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FIRMA DEL ANALFABETO ~ INSTRUMENTO PRIVADO ~ VALOR

PROBATORIO

Tribunal: Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de


San Isidro, sala I (C Civ y Com San Isidro)(Sala I)

Fecha: 30/09/1997

Partes: Saucedo, Ramona c. Sued, Mario

TEXTO COMPLETO:

2ª Instancia.- San Isidro, setiembre 30 de 1997.

¿Corresponde modificar la sentencia apelada?

El doctor Arazi dijo:

1. La sentencia de fs. 229/243, que hace lugar parcialmente a la


demanda por daños y perjuicios al de terminar que la accionada
(en un 80 %) y la actora (en un 20 %) fueron responsables de la
ocurrencia del accidente acaecido el día 12 de febrero de 1994,
es apelada por todas las partes involucradas en el fallo, quienes
expresaron agravios a fs. 264/8 (actora) y fs. 260/3 (demandada
y citada en garantía), obrando a fs. 270/1 únicamente la
contestación de la demandante.

2. Ambas partes se quejan porque se las consideró responsables del


accidente, endilgándose ahora recíprocamente toda la culpabilidad
por el hecho. Luego, se disconforman con los montos indemnizatorios
fijados para enjugar los rubros incapacidad sobreviniente, daño moral,
daño psíquico. También, las dos partes se agravian por la multa
impuesta a la actora, y la demandada -exclusivamente, por la
imposición de las costas.

3. La responsabilidad

Sentado lo expuesto, se ha resuelto que en supuestos de accidentes


de tránsito, cabe hacer aplicación lisa y llana de la teoría del riesgo
creado (daño causado por el riesgo o vicio de la cosa; Art. 1113 del
Cód. Civil; SCBA Ac. 38.840 del 14/6/88). Cabe puntualizar, que la
teoría del riesgo no elimina dentro de su universo la idea de culpa,
aunque a ésta no se la hace gravitar como factor de atribución o de
imputación de responsabilidad, sino como causal de exención. De ahí
que la víctima de un daño causado por una cosa riesgosa no tenga
que probar si existe culpa en el dueño o guardián de la misma, ya que
le basta con acreditar la relación de causalidad entre el daño sufrido y
aquélla, cuya titularidad o guarda atribuye al que demanda quien, a
su vez, puede eximirse de responder si demuestra la culpa de la
víctima o la de un tercero por quien no deba responder (causa de esta
sala I, 48.071 r. s. 277/88; 50.989, 50.823 entre otras). Pero, al tiempo
de computarse una eventual exclusión de ésta (y determinar la
concurrencia de culpas), no puede dejarse de valorar el cuadro total
de la conducta de los protagonistas para concluir si la de la víctima es
o no excluyente de responsabilidad, y en qué medida (Conf. SCBA, Ac.
46.858 del 4/8/92; causa de esta sala I 72.601).

Teniendo en cuenta esas pautas de imputación objetiva y las distintas


pruebas arrimadas al proceso -y que se influyen recíprocamente
conforme el principio de adquisición procesal, independientemente de
quien las provea, analizadas a la luz de las reglas de la sana critica
(Art. 384, Cód. Procesal), me pronunciaré sobre la cuestionada
responsabilidad de los protagonistas del accidente.

Las quejas de las partes sobre la responsabilidad que se les atribuye,


están dirigidas esencialmente al valor que le dio el sentenciador al
documento obrante a fs. 28 donde la actora dice declararse culpable.
La accionante considera que no se la puede responsabilizar por lo que
consta en dicho documento, pues no sabe leer ni escribir y no pudo
comprender el significado de lo que estaba firmando. La demandada,
por el contrario, alega que esa declaración de voluntad probaría su
responsabilidad exclusiva.

El documento en cuestión -no hay discusión fue redactado por la


demandada y firmado por la actora, y dice lo siguiente: "salió
corriendo detrás de un colectivo, se declara culpable, mano
contraria".

Ello así, de la pericia caligráfica de fs. 136/9 surge que la firma es


auténtica y que Saucedo no sabe leer ni escribir.

La perito psiquiatra María Majul dictamina que no puede afirmarse


que la actora fue inducida a firmar el documento: tampoco se
acreditó que fuera firmado en estado de inconciencia, viciando el
acto, ni que existiera un abuso de firma en blanco, ya que, como bien
lo destaca el magistrado anterior, la perito calígrafa no pudo
determinar los tiempos de estampación, ni de los grafismos ni de la
firma.

