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Valca Ponzanelli

El espíritu del fuego

Rebeca

La Vela alumbraba apenas un pequeño círculo en el centro de la obscura habitación, Cuyas paredes y piso de madera desprendían un
peculiar aroma el cual se mezclaba con el delicioso olor de mi titánica colección de libros viejos, los cuales cubrían casi por completo toda
superficie visible (y no visible) de mi pequeño y acogedor espacio. Hablando de aromas no puedo olvidar mencionar el sándalo que solía regar
con frecuencia por todos los rincones con el fin de apreciar todas mis esencias favoritas juntas, ya solo falta la lluvia para sentirme completa.
A pesar de que en esta habitación (el sótano) no hay ventanas, me gusta abrir la puerta para que llegue el olor de la tierra mojada.

Mi cómodo sillón de terciopelo color vino es delicioso, es como sentarme en las nubes, solo que en lugar de pájaros hay polillas… A mí
alrededor unas cuantas botellas de vino… (Metiendo el ojo por la boquilla) -evidentemente vacías- En fin, dispuesta a trabajar, un
acontecimiento extraño llamó mi atención. Por un momento me quedé ida observando la vela, La aureola alrededor de la llama se veía
especialmente llamativa, tenía un color poco común, parecido al violeta, cosa que nunca había visto en la bella danza del fuego; Sujetando la
vela se encontraba un viejo candelabro casi enterrado en la rebaba de la cera a causa de la infinidad de velas que se habían consumido en el
mismo. Tomé con trabajos una espátula de la mesa la cual estaba enterrada bajo unos cuantos kilos de libros y comencé a tratar de
desprender el candelabro de la pequeña mesa central que lo sostenía -¡Lo logré! Vaya que estabas bastante pegadote- Dije refunfuñando.
Quité la cera derretida de la base y cuello del candelabro, viré un segundo de nuevo la vista hacia la llama - Un rostro- Mencioné sin tomarle
importancia. Bajé nuevamente la vista al candelabro -Un rostro… ¿Un rostro?- Vire precipitadamente la atención nuevamente hacia la llama de
la vela -¡En la madre, un rostro!- Lo repetí sin cesar bastante alterada -Por dios ¿Qué es esto?- En la llama había un rostro rojo, naranja y con
tonalidades verdes; la capa violeta esbozaba su cabello, el cuál como si fuera alborotado por el viento no dejaba de moverse. -Estoy
alucinando- Me dije mientras volvía a dejar el candelabro en la mesa -Sí, eso es lo que pasa. Malditas pastillas para dormir ¡Las dejaré hoy
mismo!- Afirme tratando de calmarme.

El rostro comenzó a sonreír pícaramente, de repente me guiño un ojo mientras lanzaba un beso al aire. Solté una carcajada al pensar que
estaba volviéndome loca y la aparente cara era solo otro más de mis constantes delirios, estaba pensando en esto cuando una voz grave
pegándole a gutural, sin embargo agradable, interrumpió mi conversación interna:

-Mencionaré que es hermoso

escuchar tu alegre risa

sin embargo, explica niña

¿A qué viene el alboroto?

Asustada retrocedí unos cuantos pasos, mientras mis ojos y ahora mis oídos no podían concebir lo que estaban presenciando. Con mi espalda
tope la puerta, dirigí la mano a la perilla y comencé a girarla sin apartar la vista de la escena. Mientras sus colores se avivaban más, alzó la voz:

- ¡No, Espera, no te vayas!

no quiero quedarme solo

vuelve a sentarte en el trono

disfruta lo que mirabas

-Cállate por favor- Dije alterada, mientras mi torpe mano temblaba sin dar resultado alguno al tratar de abrir la puerta

-Gozo verte trabajando

que a veces vengas a mí

cuando no puedes dormir

y prendas otro cigarro


Por fin logré abrir la puerta y en cuanto pude escabullirme entre los objetos atravesados en el camino la cerré estrepitosamente, Subí
tambaleante, cual zombie de amanecer apocalíptico, las escaleras y encendí la luz. Caminé sobre el corredor chocando con las estrechas
paredes mientras desacomodaba algunas fotografías y cuadros viejos que colgaban de ellas. Llegué a la polvosa sala, golpeé mi dedo meñique
del pie con el filo del sillón y mientras gritaba de dolor y maldecía a los mil demonios me dirigí a la cocina. Abrí el refrigerador -¡Carajo! Solo
hay esta porquería- Tome el botellón de plástico con relleno de agua sabor naranja falsa, regresé a la sala y me recosté en el sofá, el cual tras
dejar caer mi humanidad sobre él dejo salir una obscura nube de humo que me provocó unos cuantos estornudos. Empecé a revolver mi
cabeza con ideas sueltas y no tan productivas, decidí terminar con ellas y comencé a buscar en el cajón de un costado las pastillas que eran
para dormir. Después de un rato de revolverlo y leer la infinidad de etiquetas las encontré; me puse de pie, las metí a mi boca y le di un trago a
la azucarada bebida mientras me dirigía a la recámara.

