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ARMANDO T GÓMEZ: SENTIDO AMERICANISTA Y SOCIAL DE LA POESÍA

Marta Elena Castellino

1. Introducción

La poesía de Armando Tejada Gómez (1929-1992) se destaca con perfiles nítidos en el


desarrollo de las letras mendocinas correspondiente a la segunda mitad del siglo XX y constituye
una faceta más de un interesante movimiento cultural no exclusivamente literario. En efecto,
asistimos a partir de los años '50 a un cambio significativo, uno de cuyos emergentes -
especialmente relevante en relación con la obra de Tejada Gómez- es la renovación de nuestra
música folklórica denominada "Nuevo Cancionero".

Es necesario, entonces, para mejor comprender la obra del poeta, trazar un breve cuadro de
situación. Porque, como señala Fierre Bourdieu, el proyecto literario de cada autor, tanto o más
que a una decisión autónoma e individual, obedece al complejo juego de fuerzas del campo
intelectual en el cual se inscribe y en el que confluyen, además de particulares circunstancias
histórico-sociales, todo un conjunto de adquisiciones culturales. Veamos, pues, cuál es ese
contexto en el que Armando Tejada Gómez comienza su transitar por la magia de las palabras.

2. La Generación del '50

El primer poemario de Tejada Gómez fue publicado en 1954, precisamente dentro de la "zona de
fechas" que Luis Ricardo Furlán determina a propósito de la denominada "Generación del '50":
Hacia 1950, entonces, fijamos la presencia de una nueva generación literaria, especialmente
poética. La zona de fechas puede establecerse entre 1947 y 1953. En esos siete años publica sus
primeras obras la mayoría de los poetas del '50 [...] El promedio de edad de los autores es de
veintitrés años.

Si pensamos que Armando Tejada Gómez nació en el '29, la pertenencia generacional se afirma.
Ahora bien, ¿de qué modo se refleja en la obra esta determinación cronológica? ¿Cuáles son las
fuerzas que juegan en ese campo intelectual?

Hay un dato que aparece como especialmente relevante y es ese viraje a lo popular que la cultura
argentina ha ido experimentando por esos años, a raíz de un complejo juego de factores, al que
no es ajena la política. Luego nos ocuparemos más de ello, pero conviene destacar que ese
volverse a lo popular lleva implícita un nueva mirada hacia el hombre como objeto poético;
como señala Luis Furlán, "La Generación del 50 fue testigo de una nueva hora histórica y se
preparó literariamente para alcanzar una síntesis vital distinta [...] También exploró un repertorio
centrado en una temática personal: a grandes rasgos, el protagonismo del hombre".
Se trata, entonces, de una nueva versión de la poesía social –poesía con proyección en lo
colectivo- que, en nuestras letras, y según la síntesis que realiza Guillermo Ara, se encuentra a
comienzos de! Siglo XX en "el anarquismo político comprometido" de Manuel Ligarte o Alberto
Ghiraldo y que luego "interesada o no en remover estructuras ideológicas, [...] se recoge en
humildad o se solapa en el coraje para servir a la imagen porteña de orilla, de fábrica, de casa
pobre o lupanar". Luego, en la década del '20, el grupo de Boedo "acentúa la franqueza del
mensaje, apostrofa de a ratos, se hace cínico expositor de miserias [...] o canta a la energía, al
perdón y a la solidaridad [...] o se ensancha en amistad total con el mundo"4. De ellos, y también
de la denominada "ala izquierda de Florida" (Nicolás Olivari, Raúl González Tuñón y César
Tiempo) con su interés por los temas sociales, la incorporación del coloquialismo, la temática
ciudadana y la asunción de los ritmos de la canción popular, deriva la estética del 50.

De la importancia del hombre como tema de la poesía nacen también las denominaciones dadas a
este conjunto de poetas, o -al menos a uno de los núcleos que componen la denominada
"Generación del 50". En efecto, sea que hablemos de realismo romántico, como Freidemberg, de
poesía existencial como César Fernández Morenode neohumanismo. como José Isaacson,
siempre es el mismo valor el que se pone de relieve: una línea de poesía "sostenida en la
búsqueda de la libertad, en cuya concepción lo colectivo no se opone a lo individual, ni la
fantasía a la conciencia"8. Se trata, en última instancia, de la defensa de valores que se
consideran eminentemente poéticos por la valoración de la sencilla vida popular.

