el mundo cuando
ahora se trata de transformarlo”. En sus análisis y metodología, tanto Marx
como Lenin, partieron de la concepción materialista y dialéctica de la his­
toria, categorías que les permitieron ir a la esencia y manifestaciones espe­
cíficas de las formaciones sociales capitalistas. Posteriormente, pensadores
como Gramsci y Mariátegui, asumieron el método marxista para analizar la
realidad social y política en forma creadora, así como también hubieron
otros que siguieron “aplicando las enseñanzas” de Marx y Lenin de manera
dogmática y deformada y que culminaron, posteriormente, en experiencias
frustrantes de la “construcción del socialismo” en el siglo XX.

El capitalismo, desde sus orígenes, se ha desarrollado de un modo des­


igual y contradictorio, impulsando el avance de la ciencia y la técnica para
acrecentar las formas de la acumulación de capital, combinando todas las
formas de explotación y dominación no solo de la fuerza de trabajo sino de
la sociedad entera; utilizando todos los mecanismos y sofisticaciones posi­
bles a fin de poder controlar, en la materialidad y en la subjetividad, a los
seres humanos. Como sistema, el capitalismo ha actuado en todo su desa­
rrollo histórico como una totalidad articulada compleja y contradictoria,
como producto de múltiples determinaciones, todas ellas cada vez más cre­
cientes como se manifiesta en la época actual. En todo su devenir, el capita­
lismo, como totalidad histórica, ha desarrollado fenómenos que, en esencia,
permanecen bajo distintas formas, por decir, la acumulación de capital, la

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M ovimientos sociales, crisis de representatividad política y democracia

explotación de la fuerza de trabajo y las contradicciones que se generan, las


que se expresan indistintamente a nivel mundial. En su crecimiento históri­
co del capitalismo, las revoluciones científicas y técnicas tienden a sociali­
zar cada vez más la creación de la riqueza; es decir, la participación en la
creación de la riqueza gestada por las grandes mayorías a nivel mundial
pero, al mismo tiempo, la concentración de la misma en pocas manos. Como
consecuencia de esta contradicción, las cifras oficiales que arrastra este modo
de producción son aterradoras no solo en el incremento de la pobreza, la
desigualdad social, la exclusión y la marginación de la inmensa mayoría de
la población del planeta sino también en la degradación de la naturaleza y el
fin de la existencia humana.

Por otro lado, y como producto de las transformaciones científicas y


técnicas del capitalismo mundial, se viene constatando la emergencia im­
portante que adquieren las distintas manifestaciones de la cultura que des­
bordan los límites impuestos por el capitalismo. Las concepciones del mun­
do, de la vida, la relación con la naturaleza, entre otros, con los que había­
mos organizado nuestra propia visión, nos obligan a examinar todos los
cuerpos teóricos que habíamos considerado para dar cuenta de esta reali­
dad específica del capitalismo mundial de estas ultimas décadas y su rela-
. ción contradictoria con la expresión desbordante de las distintas culturas
que se encuentran en conflicto con las tendencia del capitalismo que pre­
tende hegemonizar y someter a su dominio, no solo la materialidad de la
vida social y los Estados, sino también la intersubjetividad.

La teoría crítica considera que la visión de las diversas concepciones


que no cuestionan a fondo al capitalismo se encuentran incapacitadas para
responder a la complejidad y la riqueza de esta irrupción cultural que cam­
bia los parámetros de entendimiento tanto de la realidad contemporánea,
como los de la cotidianidad2. Esta nueva concepción de la realidad es de

Ponencia discutida en el Seminario Internacional “Dilemas latinoamericanos actuales de


cara al desarrollo y la democracia”, organizado por la Cátedra Alain Touraine de la Uni­
versidad Jesuita de Guadalajara, 27-29 de octubre de 2008. La presente versión actualiza
la información.

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vital importancia tenerla presente en el pensamiento latinoamericano, por­


que está obligado a develar las diferentes capas en que nos ha envuelto un
sistema de dominación que violentó y sometió los territorios, la economía,
las relaciones de trabajo, la cultura, las mentalidades, los modos de vida, las
lenguas, las cosmovisiones, y con las que se entabló una intensa batalla que
no acaba de resolverse a pesar de las resistencias que han librado los sujetos
de la dominación a lo largo de toda su historia23. Este es el meollo epistemo­
lógico de esta visión que la consideramos correcta porque sostiene que ante
el cambio de la realidad, que se expresa en los diversos campos de la econo­
mía, la sociedad, la política y la cultura, es necesario hacer una lectura de
ella con la construcción y desconstrucción de nuevos enfoques y catego­
rías: “Es a través del conflicto, de la lucha, que la realidad se rehace en la
vida cotidiana y en los momentos de insurrección, aunque con diferente
intensidad y posibilidades de ruptura, de disfrute y de transformación”,
nos dice Ana Esther Ceceña4. En otros pasajes la autora reivindica la poten­
cialidad y creatividad de la espontaneidad, sobre todo, en los momentos
insurreccionales. Más aún, aclara que la espontaneidad es un ingrediente
indispensable de la construcción del sujeto histórico y que de ningún modo
niega al sentido de la organización.

En la misma dirección, Raphael Hoetmer (2009) nos plantea que debi­


do a los procesos interrelacionados de la revolución tecnológica de la infor­
mación y la globalización económica, cultural y política vivimos una época
de cambios en los cuales aquellos conceptos que solíamos usar para analizar
el mundo, ya no sirven. De la misma manera, para entender los cambios so­
cio- económicos, políticos, tecnológicos y subjetivos contemporáneos. Esta­
mos en un momento de confrontación de paradigmas y de un conjunto de
categorías que en el fondo son indicadores de una disputa por el sistema so­
cial. Una de las tareas principales de los activistas y de las ciencias sociales es

2 Ceceña Ana Esther. “ Desde saberes y emancipaciones” . En: De los saberes de la emanci-
pación y de la dominación. CLACSO. 2008. Buenos Aires, p. 15.
3 Ibíd., pp. 15 y 16.
4 Ibíd., p. 18.

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M ovimientos sociales, crisis de representatividad política y democracia

(re)evaluar los conceptos analíticos, enfoques, sentidos y metodologías que


usamos para analizar, explicar, criticar y cambiar la sociedad, así como para
entender las potencialidades de las luchas sociales del momento5. El autor
sostiene, además, que la “esencia del concepto de movimiento social es sin
duda la idea de movimiento. A través del movimiento de grupo de personas -
nos dice- se mueven ideas, propuestas políticas, relaciones de poder, códigos
sociales, y la organización del sistema social mismo. Se requiere con urgencia
la elaboración de nuevos conceptos para el análisis. Temas importantes, por
ejemplo, para su investigación son: las interacciones dentro y entre diferentes
sujetos políticos; la continuidad y solidez de contactos transnacionales; la
interacción entre lo social y lo político en estos procesos; las formas e inten­
sidades de la reproducción del capitalismo dentro de sus procesos; la reinven­
ción de la política y de las emancipaciones en sus prácticas y propuestas. En
su análisis de los movimientos sociales, visualiza que han aparecido rasgos de
una nueva radicalidad -entendida ésta como la capacidad de imaginar otros
modos de vida- y de asumir la transformación social como diferentes proce­
sos que no tienen fin, que buscan múltiples emancipaciones desde la diversi­
dad de la vida. Este nuevo imaginario asume la democracia radical sin basarse
en sujetos u organizaciones privilegiados6.

Si bien es cierto que, desde la perspectiva crítica de las ciencias sociales


para comprender la naturaleza actual del capitalismo, se requiere recons­
truir las categorías que explican su esencia así como construir otras que den
cuenta su especificidad no podemos ligeramente descartar las categorías que
expresan la esencia del capital como relación social de explotación, de do­
minación, de depredación de la naturaleza y de la vida humana. Es cierto
que nuestra manera de conocer se está transformando: la confrontación de
paradigmas entre diferentes actores, culturas y visiones políticas es una rea­
lidad que viene desarrollándose intensamente en el actual periodo históri-

’ Raphael Hoctmcr. “ Democracia y movimientos sociales en un mundo de globalizacio-


nes”. En: Movimientos sociales y democracia en el Perú de boy. Universidad Nacional
San Agustín de Arequipa. Facultad de Ciencias Histórico Sociales, Centro de Estudian­
tes de Sociología y Programa democracia y Transformación Global. 2009. pp. 63-66.
* Ibid, pp. 78-88.

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co. También es importante seguir enriqueciendo la teoría crítica sobre el


capitalismo que nos permita visualizar, desde América Latina, su naturale­
za y especificidad. Debemos partir de la práctica y llegar luego a la teoría
para retornar, nuevamente, a la práctica con una visión transformadora; es
decir, tener como eje la praxis liberadora.

