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EL BAUTISMO

¿Con qué nombres se conoce el primer Sacramento de la iniciación? El


primer sacramento de la iniciación recibe, ante todo, el nombre de Bautismo, en
razón del rito central con el cual se celebra: bautizar significa «sumergir» en el
agua; quien recibe el bautismo es sumergido en la muerte de Cristo y resucita
con Él «como una nueva criatura» (2 Co 5,17). Se llama también «baño de
regeneración y renovación en el Espíritu Santo» (Tt 3,5), e «iluminación»,
porque el bautizado se convierte en «hijo de la luz» (Ef 5, 8).

¿Cómo se prefigura el Bautismo en la Antigua Alianza?


En la Antigua Alianza se encuentran varias prefiguraciones del Bautismo: el
agua, fuente de vida y de muerte; el arca de Noé, que salva por medio del agua;
el paso del Mar Rojo, que libera al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto;
el paso del Jordán, que hace entrar a Israel en la tierra prometida, imagen de la
vida eterna.

¿Quién hace que se cumplan estas prefiguraciones?


Estas prefiguraciones del bautismo las cumple Jesucristo, el cual, al
comienzo de su vida pública, se hace bautizar por Juan Bautista en el Jordán;
levantado en la cruz, «uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza
y al instante salió sangre y agua» (Jn 19,34), signos del Bautismo y de la
Eucaristía, y después de su Resurrección confía a los Apóstoles esta misión:
«ID Y HACED DISCÍPULOS DE TODOS LOS PUEBLOS,
BAUTIZÁNDOLOS EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL
ESPÍRITU SANTO» (Mt 28, 19-20).

¿Desde cuándo y a quién administra la Iglesia el Bautismo?


Desde el día de Pentecostés, la Iglesia administra el Bautismo al que cree en
Jesucristo.

¿En qué consiste el rito esencial del Bautismo?


El rito esencial del Bautismo consiste en sumergir en el agua al candidato o
derramar agua sobre su cabeza, mientras se invoca el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo.

¿Quién puede recibir el Bautismo?


Puede recibir el Bautismo cualquier persona que no esté aún bautizada.
¿Por qué la Iglesia bautiza a los niños?
La Iglesia bautiza a los niños puestos que, naciendo con el pecado original,
necesitan ser liberados del poder del maligno y trasladados al reino de la libertad
de los hijos de Dios.

¿Qué se requiere para ser bautizado?


A todo aquel que va a ser bautizado se le exige la profesión de fe, expresada
personalmente, en el caso del adulto, o por medio de sus padres y de la Iglesia,
en el caso del niño. El padrino o la madrina y toda la comunidad eclesial tienen
también una parte de responsabilidad en la preparación al Bautismo
(catecumenado), así como en el desarrollo de la fe y de la gracia bautismal.

¿Quién puede bautizar?


Los ministros ordinarios del Bautismo son el obispo y el presbítero; en la
Iglesia latina, también el diácono. En caso de necesidad, cualquiera puede
bautizar, siempre que tenga la intención de hacer lo que hace la Iglesia. Éste
derrama agua sobre la cabeza del candidato y pronuncia la fórmula trinitaria
bautismal: «YO TE BAUTIZO EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO
Y DEL ESPÍRITU SANTO».

¿Es necesario el Bautismo para la salvación?


El Bautismo es necesario para la salvación de todos aquellos a quienes el
Evangelio ha sido anunciado y han tenido la posibilidad de pedir este
sacramento. Porque Jesucristo resucitado dijo a sus Apóstoles: «Id por todo el
mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea
bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará» (Mc 16,16).

¿Hay salvación posible sin el Bautismo?


Puesto que Cristo ha muerto para la salvación de todos, pueden salvarse
también sin el Bautismo todos aquellos que mueren a causa de la fe (Bautismo
de sangre de los mártires por causa de la fe en Jesucristo), los catecúmenos, y
todo aquellos que, bajo el impulso de la gracia, sin conocer a Jesucristo y a la
Iglesia, buscan sinceramente a Dios y se esfuerzan por cumplir su voluntad
(Bautismo de deseo de los que han tenido la intención de hacer bautizar). En
cuanto a los niños que mueren sin el Bautismo, la Iglesia en su liturgia los confía
a la misericordia de Dios.

¿Cuáles son los efectos del Bautismo?


