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Los arquetipos son imágenes reales. El inconsciente colectivo esta constituido por
formas de pensamiento latentes que son heredados por cada individuo. Esas formas de
pensamiento son arquetipos, predisposiciones a tener ciertas experiencias. Esas
imágenes no se basan en nuestras experiencias personales de la vida, aunque son
activadas por ellas se establecen universalmente.
Jung veía los arquetipos cómo predisposiciones a tener ciertas experiencias. Los
arquetipos no tienen una experiencia concreta. La disposición de creer en una deidad
es solo potencialidad hasta que se da en una forma imaginal real, pero a la inversa uno
debe tener la disposición antes que pueda tener la experiencia de Dios. Uno no puede
tener experiencias para las que no hay potencialidad: el aprendizaje depende de
potenciales preexistentes.
El anima y el animus
Papel de los arquetipos ene la experiencia y la conducta
Jung parece utilizar los términos anima y animus en dos sentidos: para denotar las
cualidades masculinas o femeninas en el hombre o la mujer y para describir las imágenes
arquetípicas de la feminidad y la masculinidad. A diferencia de los sociólogos, quienes
hacen a la masculinidad y la feminidad productos culturales.
Jung sostenía que eran rasgos claramente delineados de los sexos. La descripción de
Jung de los sexos no intentaba ser denigrante para ninguno de ellos. Percibía rasgos
admirables en ambos. La psicología del hombre es radicalmente opuesta a la psicología
de la mujer.
En la cuarta etapa ella se vuelve una guía espiritual, una fuente de estabilidad, consuelo
y sabiduría. En el desarrollo normal, La relación de un hombre con una mujer sigue ese
curso. Si un matrimonio tiene éxito, el esposo desarrolla un respeto sincero por su
esposa como persona en su propio derecho y los lazos entre ellos aumentan en el nivel
espiritual.
El animus de una mujer también pasa a través de cuatro etapas cada una de las cuales
describe al hombre en un papel masculino característico. La primera lo retrata como
poderoso, sensual, animal y sexualmente atractivo. Esta imagen podría llamarse de
hombre poderoso.
En la segunda etapa se describe al hombre como amante, atractivo con poder sobre las
emociones de la mujer; esté la imagen de hombre romántico. La tercera etapa es la del
hombre de acción. El hombre se considera competente, ecuánime, autoritario. Por
supuesto, la mujer tiene un papel que jugar en esto a través de su apoyo y su aliento: el
hombre tiene poder sobre ella, sólo si ella se lo concede.
En la cuarta etapa, el hombre es visto como un anciano sabio. Es el día espiritual de la
mujer. Le da su apoyo, estabilidad e inspiración. En una relación satisfactoria entre un
hombre y una mujer, el anima del hombre complementa en animus de la mujer; trabajan
siempre juntos en completa armonía, cooperando mutuamente con sus aspectos
conscientes.
ANIMA
NORMAL ANORMAL
NORMAL ANORMAL