En este ensayo plateamos la hipótesis de que en la coyuntura histórica


(1999-2009) que vive nuestro país se viene desarrollando dos procesos
sociopolíticos que tienden a articularse cada vez más: primero, un incre­
mento creciente de conflictos sociales a nivel nacional generados por dis­
tintos movimientos populares y cuyo impacto mayor de carácter cualitati­
vo ha sido el movimiento amazónico de Bagua, porque ha infligido una
derrota política al Estado neoliberal y ha abierto un nuevo horizonte de
sentido histórico para el movimiento popular a nivel nacional; segundo, se
encuentra en curso, en menor intensidad, un desarrollo de distintas articu­
laciones de los movimientos sociales y una mayor centralización de la iz­
quierda socialista a nivel nacional con proyecciones de integrarse, a su vez,
con el movimiento popular y la construcción progresiva de una alternativa
programática al neoliberalismo.

Actualmente, en América Latina, el movimiento popular viene salien­


do del largo reflujo en que lo postró la brutal ofensiva del neoliberalismo, la
crisis de las intermediaciones sociales, políticas y de la democracia tutelada.
En estos últimos años los llamados nuevos movimientos sociales de Amé­
rica Latina han demostrado con sus luchas las limitaciones de la democra­
cia representativa y la crisis de los partidos, particularmente de la izquierda
socialista. Esto explica, tal como lo sostiene Atilio Borón7, el creciente pa­
pel que vienen desempeñando los movimientos sociales en los procesos
democráticos de América Latina: como actores colectivos de cambio, ya
sea en el derrocamiento de mandatarios o en la movilización contra los in­
tentos privatizadores de la política neoliberal:

7 Atilio Borón: “ Crisis de las democracias y movimientos sociales en América Latina N o­


tas para una discusión". Liberación. Semanario en castellano que se publica en Suecia
(19-Enero-2007).

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M ovimientos sociales, crisis de representatividad política y democracia

“Revueltas populares derrocaron gobiernos reaccionarios en Ecuador


en 1997, 2000 y 2005; en Bolivia en 2003 y 2005, abriendo paso a la
formidable victoria electoral de Evo Morales a finales de este último
año; forzaron la salida de Alberto Fujimori en Perú en el año 2000 y
de Fernando de la Rúa en Argentina al año siguiente. Por lo menos
dieciséis presidentes -casi todos ellos obedientes clientes de Washing­
to n - tuvieron que apartarse del poder antes de la expiración de sus
mandatos legales, depuestos por arrolladoras rebeliones populares. Por
otra parte, los plebiscitos convocados para legalizar la privatización
de empresas estatales o servicios públicos invariablemente defrauda­
ron las expectativas neoliberales, como en el caso de Uruguay (obras
sanitarias y terminales portuarias) y el abastecimiento de agua y elec­
tricidad en Bolivia y Perú”.

A partir de 1990, las mayorías de la población mundial (en especial,


los trabajadores) son afectadas por una envestida del llamado “capitalismo
salvaje”, denominación dada por su carácter depredador y destructivo de la
existencia social. Gobiernos cívico-militares y regímenes autoritarios y dic­
tatoriales, impusieron el modelo neoliberal a través de medidas formuladas
en el “Consenso de Washington”. En consecuencia,

“Se desnacionalizó la economía con la privatización de sectores que


estaban bajo el control del Estado, se des-democratizó y se implantó
un Estado neoliberal que borró de un plumazo las conquistas logra­
das por la clase trabajadora y desarticuló todo el tejido social hacien­
do entrar en crisis todas las organizaciones, instituciones e interme­
diaciones sociales y políticas. Esta embestida capitalista fue adoptada,
implementada y generalizada en toda la región por distintos gobier­
nos las que trajeron profundas consecuencias a nivel de los derechos
sociales y políticos de los trabajadores y la población en general. Sus
más encarnecidas representaciones fueron los gobiernos de Carlos
Menem (Argentina), Alberto Fujimori (Perú), Salinas de Gortari
(México), Collor de Meló y luego Fernando H. Cardoso (Brasil). Las
profundas y regresivas consecuencias en términos sociales y demo­
cráticos que la aplicación de estas políticas supuso (de las cuales la

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J osé M artínez L laque

pauperización de masas es una de sus expresiones más trágicas) fue­


ron el resultado de las agudas transformaciones estructurales que
modificaron la geografía societal de los capitalismos latinoamericanos
en el marco del nuevo orden que parecía imponer la llamada “globali-
zación neoliberal”8.

Sobre el neoliberalismo, como expresión concreta del desarrollo capi­


talista en cuanto ofensiva ideológica y sus consecuencias económicas, so­
ciales, políticas y culturales en América Latina, entre otros, se ha desarro­
llado una vasta la literatura. También en lo referente a la resistencia de los
nuevos movimientos sociales desde principios de la década del 90, su as­
censo a fines de la misma década -cuando empieza la crisis del modelo neo­
liberal que se prolonga hasta nuestros días- En este periodo la conflictivi-
dad se incrementa en forma vertiginosa con sus particularidades en cada
país de la región. En este sentido, la realidad sociopolítica de los diferentes
países aparece signada por una renovada protesta social en los últimos años,
con nuevos movimientos sociales y con características diferentes de aque­
llos que se habían desarrollado en los años 70 y 80:

“Los conflictos sociales que se venían gestando ya no eran los mis­


mos que los de fines de la década del 70 y principios de los 80. Duran­
te estas décadas el modelo de acumulación y crecimiento económico
se gestaban en el sector industrial manufacturero con sus clásicas rela­
ciones salariales y organizaciones sindicales. Las transformaciones es­
tructurales que el neoliberalismo impuso sobre todos los órdenes de
la vida social, en particular en la economía y el mercado de trabajo
bajo los procesos de desindustrialización y financiarización económi­
ca, habrán de poner en crisis de dicha matriz de la acción colectiva y
debilitarán, aunque no habrán de eliminar el peso de los sindicatos de
asalariados como sujetos privilegiados del conflicto”9.

8 José Seoane, Emilio Taddei y Clara Algranati. “ Las nuevas configuraciones de los movi­
mientos populares en América Latina”. En: Atilio A. Borón Gladys Lechine. Política y
movimientos sociales en un mundo hegemónico. CLACSO . Buenos Aires. 2006, p. 228.
9 Op. cit, pp. 229-242.

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M ovimientos sociales, crisis de representatividad política y democracia

Sobre este hecho particular existen aún debates en las ciencias socia­
les: sobre los nuevos movimientos sociales, su naturaleza y significado en
el cambio social10. El concepto tiene acepciones diferentes que expresan las
acciones colectivas de los nuevos sujetos sociales que están en la escena
actual de los conflictos. Escena en la cual las connotaciones culturales revis­
ten vital importancia. Alain Touraine y Alberto Melucci son los más desta­
cados representantes del pensamiento social europeo de cuyos enfoques
podemos rescatar la importancia que reviste el sujeto y sus identidades cul­
turales.

La importancia de la identidad cultural va a resaltar la necesidad de


partir desde la vida cotidiana para entender los nuevos problemas genera­
dos por la regulación capitalista y la construcción de nuevas alternativas a
nivel social y político, individual y colectivo. En décadas pasadas, el papel
de la cultura, en los enfoques y concepciones políticas, particularmente de
la izquierda socialista, no tuvo la importancia que ahora adquiere. El deter-
minismo de lo estructural, de lo económico, dejó de lado la subjetividad en
todas sus manifestaciones. Este vacío teórico y epistemológico fue una de
las causas de la crisis programática y teórica de los socialistas. Pero, es nece­
sario precisar que la importancia que reviste la subjetividad, para el conoci­
miento y transformación revolucionaria de la realidad, fue claramente plan­
teada por Carlos Marx y Federico Engels en distintos pasajes de sus obras.
Al respecto, es importante revisar las Tesis sobre Feuerback, La Sagrada

10 Entre otros, este concepto ha sido empleado por Melucci para aludir una variedad de
procesos de cambio que configuran una situación de creciente incertidumbre para los
individuos que interfieren en sus posibilidades de construir una identidad estable (multi­
plicación de opciones, falta de orientación externa para elegir entre ellas). Esta posición
lo comparte investigadores europeos como Melucci (1980a y b, 1985, 1989), Habermas
(1981), Pizzorno (1994), Touraine (1981, 1985), Offe (1985, 1988), Klandermans (1984,
1991, 1992), Klandermans y Ogema (1987), Klandermans y Tarrow (1988) y Dalton y
Kuelchner (1992). Bell (1976) afirma que esas transformaciones estructurales están pro­
duciendo un cambio en el centro de gravedad del conflicto social, que desplaza fuera del
sector industrial y las clases sociales, en torno al cual estuvo polarizado durante más de
un siglo (Bell, 1976, 1977 y 1980). Adquieren creciente trascendencia otras nuevas con­
cepciones basadas en lazos culturales entre los que las protagonizan. Enrique Laraña, La
construcción de los movimientos sociales. Alianza Editorial, Madrid, 1999, p. 137.