Los distintos efectos del Bautismo son significados por los elementos
sensibles del rito sacramental. La inmersión en el agua evoca los simbolismos
de la muerte y de la purificación, pero también los de la regeneración y de la
renovación. Los dos efectos principales, por tanto, son la purificación de los
pecados y el nuevo nacimiento en el Espíritu Santo (cfr. Hch 2,38; Jn 3,5). El
Bautismo no solamente purifica de todos los pecados, hace también del neófito
«una nueva creatura» (2 Co 5,17), un HIJO ADOPTIVO DE DIOS (cfr. Ga 4,5-
7) que ha sido hecho «partícipe de la naturaleza divina» (2 P 1,4), miembro de
Cristo (cfr. 1 Co 6,15; 12,27), coheredero con Él (Rm 8,17) y templo del
Espíritu Santo (cfr. 1 Co 6,19).
El Bautismo perdona el pecado original, todos los pecados personales y todas
las penas debidas al pecado; hace participar de la vida divina trinitaria mediante
la gracia santificante, la gracia de la justificación que incorpora a Cristo y a su
Iglesia; hace participar del sacerdocio de Cristo y constituye el fundamento de
la comunión con los demás cristianos; otorga las virtudes teologales y los dones
del Espíritu Santo. El bautizado pertenece para siempre a Cristo: en efecto,
queda marcado con el sello indeleble de Cristo (carácter).

¿Cuál es el significado del nombre cristiano recibido en el Bautismo? El


nombre es importante porque Dios conoce a cada uno por su nombre, es decir,
en su unicidad. Con el Bautismo, el cristiano recibe en la Iglesia el nombre
propio, preferiblemente de un santo, de modo que éste ofrezca al bautizado un
modelo de santidad y le asegure su intercesión ante Dios.

LOS PADRINOS DEL BAUTISMO EN EL DERECHO CANÓNICO

Fruto de la larga experiencia de la Iglesia Católica, el Código de Derecho


Canónico ha establecido la conveniencia de que quien vaya a ser bautizado
reciba un padrino. El padrino cumple funciones de apoyo y ayuda al nuevo
cristiano, que el derecho canónico establece oportunamente. Así lo indica el
canon 872:

Canon 872: En la medida de lo posible, a quien va a recibir el bautismo se le


ha de dar un padrino, cuya función es asistir en su iniciación cristiana al adulto
que se bautiza, y, juntamente con los padres, presentar al niño que va a recibir
el bautismo y procurar que después lleve una vida cristiana congruente con el
bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo.

El pastor de almas, y los padres y el mismo neófito, no deben olvidar que -


sin menoscabo de la importancia de los padrinos- no se trata de una figura
esencial para el sacramento del bautismo. De hecho, como se verá más abajo,
es posible celebrar bautizos sin que haya padrinos.
En ocasiones se ha resumido la función del padrino como la del sustituto del
padre. Como se ha visto, el Código de Derecho Canónico prefiere enumerar sus
funciones. Y lo hace estableciendo para el padrino distintas funciones,
dependiendo de si quien se bautiza es niño o es adulto. Es posible comparar
estas funciones con las del padre, pero desde luego -a la vista del canon 872-
parece una simplificación reducir estas funciones a la actuación del padrino si
eventualmente faltaran los padres. Quien asume el encargo de padrino en un
bautizo asume unas obligaciones graves con su ahijado, que deben empezar a
desplegarse desde el primer momento, no en el momento en que faltaran los
padres si esto sucediera.

El derecho canónico instituye al padrino en guía del nuevo bautizado,


pretende que sea en cierto modo su modelo de vida cristiana. El padrino ha de
velar por el crecimiento espiritual del recién bautizado -niño o adulto-,
acompañarle en sus primeros pasos en la fe, que aprenda, como de su mano, los
fundamentos doctrinales y morales de la fe cristiana. Ya se ve que estas
funciones son tan graves que en absoluto se pueden considerar de suplencia de
los padres, en el caso de los niños que se bautizan: más bien se complementan
con las funciones de los padres, por supuesto sin sustituirles.

Muchas veces el padrino del niño recibe posteriormente el encargo de ser


padrino de la confirmación. El canon 893 § 2 lo recomienda. Desde luego -no
siendo obligatorio- en esta recomendación va implícita la concepción del
padrino como guía del fiel cristiano.

Si se trata del padrino de quien recibe el bautismo a la edad del adulto, sus
funciones son la asistencia a la iniciación cristiana. Para el bautizando adulto,
como se sabe, se constituye el periodo de catecumenado. El padrino no es
necesariamente quien se encarga de la formación catequética previa del adulto
que desea bautizarse. Puede ser conveniente que el catecúmeno escoja como
padrino a quien le está preparando en su formación cristiana, pero el Código no
parece que pretenda establecer una obligación al respecto, ni siquiera una regla
general. El padrino se instituye en el momento del bautismo, no en el
catecumenado, y las obligaciones del padrino nacen en ese momento, no antes.

La iniciación cristiana de que habla el canon 872 se debe referir, por lo tanto,
a la iniciación cristiana posterior al bautismo. Como es sabido, por regla general
el neófito adulto recibe en la misma ceremonia los sacramentos de iniciación
cristiana. La iniciación cristiana a la que debe asistir el padrino se refiere, por
lo tanto, a la iniciación en su vida de cristiano, no a los sacramentos de la
confirmación y de la eucaristía, puesto que normalmente ya los ha recibido en
el momento en que el padrino comienza a ejercer sus funciones.

