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LA COLUMNA SEMANAL DE
LEONARDO BOFF Ética y Moral por Leonardo Boff
¿Qué es ética y que es moral? ¿Son lo mismo o hay que hacer
distinciones entre ellas? Hay mucha confusión acerca de esto.

Tratemos de aclararlo. En el lenguaje corriente e incluso culto, ética y


moral son sinónimos. Así decimos: \"aquí hay un problema ético\" o
\"un problema moral\". Con eso emitimos un juicio de valor sobre
alguna práctica personal o social, si buena, mala o dudosa.

Pero profundizando la cuestión, percibimos que ética y moral no son


sinónimos. La ética es parte de la filosofía. Considera concepciones de
fondo, principios y valores que orientan a personas y sociedades. Una
persona es ética cuando se orienta por principios y convicciones.
Decimos entonces que tiene carácter y buena índole. La moral forma
parte de la vida concreta. Trata de la práctica real de las personas que
se expresan por costumbres, hábitos y valores aceptados. Una persona
es moral cuando obra conforme a las costumbres y valores establecidos
que, eventualmente, pueden ser cuestionados por la ética. Una
persona puede ser moral (sigue las costumbres) pero no
necesariamente ética (obedece a principios).

Estas definiciones, aunque útiles, son abstractas porque no muestran el proceso, cómo surgen efectivamente
la ética y la moral. Y aquí los griegos pueden ayudarnos.

Ellos parten de una experiencia de base, siempre válida, la de la morada entendida existencialmente como el
conjunto de las relaciones entre el medio físico y la Y llaman a la morada, \"ethos\" (con e larga en
griego). Para que la morada sea morada, hay que organiza, ^ ^ p a c io físico (cuartos, sala, cocina) y el espacio
humano (relaciones de los moradores entre sí y con sus vecinos) segijn criterios, valores y principios para que
todo fluya y esté como se desea. Eso da carácter a la casa y a las personas, io s griegos también llaman a esto
\"ethos\". Nosotros diríamos ética y carácter ético de las personas.

Además, en la morada, los moradores tienen costumbres, maneras de organizar las comida^, los encuentros,
modos de relacionarse, tensos y competitivos o armoniosos y cooperativos. A esto los griegos ta.mbién lo
llamaban \"ethos\" (con e corta). Nosotros diríamos moral y la postura moral de una persona.

Sucede que esas costumbres (moral) forman el carácter (ética) de las personas. Winnicot, continuando a
Freud, estudió la importancia de las relaciones familiares para establecer el carácter de las personas. Éstas
serán éticas (tendrán principios y valores) si*han tenido una buena moral (relaciones armoniosas e inclusivas)
en casa.
Los medievales no tenían las sutilezas de los griegos. Usaban la palabra moral
(viene de mos/moris) tanto para las costumbres como para el carácter.
Distinguían la moral teórica (filosofía moral), que estudia los principios y las
actitudes que iluminan las prácticas, y la moral práctica, que analiza los actos a
la luz de las actitudes y estudia la aplicación de los principios a la vida.

¿Cuáles son la ética y la moral vigentes hoy? Las del capitalismo. Su ética dice:
bueno es lo que permite acumular más con menos inversión y en el menor
tiempo posible. Su moral concreta reza: emplear la menor cantidad de gente
posible, pagar menos salarios e impuestos y explotar mejor la naturaleza.
Imaginemos cómo sería una casa y una sociedad (ethos) que tuviesen tales
costumbres (moral/ethos) y produjesen caracteres (ethos/moral) igualmente
conflictivos. ¿Sería todavía humana y benéfica para la vida? Aquí está la razón
de la grave crisis actual.

Leonardo Boff 2003-07-04 http://www.servicioskoinonia.ore/boff/

El ethos que busca


Fue obra de la razón crítica, articulada por los geniales filósofos Platón y Aristóteles, realizar el salto del
\"daimon\" (la percepción ética de base) al \"ethos\"(sistema racional de principios). Con eso comenzó una
gran aventura intelectualbajo cuya vigencia, aunque en su ocaso, estamos todavía. Con más de dos milenios
de distancia, vamos atratar de hacer una lectura de ciego, captar las relevancias, e identificar el perfil básico
del ethos de nuestra civilización.

