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LA COLUMNA SEMANAL DE
LEONARDO BOFF Ética y Moral por Leonardo Boff
¿Qué es ética y que es moral? ¿Son lo mismo o hay que hacer
distinciones entre ellas? Hay mucha confusión acerca de esto.
Estas definiciones, aunque útiles, son abstractas porque no muestran el proceso, cómo surgen efectivamente
la ética y la moral. Y aquí los griegos pueden ayudarnos.
Ellos parten de una experiencia de base, siempre válida, la de la morada entendida existencialmente como el
conjunto de las relaciones entre el medio físico y la Y llaman a la morada, \"ethos\" (con e larga en
griego). Para que la morada sea morada, hay que organiza, ^ ^ p a c io físico (cuartos, sala, cocina) y el espacio
humano (relaciones de los moradores entre sí y con sus vecinos) segijn criterios, valores y principios para que
todo fluya y esté como se desea. Eso da carácter a la casa y a las personas, io s griegos también llaman a esto
\"ethos\". Nosotros diríamos ética y carácter ético de las personas.
Además, en la morada, los moradores tienen costumbres, maneras de organizar las comida^, los encuentros,
modos de relacionarse, tensos y competitivos o armoniosos y cooperativos. A esto los griegos ta.mbién lo
llamaban \"ethos\" (con e corta). Nosotros diríamos moral y la postura moral de una persona.
Sucede que esas costumbres (moral) forman el carácter (ética) de las personas. Winnicot, continuando a
Freud, estudió la importancia de las relaciones familiares para establecer el carácter de las personas. Éstas
serán éticas (tendrán principios y valores) si*han tenido una buena moral (relaciones armoniosas e inclusivas)
en casa.
Los medievales no tenían las sutilezas de los griegos. Usaban la palabra moral
(viene de mos/moris) tanto para las costumbres como para el carácter.
Distinguían la moral teórica (filosofía moral), que estudia los principios y las
actitudes que iluminan las prácticas, y la moral práctica, que analiza los actos a
la luz de las actitudes y estudia la aplicación de los principios a la vida.
¿Cuáles son la ética y la moral vigentes hoy? Las del capitalismo. Su ética dice:
bueno es lo que permite acumular más con menos inversión y en el menor
tiempo posible. Su moral concreta reza: emplear la menor cantidad de gente
posible, pagar menos salarios e impuestos y explotar mejor la naturaleza.
Imaginemos cómo sería una casa y una sociedad (ethos) que tuviesen tales
costumbres (moral/ethos) y produjesen caracteres (ethos/moral) igualmente
conflictivos. ¿Sería todavía humana y benéfica para la vida? Aquí está la razón
de la grave crisis actual.
La ética siguió el destino de la razón. La naturaleza de la razón es buscar y el ethos será un ethos que busca^^ST'
razón no se detiene ante nada, por eso es esencialmente desacralizadora. Su expresión completare realiza a
través de la razón instrumental-analítica cuyo producto principal es la tecnociencia cot^la-cftfílTzación que ha
creado, hoy mundializada. Tiene un inmenso alcance pero también tiene límrtesr'''"^
En primer lugar, olvidó el Ser (el todo) y se concentró en el e*té€'(parte), considerándolo la "realidad", fuera de
la cual nada existe. El reflejo en la ética fue
que no se atendió más la "voz interior"
(degradada a superyo psicológico, a interés
de clase) para oír solamente la vo? áe afuera,
internalizada, de la norma v orden.
El límite fatal del ethos que busca estriba en haberle reservado poco
lugar al otro. El paradigma occidental siempre tuvo dificultades con el
otro. Por eso, lo incorporó, lo sometió o lo destruyó. Negando al otro
perdió la posibilidad de la alianza, del diálogo y de un mutuo aprendizaje
con él. Triunfó el paradigma de la identidad sin la diferencia, en la línea
del presocrático Parménides.
El ethos que ama fundamenta un nuevo sentido de vivir. Amar al otro es darle razón de existir. El existir es
pura gratuidad. No hay razón para existir. Amar al otro es querer que exista porque el amor hace al otro
importante. "Amar a una persona es decirle: tú no morirás jamas (G. Marcel), tú debes existir, tú no puedes
morir". Cuando alguien o alguna causa se hacen importantes para el otro, nace un valor que moviliza todasjas
energías vitales. Es por eso que cuando alguien ama rejuvenece y tiene la sensación de comenzar la viécTcle
nuevo. El amor es fuente perenne de valores.