En cuanto al padrino de un niño, sus funciones son las de presentar al niño


que va a recibir el bautismo y procurar que después lleve una vida cristiana
congruente con el bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al
mismo. La presentación del niño se refiere no sólo a la ceremonia litúrgica
prevista en el ritual del bautismo solemne de un niño, en el que los padres y los
padrinos presentan al niño. Más bien esa ceremonia alude a una realidad previa,
y es que son los padres y los padrinos quienes presentan a la Iglesia al niño para
que sea recibido. La ceremonia indicada lo que pretende es reflejar esta realidad
previa.

Las funciones de procurar que lleven una vida cristiana y ayudar al niño a
cumplir los compromisos del bautismo, como se ve, se prolongan
indefinidamente. Son obligaciones graves, y se debe ayudar a quienes vayan a
aceptar el encargo de ser padrino a que lo hagan con plena conciencia de la
responsabilidad que asumen ante Dios y ante el niño. Ciertamente no se
responsabilizan del crecimiento espiritual del niño -que corresponde a los
padres- pero han de procurar cumplir diligentemente sus funciones, ayudando a
los padres y siendo, como venimos diciendo, guía y modelo del niño en las
diversas etapas de su crecimiento y maduración.

Es posible bautizar a una persona sin designarle padrino: el canon 872 así lo
prevé. Pero parece que -salvo en los casos de bautismos de urgencia por peligro
de muerte- habitualmente siempre será posible designar un padrino al
bautizando. Desde luego, en caso de urgencia, se debe bautizar a la persona
aunque no se encuentre alguien que pueda ser designado como padrino, puesto
que prima el derecho de la persona a recibir el sacramento que abre las puertas
del cielo, sobre la norma eclesiástica de designar padrinos. En estos casos, si el
neófito sale del peligro de muerte está previsto que se completen las
ceremonias: y entre ellas se debe contemplar la designación de padrinos.

REQUISITOS PARA SER PADRINO

El canon 873 exige que haya un padrino, o una madrina, o un padrino y una
madrina:
Canon 873: Téngase un solo padrino o una sola madrina, o uno y una.
Por su parte, el canon 874 establece los requisitos para ser admitido como
padrino:

Canon 874 § 1: Para que alguien sea admitido como padrino, es necesario
que:
1º. haya sido elegido por quien va a bautizarse o por sus padres o por quienes
ocupan su lugar o, faltando éstos, por el párroco o ministro; y que tenga
capacidad para esta misión e intención de desempeñarla;
2º. haya cumplido dieciséis años, a no ser que el Obispo diocesano establezca
otra edad, o que, por justa causa, el párroco o el ministro consideren admisible
una excepción;
3º. sea católico, esté confirmado, haya recibido ya el Santísimo Sacramento
de la Eucaristía y lleve, al mismo tiempo, una vida congruente con la fe y con
la misión que va a asumir;
4º. no esté afectado por una pena canónica, legítimamente impuesta o
declarada;
5º. no sea el padre o la madre de quien se ha de bautizar.

§ 2: El bautizado que pertenece a una comunidad eclesial no católica sólo


puede ser admitido junto con un padrino católico, y exclusivamente en calidad
de testigo del bautismo.

Habrá de ser el ministro ordinario del bautismo o el párroco quien juzgue si


se cumplen los requisitos del canon 874. Los requisitos son todos objetivos,
aunque se debe realizar una estimación personal del 3º, y también del 2 º en
cuanto a la posibilidad de establecer una excepción. El ministro o el párroco
deben tener en cuenta, a la hora de apreciar el cumplimiento de los requisitos,
que el derecho a escoger padrinos es del bautizando adulto, o de los padres si es
niño. El párroco o el ministro no pueden establecer otros requisitos distintos de
los previstos por el derecho de la Iglesia, ni tampoco rechazar a una persona que
cumple los requisitos. Pero a la vez les compete la obligación de rechazar a las
personas que no cumplen con los requisitos previstos, por el bien del
bautizando. Esto es especialmente importante en el caso del requisito 3º. Ningún
padre -o ningún bautizando adulto- se debe extrañar si el párroco rechaza un
padrino que lleva un estilo de vida incompatible con las enseñanzas de la Iglesia
Católica, pues es obligación del párroco actuar así.

En la práctica se impone, a la hora de preparar un bautizo, que el ministro o


el párroco hablen con los padres acerca del nombramiento de los padrinos. De
ese modo, si se hace necesario, se pueden con tiempo solucionar los
inconvenientes que surjan. Por parte del párroco se impone que actúe con la
necesaria fortaleza para rechazar un padrino que podría causar escándalo entre
los fieles: el hecho de que determinada conducta pública e inmoral esté muy
difundida entre los fieles no hace que estos fieles puedan ser admitidos como
padrinos. Es esta una ocasión práctica de actuar como el buen pastor, que impide
que sus ovejas se dejen confundir. La fortaleza con que debe actuar se debe
ejercer, naturalmente, con amabilidad y empleando el tiempo que sea necesario
para explicar los motivos de su actuación, pero nunca admitiendo a alguien al
que no se puede admitir como padrino.