La ética siguió el destino de la razón. La naturaleza de la razón es buscar y el ethos será un ethos que busca^^ST'
razón no se detiene ante nada, por eso es esencialmente desacralizadora. Su expresión completare realiza a
través de la razón instrumental-analítica cuyo producto principal es la tecnociencia cot^la-cftfílTzación que ha
creado, hoy mundializada. Tiene un inmenso alcance pero también tiene límrtesr'''"^

En primer lugar, olvidó el Ser (el todo) y se concentró en el e*té€'(parte), considerándolo la "realidad", fuera de
la cual nada existe. El reflejo en la ética fue
que no se atendió más la "voz interior"
(degradada a superyo psicológico, a interés
de clase) para oír solamente la vo? áe afuera,
internalizada, de la norma v orden.

En segundo lugarvhiendo ilimitados los entes,


también son LYiínitados los saberes, olvidados
de que s.on partes de un Todo. Realidad
fragmentada, generó un saber fragmentado y
ijna ética fragmentada en incontables
morales, para cada profesión (deontologia),
para cada clase y para cada cultura.

En tercer lugar, separó lo que en la realidad


siempre va unido: Dios y mundo, razón y emoción, masculino y femenino, justo y legal, privado y público,
ética fue dividida en pública y privada, de las intenciones y de los principios, de los medios y de los fines.
En cuarto lugar, el saber fue puesto al servicio del poder y el poder usado como dominación. La ética se hace
instrumento de normatización del individuo, forzado a introyectar las leyes para insertarse en la dinámica del
proceso social, leyes por las que es fiscalizado y hasta castigado. La sociedad se funda menos en la ética y en la
ley que en la legalización de las distintas prácticas personales y sociales aceptadas socialmente.

En quinto lugar, fundada solamente en la razón crítica, la ética no consiguió


consensos mínimos, asumibles por todos. Los imperativos categóricos como los
de Kant, "trata al ser humano siempre como fin, nunca como medio" y "obra de
tal manera que la máxima de tu acción pueda servir de norma para todos",
permanecieron abstractos. Son principios de la razón ilustrada, no de la común
de las mayorías.

En sexto lugar, reservada sólo al ámbito de la razón, la ética perdió el horizonte


de trascendencia que viene del espíritu y de su obra que es la espiritualidad, esa
dimensión de la conciencia que permite al ser humano sentirse parte del Todo y
abrirse a Él. Sin espiritualidad la ética se convierte fácilmente en moralismo y la
ley en legalismo.

En séptimo lugar, la ética perdió el corazóny el \"pathos\", la capacidad de


sentir en profundidad al otro. Es solipsista, centrada en sí misma. La ética surge yserenueva cuando emerge
el otro, con quien convivo. Ella no presenta instrumentos internos que nos permitan dar respuesta a los
grandes retos actuales que atañen al futuro de la vida y de la humanidad. Necesitamos de un ethos que no
sólo busque, sino que también ame y cuide.

Leonardo Boff 2003-07-llhttp://www.servicioskoinonia.org/boff/

El ethos que ama


Cuando la razón busca hasta el final, encuentra en su propia raíz el
afecto que se expresa por el amor, y sobre ella, el espíritu que se
manifiesta por la espiritualidad. Y al término de su búsqueda encuentra
el misterio. Misterio no es el límite de la razón sino lo ilimitado de la
razón. Por eso, el misterio continúa siendo misterio en todo
conocimiento que se siente desafiado a conocer siempre más. La razón
científica nos ratifica este recorrido. Ella comenzó con la materia, llegó
a los átomos, descendió más, a los elementos subatómicos, a la energía
y a los campos energéticos, al campo de Higgs, origen de todos los
campos, al big-ban, hace 15 billones de años... para terminar en el
vacío cuántico, que es el estado de energía de fondo del universo,
aquella fuente alimentadora de todo lo que existe, misteriosa e
innombrable, que el conocido cosmólogo Brian Swimme, identifica
como presencia de Dios.