Como bien señala Nélida Salvador; [...] si atendemos al proceso evolutivo de la poesía
contemporánea, es factible destacar después de 1950 un notable cambio de perspectiva con
respecto a la posición esteticista que con ciertas alternancias viene prolongándose desde el
modernismo a pesar de las aparentes rupturas y renovaciones formales [...] paulatinamente van
surgiendo también signos reveladores de una toma de conciencia frente a los sucesos históricos
de la época y a su relación con la actividad creadora [...] La relación del hombre con los
acontecimientos de su época y de su contorno es una de las preocupaciones fundamentales de los
nuevos poetas argentinos [...] Este viraje desde un lirismo decantado e intimista hacia un decir
más llano y efectivo [...] se da como fenómeno común en casi todos los países europeos después
de la Segunda Guerra Mundial.

En lo antedicho hay dos aspectos que resaltar, en primer lugar la referencia a la situación
espiritual del mundo en la posguerra y en segundo, la palabra "contorno" que precisamente da
nombre a una de las publicaciones emblemáticas del '50, dirigida por los hermanos Viñas. Como
señala Daniel Freidemberg, las experiencias vividas por los intelectuales en el pasado reciente
determinan un cambio de actitud "y su consecuencia en la poesía será un lenguaje más llano,
mayor interés por lo nacional, la asunción de posturas sociopolíticas, la irrupción del entorno
concreto en la temática". Precisamente esta preocupación por el mundo circundante es el tono de
las manifestaciones artísticas de la época, cuyos rasgos sobresalientes, según Arturo Cambours
Ocampo, pueden resumirse así:

- Preocupación por la realidad en su vasto espectro social, histórico y político,

- Una especial atención, en la expresión del hombre, por sus vivencias existenciales.

- Uso de un lenguaje sobrio, directo, con gran tendencia al coloquialismo que se acentuará en la
década del '60,

César Fernández Moreno, por su parte, señala las siguientes notas, que nos sirven de puente para
acercamos, ya, a la obra de Tejada Gómez. En efecto, todos estos rasgos: una gran libertad
interior y exterior, la expresión de la existencia con signo positivo; la asunción de lo cotidiano
como objeto poético; la movilidad de la poesía entre los distintos medios de expresión y la
localización geográfica, que hunde firmemente sus raíces en el suelo americano, se encuentran
cabalmente en su producción poética y, si no sirven para comprender de por sí todo su enorme
sentido humano, al menos nos ayudan a describirla.

3. La poesía de Armando Tejada Gómez y la poesía de los '50

Como rasgo saliente de la poesía del '50 Fernández Moreno señala una gran libertad interior y
exterior. La primera se manifiesta en la "falta de miedo, su decisión para arriesgarse a vivir y
cantar en un mundo sin apoyos ostensibles"12 Si pensamos en la insobornable fidelidad de
Armando Tejada Gómez al sentido social de su canto, y el modo en que se mantuvo siempre fiel
a sus principios aun a despecho de su propio interés, entendemos claramente de lo que se habla.
A ello hay que sumar también la libertad en el manejo de las convenciones literarias, la
borradura de límites, por ejemplo, entre los géneros, la lírica y la dramática, o la incorporación
de las denominadas "formas populares" al registro de la lírica mal llamada "culta". En cuanto a la
libertad métrica de la que también hace gala, viene a ser "apenas una consecuencia técnica de
aquella libertad de fondo".

Se habla asimismo de la expresión de la existencia con signo positivo, y resalta el hecho de que
aun "cuando se expresan sentimientos o situaciones dramáticas, se lo hace en forma objetiva,
aceptándolas". Tal el talante espiritual de nuestro poeta, su aceptación de la vida tal como viene,
con sus luces y sus sombras, con su pequeña cuota de felicidad a cambio de tantos sinsabores:

Un día bien, otro mal, // No hay mal que por bien no venga.