DURACIÓN DEL OFICIO DE PADRINO

La designación de padrinos por parte del catecúmeno adulto o de los padres


del niño es de duración indefinida. El derecho canónico no prevé la revocación
del nombramiento. Se recomienda por lo tanto que el catecúmeno o los padres
piensen bien las personas a las que piensan designar para un encargo tan
delicado. Deben tener en cuenta no solo consideraciones sociales o familiares,
sino sobre todo que los designados sean verdaderos modelos de vida cristiana
para los que se van a bautizar.

Si a pesar de la atención puesta para escoger bien al padrino, este no


corresponde con las expectativas puestas en él, no se puede revocar o anular su
nombramiento. Cuando llegue la confirmación sí es posible escoger un padrino
o una madrina distintos, pero esto no anula el nombramiento de padrinos de
bautismo. Son padrinos que se añaden a los de bautismo sin sustituirlos.

Si el padrino o madrina incurre en censura de excomunión, se debe entender


que queda prohibido el ejercicio del oficio de padrino de acuerdo con el canon
1331. A tenor del § 2, 4 del mismo canon, sería inválido nombrar padrino o
madrina a una persona cuya excomunión ha sido declarada o impuesta.

Los padrinos y testigos no católicos

La regla general es que solo pueden ser padrinos los católicos. El motivo de
esta norma es la de atender a la educación católica de los bautizandos. Sin
embargo, el Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el
ecumenismo, promulgado por el Pontificio Consejo para la promoción de la
Unidad de los Cristianos el 25 de marzo de 1993 en el número 98 establece una
excepción para los ortodoxos:
98. La concepción católica es que los padrinos y madrinas, en el sentido
litúrgico y canónico, deben ser ellos mismos miembros de la Iglesia o de la
Comunidad eclesial en la que se celebra el bautismo. No asumen sólo la
responsabilidad de la educación cristiana de la persona bautizada (o
confirmada) en tanto que parientes o amigos, sino que están ahí también como
representantes de una comunidad de fe, garantes de la fe y del deseo de
comunión eclesial del candidato.

a) No obstante, basándose en el bautismo común, y a causa de lazos de


familia o de amistad, un bautizado perteneciente a otra Comunidad eclesial
puede ser admitido como testigo del bautismo, pero sólo junto con un padrino
católico. Un católico puede ejercer el mismo papel para una persona que va a
ser bautizada en otra comunidad eclesial.

b) Por razón de la estrecha comunión existente entre la Iglesia católica y las


Iglesias orientales ortodoxas, está permitido que por una razón justa se admita
a un fiel oriental como padrino al mismo tiempo que un padrino católico (o una
madrina católica) para el bautismo de un niño o adulto católico, a condición de
que se haya provisto de modo suficiente a la educación del bautizado y que sea
reconocida la idoneidad del padrino. No se prohíbe a un católico el papel de
padrino en un bautismo administrado en una Iglesia oriental ortodoxa, si es
invitado a ello. En tal caso, la obligación de cuidar de la educación cristiana
corresponde en primer lugar al padrino (o madrina) que es fiel de la Iglesia en
la que el niño es bautizado.

Como se ve, se establece además que cualquier cristiano bautizado puede


ejercer como testigo del sacramento del bautismo administrado en la Iglesia
Católica.

SIGNO DEL BAUTISMO


El sentido y la gracia del sacramento del Bautismo aparecen claramente en
los ritos de su celebración. Cuando se participa atentamente en los gestos y las
palabras de esta celebración, los fieles se inician en las riquezas que este
sacramento significa y realiza en cada nuevo bautizado.

1. LA SEÑAL DE LA CRUZ, al comienzo de la celebración, señala la


impronta de Jesucristo sobre el que le va a pertenecer y significa la gracia de la
redención que Cristo nos ha adquirido por su cruz. En la frente del bautizante
por parte del ministro de Dios.

2. EL ANUNCIO DE LA PALABRA DE DIOS ilumina con la verdad


revelada a los candidatos y a la asamblea y suscita la respuesta de la fe,
inseparable del Bautismo. En efecto, el Bautismo es de un modo particular «el
sacramento de la fe» por ser la entrada sacramental en la vida de fe.

3. EXORCISMO, puesto que el Bautismo significa la liberación del pecado


y de su instigador, el diablo, se pronuncian uno o varios exorcismos sobre el
candidato. Este es ungido con el óleo de los catecúmenos o bien el celebrante
le impone la mano y el candidato renuncia explícitamente a Satanás. Así
preparado, puede confesar la fe de la Iglesia, a la cual será «confiado» por el
Bautismo (cfr. Rm 6,17).