Concretamente, el misterio es el otro. Por nr]ás que se quiera conocerlo


y encuadrarlo, siempre se retrae para más allá. Es misterio desafiador
que nos obliga a salir de nosotros mismos y a posicionarnos ante él.
Cuando el otro irrumpe delante de mí, nace la ética. Porque el otro me
exige una actitud práctica, o de acogida, de indiferencia o de rechazo. El otro significa una propuesta que pide
una res-puesta con res-ponsa-bilidad.

El límite fatal del ethos que busca estriba en haberle reservado poco
lugar al otro. El paradigma occidental siempre tuvo dificultades con el
otro. Por eso, lo incorporó, lo sometió o lo destruyó. Negando al otro
perdió la posibilidad de la alianza, del diálogo y de un mutuo aprendizaje
con él. Triunfó el paradigma de la identidad sin la diferencia, en la línea
del presocrático Parménides.

El otro hace sugrgir el ethos que ama. Paradigma de este etos es el


cristianismo de los orígenes, el paleocristianismo. Este se diferencia del
cristianismo oficial y de sus iglesias, porque en ética fue más influenciado
por los maestros griegos que por el mensaje y la práctica de Jesús. El
paleocristianismo, al contrario, da absoluta centralidad al amor del otro,
que para Jesús es indéntico al amor a Dios. El amor es tan central que
quien tiene amor lo tiene todo. El testimonia esta sagrada convicción de
que Dios es amor (lJn 4,8), y el amor no morirá jamás (1 Cor 13,8). Y ese
amor es incondicional y universal, pues incluye también al enemigo (Le 6,
35). El ethos que ama se expresa en la regla de oro, testimoniada por
todas las tradiciones de la humanidad: "ama al prójimo como a ti
mismo"; "no hagas al otro lo que no quieres que te hagan a ti".

El ethos que ama fundamenta un nuevo sentido de vivir. Amar al otro es darle razón de existir. El existir es
pura gratuidad. No hay razón para existir. Amar al otro es querer que exista porque el amor hace al otro
importante. "Amar a una persona es decirle: tú no morirás jamas (G. Marcel), tú debes existir, tú no puedes
morir". Cuando alguien o alguna causa se hacen importantes para el otro, nace un valor que moviliza todasjas
energías vitales. Es por eso que cuando alguien ama rejuvenece y tiene la sensación de comenzar la viécTcle
nuevo. El amor es fuente perenne de valores.

Solamente ese ethos que ama está a la altura de los desafíos actuales pjafqtfeincluye a todos. Hace de los
distantes, próximos, y de los próximos, hermanos y hermanas. Jertfólo que amamos, lo cuidamos. Se abre así
al ethos que cuida.

Leonardo Boff 2003-07-18 http://www.servicioskoinonia.org/boff/

El ethos que cuida


Cuando amamos, cuidamos, y cuando cuidamos, amamos. Por eso el
ethos que anr& se completa con el ethos que cuida. El «cuidado»
constituyela categogía central del nuevo paradigma de civilización
que \tata de emerger en todo el mundo. La falta de cuidado en el
tí ato dado a la naturaleza y a los recursos escasos, la ausencia de
cuidado en referencia al poder de la tecnociencia que construyó
armas de destrucción en masa y de devastación de la biosfera y de la
propia sobrevivencia de la especie humana, nos está llevando a un
impase sin precedentes. O cuidamos o pereceremos. El cuidado
asume una doble función de prevención de daños futuros y de
regeneración de daños pasados. El cuidado posee ese don: refuerza la
vida, atiende a las condiciones físico-químicas, ecológicas, sociales y espirituales que permiten la reproducción
de la vida, y de su ulterior evolución. Lo correspondiente al cuidado, en términos políticos es la
«sostenibilidad» que apunta a encontrar el justo equilibrio entre el
beneficio racional de las virtualidades de la Tierra y su preservación
para nosotros y las generaciones futuras. Tal vez aduciendo la fábula
del cuidado, conservada por Higino (+ 17 d.C.), bibliotecario de César
Augusto, entendamos mejor el significado del ethos que cuida.

