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Habitabilidad planetaria

La habitabilidad planetaria es una medida del potencial que tiene un


cuerpo cósmico de sustentar vida. Se puede aplicar tanto a los planetas como
a los satélites naturales de los planetas.

El único requisito absoluto para la vida es una fuente de energía. Por este
motivo, es interesante determinar la zona de habitabilidad de diferentes
estrellas, pero la noción de habitabilidad planetaria implica el cumplimiento
de muchos otros criterios geofísicos, geoquímicos y astrofísicos para que un
cuerpo cósmico sea capaz de sustentar vida. Como se desconoce la existencia
de vida extraterrestre, la habitabilidad planetaria es, en gran parte, una
extrapolación de las condiciones de la Tierra y las características del Sol y el
Comprender la habitabilidad
sistema solar que parecen favorables para el florecimiento de la vida. Es de
planetaria es, en parte,
interés particular el conjunto de factores que ha favorecido el surgimiento en
extrapolar las condiciones
la Tierra de organismos pluricelulares y no simplemente organismos terrestres, ya que la Tierra es el
unicelulares. La investigación y la teoría sobre este tema son componentes de único planeta conocido que
la ciencia planetaria y la disciplina emergente de la astrobiología. contiene vida.

La idea de que otros planetas puedan albergar vida es muy antigua, aunque
históricamente ha estado enmarcada dentro de la filosofía tanto como dentro de las ciencias físicas.Nota 1 El final del
siglo XX vivió dos grandes avances en esta materia. Para empezar, la exploración robótica y la observación de otros
planetas y satélites del sistema solar han proporcionado información esencial para definir los criterios de habitabilidad
y han permitido establecer comparaciones geofísicas sustanciales entre la Tierra y otros cuerpos. El descubrimiento de
planetas extrasolares —que comenzó en 1992 y se ha disparado desde entonces— fue el segundo hito. Confirmó que el
Sol no es único albergando planetas y extendió el horizonte de la investigación sobre habitabilidad más allá del sistema
solar.

Índice
Sistemas estelares aptos
Tipo espectral
Una zona habitable estable
Baja variación estelar
Alta metalicidad
Características planetarias
Masa
Órbita y rotación
Geoquímica
Sistemas estelares alternativos
Sistemas binarios
Sistemas con enana roja
Otras consideraciones
«Buenos jupíteres»
La vecindad galáctica
Impacto de la vida en la habitabilidad
Véase también
Notas
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos

Sistemas estelares aptos


La comprensión de la habitabilidad planetaria
empieza en las estrellas. Aunque puede que los
cuerpos que, en general, son parecidos a la Tierra
sean muy numerosos, es igual de importante que el
sistema en el que habitan sea compatible con la
vida. Con el auspicio del Proyecto Phoenix del SETI,
las científicas Margaret Turnbull y Jill Tarter
desarrollaron en 2002 el "HabCat" (o "Catálogo de
Sistemas Estelares Habitables"). El catálogo fue
confeccionado cribando las casi 120 000 estrellas
del Catálogo Hipparcos hasta quedarse con un Órbita de 55 Cancri f dentro de la zona de habitabilidad
grupo de 17 000 "HabStars", y los criterios de planetaria de su estrella 55 Cancri.
selección que utilizaron proporcionan un buen
punto de partida para comprender por qué son
necesarios los factores astrofísicos para que un planeta sea habitable.1

Tipo espectral
El tipo espectral de una estrella indica la temperatura de su fotosfera, que (para las estrellas de la secuencia principal)
está correlacionada con la masa total. Actualmente se considera que el rango espectral apropiado para las "HabStars"
va desde "F bajo" o "G" hasta "K mediano". Esto corresponde a unas temperaturas de poco más de 7000 K hasta poco
más de 4000 K; el Sol (no es coincidencia) está justo en el punto medio de estos límites, y está clasificado como
estrella G2. Las estrellas de "clase media" como ésta tienen una serie de características consideradas importantes para
la habitabilidad planetaria:

Viven al menos unos cuantos miles de millones de años, dando oportunidad a que la vida evolucione. Las
estrellas de la secuencia principal de tipo "O", "B" y "A", más luminosas, normalmente viven menos de mil
millones de años y en casos excepcionales menos de 10 millones de años.2 Nota 2
Emiten la suficiente radiación ultravioleta de alta energía para que se produzcan fenómenos atmosféricos
importantes como la formación de ozono, pero no tanta como para que la ionización destruya la vida
incipiente.3
Puede existir agua líquida en la superficie de los planetas que orbitan a una distancia que no produce
acoplamiento de marea. (véase la siguiente sección y la 3.2).
Estas estrellas no son ni "muy calientes" ni "muy frías" y viven lo bastante como para que la vida tenga oportunidad de
surgir. Este rango espectral representa entre un 5 y un 10 por ciento de las estrellas de la galaxia Vía Láctea. Si las
estrellas de tipo K bajo y M ("enanas rojas") también son aptas para albergar planetas habitables es quizás la cuestión
abierta más importante de todo el campo de la habitabilidad planetaria, dado que la mayor parte de las estrellas caen
dentro de ese rango; esto se explica extensamente más abajo.