4. CONSAGRACIÓN DEL AGUA. El agua bautismal es entonces


consagrada mediante una oración de epíclesis (en el momento mismo o en la
noche pascual). La Iglesia pide a Dios que, por medio de su Hijo, el poder del
Espíritu Santo descienda sobre esta agua, a fin de que los que sean bautizados
con ella «NAZCAN DEL AGUA Y DEL ESPÍRITU» (Jn 3,5).

5. BAUTISMO. Sigue entonces el rito esencial del sacramento: el Bautismo


propiamente dicho, que significa y realiza la muerte al pecado y la entrada en la
vida de la Santísima Trinidad a través de la configuración con el misterio
pascual de Jesucristo. El Bautismo es realizado de la manera más significativa
mediante la triple inmersión en el agua bautismal. Pero desde la antigüedad
puede ser también conferido derramando tres veces agua sobre la cabeza del
candidato.
En la Iglesia latina, esta triple infusión va acompañada de las palabras del
ministro: «N., YO TE BAUTIZO EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL
HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO». En las liturgias orientales, estando el
catecúmeno vuelto hacia el Oriente, el sacerdote dice: «El siervo de Dios, N.,
es bautizado en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo». Y
mientras invoca a cada persona de la Santísima Trinidad, lo sumerge en el agua
y lo saca de ella.

6. CRISMACIÓN. La unción con el santo crisma, óleo perfumado y


consagrado por el obispo, significa el don del Espíritu Santo al nuevo bautizado.
Ha llegado a ser un cristiano, es decir, «ungido» por el Espíritu Santo,
incorporado a Cristo, que es ungido sacerdote, profeta y rey (cfr. Ritual del
Bautismo de niños, 62).
En la liturgia de las Iglesias de Oriente, la unción postbautismal es el
sacramento de la Crismación (Confirmación). En la liturgia romana, dicha
unción anuncia una segunda unción del santo crisma que dará el obispo: el
sacramento de la Confirmación que, por así decirlo, «confirma» y da plenitud a
la unción bautismal.

7. LA VESTIDURA BLANCA simboliza que el bautizado se ha «revestido


de Cristo» (Ga 3,27): ha resucitado con Cristo. El cirio que se enciende en el
Cirio Pascual, significa que Cristo ha iluminado al neófito. En Cristo, los
bautizados son «la luz del mundo» (Mt 5,14; cfr. Flp 2,15).

8. EL PADRE NUESTRO. El nuevo bautizado es ahora hijo de Dios en el


Hijo Único. Puede ya decir la oración de los hijos de Dios: el Padre Nuestro.

9. La PRIMERA COMUNIÓN EUCARÍSTICA. Hecho hijo de Dios,


revestido de la túnica nupcial, el neófito es admitido «al festín de las bodas del
Cordero» y recibe el alimento de la vida nueva, el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Las Iglesias orientales conservan una conciencia viva de la unidad de la
iniciación cristiana, por lo que dan la sagrada comunión a todos los nuevos
bautizados y confirmados, incluso a los niños pequeños, recordando las palabras
del Señor: «Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis» (Mc 10,14). La
Iglesia latina, en donde nosotros estamos, que reserva el acceso a la Sagrada
Comunión a los que han alcanzado el uso de razón, expresa cómo el Bautismo
introduce a la Eucaristía acercando al altar al niño recién bautizado para la
oración del Padre Nuestro.

10. LA BENDICIÓN SOLEMNE cierra la celebración del Bautismo. En el


Bautismo de recién nacidos, la bendición de la madre ocupa un lugar especial.

Los bautizados «renacidos [por el bautismo] como hijos de Dios están


obligados a confesar delante de los hombres la fe que recibieron de Dios por
medio de la Iglesia» (LG 11) y de participar en la actividad apostólica y
misionera del Pueblo de Dios (cf LG 17; AG 7,23).

El «sello del Señor» (San Agustín, Epistula 98, 5), es el sello con que el
Espíritu Santo nos ha marcado «para el día de la redención» (Ef 4,30; cf Ef 1,13-
14; 2 Co 1,21-22). «El Bautismo, en efecto, es el sello de la vida eterna» (San
Ireneo de Lyon, Demonstratio praedicationis apostolicae, 3). El fiel que «guarde
el sello» hasta el fin, es decir, que permanezca fiel a las exigencias de su
Bautismo, podrá morir marcado con «el signo de la fe» (Plegaria Eucarística I
o Canon Romano), con la fe de su Bautismo, en la espera de la visión
bienaventurada de Dios - consumación de la fe - y en la esperanza de la
resurrección.