«Cierto día, Cuidado tomó un pedazo de barro y lo moldeó con la


forma del ser humano. Apareció Júpiter y, a pedido de Cuidado, le
insufló espíritu. Cuidado quiso darle un nombre, pero Júpiter se lo
prohibió, pues quería ponerle nombre él mismo. Comenzó una
discusión entre ambos. En ésas, apareció la Tierra, alegando que el
barro era parte de su cuerpo, y que por eso, tenía derecho de escoger
el nombre. La discusión se complicó, aparentemente sin solución.
Encontres, todos aceptaron llamar a Saturno, el viejo Dios ancestral,
para ser el árbitro. Este decidió la siguiente sentencia, consideerada
justa: «Tú, Júpiter, que le diste el espíritu, recibirás su espíritu, de
vuelta, cuando esta criatura muera. Tú, Tierra, que le has dado el
cuerpo, recibirás su cuerpo, de vuelta, cuando esta criatura muera. Y
tú, Cuidado, que fuiste el primero en molderar la criatura, la
acompañarás todo el tiempo que viva. Y como no ha habido acuerdo sobre el nombre, decido yo: se llamará
«hombre», que viene de «humus», que significa tierra fértil».

Esta fábula está llena de lecciones. El cuidado es anterior al espíritu infundído por Júpiter y anterior al cuerpo
prestado por la Tierra. La concepción cuerpo-espíritu no es, por tanto, original. Original es el cuidado «que fue
e¡ primero que moldeó al ser humano». El Cuidado lo hizo con «cuidado», con celo y devoción, o sea, con una
actitud amorosa.Él es anterior, el «a priori» ontològico que premite que el ser humano surja. Esas
dimensiones entran en !.a constitución del ser humano. Sin ellas no es humano. Por eso se dice que el
«cuidado acompañará al ser humano todo el tiempo que viva». Todo lo que haga con cuidado estará bien
hecho.

El ethos que cuida y ama es terapéutico y liberador. Sana Dagas, despeja el futuro y crea esperanzas. Con
razón dice el psicoanalista Rollo May: «en la actual confusión de episodios racionalistas y técnicos, perdemos
de vista al ser humano. Debemos volver humildeente al simple cuidado. El mito del cuidado, solo él, nos
permite resistir al cinismo y a la apatía, dolencias psicológicas
de nuestro tiempo».

Leonardo Boff 2003-07-26


http://www.servicioskoinonia.org/boff/

El "ethos" que se responsabiliza


Los límites de la Tierra para soportar la voracidad del
crecimiento mundial y el consumismo que le acompaña, se
encuentran en una fase de agotamiento rápido. Para
imprimirle un cambio significativo no bastan los llamados de
los organismos mundiales que estudian el estado de la Tierra
ni las directrices gubernamentales. Es urgente una verdadera revolución molecular a partir de las conciencias
de los hijos e hijas angustiados de nuestro planeta.

El ethos que busca, dominador del mundo, no es capaz de


proporcionar por sí mismo los instrumentos para un salto
cualitativo. Se ha desmoralizado porque no ha conseguido
evitar el genocidio de los indígenas latinoamericanos, el
holocausto nacifascista, los gulags soviéticos, las armas de
destrucción masiva, las guerras preventivas recientes y la
devastación del modo de producción capitalista con la
generación de creciente miseria y exclusión. Logra
imponerse, no por argumentos, sino por la fuerza. Una
convicción surge de las conciencias más despiertas: o la
civilización planetaria deja de ser prevalentemente
occidental, o va a dejar de existir. Nos vemos obligados a
desarrollar un ethos de una responsabilidad ilimitada hacia todo lo que existe, como condición de
sobrevivencia de la humanidad y de su hábitat natural.