Una zona habitable estable


La zona habitable (ZH) es una cáscara teórica que rodea a una estrella, dentro de la cual cualquier planeta tendría
agua (u otro disolvente potencial) líquido en su superficie. Después de una fuente de energía, el agua líquida se
considera el ingrediente más importante para la vida, considerando lo esencial que es para todos los seres vivos de la
Tierra. Puede que esto refleje los prejuicios de una especie dependiente del agua, y si se descubre vida en ausencia de
agua (por ejemplo, en una solución de amoníaco líquido), la noción de ZH tendrá que expandirse mucho o descartarse
completamente por demasiado restrictiva.Nota 3

Una ZH "estable" implica dos factores. Primero, el rango de una ZH no debe variar mucho con el tiempo. Todas las
estrellas aumentan de luminosidad cuando envejecen y sus ZH se desplazan naturalmente hacia el exterior, pero si
esto sucede demasiado rápido (por ejemplo, con una estrella supermasiva), los planetas tendrán solo una breve
ventana dentro del ZH y por tanto una menor probabilidad de desarrollar vida. Calcular el rango de una ZH y su
movimiento a largo plazo nunca es sencillo, dado que los ciclos de retroalimentación negativos como el ciclo del
carbono tienden a desplazar los aumentos de luminosidad. Las suposiciones que se hacen sobre las condiciones
atmosféricas y la geología tienen un impacto sobre el rango de la ZH tan grande como la evolución solar; los
parámetros propuestos para la ZH del Sol, por ejemplo, han fluctuado mucho.4

Segundo, no debe existir ningún cuerpo masivo como un gigante gaseoso dentro o relativamente cerca de la ZH,
interfiriendo en la formación de cuerpos como la Tierra. La masa del cinturón de asteroides, por ejemplo, parece que
no fue capaz de formar un planeta por acreción debido a resonancias orbitales con Júpiter; si el gigante hubiese
aparecido en la región que ahora está entre las órbitas de Venus y Marte, casi con toda seguridad la Tierra no habría
desarrollado su forma actual. Esto está compensado de alguna manera por los indicios de que un gigante gaseoso
dentro de la ZH, bajo ciertas condiciones, podría tener satélites habitables.5

Antes se suponía que el patrón de planetas rocosos interiores y gigantes gaseosos exteriores observable en el Sistema
Solar era la norma en todas partes, pero los descubrimientos de planetas extrasolares han echado por tierra esta idea.
Se han hallado numerosos cuerpos del tamaño de Júpiter en órbita cercana a su estrella primaria, desbaratando las
ZHs potenciales. Es probable que los datos actuales de planetas extrasolares estén sesgados hacia los planetas grandes
con órbitas pequeñas y excéntricas, porque son mucho más fáciles de identificar; todavía permanece desconocido qué
tipo de sistema solar es la norma.

Baja variación estelar


Los cambios en luminosidad son comunes en todas las estrellas, pero la magnitud de esas fluctuaciones cubre un gran
rango. La mayoría de las estrellas son relativamente estables, pero una minoría significativa de estrellas variables
experimenta a menudo aumentos súbitos e intensos de luminosidad, y por consiguiente de energía radiada hacia los
cuerpos en órbita. Estas estrellas se consideran malas candidatas para albergar planetas habitables, ya que su
impredecibilidad y los cambios en sus emisiones de energía tendrían un impacto negativo en los organismos. Como
consecuencia más evidente, los seres vivos adaptados a una temperatura particular probablemente serían incapaces de
sobrevivir a un cambio de temperatura demasiado grande. Es más, los aumentos de luminosidad suelen estar
acompañados de enormes dosis de rayos gamma y rayos X que pueden resultar letales. Las atmósferas mitigan tales
efectos (un aumento absoluto del 100 por ciento de la luminosidad del Sol no necesariamente significaría un aumento
del 100 por ciento de la temperatura absoluta de la Tierra), pero puede que la protección de las atmósferas no se dé en
los planetas que orbitan alrededor de estrellas variables, ya que la energía de alta frecuencia que golpea a estos
cuerpos los privaría continuamente de su cubierta protectora.

El Sol, como en casi todo, es benigno en relación con este peligro: la variación entre el máximo y el mínimo solar es de
apenas un 0,1 por ciento, a lo largo de su ciclo solar de 11 años. Hay gran evidencia de que los pequeños cambios en la
luminosidad del Sol han tenido efectos significativos en el clima de la Tierra dentro del tiempo histórico; la Pequeña
Edad de Hielo de mediados del segundo milenio, por ejemplo, pudo tener su causa en una disminución a largo plazo
de la luminosidad del Sol.6 Por tanto, una estrella no necesita ser una verdadera estrella variable para que las
diferencias en su luminosidad afecten a la habitabilidad. De los "gemelos del sol" conocidos, se considera que el que
más se parece al Sol es 18 Scorpii; es interesante el hecho de que la única diferencia significativa entre ambos cuerpos
es la amplitud del ciclo solar, que parece ser mucho mayor para 18 Scorpii.7

Alta metalicidad
Aunque el grueso del material de cualquier estrella es el hidrógeno y el helio, hay una gran variación en la cantidad de
elementos pesados que contiene. Una gran proporción de metales en una estrella está correlacionada con la cantidad
de material pesado disponible en el disco protoplanetario. Una baja cantidad de metal disminuye significativamente la
probabilidad de que se hayan formado planetas alrededor de una estrella, según la teoría de la nebulosa solar sobre la
formación de sistemas planetarios. Cualquier planeta que se forme alrededor de una estrella con poco metal tendrá
probablemente muy poca masa, y por tanto no será favorable para la vida. Hasta la fecha, los estudios
espectroscópicos de los sistemas en los que se ha encontrado un exoplaneta confirman la relación entre un alto
contenido metálico y la formación de planetas: «Las estrellas con planetas, o al menos con planetas similares a los que
encontramos hoy en día, son claramente más ricas en metales que las estrellas sin compañía planetaria».8 La alta
metalicidad también establece un requisito de juventud para las habstars: las estrellas formadas al principio de la
historia del universo tienen un contenido bajo de metales y una correspondiente menor probabilidad de tener
compañeros planetarios.