Durante toda esa noche, a pesar de haberme acabado el bote casi completo de pastillas no pude dormir; de alguna forma aquella llama
permanecía en mi cabeza como si aun la siguiera viendo. Me repetí una y otra vez las palabras que me dijo -Estoy loca como una cabra, Solo es
un ente errando en mi subconsciente- Dije para mí

Los días pasaron y permanecí desconectada del taller (sótano) a causa del encuentro con aquel ser, pero el tiempo para la entrega del trabajo
se aproximaba y no podía seguir evitándolo.

Como todas las tardes al despertar abrí las cortinas, me asome por la ventana, observe el movimiento de las hojas de los árboles con el
chisgueteo de la lluvia y a la gente pasar apresurada regresando o yendo a sus aburridos y monótonos trabajos. Respire profundo el rico
aroma a tierra mojada y me dispuse a trabajar. Bajé las escaleras y abrí la puerta. Todo estaba tan oscuro que daba miedo, prendí la luz. La
vela estaba apagada y no se había consumido nada a pesar de no haberla apagado ese día. Traté de no tomarle mucha importancia y puse
manos a la obra.

Me estresaba trabajar con ese maldito foco, odiaba esa luz blanca chillona. Tome un cerillo y prendí la vela, deslicé mi mano al apagador -¡Ay,
por fin! estúpida cochinada me nublas la vista

Por un momento sentí mientras tanto que ésta susurraba. Bruscamente giré la vista hacia la llama, pero se veía como una simple vela
encendida sin más ni más. El color violeta ya no estaba, probablemente en aquella ocasión solo estaba sufriendo algún efecto secundario de la
Clorpromazina o el Haloperidol… porque la Setralina solo no me deja dormir… y bueno las otras, pues creo que no me hacen ya nada.

Dieron las tres de la mañana y los ojos por algún motivo me pesaban, se arenaban. Era muy extraño, ya que padezco de un horrible e
insoportable insomnio. Fui por las pastillas a la sala, ahora para no dormir, regresé y me senté a observar como estaba quedando el trabajo.
Ya solo tenía tres días y dos noches para acabarlo. Era un mural al oleo de 1.5 por 2 m. El cliente era quisquilloso, pero estaba dispuesto a
pagar lo que yo le pidiera y el tema era de mi elección libre, así que lo estaba disfrutando bastante.

Me acerque hacia la vela y encendí un cigarro. Mientras el fuego se acercaba al tabaco, observe sus ojos que se cerraban mientras sonreía. El
humo del tabaco entró a mi boca, paso por mi garganta y finalmente llego a mis pulmones. Aunque definitivamente era tabaco, el sabor era
distinto, Era un sabor parecido al té de jazmín. Su aroma maderoso parecía que venía más bien del más fino de los inciensos y no de la
nicotinante peste clásica de un cigarro. Fue una sensación fuera de lo común, recorrió mi cuerpo un calor acariciador, una sensación
desorbitarte, una inexplicable presencia que erizo todos y cada uno de los bellos de mi cuerpo. Empezó por la cabeza de manera descendente,
hasta aterrizar húmedamente en la ropa interior que tenía puesta, mientras se escapaba de mi boca un leve exhalo de placer.

Aun ebria por aquella reconfortante experiencia, observe cuidadosamente la llama de la vela, la cual ya tenía nuevamente el color violeta de
la primera experiencia. Seguía sonriendo. De pronto abrió los ojos y comenzó a hablar:

-Ansiaba entrar en tu cuerpo

alumbrar esas cavernas

aventurarme en tus piernas

mostrarte lo que es el fuego

Sostuvo la mirada en mi rostro, aparentemente esperando a que yo contestara algo, sin embargo mis labios no tuvieron la fuerza suficiente
para abrirse, salvo para dejar escapar torpemente mi desbordada respiración. Esperó unos segundos y prosiguió:
- Haz despertado al fuego

un espíritu indomable

conozcamos los paisajes

la humanidad y sus cercos

Un escalofrió me corrió por la espalda llegando hasta la nuca.

-Tomé la decisión ninfa

de salir aquí a tu lado

esperando con agrado

experimentar la vida-

Comenzó a extenderse, era como si un gran hombre saliera de un pequeño costal, ya que todavía, hasta el vientre, la parte inferior seguía
atada a la vela; sacó los brazos y sus manos comenzaron a hacer señales que indicaban que me acercara. Empezó a hablar en una especie de
lenguaje que no alcanzaba a entender e incluso de repente sonaba como un canto vikingo. Se escuchaban voces sobre puestas haciendo
armonías. Su voz era hipnotizarte.