Responsabilidad es la capacidad de dar respuestas eficaces (responsum en latín, de donde viene


responsabilidad) a los problemas que nos llegan de la realidad compleja actual. Y sólo lo conseguiremos con
un ethos que ama, cuida y se responsabiliza. La responsabilidad surge cuando nos damos cuenta de las
consecuencias de nuestros actos sobre otros y sobre la naturaleza. Hans Joñas, el filósofo del «principio de
responsabilidad», formuló así el imperativo categórico: «Actúa de tal manera que las consecuencias de tus
acciones no destruyan la naturaleza, ni la vida ni la Tierra». Ese imperativo vale especialmente para la
biotecnología y aquellas operaciones que intervienen directamente en el código genético de los seres
humanos, de otros seres vivos y de las simientes transgénicas. El universo trabajó 15 billones de años, y la
biogénesis 3'8 billones para ordenar las informaciones que garantizan la vida y su equiulibrio. NosotjQsrSh
una generación, queremos ya controlar esos procesos complejísimos, sin medir las conseaieñítís de nuestra
acción. Por eso, el ethos que se responsabiliza impone la precaución y la cautela cefrlcTcomportamientos
éticos básicos.

Ese ethos se impone algunas tareas prioritarias.


Respecto a la sociedad, hay que desplazar el eje de
la competición que usa la razón calculadora, hacia el
eje de la cooperación que usa la razón cordial.
Respecto a la economía, impoj-ía'pasar de la
acumulación de riqueza^arTa producción de lo
suficiente y digno pará todos. Respecto a la
naturaleza, urg&'telebrar una alianza de sinergia
entre el njafíejo racional que necesitamos y la
preservación del capital natural. Respecto a la
atpñósfera espiritual de nuestras sociedades, importa pasar del individualismo y de la autoafirmación para la
construcción del bien común y del espíritu de cooperación.

La responsabilidad revela el carácter ético de la persona. Ella se siente corresponsable -junto con las fuerzas
que dirigen la naturaleza- respecto del futuro de la vida y de la humanidad. Al asumir responsablemente
nuestra parte, hasta los vientos contrarios ayudan a conducir al puerto el Arca salvadora.

Leonardo Boff 2003-08-01 http://www.servicioskoinonia.org/boff/


El 'ethos7 que se solidariza
Vivimos tiempos de gran barbarie porque es extremamente
escasa la solidaridad entre los humanos. 1.400 millones de
personas viven con menos de un dólar al día, dos tercios de
los cuales conforman la humanidad futura: niños y jóvenes
menores de 15 años, condenados a consumir 200 veces
menos energía y materias primas que sus hermanos y
hermanas norteamericanos. Pero ¿quién piensa en ellos? Los
países opulentos no tienen el mínimo sentido de solidaridad,
pues destinan menos del 1% de su riqueza interna bruta a
combatir este flagelo. Para enfrentarlo, más que una
revolución política se hace urgente una revolución ética, es
decir, despertar un sentimiento profundo de hermandad y
de familiaridad que haga intolerable tal deshumanización e
impida a los voraces dinosaurios del consumismo continuar
con su vandalismo individualista. Necesitamos, pues, de un
ethos que se solidarice con todos estos caídos del camino.

La solidaridad está inscrita, objetivamente, en el código de


todos los seres, pues todos somos interdependientes unos
de otros. Coexistimos en el mismo cosmos y en la misma
naturaleza con un origen y un destino comunes. Cosmólogos y físicos cuánticos nos aseguran que la ley
suprema del universo es la de la solidaridad y la cooperación de todos con todos. La misma ley de la selección
natural de Darwin, formulada a partir de los organismos vivos, debe ser pensada al interior de esta ley mayor.
.Además los seres luchan no sólo para sobrevivir, sino para realizar virtualidades presentes en su ser. A nivel
humano, <?.n vez de la selección natural, debemos proponer el cuidado y el amor. Así todos pueden ser
incluidos, tambié'rT.lns más débiles, y se evita que sean eliminados en nombre de los intereses de grupos que
se imponen por la fuerza o tíc ? JJn tipo de cultura que se autoafirma rebajando a las demás.