Características planetarias
La principal suposición sobre los planetas habitables es que son terrestres. Estos planetas, que se encuentran
aproximadamente dentro de un orden de magnitud de la masa de la Tierra, están compuestos principalmente de rocas
de silicato y no han acrecido a partir de las capas gaseosas exteriores de hidrógeno y helio que se encuentran en los
gigantes gaseosos. No se ha descartado completamente que pueda evolucionar vida en las nubes superiores de los
planetas gigantes,Nota 4 aunque se considera poco probable dado que no tienen superficie y su gravedad es enorme.9
Los satélites naturales de los planetas gigantes, por otro lado, son candidatos perfectamente válidos para albergar
vida.10

Al analizar qué ambientes tienen mayor probabilidad de permitir vida, se suele hacer una distinción entre los
organismos unicelulares como las bacterias y arqueas, y los organismos complejos como los metazoos (animales). La
unicelularidad precede necesariamente a la pluricelularidad en cualquier hipotético árbol de la vida, y donde emergen
organismos unicelulares no hay nada que asegure que se desarrollará mayor complejidad que esa.Nota 5 Las
características planetarias listadas abajo se consideran generalmente cruciales para la vida, pero en todos los casos los
impedimentos a la habitabilidad deben considerarse más severos para los organismos pluricelulares como las plantas
y los animales que para la vida unicelular.

Masa
Los planetas con poca masa son malos candidatos para la vida por dos razones. Primero, su baja gravedad hace que
conservar la atmósfera sea difícil. Las moléculas constituyentes tienen más probabilidad de alcanzar la velocidad de
escape y perderse en el espacio cuando son bombardeadas con viento solar o agitadas por una colisión. Los planetas
que no tienen una atmósfera gruesa carecen del material necesario para una bioquímica primaria, tienen poco
aislamiento y poca transferencia de calor entre su superficie (por ejemplo, Marte, con su fina atmósfera, es más fría de
lo que lo sería la Tierra a una distancia parecida) y menos protección contra la radiación de alta frecuencia y los
meteoroides. Además, si la atmósfera es menor de 0,006 atmósferas terrestres, no puede existir agua en forma líquida
por no alcanzar la presión atmosférica requerida, 4,56 mmHg (608 pascales). El rango de temperaturas en el que el
agua es líquida es más pequeño a bajas presiones, en general.
Segundo, los planetas pequeños tienen diámetros pequeños y por
tanto mayor proporción superficie/volumen que sus primos mayores.
Estos cuerpos tienden a perder rápidamente la energía que sobró tras
su formación y terminan geológicamente muertos, careciendo de
volcanes, terremotos y actividad tectónica, que proporcionan a la
superficie materiales necesarios para la vida y a la atmósfera
moderadores de la temperatura como el dióxido de carbono. La
tectónica de placas parece ser particularmente crucial, al menos en la
Tierra: no solo sirve para reciclar minerales y compuestos químicos
importantes, también fomenta la biodiversidad creando continentes
y aumentando la complejidad ambiental y ayuda a crear las células
convectivas necesarias para generar el campo magnético terrestre.11
Marte, con su atmósfera, es más frío de
"Poca masa" es una etiqueta en parte relativa; se considera que la
lo que lo sería la Tierra si estuviera a una
Tierra tiene poca masa cuando se compara con los gigantes gaseosos distancia del Sol parecida.
del sistema solar, pero es, de todos los cuerpos terrestres, el más
grande en diámetro y masa y también el más denso.Nota 6 Es lo
bastante grande para retener una atmósfera con su gravedad y para que su núcleo líquido siga siendo una fuente de
calor, impulsando la diversa geología de la superficie (la descomposición de los elementos radioactivos en el núcleo de
un planeta es otro componente significativo del calentamiento planetario). Marte, en contraste, está casi (o quizás
totalmente) muerto geológicamente, y ha perdido gran parte de su atmósfera.12 Por tanto, sería correcto deducir que
el límite de la masa mínima para la habitabilidad se encuentra en algún punto entre Marte y la Tierra o Venus. Unas
circunstancias excepcionales ofrecen casos excepcionales: el satélite de Júpiter Io (más pequeña que los planetas
terrestres) es volcánicamente activa por las tensiones gravitatorias inducidas por su órbita; el vecino Europa puede
tener un océano líquido bajo una capa congelada debido también a la energía creada en su órbita alrededor de un
gigante gaseoso; el satélite de Saturno Titán, por otro lado, tiene una remota posibilidad de albergar vida, ya que
conserva una gruesa atmósfera y son posibles las reacciones bioquímicas en el metano líquido de su superficie. Estos
satélites son excepciones, pero demuestran que la masa como criterio de habitabilidad no puede considerarse como
definitiva.

Finalmente, un planeta grande es probable que tenga un gran núcleo de hierro. Esto permite la existencia de un campo
magnético que proteja al planeta del viento solar, que de otra manera tendería a despojarlo de su atmósfera y
bombardearía a los seres vivos con partículas ionizadas. La masa no es el único criterio necesario para producir un
campo magnético —el planeta también debe rotar lo bastante rápido para producir un efecto de dinamo dentro de su
núcleo13 — pero es un componente significativo del proceso.