Solamente ese ethos que ama está a la altura de los desafíos actuales pjafqtfeincluye a todos. Hace de los
distantes, próximos, y de los próximos, hermanos y hermanas. Jertfólo que amamos, lo cuidamos. Se abre así
al ethos que cuida.
Esta fábula está llena de lecciones. El cuidado es anterior al espíritu infundído por Júpiter y anterior al cuerpo
prestado por la Tierra. La concepción cuerpo-espíritu no es, por tanto, original. Original es el cuidado «que fue
e¡ primero que moldeó al ser humano». El Cuidado lo hizo con «cuidado», con celo y devoción, o sea, con una
actitud amorosa.Él es anterior, el «a priori» ontològico que premite que el ser humano surja. Esas
dimensiones entran en !.a constitución del ser humano. Sin ellas no es humano. Por eso se dice que el
«cuidado acompañará al ser humano todo el tiempo que viva». Todo lo que haga con cuidado estará bien
hecho.
El ethos que cuida y ama es terapéutico y liberador. Sana Dagas, despeja el futuro y crea esperanzas. Con
razón dice el psicoanalista Rollo May: «en la actual confusión de episodios racionalistas y técnicos, perdemos
de vista al ser humano. Debemos volver humildeente al simple cuidado. El mito del cuidado, solo él, nos
permite resistir al cinismo y a la apatía, dolencias psicológicas
de nuestro tiempo».
La responsabilidad revela el carácter ético de la persona. Ella se siente corresponsable -junto con las fuerzas
que dirigen la naturaleza- respecto del futuro de la vida y de la humanidad. Al asumir responsablemente
nuestra parte, hasta los vientos contrarios ayudan a conducir al puerto el Arca salvadora.
La solidaridad se encuentra en la raíz del procer de hominización. Cuando nuestros antepasados homínidos
salían a buscar alimento, no lo consumían de m; era iW-djvidual, lo traían al grupo para repartirlo
solidariamente. La solidaridad permitió el
salto de la animalidad a la humanidad y la
creación de la socialidad, que se expresa por
el lenguaje. Todos debemos nuestra
existencia al gesto solidario de nuestras
madres que nos acogieron en la vida y en la
familia.
Nuestra misión es cuidar de los seres, ser los guardianes del patrimonio natural y cultural común, haciendo que la
biosfera siga siendo un bien de toda vida y no sólo nuestro. Gracias al ethos que se responsabiliza, veneramos cada ser y
cada forma de vida.
Leonardo Boff 8 de agosto de 2003 http://www.servicioskoinonia.org/boff/
El ethos que se compadece
j El ethos, para ser plenamente humano, necesita incorporar la
1 compasión. Hay mucho sufrimiento en la historia, demasiada
| sangre en nuestros caminos e interminable soledad de millones y
¡| millones de personas, cargando solas, en su corazón, la cruz de la
injusticia, de la incomprensión y de la amargura. Tal es la
condición humana de seres que son la convergencia de las
1 contradicciones. El ethos que se compadece quiere incluir a todos
| esos en el \"ethos\" humano, es decir, en la casa humana, donde
hay acogida y donde las lágrimas pueden ser lloradas sin
vergüenza o ser enjugadas cariñosamente.
Pero primero necesitamos hacer una terapia del lenguaje, pues compasión tiene en la comprensión común
connotaciones peyorativas. Tener compasión significa apiadarse del otro por considerarlo desamparado, sin
fuerza interior para erguirse. Supone la actitud de alguien que mira de arriba abajo, humillándolo.
En el cristianismo de los primeros tiempos, sin embargo, com-pasión era sinónimo de misericor¿wr^esa actitud
generosa que quiere compartir la pasión con el otro y no dejarlo solo con su dolor. Es£^?rcréshacer
\"caridad\", criticada por el poeta y cantor argentino Atahualpa Yupanqui: precio la caridad por la
vergüenza que encierra. Soy como el león de la sierra: vivo y muer9^eTfsoledad".
En el budismo la compasión es considerada la v¡rtu£ppérsonal de Buda. Por eso es central y está ligada a la
pregunta que dio origen al budismo como canario espiritual: \"¿cuál es el mejor medio para liberarnos del
sufrimiento?" La respuesta de Buda fu^^^por la com
pasión, por la infinita com-pasiórj^C'El Dalai Lama,
como ya hemos escrito enjisfa columna, actualiza esa
respuesta ancestral aí^V'ayuda a los otros siempre
que puedas y si nprpuedes, jamás los perjudiques\".