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J osé M artínez L laque

fam ilia , el Anti-Diihring, los Manuscritos económico-políticos, la Ideología


Alemana, entre otros, donde sustentan “un humanismo realista que aspira
a considerar al hombre en su realidad efectiva y concreta; a comprender la
existencia del hombre en la historia, y a la historia misma como realidad
producida por el hombre a través de su actividad, de su trabajo, de su acción
social”11

En este sentido, por la crisis de los partidos políticos -particularmen­


te, los socialistas-, los nuevos movimientos sociales se han transformado en
las únicas referencias colectivas con que cuentan los explotados y domina­
dos para hacerse escuchar, así como para aperturar vías inéditas en la cons­
trucción de un nuevo imaginario emancipador. Estos nuevos movimientos
sociales, en los últimos años, vienen demostrando, creatividad en las distin­
tas formas de organización y lucha, así como en las plataformas que enar­
bolan, marcando la ruta de un nuevo horizonte. Una de sus características,
es la predominancia de la espontaneidad, muy rica en sus diferentes mati­
ces, importante por la horizontalidad de sus decisiones, pero con muchas
interrogantes que Atibo Borón lo plantea de la siguiente manera:

“Uno de los temas, que no está presente en debate actual en las cien­
cias sociales y que tiene mucho que ver con el sentido de las luchas
que vienen librando los movimientos sociales en América Latina y el
Perú, es lo referente al poder y su relación con un proyecto emancipa­
dor. Este tema siempre ha estado presente en la historia de las organi­
zaciones populares de América Latina, llámense movimientos o parti­
dos. Por eso son legítimas las interrogantes que formula Atilio Borón
cuando llega a la conclusión de que todas estas gestas heroicas de los
movimientos sociales no han contado con una alternativa programáti­
ca que esté sostenida por una centralización social y política que con­
duzca a un proyecto emancipador frente al neoliberalismo. Los movi­
mientos sociales -sostiene Borón- han adolecido de un talón de Aqui-
les fatal, resultante de la convergencia de tres fenómenos fuertemente

" Rodolfo Mandolfo. El humanismo de Marx. Fondo de Cultura. México 1964, p. 7.

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M ovimientos sociales, crisis de representatividad política y democracia

interrelacionados: a. la fragilidad organizativa; b. la inmadurez de la


conciencia política; y c. el predominio absoluto del espontaneísmo
como modo normal de intervención en la política. Por ello, es impor­
tante despejar las siguientes preguntas: ¿Cuáles son las formas organi­
zativas que requiere la lucha popular en el contexto del capitalismo
contemporáneo y en la coyuntura particular de cada uno de nuestros
países? ¿Cómo se articulan esas formas entre sí, para potenciar la efi­
cacia de los proyectos emancipadores? ¿Cuál es el papel que les cabe a
los partidos, los sindicatos, la gran diversidad de movimientos socia­
les, asambleas populares u otras formas precolombinas de organiza­
ción como las que aún existen en el mundo andino? ¿Cómo asegurar
que las reivindicaciones canalizadas por estas diversas estructuras or­
ganizativas se sinteticen en un proyecto global que les otorgue cohe­
rencia y eficacia? Se trata de preocupaciones abiertas y grandes inte­
rrogantes necesarias de ser esclarecidas para encarar un proyecto eman­
cipador o un “proyecto de refundación democrática”12.

En esta misma dirección, Aníbal Quijano sostiene que actualmente


crece la resistencia de los explotados, dominados y excluidos, contra la “glo-
balización” imperialista que se expresa en distintos movimientos que se
han dado en la región y que, más bien, está en curso la rápida expansión a
nivel mundial, proceso que conlleva la constitución de un nuevo imagina­
rio, ante todo en los jóvenes, destacando dos características centrales13:

Primero, la búsqueda de un nuevo horizonte de vida para la existencia


social de la especie, como elemento fundante de toda existencia social
alternativa. Es el que emerge como la idea de la utopía revolucionaria.

Segundo, la democracia; como condición, punto de partida y eje de


toda trayectoria en la producción de la sociedad, de una existencia

12 Atilio Boron. Ibid.


15 Aníbal Quijano. El nuevo imaginario anticapitalista. Artículo publicado con ocasión del
Foro Social Mundial de Porto Alegre 2003. Ver versión página web de Globalización.
org.Biblioteca de Documentos.

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J osé M artínez L laque

alternativa a la impuesta por el patrón colonial-capitalista de poder.


Esa perspectiva manifiesta podría, quizá, dar sentido a los debates sobre
las cuestiones en torno del poder y la revolución.

Sobre la presencia de una conciencia radical y emancipatoria en los


nuevos movimientos sociales que se han gestado en diversas partes de la
región y su relación con las organizaciones de la izquierda socialista, sus
resultados son heterogéneos: en algunos casos se han dado expresiones con­
cretas más desarrollados que en otros (como es las luchas populares desa­
rrolladas en la Argentina, (2001-2002), en su relación con un proyecto al­
ternativo al capitalismo. El debate se viene abriendo cada vez más, particu­
larmente en países donde el movimiento popular viene dando su apoyo a
proyectos nacionalistas y progresistas, como son los casos de Bolivia, Ve­
nezuela, Ecuador y Nicaragua. Sin embargo, los movimientos en estos
países no vienen calando en la conciencia de las masas puesto que estas no
cuentan con una estrategia de poder autónoma que les permita estar movi­
lizándose permanentemente.

La conclusión general es que en América Latina, los nuevos y anti­


guos movimientos sociales, han abierto una nueva etapa histórica desde fi­
nes de la década del 90 luego del prolongado reflujo en que vivió durante la
época de auge del neoliberalismo, de las dictaduras y el autoritarismo que
lo evadan y sostienen.

2. LOS NUEVOS M OVIM IENTOS SOCIALES EN EL PERÚ

En nuestro país, el movimiento popular tuvo su origen en el siglo XX


como expresión de las transformaciones ocurridas al interior de la economía,
la sociedad, la cultura y la política. Durante las primeras décadas de aquel
siglo, la formación social peruana se caracteriza por ser cada vez más hetero­
génea debido al carácter desigual y combinado de la acumulación y moderni­
zación capitalistas. Es la época de las inversiones del capital monopólico en la
minería, el petróleo y en el sector agro-exportador; estableciéndose, lo que en
las investigaciones sobre la dependencia en América Latina se las denomina,

176
M ovimientos sociales, crisis de representatividad política y democracia

como “economías de enclave”. Paralelamente a estas transformaciones eco­


nómicas, en Lima y el Callao principalmente, fueron desarrollándose distin­
tos establecimientos industriales como confecciones textiles, bebidas, cur­
tiembres, calzado, economías artesanales, entre otras, así como un sistema
financiero que modernizaron el país aceleradamente. Este proceso se exten­
dió a otras ciudades de la costa norte y sur marcando, todas ellas, una dife­
rencia con las ciudades y poblaciones de la sierra que permanecieron estanca­
das y descapitalizadas. En nuestro país, de 1895 a 1930, con la formación de la
“República Aristocrática” (como la tipificó Jorge Basadre), se desarrolló la
"primera modernización frustrante” (al decir de-Sinesio López), debido a la
implantación, desde arriba, de un “modelo de desarrollo hacia fuera”, porque
se pensaba que el desarrollo del Perú se lograría a través de las exportaciones
de materias primas (- exportación primaria).

Paralelamente, a la implementación de este modelo agro-extractivo-ex-


portador, se gestó el crecimiento orgánico, ideológico y político de la clase
obrera y de los sectores populares así como los primeros movimientos socia­
les por la conquista de reivindicaciones históricas, como las ocho horas de
trabajo, la reforma universitaria; sectores populares que, posteriormente, se
constituyeron en las bases sociales del aprismo, con Víctor Raúl Haya de la
Torre, y del socialismo; con José Carlos Mariátegui. En el plano ideológico y
político, durante la década del veinte, se desarrolló un intenso debate entre la
opción popular de la alternativa del capitalismo nacional (sostenida por el
APRA) y el socialismo (enarbolado por José Carlos Mariátegui). Este, como
otros puntos relacionados al partido, la estrategia de poder, el programa, se
convirtió en los ejes del derrotero y destino que debería optar el movimiento
obrero y popular. La época no estaba para zanjar esta disyuntiva, debido al
incipiente desarrollo de la lucha de clases, por la acumulación de las contra­
dicciones irresueltas que se fueron gestando durante el gobierno de Leguía,
tutelado por los monopolios norteamericanos, desembocó en una competen­
cia electoral primero y en una confrontación política militar después entre el
campo popular nacionalista y socialista frente a las fuerzas oligárquicas y su
brazo armado, el Ejército, que defendió abiertamente los intereses del bloque
dominante. Con el triunfo de estos últimos se cerró una etapa histórica del
desarrollo del movimiento popular.

177
J osé M artínez L laque

Luego, vendría un periodo de represión, clandestinidad y hegemonía


de dictaduras militares y gobiernos civiles ligados a la oligarquía, como son
los casos de Oscar Benavides, Manuel Odría y Manuel Prado y una expe­
riencia corta de un gobierno civil (el de José Bustamante Rivero) que contó
con el apoyo de las incipientes capas empresariales y una clase media timo­
rata que se subordinó al Partido Aprista que ya estaba en camino a conver­
tirse en una organización que se alejaba de las alternativas populares. A
continuación vino el gobierno de Manuel Odría quién tendrá que verse
obligado a convocar elecciones a fines de los años 50 ante una presión de las
nuevas capas medias y sectores populares que salían del largo reflujo que se
encontraban luego de la derrota que tuvo en su confrontación político-mi-
litar con las fuerza de la oligarquía.