Órbita y rotación
Como en los otros criterios, la estabilidad es la consideración crítica para determinar el efecto de las características
orbitales y rotacionales sobre la habitabilidad planetaria. La excentricidad orbital es la diferencia entre las distancias
mayor y menor al objeto primario. Cuanto mayor es la excentricidad, mayor es la fluctuación de la temperatura en la
superficie de un planeta. Aunque son adaptativos, los seres vivos solo pueden soportar cierta variación, sobre todo si
las fluctuaciones sobrepasan tanto el punto de congelación como el punto de ebullición del solvente biótico principal
del planeta (por ejemplo, el agua en la Tierra). Si, por ejemplo, los océanos de la Tierra se evaporaran y congelaran
alternativamente, es difícil imaginar cómo podría haber evolucionado la vida tal y como la conocemos. Cuanto más
complejo es un organismo, más sensible es a las temperaturas.14 La órbita de la Tierra es casi circular, con una
excentricidad menor de 0,02; otros planetas de nuestro sistema (con la excepción de Plutón y Mercurio) tienen
excentricidades igualmente benignas.
Los datos recogidos sobre la excentricidad orbital de los planetas extra solares ha sorprendido a muchos
investigadores: el 90 % tiene una excentricidad orbital más grande que los planetas del sistema solar, y la media es
0,25.15 Esto podría ser fácilmente el resultado de un sesgo en la muestra. A menudo los planetas no se observan
directamente, sino que se infieren a partir del "tambaleo" que producen en su estrella. Cuanto mayor es la
excentricidad, mayor es la perturbación sobre la estrella, y por tanto mayor la detectabilidad del planeta.

El movimiento de un planeta alrededor de su eje de rotación también debe cumplir ciertos criterios para que la vida
tenga oportunidad de evolucionar. Una primera suposición es que el planeta debe tener estaciones moderadas. Si hay
poca o ninguna inclinación axial (u oblicuidad) relativa a la perpendicular de la eclíptica, no habrá estaciones y por
tanto desaparecerá un estimulante principal de la dinámica de la biosfera. El planeta también sería mucho más frío de
lo que sería si tuviera una inclinación significativa: cuando la radiación más intensa cae siempre dentro de unos pocos
grados del ecuador, el clima cálido no puede superar al polar y el clima del planeta acaba dominado por los sistemas
climáticos polares, más fríos.

Por otro lado, si un planeta está radicalmente inclinado, las estaciones serán extremas y harán más difícil que la
biosfera alcance la homeostasis. Aunque durante el Cuaternario la Tierra tenía una mayor inclinación axial que
coincidió con una reducción del hielo polar, temperaturas más cálidas y menos variación estacional, los científicos no
saben si esta tendencia hubiera continuado indefinidamente con una mayor inclinación del eje. (Véase Glaciación
global).

Los efectos exactos de estos cambios solo se pueden modelar por computador hoy en día, y los estudios muestran que
incluso las inclinaciones extremas de hasta 85 grados no descartan absolutamente la vida, "siempre que no ocupen
superficies continentales que sufren estacionalmente la mayor temperatura".16 No solo se debe considerar la
inclinación axial media, sino también su variación en el tiempo. La inclinación de la Tierra varía entre 21,5 y 24,5
grados en 41 000 años. Una variación más drástica, o una periodicidad mucho más corta, inducirían cambios
climáticos como variaciones en la severidad de las estaciones.

Otras consideraciones orbitales son:

El planeta debe rotar relativamente rápido para que el ciclo día-noche no sea demasiado largo. Si un día dura
años, la temperatura diferencial entre el lado de día y el lado de noche será pronunciada, y aparecerán
problemas similares a los de la excentricidad orbital extrema.
Los cambios en la dirección del eje de rotación (precesión) no deberían ser pronunciados. Por sí misma, la
precesión no afecta a la habitabilidad, ya que cambia la dirección de la inclinación, no su grado. Sin embargo, la
precesión tiende a acentuar las variaciones causadas por otras desviaciones orbitales. En la Tierra, la precesión
tiene un ciclo de 23 000 años.
La Luna parece jugar un papel crucial en la moderación del clima terrestre al estabilizar la inclinación axial. Se ha
sugerido que una inclinación caótica puede ser fatal para la habitabilidad, es decir, un satélite del tamaño de la Luna
no solo es de ayuda sino un requisito para producir estabilidad.17 Existe controversia sobre este punto.Nota 7

Geoquímica
En general se asume que cualquier vida extraterrestre que pueda existir estará basada en la misma química
fundamental que la vida terrestre, ya que los cuatro elementos primordiales para la vida, el carbono, hidrógeno,
oxígeno y nitrógeno también son los elementos químicos reactivos más comunes del universo. De hecho, se han
hallado compuestos biogénicos sencillos, como los aminoácidos, en meteoritos y en el espacio interestelar. Estos
cuatro elementos constituyen el 96 por ciento de la biomasa total de la Tierra. El carbono tiene una capacidad sin
parangón para enlazarse consigo mismo y formar estructuras variadas e intrincadas, convirtiéndolo en el material
ideal para los complejos mecanismos que forman las células vivas. El hidrógeno y el oxígeno, en forma de agua,
componen el solvente en el que tienen lugar los procesos biológicos y en el que se produjeron las primeras reacciones
que condujeron al surgimiento de la vida. La energía liberada en la formación de los potentes enlaces covalentes entre
el carbono y el oxígeno, disponible al oxidar compuestos orgánicos, es el combustible de todos los seres vivos
complejos. Estos cuatro elementos sirven para construir aminoácidos, que son los bloques constitutivos de las
proteínas, la sustancia del tejido vivo.