El que quiere andar ya sabe // Que llevar la sombra cuesta.

Me demoro, pero llego. // Voy hacia toda la tierra [...]


Ya que hay que vivir, vivamos.

No hay mal que por bien no venga.

Y cuando el lamento se hace canto, no es tanto por sí mismo que clama, sino por sus hermanos
dolientes, por ese "niño que está en la calle", por las víctimas de la injusticia ("Ayer pasé por tu
casa. / Te estaban desalojando"), por los que cobran jornales miserables, por los tristes de todas
las tristezas. Sentido social y comprometido del arte:

Importan dos maneras de concebir el mundo. // Una, salvarse solo, // Arrojar ciegamente los
demás de la balsa // Y la otra, // Un destino de salvarse con todos, // Comprometer la vida
hasta el último naufragio, // No dormir esta noche si hay un niño en la calle.

En ese canto a la existencia en toda su varia realidad, aun la trivialidad de lo cotidiano se asume
como objeto poético; esta as nción, que continúa en cierto modo el sencillismo poético de
Baldomcro Fernández Moreno, se realiza en distintos planos: en una temática que no desdeña las
situaciones corrientes y las trasmuta en poesía por obra y gracia de la mirada del poeta, aun
cuando no sean en sí, poéticas: por ejemplo, la rutina del trabajo:

Yo te he visto, muchacha plural, en las ciudades, // Gastándote la magia con la prisa del alba.

Las oficinas públicas, públicamente áridas, // La tienda estrepitosa, la planilla a mansalva,

Esas fábricas rojas de devorar el sueldo, // Lamentables rutinas de alquilarte hasta el sábado [...]

Y el moscardón horario zumbándote el absurdo // Para matarte adentro la condición de pájaro.

Y también, en el lenguaje: "palabras y giros propios de la conversación diaria encuentran día a


día plaza permanente en la poesía escrita; más, se incorpora el lenguaje popular, el voseo y hasta
el lunfardo [...] El lenguaje se distiende y se exhibe al sol, en la vereda"18. Sin embargo, este
publicitado "coloquialismo" no desdeña de ningún modo los hallazgos poéticos, la imagen
sugerente cuando no hermética, abrevada en los grandes maestros: César Vallejo, Neruda, de
proyección continental; versos como los siguientes, de "Filiación del rocío"19 son de una enorme
riqueza metafórica, además de la profundidad de contenido:

La mañana inicial sube embestida por la luz // Principal y entrañable; // Ya está nupcial
soltando las palomas // Entre la adolescencia de los árboles, // Buscándolo, // Tocándole lo
verde que anda en la arboladura de su sangre, // La verde flor que es él cuando amanece.

Esta aproximación a lo popular, en la poesía de Buenos Aires, encuentra en el tango, ya desde la


generación cuarentista, tanto una temática como módulos expresivos afínes20. En tanto, los
poetas "delinterior'" (más bien deberíamos decir "del país profundo"), inmersos en su propia
circunstancia, se vuelven hacia la tradiciones y las formas orales de su región, aunque sin caer en
el regionalismo. Este movimiento, surgido también a partir de los años 40 y que es notable en
ciertos núcleos provinciales, como en el Noroeste, como en Mendoza, explica el surgimiento del
denominado "Nuevo Cancionero" del que participan Tejada Gómez, Hamlet Lima Quintana...
autores de letras de canciones folklóricas inolvidables. Este volcarse a módulos tradicionales es
el que dicta el título de algunos de los poemarios de Tejada Gómez: Tonadas de la piel, Tonadas
para usar... en los que resalta la referencia a la forma poética cuyana por excelencia: la tonada,
ese "moscardón nocturno" a contra sangre y contra olvido.