Un impulso me obligo a avanzar hacia él, por más esfuerzo que hizo mi razón para detenerme fue como si mi cuerpo no obedeciera ninguna
orden. Comencé a acercarme lenta y temblorosamente, aunque en mi estómago había un profundo hueco debido al miedo, Por fin quedé
frente al ente. Era hermoso; sus ojos eran profundos, enormes, muy expresivos y emanaban una luz cegadora de un tono amarillo, como si
viera fijamente al sol. Con mucho esfuerzo logre visualizar su iris el cual emanaba una luz aun más intensa de un color rojizo y al final del
camino de su mirada se encontraba una perla, que cual hoyo negro (pero en este caso del blanco más puro que pudiese haber visualizado
cualquier humano) parecía guardar los secretos del universo. Su cabello era largo (si no dejara de moverse diría que le llegaría a los hombros)
y volaba sacudiéndose sobre su cabeza, como si un torbellino quisiera robárselo; Su quijada era pronunciada al igual que sus clavículas, sus
hombros eran amplios y definidos como sus brazos. Su sonrisa… su sonrisa era la cosa más bella que mis ojos habían visto, casi tan brillante
como sus ojos; Su piel, bueno que decir, era fuego… Las llamas que conformaban su preciosa figura seguían bailando, seguían ardiendo. Pensé
que si me acercaba a tocarlo me quemaría.

Acercó su mano a mi rostro. Cerré los ojos apretándolos lo más fuerte que podía y respire profundo. Esperaba sentir en cualquier momento
una quemadura. Sus dedos rosaron mi frente. Es casi imposible describir la sensación del contacto con el fuego y no sentir dolor; sino todo lo
contrario, era como acariciar al sol y sentir su calor abrazador sin el reproche de su furia destructiva.

Sus dedos recorrieron mis mejillas, mis ojos, mi nariz, mis labios; Al sentir como subió la otra mano a mi rostro, abrí los ojos y volvió a
sonreírme; Acercó mi rostro al suyo y roso mis labios contra los suyos; Era como besar al mismo Baco, a Zeus, ¡vaya, yo que sé a qué cosa! pero
era indescriptiblemente hermoso. Aun así, era conocido, es como si en algún momento de mi borrada historia ya me hubiera encontrado con
él. Mi cuerpo no dejaba de temblar, el deseo invadía mis sentidos y aquel sentimiento de terror había desaparecido por completo. Sentí
angustia cuando sus labios se desprendieron de los míos, no quería dejar de besarlo nunca… comenzó nuevamente a hablar

-Hablaré como se comunican los humanos: Sácame de esta vela, quiero salir a un espacio más grande para poder amarte mejor, ponme en la fogata, en
las cortinas, déjame abrazarte- Dijo mientras metía su mano por debajo de mi blusa llegando hasta mi pecho haciéndome estremecer hasta
los huesos.

El sonido de la puerta interrumpió mi felicidad. Me sentí como un adolecente siendo sorprendido por su madre mientras explora su cuerpo.
Cuando vire la cara hacia la entrada del cuarto, vi una silueta femenina.
-Rebeca, nena preciosa ¿estás en casa?- Dijo encendiendo la luz - otra vez dejaste la puerta de tu casa abierta y…- Interrumpió mirándome
con asombro -¿Qué… carajos haces?- Preguntó extrañada mientras miraba fijamente mis brazos que rodeaban el candelabro. Alicia Comenzó
a reír -Creo mujer, que necesitas un descanso estas trabajando demasiado. Ya ni tienes tiempo para hablarme.

Me sentía ida, como si hubiera despertado de un sueño, miré el candelabro y la vela estaba apagada, pero un pequeño hilo de humo se
desprendía del pabilo -Sí Alicia, creo que tienes toda la razón- Dije agitada tratando de regular mi excitada respiración.

Alicia comenzó a verme raro, de repente frunció el seño y su estado cambio a espanto -Pero, ¿Qué te pasó?- me dijo mientras tomaba mi
rostro con su mano -¿Qué te paso? Tienes muy rojo, ¿te quemaste?- Enseguida pegué un brinco para apartarme, el cual la asustó aun mas
-N…no, nada, no es nada... –Dije tartamudeando- Solo que estuve demasiado tiempo frente a la chimenea-

-¿Frente a la chimenea?... Pero si no está encendida. ¿Cuando la prendiste? Hace años que no la encendías. Pensé que te traía malos
recuerdos. Definitivamente te sientes mal.

La mire un poco irritada

-Hay cosas que deben superarse y las chimeneas son agradables- Afirmó pegando una carcajada rasposa y escandalosa, típica en ella, dejando
ver sus enormes dientes blancos -Pues qué bueno que lo veas de esa forma, eso es progreso. Pero ¿qué crees? mi querida Rebeca, que en este
momento vendrás conmigo.

-¿Qué?, ¡No! ¿A dónde? Estoy ocupada tengo trabajo y…

-No me interesa vendrás conmigo. Hay un hermoso, alto y soltero adinerado que quiero presentarte; es amigo de mi jefe, Rodrigo papacito,
digo, digo… Brito. Y nos invito a pasar lo que queda de la tarde y la noche en un bar

-No me interesa si es John Travolta, Madonna o Jerry Lewis… La verdad es que tengo trabajo, el cual tengo que entregar pronto y además no
quiero salir, ya sabes que no me gustan los lugares con mucha gente- Sin siquiera respetar mi decisión. Alicia me tomo del brazo y me jaló
fuertemente hacia la puerta. Esa mujer es un toro podría agarrarme de títere sin problemas.

Llegamos hasta la sala tomo mi chamarra del perchero, y me saco a la fuerza.