La abundancia relativa en el espacio no siempre tiene reflejo en una abundancia en los planetas; por ejemplo, de los
cuatro elementos vitales, solo el oxígeno existe en abundancia en la corteza terrestre.18 Esto se puede explicar en
parte por el hecho de que muchos de estos elementos, como el hidrógeno y el nitrógeno, junto con sus compuestos más
básicos, como el dióxido de carbono, el monóxido de carbono, el metano, el amoníaco y el agua, son gaseosos a
temperaturas templadas. En la cálida región cercana al Sol, estos compuestos volátiles no pudieron haber jugado un
papel significativo en la formación geológica de los planetas. En cambio, fueron capturados en forma gaseosa bajo las
jóvenes cortezas, que en su mayor parte estaban formadas por compuestos rocosos no volátiles como el dióxido de
silicio (un compuesto de silicio y oxígeno que da cuenta de la abundancia relativa del oxígeno). La liberación de los
compuestos volátiles a través de los primeros volcanes habría contribuido a la formación de la atmósfera de los
planetas. Los experimentos de Miller demostraron que se pueden formar aminoácidos en una atmósfera primordial
por síntesis de los compuestos simples.19

A pesar de ello, la liberación de gases volcánica no puede explicar la cantidad de agua que hay en los océanos de la
Tierra.20 La gran mayoría del agua, y podría decirse que del carbono, necesaria para la vida tuvo que venir del sistema
solar exterior, lejos del calor solar donde pudo permanecer sólida. Los cometas que impactaron con la Tierra en los
primeros años del sistema solar habrían depositado vastas cantidades de agua, además de los otros compuestos
volátiles necesarios para la vida (incluyendo los aminoácidos), sobre la joven Tierra, proporcionando la chispa de
ignición para la evolución de la vida.

Por tanto, aunque hay razones para sospechar que los cuatro «elementos vitales» están disponibles en cualquier parte,
es probable que un sistema habitable también necesite un suministro a largo plazo de cuerpos en órbita que siembre
los planetas interiores. Sin los cometas es posible que la vida que conocemos no existiría en la Tierra. También existe
la posibilidad de que otros elementos distintos de los imprescindibles en la Tierra sean los que proporcionen una base
bioquímica para la vida en otros lugares; ver bioquímicas hipotéticas.

Sistemas estelares alternativos


Para determinar la viabilidad de la vida extraterrestre, durante mucho tiempo los astrónomos han centrado su
atención en las estrellas parecidas al Sol. Sin embargo, han empezado a explorar la posibilidad de que la vida se pueda
formar en sistemas muy distintos al sistema solar.

Sistemas binarios
Las estimaciones típicas sugieren más del 50 % de los sistemas estelares son sistemas binarios. Esto puede deberse en
parte a un sesgo de la muestra, ya que las estrellas masivas y brillantes suelen pertenecer a sistemas binarios y son las
más fáciles de observar y catalogar; otro análisis más preciso ha sugerido que las estrellas más comunes, que son
menos brillantes, no suelen tener compañera y que por tanto hasta dos tercios de todos los sistemas estelares son
solitarios.21

La separación entre las estrellas en un sistema binario va desde menos de una unidad astronómica (UA, la distancia
entre la Tierra y el Sol) a varios cientos. En este último caso, los efectos gravitatorios serán despreciables sobre un
planeta que orbite a alguna de las estrellas, y su habitabilidad planetaria no se verá desbaratada a menos que la órbita
sea muy excéntrica (ver Némesis, por ejemplo). Sin embargo, cuando la separación sea significativamente menor,
puede que una órbita estable sea imposible. Si la distancia de un planeta a su estrella primaria es mayor que un quinto
de la distancia mínima a la que se acerca la otra estrella, no está garantizada la estabilidad orbital.22 El mero hecho de
que se puedan formar planetas en sistemas binarios lleva tiempo sin estar nada claro, dado que las fuerzas
gravitatorias podrían interferir con la formación de planetas. El trabajo teórico de Alan Boss en el Instituto Carnegie
ha demostrado que se pueden formar gigantes gaseosos alrededor de sistemas binarios de la misma manera que lo
hacen con las estrellas solitarias.23

Un estudio de Alfa Centauri, el sistema estelar más cercano al Sol, sugiere que no hay que descartar a los sistemas
binarios de la búsqueda de planetas habitables. Centauri A y B están separadas por 11 UA en su acercamiento máximo
(23 UA de media), y ambas pueden tener zonas habitables estables. Un estudio de la estabilidad orbital a largo plazo
de planetas simulados en este sistema demuestra que los planetas situados aproximadamente a tres UA de cualquiera
de las estrellas puede permanecer estable (es decir, el semieje mayor se desvía menos de un 5 por ciento). Una
estimación conservadora de la ZH de Centauri A la sitúa a 1,2 o 1,3 UA y la de Centauri B a 0,73 o 0,74 UA, bien
adentradas en la región estable en ambos casos.24

Sistemas con enana roja


Determinar la habitabilidad de una enana roja puede ayudar
a determinar lo común que es la vida en el universo, ya que
las enanas rojas constituyen entre el 70 y el 90 por ciento de
todas las estrellas de la galaxia. Probablemente las enanas
marrones son más numerosas que las enanas rojas. Sin
embargo, no se suelen clasificar como estrellas, y nunca
podrían sustentar vida tal y como es conocida, ya que el poco
calor que emiten desaparece rápidamente.