Posteriormente, comenzó a acelerarse distintos procesos, como la mi­


gración, la urbanización y la industrialización dependiente, que fueron dán­
dole al país un “nuevo rostro”, al decir de José Matos Mar. Desde inicios de
la década de los 60 distintos procesos económicos, políticos, sociales y cul­
turales comenzaron a romper la hegemonía oligárquica y que culminará
con el proceso de reformas llevadas a cabo por el gobierno de Juan Velasco
Alvarado (1968-1975).

El proceso de urbanización llevado a cabo, particularmente de Lima y


Callao, desde inicios de la década del 40 hasta fines de los 70, del siglo pasado,
adquirió características particulares. La ciudad comenzó a crecer velozmente a
partir de las invasiones en predios urbanos por parte de los migrantes que pro­
venían de distintas zonas de la sierra. Inicialmente empezó con la ocupación de
tierras eriazas, después de tierras de cultivo e incluso habilitaciones urbanas al
este, norte, oeste y sur de Lima Metropolitana. A partir de la segunda genera­
ciones de migrantes, provenientes de la Sierra, Costa y Selva del Perú, Lima
adquirió un “nuevo rostro urbano”, así como a otros centros poblados de la
costa peruana que estaban inmersos en los procesos de la industrialización y
modernización. Como producto de estos procesos y del empuje creciente de
los migrantes se va a ir forjando cambios significativos en la mentalidad de la
mayoría de los migrantes convirtiéndoles en los nuevos actores del movimien­
to popular. Sobre este proceso, la bibliografía es abundante, destacan los traba-

178
M ovimientos sociales, crisis de representatividad política y democracia

jos de Aníbal Quijano sobre marginalidad y urbanización, dejóse Matos Mar


sobre “Desborde Popular y Crisis del Estado” y de Hernando de Soto con “El
Otro Sendero ”, entre otros, que dieron cuenta de la conformación de una nue­
va estructura social basada en el desarrollo significativo del sector popular,
mayoritariamente proveniente de las zonas andinas.

A lo largo de las últimas siete décadas los migrantes e hijos de migran­


tes fueron diferenciándose a nivel interno, haciendo muy compleja y con­
tradictoria no solo la composición sino también el desarrollo de su concien­
cia o cultura política. Desde fines de la década 70, se fue constituyendo el
llamado “mundo del migrante”, constituido por micro y pequeños empre­
sarios quienes, a través del desarrollo de “redes étnicas”, fueron articulando
un vasto sector informal que en la actualidad es mayoritario en cuanto se
refiere a su participación en el empleo y relevancia en PBI. Otros se incor­
poraban a los sectores sociales medios, manteniéndose, la mayoría, en con­
diciones sociales de pobreza y exclusión social.

Paralelamente, a este proceso de modernización capitalista, emergió


un proceso de democratización (“desde abajo”), con la participación de
nuevas organizaciones sindicales, sociales y políticas que expresaban los
intereses de las distintas clases y sectores sociales. Los conflictos que desa­
rrollaron los nuevos movimientos sociales y populares, bajo la influencia
de distintas corrientes socialistas y de la Revolución Cubana, marcaron un
nuevo periodo histórico que se caracterizó por la centralización de las lu­
chas de la clase obrera y los sectores populares. Estos nuevos movimientos
populares fueron los promotores de un proceso de “democratización desde
abajo” liderado por la clase obrera y la activa participación de los sectores
populares a nivel barrial, nuevas capas medias, estudiantes, profesionales e
intelectuales. La lucha por condiciones de trabajo y vida fueron ejes centra­
les de las luchas de los distintos movimientos sociales, agrupados bajo la
denominación de “movimiento popular”, por la composición de sus inte­
grantes y la connotación de sus reivindicaciones concretas e históricas.

El golpe militar de Juan Velasco Alvarado y el proceso reformista que


encabezó en el periodo que va de 1968 a 1975, desorientó no solo a los

179
J osé M artínez L laque

partidos de la burguesía dependiente sino también al incipiente movimien­


to clasista y autónomo de los trabajadores y a la izquierda socialista. En este
periodo, la clase obrera y los sectores populares desplegaron jornadas masi­
vas y permanentes por el reconocimiento de sus organizaciones gremiales,
dentro de éstas a la CGTP, por distintas reivindicaciones a nivel de las con­
diciones de trabajo, salariales y de vida. Los logros fueron significativos; las
luchas por la autonomía permitieron a la clase obrera alcanzar un nivel de
centralización como nunca se había dado. En esta conquista la participa­
ción de izquierda socialista fue muy importante en su lucha no solo contra
el capital sino también contra las tendencias reformistas que apoyaron al
régimen y que tenían presencia importante en la CGTP, máxima organiza­
ción reconocida por todos los trabajadores y la izquierda socialista.

La crisis del capitalismo mundial de mediados de la década de los años


70 precipitó la el desgaste y posterior derrumbe de la experiencia reformis­
ta velasquista. El movimiento popular, dirigida por el proletariado clasista
de clara orientación socialista, enfrentó heroicamente la embestida dictato­
rial de Francisco Morales Bermúdez. Los paros nacionales del 19 de julio
de 1977 y los de mayo de 1978 no solo fueron masivos y centralizados sino
que las formas de lucha implementadas por la clase obrera y los sectores
populares inauguraron un periodo pre revolucionario que culminó prime­
ro, con la convocatoria a una Asamblea Constituyente, donde las organiza­
ciones de izquierda tuvieron un tercio de representantes, y, después, con la
convocatoria a elecciones generales de 1980 en que la izquierda se presentó
dividida. Con el triunfo de Alfonso Barrantes a la Alcaldía de Lima en 1983
se puede decir, como muchos analistas lo sostienen, el movimiento popular
autónomo, clasista y de clara orientación nacional y socialista, tuvo una
clara representatividad política en la izquierda socialista.

La crisis al interior de las organizaciones de la izquierda socialista,


tuvo un punto de quiebre con la ruptura de la Alianza Revolucionaria de
Izquierda (ARI) en vísperas de las elecciones generales del año 80. Por ra­
zones de discrepancias muy fuertes no solo en la militancia socialista sino
en el propio movimiento popular lo llevó progresivamente a la pérdida de
referentes colectivos los cuales se ahondaron con la violencia senderista y la

180
M ovimientos sociales, crisis de representatividad política y democracia

represión brutal por parte de las Fuerzas Policiales y las Fuerzas Armadas.
Además, la represión no solo fue contra las organizaciones alzadas en ar­
mas, sino también contra los gremios y dirigentes de los sectores populares
(a quienes tipificaban de apoyo a los terroristas) y a toda forma de movili­
zación por la defensa de la vida. Dentro de este cuadro la resistencia y lucha
de los sectores populares en los 70 y 80 son presentadas en determinados
estudios de distinta forma a los efectuados por la izquierda socialista. Si
bien hay autores que sostienen que en el periodo de fines de los 70, el verti­
ginoso desarrollo de las luchas populares se expresó fundamentalmente en
Lima, Callao y otros centros urbanos de la costa peruana, que jugaron un
papel relevante en la transición hacia la democracia (parlamentaria) a partir
de posiciones asumidas democráticamente desde las bases; existen otros
autores cuyos enfoques contrasta, por ejemplo el estudio de Yusuke Mu-
rakami14quien considera excesivas estas apreciaciones de la conducta polí­
tica de los sectores populares, al sostener que las decisiones internas en las
organizaciones populares no eran claramente democráticas sino mas bien
ambiguas con predominancia del clientelaje, el autoritarismo y el caudillis­
mo de parte de las capas dirigenciales. Al mismo tiempo -sostiene este au­
to r- que las bases participaban poco de las decisiones y que, en muchos
casos, preferían delegar a los dirigentes las alternativas que se debería asu­
mir frente al Estado y a los grupos de origen externo.

En los años ochenta, llamada también la “década de la violencia”, la


“década perdida”, el panorama económico, social y político del país cam­
bió radicalmente en cuanto que los hechos internacionales con la guerra
interna, la caída del muro de Berlín y del socialismo burocrático de los paí­
ses de Europa del Este, como el desmembramiento de la U nión Soviética,
así como la embestida del neoliberalismo contra la clase trabajadora y sus
representaciones políticas, determinaron la fragmentación de la clase traba­
jadora, la crisis de los partidos de izquierda y la deslegitimación de la demo­
cracia burguesa.

14 Yusuke Murakami. La democracia según C y D . Un estudio de la conciencia y comporta­


miento político de los sectores populares en Lima. IEP-JCAS. 2000, pp. 163-175.

181
J osé M artínez L laque

En la década de los 90, con el autogolpe de Alberto Fujimori, el pano­


rama cambió radicalmente en lo referente a la relación del movimiento po­
pular con el Estado. Según Eduardo Bailón15 los cambios que se operaron
en la economía y la política, más profundamente en las relaciones entre el
Estado, sociedad y mercado, produjeron cambios drásticos en las visiones,
valores y comportamiento de personas así como en las formas de relación
social. Un contexto general de desideologización y de pérdida de sentido
de la política, crisis de patrones de agregación y vida social -nos dice Ba­
ilón- llevó a cambios significativos en la población como el autoritarismo,
individualismo, valoración del mercado y pragmatismo en función de la
eficacia con la consecuente erosión de la ética del bien común.