Tras un corto viaje, estábamos en el bar. Muy incómoda, obligada por Alicia, me senté al lado del mentado tipo cuyo coeficiente intelectual no
rebasaba el de un pollo, cosa de la cual me percaté tras cruzar unas pocas palabras con él, las cuales principalmente fueron alardeos acerca de
su cantidad innecesaria de autos de lujo y machistas comentarios tratando de impresionarme acerca de su líbido perseguido por modelos y
famosas...

Alicia, cual gallina clueca, no paraba de hablarle de mis logros académicos y laborales a los cuales el aparentaba, pésimamente por cierto,
prestar interés. Pronto ella comenzó a coquetear con su jefe y el incomodo silencio entre Brito y yo nos obligó a cruzar mas palabras.
Desesperada por evadirme de aquella desagradable situación comencé a beber tequila como si se tratase de agua, aunado a las medicinas que
me tocaban a esa hora. Evidentemente perdí la conciencia en algún punto. Lo que medianamente recuerdo es la voz y la risa de Alicia
diciéndole a alguien -me la cuidas mucho eh, se portan bien… o mal jajaja, pero me la cuidas-

Me dolía tanto la cabeza que no quería moverme. Todo me daba vueltas, “santa cruda”… Una presencia abstrusa invadía mi cuarto
haciendo dueto con mi respiración, compartía mis cobijas.

Después de un buen rato de tratar de tener fuerza de voluntad para poder levantarme al baño, logré incorporarme de la cama; Tome unas
pequeñas pastillitas del buró de un costado y las trague sin líquido alguno. Me levante y el mareo me hizo ver negro, me senté de nuevo unos
segundos percatándome de que no tenía un solo trapo encima, así que me dispuse a ponerme la ropa que estaba regada por toda la
habitación. A pesar de esto, era una linda mañana; pequeños rayos de luz entraban desde mi ventana entre las hojas de los árboles. Las aves
ya no cantaban demasiado así que ya no era tan temprano.

Una voz varonil, que no ubicaba del todo, retumbaba en mi cabeza desde el momento en que intente pararme; Dijo mi nombre repetidas
veces seguido de preguntarme a donde iba. Volteé la cabeza sorprendida hacia todos lados pero fue inútil porque no vi a nadie. A pesar de
seguir sintiendo la presencia no le tomé importancia y baje las escaleras hacia la sala sintiendo que aún me seguían.

La casa estaba raramente fría y recordé aquella mentirilla que le había dicho a Alicia sobre la chimenea. Tendría que convertirse en verdad
porque tarde que temprano tengo que superarlo. Ni siquiera recuerdo que pasó solo sé que mis padres murieron en aquel entonces.
No había cerillos por ningún lugar, ni encendedor, ni nada con que prender la puta fogata. -¡Claro! que tonta los deje en el estudio- Cruce el
pasillo y corrí hacia el sótano, Abrí la puerta y para mi sorpresa una inmensa llama salía de la vela del candelabro. Nuevamente estaba él ahí…

-¿Dónde estabas? ¿Por qué tardabas tanto? ¿Quién era ese maldito tipo? ¿Quién te crees que eres para engañarme de esta manera?- Dijo el ente del fuego
enfurecido mientras saltaban las llamas de un lado para otro. Asustadísima corrí hacia la jarra con agua que se encontraba en el taburete,
aunque la cantidad era irrisoria a comparación del tamaño que había tomado el fuego. Antes de poder siquiera agarrarla se estiro hasta
rodear mi cuerpo con sus enormes brazos. Mi ropa empezó a consumirse hasta terminar desnuda de la parte del tórax. Cuando el calor
empezó a llegar a mi piel dejó de quemar y nuevamente empecé a sentir el hermoso calor de la ocasión pasada.

-¿Que no entiendes mi sentir?- susurró suavemente en mi oído -No puedo soportar que alguien más te toque. Solo estoy esperando el momento en que
aceptes ser mía para unirnos en un solo ser. No puedes venir conmigo si no es voluntariamente, así que entrégame tu existencia- Intenté soltarme pero era
imposible. La fuerza con la que sus brazos me aprensaban era inhumana “¿Qué hago?” me pregunté, esto ya no es una alucinación normal…
Empezó a acariciar mis senos y no pude moverme. Sus labios comenzaron a jugar en mi cuello y a pesar del terror estaba temblando de
excitación, sentía que el calor de su lengua aunado al de su piel tenían explosiones de llamas que me pellizcaban con brusquedad ardiente
quemando superficialmente mi piel... se podría decir que a pesar del dolor no podía evitar sentirme profundamente extasiada.