La solidaridad se encuentra en la raíz del procer de hominización. Cuando nuestros antepasados homínidos
salían a buscar alimento, no lo consumían de m; era iW-djvidual, lo traían al grupo para repartirlo
solidariamente. La solidaridad permitió el
salto de la animalidad a la humanidad y la
creación de la socialidad, que se expresa por
el lenguaje. Todos debemos nuestra
existencia al gesto solidario de nuestras
madres que nos acogieron en la vida y en la
familia.

Estos datos objetivos deben ser asumidos


subjetivamente, como proyecto de la libertad
que opta por la solidaridad como contenido
de las relaciones sociales. La solidaridad
política será el eje articulador de la
geosociedad mundial o no habrá futuro para
nadie. Solidaridad a ser construida a partir de
abajo, de las víctimas de los procesos
sociales. El imperativo suena así: «solidarízate con todos los seres, tus compañeros y compañeras de aventura
planetaria, especialmente con los más perjudicados, para que todos puedan ser incluidos en tu cuidado».
También es importante alimentar la solidaridad con las generaciones futuras, pues también ellas tienen
derecho a una Tierra habitable.

Nuestra misión es cuidar de los seres, ser los guardianes del patrimonio natural y cultural común, haciendo que la
biosfera siga siendo un bien de toda vida y no sólo nuestro. Gracias al ethos que se responsabiliza, veneramos cada ser y
cada forma de vida.
Leonardo Boff 8 de agosto de 2003 http://www.servicioskoinonia.org/boff/
El ethos que se compadece
j El ethos, para ser plenamente humano, necesita incorporar la
1 compasión. Hay mucho sufrimiento en la historia, demasiada
| sangre en nuestros caminos e interminable soledad de millones y
¡| millones de personas, cargando solas, en su corazón, la cruz de la
injusticia, de la incomprensión y de la amargura. Tal es la
condición humana de seres que son la convergencia de las
1 contradicciones. El ethos que se compadece quiere incluir a todos
| esos en el \"ethos\" humano, es decir, en la casa humana, donde
hay acogida y donde las lágrimas pueden ser lloradas sin
vergüenza o ser enjugadas cariñosamente.

Pero primero necesitamos hacer una terapia del lenguaje, pues compasión tiene en la comprensión común
connotaciones peyorativas. Tener compasión significa apiadarse del otro por considerarlo desamparado, sin
fuerza interior para erguirse. Supone la actitud de alguien que mira de arriba abajo, humillándolo.

En el cristianismo de los primeros tiempos, sin embargo, com-pasión era sinónimo de misericor¿wr^esa actitud
generosa que quiere compartir la pasión con el otro y no dejarlo solo con su dolor. Es£^?rcréshacer
\"caridad\", criticada por el poeta y cantor argentino Atahualpa Yupanqui: precio la caridad por la
vergüenza que encierra. Soy como el león de la sierra: vivo y muer9^eTfsoledad".

En el budismo la compasión es considerada la v¡rtu£ppérsonal de Buda. Por eso es central y está ligada a la
pregunta que dio origen al budismo como canario espiritual: \"¿cuál es el mejor medio para liberarnos del
sufrimiento?" La respuesta de Buda fu^^^por la com­
pasión, por la infinita com-pasiórj^C'El Dalai Lama,
como ya hemos escrito enjisfa columna, actualiza esa
respuesta ancestral aí^V'ayuda a los otros siempre
que puedas y si nprpuedes, jamás los perjudiques\".

Dos virtjjAÍes realizan la compasión: el desapego y el


cuidado. Por el desapego renunciamos a poseer las
cúsas y las respetamos en su alteridad. Por el cuidado
velamos por su bienestar y las socorremos en su
sufrimiento.