Durante muchos años, los astrónomos han descartado a las


enanas rojas como una potencial morada para la vida. Su
pequeño tamaño (desde 0,1 a 0,6 masas solares) significa Tamaños y temperaturas fotosféricas relativas de
las estrellas. Un planeta que orbite alrededor de
que sus reacciones nucleares se producen a un ritmo
una enana roja como la de la figura debe
excepcionalmente lento, y emiten muy poca luz (desde un
arrimarse mucho para alcanzar temperaturas
3 % a un 0,01 % de la que produce el Sol). Cualquier planeta parecidas a las de la Tierra, induciendo
que orbite alrededor de una enana roja tendría que estar probablemente un acoplamiento de marea.
muy cerca de su estrella para alcanzar una temperatura de
superficie similar a la de la Tierra; desde 0,3 UA (justo en el
interior de la órbita de Mercurio) para una estrella como Lacaille 8760 hasta 0,032 UA para una estrella como
Próxima Centauri (un mundo así tendría un año de 6,3 días).25 A esas distancias, la gravedad de la estrella provocaría
un acoplamiento de marea. La cara diurna del planeta apuntaría eternamente hacia la estrella, mientras que la cara
nocturna siempre apuntaría en dirección contraria. La única manera de que la potencial vida pudiera evitar el infierno
o la congelación sería que el planeta tuviese una atmósfera lo bastante gruesa para transferir el calor de la estrella
desde la cara diurna a la nocturna. Durante mucho tiempo se asumió que una atmósfera tan gruesa evitaría que la luz
solar llegara a la superficie, impidiendo la fotosíntesis.

Este pesimismo se ha suavizado con la investigación. Los estudios de Robert Harbele y Manoj Joshi, del Ames
Research Center de la NASA, en California, han demostrado que la atmósfera de un planeta (suponiendo que estuviera
compuesta de los gases de efecto invernadero CO2 y H2O) necesitaría tener solo 100 mb, el 10 % de la atmósfera de la
Tierra, para que el calor se transfiera efectivamente hasta la cara nocturna.26 Esto está bien dentro de los niveles
requeridos para la fotosíntesis, aunque el agua seguiría estando congelada en la cara nocturna para algunos de sus
modelos. Martin Heath, del Greenwich Community College, ha demostrado que también el agua del mar podría
circular sin congelarse si las cuencas de los océanos fueran lo bastante profundas para permitir el flujo libre por debajo
de la capa de hielo de la cara nocturna. Investigaciones posteriores —incluyendo un estudio de la cantidad de radiación
fotosintéticamente activa— sugieren que los planetas acoplados orbitalmente en los sistemas con enana roja serían
habitables al menos para las plantas superiores.27
El inconveniente del acoplamiento de marea puede desaparecer si se considera la posibilidad de que el planeta tenga
un satélite o consideramos al propio satélite como candidato a la habitabilidad.

Si se estudia la habitabilidad en el planeta, el satélite podría haber producido el acoplamiento de la rotación del
planeta con su propio movimiento alrededor del mismo, evitando que el planeta muestre siempre la misma cara
a la estrella. En el sistema solar se encuentra un ejemplo en Plutón, que gira sobre sí mismo en el mismo
período (6,4 días) que tarda su satélite Caronte en completar una revolución.
Si se estudia la habitabilidad del satélite, se encuentra que la mayor parte de los satélites del sistema solar
(incluida la Luna) giran mostrando siempre la misma cara al planeta y algunos de ellos lo hacen en períodos
que son aptos para la habitabilidad. No obstante, ningún satélite del sistema solar es suficientemente grande
como para considerarse habitable.
Sin embargo, el tamaño no es el único factor que puede hacer a una enana roja incompatible con la vida. En un planeta
que orbita alrededor de una enana roja, la fotosíntesis sería imposible en la cara nocturna, ya que nunca vería el sol.
En la cara diurna, como el sol nunca saldría ni se pondría, las zonas bajo la sombra de una montaña permanecerían así
para siempre. La fotosíntesis conocida sería complicada por el hecho de que una enana roja produce la mayor parte de
su radiación en el infrarrojo, y en la Tierra este proceso depende de la luz visible. Hay varios aspectos positivos en este
escenario. Por ejemplo, muchos ecosistemas terrestres dependen de la quimiosíntesis en lugar de la fotosíntesis, algo
que sería posible en un sistema con enana roja. Una posición estática del sol elimina la necesidad de que las plantas
dirijan sus hojas hacia él, se tengan que ocupar de los cambios en el patrón de sol/sombra, o tengan que cambiar
durante la noche de la fotosíntesis a la energía almacenada. En ausencia de un ciclo día-noche, incluyendo la luz débil
de la mañana y la tarde, habrá mucha más energía disponible a un cierto nivel de radiación.

Las enanas marrones son mucho más variables y violentas que sus primos mayores, más estables. A menudo están
cubiertas de manchas solares que pueden atenuar su luz hasta un 40 % durante meses seguidos, mientras que otras
veces emiten llamaradas gigantes que pueden duplicar su brillo en cuestión de minutos.28 Esta variación sería muy
dañina para la vida, aunque también podría estimular la evolución aumentando los ritmos de mutación y cambiando
rápidamente las condiciones climáticas.

Sin embargo, las enanas rojas tienen una gran ventaja sobre las demás estrellas en términos de habitabilidad para la
vida: viven mucho tiempo. La humanidad tardó 4500 millones de años en aparecer sobre la Tierra, y la vida tal y como
se conoce tendrá condiciones adecuadas durante unos 500 millones de años más.29 Las enanas rojas, en cambio,
pueden vivir durante billones de años, porque sus reacciones nucleares son mucho más lentas que las de las estrellas
mayores, lo que significa que la vida podría tener más tiempo para evolucionar y sobrevivir. Es más, aunque la
probabilidad de encontrar un planeta en la zona habitable de una enana roja concreta es pequeña, la cantidad total de
zona habitable alrededor de todas las enanas rojas juntas es igual a la cantidad total que hay alrededor de estrellas
parecidas al Sol, dada su ubicuidad.30