-Yo sé que no te quieres ir. Acéptame y haré tuya la inmortalidad- Con toda la fuerza que pude traté de escapar, me arrastré hacia la puerta
mientras el no me soltaba y subí las escaleras. A pesar de que seguía abrazándome no pesaba lo suficiente como para evitar que corriera hacia
la sala, sin embargo al dirigirme hacia la puerta de la calle su fuerza imposibilitó mi huida, comenzó a arrastrarme hacia la chimenea. Cuando
estuvo lo suficientemente cerca me soltó dejándose caer sobre los secos y polvosos maderos, se prendieron rápidamente y de un segundo a
otro el espíritu del fuego tomó un tamaño colosal, dejando mi pequeña existencia apenas a la altura de sus costillas. Comenzó a extenderse
por toda la casa alcanzando muebles y cortinas, era más hermoso que nunca. Me abrazó fuertemente calcinando toda la ropa que me había
quedado sin quemar - ¿cómo osas intentar escapar? Mereces ser castigada, el primero en pagar las consecuencias será ese tipo- Los muebles y las cortinas
seguían incendiándose y del fuego que emanaban comenzaron a formarse otros dos como él, era el mismo ser dividido en tres partes. El
primero seguía sosteniéndome fuertemente contra su cuerpo, los otros dos comenzaron a incendiar un bulto que no alcanzaba a visualizar
bien que era. Se escuchaban gritos desesperados que retumbaban en toda la sala, los gritos de aquella persona, (creo que era una persona)
eran cada vez más fuertes, parecían venir de los últimos tragos del dolor más intenso y horrible que alguien pudiera experimentar. Dejaron de
escucharse los gritos y una insoportable peste a carne quemada inundaba la casa.

-Nadie más volverá a tocarte- dijo el fuego mientras tomaba mi cintura con su enorme mano, con la otra separo mis piernas para abrirse camino
a mi centro, una vez abiertas coloco sus brazos rodeando mi tórax, mis pies quedaron muy por encima del suelo, a pesar de que él estaba
hincado. Se Precipitó hacia a mí y experimenté el poder de sus embestidas que desgarraban mi interior. Era como si el mayor de los placeres
aunado a lo que debieron de haber sufrido las victimas de Draculia al ser empalados, se mezclaran. Los otros dos “clones” comenzaron a
acercarse a mí, ambos llevaban una expresión en el rostro que dejaba ver sus oscuras intenciones. Por unos segundos el dolor me hizo perder
el conocimiento, uno de ellos se aprenso a mí por la espalda desgarrándome las entrañas. Cuando logré recobrar la conciencia el tercero
estaba metiendo sus dedos a mi boca acariciando lo más profundo de mi garganta. Los tres estaban consumiéndome desde adentro.

Comencé a escuchar sirenas y gente gritando en la puerta de la casa, el tercero se metió entero a mi cuerpo por la boca desapareciendo, los
otros dos hicieron lo mismo por las otras cavidades por las cueles estaban embistiéndome. De un momento a otro los tres desaparecieron
dentro de mí, dejándome caer al suelo incapaz de mover un dedo. El ardor que me invadía por dentro era insoportable, sin embargo sentí que
salieron cuando exhale una enorme bocanada de humo. Escuche como las personas que estaban afuera tumbaron la puerta a patadas y
cuando vi la cara del primer hombre que entro perdí la conciencia.

Desperté otra vez aquí, en este horrible lugar en el cual viví casi toda mi infancia y parte de la adolescencia tras la muerte de mis padres.
Malditas Paredes blancas acojinadas, nada mas de verlas siento nauseas, me recuerdan toda clase de “tratamientos”, yo diría más bien
torturas a las que sometieron mi cuerpo diciendo que era para que estuviera bien, sin embargo nunca era así. Mi existencia en este lugar se
veía reducida al más horrible de los infiernos… lo peor es ese maldito foco el cual nunca apagaban sin importar cuánto les rogara, sin
mencionar a los imbéciles doctores… si pudiera los quemaría vivos a todos…

Escuché la voz de Alicia tras la puerta metálica que forjaba mi encierro. ¿Vino a sacarme?

-¿señorita Alicia Vargas?

-si doctor, soy yo. Por favor saquen a Raquel de aquí, yo la conozco desde la secundaria. Es mi mejor amiga, se bien que ella sería incapaz de
matar a alguien. Lo que sucedió en su casa seguramente fue un accidente, yo misma le presente a Rodrigo Brito. Ambos estaban muy ebrios,
cualquier cosa pudo desatar el incendio, esto no fue asesinato. Podría jurárselo
-desafortunadamente esa decisión no me corresponde señorita Vargas, y si está aquí en lugar de que en la cárcel es por las circunstancias.
Lamento mucho lo que está sucediendo y lo que voy a comentarle es información clasificada que no podemos contarle a nadie. Sin embargo
considero que ya que al ser la única persona con la que ella tiene contacto, merece saberlo. La policía sigue investigando la escena y todo
apunta a que ella personalmente le prendió fuego al joven tras haberlo golpeado con un candelabro en la cabeza. Aun así Todo esto seguiría
manteniendo a Rebeca inocente hasta encontrar pruebas suficientes. Sin embargo sus antecedentes psiquiátricos son desafortunados. Usted
sabe que perdió a sus padres a la edad de 8 años ¿verdad?

-si

¿Sabe como murieron?

-no, solo sé que le tenía mucho miedo a la chimenea que está en la sala de su casa. Siempre guardé la suposición de que tenía algo que ver.