La compasión tal vez sea la mayor contribución ética y


espiritual que Oriente ha dado a la cultura mundial. Lo que hace penoso el sufrimiento no es tanto el
sufrimiento mismo, sino estar solo en el sufrimiento. El budismo y también el cristianismo convocan a
establecer una comunión en el sufrimiento para que nadie quede solo y desamparado en su dolor.
Como el amor y el cuidado, la compasión tiene un campo de realización ilimitado. No se restringe solamente a
los seres humanos, sino a todos los seres vivos y al cosmos. El ideal budista de la compasión nos enseña cómo
relacionarnos adecuadamente con la comunidad de vida: primero respetar su alteridad, después convivir con
ella, cuidar de ella y en especial regenerar a los seres que sufren o están bajo amenaza de extinción. Y sólo
entonces beneficiarnos de sus dones, en la justa medida y con responsabilidad, en función de aquello que
necesitamos para vivir de forma suficiente y decente.

Leonardo Boff 2003-08-15 http://www.servicioskoinonia.org/boff/

El ethos que integra


La ética es del orden de la práctica y no de la teoría. Por eso son
importantes las figuras ejemplares que vivieron biográficamente
el ethos humano. Para nosotros en Occidente la figura de mayor
transparencia es Francisco de Asís, considerado "el último
cristiano". No orientó su vida por el modelo imperial de Iglesia
vigente, sino por la experiencia evangélica, rescatando el vigor
del paleocristianismo, el cristianismo de los orígenes. En él se
integran las distintas vertientes éticas que hemos considerado
durante varias semanas.

En él descubrimos el ethos que busca. De familia rica, buscó con


extrema intensidad primero ser héroe de caballería, después
monje benedictino, finalmente penitente. Insatisfecho, escoge
la "vía de la simplicidad", pues Dios me reveló que fuese "un
nuevo loco en el mundo" (novellus pazzus). Es loco frente a los
sistemas que abandona, pero no de cara a lo nuevo que
inaugura. Se hace, según su primer biógrafo, Tomás de Celano,
"un hombre de un nuevo siglo".

Es un representante singular del ethos que ama. Salía por los


bosques a llorar hasta hinchársele los ojos: "el Amor no es
amado, el Amor no es amado". Rescató el amor telúrico a la
Tierra, a cada ser de la creación, a la mujer amada, Clara. Su
lema es "Deus meus et omnia" "mi Dios y todas las cosas". Dios

no quiere que le amemos solo a Él sino a todos.

Vivió ejemplarmente el ethos que cuida. Cuidaba de las abejas en invierno para que no
muriesen de hambre, cuidaba de liberar a los pajarillos de las jaulas, pedía a sus
compañeros que cuidasen de las malezas en un rincón del jardín, pues también ellas a su
modo alaban a Dios.

Es un arquetipo del ethos que se compadece. Fue a vivir entre los enfermos del mal de
Hansen, los besaba y les daba de comer en la boca, repartía todo con los pobres, hasta la
ropa que llevaba puesta y se compadecía de sus propios dolores, tratándolos de hermanos,
hermana muerte.
Dio testimonio del ethos que se solidariza. Es paupérrimo, pero quiere que se dé todo al hermano enfermo,
rompe el ayuno riguroso para ser solidario con el compañero que grita de noche "muero de hambre"; en la
cruzada se solidariza con los "hermanos mahometanos" y va al encuentro del sultán, rezando con él.

Por fin mostró, de manera concreta, el ethos que se responsabiliza. Ante las guerras entre burgos instaura la
"legatio pads" o movimiento por la paz, reconciliando las partes. Prohíbe a los compañeros usar armas, dinero
y títulos, fuentes de conflictos. Renuncia a todas las funciones, continuando lego, para quedar junto al pueblo
y los pobres. Quiere una fraternidad sociocósmica a partir de los últimos.

El ethos franciscano integra todo. Confraterniza con todo y hace de este mundo la morada bienhechora del ser
humano (ethos). La expresión suprema de este ethos se encuentra en el admirable "Cántico al Hermano Sol".
En él no tratamos solamente con un discurso poético-religioso sobre las cosas. Ellas sirven de vestimenta a un
discurso más profundo, el del Inconsciente que llegó a su Centro, al Misterio interior, de ternura, que integra
todas las cosas.

La ética se transfigura entonces en mística, experiencia abisal del Ser. Así como una estrella no brilla sin aura,
tampoco una ética adquiere vigencia sin una visión mística y encantada del mundo, donde la Tierra y el Cielo y
todos los elementos que surgen del matrimonio entre ellos se transforman en valor, en señal de un mundo de
bondad.