Vivió ejemplarmente el ethos que cuida. Cuidaba de las abejas en invierno para que no
muriesen de hambre, cuidaba de liberar a los pajarillos de las jaulas, pedía a sus
compañeros que cuidasen de las malezas en un rincón del jardín, pues también ellas a su
modo alaban a Dios.
Es un arquetipo del ethos que se compadece. Fue a vivir entre los enfermos del mal de
Hansen, los besaba y les daba de comer en la boca, repartía todo con los pobres, hasta la
ropa que llevaba puesta y se compadecía de sus propios dolores, tratándolos de hermanos,
hermana muerte.
Dio testimonio del ethos que se solidariza. Es paupérrimo, pero quiere que se dé todo al hermano enfermo,
rompe el ayuno riguroso para ser solidario con el compañero que grita de noche "muero de hambre"; en la
cruzada se solidariza con los "hermanos mahometanos" y va al encuentro del sultán, rezando con él.
Por fin mostró, de manera concreta, el ethos que se responsabiliza. Ante las guerras entre burgos instaura la
"legatio pads" o movimiento por la paz, reconciliando las partes. Prohíbe a los compañeros usar armas, dinero
y títulos, fuentes de conflictos. Renuncia a todas las funciones, continuando lego, para quedar junto al pueblo
y los pobres. Quiere una fraternidad sociocósmica a partir de los últimos.
El ethos franciscano integra todo. Confraterniza con todo y hace de este mundo la morada bienhechora del ser
humano (ethos). La expresión suprema de este ethos se encuentra en el admirable "Cántico al Hermano Sol".
En él no tratamos solamente con un discurso poético-religioso sobre las cosas. Ellas sirven de vestimenta a un
discurso más profundo, el del Inconsciente que llegó a su Centro, al Misterio interior, de ternura, que integra
todas las cosas.
La ética se transfigura entonces en mística, experiencia abisal del Ser. Así como una estrella no brilla sin aura,
tampoco una ética adquiere vigencia sin una visión mística y encantada del mundo, donde la Tierra y el Cielo y
todos los elementos que surgen del matrimonio entre ellos se transforman en valor, en señal de un mundo de
bondad.
Daimon y Ethos
Tal vez los lectores se extrañen por estas dos palabras griegas. Pero ellas wos permiten acércanos a un teroa-
urgente: el rescate de los fundamentos de la ética, que se contrapone aldescontrol ético actuali^*''-"''
especialmente cuando jefes de Jstm íSutilizan la
mentira para engañar^-stTpueblo y ganarlo para la
perversidad cMa'guerra.
Ethos/casa no son simplemente las cuatro paredes y el techo. Es el conjunto de las relaciones que el ser
humano establece: con el medio natural, se’parando un pedazo de él para que sea su morada; con los que
habtitan en la casa, para que sean cooperativos y pacíficos; con un pequeño lugar sagrado, donde guardamos
memorias queridas, la vela que arde o los santos de nuestra devoción; y con los vecinos, para que haya mutua
ayuda y gentileza. Casa es todo eso; es un modo de ser de las personas y de las cosas.
La casa, para ser tal, debe tener un buen astral. Eso lo proporciona el daimon, el genio bienhechor. El bien que
él inspira hace de las cuatro pareces y del conjunto de las relaciones, una morada humana. Ahí nos sentimos
bien, amamos y morimos.
El daimon/ángel bueno, ¿qué es? Sócrates, que siempre se dejaba orientar por él, lo llama «voz profètica
dentro de mí, proveniente de un poder superior», o también «señal de Dios». Es la voz de la interioridad,
aquel consejero de la conciencia que disuade o estimula, aquel sentimiento de lo conveniente y de lo justo en
las palabras y en los actos, que se anuncia en todas las circunstancias de la vida, pequeñas o grandes. Todos
posseen el daimon interior, ese ángel protector que nos aconeseja siempre, un dato tan objetivo como la
libido, la inteligencia, el amor o el poder.
Como se comprende, Heráclito, como buen filósofo, deja atrás el sentido convencional de las palabras y capta
su significación escondida: la casa (ethos) acaba siendo la ética, y el ángel bueno (daimon), la inspiración para
su vivencia.
Ser fieles a ese ángel bueno hace que moremos bien en la casa, la individual, la ciudad, el país y el planeta
Tierra, la Casa Común. Todo lo que hagamos para que se pueda morar juntos bien (felicidad) es ético y bueno;
lo contrario es antiético y malo.
¿Es utopía? Sí, pero es la dirección correcta que apun'ia ?l camino verdadero. Escuchar al daimon produce paz
general y hace que surja el cuidado para con todas las cosas.