-efectivamente. Hace 21 años los padres de Rebeca murieron quemados en esa casa, curiosamente, como esta vez, la única sobreviviente fue
ella. Sin embargo llegó a nuestras manos debido a un ataque que experimentó. Fue diagnosticada con esquizofrenia paranoide debido a
constantes alucinaciones que padecía. Llegó aquí diciendo que el espíritu del fuego se había llevado a sus padres y que regresaría por ella
cuando su cuerpo tuviera la edad suficiente, porque estaba destinada a ser su princesa en otra dimensión. Supuestamente ella ha sido la reina
del fuego desde la eternidad. Pero decidió tomar forma humana para experimentar todo lo que conlleva ser de carne y hueso, sin embargo son
amantes eternos y nadie en la vida carnal podía entender lo que era el amor verdadero más que los seres de otra dimensión. Sus padres
serian duques en el palacio del fuego y ellos tenían que irse antes para hacer los preparativos. Bueno, al escuchar esto pensé que simplemente
era una niña tratando de darle un giro fantástico a su dramática pérdida, pero las señales de alerta comenzaron cuando intentaba prenderle
fuego a todo lo que estuviera a su paso. Lloraba, gritaba y sufría ataques de pánico por que no le permitíamos hacer sus piromanías. Con el
tiempo nos fuimos dando cuenta que efectivamente era esquizofrenia aunada a otras enfermedades psiquiátricas y que era muy probable que
ella comenzara el incendio que mató a sus padres. Cuando cumplió trece años salió en libertad por buena conducta y porque gracias al
tratamiento habían parado las crisis, sin embargo con la condición de no dejar de tomar sus medicamentos. Encontramos a un buen tutor y
bueno, supongo que en ese entonces la conoció. Hasta ahora que sucede esto, ella no había tenido recaídas.

-Dios mío, no tenía idea de nada de esto, ni siquiera sabía que había estado aquí. Por favor doctor, permítame entrar a verla.

- Rebeca ha permanecido inconsciente desde el incidente, no es nada grave, sin embargo no sé si debería dejar que tenga visitas por el
momento, además…

-¿Una semana inconsciente? ¡Santo cielo! Por favor doctor, se lo ruego, permítame entrar… Prometo decir, si alguien se da cuenta, que me
escabullí mientras nadie me veía

-¡Ay! Señorita, espero que no me esté metiendo en un buen lio…

- Muchas gracias doctor, de verdad se lo agradezco muchísimo.

Escuché claramente como Alicia se acercaba a la puerta, pegue un brinco hacia el catre y esperé sentada unos segundos mientras entraba.

Estaba ojerosa, demacrada, con el semblante desecho, cosa que nunca le había visto. Al verme abrió sus enormes ojos y me sonrió aliviada
acercándose a mi -¡Estas despierta! Me da mucho gusto verte, por un momento pensé que no te volvería a ver- Se sentó a mi lado y me abrazo
fuertemente -¿Cómo te sientes, quieres algo de…- Interrumpí - Alicia te juro por mi vida y lo más sagrado que tengo que eres tú, que yo no he
matado a nadie- Me apretó mas fuerte contra ella –Yo lo sé, amiga, lo sé y verás que pronto vas a salir de aquí y estaremos bien- Hice la cabeza
para atrás, la miré fijamente a los ojos y exclamé desesperada -Ahora lo recuerdo todo. Es cierto lo que dijo el doctor, pero no es una
alucinación, el espíritu del fuego me visita desde niña, se llevó a mis padres, lo olvidé porque ellos me torturaban con terapias terribles, me
hicieron creer que eran productos de la locura y me dieron medicamento que verdaderamente me volvió loca. Alicia, pero no lo estoy… tu me
crees ¿no es así?- Alicia comenzó a llorar a cantaros viéndome con lástima, pareciese que le hubiera dicho que iba a morir irremediablemente
mañana -Si, si mi niña… te creo- Era mentira, sus ojos me lo decían, creía que estaba de atar, estaba destrozada -Mira te traje a escondidas
cosas para que pintes, guárdalas bien porque te las van a quitar si se dan cuenta- Sacó de su gabardina un cuaderno, solvente, pinceles y oleos
-También te traje estas piedritas, que creo que te gusta usar para texturizar tus cuadros. Voy a irme ahorita, porque no puedo quedarme
mucho tiempo ¿sí? Pero prometo que mañana voy a venir a verte y te traeré algo rico de comer- Alicia me soltó y caminó hacia la puerta
conteniendo el desbordado llanto que seguramente soltaría al salir. Ya no quise decirle nada referente al espíritu del fuego, no me creería y
solo la angustiaría más. Así que solo le dije -Te adoro Alicia, te quiero muchísimo, no sé qué sería de esta podrida vida sin ti- Sonrió soltando
algunas lagrimas y salió como si estuviera huyendo, cubriéndose la boca.