Ello así, de todos modos considero que el documento en cuestión no


es útil como prueba, porque dadas las particularidades del caso, es
decir, que el texto fue redactado por el demandado en la misma fecha
del accidente y que la actora no sabe leer ni escribir, no puede
interpretarse consecuentemente como una confesión extrajudicial
(doc. Art. 423, Cód. Procesal).

Tratándose de un documento privado suscripto por una persona


analfabeta, no rige lo dispuesto por los arts. 1026 y 1028 del Cód.
Civil, ya que la presunción de autenticidad del texto se basa en un
orden normal de las cosas, esto es que quien firmó el documento
conocía el contenido del mismo, situación que no sucede con quien
no sabe leer ni escribir. Por ello, si bien el analfabeto puede obligarse
por instrumento privado, quien intenta valerse de él tiene la carga de
acreditar no sólo la autenticidad del dibujo de la firma o de la
impresión digital en su caso, sino también que el contenido de dicho
instrumento responde a la voluntad de quien se obligó, y ello no ha
sucedido en el caso.

Por ello y teniendo en cuenta que el documento cuestionado es la


única prueba aportada por la accionada, soy de opinión que debe
modificarse la sentencia y declarar la responsabilidad exclusiva de la
demanda (arts. 375, 384, Cód. Procesal; 1113, Cód. Civil).

4. Los montos indemnizatorios.

a) Incapacidad sobreviniente:

Sólo la actora se queja porque considera exiguo el monto fijado $


9.400, en base a las secuelas de las lesiones sufridas, la cicatriz, el
tratamiento kinesiológico aconsejado, la repercusión en su faz laboral.

Cabe señalar, que del juego armónico de los arts. 1068, 1083 del Cód.
Civil se entiende por lesión toda alteración a la contextura física o
corporal, como una contusión, escoriación, herida, mutilación,
fractura, etc., y todo detrimento de funcionamiento del organismo,
sea por un empeoramiento del desempeño de la función o un
desempeño más gravoso de ello, cualquier perjuicio en el aspecto o
de la salud o en el mental, aunque no medien alteraciones corporales.
Y lo indemnizable a la víctima no es otra cosa que el daño ocasionado
y que se traduce en una disminución de su capacidad en el sentido
amplio que comprende, además de su aptitud laboral, la relacionada
con su actividad social, cultural, deportiva, etc. (arts. 901/904, Cód.
Civil; causa de esta sala I, 67.077, 67.817, 68.035 entre otras).

Por otro lado, ha expresado el Supremo Tribunal de esta Provincia,


que la incapacidad sobreviniente es la secuela o disminución física o
psíquica que pudiera quedar luego de completado el período de
recuperación o restablecimiento (SCBA. Ac. 42.528 del 19/6/90, en A.
y S, 1990-II, 539).

Las lesiones y sus secuelas han sido correctamente descriptas por el


perito médico Leibruder en su dictamen de fs.171/4, y a dicho peritaje
se adhirió en todos sus términos el sentenciador.

El magistrado anterior, en su detallado fallo, tuvo en cuenta para


fallar como lo hizo, las lesiones y secuelas de la víctima descriptas por
el perito (fractura consolidada de rotula izquierda, con arrancamiento
de la tucerosidad anterior de la tibia izquierda; cicatriz discrómica en
el lado externo de la rodilla izquierda, e impotencia funcional de dicha
rodilla). El experto determinó una incapacidad del 15 % de la total
obrera y adujo que la actividad está resentida en la actualidad,
debiendo realizar tareas livianas.

Siendo ello así, ponderando también la edad de la víctima (50 años),


las lesiones y secuelas que la afectan parcialmente en su vida laboral;
el grado incapacitante; la condición socioeconómica (litiga bajo el
beneficio de hacerlo sin gastos); que continúa trabajando como
empleada; el hecho que deberá someterse a un tratamiento kinésico,
creo que la suma establecida no es baja, debiendo ser confirmada
(arts. 375, 384, 474, Cód. Procesal; 1068, 1083, Cód. Procesal).

b) Daño psíquico

La accionada se queja por los $ 5760 fijados por este concepto.

El sentenciador otorgó esta suma en base a la terapia aconsejada por


la perito Majul para afrontar el mal. Alega la apelante que ello no fue
reclamado por la actora en su demanda.