Este cultivo de las formas populares se relaciona con otra característica, cual es la movilidad de
la poesía entre los distintos medios de expresión: los poetas existenciales no consideran la poesía
"como ejercicio especializado y excluyente", sino que buscan vivir integrando las distintas
posibilidades artísticas. Parten de la premisa de que "la poesía es para todos" y para lograr esa
difusión buscan articular los distintos medios verbales y aun audiovisuales aptos para transmitir
el sentimiento poético: no ya la palabra rimada, sino la palabra a secas, la palabra con música o
la palabra en expresiones dramáticas; como señala Fernández Moreno, "desde el momento en
que el poeta vuelve a ser un hombre, se vuelve a descubrir que todos los hombres son poetas", Y
el cantor es -en palabras de Tejada- "profeta ardido [...] hijo de su canto; sabe la soledad de cada
uno, es un sabio ancestral vuelto palabra, río tonal del hombre, cauce loco". De allí, por ejemplo,
la dedicatoria de su Antología de Juan, pronunciada "con esta garganta popular, / con esta mano
de empuñar al hombre, / con esta boca de nombrar a todos".

También llama la atención, respecto de esta promoción poética, lo que podría denominarse su
"localización geográfica", que parte del entorno propio, comarcano, para elevarse primero a lo
nacional y alcanzar luego una dimensión de unidad continental: "América, en su difícil unidad y
su opulenta variedad, es tema absorbente entre todos estos poemas de la existencia en el
espacio". Este movimiento de integración americanista es visible en alguna de las revistas más
conspicuas de la época, como Zona, que se subtitula de la poesía americana, y describe una
característica insoslayable de la poesía de Tejada Gómez, cuya "Canción con todos" es un
verdadero "himno americano". Al respecto, Ángel Bustelo transcribe una conmovedora
anécdota: estando el poeta en Cuba, en la Plaza de la Revolución y con motivo de una
conmemoración importante para el régimen castrista, tuvo la satisfacción de oír la interpretación
de su "Canción con todos", coreada por la multitud. Como él y sus amigos quedaron en un
silencio estupefacto, uno de los asistentes lo increpó: "¿Tú eres gringo que no cantas el himno?".
Así, olvidado el nombre de sus autores, la composición se había convertido en auténtico
patrimonio popular.
Sentimiento que se hace patente también en muchos otros poemas: esa "América ancestral" que
entona sus "Salmos de piedra": Por las puertas del día entra el sol a la tierra. // Sube a la altura
Puna. Celebra la altipampa. // Se goza en los cardones penitentes y ampara // La añosa y
cotidiana ternura del maíz".

4. El tema social

También tiene la poesía del '50 un registro temático propio, que se ocupa en primer lugar -y en
razón de ese proclamado neohumanismo de las relaciones del hombre con sus semejantes, los
más próximos -padres y amigos- pero también la sociedad en su conjunto, con la que se siente
ligada por lazos de fraternidad espiritual28; el suyo es el sueño de cantor popular, autor anónimo,
"perder acaso mi identidad individual para ganar un lugarcito en la memoria del pueblo, regresar
por el camino de mis versos":

Mi sueño es que algún día, andando por esos caminos, otro hombre pase con una canción mía en
la voz o en los labios. Entonces sentiré que he cumplido cabalmente con un servicio de ternura y
amor por la gente. Ese hombre no irá solo. Acaso yo sí, pero él no, porque irá cantando... Y eso...
eso es la gloria.

Y a partir de sus enfoques sociales, estos poetas devanan la madeja de los inagotables temas de
la existencia concreta en su transcurrir cotidiano, con sus escenarios reiterados; la calle, el
exterior, pero también el interior del hombre, con sus concretas preocupaciones existenciales. Y
es este abanico temático el que la poesía de Armando Tejada Gómez despliega desde su primer
poema.

En efecto, este poeta mendocino, a través de una sostenida producción poética que se inicia con
Pachamama (1953) –subtitulado Poema de la tierra-, Tonadas de la piel y Antología de Juan,
tres libros entre 1953 y 1958, a los que seguirán sus más celebradas obras; Los compadres del
horizonte y Ahí xa Lucas Romero (1963) y luego otros poemarios como Tonadas para usar
(1967), como Canto popular de lascomidas (1974), como Los telares del sol (1994)..., sin contar
su premiada novela Dios era olvido (1979), se caracteriza por una temática de reivindicación
social, con nerudiano amor por las cosas y los seres y que reactualiza la concepción del poeta
como voz de su pueblo y de su tierra, con registros de cantor épico-lírico.