Otras consideraciones

«Buenos jupíteres»
Los «buenos jupíteres» son planetas gaseosos gigantes, como Júpiter, que orbitan alrededor de sus estrellas en órbitas
circulares lo bastante alejadas de la ZH para que no la perturben pero lo bastante cerca para «proteger» de dos
maneras a los planetas terrestres con órbitas más cercanas. Primero, ayudan a estabilizar las órbitas, y por tanto los
climas, de los planetas interiores. Segundo, mantienen al sistema solar interno relativamente libre de cometas y
asteroides que podrían provocar impactos devastadores.31 Júpiter orbita alrededor del Sol a unas cinco veces la
distancia de la Tierra al Sol. Esta es aproximadamente la distancia a la que debemos esperar encontrar buenos
jupíteres en otros lugares. El rol de «portero» que tiene Júpiter quedó ilustrado de un modo espectacular en 1994,
cuando el cometa Shoemaker-Levy 9 impactó en el gigante; si la gravedad joviana no hubiera capturado al cometa,
podría haber entrado en el sistema solar interior.
En los inicios de la historia del Sistema Solar, Júpiter jugó un papel un tanto contrario: aumentó la excentricidad de la
órbita del cinturón de asteroides y permitió a muchos objetos cruzar la órbita de la Tierra y proporcionar al planeta
compuestos importantes. Antes de que la Tierra alcanzara la mitad de su masa actual, cuerpos helados de la región de
Júpiter y Saturno y pequeños cuerpos del cinturón de asteroides primordial proporcionaron agua a la Tierra por la
dispersión gravitatoria de Júpiter y, en menor medida, de Saturno.32 Así, mientras que hoy los gigantes gaseosos son
amables protectores, antes fueron suministradores de material crítico para la habitabilidad.

El papel de los gigantes gaseosos en la habitabilidad de un planeta ha sido cuestionado en los últimos años. En 2008,
Horner y Jones demostraron mediante simulaciones informáticas que el efecto gravitacional de Júpiter posiblemente
ha causado más impactos en la Tierra de los que ha prevenido.33

En contraste, los cuerpos del tamaño de Júpiter que orbiten demasiado cerca de la zona habitable pero no dentro de
ella (como en 47 Ursae Majoris), o tenga una órbita muy elíptica que cruce la zona habitable (como en 16 Cygni B),
harán muy difícil la existencia de un planeta terrestre en el sistema. Véase la explicación de una zona habitable estable
de arriba.

La vecindad galáctica
Los científicos también han considerado la posibilidad de que ciertas zonas de las galaxias (zonas habitables
galácticas) sean más adecuadas para la vida que otras; el sistema solar en el que vivimos, en el Brazo de Orión, al
borde de la galaxia Vía Láctea, se considera que está en un punto favorable para la vida:34

No está en un cúmulo globular, donde la densidad de las estrellas es hostil para la vida, dada la excesiva
radiación y perturbaciones gravitatorias. Además, los cúmulos globulares están compuestos principalmente de
estrellas viejas, probablemente con pocos metales.
No está cerca de una fuente activa de rayos gamma.
No está cerca del núcleo galáctico, donde de nuevo la densidad estelar aumenta la cantidad de radiación
ionizante (por ejemplo, de los magnetares y las supernovas). También se cree que existe un agujero negro
supermasivo en el centro de la galaxia, que puede resultar peligroso para cualquier cuerpo cercano.
La órbita circular del Sol alrededor del centro galáctico lo mantienen fuera de los brazos espirales, donde de
nuevo las intensas radiaciones y gravedad podrían ser incompatibles con la vida.35
Por tanto, lo que necesita un sistema apto para la vida es una relativa soledad. Si el Sol estuviera inmerso en una
muchedumbre de sistemas, la probabilidad de estar fatalmente cerca de una fuente de radiación peligrosa aumentaría
significativamente. Es más, los vecinos cercanos podrían alterar la estabilidad de varios cuerpos orbitales como los
objetos de la nube de Oort y el Cinturón de Kuiper, que podrían causar una catástrofe si se adentran en el sistema solar
interno.

Aunque una muchedumbre estelar resulta desventajosa para la habitabilidad, también lo es el aislamiento extremo.
Una estrella tan rica en metales como el Sol no se habría formado en las regiones más exteriores de la Vía Láctea, dada
la disminución en la abundancia relativa de metales y la ausencia general de formación de estrellas. Por tanto, una
situación «suburbana», como la que disfruta nuestro Sistema Solar, es preferible al centro de la galaxia o a las zonas
más alejadas.36

Impacto de la vida en la habitabilidad


Un añadido interesante a los factores que fomentan la emergencia de la vida es la noción de que la propia vida, una vez
formada, se convierte en un factor de habitabilidad por derecho propio. Un ejemplo importante en la Tierra fue la
producción de oxígeno a cargo de las antiguas cyanobacterias, y luego de las plantas fotosintéticas, dando como
resultado un cambio radical en la composición de la atmósfera terrestre. Este oxígeno resultaría ser fundamental para
la respiración de las especies animales posteriores.
Esta interacción entre la vida y la habitabilidad posterior se ha estudiado de varias maneras. La hipótesis Gaia, un tipo
de modelo científico de la geobiosfera fundada por sir James Lovelock en 1975, afirma que la vida como un todo
fomenta y sostiene unas condiciones adecuadas para ella misma, ayudando a crear un entorno planetario apto para su
continuidad; en su versión más dramática, la hipótesis Gaia sugiere que los sistemas planetarios se comportan como
un tipo de organismo. Las formas de vida más exitosas cambian la composición del aire, el agua y el suelo de forma
que aseguran la continuidad de su existencia, una extensión controvertida de las leyes aceptadas de la ecología.

