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El párrafo es una unidad de pensamiento desarrollada por una idea principal y varias ideas
secundarias. Se ha dicho como expresión de esto, “un párrafo para cada idea y una idea
para cada párrafo”. Su objetivo, entonces, es desarrollar una sola idea.
En la escritura, los párrafos están separados por el punto aparte. Cada párrafo comienza
con mayúscula en renglón distinto de aquel en que acaba el anterior.
Como la claridad y la precisión son cualidades del párrafo, es necesario que sean breves.
Un párrafo muy largo difícilmente puede justificarse. El párrafo excesivamente largo
predispone a no leer y el corto produce, en general, buen efecto.
Un texto compuesto exclusivamente de oraciones largas suele resultar tedioso para el lector.
Por su parte, una secuencia de oraciones cortas, enlazadas por puntos, produce monotonía.
Por eso se recomienda alternar oraciones cortas con oraciones largas para dar variedad y
armonía a lo escrito. Observe el siguiente ejemplo:
OBSERVE:
Son las seis de la mañana. María se levanta de la
cama. Solicita que le preparen el desayuno. Nadie La oración corta produce una
le contesta. Sale del cuarto. A los tres minutos sensación de sequedad, de
entra de nuevo. Su madre la acompaña. Le brinda desconexión.
una taza de café.
Además del párrafo ordinario, existen párrafos que no tienen la misma estructura:
“De acuerdo con lo expresado por usted en el oficio 7869, me permito recordarle lo
pertinente al reglamento de personal”
3. Párrafo conclusión: Se emplean para finalizar un escrito. Ejemplo:
No hay reglas para escribir como Cervantes o García Márquez. No todos podemos ser
artistas del lenguaje, por lo que hemos de adoptar el camino más sencillo que nos lleve a la
redacción clara y precisa que necesitamos. Por eso insistimos en alternar la oración corta
con la oración larga.
El dominio del tema sobre el cual se va a redactar es una condición sin la cual no se puede
pensar en una comunicación correcta. Tres pasos importantes deben tenerse en cuenta:
Cuando el emisor tiene perfectamente claro y definido el esquema central del mensaje, debe
resolver la manera como presentará el mensaje de modo que el receptor la entienda sin
problemas y que exprese efectivamente lo que deseamos expresar.
El tono es la actitud que el autor adopta con el tema y con el lector, lo cual permite reflejar
sus sentimientos y emociones.
Cuando sabemos lo que queremos decir y hemos adoptado una actitud adecuada para
expresarlo, entonces el siguiente paso consiste en asegurarnos de que el lector va a
entender lo que escribimos. Como norma general, la frase sencilla y el periodo corto facilitan
la comprensión de las ideas y resultan más fáciles de manejar para el escritor.
2. Piense primero y escriba después. Relea lo escrito, no una sino varias veces. Sea el
primer crítico de su trabajo. Vuelva a escribir todo lo que aparezca malo o deficiente.
Recuerde que “A REDACTAR SE APRENDE, REDACTANDO”.
9. Buscar la palabra exacta que diga precisamente lo que queremos decir no es una tarea
fácil. El arte de escribir bien exige la precisión en el empleo del vocabulario, aunque eso
no sea garantía de que vayamos a escribir bien. Recordemos que las palabras concretas
tienen una significación más exacta que la abstracta. “Ha sobrevenido un incendio”, por
ejemplo, es preferible a “hay una emergencia”. Las cosas tangibles – cosas que
podemos tocar o percibir por los sentidos – son lo “concreto”; sus cualidades, junto con
nuestros estados emocionales, espirituales e intelectuales, son lo “abstracto”.
Regla del buen estilo es ser concreto siempre que se pueda. Sin embargo, ninguna palabra
representa el objeto a la perfección, porque las palabras no son cosas: las palabras
representan ideas sobre las cosas.
Por tanto, use el diccionario siempre que dude sobre el significado de una palabra y procure
ampliar sus conocimientos sobre las palabras compuestas de raíces y prefijos griegos y
latinos como medio eficaz de enriquecer su vocabulario.