En efecto, en los dos primeros libros, "aprende a designar, a componer el cuadro natural donde
jugarán sus personajes la trajinada aventura humana"30:

Estaba. // Era interior. // Tierra venía a ser. Inevitable era. // Venía a su crecer rompiendo las
estrellas! [...] // Entonces bostezaba rugosas cordilleras. // Con rudos ademanes restaba altura
al cielo, // Lanzando el Aconcagua al ámbito y la estrella.
Como señala Guillermo Ara, las estructuras hacen pensar en la bien asimilada lección de Neruda
o Ramponi; a la vez, la imagen que ''tiene algo de desmesurado", con su gigantismo verbal, su
juego de "artilugios míticos y factores telúricos ya muestran un real dominio, una enérgica
eficacia para crear lo extraordinario en el contacto con la piedra, los volcanes, los restos fósiles,
los vientos y las aguas". Asistimos a una suerte de génesis y en él se insertará, posteriormente, la
pareja fundacional, padre y padre: Padre tropero "fundador de caminos" y Madre, "muy criolla"
y que "le echaba amor a la olla", como rezan las dedicatorias de Tonadas de la piel y Canto
popular de lascomidas, respectivamente. Con ellos se afirma el arraigo huarpe del poeta, su
proclamada herencia sin mezcla, afincada en ese Cuyum: tierra de arena, "pedacito del tiempo, /
mínimo sol, charango, / terrestre golondrina caída a lo lejano", donde brota el clavel del aire,
"estrella de la arena sin orillas, / diente de soledad, / concreta espuma, / pájaro de raíz sobre la
piedra". Donde cabe también "la preñez jubilosa de la uva [...] su azúcar profundo", ese "mosto
infinito" que culmina en el "denso alarido del vino",

Porque el vino levanta su hoguera, enciende al hombre, En lo vital lo besa, le transpira en la


sangre Y a garganta y a música le desnuda una espiga Atávica, espaciosa, grávida, solidaria [...]
porque en medio del vino la vida se recobra agitando el latido de la tierra y el aire.

Desde ese paisaje crece el hombre, "Hueso fundamental", objeto esencial de la poesía de Tejada
Gómez. Así, con la Antología de Juan y los poemarios siguientes, entramos de lleno en el plano
social y desgarrado del hombre, "antiguo labrador", mínimo Juan, niño crecido en la calle:
"Pucha que es largo el camino / sin silbido y sin trabajo"; problemática que resume el poema
titulado "Canto muchedumbre":

Porque siendo millones, hijos de padre y madre, // Levadura del siglo [...] // En el nombre del
hombre, // En el nombre del ancho profeta sumergido y roto // en la insurgencia, // en el
galope herido, en la canoa frágil // dispuesta para huir chapoteando la noche; // porque aquí
nos partieron el grito medio a medio // para hollarnos el mismo carozo de la furia, es que hemos
vuelto y vamos empuñando los vientos, // sísmicos como un himno, corales como un trueno, //
separando la luz de las tinieblas, //soltando el tono cósmico de la entraña del pueblo.

También escribe posteriormente dos volúmenes de intención semejante: Los compadres del
horizonte y Ahí va Lucas Romero, el segundo apoyado en un hilván anecdótico central que falta
en el primero, aunque en ambos late el tono épico y la intención de denuncia. El discurso
caracterizador alterna en Los compadres... con cantos –en letra bastardilla- que historian el país y
lo que Ara denomina "traiciones y vicios del exotismo estético": "Padecían libélulas, marquesas,
/ cierta anemia elegante [...] escrita por escribas impecables". A ello se opone la visión de la vida
real, en poemas como: "La Juana Robles llorando", "La verdadera muerte del compadre", "Doña
Florencia Arboleda": "Ay Florencia Arboleda, madre nuestra, / cogoUito del aire, sol por dentro,
/ tu condición de cobre me da vueltas / como un río de aroma por el pecho", la hermana Etelvina,
que "tenía un sueño de pollera estampada...".