La consecuencia de que la biota revele una previsión coordinada es cuestionada como acientífica y no falsable. Sin
embargo, muchos investigadores de la corriente dominante han llegado a conclusiones parecidas sin aceptar
necesariamente la teleología de Lovelock. David Grinspoon ha sugerido una «hipótesis de los mundos vivientes», por
la que nuestra comprensión de lo que constituye la habitabilidad no se puede separar de la vida ya existente en un
planeta. Además, los planetas que están geológica y meteorológicamente vivos tienen mucha más probabilidad de
estar biológicamente vivos, y «un planeta y su vida coevolucionarán».37

En su libro El planeta privilegiado, publicado en 2004, Guillermo González y Jay Richards estudian la posible
relación entre la habitabilidad de un planeta y su adecuación para observar el resto del universo. Esta idea de una
posición «privilegiada» para la vida de la Tierra está cuestionada por sus implicaciones filosóficas, especialmente la
violación del principio copernicano.

Véase también
Análogo a la Tierra
Astrobiología
Astrofísica
Bioquímicas hipotéticas
Definición de planeta
Ecuación de Drake
Gliese 667 Cc
Origen de la vida
Paradoja de Fermi
Planeta superhabitable
Sistema solar
Terraformación
Vida extraterrestre
Zona habitable
Biofirma
Neocatastrofismo
Panspermia
Anexo:Planetas extrasolares potencialmente habitables

Notas
seguridad no alcanzaría un nivel sofisticado dados
1. Este artículo es un análisis razonado de la estos periodos de tiempo y el hecho de que los
habitabilidad planetaria desde el punto de vista de la aumentos de luminosidad ocurrirían muy rápido. La
ciencia física contemporánea. Para una explicación vida en estrellas de tipo "O" es excepcionalmente
de la probabilidad de la vida extraterrestre, ver la improbable, ya que viven menos de diez millones de
ecuación de Drake y la paradoja de Fermi. años.
2. Parece que la vida emergió en la tierra unos 500 3. El hecho de que Europa, y en menor grado Titán
millones de años después de la formación del (respectivamente, 3,5 y 8 unidades astronómicas
planeta. Las estrellas de tipo "A" (que viven entre fuera de la zona habitable del Sol), estén
600 y 1200 millones de años) y una pequeña parte consideradas posibilidades principales de vida
de las estrellas de clase "B" (que viven entre 10 y extraterrestre subraya la naturaleza problemática
600 millones de años) entran dentro de esta del criterio de la ZH. En descripciones secundarias y
ventana. Al menos teóricamente, la vida podría terciarias de la habitabilidad se suele afirmar que los
emerger en estos sistemas, pero casi con total
planetas habitables deben estar dentro de la ZH— ambos con unas 14 masas terrestres.
esto está por demostrar. Probablemente esto sea una coincidencia, ya que
4. En Evolving the Alien, Jack Cohen e Ian Stewart no existen barreras geofísicas para la formación de
evalúan escenarios plausibles en los que se podría cuerpos intermedios (véase por ejemplo OGLE-
formar vida en las nubes superiores de los planetas 2005-BLG-390Lb) y debemos esperar encontrar
jovianos. Carl Sagan sugirió que las nubes de planetas por la galaxia de entre dos y doce masas
Venus podrían albergar vida. terrestres. Por otro lado, si el sistema estelar es
favorable, un planeta así sería un gran candidato
5. Está surgiendo un consenso acerca de que puede
para la vida, ya que sería lo bastante grande para
que los microorganismos unicelulares sean de
tener dinámica interna y retener una atmósfera
hecho comunes en el universo, especialmente
durante miles de millones de años, pero no tan
sabiendo que los extremófilos de la Tierra florecen
grande que acrezca una cubierta gaseosa que limite
en ambientes que antes se consideraban hostiles
las posibilidades de formación de vida.
para la vida. La ocurrencia potencial de la vida
pluricelular compleja sigue siendo mucho más 7. De acuerdo con la teoría predominante, la
controvertida. En su trabajo Rare Earth: Why formación de la Luna comenzó cuando un cuerpo
Complex Life Is Uncommon in the Universe, Peter del tamaño de Marte golpeó a la Tierra con un
Ward y Donald Brownlee afirman que la vida choque inclinado en la fase final de su formación, y
microbia está muy extendida mientras que la vida el material eyectado se aglomeró y entró en órbita
compleja es muy rara y quizás única en la Tierra. El (véase hipótesis del gran impacto). En Rare Earth,
conocimiento actual de la historia de la Tierra apoya Ward y Brownlee hacen énfasis en que esos
parcialmente esta teoría: se cree que los impactos deben de ser raros, reduciendo la
organismos pluricelulares surgieron en la explosión probabilidad de los sistemas Tierra-Luna y por tanto
cámbrica, hace unos 600 millones de años, más de la probabilidad de otros planetas habitables. Sin
3000 millones de años después de que la vida embargo, hay otros procesos de formación de
apareciera. Que la vida terrestre permaneciera satélites, y la afirmación que dice que un planeta
unicelular durante tanto tiempo indica que el paso puede ser habitable en ausencia de un satélite no
decisivo hacia los organismos complejos no tiene está refutada.
que darse necesariamente.
6. Curiosamente, existe un "salto de masas" en
nuestro sistema solar entre la Tierra y los dos
gigantes gaseosos pequeños, Urano y Neptuno,

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Enlaces externos
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Astrobiología de interés general (http://www.astrobio.net)
Artículos de investigación de James Kasting (http://www.geosc.psu.edu/~kasting/PersonalPage/PDFs.htm)
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Sol Station (http://www.solstation.com)
Páginas de información sobre la terraformación de Martyn J. Fogg (http://www.users.globalnet.co.uk/~mfogg/)
El Observador, 24/04/2007: Descubren primer planeta habitable fuera del sistema solar (http://www.observa.co
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