Ese estado se sentía podridamente solo, un vacío indescriptible, nunca había experimentado dolor más profundo, no quiero estar aquí. No
podía vivir un minuto más lejos de él. La ansiedad fue tanta, que con mucho trabajo logré ahogar los gritos en el colchón. La angustia era tan
terrible que pareciera que hubiésemos pasado mil vidas separados y no una. Tenía ganas de desgarrarme la piel de la cara con las uñas,
cuando recordé las cosas que me había traído Alicia mi llanto paró precipitadamente, enseguida me levanté, destapé desesperada el frasco de
solvente y comencé a verterlo por todo el cuarto. En la secundaria, con Alicia, solía encender fogatas con piedras así que no me sería difícil
encender el solvente. Tomé rápidamente las piedras y comencé a chocarlas, tras tres intentos fallidos logré sacar una chispa lo
suficientemente poderosa para encender el fuego, rápidamente éste se propago siguiendo el camino que marcaba el líquido, pronto la
superficie acolchonada se prendió y comenzó a tomar todo lo que fuera flamable de la habitación, corrí a atrancar la puerta y cuando gire la
vista de nuevo al paisaje en llamas el estaba caminando hacia mí; flamante, lleno de vigor, mirándome con el amor más profundo que nadie
pudiera imaginar, su cabello bailaba como nunca, su hermoso cuerpo brillaba como mil soles, cada vez que daba un pasó el suelo y todo lo
que alcanzara a tocar se encendía mas y mas. Las lágrimas caían a cantaros por mis mejillas y él sonreía como nunca, la expresión de su cara
era de una ternura pía Y reía conmovido dejándome escuchar su hermosa voz.

-Perdóname amor mío… no sabía cómo hacerte regresar- dijo mientras quedaba justo a unos centímetros de mí. Puso sus manos en mis mejillas
secando el mar de lágrimas que aun no dejaba de desbordarse. Me avente contra su pecho abrazándolo lo más fuerte que podía y pronuncié
“las palabras” – quiero ir contigo, llévame contigo…- enseguida agachó su rostro, tomó el mío nuevamente con ambas manos y dejo caer sus
labios sobre los míos, haciéndome recordar que no existe felicidad más grande que permanecer de esa manera.

Comenzó a besar y a lamerme la cara ansiosamente mientras sus manos se revolvían en mi cabello, jalándolo suavemente, el cual comenzó a
encenderse (como el de él) al rose de sus dedos. Comenzó a bajar lentamente dejando caer en hecha cenizas la bata que traía puesta. Siguió
lamiendo mi cuello hasta aterrizar en mis alborotados y sensibles pezones, el fuego se iba propagando en cada beso, Sin embargo no sentía
dolor alguno, más bien sentía que iba despertando a cada segundo a una nueva vida, sentía la fuerza del fuego que poco a poco me iba
fusionando con él. Sostuvo mi cabeza mientras me recostaba sobre el suelo, siguió lamiendo cada parte de mi estremecido cuerpo que
quedaba de camino hacia mis empapados genitales, se detuvo en contadas ocasiones para oler mi piel, pero más bien parecía que tenía prisa
por probarme, por fin llegó hasta abajo, y antes de rosar mi vulva con sus labios observó cálidamente mis pliegues. Se acerco lentamente
acariciando con su lengua mi entrepierna conduciéndose poco a poco a mi palpitante clítoris, no podía soportar la pequeña distancia que
había, la tensión se hizo tan grade que acariciado su pelo con mis manos lo conduje hacia la zona. Por fin comenzó a mover su lengua en
círculos hasta bajar hacia mi vagina, introdujo su cambiante lengua alargándola al compás del movimiento de una llama que se mueve por el
viento, dejándome experimentar el placer más grande que jamás había sentido. Sin embargo el impulso de probarlo fue tan grande que me
levante empujándolo hacia atrás, acomodándolo para dejarlo vulnerable a cualquier cosa que quisiera hacerle. A pesar del enorme tamaño de
su miembro no alcanzaba el tamaño de la ocasión pasada, supe que estaba controlando sus formas para no lastimarme de nuevo. Comencé a
lamer la base de su delicioso miembro, así lo seguí lamiendo hasta llegar a la punta. Por más que traté de contenerme para seguir
acariciándolo suavemente, un impulso me llevo a meterlo por completo en mi boca. Un estrepitoso grito de placer salió de su garganta, lo
cual me llevó a aumentar la velocidad de mi exquisita tarea. Por un momento sentí que estaba a punto de explotar lo cual hizo que me
detuviera... -ahí no puedes hacerlo- le dije mientras me aventuraba a explorar las otras partes de su cuerpo con mi lengua. Tras surcar su
enorme cuerpo llegué hasta su cara, acomodando mis piernas a sus costados, cosa que me fue muy difícil por el tamaño de su tórax. Sumergí
mi lengua en su húmeda boca jugando a tomar cada centímetro de ella para mi, chupando y mordisqueando sus labios perdí la noción del
tiempo, hasta que sentí sus dedos que comenzaron a introducirse en mi con hábil perspicacia, fue entonces cuando no pude contener mis
gemidos los cuales empecé a dirigir directamente a sus oídos mientras lo abrazaba del cuello fuertemente _ya, no puedo, ya por favor- dije
impaciente – ¿ya? – preguntó jugando coquetamente -ya- dije casi llorando de placer. Me levanto cargándome sobre la misma posición en la
que nos encontrábamos y ahora venciéndose sobre el suelo quedando sobre mi comenzó a jugar con la cabeza de su miembro en mi vulva,
mientras con la otra mano me abrazaba. Debido el enorme tamaño de su cuerpo prácticamente no rosaba el piso. Introdujo poco apoco aquel
instrumento de gozo dentro de mi cuerpo, a pesar del grado de excitación que yo tenía, con bastante trabajo. Una vez adentro empezó a
sacudirme con el poder de sus embestidas. Sentía que moría de amor, de placer y de todo al mismo tiempo. Una y otra vez, cada vez más
rápido y más poderoso se movía contra mi hasta que no podía contener un segundo más la inevitable cúspide de placer que me producían sus
tragos de éxtasis, sentí que él estaba igual que yo y que su miembro me abría cada vez más con poderosos espasmos, al tiempo de que mi
vagina se contraía para recibir su miel de magma, explotó con tanta fuerza dentro de mí que sentía cada lugar por donde pasaba el liquido que
entraba con una rapidez asombrosa, subiendo por mi matriz alcanzando mis entrañas, recorriéndome el cuerpo entero, abultándome el
abdomen, desparramándose por mi boca, mis ojos y mis oídos, acompañado exquisitamente del mas delicioso orgasmo que cualquier mujer
pudo haber conocido. La poderosa lava me consumía de adentro hacia afuera dejando al rojo vivo todas las zonas de mi cuerpo,
convirtiéndome en un ser igual a él. Tras quedar jadeantes lo besé con todo el amor que sentía