5. Conclusión

Diversos tonos, diversas cuerdas que tañe esta poesía de profundo sentido social y americanista,
la de Armando Tejada Gómez, aquel que dijo:

[...] entiendo que la vocación del poeta es cumplir su destino. Entiendo también que ese destino
significa hacer su obra, fundamento de su lucha. Los hombres somos lo que hacemos, lo que
somos capaces de hacer, cualesquiera sean los padecimientos y dificultades que debamos
afrontar. Y cualquiera sea el camino elegido para realizamos como hombres.

Y en cuanto al oficio del poeta, ese "estado de salud del espíritu", es entendido como una
capacidad innata al hombre, que algunos, sin embargo, logran actualizar; "Particularmente, no
creo que uno nazca poeta, uno va siendo poeta a medida que vive y se realiza como tal en obra y
conducta. La capacidad poética es una cualidad del temperamento que todos los hombres
poseen".

Además, afirma reiteradamente nuestro poeta, "una vocación de esa naturaleza implica no
renunciar a producir una poesía, o mejor, una literatura que no sólo se parezca a nosotros
entendidos como nación continente, sino que seamos nosotros, en carne, hueso y espíritu. Una
literatura, en fin, en la que nos reconozcamos enteramente, a cara o cruz".

La poesía se convierte así en una auténtica búsqueda de identidad, tal como lo expresa en esa
suerte de testamento poético que es "'El telar del enterrado", de hondísimo contenido existencial:
La identidad es un emprendimiento // De vasta, de una desmesurada dimensión. // Las raíces,
de hondas, se vuelven inasibles. // Uno se ve brumoso a la luz del paisaje // Y tiene una
memoria que en realidad no tiene. // ¿Por qué perdura, entonces? ¿Por qué insiste? [...] //
¿Quién soy, si soy? ¿Soy el que está durando?

Y siempre la elección del poeta es clara; su proclamado america-

Elijo el lugar: América, por señalar un ámbito // O dar de cielo a cielos señal de identidad. //
Yo soy el enterrado, el poema de abajo // Hecho añicos, disperso, esparcido en el viento // Que
la arena ha escondido // Y que yo busco en vano entre el polvaderal.

Cabal representante de la poesía argentina de los años ,50. Armando Tejada Gómez realiza
plenamente el destino del cantor popular, el que aspira a ser la voz de su pueblo: sus canciones
perduran en la memoria, desligadas a menudo del recuerdo de su autor; pero su obra literaria, a
través de una sostenida producción que abarca más de una docena de títulos, explaya con acentos
propios una temática generacional y ha merecido numerosos reconocimientos tanto a nivel
nacional como internacional.

RESUMEN

La poesía de Armando Tejada Gómez (1929-1992) se destaca con perfiles nítidos en el


desarrollo de las letras mendocínas correspondiente a la segunda mitad del siglo XX y
constituye una faceta más de un interesante movimiento cultural no exclusivamente literario, que
se conoce como la Generación del '50. En el presente artículos se analizan las fuerzas que
juegan en el campo intelectual de mediados del siglo XX: el viraje a lo popular con la
incorporación del coloquialismo y la asunción de los ritmos de la canción popular, la temática
ciudadana, la preocupación social y el sentido americanista. Esta nueva estética, que ha
recibido las denominaciones de realismo romántico (Freidemberg), de poesía existencial (César
Fernández Moreno), de neohumanismo (José Isaacson), presenta además como rasgo saliente
una gran libertad interior y exterior. Todas estas características se ponen de manifiesto en la
poesía de Tejada Gómez. A ello hay que sumar también la libertad en el manejo de las
convenciones literarias, la borradura de límites entre los géneros, por ejemplo, lírico y
dramático, o la incorporación de las denominadas "formas populares" al registro de la lírica
mal llamada "culta". En cuanto a la libertad métrica de la que también hace gala, viene a ser
apenas una consecuencia técnica de aquella libertad de fondo ya aludida, que asume como
objeto poético aun la trivialidad de lo cotidiano.

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