La severa crisis de los partidos políticos, fundamentalmente de los de


izquierda, así como la crisis de paradigmas y el derrumbe del socialismo
realmente existente, posibilitaron al fujimorismo bloquear todas las posibi­
lidades de articulación de intereses de los sectores populares profundamen­
te fragmentados, lo cual permitió acentuar su autoritarismo. Los nuevos
sectores populares de la década del 90 se caracterizan por su pobreza, hete­
rogeneidad y por su limitada autonomía. Han crecido los trabajadores in­
dependientes, las microempresas y la informalidad; formas de organización
para la supervivencia y la producción con poca capacidad para articular sus
intereses que por lo general se expresan a partir de su condición simultanea
de pobladores. Sus demandas, de algunos de estos sectores, han pasado de
aquellas centradas en bienes públicos, como agua, luz, etc. a demandas refe­
ridas a bienes privados, desactivando la acción colectiva16. El criterio políti­
co, implementado por la dictadura fujimorista se vio claramente en la fase
de su reelección en 1995. El incremento del presupuesto destinado al gasto
social asistencialista fue significativo y su impacto tuvo sus frutos. Distinto
fue a fines de los 90 cuando el régimen entró en crisis como producto de las

15 Eduardo Bailón Echegaray. “ Participación ciudadana en espacios locales: notas para un


balance necesario”. En: Para reinventar la democracia: posibilidades y límites de la parti­
cipación ciudadana en el Perú. Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales. Lima.
2001. pp. 19-18.
16 Eduardo Bailón, Ibíd., pp. 19-21.

182
M ovimientos sociales, crisis de representatividad política y democracia

movilizaciones populares que abrieron una nueva etapa con el impacto que
causaron estas movilizaciones en la caída del régimen fujimorista.

La década del 90 es tipificada, por la mayor parte de analistas, como la


década del neoliberalismo por el autoritarismo, la entrega de los recursos
naturales a las grandes transnacionales, la crisis de los partidos políticos y
de las instituciones burguesas, particularmente el Estado. El régimen que se
establece con Alberto Fujimori (1990-2000), fue sobre la base de una alian­
za política entre el gran capital, la cúpula militar y sectores de empresarios
nativos subordinados. Este régimen se encargó de implementar las medi­
das que recomendada el “Consenso de Washington” y que significaba el
aperturismo completo, las privatizaciones, el dominio absoluto del merca­
do, entre otras de sus 10 recomendaciones. El resultado: un país con un alto
porcentaje de pobreza y el enriquecimiento de un grupo de empresarios,
ligados a la industria del entretenimiento, la prensa, la gran minería y mili­
tares. Todos articulados en 4 grandes mafias, de las que nos da cuenta Fran­
cisco Durand en estudios sobre los grupos de poder en el Perú17.

A partir de 1998, con la crisis asiática, fue debilitándose el régimen, que


finalmente el año 2000 culminó con la huida de Fujimori y su posterior re­
nuncia a la presidencia desde el extranjero. Desde fines de la década del 90,
distintos sectores sociales ligados a las actividades de servicios de la educa­
ción, la salud, el trabajo independiente, juventud y sectores minoritarios de
la clase obrera y otros colectivos fueron agrupándose, expresando sus caren­
cias y deseos a través de distintas formas de lucha, la mayor parte de ellas
inéditas en el Perú, como producto de la imaginación y creatividad de los
sectores populares que estaban dispuestos a terminar con la dictadura. La
marcha de los “cuatro suyos” fue emblemática de un nuevo periodo que se
apertura en el Perú: el inicio del fin del apoliticismo, del miedo y deseos pro­
fundos por retornar a la democracia. Durante este periodo, que va desde fines

17 Francisco Durand. “La nueva derecha peruana en la coyuntura de 1990". Capítulo 5. En:
El poder incierto/Trayectoria económica y política del empresariado peruano. Fondo Edi­
torial del Congreso del Perú. Lima 2004, pp. 275-330.

183
J osé M artínez L laque

de los 90 hasta la actualidad, podemos decir que la presencia de nuevos movi­


mientos sociales es la principal característica de las luchas populares.

Son tres los grandes sectores donde los nuevos movimientos sociales
vienen dando dura batalla contra la envestida de las medidas neoliberales el
pacto del capital transnacional y los gobiernos de turno en lo que va del S.
XXI:

a. Las comunidades indígenas de la sierra, contra la gran minería que


deja secuelas de muerte a la población y contaminación del aire, el
agua, los pastos y del medio ambiente en general;

b. Las comunidades nativas de la selva que luchan contra los decretos


que ha dado el gobierno para entregar las tierras, los bosques, el agua,
los recursos, la biodiversidad, etc. a las transnacionales y al capital
nativo; y

c. Los sectores sociales a nivel urbano como son los trabajadores de ser­
vicios, educación, salud, justicia, estudiantes, profesores, medio am­
biente, seguridad, jubilados, entre otros, que luchan por reivindica­
ciones políticas, sociales y culturales propias del medio laboral y espa­
cios de vida en la que se desenvuelven.

Durante el periodo 2001 al 2006 el gobierno de Alejandro Toledo no


modificó sustancialmente el modelo neoliberal por obra de tecnócratas for­
mados, adiestrados en Estados Unidos y ligados al Fondo Monetario Inter­
nacional, el Banco Mundial y otras instituciones financieras. Por la presión
que ejercen distintos gremios de la sociedad civil, el gobierno tuvo que cum­
plir con algunas de las reivindicaciones de los trabajadores y la población
que habían sido cancelados por la dictadura fujimorista. Su alianza con las
grandes transnacionales y las instituciones financieras le otorgaron estabili­
dad económica que le permitió sortear la crisis de gobernabilidad. En este
periodo los distintos movimientos sociales y organizaciones populares si­
guieron fortaleciéndose aunque carentes de centralidad gremial y orienta­
ción política.

184
M ovimientos sociales, crisis de representatividad política y democracia

El actual gobierno de Alan García se caracteriza por dar un conjunto


de medidas que tienen como objetivo atraer la inversión extranjera sin tener
en cuenta, en lo mínimo, los intereses de la nación. En sus tres artículos
sobre el “Perro del hortelano”, publicados en diario “El Comercio”, se puede
apreciar su abierta defensa de la economía neoliberal. Según García, el país
con inversiones extranjeras, incentivos y exoneraciones ventajosas para el
gran capital, puede conseguir el desarrollo económico social. Desde este
objetivo todos los recursos naturales están en subasta en el mercado inter­
nacional. De ahí que gran parte de las tierras de las comunidades andinas y
amazónicas ya están bajo el control de los grandes consorcios internaciona­
les. Por otro lado, la explotación minera que llevan a cabo las trasnacionales
en distintos lugares de la sierra del Perú, han encontrado la resistencia de
las comunidades andinas. Del mismo modo, esta resistencia se ha dado por
el movimiento amazónico, particularmente los pueblos nativos de Bagua,
que han dado grandes lecciones de carácter estratégico, inéditas en la histo­
ria de las luchas de los pueblos del Perú.

O tro aspecto importante de esta etapa es el imaginario popular que se


desarrolló en los distintos movimientos sociales. Movimientos que se acre­
cientan cada vez más no sólo cuantitativamente, con una mayor conflictivi-
dad, sino también cualitativamente: por el significado que reviste el conte­
nido de sus mensajes que se expresan en sus distintas reivindicaciones, en
las formas de organización y lucha; en la subjetividad que proviene de sus
propias experiencias de vida colectivas, sus tradiciones, memoria, mitos,
leyendas y simbolizaciones diversas que son parte de su cosmovisión fren­
te a la naturaleza, la vida y de su identidad.

El nuevo periodo histórico ha creado distintos movimientos sociales y


populares. Desde el gobierno de Alejandro Toledo hasta lo último que suce­
dió con la huelga amazónica que tuvo su culminación con los sucesos de
bagua, requieren una reflexión profunda sobre el significado que revisten las
luchas que viene librando la población indígena amazónica andina y popular.

Sobre esta realidad, las estadísticas publicadas por la Defensoría del


Pueblo, los balances sobre los conflictos realizados por distintas institucio­

185
J osé M artínez L laque

nes estatales y analistas sociales, corroboran este panorama en el Perú. En


un estudio sobre protestas sociales en el Perú, en el periodo que comprende
los años de 1995 al 2006, Romeo Grompone y Martín Tanaka (2009), luego
de presentar las estadísticas a nivel nacional sobre las distintas protestas, los
escenarios, los actores, modalidades de lucha y otros llegan a las siguientes
conclusiones:

a. Las protestas sociales en el Perú en el periodo han seguido una línea


ascendente desde fines de la década del 90; inicialmente en el contexto
del cuestionamiento a una segunda reelección de Fujimori, y luego,
por un conjunto de factores, entre ellos un cambio en la estructura de
oportunidades políticas signados por el proceso de apertura y demo­
cratización. Las protestas fueron principalmente de carácter local y
fragmentado, terminando posteriormente con la Marcha de los Cua­
tro Suyos que fue masivo, organizado, unitario y esencialmente polí­
tico.

b. Las protestas nos muestra una realidad social marcada por la desarti­
culación de las instancias que construyen la representación social y
política. Estas protestas tienden a asumir la forma de “estallidos” es­
porádicos, con una vigencia limitada generalmente al momento mis­
mo de la irrupción para ser cuestionados y perder vigencia después;
no suelen seguir caminos institucionales, no suelen construir actores;
y oscilan entre la confrontación y cooptación con carácter de cliente-
lismo de parte del Estado18.