RITUAL DE LA CELEBRACIÓN DEL BAUTISMO


I. RITO DE ACOGIDA

El sacerdote o el diácono, recibe a los padres y padrinos y entabla con ellos


el siguiente diálogo.
Ministro: Hermanos: Con gozo habéis vivido en vuestra familia el
nacimiento de un niño/a. Con gozo venís ahora a la Iglesia a dar gracias a Dios
y celebrar el bautismo de vuestro/a hijo/a. Todos los aquí presentes también nos
alegramos con vosotros.
Dispongámonos a participar activamente en esta celebración.
Ministro: ¿Qué nombre habéis elegido para vuestro hijo/a?
Padres: Los padres y padrinos dicen el nombre en voz alta.
Ministro: ¿Qué pedís a la Iglesia para vuestros hijo/a?
Padres: El bautismo.
Ministro: ¿Sabéis que al pedir el bautismo para vuestro/a hijo/a, os obligáis
a educarlo en la fe, para que este niño/a, guardando los mandamientos de Dios,
ame a Dios y al prójimo como Jesucristo nos enseña en el evangelio?
Padres: Sí, lo sabemos.
Ministro: ¿Y vosotros, padrinos, estáis dispuestos a ayudar a los padres en
esta tarea?
Padrinos: Sí, estamos dispuestos.

El sacerdote, a continuación, en nombre de la Iglesia, acoge a los niños en la


comunidad, haciendo la señal de la cruz la frente diciendo: La comunidad
cristiana te recibe con gran alegría, yo en su nombre te signo con la señal de
Cristo Salvador. Y luego invita a los padres y padrinos a hacer lo mismo.

II. LITURGIA DE LA PALABRA DE DIOS

Todos se sientan con atención escuchan la Palabra de Dios que nos hablará
de la vida nueva que Dios derramará hoy sobre los bautizantes. Es muy
importante escuchar con atención y respeto. Sigue la homilía y finalmente, la
oración de los fieles en la que la Iglesia pide por los niños, por sus padres y por
todos los cristianos.

Lectura del Libro de los hechos de los Apóstoles 2, 14. 22-24. 32. 36-
38. 41.
Entonces Pedro, presentándose con los Once, levantó su voz y les dijo:
«judíos y habitantes todos de Jerusalén: Que os quede esto bien claro y prestad
atención a mis palabras: …
«Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazareno, hombre acreditado
por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su
medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, a éste, que fue entregado
según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le
matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; a éste, pues, Dios le
resucitó librándole de los dolores del Hades, pues no era posible que quedase
bajo su dominio; …. A este Jesús Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros
somos testigos.
«Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor
y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado». Los que acogieron
su Palabra fueron bautizados. Aquel día se les unieron unas 3.000 almas.
Al oír esto, dijeron con el corazón compungido a Pedro y a los demás
apóstoles: «¿Qué hemos de hacer, hermanos?»
Pedro les contestó: «Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar
en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el
don del Espíritu Santo. Los que acogieron su Palabra fueron bautizados. Aquel
día se les unieron unas 3.000 almas.
L. Palabra de Dios.
R. Te alabamos Señor.

Canto: aleluya.

Proclamación del Santo Evangelio Según San Juan, 3, 1-6.


Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Fue
éste donde Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios
como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios
no está con él».
Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto
no puede ver el Reino de Dios.» Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer
siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?»
Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y
de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne;
lo nacido del Espíritu, es espíritu.

L. Palabra del Señor.


R. Gloria a Ti Señor Jesús.

ORACIÓN DE LOS FIELES


Ministro: Hermanos: Oremos ahora por este niño/a que va a ser bautizado,
por sus padres y padrinos, y por todo el pueblo santo de Dios.
Lector:
1. Para que éste niño/a, al participar en el misterio de la muerte y resurrección
de Cristo, alcance nueva vida, y por el Bautismo se incorpore a su Santa Iglesia.
Roguemos al Señor.
Asamblea: Te lo pedimos Señor.
2. Para que el Bautismo lo/a hagan fiel discípulo suyo, que dé testimonio del
Evangelio en el mundo. Roguemos al Señor.
3. Para que a través de una vida santa llegue al Reino de los cielos. Roguemos
al Señor.
4. Para que los padres y padrinos sean ejemplo de fe viva para este niño/a.
Roguemos al Señor.
5. Para que Dios guarde siempre en su amor a ésta familia. Roguemos al
Señor.
6. Para que renueve en todos nosotros la gracia del Bautismo. Roguemos al
Señor.