Considero que la recurrente está equivocada, ya que a poco que se


lea el escrito liminar actoral se advertirá que sí fue reclamada por la
víctima una suma por el tratamiento que ayude a superar su trance.

De esta forma, la queja de la apelante no tiene sustento, pues el a


quo falló congruentemente al otorgar una indemnización (que no fue
cuestionada concretamente) para afrontar una terapia como la
aconsejada, por lo que también propongo confirmar el fallo sobre el
punto (arts. 375, 384, 474 Cód. Procesal; 1068, 1083, Cód. Civil).

c) Daño moral

La actora solicita la levación de la suma concedida por este concepto


$ 4.500.

En la especie existieron lesiones, por lo que no se requiere prueba


específica de la existencia de un daño de tal orden, ya que ésta
dimana del hecho mismo (prueba "in re ipsa"), dependiendo la fijación
del monto del arbitrio judicial (causas de esta sala I 59.421, 62.803,
61.543 entre otras).

Sabido es que este capítulo tiene su fundamento en la obtención de


una satisfacción compensatoria -y, por ende, imperfecta de dolor
íntimo experimentado, en este caso, a raíz del siniestro. Esta
reparación habrá de estar ordenada a asegurar, con su resarcimiento,
la obtención de gratificaciones sustitutivas de los bienes perdidos, en
cuanto fuente de goza, alegría, u otros bienes estimables en la esfera
psicofísica (conf. Iribarne, H., "De los daños a las personas", p. 162,
Ed. Ediar, Buenos Aires 1993).
Cabe recordar, asimismo, que la suma estimada en la demanda para
resarcir el "pretium doloris", fija el máximo por el que tal daño puede
reconocerse, salvo el supuesto de excepción de haberse probado que
durante la sustanciación del juicio, las circunstancias del hecho han
incrementado los padecimientos que fundamentan el rubro en
cuestión(arg. Art. 163 inc. 6º, párr. 2º, Cód. Procesal; causa 63.697).
Esto último no es el caso de autos.

Sentado lo expuesto, ponderando la entidad objetiva de las lesiones


sufridas y su repercusión en la víctima; el hecho de que se le infirió un
daño que no tiene porque tolerar, tanto en la esfera del dolor físico
cuanto psíquico; su edad a la fecha del hecho; el monto reclamado en
la demanda $ 70.000; la circunstancia de haber sido atendida en el
Centro Médico Talar y de haber tenido que soportar las molestias de
un yeso, me parece que el resarcimiento fijado también en este caso
es bajo, mereciendo ser elevado a la suma de $ 12.000 (arts. 165;
384, Cód. Procesal; 1078, Cód. Civil).

5. Con respecto a la multa que se le aplicó a la actora del 3 %, en


favor de la demandada, considero que la misma debe ser dejada sin
efecto, ya que no se advierte en la accionante multada una conducta
temeraria y maliciosa al ejercer su derecho de defensa y negar la
autenticidad de la firma en el documento de fs. 28 que se le atribuyó.

Propuso realizar una prueba pericial caligráfica al efecto, la que se


llevó a cabo; y si bien se constató que la firma corresponde a quien
negó su autenticidad, no por ello puede interpretarse que intentó
dilatar el proceso o fue contra sus propios actos, máxime si tenemos
en cuenta que se logró acreditar que el texto de este documento fue
redactado por la demandada y que la actora no sabe leer ni escribir.

En consecuencia y como adelantara, propongo desestimar la multa


impuesta con fundamento en el Art. 45 del Cód. Procesal.

6. Con respecto a la imposición de costas, el recurso de la emplazada


no puede prosperar en mérito a que los argumentos de ésta quedaron
sin sustento al modificarse la sentencia.

Por todo lo expuesto, voto por la afirmativa.

Por iguales consideraciones, la doctora Medina votó también por la


afirmativa.

Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, se modifica la sentencia


apelada y, en consecuencia, se declara la responsabilidad exclusiva
de la demandada. Asimismo, se eleva la suma fijada para el rubro
daño moral a $ 12.000 y se deja sin efecto la multa impuesta a la
actora. Se confirma la sentencia apelada en todo lo demás que decide
y ha sido materia de agravios. Las costas en la alzada, en mérito a la
suerte de los recursos, se imponen a la accionada que resultó
sustancialmente vencida (Art. 68, Cód. Procesal). Se difiere la
regulación de los honorarios para su oportunidad legal (Art. 31, ley
8904.)-

Roland Arazi.- Graciela Medina.

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