Más adelante, en el mismo texto, los autores reconocen que estas pro­
testas pusieron en jaque a Alberto Fujimori y a Alejandro Toledo donde
este último terminó cuestionado con una desaprobación muy baja. Pero
estas protestas no alcanzaron la radicalidad que se presentó en otros países
en los mismos años y que llevaron a la caída de los presidentes Abdalá Bu-
caram (1997), Jamil Mahuad (2000) y Lucio Gutiérrez (2005), en Ecuador;

18 Romeo Grompone y Martín Tanaka. Entre el crerímiento económico y la insatisfacción


social (Editores). IEP Lima, 2009, pp. 381-382.

186
M ovimientos sociales, crisis de representatividad política y democracia

en Bolivia a la caída de Gonzalo Sánchez de Lozada (2003) y Carlos Meza


(2005) y en la Argentina del presidente Eduardo de la Rúa (2001). Se debe
tener en cuenta la diferencia de movimientos y contextos. En el caso de
Mahuad tuvo un marcado protagonismo el movimiento indígena; en el de
Argentina, la severa crisis económica y la represión de las protestas que
llevaron a la mayoría de la clase política a responder a un malestar general
de ciudadanos. Es por eso que, en el caso peruano, las protestas carecían de
articulación y de un sentido político a pesar de la alta conflictividad, como
es el caso del gobierno de Toledo que terminó su mandato sin sobresaltos19.

De este análisis podemos precisar dos aspectos centrales para un pro­


yecto estratégico de poder:

Primero, la débil articulación del movimiento popular, y

Segundo, la ausencia de un partido gestado desde el interior del pro­


pio movimiento social.

En el mismo sentido y, a diferencia de los países de la región, desde


inicios del siglo XXI en el Perú adquirieron importancia los conflictos so­
ciales relacionados con los recursos naturales los cuales, a partir del 2004, se
van a incrementar vertiginosamente con nuevas reivindicaciones y formas
de lucha de parte de las comunidades andinas y nativas de la selva contra las
grandes empresas transnacionales ligada a la minería. Así tenemos, que a
partir del 2005, “los conflictos socio ambientales empiezan a aparecer entre
los principales conflictos. En el 2007 continua en aumento hasta llegar a un
36% de los conflictos registrados y llegan en el 2008 a su máxima expresión
en julio y agosto con 51% y 49% respectivamente. El 71% de los 78 con­
flictos ambientales se relación con la contaminación de recursos de la zona
o una potencial contaminación. Hay un 28% por compensación y demanda
de desarrollo. Las comunidades que participan en estos conflictos no están
en la capacidad de probar científicamente la contaminación del agua, las

19 Ibídem., p. 385.

187
J osé M artínez L laque

enfermedades de peces y ganado y el bajo rendimiento de las cosechas por


la contaminación de las mineras o de hidrocarburos”20.

Todos estos conflictos tienen en común la presencia de una empresa


minera o de hidrocarburos en tierras ocupadas por comunidades andino-
amazónicas. Estas comunidades establecen distintas relaciones con las em­
presas de acuerdo a las particularidades del conflicto. Tanto es así que hay
casos en los cuales los movimientos rechazan la presencia de estas empre­
sas; en otros, los movimientos negocian las condiciones de su presencia.
También hay casos donde se discute el reparto de las rentas que éstas gene­
ran. Los conflictos giran en torno a la distribución y el uso del canon. La
gran mayoría de ellos se suscitan entre las poblaciones rurales y las empre­
sas que desarrollan las actividades de explotación y extracción de minerales
con un control impresionante de tierras de las comunidades campesinas y
nativas que, según cifras proporcionadas por el estudio mencionado de Car­
los Monge y otros, alcanza más de 16 millones de Has. En el caso de las
comunidades campesinas, el 55% se encuentran en esta situación21.

De todos estos conflictos andinos y amazónicos, los casos más emble­


máticos son Tambo Grande en Piura, cuyos pobladores rechazaron el pro­
yecto minero de ese nombre en el año 2005, a causa de los efectos corrosi­
vos de la contaminación minera en el agua y en el medio ambiente; y el
conflicto en Bagua por la derogatoria de los decretos legislativos que afec­
tan la seguridad jurídica de sus tierras. Liderada por la Asociación Interét-
nica del Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP), este conflicto significó
la derrota política del régimen.

El hecho más relevante del renacimiento de estos movimientos indí­


genas fue la insurgencia del movimiento zapatista en Chiapas-México, el
primero de enero de 1994. Este movimiento se dio como respuesta al Trata­

20 Carlos Monge, León Portocarrero, Claudia Víale, Rocío García. “Recursos naturales y
conflictos sociales en el Perú del s. X X I”. En: Perú Hoy. Territorio y naturaleza Desarro­
llo en Armonía. DESCO, Lima 2008, pp. 118-120.
21 Ibíd., pp. 134-135.

188
M ovimientos sociales, crisis de representatividad política y democracia

do de Libre Comercio de México con Estados Unidos y Canadá, por la


postergación económica y cultural de las poblaciones indígenas empobre­
cidas, pero que cuentan con muchos recursos naturales, y por un deseo
ancestral de reconstruir su identidad. Tal acontecimiento, así como la cele­
bración de los 500 años de la conquista, se convirtieron en eventos signifi­
cativos para el inicio de de los movimientos indígenas a nivel de todo el
continente. Las distintas asambleas y cumbres de estos pueblos corrobora­
ron la presencia de los indígenas como actores que emergían a la escena
política después de mucho tiempo en la región, particularmente en Bolivia,
en el Ecuador y otros países de Centro América, y que han constituido
fuerzas de gobierno y de poder.

En la III Cumbre de los Pueblos llevada a cabo en el Perú, en mayo de


2008, las delegaciones de los pueblos nativos de América y de Europa plan­
tearon sus reivindicaciones postergadas a lo largo de la historia. En el Perú
las comunidades nativas exigen la derogatoria de los decretos 994,120,1089,
1083,1080 y otros, que estaban dirigidos a “precarizar, fragilizar, fragmen­
tar y privatizar” los territorios indígenas como propiedades de segunda cla­
se y facilitar su invasión por capitales transnacionales. La justificación ideo­
lógica fue expuesta en los artículos del “Perro hortelano” donde dichos
pueblos son acusados de “demagogia” en sus identidades culturales; de “error
histórico” a pobres sin productividad y por tanto, son condenados a ser
“ parte del pasado”. En estos artículos hay una clara y violenta sentencia
social: están fuera del futuro del Perú y eso es racismo institucionalizado
desde el Estado22.

A partir de agosto del 2008 hasta junio del 2009, las comunidades
amazónicas de Bagua emprenden una lucha por la derogatoria de los decre­
tos que afectan directamente su integridad territorial, su identidad y su vida.
Esta “insurgencia” culminó con el enfrentamiento sangriento de la pobla-
i ion y las fuerzas del orden. Luego de estos sucesos, el gobierno se vio

Roberto Espinoza, “ La lucha contra etnocidio capitalista en el Perú”. En: Buen Vivir:
vocero del movimiento cumbre de los pueblos, Año I, N °. 2, julio de 2009.
J osé M artínez L laque

obligado a derogar dichos decretos. Estos movimientos indígenas han in­


augurado un nuevo periodo histórico que se caracteriza por:

Primero, “la energía desplegada por las luchas del movimiento indíge­
na amazónico, anuncian el alumbramiento de grandes trasformacio­
nes políticas y sociales en la sociedad peruana. Dentro de este marco,
lo sucedido adquiere una vital trascendencia para la sostenibilidad del
ecosistema andino e incluso del m undo”23.

Segundo, no solo ha sido una derrota política al gobierno sino que


estamos frente a la segunda gran crisis del estado neoliberal (la prime­
ra fue la caída del fujimontesinismo, el año 2000), sucesos que revelan
que estamos ante la más grave crisis político-social que ha ocurrido
desde esa fecha y tienen la particularidad de haber puesto en cuestión
la gobernabilidad neoliberal, la estabilidad del régimen y, por tanto, la
propia continuidad del modelo.

Tercero, “esta crisis es asimismo, el anuncio de que estamos entrando


a una nueva fase de la lucha política social, como manifestación de ese
intermitente proceso de polarización política y social que -en medio
de flujos y reflujos- se viene procesando en el país desde hace algunos
años atrás, con la particularidad -de que ahora- el factor más activo de
la polarización es el propio presidente Alan García, porque sabe que
su poder y autoridad están acorralados”24.

En suma, “El significado que reviste los sucesos de Bagua, fortalece


los movimientos populares a nivel nacional”. Con estos sucesos se abre un
nuevo ciclo de protestas sociales en el país donde la “lucha por la soberanía
de los recursos naturales y la preservación de los ecosistemas de la amazo­
nia peruana tienen ahora dinámicos y potentes actores de carácter étnico,

23 Frente Nacional por la Vida y la Soberanía (Frenvidas): “ Las fuerzas del cambio se hacen
presentes, en medio de la crisis del régimen neoliberal, generada por la rebelión indígena
amazónica”. Lima, agosto de 2009, p. 9.
24 Ibíd., p. 10.