A esta oración se suman también los Santos, a los que invocamos en las
LETANÍAS DE LOS SANTOS, pidiendo su protección sobre los nuevos
cristianos. Lo haremos respondiendo a cada invocación: Ruega por nosotros
Ministro: Santa María, Madre de Dios,
Asamblea: Ruega por nosotros.
Ministro: San José, esposo de la Virgen, ruega por nosotros
San Juan Bautista, ruega por nosotros.
Santos Apóstoles Pedro y Pablo, rogad por nosotros…

La Liturgia de la Palabra acaba con la Oración de exorcismo y la Unción pre-


bautismal con el óleo de los catecúmenos en el pecho del niño/a, que expresa la
fortaleza que Dios nos da para combatir el pecado y el mal de este mundo.
ORACIÓN DE EXORCISMO
Ministro:
«Dios todopoderoso y eterno, que has enviado a tu Hijo al mundo, para
librarnos del dominio de Satanás, espíritu del mal, y llevarnos así, arrancados
de las tinieblas, al Reino de tu luz admirable; te pedimos que este niño, lavado
del pecado original sea templo tuyo, y que el Espíritu Santo habite en él. Por
Cristo nuestro Señor».
Asamblea: Amén.
Ministro: Para que el poder de Jesucristo Salvador os fortalezca os ungimos
con este óleo de salvación en el nombre del mismo Jesucristo Señor nuestro que
vive y reina por los siglos.
Asamblea: Amén

III. LITURGIA DEL SACRAMENTO

BENDICIÓN DEL AGUA


Seguidamente, se va procesionalmente al Baptisterio, en orden y en silencio,
o bien, si la asamblea es muy numerosa se dirigen al presbiterio, donde habrá
colocada una fuente bautismal. Comenzamos bendiciendo el agua para que el
poder del Espíritu Santo descienda sobre ella, y los que se bauticen renazcan
como hijos de Dios.

Ministro: Oremos, hermanos, al Señor Dios todopoderoso, para que conceda


a este niño la vida nueva por el agua y el Espíritu Santo.
Ministro: Te bendecimos, Padre misericordioso, porque de la fuente del
Bautismo hiciste brotar en nosotros la nueva vida de hijos de Dios.
Asamblea: Bendito seas por siempre, Señor.
Ministro: Te bendecimos, Padre misericordioso, porque reúnes en un solo
pueblo, por el agua y el Espíritu Santo, a todos los bautizados en tu Hijo
Jesucristo.
Asamblea: Bendito seas por siempre, Señor.
Ministro: Te bendecimos, Padre misericordioso, porque nos haces libres
para gozar de tu vida con el Espíritu Santo que infundes en nuestros corazones.
Asamblea: Bendito seas por siempre, Señor.
Ministro: Te bendecimos, Padre misericordioso, porque envías a los
bautizados para que anuncien con gozo a todos los pueblos el Evangelio de
Cristo.
Asamblea: Bendito seas por siempre, Señor.
Ministro: Bendice, ahora, Señor, este agua, en la que van a ser bautizados…
a quienes has llamado al baño de la regeneración en la fe de tu Iglesia, para que
tengan la visa eterna. PJNS.
Asamblea: Amén.

RENUNCIAS Y PROFESIÓN DE FE.


Ser cristiano significa querer vivir como Cristo: renunciar a todo lo que nos
aparta de Dios y profesar nuestra fe en Él, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Como vuestro hijo, aún es pequeño, vosotros lo hacéis en su nombre y os
comprometéis a educarlo para que un día sea él quien tenga esta Fe.

Llega el momento de bautizar al niño. El celebrante pregunta a los padres y


padrinos: Ahora los padres y padrinos se acercan a la fuente bautismal y el
celebrante derrama agua tres veces sobre la cabeza del niño en diciendo:
Ministro: ¿Renunciáis al pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios?
El Bautizante, Padres y Padrinos: Sí Renuncio.
Ministro: ¿Renunciáis a todas las seducciones del mal, para que no domine
en ti/ustedes el pecado?
El Bautizante, Padres y Padrinos: Sí Renuncio.
Ministro: ¿Renunciáis a Satanás, padre y origen del pecado?
El Bautizante, Padres y Padrinos: Sí Renuncio.

Ministro: ¿Creéis en Dios Padre Todopoderoso Creador del cielo y de la


Tierra?
El Bautizante, Padres y Padrinos: Sí Creo.
Ministro: ¿Creéis en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de
Santa María la Virgen, murió, fue sepultado, resucitó entre los muertos y está
sentado a la derecha del Padre?
El Bautizante, Padres y Padrinos: Sí Creo.
Ministro: ¿Creéis en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en el
perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
El Bautizante, Padres y Padrinos: Sí Creo.

Al escuchar la profesión de fe de los padres y padrinos, toda la asamblea, que


reconoce en lo que éstos han respondido la fe de toda la Iglesia responden,
diciendo: Esta es nuestra fe, esta es la fe de la iglesia, que nos gloriamos de
profesar en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Por último, el ministro pregunta a los padres: ¿Queréis, por tanto, que
vuestro hijo (nombre del niño), sea bautizado en la fe de la Iglesia que todos
juntos acabamos de profesar?
El Bautizante, Padres y Padrinos: Sí, queremos.