Alicia

Afortunadamente entre la policía y los bomberos lograron sacar con vida a todos los pacientes del hospital para enfermos mentales, a todos
menos a rebeca. Si tan solo pudiera regresar el tiempo no le hubiera proporcionado las herramientas para provocar nuevamente un incendio,
nunca me imaginé nada por el estilo, no lo hubiera hecho, no lo hubiera hecho… hace tres meses que rebeca se fue de este mundo. No ha
habido un solo día en el que pueda dormir o comer con normalidad, la extraño tanto que no puedo llenar el hueco en mi estomago con nada…
hoy decidí ir a su casa para conservar todas sus obras. Sin embargo me da una tristeza inmensa entrar en aquel lugar y recordar todas las cosas
que pasamos juntas; las noches de chismes, pizza y películas; las veces que guardando silencio la observaba mientras pintaba, esperando que
terminara para salir a tomar un café; las borracheras casi mortales que nos aventamos contando penas y cantando nuestras canciones como
dos guajolotes a medio morir. Simplemente no puedo creerlo. No puedo creer que jamás volveré a abrazar su pequeño y menudo cuerpo, a
oler su perfume hippie, a atorar mi collar con su largo y enmarañado pelo cada vez que nos saludábamos, a escuchar sus choros acerca de los
planetas, la política, ecología y todas las cosas que sabía… tanta juventud, tanta inteligencia, todo a la chingada. Nada más porque se le ocurre
volverse loca ¿y yo? Seguramente ni siquiera le pasó por la mente que me haría polvo la vida si se iba.

Por fin estoy en la puerta, tengo las copias de las llaves que me dio hace años. Aun así, no quiero abrirla… no puedo contener el llanto. -Te
extraño amiga- La gente me mira raro… ¡Pendejos! Como si supieran lo que se siente, como si siquiera se imaginaran cuanto te extraño
Rebeca… ni modo, ya estoy aquí, y aunque duela ¡A lo que vine!

Sigue rechinando la puerta, a pesar de que cada vez tenía más trabajo y más dinero nunca quiso cambiar estos muebles viejos que ahora
parecen chicharrones calcinados, ni las otras puertas, ni el piso. No le pagaba a alguien para que la ayudara a limpiar este chiquero, pero
tampoco limpiaba ella.

¡Vaya! Al parecer sobrevivieron algunas fotos y cuadros del pasillo… Las escaleras para bajar al taller también están intactas.

El estudio sin ella se siente hueco… ¡demonios!, no prende el foco. Voy a prender la vela… No entiendo cómo podía trabajar solo con esta
tenue luz.

Nunca me deja de impresionar, sin importar la cantidad de años que llevo viendo sus cuadros, siempre me llenan de orgullo, me sorprenden.
Son maravillosos, éste es bellísimo, éste me para los pelos, parece que va a hablar, el que no terminó estaba quedándole grandioso… voy a
llevarme todo lo que quepa en el auto. Bueno, ya no es tanto, casi todas sus obras se vendieron.

-Alicia…

-¡ay dios mío!, ¿Quién es?- ¿Dejé la puerta abierta?, Alguien se metió a la casa, ¿Dónde está? ¿Cómo sabe mi nombre?

-Solía llamarme rebeca, Alicia

- El maldito fuego de la vela me está hablando- Estoy segura de que estoy despierta… sí, es su rostro ¡Es rebeca!... ¡Esto es imposible!

-te dije que te estaba hablando con la verdad Alicia. Te extraño mucho ¿Quieres venir conmigo?

FIN

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