190
M ovimientos sociales, crisis de representatividad política y democracia

político y social (una combinación de etnia, nacionalidad y clase), en cuyos


territorios incorporan y hacen uso legítimo de nuevas formas de lucha que
casi siempre han desarrollados por los pueblos indígenas”25. La demanda de
los pueblos amazónicos se va convirtiendo en un movimiento de carácter
nacional que se expresa en la lucha del movimiento-andino del sur que se
solidariza con los pueblos amazónicos y que se articula con sus propias
experiencias, como son los casos Andahuaylas y Sicuani, que exigen tam­
bién la derogatoria de los decretos contra los pueblos amazónicos y la Ley
de recursos hídricos. También se hizo patente el apoyo de los sectores po­
pulares del Perú y de la comunidad internacional.

Por iniciativa de la AIDESEP, se constituye el Frente por la vida y la


soberanía nacional la cual es aceptada por los todos los sectores sociales. Su
carácter es amplio y unitario, pues cuenta con la participación de todas las
instituciones gremiales, la sociedad civil y las fuerzas políticas de la izquier­
da socialista.

Por todo lo expuesto, la construcción de un proyecto emancipatorio


.11tcrnativo a la sociedad capitalista; la organización del Frente por la vida y
lii soberanía nacional y el partido se convierten en instrumentos imprescin­
dibles. N o obstante, en estos escenarios de contienda, los movimientos so­
ciales amazónicos y andina muestran toda una serie de imaginarios simbó­
licos en las prácticas culturales, que requieren un análisis que a continua-
i ion vamos a desarrollar.

I. NUEVAS TENDENCIAS E IMAGINARIOS EMANCIPATORIOS

Los movimientos llamados actualmente indígenas amazónicos y an­


dinos en el Perú, muestran una serie de vivencias en la propia lógica de las
■■mcepciones del mundo que dan origen y sentido a toda una estructura de
\ ida y a la naturaleza como tal; en otras palabras, éstas son llamadas prácti-

" Ibíd.

191

r
J osé M artínez L laque

cas culturales (identitarias) que los pueblos ancestrales aún mantienen en


vigencia.

Ahí precisamente opera toda una serie de prácticas culturales como:


las estructuras míticas, creencias, formas de vida, sentido de justicia, senti­
do de la libertad, escala de valores, concepciones cosmológicas, expresiones
lingüísticas, creaciones artísticas, vivencias musicales, entre otras, que da
una esquematización o forma de diferenciarse de otros pueblos tradiciona­
les o indígenas como ellos han afirmado, o también actualmente se denomi­
nan como pueblos26 que, en palabras de Aníbal Quijano, estos pueblos asu­
men sin crítica alguna la denominación indígena. Este es el sentido organi-
zacional de una comunidad o pueblo que defiende la identidad territorial-
amazónica de manera crítica ante los intereses transnacionales y las políti­
cas neoliberales del gobierno en turno. El gobierno que se “disfraza con
una máscara” de una democracia cultural fallida, que no sólo ha violado
reglas y reglamentos de estos pueblos, sino a los derechos humanos y la
dignidad de cada uno de los seres del mundo amazónico y con calificativos
de seres inferiores. Esto es producto de la cultura y organización ideológica
occidental que expresan un desconocimiento e ignorancia de las formas de
vida armónica que llevan estos pueblos.

A partir de la derrota significativa que los pueblos amazónicos, par­


ticularmente el de Bagua, asestaron al Estado neoliberal podemos vislum­
brar una perspectiva de construcción de una nueva alternativa política. Pero
además, en estas luchas se ha podido apreciar con claridad imaginarios sim­
bólicos que representan y dan un sentido a toda una concepción amazónica
construida, conservada y trasmitida desde sus ancestros. En tal sentido, es­

26 Habrá que cuestionar un poco lo que en realidad significa la categoría Pueblo, porque
este concepto es precisamente la vivencia del mundo griego, es decir, proviene de la cul­
tura occidental, por tanto, sin critica alguna la estaría asumiendo la cultura amazónica,
para denominar como un único pueblo que viven en la Amazonia peruana por tanto
defienden su espacio geográfico, esto es llamado territorio como tal, que les pertenece
porque son ellos los que conocen a ese espacio territorial como único. Los pueblos ama­
zónicos se defina en como tales, porque es un lugar donde han nacido.
M ovimientos sociales, crisis de representatividad política y democracia

tos movimientos sociales se caracterizan actualmente, por tener un hori­


zonte de futuro que es una nueva visión de

[un] “imaginario que está en proceso de constitución, ante todo entre


los jóvenes, que tienen dos elementos constitutivos principales: pri­
mero, la necesidad y la búsqueda de un nuevo horizonte de sentido
para la existencia social de la especie, como elemento fundante de toda
existencia social alternativa. Es el que emerge como contenido de la
idea de utopía revolucionaria. Segundo, la democracia como condi­
ción, punto de partida y eje de toda trayectoria en la producción de
una sociedad, de una existencia social alternativa a la impuesta por el
patrón colonial-capitalista de poder. Esa nueva perspectiva podría qui­
zá, en adelante, dar sentido a los debates sobre las cuestiones en torno
del poder y la revolución”27.

Estos dos elementos, es decir, el nuevo horizonte y la democracia son


respuestas a la crisis del poder de una cultura política occidental racionalis­
ta, positivista y fragmentaria que, por mucho tiempo, ha desconocido a
estas culturas y formas de vida. Por ello es que, actualmente, los objetivos
comunes que resaltan estas culturas son la defensa de la naturaleza y la vida
misma. En una entrevista al líder indígena Alberto Pizango, sostiene lo si­
guiente:

“ ... la visión de los pueblos es la libertad, en el territorio donde habi­


temos como dueños, la verdadera gobernabilidad se trata de cómo es
que como seres humanos nos tratemos, soberanos del lugar en que se
puede vivir. N o es esta visión de desarrollo que trata de atropellar, no
es esa. La visión de los pueblos es cómo hacer para seguir viviendo
bien y eso significa cumpliendo nuestros deberes también. Y si pro­
pugnamos territorio, si decimos territorialidad, hablamos dentro del
territorio nacional. Pero nosotros decimos también, en el Perú ¿se res­

27 Aníbal Quijano. El Imaginario anticapitalista. Versión Electrónica: Globalizacion.org.


Conferencia pronunciada en el Primer foro social mundial Porto Alegre, 2003, p. 12.

193
J osé M artínez L laque

ponde a políticas del Estado o a políticas públicas de gobierno? La


respuesta es que se responde a políticas públicas de cada gobierno,
porque el que viene hace lo que quiere de acuerdo a su conveniencia
partidaria”2829.

En esta entrevista se muestra no sólo la preocupación por defender el


espacio territorial sino también una concepción práctica de respecto a la
vida, interpretación del mundo, de los mitos y los sueños, entre otros.

Sobre el particular señalaba ya José Carlos Mariátegui, refiriéndose a


la crisis de la sociedad contemporánea: “... la burguesía no tiene ya mito
alguno. Se ha vuelto incrédula, escéptica y nihilista”™. La preocupación y
explicación de Alberto Pizango acerca de las luchas del pueblo amazónico
concuerdan con lo sostenido por Nicole Bernex, que dice:

"... el territorio es siempre un espacio valorizado instrumental (dimen­


sión ecológico, económica o geopolítica) o culturalmente (dimensión
simbólica)... el territorio constituye un espacio donde se inscribe la cul­
tura en diferentes dimensiones: puede servir de marco de prácticas cul­
turales (pautas distintivas de comportamiento,/formas lingüísticas o
modos de gestión de los recurso naturales) o puede, también ser apro­
piados subjetivamente como símbolo de pertenencia territorial”30.

En este sentido Nicole Bernex, afirma que la continua gestación del


territorio es el rostro humanizado del espacio donde los abanicos de paisa­
jes revelan el alma profunda de las sociedades, sus orígenes, sus herencias,

28 Entrevista exclusiva e inédita a Aberto Pizango, La voz de Alberto Pizango: sobre el


pensamiento político del pueblo indígena. Presidente de AIDESEP, Lima, 21 de junio de
2009.
29 José Carlos Mariátegui. Alma Matinal, ed. Minerva, Lima, p. 33.
30 Bernex Nicole. “ Reflexiones sobre el territorio peruano. En torno a las propuestas del
Plan nacional de desarrollo territorial, 2004-2013“ . En Jean Paul Deler y otros: Los andes
y el reto del espacio mundo. Lima: Instituto Francés de estudios andinos e Instituto de
estudios Peruanos, 2004, P 326”: Citado por Erik Pajares. “Instrumentos de Gestión del
ambiente y los recursos naturales en el Perú". En: Perú hoy: Territorio y Naturaleza,
desarrollo en armonía. D ESCO , Lima, 2008, p. 18.