BAUTISMO
Ahora los padres y padrinos se acercan a la fuente bautismal y el celebrante
derrama agua tres veces sobre la cabeza del niño, diciendo: N… YO TE
BAUTIZO EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU
SANTO.

En el agua, signo de vida, el sacerdote nos sumerge tres veces, para expresar
que el Bautismo nos sumerge en la Vida Divina. Por el Bautismo nos
incorporamos a la muerte y resurrección de Jesús, y con Él, morimos al pecado
y renacemos a la vida de Hijos de Dios.

CRISMACIÓN
Significa el don del Espíritu Santo. El que ha sido bañado y ha renacido,
ahora es consagrado, ungido para siempre a Cristo Sacerdote, Profeta y Rey,
que por la fuerza del Espíritu Santo, impregnará toda su vida con el buen olor
de Cristo.
Ministro:
«Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que te ha liberado
del pecado y dado nueva vida por el agua y el Espíritu Santo, te consagre con
el crisma de la salvación para que entre a formar parte de su pueblo y seas para
siempre miembro de Cristo, sacerdote, profeta y rey».
Asamblea: Amén.

VESTIDURA BLANCA.
Ser bautizados es como ser revestidos de Cristo. Por eso, como signo visible
de la vida de resucitados que han recibido, se les pone a cada niño un vestido
blanco.
Ministro: «N… eres ya nueva creatura y has sido revestido de Cristo. Esta
vestidura blanca sea signo de tu dignidad de cristiano. Ayudado por la palabra
y el ejemplo de los tuyos, consérvala sin mancha hasta la vida eterna». Amén.

ENTREGA DEL CIRIO


Junto a la fuente bautismal está el cirio Pascual que representa a Cristo
Resucitado. El padre enciende una vela del mismo, signo de la luz de Cristo que
debe iluminar a este niño durante toda su vida.
Ministro: Recibid la luz de Cristo.
Entonces, el padre o el padrino enciende la vela del niño en el cirio pascual.
Seguidamente el sacerdote dice:
Ministro: «A vosotros, padres y padrinos, se os confía acrecentar esta luz.
Que vuestro hijo, iluminado por Cristo, camine siempre como hijo de la luz. Y
perseverando en la fe, pueda salir con todos los Santos al encuentro del Señor».

EFFETÁ
Si al sacerdote le parece oportuno, puede añadir este rito que expresa como
por el Bautismo, el Espíritu Santo nos abre el entendimiento para oír y acoger
la Palabra de Dios y nos hace capaces de ser sus testigos. Tocando con el dedo
pulgar los oídos y la boca del niño, dice:
Ministro: «El Señor Jesús, que hizo oír a los sordos y hablar a los mudos, te
conceda, a su tiempo, escuchar su Palabra y proclamar la fe, para alabanza y
gloria de Dios Padre». Amén.

PADRE NUESTRO
Volvemos junto al altar para rezar en nombre de los bautizados la oración de
los hijos de Dios. A medida que vayan creciendo, deberán aprender a rezarla y
a vivirla, de sus padres y padrinos y, así, ellos también podrán llamar a Dios
Padre nuestro, cuando un día participen de la Eucaristía.
Ministro: Hermanos, esto niños, que han renacido por medio del Bautismo,
se llaman y son hijos de Dios. Un día, recibirán la plenitud del Espíritu Santo
por medio de la confirmación. Aprenderán a llamar a Dios, Padre, Invocándolo
en la comunidad de los fieles, y se acercarán al altar del Señor. Ahora en su
nombre, sintiéndonos todos hijos de Dios, oremos como el Señor nos enseñó:
Asamblea: Padre nuestro que estás en el cielo…

BENDICIÓN Y DESPEDIDA
Finalmente el sacerdote bendice al Padre, a la madre, a los padrinos y a todos
los presentes.
Ministro: «El Señor todopoderoso, por su Hijo, nacido de María la Virgen,
bendiga a esta madre y alegre su corazón con la esperanza de la vida eterna,
alumbrada hoy en su hijo, para que del mismo modo que le agradece el fruto de
sus entrañas, persevere con él en constante acción de gracias». PJNS
Asamblea: Amén.
Ministro: «El Señor todopoderoso, dispensador de la vida temporal y la
eterna, bendiga a este padre, para que junto con su esposa sean los primeros que
de palabra y de obra, den testimonio de la fe ante su hijo, en Jesucristo nuestro
Señor».
Asamblea: Amén.
Ministro: «El Señor todopoderoso, que nos ha hecho renacer a la vida eterna
por el agua y el Espíritu Santo, bendiga a estos fieles, para que siempre y en
todo lugar sean miembros vivos de su pueblo; y conceda la abundancia de su
paz a todos los aquí presentes, en Jesucristo nuestro Señor».
Asamblea: Amén.

Ministro: «Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu


Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre».
Asamblea: Amén.

Ministro: Podéis ir en Paz.


Asamblea: Demos gracias a Dios.

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