Leonardo Boff 2003-08-22 http://www.servicioskoinonia.org/boff/

Daimon y Ethos
Tal vez los lectores se extrañen por estas dos palabras griegas. Pero ellas wos permiten acércanos a un teroa-
urgente: el rescate de los fundamentos de la ética, que se contrapone aldescontrol ético actuali^*''-"''
especialmente cuando jefes de Jstm íSutilizan la
mentira para engañar^-stTpueblo y ganarlo para la
perversidad cMa'guerra.

€ffprímer lugar, cabe decir que «daimon», en griego


clásico, no es demonio, sino, al contrario, el ángel
bueno, el genio protector. Y «ethos» no es
principalmente ética, sino la morada, la casa humana.
Heráclito, genial filósofo presocrático (500 a.C.), unió las
dos palabras en el aforismo 119: «el ethos es el daimon
del ser humano», o sea, «la casa es el ángel protector
del ser humano». Esta formulación esconde la clave
para toda una construcción ética. Pero expliquémonos,
porque eso no es inmediatamente comprensible.

Ethos/casa no son simplemente las cuatro paredes y el techo. Es el conjunto de las relaciones que el ser
humano establece: con el medio natural, se’parando un pedazo de él para que sea su morada; con los que
habtitan en la casa, para que sean cooperativos y pacíficos; con un pequeño lugar sagrado, donde guardamos
memorias queridas, la vela que arde o los santos de nuestra devoción; y con los vecinos, para que haya mutua
ayuda y gentileza. Casa es todo eso; es un modo de ser de las personas y de las cosas.
La casa, para ser tal, debe tener un buen astral. Eso lo proporciona el daimon, el genio bienhechor. El bien que
él inspira hace de las cuatro pareces y del conjunto de las relaciones, una morada humana. Ahí nos sentimos
bien, amamos y morimos.

El daimon/ángel bueno, ¿qué es? Sócrates, que siempre se dejaba orientar por él, lo llama «voz profètica
dentro de mí, proveniente de un poder superior», o también «señal de Dios». Es la voz de la interioridad,
aquel consejero de la conciencia que disuade o estimula, aquel sentimiento de lo conveniente y de lo justo en
las palabras y en los actos, que se anuncia en todas las circunstancias de la vida, pequeñas o grandes. Todos
posseen el daimon interior, ese ángel protector que nos aconeseja siempre, un dato tan objetivo como la
libido, la inteligencia, el amor o el poder.

Como se comprende, Heráclito, como buen filósofo, deja atrás el sentido convencional de las palabras y capta
su significación escondida: la casa (ethos) acaba siendo la ética, y el ángel bueno (daimon), la inspiración para
su vivencia.

Ser fieles a ese ángel bueno hace que moremos bien en la casa, la individual, la ciudad, el país y el planeta
Tierra, la Casa Común. Todo lo que hagamos para que se pueda morar juntos bien (felicidad) es ético y bueno;
lo contrario es antiético y malo.

Hay una especie de tragedia en nuestra historia: el daimon


fue olvidado. En su lugar, los filósofos como Platón y
Aristóteles, Kant y Habermas, propusieroon sistemas
éticos, con normas tenidas por universales. La voz del
ángel bueno no deja de hablar, pero es confundida con las
mil otras voces, de las religiones, de las Iglesias, de los
Estados y de otros maestros... Si quisiéramos una
involución ética duradera debemos librar el daimon y
comenzar 2 escucharlo de nuevo. En definitiva, ése es el
buen sentido ético. Él. nos sugerirá cómo ordenar la casa
que es la ciudad, el Estado y'iS Casa Común planetaria. No
hay otra salida.

¿Es utopía? Sí, pero es la dirección correcta que apun'ia ?l camino verdadero. Escuchar al daimon produce paz
general y hace que surja el cuidado para con todas las cosas.

Leonardo Boff 2003-06-27 http://www.servicioskoinonia.org/boff/

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