194
M ovimientos sociales, crisis de representatividad política y democracia

su s valores, pero también sus necesidades y capacidades. Ahí está el valor


de lo que Gastón Bacherlard llama los espacios de posición, defendido con­
tra las fuerzas adversas, llamados espacios amados.. .3l. En efecto, esta claro
que la concepción de territorio que identifica a las comunidades amazóni­
cas no tiene ninguna visión de resentimiento alguno sino, por el contrario,
es una sociedad que se fundamenta en la no propiedad privada de la colec­
tividad, debido a que el pueblo es su único propietario.

Se ha venido sosteniendo que existen pugnas entre amazónicos y an­


dinos debido a que estos últimos, cuando migran, hacen del bosque de la
selva una superficie “plana” para el cultivo agrícola como parte de su cultu­
ra ancestral y de sobrevivencia por la carencia de tierras. Esta racionalidad
andina no es destructiva como sí lo es en la cultura occidental, realidad que
es no entendida por la cosmovisión amazónica. Por lo que se debe tener
cuidado con cualquier intento de contraponer y antagonizar dos racionali­
dades de pueblos que son estratégicamente aliados frente a un enemigo co­
mún externo y más bien se debe promover la complementariedad de ambas
concepciones respetando sus propias especificidades y teniendo en cuenta
de que ambos provienen de la naturaleza. De acuerdo a esta tesis no sólo es
un imaginario el proteger la naturaleza, sino de convivir en armonía y en
equilibrio que, en palabras de Edgar Morin, es el amor a la tierra como
“poderosa y vital capacidad de irradiación de su sentido utópico y de su
contagiosa esperanza en “ otro mundo es posible ”, según escribe, Aníbal
Quijano.

Ante esta situación, los pueblos amazónicos y andinos, como movi­


mientos que configuran la realidad social, rechazan con distintas formas las
amenazas del poder. Las protestas y manifestaciones simbólicas que se re­
flejan en sus luchas muestran la operatividad del mito, tal como lo había
analizado José Carlos Mariátegui, desde una perspectiva social y cultural,
donde la historicidad es una modalidad de analizar la propia lógica de la
subjetividad colectiva de los movimientos sociales y donde “ la historia, en

!1 Gastón Bachelard. El aire y los sueños. FCE, México, 1997, p. 25.

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J osé M artínez L laque

gran proporción, es en gran parte subjetividad y en algunos casos, es casi


pura poesía”32. Se trata, pues, desde otra perspectiva, de un método que más
que “aplicarse” pasivamente, se ejerce y recrea sin cesar en el contacto vivo
de una formación histórico-social específica. Sin someterse a esquemas
preestablecidos sino de acuerdo a su mundo material y espiritual.

El estilo de pensamiento y acción del mundo indígena se expresa en la


necesidad de hallar, creativamente, una peculiar forma de conocer, sentir y
transformar la realidad. Estos movimientos, más allá de ser organizaciones
de protesta socio-políticas, se proyectan hacia el futuro que es el cambio
por el bienestar de todos los pueblos.

La población amazónica en sus constantes luchas sociales representa


un descontento sobre las políticas públicas del gobierno. En las manifesta­
ciones de junio del 2009 se ha visto un panorama de reclamo y defensa de la
vida y la soberanía que se traduce en el “vivir bien ”33. A diferencia de la
burguesía los explotados y oprimidos, tienen sueños, anhelos de trascen­
dencia, que mantiene la confianza en el futuro que reposa en las voluntades
colectivas. Pero, el imaginario simbólico, en estos nuevos movimientos,
constituye una disciplina de los pensamientos y prácticas de la realidad so­
cial amazónico-andinas, a través de los afectos, sentimientos y emociones,
que se encuentran regulados y organizados por un sistema político y una
estructura económica que configura las formas auténticas de la vida.

También tenemos a los ritos como prácticas culturales dentro de una


sociedad donde emergen nuevos movimientos sociales. Esto se ve con cla­
ridad en la cultura andina que permite comprender prácticas rituales y otras
culturas de la amazonia.

El imaginario ritualizado del año nuevo andino implica, entre otras


cosas, conectarnos con los espíritus de nuestros ancestros y con la

33 José Carlos Mariátegui, Alm a matinal. Ed. Amauta, Lima, 1950, II, p. 25.
33 El buen vivir para el amazónico es equilibrio, armonía con la naturaleza; para el mundo
andino es el respeto a mama pacha, que es la naturaleza.

196
M ovimientos sociales, crisis de representattvidad política y democracia

naturaleza simbolizada con la PachaMama. Y es una forma de reflexio­


nar no solo sobre los derechos humanos sino también sobre los dere­
chos cósmicos (derecho de existencias de la vida vegetal y animal) que
son los sistemas creencias y valores que se expresa en el uso racional y
conservación de los recursos que otorga la PachaMama y el IntiTata.
En suma, esta acción es una forma de renovación de los ciclos produc­
tivos y el comienzo de un nuevo compromiso con la tierra y el entor­
no ambiental, no sólo en lo espiritual sino también material y cultural
que purifica y bendice las aguas de los mares, de los ríos, lagos y ver­
tientes, y hace que los recursos naturales sigan su curso para continuar
alimentando a las actuales y futura generaciones54.

Más que ideas, el imaginario encarna emociones y sentimientos: “ri­


tuales para encauzar los comportamientos de agresión, de temor y de se­
ducción, que son caminos por los que el deseo se une al poder. Es el modo
como los actores sociales se conciben a sí mismos, cómo conciben el mundo
y cómo se relacionan con él”35. En realidad las personas se aferran de los
movimientos para superar sus conflictos, angustias, fracasos y demás situa­
ciones límite, donde los símbolos son los que unen y hacen pensar en la
trascendencia que son las creencias. Tiene esas características del símbolo
que son unir y hacer pasar más allá, trascender. Esta se asienta claramente
en las utopías; incluso es lo que mueve a las revoluciones como señalaba
José Carlos Mariátegui.

Como se puede apreciar, el mito ubica al hombre en la historia, esta es


justamente lo que pasa en los nuevos movimientos sociales actualmente.
Porque sin un mito la existencia del hombre indígena amazónico-andino
no tendría ningún sentido histórico. La historia la hacen los hombres poseí-

54 Veliz Alberto Cuya, Nuevo Andino. En: Ciberjure - Portal Jurídico Peruano, (http://
www.ciberjure.com.pe/index2.php ?option=com_content&do_pdf=l&id=4033, martes,
24 de junio de 2008. Modificado el martes, 24 de junio de 2008.
35 Mauricio Beuchot, Imaginario social y hermenéutica analógica: El presente trabajo for­
mará parte de un libro colectivo que se está desarrollando en la actualidad y que llevará
por título Las posibilidades de los Imaginarios Sociales, Tomado de: http://gceis.net/node/
78.

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J osé M artínez L laque

dos e iluminados por una creencia superior, por una esperanza más huma­
na; los demás son los conjuntos colectivos que se movilizan bajo el esque­
ma estructural. De ahí que toda obra y toda su vida también, signifiquen
una “invitación a la vida heroica y creadora” que es el triunfo.

El mito social, verdadero motor de la historia, no es una invención


arbitraria, sino que surge de la misma historia desde la colectividad. Por
eso, también, José Carlos Mariátegui en la búsqueda de un nuevo mito im­
pulsor de la aventura humana, no vacila en remitirse al antagonismo de las
clases fundamentales de la sociedad capitalista en crisis. De esta argumenta­
ción se deduce visiblemente que la diferencia en esta época de la burguesía
y el proletariado es el mito. El poder capitalista ya no tiene mito alguno. Se
ha vuelto incrédula, escéptica y nihilista. El mito capitalista ha envejecido
demasiado. Los movimientos sociales tienen un mito que le depara la histo­
ria y este es el cambio social con equidad y tolerancia. Hacia ese mito se
mueven los pueblos con fe vehemente y, militancia intachable.

198
NUEVAS PERSPECTIVAS: SOCIEDAD,
CULTURA Y ESTADO EN EL PERÚ

M a n u e l C a s t il l o O c h o a

A primera vista parecería que el tema del Estado, su análisis, su estudio,


es un asunto actualmente devaluado. N o suscita las grandes controversias del
pasado, ni su temática es interés de vitales discusiones. Y sin embargo no
siempre fue así. En el pensamiento europeo, lugar de origen y fuente matri-
cial de los asuntos estatales, su tema ha concitado interés desde los primeros
inicios de las reflexiones filosóficas, fue posteriormente, centro del debate
bajo el Imperio Carolingio y Maquiavello, en los albores del Renacimiento,
le dedicaría sendas páginas. En la actualidad, bajo otras ópticas -post estruc-
turalistas, post fundacionalistas- el tema no deja de concitar interés. La actual
polémica entre desconstruccionistas y pragmatistas -seguidores de Derrida y
Rorty respectivamente, cruza la discusión sobre el Estado1. Sin embargo en
América Latina y el Perú, las cosas parecen andar por otros caminos.

Desde que el pensamiento crítico hiciera su presentación en Améri­


ca Latina en la década del veinte, el asunto del estado fue tema pendiente

1 Chantal Mouffe, (Compiladora): Deconstmcción y pragmatismo, Paidós, Buenos Aires,

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